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Unidad Temática VI: EN TORNO A LA OPINIÓN PÚBLICA

1. CONCEPTO
Opinión pública" significa cosas distintas según se contemple como una instancia crítica en
relación a la notoriedad pública normativamente licitada del ejercicio del poder político y social,
o como una instancia receptiva en relación a la notoriedad pública, "representativa" o
manipulativamente divulgada, de personas e instituciones, de bienes de consumo y de
programas. En la publicidad concurren ambas formas de notoriedad pública, pero "la" opinión
pública es su común destinatario: ¿qué relevancia tiene tal magnitud?

Los dos aspectos de la notoriedad pública (y de la opinión pública) no están en una relación de
norma y hecho -como si se tratara del mismo principio, cuya actuación efectiva restara
meramente subordinada a la actuación licitada por la opinión pública (y, análogamente, la
conducta efectiva del público, subordinada a la conducta que de él se espera)-. Se trataría en
ese caso de coordinar una magnitud ideal de la opinión pública con su configuración real; pero
éste no es evidentemente el caso. Las funciones de la notoriedad pública, la crítica y la
manipulativa, son claramente distinguibles. Actúan socialmente contrapuestas. Cada una de
ellas conlleva una expectativa de conducta distinta del público: una
-por enlazar con la distinción ya establecida- tiene que ver con la opinión pública; la otra, con la
opinión no pública. No puede decirse sin más que la conjunción de notoriedad pública y
destinatarios de ésta constituye una norma. Como norma constitucionalmente ìnstitucionalizada
que es la notoriedad pública (cuya base social ha cambiado estructuralmente respecto de la
situación de partida del Estado burgués de derecho), determina una parte importante de los
procedimientos a los que están fácticamente obligados el ejercicio y la compensación del
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poder. Eso "proporciona" a la notoriedad pública algo así como un destinatario que colma las
expectativas de conducta que ella conlleva - no es, por cierto, este destinatario el público
globalmente considerado, sino un sustituto funcionalmente capaz-. Otra cuestión
empíricamente decidible es en qué ámbitos están en vigor estas funciones de la
notoriedad pública, qué dimensión tiene y en qué condiciones está el público que le
corresponde. Por otra parte, tampoco puede decirse que la conjunción, competidora de aquélla,
de notoriedad pública y de sus destinatarios constituya algo parecido a un hecho; ella está
acompañada de una específica autocomprensión cuya obligatoriedad normativa puede
aparecer hasta cierto punto en contraposición a los intereses directos del "trabajo en
publicidad". Es significativo que esta autocomprensión proporcione elementos esenciales
precisamente a su adversario publicístico.

2. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA OPINIÓN PÚBLICA.


Opinión pública, como se irá viendo, es una expresión polisémica de resonancias heterogéneas
que, por culpa de ese disenso, ha constituido el punto de partida de actividades profesionales,
científicas y sociales bien dispersas o incluso opuestas. Como objeto de reflexión ensayística,
en sus vertientes filosófica, política y jurídica tenía ya una identidad madura en pleno siglo
XIX, por referirnos tan sólo a los antecedentes inmediatos de una cierta sistematización
académica. La obra de Holtzendorff (ed. 1880), o las revisiones históricas de Speier (1950) y F.
Graham Wilson (1962) suponen sólidas certificaciones del cúmulo de trabajos relativos al
fenómeno en la pasada centuria. En realidad puede afirmarse que de las citadas alusiones a la
"opinión publique" de Rouseau y Mercier de la Riviere, ninguna revisión de los problemas
interciudadanos o de la relación de éstos con un sistema de gobierno representativo puede
prescindir de su invocación. Por ello hay que convenir con Murillo Ferrol (1972) y con Padioleau
(1981, p. 27) que el referente "opinión publica" como elemento simbólico o valor astracto de
legitimación ha quedado fijado a la esencia misma de la noción del Estado Liberal de Derecho.

Hay que insistir sin embargo en que, desde el principio, los deseos de encontrar un sentido
unívoco -OTAN siquiera un contenido-, para el viejo término, han fracasado en la ambigüedad
y la pluridefinición. El mayor efecto de expresión, en mi opinión, lo ha desencadenado su
propio éxito. Es evidente, en las palabras de Candidato Monzón (1887, p.135),que una realidad
tan compleja y dinámica como la opinión pública puede llevarnos a tantas definiciones como
marcos de referencia se utilicen. O como han escrito Muñoz Alonso y Rospir: "La falta de
acuerdo sobre la falta de naturaleza de este concepto, evanescente y proteico, es, sin ninguna
duda, una debilidad congénita de la que adolece esta área de la reflexión sociopolítica. Pero
posiblemente todavía mayor es la dificultad para determinar cuál sea, en un momento dado, la
opinión pública de una comunidad"

a. RASGOS ESENCIALES OPINIÓN PÚBLICA.

A. "ESPACIO PÚBLICO" FRENTE A "ESPACIO SOCIAL" Y "ESPACIO PRIVADO"


Las leyes y tendencias de la interpelación sociológica resultan imprescindibles para su
estudio. La noción de "espacio publico" requiere una interrelación de "lo público" que es
contrario a lo privado, pero no en un sentido jurídico-social, sino psicosocial.

El cosmopolismo contemporáneo, viene a decir Sennett, ha generado una necesidad de


ciertos códigos de interrelación con los extraños; formas de implicarse con ellos, de
colaborar, dialogar, etc..., mediante los que muestra presentación ante ellos no tenga por
qué significar una presentación desnuda de nuestra intimidad, nuestros verdaderos
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sentimientos, etc. Ni siquiera tiene que mostrarse la autenticidad de nuestra personalidad
que reservamos para las relaciones interpersonales privadas. Se trata, en definitiva, del
mismo mecanismo que preserva la interioridad del actor de teatro, por debajo de los
diferentes "papeles" o "personajes" que interpretan.

B. ANQUILOSAMIENTO MENTAL
Con frecuencia se ha pensado que la mayor amenaza contra la integridad del profesional
de la comunicación pública la constituía su posible debilidad ante los sobornos o su temor
ante presiones o chantajes de cualquier tipo. En un creciente número de críticos del actual
sistema periodístico va surgiendo la convicción, sin embargo, de que el mayor, o por lo
menos más común, enemigo de la clarividencia periodística no son esas presiones
externas, sino los anquilosamientos mentales de los propios profesionales.

Como ha comentado también el citado Savater: ¿Por qué los encargados de transmitir
información -son capaces de prevenir toda objetividad y exactitud en el cumplimiento de
sus tareas? Los ingenuos creen que solamente a causa de los sobornos, chantajes y
amenazas del poder, basado en el oscurantismo de la mentira. En ocasiones así ocurre
naturalmente. Pero en otros muchos casos se trata de gentes con convicciones tan firmes
que ni siquiera los hechos los hacen cambiar de opinión

b. POLÍTICA Y OPINIÓN PÚBLICA


El análisis jurídico-estatal y teórico-político de las normas constitucionales en relación a la
realidad constitucional de las democracias de masas constituidas por el Estado social tiene
que atender a la ficción institucionalizada de la opinión pública, sin poder, empero, identificar
directamente a ésta en el comportamiento del público de ciudadanos con una magnitud real.
La dificultad resultante de ello ha sido señalada por Landshut. Landshut registra, por una
parte, el hecho de que "en el lugar tradicionalmente destinado a la opinión pública [aparezca]
la vaporosa inclinación sentimental. Ésta es orientada y dirigida según convenga a través de
determinadas disposiciones y por determinados acontecimientos en uno u otro sentido. Esa
inclinabilidad sentimental se mueve como el resbaladizo cargamento de un barco
balanceante". Landshut recuerda, por otra parte, que las instituciones constitucionales de la
democracia de masas estatal-social cuentan con una opinión pública intacta, puesto que ésta
sigue siendo la única base reconocida de la legitimación del dominio político: "El Estado
moderno presupone como principio de su propia verdad la soberanía popular, y ésta, a su
vez, tiene que estar encarnada por la opinión pública. Sin esa atribución, sin la sustitución de
la opinión pública como origen de toda autoridad de las decisiones obliga- torias para todo el
mundo, falta a la democracia moderna la sustancia de su propia verdad". Si no se puede
abandonar el mandato, implícito en las normas constitucionales, de una publicidad
políticamente activa a la simple facticidad de una publicidad disgregada (o no se puede
abandonar, al menos, sin sostener al mismo tiempo una idea ingenua respecto de la
racionalización del dominio político), entonces se abren fundamentalmente dos caminos para
definir el concepto de opinión pública.

Uno de ellos retrotrae a posiciones liberales; el liberalismo quiso salvar la comunicación -


en el ambiente de una publicidad desintegrada- de un círculo interno de representantes
capaces de publicidad y formadores de opinión; el liberalismo quiso salvar un público
raciocinante en el ambiente del público meramente aclamativo. "Se comprende que sea
mucho más difícil formar una opinión pública a partir del desierto de sentimientos, difusas
opiniones y popularizados puntos de vista difundidos por las medios de comunicación de
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masas, que a partir de la polémica racional entre las grandes corrientes de opinión que
pugnan entre sí en la sociedad civil. Porque hay que admitir que es más difícil que nunca el
que una opinión pública consiga imponerse". Evidentemente, Hennis constata ese estado
de cosas sólo para urgir a la creación de organizaciones especiales encargadas de
procurar audiencia y obediencia "al punto de vista representada por los ciudadanos
relativamente mejor informados, más inteligentes y de mayor rectitud moral". El momento de
la publicidad, que es garantía de racionalidad, tiene que ser salvado al precio del momento de
la universalidad, que es garantía de accesibilidad universal. De ahí que las cualificaciones que
las personas privadas podían conseguir antes como criterios de pertenencia a un público
dentro de la esfera del tráfico mercantil y del trabajo social, puedan llegar a autonomizarse
como cualidades jerárquicas de la "representación"; porque no puede contarse ya con aquella
base: una "representación" de este tipo no puede ya, dadas las circunstancias, determinarse
sociológicamente de un modo satisfactorio.

Bibliografia:
BIDART CAMPOS, Germán Ob. cit. Leer Lec. Vigésima. MIRO QUESADA
RADA, F. Ob. cit. Leer Cap. XI.
Unidad Temática VII: EN TORNO A LAS ELECCIONES

1. ELECCIÓN, REPRESENTACIÓN Y GOBIERNO


La Elección es el derecho político que se puede ejercer de acuerdo a la capacidad establecida por
ley. A través de este proceso y derecho, los ciudadanos activos con derecho a voto, delegan su
ejercicio en las autoridades que la Constitución establece, eligiéndose por votación solemne y
general a las personas que deben ocupar la Presidencia de la República, las curules del Congreso
y los cargos municipales. Es, pues, un acto de soberanía que corresponde exclusivamente a los
miembros de la sociedad política. Es la raíz y base del Estado Democrático; es la más genuina
manifestación de la voluntad popular. Los elegidos democráticamente se convierten en
representantes del pueblo y en depositarios de la soberanía nacional, ya que como dijo Lamartine:
“Todo ciudadano es elector, todo elegido es un soberano”.
Según Montesquieu, el elector debería ser infalible en su exigencia. El ciudadano está investido de
una función: concurrir a la designación de autoridades y organizar democráticamente el Estado.
Pero es, al mismo tiempo, el titular de un derecho. El individuo que vota, no lo hace en su condición
de persona privada, sino en virtud de un título que le confiere la Constitución, llamándolo a definir la
voluntad general de la nación, es decir, le confía una comisión pública al investirlo del poder legal
del voto. Sus deberes con la Patria y los sacrificios que ella le exige tienen como contrapartida el
derecho a participar en el Gobierno por el sufragio y que le corresponde por su calidad de miembro
del cuerpo político. El voto es, pues, la parte del Poder atribuible a cada ciudadano en la sociedad
política. El cuerpo electoral, observa Jellinck, es el órgano central del Estado Democrático. La
elección popular es la base de los Poderes Públicos, expresa la Declaración Universal de París
sobre los Derechos Humanos de 1948.
La Representación es el acto por el cual el elegido representa la voluntad popular y suele tener
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carisma electoral. La representación se alcanza a partir de las preferencias electorales, que
mayoritariamente eligen a un determinado representante.

El Gobierno viene a ser el poder que se ejerce legítimamente a partir de la democracia


representativa, según el cual, el pueblo depositario de la soberanía elige a sus mandatarios para
que ejerzan el Poder. El gobierno se encarga de las decisiones políticas, de acuerdo a la
constitución y a las leyes vigentes.

1. SUFRAGIO Y TÉCNICAS ELECTORALES.


El derecho de sufragio constituye la principal concreción y desarrollo del derecho a la
participación política. El cual es, a su vez, expresión del derecho a la participación en los
asuntos públicos.

El derecho de sufragio tiene dos manifestaciones fundamentales.

a. EL DERECHO DE SUFRAGIO ACTIVO O CAPACIDAD ELECTORAL ACTIVA.


El derecho de sufragio activo se define como el derecho de todo ciudadano a votar y elegir
libremente a sus representantes, fundamentalmente en el, ámbito las Asambleas
Parlamentarias.

b. EL DERECHO DE SUFRAGIO PASIVO O CAPACIDAD ELECTORAL PASIVA


Se define este derecho como el derecho a presentarse como candidato a unas lecciones
libres y a resultar elegido. Como señala la sentencia del Tribunal Constitucional español
(sentencia 45/1983) ambos derechos se encuentran en íntima conexión y, desde una
consideración objetiva del ordenamiento, se presuponen mutuamente. El derecho de
sufragio consagra la potestad de la persona ya se apara elegir a quienes hayan de ocupar
determinados cargos públicos, para manifestar su opinión respecto a una medida propuesta,
o para expresar su criterio con respecto a un asunto de política nacional en un determinado
momento. La concepción del sufragio como derecho personal concreta a nivel individual el
precepto de participación en los procesos de decisión de los poderes públicos, en
correspondencia con el principio de soberanía popular. A través del sufragio se materializa la
participación política, entendiéndose ésta como expresión de la dignidad humana y de la
autodeterminación de la persona.
Entre las Técnicas Electorales tenemos:

1. El uso de las boletas electorales. En las boletas electorales se ofrecen todas las opciones
electorales desde escoger un candidato o a un grupo de ellos (lista electoral), elegir una o
varias propuestas (plebiscito) o incluso ratificarse a un gobernante o disposición legal
(referendum). Las boletas electorales se fabrican, por regla general, en diversos tipos de
papel seguridad, pero en algunos países donde se teme el fraude electoral, se agregan
medidas adicionales como el foliado y la firma de los representantes de partidos sobre las
boletas, ya que se quiere evitar la falsificación o duplicación ilegal de las boletas. Durante el
siglo XIX, antes de que se perfeccionara el sistema de elección que todavía utilizamos, eran
frecuentemente utilizados libros en los que se registraba el sentido del voto de cada elector,
dicho sistema se descartó pues en todos los casos se conocía el sentido del voto de los
electores y podían sufrir por ello distintos tipos de represalias.

2. Tenemos las técnicas del Sondeo y las Técnicas de las Encuestas, las mismas que se
utilizan para obtener resultados sobre los ganadores y perdedores de la justa electoral.
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a. ESCRUTINIO
Es el proceso por el cual las autoridades electorales proceden al conteo de los votos
emitidos. Es un acto público y fundamental para garantizar la veracidad y legitimidad
del proceso electoral. En la actualidad el escrutinio se ve apoyado por los
procedimientos y soportes informáticos.

b. SISTEMA ELECTORAL PERUANO


Está conformado por el Jurado Nacional de Elecciones que resuelve las discrepancias
y controversias en materia electoral y también por la ONPE órgano que tiene a su cargo
el control administrativo y técnico del proceso electoral. Cada uno de estos órganos
está descentralizado a nivel nacional.

Bibliografia
PHILLIPS SHIVELY, W. Introducción a las ciencias políticas. Edit Mc Graw
Hill 5ta. Edic. 1997 Leer P. 196 a 206.
ANDRADE SANCHEZ, E. Ob. cit. Leer el Cap 6. MIRO QUESADA RADA, Fco Ob. cit. Leer
Cap. XII.
Manual de Ciencias Políticas. Edit. Libros y Publicaciones. Lima Perú 2001. Leer
Cap. VIII.
Bibliografia general:
DUVERGER, Maurice Introducción a la Política. Ediciones Ariel – Caracas– Barcelona.
FUKUYAMA, Francis El fin de la historia y el último hombre. Editores Planeta Argentina, 1996.
HUNTINGTON, Samuel P. El Orden Político en las sociedades en cambio. Edic. Paidós 5ta. Edic.
1997.
OOSORIO, Manuel Diccionario de ciencias jurídicas, políticas, y sociales. Edit. Heliastas. 26 Edic.
actualizada, corregida y aumentada por Guillermo Cabanellas. Buenos Aires, 1999.
SABINE, George H. Historia de la teoría política. Fondo de Cultura
Económica 200.
SARTORI, Giovanni La Sociedad Multiétnica, Pluralismo,
Multiculturismo y Extranjeros. Editorial Taurus. Buenos Aires, 2001.
TOFFLER, Alvin La tercera ola.
El cambio del poder. Editora Plaza & Janes S.A. España, 1997.

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