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LA CUESTIÓN DEL GÉNERO: LA IDENTIDAD SEXUAL Y

LA DIFERENCIA ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER


Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, Palenque, Chis. Agosto 26 de 2022

Como parte de la formación humana y cristiana que necesitamos actualmente se ha vuelto una urgencia
estudiar el tema de la sexualidad y de la identidad sexual. Vivimos un tiempo donde se está
transformando la forma de entender la sexualidad, la semejanza y la diferencia entre el hombre y la
mujer y por lo tanto está cambiando la forma de ver al matrimonio y a la familia.
Existe una grave preocupación en relación a un ataque sistemático al matrimonio cristiano, al amor y a
la forma de entender a la familia. Además de la violencia hacia la mujer, considerada inferior al hombre
(machismo), existen ahora manifestaciones de odio y muerte hacia los que están fuera de los modelos
masculinos y femeninos y que conocemos cono homofobia. La xenofobia es el rechazo a los extranjeros
y el racismo es la creencia en la superioridad de una raza creando rechazo y exclusión. El clasismo es la
creencia en la superioridad de clase social o condición cultural o política. Todas estas conductas se
sustentan en pensamientos –ideologías- que llevan a la intolerancia y a la violencia.
Hoy existen ideologías – formas de pensamiento que se hacen comunes porque se dispersan como
verdades- que han tomado sobre sí el tema del género y de la identidad sexual con fines políticos,
económicos y sociales. Y con ellos se ataca el mensaje cristiano y muchas tradiciones religiosas
ancestrales. Hoy vemos como un grave peligro el que las tendencias políticas de izquierda toman estas
ideas sin tener un conocimiento suficiente o sin avalarse en estudios serios y profundos con tal de ganar
simpatía y fuerza política numérica. Estas ideologías de género polarizan los pensamientos, confunden a
los adolescentes y jóvenes que están creciendo y definiendo su identidad y por eso son vulnerables,
distraen, desvían la formación humana y promueven la cerrazón que se convierte en intolerancia y
violencia.
¿Cómo abordar un tema tan complejo que nos involucra a todos: padres, madres, hombres y mujeres,
esposo y esposa, catequistas, etc.?
LA SEXUALIDAD HUMANA
Somos seres sexuados –tenemos un sexo-. Nacemos con una estructura que nos hace ser,
desarrollarnos y actuar de un modo específico: ser hombre o mujer. Esta estructura sexual es condición
y base de todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Ser una condición de la vida estamos
diciendo que es la base sobre la que se desarrollan y actúan todas las demás, junto con ella. Es la base
que da forma y figura a todo lo demás.
Desde nuestra concepción en la que entran en juego los cromosomas que determinan el sexo también
desde ahí se determina las dimensiones y características psicológicas y sociales que nos hacen ser de
una modo –mujer- u otro –hombre-. Ser hombre o mujer es nuestra condición humana que llamamos
también condición natural.
La sexualidad pasa necesariamente por distintas fases:

DETERMINACIÓN IDENTIFICACIÓN Y EXPRESIÓN Y


Cuando se define a DIFERENCIACIÓN COMPORTAMIENTO
partir bio- Cuando la persona reconoce Cuando la persona vive y
psicologicamente el su condición, la hace suya y se actúa conforme las dos
sexo. identifica con ella. anteriores.
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¿Qué es la sexualidad? ¿Cómo les explicamos a los niños lo que es la sexualidad? ¿Cómo la entendemos
nosotros como jóvenes y adultos?

Conceptos claves a dialogar y clarificar

Sexualidad genital – Sexualidad procreativa – Sexualidad recreativa

- Lo que es la Sexualidad Humana


- Identidad sexual, orientación sexual, comportamiento sexual
- El Género: equidad y diferenciación
- Erotismo y sensualidad

La diferencia entre el hombre (macho y padre) y la mujer (hembra y madre), considerada como un dato
esencial e imprescindible de la naturaleza humana, derivada, por otra parte, de la creación divina, está
hoy sometida a un gran cuestionamiento por la más reciente cultura sexual, que, criticando la
naturalidad de la diferencia entre varón y mujer, lucha por el derecho, incluso en el plano jurídico, a
definir de otro modo el género sexual al que se pertenece. Todo esto es el debate acerca de «la cuestión
del género»
El concepto de género se entiende, de hecho, de diversos modos: como «sexualidad», masculina o
femenina; o bien como «personalidad», tanto masculina como femenina; y se comprende, de otro modo,
como condición social o posición, subordinada o privilegiada, en el ámbito político. En términos más
formales, el concepto de género ha sido asimilado a una categoría objetiva, o socio-cultural o
performativa.

Para orientarnos en esa confusión y desviación conceptual acerca del género, es oportuno recordar las
principales componentes de la identidad sexual humana.

- El primer componente es la dimensión física del cuerpo, es la del sexo biológico, que viene
dado por los componentes genéticos, somáticos y cerebrales. Este componente es inalterable,
no se elige, se recibe como parte esencial de la personalidad, se reconoce, se acepta y se
desarrolla.
- Un segundo componente es la dimensión psíquica, es decir, la de identidad de género, relativa
a la percepción que el individuo tiene de sí mismo, de acuerdo o no con su sexo biológico. Es la
que indica el sentimiento psíquico del propio ser sexuado, como se experimenta a sí mismo
cada individuo en relación al sexo biológico que tiene (esto es lo que se refiere más
inmediatamente el término gender en Inglés).
- Conectadas con la identidad psicológica de género están, a continuación, las dimensiones de la
orientación sexual, que indica la tendencia del propio deseo sexual, y del comportamiento
sexual, que atiende a las modalidades de su realización.
- Otra dimensión es la que se refiere a la dimensión socio-cultural, es decir, la de rol de género,
que indica el comportamiento sexual que una sociedad espera y promueve en un sujeto.
- La aproximación a la identidad sexual, en la medida en que es identidad sexual humana,
contempla, además de las dimensiones física, psíquica y socio-cultural, la dimensión del espíritu
humano, de modo que las precedentes dimensiones deben ser integradas con una dimensión

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que indique el carácter propiamente humano de la identidad sexual. Con este fin, entre las más
comunes se encuentra, sin lugar a dudas, la categoría de libertad.

Si todas estas dimensiones están presentes en la identidad sexual humana no es posible reducirla a una
sola. El género sexual o la identidad sexual son el resultado de la interacción y conjugación de todas
ellas.

Justamente este es el peligro y la amenaza que estamos viviendo actualmente: reducir o eliminar alguna
de estas dimensiones, específicamente la dimensión biológica. Y ciertamente en la evolución y la
adquisición personal de la identidad sexual, en el rol y la identidad del género influye de manera muy
notable la sociedad a la que se pertenece. Y esta influencia social por sí mismo no puede definir la
identidad sexual separada de la dimensión biológica.

LA TEORÍA GENDER O LA PERSPECTIVA DE GÉNERO


Según esta teoría «las diferencias entre el hombre y la mujer no corresponderían a una naturaleza
“dada”, o al sexo biológico sino que serían meras construcciones culturales “plasmadas” de acuerdo con
los roles y los estereotipos que en cada sociedad se atribuyen a los sexos, es decir, son roles socialmente
construidos.

Este pensamiento dice que el género sexual no viene dado por la naturaleza, sino que es construido por
la sociedad mediante la cultura. No se trataría, por consiguiente, de identificarse con un género asignado
por la naturaleza, sino de «hacer el género que la sociedad te marca».

La posible aportación de estos movimientos es doble: por un lado, se critica la hegemonía social y cultural
del hombre, varón y heterosexual, en perjuicio de los sujetos que no pertenecen o no se reconocen en
el género masculino y en la orientación heterosexual; por otro, se exige la igualdad, desde el punto de
vista de las oportunidades sociales y del reconocimiento jurídico, de cualesquiera identidades de género,
orientaciones y comportamientos sexuales.

La concepción más habitual de la familia, que podría ser definida en su núcleo esencial
como «vínculo de dos vínculos»: el vínculo de dos géneros, entre hombre y mujer, y el
vínculo de dos generaciones, entre ese hombre y esa mujer y los hijos por ellos
engendrados. En esa configuración, la familia se caracteriza por la diferencia de género
entre hombre y mujer (unión del hombre y la mujer) y por la efectiva generación de los
hijos (la procreación).

Estas dos características, amplia y generalmente consideradas esenciales para definir a la familia, ya no
son tales en el caso de que se redefina la familia sobre la base de las instancias de la teoría gender. Según
esta visión, se podría y se debería hablar también de «familia» incluso en ausencia de la diferencia sexual,
masculina y femenina, y de la efectiva generación de los hijos por parte de los padres que los educan.

Este pensamiento, que abandera el movimiento feminista, atribuye de inmediato a la cultura social el
total predominio sobre la naturaleza biológica corpórea, la cual es considerada ante todo como
irrelevante (no importa), más tarde como insignificante (vale muy poco), posteriormente como
transformable (puede tener cambios) y, por último, como individualmente redefinible (puede cambiar
totalmente).

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La visión antropológica que está presente en la cuestión del género no permite reducir y determinar la
identidad sexual exclusivamente sobre la base de la naturaleza corpórea o de la cultura social. Estas
reducciones no son, sin embargo, las únicas. Igualmente indebida es la pretensión de reducir y
determinar la identidad sexual sobre la única base del sentimiento psíquico o de la libertad individual,
como es el caso de algunas teorías de género. Es preciso y urgente reconocer y promover la integración
de las dimensiones constitutivas del ser humano, es decir, la naturaleza corpórea, el sentimiento
psíquico, la relación interpersonal, la cultura social y la libertad personal.

Configuración – realización - identidad personal - comportamiento


Componente permanente original,

La identidad personal guarda relación con la naturaleza biológica y con la cultura social y debe ser
construida o deconstruida por la libertad del individuo en relación con su sentimiento psíquico.

Espiritual
Psicológico

Social
Libertad

Biológico: genético, neuronal

VALORACIÓN DE LA TEORÍA GENDER O PERSPECTIVA DE GÉNERO


La atención prestada a la variable socio-cultural de la identidad sexual alerta cuando en una sociedad se busca
imponer a los individuos identidades de género en función de determinadas relaciones de poder y roles sociales,
de suerte que algunos (grupos de) sujetos predominen injustamente, y otros resulten injustamente discriminados.
Así la perspectiva de género saca especialmente a la luz la enorme subordinación y discriminación social y cultural
de las mujeres con respecto a los hombres, que ha connotado y sigue connotando aún toda la historia humana.

La injusta discriminación puede afectar también, eventualmente, a orientaciones y comportamientos sexuales


que discrepan del orden de género binario, masculino/femenino y heterosexual. La cultura social también puede
llegar a ser opresiva con respecto a personas que no se reconocen como varones o mujeres heterosexuales,
incluso penalizándolas injustamente a causa de su orientación sexual.

LOS DEFECTOS DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO


La perspectiva de género ha ido transformándose, sobre todo en algunas elaboraciones más recientes del
pensamiento feminista, en ideología de género, la cual llega incluso a contestar la identidad de género masculino
o femenino, en cuanto que constituiría más un condicionamiento represivo que un recurso válido para la identidad
personal.

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A fin de que el individuo no se vea constreñido en el marco de un código sociocultural, tradicionalmente el binario
heterosexual, la sociedad debería legitimar cualquier código alternativo, llegando a eliminar la diferencia de
género y hasta la misma categoría de género, de suerte que el individuo pueda elegir entre múltiples opciones e
incluso pasar de una a otra o inventar su propia identidad sexual.
Estas opciones se reivindican basándose en el supuesto de que la identidad personal no guarda relación con la
naturaleza biológica y con la cultura social y puede ser construida o deconstruida por la libertad del individuo en
relación con su sentimiento psíquico.
Pretendiendo escapar no solo del determinismo biológico, sino también del determinismo socio-cultural, los más
recientes desarrollos de las teorías de género acaban, pues, determinando la identidad personal sobre la única
base del sentimiento psíquico y de la libertad individual. Al naturalismo biológico y al culturalismo social les
sustituyen el emotivismo psíquico y el individualismo libertario, censurando el vínculo que la emoción psíquica y
la libertad individual mantienen con el cuerpo sexuado y las relaciones interpersonales.
El privilegio casi exclusivo asignado al sentimiento psíquico y a la libertad individual está en perfecta ósmosis con
la alta tasa de emotivismo y de individualismo que caracterizan la actual época posmoderna, y esto constituye
uno de los principales factores que pueden explicar el rápido y amplio consenso en torno a las instancias de la
ideología de género.
Ahora bien, por más convincente que pueda parecer, la doble censura que el emotivismo y el individualismo
efectúan sobre la naturaleza corpórea y sobre la relación interpersonal resulta contradictoria, porque desconoce
lo que implica en realidad.
De hecho, el sentimiento psíquico de la propia identidad sexual, aun cuando no corresponda a la masculina o
femenina heterosexual, surge, de una u otra manera, en relación con el cuerpo: sentirse homosexual, bisexual o
transexual es posible, como lo es el sentirse heterosexual, ante todo en referencia al propio cuerpo y al cuerpo
sexuado del otro. El individuo homosexual se siente atraído por sujetos con un cuerpo semejante al suyo; el
bisexual, por sujetos con un cuerpo semejante y diferente del suyo propio; el transexual no siente su cuerpo como
propio, sino que siente como tal un cuerpo diferente del suyo propio. Al igual que el sujeto heterosexual, que se
siente atraído por un cuerpo diferente del suyo, también los otros sujetos de diferente orientación no se sienten,
o sea, no definen su identidad de género, si no es en relación con el cuerpo sexuado, semejante o diferente con
respecto al de otros sujetos.
La inevitable implicación del propio cuerpo en el sentimiento de la propia identidad sexual ya implica,
inevitablemente, la relación con los demás, dado que el cuerpo humano, constitutivo del sujeto, es
inevitablemente sexuado, o sea, diferenciado. El sentimiento psíquico de la propia identidad sexual, así como la
libre elección respecto de la misma, surge por comparación e interacción con los otros, y específicamente con sus
cuerpos, semejantes o diferentes del propio.
La reducción ideológica de la identidad sexual al sentimiento psíquico y a la libertad individual es una simplificación
indebida y que contradice las variables que intervienen en el proceso de identificación sexual. El sentimiento
psíquico y la libertad individual son variables imprescindibles, aunque no exclusivas, de la identidad sexual;
condiciones necesarias, pero no suficientes. Deben, cuando menos, ser complementadas por la variable de la
naturaleza corpórea y de la relación interpersonal, simbólicamente mediada por la cultura social.
Las múltiples variables implicadas en la cuestión del género impiden reducirla únicamente a los perfiles socio-
cultural y político-jurídico, induciendo más bien a reconocer y afrontar la cuestión antropológica más fundamental
que plantea.

¿Qué podemos hacer nosotros para estar más atentos y formados, no solo informados?
¿Cómo podemos ayudar a los demás a reconocer está forma de ver el género y la sexualidad?
¿Cómo explicar y formar a los demás, a nuestros hijos e hijas, a nuestra familia, amigos, compañeros, hermanos
en la fe, en nuestros grupos esta realidad?
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