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GRACIAS SEÑOR
Gracias Señor por la vida que me das; Tú vives en mí,
Gracias Señor por el amor que me das; eres toda mi vida.
gracias, Señor por el hermano que está aquí, en tu nombre tantos encontraré,
cerca de mí. en tu nombre los abrazare,
Gracias Señor por la paz que me das; tu nombre los bendeciré, señor.
Gracias, señor por la fuerza que me das tu palabra siempre anunciaré,
gracias, señor por el curso que me das y a mis manos pobres abriré,
estar contigo, gracias, señor. y a quien crea en ti señor, se salvará.
Gracias, señor por el cielo que me das; Tú eres gozo para mí,
gracias, señor por el sol que me das; eres fuerza para mí,
gracias, señor por las estrellas que me das; entre mis hermanos, último seré.
brillando en mí. mi vida siempre pobre yo daré,
al servicio de ellos quedaré,
Gracias, señor por las flores quedas; señor.
gracias, señor por los colores que me das; estoy seguro que recibiré,
gracias, señor por la puesta del Sol; mucho más que eso donaré
hablan de ti, gracias, señor. y es que en sus ojos ¡Oh Señor, te veré!
Un exagerado INDIVIDUALISMO que desvirtúa o destruye los lazos familiares y donde cada
miembro de la familia y crea su propio mundo como una isla que nadie puede penetrar ni
cuestionar. Ahí cada uno crea su mundo con sus propios deseos y pensamientos con un carácter
absoluto, es decir, que nadie puede cuestionar o mover.
Se genera así una INTOLERANCIA y una AGRESIVIDAD, pues ya no se acepta al otro como es.
Los demás tienen que ser y responder a los propios intereses individuales.
Un RITMO DE VIDA TAN ACELERADO que atenta gravemente contra la profundidad de vida y
los valores y opciones permanentes. Nada dura, todo tiene que usarse, desecharse. Esto atenta
contra la vida con hábitos y virtudes sanas y permanentes, se huye del compromiso.
La familia así se convierte en un lugar “de paso” a dónde se acude qué conveniencia o para
reclamar derechos.
Muchas IDEOLOGÍAS están desvalorizando y atacando el matrimonio y la familia.
No querer exponerse al fracaso que ven en muchas parejas.
Miedo hacia algo que consideran muy grande, inaccesible y sagrado.
La CONVENIENCIA puramente económica de vivir juntos, conviviendo sin casarse en una
concepción emocional del amor.
MIEDO a perder la libertad y la propia independencia.
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¿Cómo motivar a nuestros hijos y jóvenes para vivir el matrimonio y formar una
familia?
CANTO DE LA FAMILIA
Que el amor y la fe
de papá y mamá sean grandes. Santifica Señor la familia
Que se entiendan y hablen y que no falte nada al hogar
si el tiempo se pone difícil.
Y si llega el tropiezo, el frío
En papá un amor y una fe o la enfermedad… Tú ahí estás
que consagre el trabajo. dando fuerza, perdón y tu luz.
En mamá un amor y una fe
que consagre la vida. Y si llega la duda, el miedo
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o la intromisión… Tú estarás, Santifica Señor la familia
en consejo ayuda y protección. y que no falte nada al hogar
Santifica Señor los hogares
hazlos fuertes Señor en tu Y que lleguen juntitos los dos a orar
y te digan… aquí estamos,
Ese amor y esa fe tú lo das, tú lo quitas en tu amor.
los coronan los hijos y nietos,
pues son ellos destino y sueño Y que unidos a otras familias
de todo su esfuerzo. encuentren caminos… y compartan
toda lucha, experiencia y su fe.
Que recuerden promesas y gestos
con qué iniciaron. Santifica Señor los hogares,
Los mantengan, renueven, aviven hazlos fuertes Señor en tu amor.
y den a sus hijos. A… a… mén - A… a… mén.
El amor y el papel del padre y la madre reflejan la paternidad y maternidad de Dios. Y ese amor que
viven los hijos en la familia le hacen comprensible y posible conocer a Dios y vivir una vida de fe. Cómo
podrían tener fe y vivir el amor de Dios si no la han recibido de sus padres. Del mismo modo las
relaciones familiares son reflejo de la fraternidad, la donación que después se vive fuera de casa en la
sociedad y el mundo. Dios crea y le apuesta a la familia. Envió a su Hijo a vivir la realidad familiar y Jesús
mismo fundamentó y luchó por la familia.
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Dios siempre está presente. Cada gesto, cada actividad, cada cosa que se realiza y vive en familia
son obra de Dios.
3. La familia como comunidad evangelizadora— La fe que se desarrolla y cultiva en el hogar se
supone que no se debe de quedar entre las paredes del hogar. Debe ser trasmitida con la
comunidad parroquial y por todo el mundo, tanto por medio de palabras como de acciones.
Esto se conoce como evangelización, es la principal responsabilidad de la iglesia doméstica.
4. La familia es un ministerio—Cada persona está llamada a descubrir los dones y los regalos que
Dios le ha dado para servir en el mundo. Así es que cada familia está llamada a descubrir su
ministerio. Cada familia crea propia forma de participar y servir en la Iglesia. Tiene su propio
rostro y eso la distingue. Eso construye la Iglesia.
No se puede entender la Iglesia si no es a partir de la familia. La Iglesia es familia de familias. Se
enriquece de cada Iglesia doméstica (Amoris Laetitia 87). La Iglesia está formada por cada familia
creyente que participa, sirve y vive su fe en la comunidad parroquial. La parroquia es la comunidad de
familias. Es el espacio y tiempo suficiente (no una gran multitud de creyentes ni tampoco un grupo tan
pequeño) para conocerse, desarrollarse, compartir y aprender a ser humano y creyente. El amor vivido
en las familias es una fuerza constante para la vida de la Iglesia. Entonces es importante la participación
de la familia toda en la comunidad parroquial.
¿Qué pensamos cuando es solo la mujer la que participa en la Iglesia? ¿O cuando es solo el papá y nadie
más participa o hasta rechaza participar en la vida parroquial? ¿Y cuándo son los hijos? ¿Qué pasa
cuando la familia, dispersa acude a la Iglesia?