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TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE

CUNDINAMARCA
Sala Civil – Familia

Magistrado Ponente:
Germán Octavio Rodríguez Velásquez

Bogotá, D.C., catorce (14) de agosto de dos


mil veinte (2020).

Ref: Exp. 25000-22-13-000-2020-00207-00.

Pasa a decidirse la tutela interpuesta por


Inversiones Zapata Vásquez Ltda. en liquidación contra el
juzgado primero civil del circuito de Zipaquirá, teniendo en
cuenta para ello los siguientes,

I.- Antecedentes

Aduce la accionante la vulneración de los


derechos del debido proceso, igualdad, defensa y acceso a
la administración de justicia; en aras de su protección
solicita que se ordene al accionado remitir con destino a
esta Corporación el proceso de pertenencia promovido en
su contra por Álvaro Zapata Ramírez, con el fin de que se
surta el recurso de apelación que impetró contra la
sentencia proferida dentro de dicho asunto el pasado 10 de
diciembre de 2019.

Afirma, al efecto, que aun cuando, como


propietaria inscrita del bien objeto de la pertenencia,
iniciada el 20 de noviembre de 2016, le dio respuesta a la
demanda, lo hizo extemporáneamente; mas, como desde
2005 la Unidad Nacional de Fiscalías para la extinción del
dominio y contra el lavado de activos había dispuesto la
cautela y la suspensión del poder dispositivo de las cuotas
de interés social de la sociedad, dentro del proceso de
extinción de dominio que adelantaba contra Juan Camilo
Zapata Vásquez, socio capitalista de la entidad, de donde
debe considerarse que se trata de un “bien público y/o fiscal
ya que la sociedad demandada se encontraba en extinción
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de dominio”, y por lo tanto “es imprescriptible”, cual se le


puso de presente al juzgado, éste accedió a las pretensiones
del actor.

Mas, el actor en la pertenencia, al rendir el


interrogatorio de parte que oficiosamente ordenó el
despacho judicial accionado, esto después de llevar a cabo
la inspección judicial y recibir los testimonios de David
Restrepo y Raúl Rueda, dejó notar que tenía conocimiento
del sobredicho proceso de extinción de dominio, al punto
que aportó la sentencia proferida por el juzgado tercero
penal del circuito especializado en extinción de dominio de
Bogotá; algo que nunca había puesto de presente; y fuera de
eso, la Sociedad de Activos Especiales le había comunicado
que si bien la medida no estaba inscrita en el folio de
matrícula, lo cierto es que sus efectos se extienden a todos
sus activos, al tenor de lo previsto en el precepto 100 de la
ley 1708 de 2014, de donde no era necesario que oficiara a
la “fiscalía, al juzgado de conocimiento y al Tribunal”
buscando que le informaran si el predio “se encontraba
inscrito con extinción de dominio”, pues todo se reducía a
verificar cuáles son los alcances de la cautela ordenada en
la acción de extinción de dominio.

La cuestionada sentencia, además, la dictó,


luego de múltiples aplazamientos, en la audiencia celebrada
el 10 de diciembre pasado; y contra ella interpuso la
quejosa el recurso de apelación, que sustentó el 13 de
diciembre siguiente, cancelando las copias ordenadas para
su trámite por el juzgado, el cual no dijo que debería
cancelar algo adicional, tan sólo que “estuviera pendiente
en el Tribunal”; empero, el 10 de febrero pasado, al
comunicarse telefónicamente con el juzgado, fue informado
que debía dirigirse a la empresa de correo postal 472 para
pagar el porte de ida y regreso del expediente; al acudir allí,
para su ‘sorpresa’, el proceso ya había retornado al juzgado
que, mediante auto de 20 de febrero, declaró la deserción de
la apelación por no haber cancelado las expensas
respectivas al envío; decisión que, recurrida en “súplica y
en subsidio (…) queja”, se mantuvo por auto del pasado 2
de julio.
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La autoridad judicial accionada se opuso,


señalando que la tutela no es procedente para cuestiones
que pueden ser debatidas dentro del proceso, pues no se
encuentra establecida para sustituir los procedimientos
ordinarios; las actuaciones adelantadas se apegan a lo
establecido por la constitución y la ley; en la audiencia
celebrada el 10 de diciembre pasado se indicó claramente
que el envío del expediente para surtir la apelación, estaba a
cargo del recurrente; en razón a ello, mediante oficio 0020
del 14 de enero anterior, remitió el proceso a la oficina
postal para que el interesado pagara el porte de ida y
regreso; por tanto, no le asiste razón al tutelante “pues fue
informado en debida forma y a través de los medios
tecnológicos con que cuenta el Despacho, del trámite que
se debía adelantar para efectos de trasladar las
documentales al superior y resolver la alzada”, sin que se
diera cumplimiento a lo allí dispuesto.

De igual manera, la sociedad Inmobiliaria


Maps JPEC SAS, cesionaria del demandante, se opuso,
indicando que la actuación no “contiene una decisión
arbitraria ni caprichosa, sino que se ajusta plenamente” al
ordenamiento procesal; no cumple con los presupuestos de
procedencia de la tutela contra providencias judiciales; y la
demandada no cumplió con las cargas y formalidades que
se le impusieron para tramitar el recurso de alzada,
descuido que “mal puede pretender trasladarle a la entidad
accionada”.

Consideraciones

La tutela, como bien se tiene definido, resulta


ser un instrumento de protección constitucional de derechos
fundamentales que, en tratándose de providencias o
actuaciones judiciales, tiene cabida sólo en cuanto que
encarnen una vía de hecho, defecto que tiene ocurrencia
cuando aquéllas se apartan groseramente del derecho
objetivo o la materialidad de las pruebas, y todo porque esa
labor inherente a la función que cumplen los juzgadores es,
en línea de principio, impermeable a dicho mecanismo de
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amparo, pues en medio van comprometidos principios tales


como la autonomía y la independencia en ese quehacer del
sentenciador, garantizados, como bien se conoce, por los
artículos 228 y 230 de la Carta Política.

Ahora, a propósito de la discusión que viene


surtiéndose dentro del asunto, recuérdase que en esto de la
remisión de expedientes a un lugar diferente al de la sede
del juzgado que dispone su envío, el código general del
proceso modificó la regla que sobre el particular sentaba el
precepto 133 del derogado código de procedimiento civil.
“Al revisar la nueva codificación procesal -dice la jurisprudencia-
se observa que ésta no contempló un medio específico ni un
término legal para el envío del expediente al superior cuando la
remisión debe hacerse a un lugar diferente de la sede del despacho
judicial del a quo, como tampoco estableció una determinada
sanción en el evento de que así no se proceda, contrario a lo que
sobre el particular establecía el C. P. C., según atrás quedó
señalado; sin embargo, la ley civil adjetiva actualmente vigente -
Ley 1564 de 2012- facultó al juez para que, en cada caso
específico y tras realizar las ponderaciones correspondientes, éste
determine a qué extremo procesal le corresponde realizar las
gestiones respectivas para el traslado del dossier, la escogencia
del medio de transporte que para tal efecto se precise, su pago y el
término dado para cumplir con dichas órdenes, dado que a la
fecha no se encuentra habilitado el Plan de Justicia Digital. (…)
Por consiguiente, le corresponde al juzgador, siguiendo el
entendimiento dado al artículo 125 del C. G. P., imponer a las
partes o interesados la carga procesal del pago del valor de ida y
regreso del expediente, (portes) señalando un término judicial
para su cumplimiento, y en caso de no acatamiento proceder al
requerimiento de que trata el artículo 317 del CGP, e incluso, de
persistir la inobservancia bien puede aplicar la figura del
desistimiento tácito que contempla dicha norma. Desde luego que
en garantía del debido proceso, en la misma providencia que
disponga la remisión del expediente a otro despacho judicial
ubicado en una sede territorial diferente, el fallador deberá
expresar de manera inequívoca la orden e identificar el llamado a
cumplirla” (Sentencia STC4339-2018 de 4 de abril de 2018,
reiterada en la sentencia STC8324-2019 de 27 de junio de 2019 –
sublíneas ajenas al texto).
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Aquí, está visto, al conceder el recurso


interpuesto por la accionante contra la sentencia que dictó
el juzgado accionado en audiencia de 10 de diciembre de
2019, solamente exigió “la remisión del expediente estará a
cargo de la parte recurrente”, de donde, si omitió advertirle
de los efectos de no acatar el ordenamiento, mal podía
entonces declarar la deserción cuando el proceso regresó de
la oficina postal debido a que aquellos no habían sido
cancelados dentro de los tiempos que se manejan allí para
tales efectos.

Claro, dice la accionante que finalmente, por


comunicación telefónica que cursó con la autoridad judicial
convocada, se enteró de cuál era el derrotero a seguir para
que el proceso fuera remitido al Tribunal y que su deber era
asumir el porte ante la empresa postal 472, reflejado en las
“Anotaciones” de la plataforma virtual “Juzgados en línea”,
mecanismo virtual que funciona en el juzgado, indicando
tan sólo que “remite expediente original a la oficina postal
para que a costa del interesado pague el porte de ida y
regreso al H. Tribunal superior oficio no. 0021 y 0020”,
imposición que no pudo cumplir debido a que el proceso ya
había retornado al despacho judicial cuando trató de
hacerlo; mas, esto es inane cuando se contrasta el proceder
del juzgado con la objetividad de la norma, cuya
hermenéutica, como se dijo, rehúsa esa aspereza con que a
la final fue desatado el punto, pues al imponer una sanción
no prevista en la ley y no determinar en forma clara y
precisa esa carga pecuniaria que a la postre determinó la
sanción, ni mucho menos fijarle el término para que la
asumiera, advirtiéndolo de las consecuencias de no hacerlo,
cercenó el derecho a la doble instancia que asiste a la
accionante, lo cual impone al juez constitucional procurar la
salvaguarda de los derechos invocados.

Así las cosas, el amparo debe salir avante,


pues las decisiones del juzgado accionado lucen arbitrarias,
desproporcionadas e inadmisibles en esta instancia
constitucional.
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Colofón, la tutela prospera.

II.- Decisión

En mérito de lo expuesto el Tribunal Superior


del Distrito Judicial de Cundinamarca, Sala Civil-Familia,
administrando justicia en nombre de la República de
Colombia y por autoridad de la ley, concede el amparo
solicitado por Inversiones Zapata Vásquez Ltda. en
liquidación contra el juzgado primero civil del circuito de
Zipaquirá.

Como consecuencia, declárese sin valor ni


efecto los autos proferidos el 20 de febrero y 2 de julio
pasado por el juzgado primero civil del circuito de
Zipaquirá, mediante los cuales declaró desierto el recurso
apelación interpuesto por la accionante contra la sentencia
proferida dentro del proceso aludido en esta motiva, y
resolvió el recurso de “súplica y en subsidio el de queja”
presentados por dicha parte, para que, en el término de tres
(3) días hábiles siguientes contados a partir de la
notificación de esta providencia, disponga la pertinente para
el trámite de remisión del expediente.

Comuníquese telegráficamente esta decisión a


los interesados y, en caso de no ser impugnada, remítase a
la Corte Constitucional para la eventual revisión.

ORLANDO TELLO HERNÁDEZ

PABLO IGNACIO VILLATE MONROY

GERMÁN OCTAVIO RODRÍGUEZ VELÁSQUEZ

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