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INTRODUCCIÓN
El análisis interno investiga las características de los recursos, factores, medios, habilidades y
capacidades de que dispone la empresa para hacer frente al entorno, tanto general como específico.
Este análisis se refiere, por tanto, al descubrimiento de los puntos fuertes y débiles de la empresa, de
modo que pueda ser evaluado su potencial para desarrollar la estrategia que haya de ser finalmente
elegida. Este diagnóstico se puede llevar a cabo a través de técnicas tales como el análisis de la
identidad de la empresa, el perfil estratégico, la cadena de valor o el análisis de los recursos y
capacidades.
De todas ellas, destaca especialmente el análisis de recursos y capacidades por su potencial analítico
para identificar las fortalezas internas como fuentes de ventaja competitiva. El análisis estratégico
interno basado en un enfoque de los recursos y capacidades tiene tres fases. La primera implica su
identificación y medición. La segunda, su evaluación estratégica como forma de valorar la capacidad que
los recursos actuales tienen para crear y mantener en el tiempo una ventaja competitiva, así como las
posibilidades que la empresa tiene de apropiarse de las rentas extraordinarias generadas por los
recursos valiosos. Finalmente, la organización que quiere fundamentar su estrategia en la construcción
de capacidades y recursos valiosos debe analizar las distintas alternativas a su alcance para conseguir,
mejorar, adaptar y desarrollar los recursos que necesita, así como las alternativas para explotar de
forma óptima su dotación actual de recursos.
En este tema se explicará, para terminar, en qué consiste y cómo se realiza el análisis DAFO en una
empresa. Esta metodología combina los resultados del análisis externo y del análisis interno para ayudar
a decidir la orientación estratégica de la empresa.
Objetivos
El estudio de este tema permite alcanzar los siguientes objetivos:
1. Justificar la importancia que el análisis interno tiene dentro del análisis estratégico.
2. Conocer las principales técnicas del análisis interno para identificar las fortalezas y debilidades de la
empresa.
3. Identificar y medir los distintos tipos de recursos y capacidades con los que cuenta una empresa,
especialmente los intangibles.
4. Establecer criterios para valorar estratégicamente los recursos y capacidades de una empresa, en
función de su capacidad para generar y sostener una ventaja competitiva y permitir a la empresa
apropiarse de las rentas de dicha ventaja.
Para este fin ha surgido, tanto en la bibliografía especializada como en la práctica empresarial, un
conjunto de técnicas de análisis que investigan, desde distintas ópticas, estos aspectos.
Uno de los orígenes del análisis interno se puede situar en el trabajo de Penrose (1959) acerca del
proceso de crecimiento de la empresa y sus límites. Para Penrose, éste dependía de la dotación de
recursos de los que disponía la empresa y de la habilidad de sus directivos para gestionarlos
adecuadamente, por lo que incidía en los aspectos internos de la empresa para justificar su crecimiento.
Persigue identificar las fortalezas y debilidades, no de forma directa, sino conocer mejor los rasgos que
la definen para que sean tenidos en cuenta como información complementaria en un análisis más
exhaustivo a través de otras técnicas:
La identidad de la empresa
El perfil estratégico
a) Edad de la empresa: en general, las etapas básicas que pueden identificarse en la vida de la
empresa son la emergente, la adolescente, la desarrollada o equilibrada, la madura o adulta y la
anémica o vieja.
d) Tipo de propiedad: la empresa puede ser de propiedad pública o privada. En este último caso,
según sea su estructura de propiedad podemos hablar de empresa familiar, concentrada en pocos
socios o de propiedad muy dispersa.
e) Ámbito geográfico: se refiere a la amplitud del marco geográfico que se atiende. Así, la empresa
puede ser local, regional, nacional o multinacional.
El perfil estratégico de la empresa es una técnica de análisis interno que trata de identificar sus
puntos fuertes y débiles a través del estudio y análisis de las áreas funcionales de la empresa, tales
como producción, comercialización, financiación, recursos humanos, organización, etc.
Mientras que el perfil del entorno busca identificar amenazas y oportunidades a partir del análisis
de un conjunto de variables externas, el perfil de la empresa persigue identificar fortalezas y
debilidades a partir de un conjunto de variables internas. Por tanto, la elaboración del perfil consta
de dos partes:
1) Lista de variables: son los factores o aspectos clave, agrupados por áreas funcionales,
de cuyo correcto funcionamiento depende, en mayor o menor medida, la
potencialidad de la empresa para alcanzar sus objetivos. Sobre ellas reposan los
puntos fuertes y débiles relevantes de la empresa.
Si la representación gráfica está más vencida hacia la derecha o la izquierda, indicará un perfil
más favorable o desfavorable, respectivamente
Las desviaciones hacia la derecha con respecto al valor equilibrado significan puntos fuertes y,
hacia la izquierda puntos débiles
Es relativo, ya que la información que proporciona no debe considerarse en sus valores absolutos.
Una empresa tendrá fortalezas o debilidades en la medida en la que sus actividades se desarrollen
mejor o peor que las de sus rivales, por lo que conviene proponer un perfil de referencia (la media
del sector, el principal competidor, el líder de la industria o un perfil ideal...) con el que comparar sus
puntos fuertes y débiles, tal como se presenta en la figura 1.
Es subjetivo por lo que una visión complaciente o demasiado crítica al realizar el mismo no ayuda a
preparar a la empresa para abordar sus retos con éxito.
Utilidad
La cadena de valor constituye uno de los instrumentos más ricos y populares desarrollados para el
análisis y diagnóstico interno de la empresa y su propuesta y difusión se debe a Porter (1987).
La cadena de valor desagrega todas las actividades de una empresa que hay que llevar a cabo para
vender un producto o servicio.
Cada actividad incorpora una parte del valor asociado al producto final y representa una parte del coste
total de dicho producto. Si el precio que los clientes están dispuestos a pagar por el producto o servicio
supera el coste de las distintas actividades, la empresa generará un margen o beneficio por su actividad
(valor generado por la empresa).
La cadena de valor de la empresa se debe contemplar como una parte de un sistema de valor más
amplio que incluye las cadenas de valor de los proveedores y de los clientes, fundamentalmente. El
objetivo del análisis de la cadena de valor reside en identificar las fuentes de ventajas
competitivas para la empresa, es decir, los aspectos o partes de la empresa que más contribuyen a la
generación del valor total obtenido. Estas fuentes pueden estar en las actividades básicas de la cadena
de valor, en las interrelaciones entre estas actividades o en las interrelaciones dentro del sistema de
valor.
Con base en este criterio, las actividades pueden ser clasificadas como sigue:
1) Actividades primarías: son las que forman parte directamente del proceso productivo básico, así
como su transferencia y atención post-venta al cliente. Éstas son:
2) Actividades de apoyo: no forman parte directamente del proceso productivo, pero sirven de soporte
para las actividades primarias, garantizando el normal funcionamiento de la empresa. Éstas son:
EJEMPLOS
4.2.2 Las interrelaciones de la cadena de valor
La ventaja competitiva puede provenir no sólo de una actividad concreta, sino también de las
interrelaciones que pueden aparecer entre las actividades de la cadena de valor de la empresa y/o entre la
cadena de valor de la empresa y el sistema de valor entre sí y/o entre la cadena de valor de la empresa y el
sistema de valor formado con clientes y proveedores. A dichas interrelaciones se les denomina, de forma
genérica, eslabones (Porter, 1987).
La ventaja competitiva a través de los eslabones se puede conseguir, básicamente, a partir de los
dos criterios siguientes:
1) Optimización: la mejor realización de una actividad puede permitir reducir costes en la ejecución de
otras actividades.
2) Coordinación: la ventaja surge por alcanzar un alto grado de coordinación entre actividades que
permite que ambas se desarrollen de forma más eficaz.
Pueden identificarse dos tipos de interrelaciones o eslabones, que analizamos a continuación:
1) Las interrelaciones entre actividades surgen en el seno de la empresa, como consecuencia de las
interrelaciones entre dos o más actividades de la cadena de valor, sean éstas actividades primarias o de
apoyo. Se les denomina eslabones horizontales.
2) También pueden encontrarse fuentes de ventajas competitivas en las interrelaciones con el sistema
de valor, es decir, en las interrelaciones de la cadena de valor de la empresa con las de proveedores o
clientes, denominadas también eslabones verticales (Porter, 1987). En este caso, la ventaja no surge de
nuestra propia empresa sino de las relaciones que mantiene con aquellas otras con las que realiza
transacciones, de tal forma que el resultado favorece a ambos simultáneamente.
Eslabones horizontales
Por ejemplo, si se optimiza el control de calidad en la actividad de producción, se reducen los costes del
servicio posventa como consecuencia del menor número de productos fallidos.
Eslabones verticales
El conocido sistema de producción just-in-time, que se basa en una perfecta coordinación entre los
proveedores y el sistema productivo de la empresa que permite, entre otras cosas, reducir los
inventarios intermedios y el coste de los mismos, es un ejemplo de eslabón vertical.
Del análisis de las distintas actividades de la empresa en forma desagregada, así como de las
interrelaciones entre las mismas o con los proveedores y los clientes, la empresa puede deducir las
fuentes de ventajas competitivas (puntos fuertes), así como los aspectos que pueden resultar en una
desventaja competitiva o debilidad (puntos débiles).
En ambos casos juega un papel decisivo el sistema de información tanto de la propia empresa como el
de proveedores y/o clientes ya que, gracias a las nuevas tecnologías de la información y las
comunicaciones, se convierte en una variable clave para conseguir tanto la optimización como la
coordinación de actividades.
Las actividades que conforman la cadena de valor de la empresa pueden ser excesivamente generales
para un análisis en profundidad, por lo que pueden desagregarse en actividades más específicas,
dependiendo del nivel de detalle al que se quiera llegar en el análisis. En sentido contrario, también
pudieran eliminarse algunas de ellas, como, por ejemplo, ocurre en las empresas de servicios en las que
no existe manipulación de materias primas y de productos terminados
(a) la secuencia en que se desarrollan las actividades primarias, donde la logística externa
puede incluso realizarse después de la comercialización y venta;
(b) las fronteras difusas que se presentan entre la realización del servicio (operaciones), su
entrega (logística externa) y su venta; y quizá la más importante,
(c) el margen debería ser entendido como la utilidad social del servicio público prestado
EJEMPLOS
La Teoría de Recursos y Capacidades parte de dos premisas básicas que hay que tener en cuenta:
1) Las empresas son diferentes entre sí por razón de los recursos y capacidades que poseen en un
momento determinado, así como por las diferentes características de los mismos. Esta idea responde al
concepto de heterogeneidad.
2) Dichos recursos y capacidades no están a disposición de todas las empresas en las mismas
condiciones. Esta idea se relaciona con el concepto de imperfecta movilidad (Barney, 1991).
No es suficiente con disponer de recursos o capacidades para disfrutar de una ventaja competitiva: es,
además, necesario que sean valiosos en el sentido de ser relativamente diferentes y mejores que los de
otras empresas competidoras (heterogeneidad de los recursos) y relativamente inmóviles o apropiables
para que la ventaja competitiva pueda ser sostenida en el tiempo. Las rentas empresariales se derivan
de la propiedad única de unos recursos y capacidades que son consecuencia de la desigualdad en las
dotaciones de los recursos, resultado de las imperfecciones del mercado, de las asimetrías de
información o del factor suerte (Cuervo, 1993).
1) Identificar y medir los recursos y capacidades propios, de modo que conozca con profundidad su
potencial de partida para definir la estrategia.
2) Evaluarlos estratégicamente, es decir, determinar en qué medida son útiles, adecuados y valiosos
para conseguir una ventaja competitiva, mantenerla en el tiempo y apropiarse de los rendimientos que
proporcione.
3) Analizar la forma de conseguir los recursos que se necesitan, interna y externamente, y de explotar la
dotación de recursos actual en el ámbito estratégico, tanto en el nivel competitivo como corporativo.
Entornos turbulentos: la empresa tiene dificultades para plantearse qué necesidades satisfacer
El entorno competitivo ofrece las mismas oportunidades y amenazas a todas las empresas de una
industria, por lo que todas ellas tienen teóricamente las mismas oportunidades de rentabilidad. Sin
embargo, la realidad ofrece numerosos ejemplos en los que las diferencias de rentabilidad entre
empresas situadas en una misma industria son mayores que las que existen entre empresas
situadas en industrias diferentes. Ello significa que el éxito de las empresas se debe en menor
medida a los efectos de la estructura competitiva de la industria (el llamado efecto industria),
teniendo más que ver con los aspectos internos propios de cada empresa (el llamado efecto
empresa)
Identificación de los recursos y capacidades
Los recursos y capacidades de la empresa pueden entenderse como el conjunto de elementos, factores,
activos, habilidades, atributos que la empresa posee o controla y que le permiten formular y poner en
marcha una estrategia competitiva y, en su caso, influir en algunos aspectos de la estrategia corporativa.
A la hora de identificar los diferentes recursos y capacidades que están disponibles para su utilización
por parte de la empresa encontramos un problema de carácter terminológico. Las obras sobre el tema
han utilizado denominaciones diversas tales como activos, recursos, capacidades, habilidades o
competencias, no siempre con significaciones precisas. Así, mientras que algunos autores hablan de
recursos con un sentido muy general incluyendo tanto los activos como las capacidades (Barney, 1991;
Hall, 1992), otros distinguen un doble nivel de análisis (Grant, 2006).
Según este último criterio, ambos conceptos están interrelacionados y representan dos niveles de
agregación de los elementos que determinan el potencial de la empresa para competir. La relación
entre recursos, capacidades y estrategia queda reflejada gráficamente en la figura
En un primer nivel, estarían los recursos o activos individuales, que constituyen las unidades básicas del
análisis. Éstos pueden definirse como el conjunto de factores o activos de los que dispone y que controla
una empresa.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos recursos no crean valor para la empresa por sí solos, sino
sólo al ser adecuadamente combinados y gestionados, y generan una capacidad. Éste es el segundo
nivel del análisis, pues el concepto de capacidad se refiere a la habilidad de una empresa para llevar a
cabo una actividad concreta (Grant, 2006). Dicho de otro modo, una capacidad se deriva de
competencias o habilidades colectivas de la organización que implican una combinación de recursos y
pautas o rutinas organizativas.
Pero elaborar un inventario de los recursos de la empresa no es una tarea fácil, pues aunque muchos
recursos pueden ser fácilmente identificados y medidos mediante los estados contables de la empresa,
otros no suelen aparecer en dichos documentos e implican una identificación y medición más
complicada.
Para poder realizar este inventario, puede ser útil clasificar los distintos recursos por categorías y la
clasificación más aceptada generalmente es la que distingue entre tangibles e intangibles. La figura
recoge gráficamente una clasificación de los diferentes tipos de recursos, en función de este criterio.
Los recursos tangibles son los más fáciles de identificar y medir a través de la información que nos
proporcionan los estados contables, pues se encuentran identificados en el balance de situación de la
empresa y medidos con criterios contables.
Un primer problema que se plantea en la gestión de los activos tangibles es su valoración monetaria,
realizada habitualmente en términos contables, que atiende en la mayoría de los casos a precios
históricos. Además, les afecta negativamente el paso del tiempo, al depreciarse o perder valor. Pero su
principal problema es identificar su potencial para crear una ventaja competitiva, que dependerá de las
siguientes cuestiones:
¿Qué oportunidades existen para una aplicación más eficaz? Es decir, si es posible utilizar menos
recursos para alcanzar el mismo nivel de negocio o usar los mismos recursos actuales para
ampliar el volumen de actividad.
¿Cuáles son las posibilidades de emplear los recursos actuales en usos más rentables en la
propia empresa, a través de alianzas con otras empresas o por venta a otras compañías?
b) Los recursos intangibles
Los recursos intangibles son aquellos que no tienen una existencia física o contable y, por tanto, suelen
permanecer invisibles a la información contable, por lo que su identificación y medición es bastante más
complicada, en virtud de sus características específicas.
Los recursos intangibles tienen un comportamiento muy diferente de los tangibles debido a sus
características. Entre éstas cabe destacar que son activos de lenta y costosa acumulación, sus derechos
de propiedad suelen estar mal definidos, son de difícil venta en el mercado y susceptibles de múltiples
usos, lo cual tiene implicaciones en la evaluación y gestión de dichos activos (Fernández, 1993).
Los recursos intangibles constituyen una base mucho más sólida que los tangibles para fundamentar el
éxito de la empresa.
Dentro de los recursos intangibles, podemos diferenciar entre activos humanos y no humanos, en
función de su vinculación directa o no con las personas que forman parte de la empresa.
Capital humano
En terminología económica los recursos aportados por los seres humanos se conocen como
capital humano.
El interés por los recursos intangibles y por las capacidades organizativas, todos ellos basados en el
conocimiento, ha hecho que la Teoría de Recursos y Capacidades se extienda y enriquezca generando la
denominada Teoría o Visión de la Empresa basada en el Conocimiento (Knowledge-Based View) (Grant,
1996)
Desde esta perspectiva se concibe la empresa como un conjunto de activos intangibles basados en el
conocimiento o capital intelectual, de manera que la dirección se debe centrar en cómo generarlos y
explotarlos para la creación de valor, lo que se denomina gestión del conocimiento.
Uno de los problemas más importantes con los que se enfrenta la gestión de intangibles es su medición,
es decir, conocer los niveles del fondo de conocimiento con los que la empresa puede contar. Para
identificar este conjunto de conocimientos se utiliza el término capital intelectual que incluye todos los
recursos basados en el conocimiento, es decir, los recursos intangibles y las capacidades, que, por
definición, son intangibles.
La propia naturaleza de estos activos, al carecer de soporte físico, hace que su medición sea un
problema de difícil solución. Esta dificultad se incrementa al estar basados muchos de ellos en
conocimiento de tipo tácito, como puede ser el caso de las emociones humanas, la fidelidad de clientes
o, incluso, la cultura organizativa.
Por otro lado, los estados financieros proporcionados por la contabilidad sólo recogen los activos
tangibles y no consideran, salvo casos excepcionales, el valor de los intangibles. El principio de
prudencia contable aconseja no incorporar los intangibles en los balances de situación para no alterar
inadecuadamente el valor de la empresa, debido precisamente a estas dificultades de valoración.
La falta de incorporación de los activos intangibles a los estados contables explica las diferencias entre el
valor contable y el valor de mercado de las empresas (Grant, 2006, pág. 192).
Mientras el valor contable sólo considera la valoración de los bienes y derechos que son propiedad de la
empresa, el valor de mercado integra la valoración que los agentes económicos realizan del conjunto de
la empresa. Esta diferencia es especialmente manifiesta en empresas con escasos activos físicos, como
suelen ser las empresas de la llamada nueva economía. Además, estas diferencias están creciendo de
forma progresiva en la realidad de prácticamente todas las empresas, lo cual indica la cada vez mayor
importancia que el mercado concede a los recursos intangibles.
El valor de los intangibles tiende a aumentar con el paso del tiempo y con su uso. La experiencia
aumenta su valor con el paso del tiempo y la marca lo hace cuanto más se utiliza en los mercados. Así,
los intangibles introducen en las empresas una ley de rendimientos crecientes de la utilización de
activos contraria a la sostenida tradicionalmente por la teoría microeconómica respecto de los activos
tradicionales.
A pesar de estos problemas, en los últimos años han aparecido interesantes modelos que han tratado
de clasificar intangibles y establecer indicadores para su medición. El propósito de estos modelos de
capital intelectual es ofrecer información a todos los agentes económicos sobre este valor oculto del
que la empresa dispone. Sin embargo, no hay un modo universalmente aceptado para su diseño, por lo
que las propuestas son diversas en cuanto a los tipos de intangibles y más aún respecto al conjunto de
indicadores seleccionado.
A pesar de estas diferencias, existe cierto consenso a la hora de clasificar el capital intelectual en los tres
tipos siguientes:
1) Capital humano: corresponde a los conocimientos, experiencia, motivación, habilidades, etc. que
tienen las personas que forman parte de la empresa.
2) Capital estructural: formado por los conocimientos que son propios de la empresa e independientes
de las personas. Dentro del capital estructural, algunos modelos distinguen entre capital
organizativo y capital tecnológico.
3) Capital relacional: formado por las relaciones que la empresa mantiene con los distintos grupos de
interés tanto internos como externos. Si estas relaciones están vinculadas con la actividad principal de la
empresa, se consideran capital de negocio, mientras que el resto de relaciones se denominan capital
social.
Elementos del Modelo Intellectus
Capital humano
Valores y Cultura Esfuerzo I+D+i Relaciones con clientes Relaciones con las
actitudes administraciones públicas
Estructura Dotación Relaciones con proveedores
Aptitudes tecnológica Relaciones con los medios de
Aprendizaje Relaciones con accionistas,
comunicación e imagen
Capacidades organizativo Propiedad instituciones e inversores
corporativa
intelectual e
Procesos Relaciones con aliados
industrial Relaciones con la defensa del
Relaciones con competidores medio ambiente
Resultados de la
innovación Relaciones con instituciones Relaciones sociales
de promoción y mejora de la
Reputación corporativa
calidad
Variables e indicadores
No humanos:
Según su protección:
En general, las capacidades están ligadas al capital humano, se apoyan sobre todo en los activos
intangibles y son, por definición, intangibles por lo que no siempre resulta fácil distinguir entre lo que
son recursos intangibles –especialmente los organizativos– y lo que son capacidades.
López Sintas (1996) establece dos criterios clave para distinguir entre recursos y capacidades:
1) El carácter de stock de los recursos frente al carácter de flujo de las capacidades (Penrose, 1959;
Mahoney y Pandian, 1992). Esta idea significa que los recursos son cosas o elementos que se poseen o
controlan y existen con relativa independencia del uso concreto que se les dé en la empresa. En cambio,
las capacidades representan formas de realizar las actividades, de utilizar los recursos.
2) El carácter colectivo de las capacidades y el individual de los recursos. Frente a las habilidades
individuales de cada persona, las capacidades sólo existen en la medida en la que dichas personas
colaboran entre sí y se coordinan para resolver un problema o realizar una actividad. Sin este carácter
colectivo o grupal no existen las capacidades organizativas.
En cuanto a la clasificación de las capacidades, una propuesta interesante es la que se debe a Hall
(1993), quien distingue entre capacidades funcionales y culturales:
Las capacidades funcionales están orientadas a resolver problemas técnicos o de gestión específicos
(fabricar un producto, gestionar un préstamo, controlar la calidad, etc.).
Las capacidades culturales se vinculan más a la actitud y valores de las personas como puede ser la
capacidad para gestionar cambios organizativos, para innovar, para trabajar en equipo, etc.
Sin embargo, el reto para la dirección no pasa sólo por identificar los recursos y capacidades de la
empresa, sino por descubrir cómo se pasa de las habilidades y recursos individuales a las capacidades
colectivas, lo que viene determinado por las llamadas rutinas organizativas.
De acuerdo con Grant (2006, pág. 201), las capacidades están organizadas en estructuras jerárquicas. A
partir de recursos individuales, se crean capacidades específicas para tareas muy concretas; éstas, a su
vez, se integran en capacidades más complejas, de mayor nivel y así sucesivamente. Para conseguir
esta integración de recursos, habilidades y conocimientos, la dirección de la empresa puede recurrir a:
2) Rutinas organizativas: Nelson y Winter (1982) las definen como patrones o modelos regulares y
predecibles de actividades que están formados por una secuencia de acciones coordinadas por los
individuos.
Las rutinas son la base para la generación de capacidades. El comportamiento de la organización puede
entenderse, así, como una gran red de rutinas. Establecer rutinas para desarrollar las tareas particulares
en la organización constituye la base para la aparición de las competencias distintivas.
Rutinas
La habilidad de la alta dirección para conseguir la cooperación y coordinación entre los recursos es
una condición necesaria para el desarrollo de rutinas y para la motivación de las personas que las
llevan a cabo.
Las rutinas son para la organización lo que las habilidades para las personas. Se aplican de forma
casi automática, sin una coordinación consciente y deliberada, ante situaciones conocidas, lo que
implica un alto componente de conocimiento tácito (Grant, 2006).
Por el contrario, si los recursos y capacidades que posee una empresa le permiten explotar las
oportunidades y neutralizar las amenazas, son poseídos sólo por un pequeño número de empresas
competidoras y son costosos de copiar o difíciles de obtener en el mercado, entonces pueden constituir
fortalezas de la empresa y de este modo fuentes potenciales de ventaja competitiva (Barney, 2007).
En consecuencia, la siguiente fase del análisis consiste en evaluar el potencial que tiene cada uno de
ellos para generar y sostener una ventaja competitiva que cree valor para la empresa.
Son varios los modelos existentes que proponen distintos criterios de evaluación entre los cuales se
pueden citar a Barney (1991), Amit y Schoemaker (1993), Peteraf (1993) o Grant (2006). Cada uno de
estos criterios de evaluación condiciona el potencial generador de rentas. Aquellos que cumplan de
manera satisfactoria con la mayoría de ellos se denominan recursos y capacidades estratégicos o
distintivos, pues permitirán a la empresa obtener, mantener y disfrutar de los beneficios consecuencia
de una ventaja competitiva. Estos criterios se sintetizan en la figura
Esto ocurre, por ejemplo, con las marcas y los nombres comerciales o con las rutinas
organizativas que tienden a permanecer en el tiempo, e incluso a mejorar, a medida
que se utilizan repetidamente y se obtiene experiencia de su funcionamiento. Sin
embargo, este hecho no afecta de igual forma a todos los recursos ya que la velocidad
del cambio tecnológico está acortando la vida útil de algunos de ellos como los bienes
de equipo o las patentes.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los intangibles, al estar basados en la
información y el conocimiento, presentan otras dos características que aumentan su
durabilidad:
Son susceptibles de uso simultáneo para distintas funciones, sin que pierdan la utilidad
en ninguna de ellas. Tal es el caso de la marca que se puede utilizar al mismo tiempo
para distintos productos.
Tienen una aplicabilidad ilimitada en su uso, de tal forma que pueden ser utilizados
indefinidamente cuantas veces se quiera en distintos procesos o productos.
Algunos recursos, sobre todo los tangibles, son fácilmente transferibles entre
empresas como, por ejemplo, materias primas, componentes, terrenos, etc., para los
que existe un mercado convencional. Sin embargo, otros recursos no son tan sencillos
de transferir. Los recursos intangibles son mucho más duraderos, más difíciles de
transferir y más difíciles de reproducir por otras empresas que los tangibles, por lo que
constituyen una fuente más sólida de ventaja competitiva.
Imitabilidad: este criterio hace referencia a la capacidad que tengan los competidores
para replicar los recursos y capacidades que posea la empresa de referencia, desarro-
llando internamente otros iguales o similares que tengan los mismos efectos. En la
medida en que una empresa cuente con recursos inimitables o insustituibles podrá
mantener su ventaja competitiva en el tiempo.
Transferibilidad. Tal podría ser el caso de una empresa que quisiera adquirir la
capacidad de innovación de otra empresa o la cultura organizativa de un competidor.
La mejor protección frente a la posible imitación es el desconocimiento de las
empresas competidoras acerca de la base sobre la que se asienta esa ventaja, lo que
recibe el nombre de ambigüedad causal
Al igual que ocurre con criterios anteriores, cuanto más compleja sea una capacidad,
más difícil es de imitar. Ello se debe a la mayor ambigüedad causal existente, así como
a la necesidad de imitar un conjunto de recursos y la forma en que se interrelacionan.
En cualquier caso, la posibilidad de que los recursos y capacidades sean imitados o
sustituidos por los competidores dependerá del potencial que tengan éstos para
replicarlos o para conseguir otros alternativos.
Sustituibilidad:
Al igual que un producto puede ser sustituido en el mercado, puede serlo un factor
productivo. Si una capacidad hace referencia a una forma de resolver un problema, la
sustituibilidad hace referencia a las formas alternativas de abordar y resolver ese
mismo problema. En la medida en que los recursos y capacidades de una empresa no
tengan alternativas que los sustituyan, tendrán un mayor valor para la empresa que los
posee, ya que los competidores tendrán mayores dificultades para conseguir los
recursos y capacidades que necesitan para atacar la ventaja competitiva.
Por ejemplo, la banca española dispone de una capacidad valiosa a través de la amplia
red de oficinas en el territorio nacional. La banca extranjera ha intentado conseguir
esta capacidad mediante la compra de bancos españoles o imitarla mediante la
creación de una red de oficinas propia. Pero casi todos los intentos han fracasado por
el alto coste que suponen ambas opciones. Algún banco ha optado por sustituir la
forma tradicional de llegar a los clientes mediante la red de oficinas, utilizando las
nuevas tecnologías: la banca por Internet. Ello le ha permitido captar un importante
volumen de depósitos sin recurrir a comprar ni a imitar la capacidad básica de la banca
tradicional.
Complementariedad:
Tanto los recursos como las capacidades se pueden combinar entre sí para desarrollar
mejor determinadas actividades empresariales.
Se dice que los recursos y capacidades son complementarios cuando su valor conjunto
es superior al que tendrían por separado. La existencia de complementariedad implica
que los recursos y capacidades de una empresa sean más difíciles de transferir, imitar y
sustituir, ya que se hace necesario para los competidores disponer de todos ellos de
manera simultánea y adecuadamente combinados para conseguir las mismas ventajas.
Aun cuando una empresa logre y mantenga una ventaja competitiva sobre sus rivales, puede
que no consiga apropiarse de la rentabilidad extraordinaria que genera dicha posición de
ventaja. Que logre o no hacerlo dependerá de los derechos de propiedad de los activos
disponibles
El criterio de apropiabilidad hace referencia al grado en el cual estén definidos los derechos de
propiedad sobre los recursos y capacidades que son fuente de ventaja competitiva. En la
medida en que tales derechos estén bien establecidos, las empresas poseedoras de los recursos
se apropiarán de las rentas derivadas. En caso contrario, no se puede asegurar dicha
apropiación.
Los derechos de propiedad sobre los recursos tangibles -activos financieros y físicos- son
fácilmente identificables. También pueden establecerse derechos de propiedad en ciertos
activos intangibles como patentes, marcas o logotipos. Sin embargo, para otros muchos in-
tangibles, el personal, la reputación, la cultura, la fidelidad de clientes, la confianza de aliados,
etc., no pueden definirse estos derechos porque su propia naturaleza lo impide.
Ahora bien, aun no siendo posible establecer derechos de propiedad, en la medida en que los
recursos estén integrados formando capacidades socialmente complejas o sean específicos de
la empresa poseedora, las posibilidades de apropiación aumentan.
Tal es el caso, por ejemplo, de la reputación o la cultura, que por estar creadas de forma
altamente compleja en el seno de la empresa y ser absolutamente específicos de la misma, son
susceptibles de apropiación.
Sin embargo, en el diseño de los contratos de trabajo cobra mucha importancia el poder
relativo de negociación entre la empresa y los trabajadores para determinar la forma de
reparto de rentas entre ellos. Una alternativa que tiene la empresa para incrementar sus rentas
deriva del establecimiento de contratos de trabajo en los que las retribuciones de los
trabajadores dependan de su contribución a la generación de resultados empresariales. De esta
forma, los intereses de los individuos se alinean con los objetivos de la empresa.
Para comprender mejor la Teoría de Recursos y Capacidades (RyC) vamos a suponer el caso
de un equipo deportivo, por ejemplo, un equipo de fútbol. El éxito deportivo y económico de
un equipo de fútbol está muy vinculado con la existencia de RyC distintivos en la entidad en
mayor número y calidad que en los equipos rivales.
Intangibles no humanos: prestigio (un equipo se cotiza más que otro para un partido
amistoso de acuerdo con su prestigio e historial), sistemas de gestión (económica,
captación de socios, etc.), nombre del equipo, logotipo.
Esta última, por ejemplo, requiere de un reconocimiento rápido por parte de cada defensa de
la situación en que debe ser aplicada –habilidades individuales–, así como una coordinación
tácita y perfecta de movimientos para dejar al contrario en fuera de juego –habilidad
colectiva–. El más mínimo fallo en la aplicación de la táctica puede hacer vulnerable al
equipo. El equipo que realiza con perfección esta táctica consigue una capacidad distintiva
que reduce las posibilidades ofensivas del rival.
3) Evaluación de los RyC: los principales criterios de evaluación de RyC aplicados a un
equipo de fútbol serían:
En cualquier caso, debido a los anteriores factores, parece que el éxito continuado de un
equipo es muy difícil, si no imposible, de conseguir (afortunadamente para los
campeonatos), por lo que parece que la durabilidad, en el mejor de los casos, no es muy
grande.
Aunque los jugadores pueden ser transferidos y algunas rutinas organizativas imitadas –
táctica del fuera de juego–, el éxito de un equipo que combine adecuadamente recursos
valiosos, rutinas organizativas eficaces y capacidades colectivas distintivas, difícilmente
puede ser imitado, al menos a corto plazo.
Un riesgo para la entidad está en que el jugador decida no poner en práctica sus
habilidades al servicio del colectivo. La entidad no puede obligarle fehacientemente a
hacerlo. Una forma de defenderse de esta actitud es vincular la remuneración del jugador
con el rendimiento individual (partidos jugados) o con el colectivo (primas por ganar
partidos).
En última instancia, es preciso reconocer que el factor suerte tiene un papel relevante en el
éxito de un equipo en el transcurso de un campeonato. Y es que, como dicen los entendidos,
¡el fútbol es así!
Poder de negociación
A medida que el poder de negociación de los individuos sea mayor, la apropiación de rentas por parte
de la empresa será menor.
Desde el punto de vista del análisis interno, la identificación y valoración de los distintos recursos y
capacidades que la empresa posee nos ha permitido diagnosticar los puntos fuertes sobre los que
construir o formular la estrategia (recursos y capacidades más valiosos) y los puntos débiles (recursos y
capacidades poco valiosos o que no se poseen en la cantidad o calidad necesarias) que mejorar o evitar.
En la medida en que los recursos y capacidades de una empresa constituyen la base para definir su
estrategia, tanto en el nivel competitivo como en el corporativo, se hace necesaria una adecuada
gestión de los mismos.
La gestión de los recursos y capacidades implica dos tipos de actividades importantes, sintetizadas en la
figura.
Para ello, en primer lugar, es necesario identificar y evaluar los recursos y capacidades de los que
dispone la empresa. A partir de dicho análisis es posible deducir los siguientes aspectos:
Cuáles son los recursos y capacidades que entrañan mayor potencial para la generación,
sostenimiento y apropiación de la ventaja competitiva.
Cuál es la posición relativa de la empresa con respecto a sus rivales en cuanto a su dotación de
recursos y capacidades.
A partir de este análisis, la empresa debe mejorar su dotación actual y conseguir que los recursos y
capacidades que posee sean más valiosos desde el punto de vista estratégico o logrando nuevos
recursos de los que aún no dispone. Para ello, caben dos grandes alternativas: la adquisición externa o la
generación interna de los recursos y capacidades necesarios.
La adquisición externa
La adquisición externa consiste en buscar en otras empresas, competidoras o no, los recursos que se
necesitan para incorporarlos a nuestra empresa.
La adquisición externa de recursos y capacidades es mucho más rápida que la generación interna pero
difícilmente se podrán conseguir recursos altamente valiosos.
La adquisición externa presenta la ventaja de que acorta el proceso de conseguir los recursos y
capacidades respecto de su generación interna, la cual requiere un dilatado periodo de tiempo. Sin
embargo, emplear adquisiciones de empresas para ampliar los recursos de una empresa conlleva
algunos riesgos, pues una vez hecha la compra, la empresa debe ser capaz de integrar los recursos y
capacidades de la empresa adquirida con los suyos propios.
Las alianzas, por su parte, permiten el aprendizaje organizativo con menores costes y problemas de
integración que una fusión o adquisición. No obstante, resulta crítica la confianza y buen entendimiento
entre los participantes, pues una competencia por absorber las habilidades del socio puede
desestabilizar drásticamente el acuerdo.
El desarrollo interno
El desarrollo o generación interno supone conseguir los recursos y capacidades que se necesitan en el
seno de la empresa con sus propios medios. Esta alternativa es la que, en principio, permite a la
empresa disponer de una cartera valiosa de recursos y capacidades, que le permitan generar
competencias esenciales.
Como ejemplos de actuaciones de la empresa para el desarrollo interno podemos mencionar las
inversiones en investigación y desarrollo que generen nuevo conocimiento tecnológico, campañas de
publicidad tendentes a incrementar el reconocimiento de la marca, procesos internos de mejora
continua que fortalecen las rutinas organizativas, acciones de responsabilidad social que mejoran la
imagen de la empresa, relaciones públicas con proveedores o clientes, etc.
Capital humano
La formación del capital humano es la mejor forma de conseguir internamente recursos y capacidades
valiosos.
Todas estas actuaciones son relevantes, pero, sin duda, la más importante es la inversión en capital
humano como apoyo último del conocimiento en la empresa. En efecto, la generación y el desarrollo de
las competencias de los recursos humanos es la base más sólida sobre la que construir, sobre todo,
capacidades valiosas. En cualquier caso, conviene recordar que para formar una capacidad no basta con
disponer de los recursos que la forman, sino que hay que integrarlos y coordinarlos de manera
apropiada, por lo que el papel de alta dirección es importante.
Sin embargo, la acumulación de intangibles de forma interna presenta algunas dificultades entre las que
se pueden destacar las siguientes (Salas, 1996):
El tiempo necesario para su acumulación, que suele ser lento y dilatado, lo que genera una
incertidumbre alta acerca de sus rendimientos.
Pueden aparecer problemas de apropiabilidad del resultado de la inversión, sobre todo en relación
con los recursos humanos.
Suelen ser activos con un alto grado de especificidad, es decir, útiles en el seno de la empresa que
los genera, pero menos en otras aplicaciones externas.
Dos cuestiones parecen clave para el éxito de la generación interna de recursos y capacidades. Primero,
facilitar el aprendizaje organizativo que permita generar y mejorar los recursos propios y adaptar
adecuadamente los recursos adquiridos en el exterior. Segundo, una empresa que apueste por el
desarrollo interno necesita crear una infraestructura organizativa adecuada para conseguir sus
objetivos.
a) El aprendizaje organizativo
Para que se incremente el nivel de conocimientos del que una empresa dispone es preciso que se
faciliten y fomenten internamente los procesos de aprendizaje organizativo.
Se entiende por aprendizaje organizativo los mecanismos mediante los cuales una organización
transmite y transforma el conocimiento para generar nuevo conocimiento, es decir, incrementa su saber
sobre la actividad empresarial y, en consecuencia, aumenta su capital intelectual.
Nonaka y Takeuchi (1999) presentan un interesante modelo de cómo se producen estos procesos de
aprendizaje a partir de la consideración de dos tipos de conocimiento: el conocimiento tácito (aquel que
reside en las personas y no se puede formalizar) y el conocimiento explícito (formalizado e
independiente de las personas). Según las distintas combinaciones que se pueden dar en la
transformación del conocimiento de acuerdo con estos dos tipos, surgen los siguientes procesos de
aprendizaje:
Socialización: proceso por el cual el conocimiento tácito pasa de unos individuos a otros a través de
experiencias compartidas. Se produce cuando los individuos observan el saber o el hacer de otros,
aprendiendo de ellos.
Exteriorización: trata de la conversión del conocimiento tácito de los individuos en explícito y, por
tanto, comprensible para la organización. Se realiza a partir de informes, manuales, textos, etc., en
los que se codifica el conocimiento.
Combinación: creación de nuevo conocimiento explícito a partir del existente mediante el análisis y
la combinación del conocimiento previo. Suele ocurrir, por ejemplo, en los cursos de formación del
personal en los que los docentes combinan distintos ámbitos del saber.
Interiorización: proceso de enriquecimiento del conocimiento tácito de los individuos a partir del
conocimiento explícito de la organización. Se produce cuando los individuos asimilan e incorporan
(en sus conocimientos tácitos) las experiencias y conocimientos que otros miembros de la
organización han formalizado anteriormente. La forma más habitual de este proceso es el estudio.
Según Nonaka y Takeuchi (1999, pág. 80) la sucesión continua de procesos de aprendizaje hace que las
empresas entren en lo que denominan la espiral de conocimiento, en la que la conversión sucesiva
entre conocimientos tácitos y explícitos hace que se incremente el fondo de conocimiento empresarial
y, por tanto, el nivel de capital intelectual de la empresa.
b) Infraestructura organizativa
El desarrollo interno de recursos y capacidades es una tarea a largo plazo, por lo que es necesario dotar
a la organización de una orientación que fomente los objetivos y planteamientos a largo plazo antes que
las visiones a corto plazo, en la que se identifique claramente cuáles deben ser los recursos y
capacidades clave de la empresa en el futuro y el compromiso continuado por parte de ésta para
obtenerlos. Sólo de este modo se podrá invertir en la acumulación de recursos y capacidades valiosos
para la empresa.
La generación interna de recursos y capacidades requiere de una estructura organizativa, una política
de recursos humanos y una cultura organizativa incentivadoras para transmitir y compartir
conocimiento entre los integrantes de la empresa.
Procesos de socialización
Un ejemplo típico de procesos de socialización se da en las denominadas tormentas de ideas en las que
los individuos realizan diferentes propuestas acerca de un determinado problema, que los otros
interiorizan tácitamente.
La estructura organizativa interna debe ser esencialmente flexible, de modo que se facilite el
flujo de conocimientos y el aprendizaje organizativo. Esto se puede conseguir diseñando
unidades organizativas construidas en torno a las competencias esenciales (Prahalad y Hamel,
1990) en las que el principio de interrelación prevalece sobre el de autonomía (Guerras y
García-Tenorio, 1995) para lograr, de esta forma, el trasvase de conocimiento de unas a otras.
Otros mecanismos importantes del diseño organizativo serían la coordinación horizontal, la
creación de equipos de trabajo interunidades o interdisciplinares o la definición de sistemas de
evaluación y compensación que promuevan la cooperación entre unidades.
La política de recursos humanos es fundamental, ya que la orientación a largo plazo de los
objetivos empresariales exige establecer sistemas de evaluación, incentivos y promoción que
sean consistentes con esta visión. La evaluación de objetivos a largo plazo, la promoción basada
en la antigüedad, experiencia y dedicación a la empresa o el compromiso de la empresa con los
empleados mediante su contratación de por vida son otros elementos de esta política
(Fernández, 1993; Salas, 1996). Estas políticas deben incentivar la colaboración, el aprendizaje,
la mejora continua o la formación de los empleados, de modo que los activos humanos se
capitalicen a lo largo del tiempo.
La cultura organizativa debe reforzar las políticas anteriores mediante la promoción de valores
y creencias que favorezcan la acumulación de conocimientos especializados y un deseo de
mejora constante y de aprendizaje permanente (Fernández, 1993).
B) Explotación de la dotación
Ahora bien, de poco sirve tener recursos y capacidades superiores a los de los competidores si no se
sabe cómo explotarlos adecuadamente ni cuáles de ellos van a ser más importantes para alcanzar el
éxito. La estrategia que se vaya a definir con posterioridad deberá tener en cuenta cómo explotar
eficazmente las fortalezas derivadas de los recursos y reducir la vulnerabilidad que representan las
debilidades.
Las formas mediante las que se pueden explotar más adecuadamente las fortalezas derivadas de una
dotación superior de recursos pueden ser tanto internas (estrategia competitiva y corporativa) como
externas (comercialización de recursos):
Para facilitar el estudio de los diversos elementos identificados en el análisis estratégico es útil
clasificarlos, además de por su naturaleza interna o externa, según sus efectos potenciales sobre la
empresa. Así, es posible diferenciar entre los elementos potencialmente negativos y los potencialmente
positivos para que se alcancen los objetivos deseados. Si combinamos las dos dimensiones (análisis
interno-externo y efecto favorable-desfavorable), los factores estratégicos quedarán clasificados en
cuatro posibles categorías, según se observa en la tabla.
El análisis externo proporciona información sobre las amenazas y oportunidades a las que la empresa se
enfrenta actualmente o en el futuro próximo.
Aunque es posible realizar el análisis DAFO para una empresa en su conjunto, incluyendo negocios
diversos, su uso es más recomendable para niveles inferiores, como el negocio o la línea de producto.
Las amenazas incluyen los elementos que se han valorado como negativos o muy negativos en
el análisis del entorno general, así como aquellos que disminuyen el atractivo de la industria o
del segmento en el que opera la empresa.
Las oportunidades incluyen los elementos que se han valorado como positivos o muy positivos
en el análisis del entorno general, así como aquellos que aumentan el atractivo de la industria o
del segmento en el que opera la empresa.
El análisis interno permitirá conocer cuáles son las principales debilidades y fortalezas de la empresa,
como resultado de la revisión de su perfil estratégico, su cadena de valor y sus recursos y capacidades.
Las debilidades incluyen aquello que falta a la empresa o que ésta hace mal (en comparación
con otras), así como cualquier condición que la coloca en situación desfavorable frente a la
competencia. Mientras las debilidades no se corrijan, la empresa verá limitada su capacidad
para actuar de la forma adecuada. El grado en el que una debilidad puede hacer que la
empresa sea competitivamente vulnerable depende de la importancia de ese factor para el
éxito competitivo en esa industria (Thompson y Strickland, 1994, pág. 99).
Las fortalezas se refieren a lo que la empresa puede hacer bien, las características que le
proporciona una capacidad importante y cualquier elemento que da a la empresa una situación
favorable en el mercado. Desde el punto de vista de la formulación de una estrategia, las
fortalezas son importantes porque se pueden usar como piedra angular de la estrategia, es
decir, como base sobre la cual construir la ventaja competitiva (Thompson y Strickland, 1994,
pág. 99)
Esta lista de factores internos y externos normalmente es generada por miembros del equipo directivo,
dado que conocen bien el negocio y pueden detectar qué tendencias pueden ser más relevantes. En
algunas ocasiones, cuando la empresa hace frente a situaciones competitivas complejas, una empresa
consultora puede aportar datos sobre la evolución del sector y dar apoyo metodológico durante las
sesiones de trabajo de los directivos.
Los factores relevantes identificados en el análisis interno y externo pueden tener diferente importancia
para distintas empresas. Además, es probable que no todos los elementos identificados tengan la misma
probabilidad de ocurrir en el futuro inmediato. Por esta razón, es necesario que la dirección de la
empresa evalúe los factores del análisis DAFO y destaque así lo que realmente tiene importancia.
Para evaluar los factores estratégicos, es necesario ponerlos en su contexto adecuado. Un factor
solamente puede considerarse favorable o desfavorable en comparación con alguna referencia, interna
o externa. Hussey (2002, pág. 44) recomienda evaluar los factores identificados teniendo en cuenta los
siguientes elementos de referencia:
Los resultados de otras empresas no competidoras pero que puedan servir de referencia.
Para evaluar las debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades es posible aplicar las siguientes
técnicas:
Otras propuestas evalúan los factores externos en relación con cada uno de los factores internos.
Por ejemplo, Johnson et al. (2006, pág. 147) sugieren otorgar una puntuación positiva a las
fortalezas de la empresa que pueden ayudar a aprovechar o resolver los problemas que surjan
por un cambio en el entorno o bien cuando se pueda compensar una debilidad gracias a dicho
cambio. Una puntuación negativa, en cambio, indicará que una fortaleza disminuirá por ese
cambio en el entorno o que alguna debilidad impedirá que la organización supere los problemas
que genera dicho cambio.
Finalmente, hay autores que sugieren utilizar técnicas cuantitativas complejas, basadas en
procesos analíticos, a intentar medir la dependencia entre los factores estratégicos (Yüksel y
Dagdeviren, 2007).
2) Generación de opciones estratégicas
Una vez evaluados los factores internos y externos, la matriz DAFO puede ser útil para generar opciones
estratégicas que intenten aprovechar las oportunidades y contrarrestar las amenazas del entorno
mediante el uso de las fortalezas con las que cuenta la empresa y la minimización de sus debilidades.
Así, cada cuadrante de la matriz se puede utilizar para identificar estrategias derivadas de una
combinación distinta de los factores internos y externos, como muestra la tabla 3. Como norma general,
la dirección debe construir su estrategia basándose en lo que la empresa hace mejor y debe evitar las
estrategias cuyo éxito dependa de las áreas donde la empresa es débil o carece de habilidad.
Cuando se utiliza el análisis DAFO para generar alternativas estratégicas, es recomendable revisar en dos
ocasiones los factores identificados. En primer lugar, para desarrollar alternativas a partir de ellos, como
se ha dicho antes. En segundo lugar, para asegurar que los factores con las puntuaciones más elevadas
queden recogidos en las iniciativas estratégicas. De esta forma, se garantiza que las debilidades y
amenazas más significativas no queden sin respuesta y que la organización desarrolle todo su potencial
(Dyson, 2004, pág. 638).
Las posibles opciones estratégicas disponibles para una empresa se exponen con detalle en el módulo
siguiente. Como es lógico, será más fácil generar dichas opciones una vez se hayan comprendido las
posibilidades existentes. Por esta razón os recomendamos volver a revisar este apartado sobre la
utilización del análisis DAFO una vez hayáis estudiado el módulo dedicado a la formulación estratégica.
El problema más habitual es confundir el análisis DAFO con producir una simple lista de factores que se
consideran estratégicos. Esto puede suponer un grave riesgo para la empresa porque genera una falsa
sensación de seguridad sobre las conclusiones que se hayan derivado del análisis. En consecuencia, es
posible que la dirección tome malas decisiones y acciones equivocadas sin tener conciencia de la
precariedad de sus criterios de decisión.
Pickton y Wright (1998, pág. 105) destacan otras dificultades que pueden encontrarse al elaborar un
análisis DAFO:
1) Definición inadecuada de los factores: hay factores que parecen encajar en más de una categoría o
que no parecen encajar bien en ninguna categoría; también es posible que ciertos factores se describan
de forma demasiado amplia.
2) Problemas al priorizar los factores: se da demasiado o demasiado poco énfasis a ciertos factores o
bien se da la misma importancia a factores que en realidad deberían recibir pesos diferentes.
3) Excesiva subjetividad al generar los factores: la persona o personas que generan la lista de factores
tienden a trasladar sus sesgos personales al análisis, de forma que faltan factores relevantes o bien los
factores recopilados representan opiniones en vez de hechos deducidos de datos.
En general, estas limitaciones se pueden superar si se realiza un análisis riguroso y profundo tanto del
entorno de la empresa como de sus propias características internas. Esta rigurosidad debe mantenerse,
también, en la valoración de las implicaciones de los factores detectados, de forma que las opciones
estratégicas que se generen se correspondan con la verdadera situación de la empresa.
EJEMPLOS
Actividades
1.Elegir una empresa cualquiera y elaborad la identidad de la empresa, el perfil estratégico de la
empresa y la cadena de valor de la empresa.
Recomendación: la información para poder utilizar cualquiera de las herramientas de análisis solicitadas
se puede encontrar en las memorias, informes, noticias de prensa o páginas web de las empresas.
3. Identificar en una empresa cualquiera los recursos y capacidades con los que cuenta y evaluar el
potencial estratégico de cada uno de ellos.
4. Identificar un recurso tangible, un recurso intangible, una capacidad simple y una capacidad compleja
de una empresa y tratad de evaluar en qué medida cumple los distintos criterios para la creación y el
mantenimiento de la ventaja competitiva. Comparar el análisis realizado para los cuatro elementos
elegidos.
5.Observar los últimos datos en la valoración de las marcas tanto de empresas nacionales como
internacionales. Fijaos en la evolución que han sufrido algunas de las principales marcas.
Ejercicios de autoevaluación
1. ¿Cuál es el objetivo del análisis interno de la empresa?
3. ¿Dónde pueden encontrarse las fuentes de ventaja competitiva en el análisis de la cadena de valor?
7. ¿Por qué los intangibles (tanto recursos como capacidades) pueden ser una mejor base de una
ventaja competitiva sostenible para la empresa?
8. ¿Qué alternativas tiene una empresa para conseguir los recursos y capacidades que necesita?
10. ¿Qué características organizativas debe tener una empresa que quiera desarrollar internamente
recursos y capacidades valiosos?
11. ¿En qué momento del proceso estratégico es recomendable utilizar en análisis DAFO? ¿Con qué
finalidad?
12. ¿Qué significa que para evaluar los factores estratégicos es necesario tener un elemento de
referencia?