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Siguiendo con el proceso de Dirección Estratégica, una vez fijados la misión y los objetivos
de la empresa, analizando el contexto externo e interno y planteadas las distintas opciones
estratégicas disponibles, tanto en el ámbito corporativo como de negocio, la organización
se plantea en este punto la necesidad de elegir una de las opciones identificadas para su
adopción y puesta en marcha
Implica optar por una estrategia y descartar, en la mayoría de los casos, otras estrategias
Este proceso de evaluación y selección consta de tres etapas en las que, sucesivamente, se
van aplicando los criterios de evaluación elegidos y de cuyo resultado dependerá la
aceptación o rechazo de una alternativa estratégica
Cómo explota nuestras fortalezas y las oportunidades del entorno. Por ejemplo:
¿proporciona la estrategia el trabajo adecuado a las habilidades de cada
trabajador, o ayuda a la empresa a situarse en un nuevo sector del mercado con
perspectivas de crecimiento, o utiliza el actual sistema de distribución siendo éste
bastante eficiente?
Cómo se adecúa a la misión y los objetivos estratégicos de la organización. Por
ejemplo: ¿es adecuada una alternativa para conseguir los objetivos de
rentabilidad, o para alcanzar el crecimiento esperado? ¿Permite la estrategia crear,
mejorar o mantener la ventaja competitiva de la empresa?
El segundo aspecto a tener en cuenta tiene que ver con los posibles problemas de
implantación y el ajuste entre la estrategia y la organización, en cuestiones tales como el
diseño organizativo, el estilo de dirección y la cultura organizativa
La aceptabilidad de las estrategias
En general, podemos señalar que, para cualquier grupo, una estrategia es aceptable
cuando con ella espera mejorar su situación, en el sentido de que las expectativas de
beneficios superan- a los costes derivados de la implantación estratégica respecto de sus
propios intereses. Desde una perspectiva económico-racional, los dos criterios más
importantes '' para medir la aceptabilidad de una estrategia son la creación de
valor/rentabilidad y el riesgo. Sin embargo, es preciso plantearse las consecuencias que la
adopción de una estrategia puede tener para el resto de los grupos de interés, lo que se
reconoce como el riesgo político que se deriva de las posibles reacciones de estos grupos
ante la implantación de la estrategia y que puede hacer peligrar su éxito.
Situaciones de riesgo político se dan, por ejemplo, cuando una empresa lleva a cabo una
fusión o cuando necesita emprender un proceso de saneamiento del negocio ante los
malos resultados, se deslocaliza una empresa o se privatiza una empresa pública. En estos
casos, el miedo a la pérdida de puestos de trabajo durante el proceso de implantación
suele llevar a los trabajadores y sindicatos a oponerse abiertamente, aun cuando no se vea
racionalmente otra salida a la situación de la empresa.
Especialmente importante es analizar la reacción de los competidores ya que cualquier
actuación estratégica de la empresa pretende mejorar su posición competitiva, lo que
puede suponer un empeoramiento de la situación competitiva de otras empresas. Por ello,
cabe pensar que cualquier actuación competitiva va a ser respondida por otra actuación
de los competidores que tratarán de contrarrestar los efectos negativos provocados.
Criterios de aceptabilidad: una estrategia es aceptable cuando con ella espera mejorar su
situación, en el sentido de que las expectativas de beneficios superan a los costes
derivados de la implantación estratégica respecto de sus propios intereses
a) Rentabilidad y creación de valor
Un análisis de los beneficios obtenidos por cada opción estratégica concreta es una buena
medida de su grado de aceptabilidad. Si el objetivo fundamental de la empresa es crear
valor para los accionistas o propietarios, aquellas estrategias que tengan unas mayores
expectativas de creación de valor serán más aceptables que otras.
Los anteriores instrumentos del análisis financiero se enfrentan con dos dificultades
importantes cuando se aplican a la evaluación de estrategias:
En segundo lugar, los métodos financieros clásicos no suelen tener en cuenta los
beneficios intangibles que se derivan de la puesta en marcha de una estrategia —
poder de mercado, prestigio, sinergias con otros negocios, perfeccionamiento de
rutinas organizativas, aprendizaje organizativo, etc.
Para superar esta última limitación, el análisis coste-beneficio puede ser especialmente
útil, ya que intenta transformar en valores monetarios todos los costes y los beneficios de
una opción estratégica —incluyendo tanto los tangibles como los intangibles— (Bueno,
1996: 304-308). Su principal ventaja radica en que obliga al analista a ser explícito con la
variedad de factores que podrían influir en la elección estratégica. Sin embargo, la
aplicación del método presenta algunas limitaciones derivadas, sobre todo, de la expresión
en términos monetarios de los costes y beneficios intangibles, así como de la decisión
acerca de los límites del análisis.
La primera de las dificultades puede ser resuelta mediante una variante del análisis coste-
beneficio que se denomina análisis coste-efectividad. En él, los beneficios de una
estrategia o programa se miden en unidades físicas, mientras que los costes —
habitualmente más tangibles— se representan en unidades monetarias. De este modo, se
puede expresar el coste por unidad física de resultado y comparar de forma homogénea
las distintas opciones estratégicas. En cuanto a la definición de los límites del análisis, se
corre el riesgo de tratar de incluir numerosas variables en la evaluación, por lo que suele
ser conveniente limitar las variables a aquellas que razonablemente puedan ser medidas.
b) El riesgo
En cuanto al riesgo financiero, Johnson y otros (2006: 365) presentan las siguientes formas
de medirlo:
Proyecciones de ratios financieras: uno de los más simples análisis del riesgo
consiste en la proyección de algunas ratios financieras clave que dan una amplia
medida del riesgo que asume una organización por seguir determinada estrategia,
tales como la ratio de endeudamiento o la de liquidez. Por ejemplo, el análisis de
cómo cambiaría la estructura de capital de la empresa al seguir distintas opciones
puede ser una buena medida del riesgo. En este sentido, las opciones que
requieren la utilización de préstamos a largo plazo aumentan los recursos de la
empresa pero incrementan su riesgo financiero.
Análisis de sensibilidad: consiste esencialmente en tratar de medir la variación de
los resultados esperados de cada estrategia en función de posibles cambios en los
supuestos básicos sobre los que se ha elaborado la misma.
c) Reacciones de los grupos de poder
El análisis del riesgo de una estrategia no puede dejar de lado el que podríamos llamar
riesgo político que se deriva de las posibles reacciones que los agentes que se relacionan
con la empresa pueden tener frente a la implantación de la estrategia y que puede hacer
peligrar su éxito. En este análisis, esencialmente cualitativo, deben tenerse en cuenta tanto
los grupos de interés internos (accionistas, trabajadores) como los grupos externos
(competidores, administraciones públicas, consumidores, etc.).
De este modo, es posible encontrarse con situaciones en las que las reacciones de los
grupos de interés son cruciales para el éxito o fracaso de una determinada estrategia. Por
ejemplo, una empresa familiar que quiera implantar una estrategia de crecimiento puede
encontrarse con la resistencia de los dueños si necesita recurrir a una ampliación de
capital: por muy atractiva que sea la inversión prevista, el miedo a perder el control de la
empresa puede hacer fracasar todo el proceso.
Otra situación de este tipo se da cuando una empresa lleva a cabo una fusión o cuando
necesita emprender un proceso de saneamiento del negocio ante los malos resultados, se
deslocaliza una empresa o se privatiza una empresa pública. En estos casos, el miedo a la
pérdida de puestos de trabajo durante el proceso de implantación suele llevar a los
trabajadores y sindicatos a oponerse abiertamente, aun cuando no se vea racionalmente
otra salida a la situación de la empresa.
Cuando la fidelidad del cliente a una marca o producto es muy fuerte, la introducción de
cambios en sus características o imagen puede provocar la desafección de muchos de
ellos. Igualmente, una empresa puede encontrarse con la oposición de los vecinos de una
ciudad o de grupos ecologistas si sus nuevas actividades pueden provocar molestias o
daños al medio ambiente.
La teoría de juegos puede ser un instrumento útil para analizar estas situaciones, ya que
permite valorar las decisiones propias en función de las reacciones posibles de otro
jugador o competidor y los resultados previstos que de ello se pueden derivar. En cualquier
caso, si bien las posibilidades operativas de aplicación de este instrumento son limitadas
ante la complejidad de las situaciones abordadas, aporta una lógica de razonamiento que
puede ser especialmente valiosa.
En el caso de que sean previsibles reacciones negativas de los grupos de interés a la
estrategia elegida por la empresa, ésta debe intentar resolver o mitigar los posibles
conflictos de objetivos planteados. Atender exclusivamente a un análisis económico-
racional de la situación puede ser contraproducente para el éxito de la estrategia. La
habilidad en el manejo de las situaciones políticas, la negociación y el diálogo o la
incorporación de los objetivos de otros grupos pueden ser instrumentos importantes para
superar estas situaciones. En todo caso, estos problemas se relacionan con las resistencias
al cambio organizativo.
Si más de una estrategia cumpliera todos los criterios, habría que establecer una jerarquía
entre ellas en función del mayor o menor grado de cumplimiento de cada uno de los
criterios y de la priorización que se les haya otorgado a cada uno
Los criterios pueden entrar en conflicto unos con otros, por lo que el proceso de
evaluación requiere de sumo cuidado al decidir cómo van a ser ponderados los
requerimientos exigidos
En cualquier caso, los criterios propuestos son útiles para evaluar las distintas opciones
estratégicas a priori, tanto si el proceso se lleva a cabo de una manera muy formalizada
como si prevalecen los aspectos informales o de poder. Es decir, la estrategia elegida por
una empresa debe cumplir estos criterios para tener alguna probabilidad de éxito,
especialmente si la empresa se desenvuelve en entornos competitivos. De este modo,
aunque una empresa confíe en la intuición de su alta dirección para elegir la estrategia, es
posible evaluar su solidez por observadores externos a partir del cumplimiento o no de los
criterios señalados. Estos criterios también pueden servir para evaluar la estrategia a
posteriori, es decir, una vez que está siendo implantada en la etapa del control estratégico,
especialmente si algunos de los elementos del análisis estratégico han cambiado con el
tiempo.
Por último, cabe señalar la imposibilidad de demostrar a priori, e incluso a posteriori, que
una estrategia es óptima y de garantizar que tendrá éxito o que será un fracaso (Rumelt,
1993). Sin embargo, sí es posible evaluar algunas de las posibilidades o de los defectos de
cada opción estratégica con los criterios propuestos.
CONCEPTO DE IMPLANTACIÓN
Conjunto de actividades y decisiones
Necesarias para poner en marcha una estrategia formulada
De modo que se consigan la misión y los objetivos estratégicos
Dadas unas limitaciones de recursos, capacidades y tiempo
Necesidad de ajuste
Ajuste estratégico
Ajuste organizativo
El ajuste como indicador de éxito de una estrategia (cualquier cambio que se produzca en
la estrategia desarrollada por una empresa va a generar desajustes con la organización en
la que se implanta.
La formulación de las estrategias nos remite al problema del cambio estratégico,
Permite poner de manifiesto que mientras que la estrategia es formulada por un número
reducido de personas, normalmente vinculadas a la más alta dirección de la empresa, la
implantación implica a todas y cada una de las personas que pertenecen a la empresa en la
medida en que las tareas que desarrollan en sus respectivos trabajos condicionan, en
mayor o menor grado, el éxito de la estrategia. Ello plantea la necesidad de comprometer
en dicho éxito al conjunto de la organización, no sólo desde un punto de vista formal, sino
también desde su implicación personal. Este aspecto pone de manifiesto la importancia de
una adecuada gestión del cambio organizativo, así como la necesidad de una atención
especial a aspectos tales como el liderazgo y la política de recursos humanos y la utilidad
de la adopción de una misión y propósito estratégico claramente identificados y
aceptados.
EL CAMBIO ORGANIZATIVO
Mientras que en estas últimas los cambios suelen ser graduales y adaptativos, en las
primeras nos podemos encontrar con la necesidad de introducir cambios profundos en el
funcionamiento de la organización. En ambos casos, especialmente en el segundo, se hace
necesario gestionar adecuadamente los cambios que se vayan a introducir.
Por otro lado, el cambio organizativo puede requerir modificaciones en las variables
organizativas de carácter formal —estructura, sistemas de planificación y control, política
comercial o de recursos humanos, etc. — y modificaciones en los comportamientos,
habilidades u orientación de las personas que forman parte directa o indirectamente de la
organización.
En todo caso, no debemos olvidar que los cambios estratégicos vienen motivados por
cambios en el entorno que conducen a la empresa a aprovechar una oportunidad o
adaptarse ante una potencial amenaza exterior. Así, los cambios en la demanda, las crisis
económicas, los cambios en la regulación establecida por el gobierno, las presiones de
asociaciones de consumidores o las acciones de los competidores pueden generar la
necesidad de cambio. De todas formas, es preciso tener claro que el cambio estratégico no
genera de forma automática el cambio organizativo.
b) El proceso de cambio
Los modelos tradicionales de cambio organizativo suelen identificar tres etapas del
proceso de cambio:
La descongelación de la situación establecida
El cambio propiamente dicho
La re congelación o estabilización de la nueva situación.
Desde el punto de vista del cambio de los comportamientos de las personas y los grupos,
sin duda la etapa crítica se vincula con la de descongelación de la situación actual.
Efectivamente, la introducción de cambios organizativos atenta inevitablemente contra el
status quo establecido, lo que afecta a los objetivos e intereses de distintos grupos de
interés, pudiendo generar resistencias a los cambios que se pretenden introducir. Por ello,
el análisis de la inercia organizativa o resistencia a los cambios junto con las tácticas para la
gestión del cambio organizativo se convierten en aspectos clave para el éxito de la
implantación estratégica.
c) Resistencia al cambio
Sin lugar a dudas, la resistencia al cambio constituye la principal amenaza para el logro del
éxito en la introducción de cambios organizativos. Estas resistencias son difíciles de
gestionar cuando aparecen de forma explícita —por ejemplo, conflictos laborales en el
mismo momento en que se anuncia o conoce el cambio que las provoca. Sin embargo, la
resistencia al cambio es más peligrosa cuando no se manifiesta de forma explícita sino
implícita a través, por ejemplo, de una pérdida de lealtad hacia la empresa o una
disminución de la motivación en el trabajo. Igualmente peligrosa resulta cuando no se
manifiesta de forma inmediata sino diferida en el tiempo, ya que entonces es más difícil
establecer las causas que la han motivado.
Por otro lado, la estructura organizativa, los procesos directivos, las políticas en vigor o las
rutinas organizativas establecen formas experimentadas de hacer las cosas que han
funcionado en el pasado, pero que limitan la posibilidad de afrontar nuevos problemas
que exijan modos de hacer o actuar distintos. Algo similar ocurre con la cultura
organizativa, que constituye uno de los elementos más resistentes a los cambios.
Un análisis especial merece la alta dirección de la empresa. Por una parte, constituye el
principal agente del cambio pero, por otra, representa el grupo que más podría perder con
los cambios, ya que tiene fuertes intereses creados con la situación actual en términos de
estatus, poder, privilegios, ingresos, etc. Por otra parte, cabe pensar que en situaciones de
crisis pueden ser los principales responsables de las dificultades por las que esté pasando
la empresa, de manera que no les es fácil reconocer la necesidad de cambio ni están en
condiciones de afrontarlo. Por este motivo, una de las primeras medidas que se abordan
en estrategias de saneamiento es la sustitución del equipo directivo. La existencia de
controles externos como son los mercados constituye un buen mecanismo disciplinador
del comportamiento de los directivos en relación con el objetivo de creación de valor.
d) Tácticas de implantación
Negociación e incentivos: las resistencias a un cambio pueden vencerse mediante
diálogo y negociación, ofreciendo contraprestaciones y diseñando sistemas de
incentivos que potencien los comportamientos de aquellas personas que se
adhieran al cambio propuesto.
Difusión del cambio: una implantación rápida y extensa del cambio propuesto
debilita las resistencias que puedan existir, ya que cuantas más personas lo
acepten, las resistencias de los demás tienden en mayor medida a debilitarse.
Finalmente, es preciso resaltar la dificultad de planificar con detalle los aspectos del
cambio organizativo vinculados con el comportamiento de las personas en contraposición
con aquellos otros que afectan a las variables formales.
Las resistencias al cambio son inevitables en las organizaciones, por lo que las personas
que lo lideren deben ser conscientes de ello y diseñar tácticas que permitan una adecuada
gestión del proceso. En este sentido, la dirección tiene a su disposición algunos
instrumentos que pueden resultar útiles a estos efectos, entre los que se encuentran los
siguientes:
Un esquema que integra los diferentes factores que influyen en el éxito del proceso
estratégico queda reflejado en el esquema de las 7-S de McKinsey. Este esquema recibe su
nombre del hecho de que los siete factores que lo integran tienen en inglés por inicial la
letra S (strategy, structure, systems, style, staff skills v shared values).
Partiendo de los factores incluidos en el esquema de las 7-S, podemos agrupar el conjunto
de actividades necesarias para la implantación en dos categorías básicas:
Definición del soporte organizativo: consiste en preparar a la empresa para que se
adapte a la estrategia elegida. Incluye los problemas relativos al diseño de la
estructura organizativa, el estilo de dirección y liderazgo, la dirección de los
recursos humanos y la gestión de la cultura organizativa.
Sistemas administrativos de apoyo: incluye los sistemas de planificación y control,
así como los sistemas de información, que permiten traducir el plan estratégico en
planes operativos, programas, presupuestos, etc., así como vigilar y reorientar su
cumplimiento cuando sea preciso.
De entre todos estos factores queremos destacar dos: quién tiene la responsabilidad de
implantar la estrategia y la definición del horizonte temporal para la implantación
Relación estrategia-estructura:
El estudio de Chandler
IDEAS BÁSICAS
La estructura sigue a la estrategia
El modelo de relación es bastante predecible
El cambio de estructura no se produce de manera inmediata
OBSERVACIONES Y LIMITACIONES
Sólo se estudian estrategias de crecimiento y estructuras primarias
La transición de estructura no es instantánea ni uniforme
El cambio de estrategia y estructura no siempre mejora resultados
La tercera idea básica del trabajo de Chandler plantea que el cambio estructural que sigue
a un cambio de estrategia no se produce de forma instantánea sino como consecuencia
de la aparición de ineficiencias con posterioridad a la puesta en marcha de la estrategia,
síntomas de un desajuste entre estrategia y estructura. Esta falta de simultaneidad entre
los cambios estratégico y organizativo es atribuida por Chandler a que las personas que
formulan la estrategia son distintas de aquellas que diseñan la organización, teniendo
además una formación y unos intereses distintos.
La dirección y el liderazgo
Aunque los conceptos de dirección y liderazgo a veces son empleados como equivalentes,
sus significados son diferentes.
La dirección es una función que implica a todos los miembros de una organización
dotados de autoridad formal, y es precisamente este hecho lo que la diferencia del
liderazgo.
Cada día se considera más importante la implicación activa del liderazgo en el proceso de
implantación de la estrategia. Efectivamente, podemos considerar que el líder asume la
importante misión genérica de gestionar el cambio organizativo que puede ser requerido
en este sentido, el papel que se asigna a quien ejerce de líder en una organización se
puede concretar a través de cuatro actividades esenciales que debe desempeñar para que
su función sea realmente eficaz:
Idea básica: Importancia del factor humano en el éxito de las estrategias global y de
negocio
POLÍTICA DE RECURSOS HUMANOS: Uno de los instrumentos más eficaces para conseguir
la adhesión al proyecto de empresa y para conseguir el cambio organizativo
EVALUACIÓN
Medición del rendimiento de las personas: proceso / resultado
Identificación de necesidades de formación y entrenamiento
Importancia relativa de rendimiento individual, grupo o corporativo
Referencias de comparación: intertemporal, otras personas o unidades organizativas
Indicadores objetivos y cuantitativos o medidas subjetivas superior jerárquico
INCENTIVOS
Orientación hacia la posición jerárquica o hacia el rendimiento
Fomentar la cooperación o la competencia interna o externa
Aspectos monetarios y elementos indirectos de incentivos
DESARROLLO DIRECTIVO
Vinculación con la decisión de ‘hacer’ o ‘comprar’
Programas de desarrollos formales o informales
Extensivos o limitados
Orientados a la construcción o a la identificación de habilidades
La cultura organizativa
Vemos los factores de contexto, la congruencia entre estrategia y cultura, los factores que
favorecen el cambio y la gestión del cambio cultural.
Cuanto más fuerte y arraigada sea la cultura y mayor cambio provoque la estrategia, más
difícil, si no imposible, es lograr una congruencia entre ambas, haciendo por tanto más
necesario algún tipo de cambio. En general, podemos aceptar que en raras ocasiones la
cultura está tan arraigada en el seno del sistema empresarial como para llevar a la
renuncia de un cambio estratégico totalmente necesario que, en la mayoría de los casos,
puede ser gradual.
c) Factores que influyen en el cambio de cultura organizativa: siguiendo el
esquema de Robbins (1990: 457-459), podemos sintetizar los factores que actúan
como condiciones para favorecer o dificultar el cambio de cultura, como sigue:
Crisis dramática, que sea ampliamente percibida por los miembros de la
organización, lo que pone en cuestión las prácticas actuales y el status quo
existente. A veces, la crisis no necesita ser real para ser efectiva, sino que
sea percibida como real.
Cambio de liderazgo, al ser la alta dirección un factor básico en la
transmisión de la cultura, un cambio en las posiciones clave de liderazgo de
la organización facilita la instauración de nuevos valores.
Etapa del ciclo de vida, ya que el cambio cultural suele ser más fácil cuando
la organización está en transición entre la etapa de formación y la de
crecimiento y entre la de madurez y la de declive.
Edad de la organización, cuanto más joven es una organización, menos
arraigados estarán sus valores y más fácil será el cambio.
Tamaño de la organización, cuanta más pequeña es la organización más
fácil suele ser el cambio.
Fortaleza de la cultura actual, cuanto más ampliamente implantada esté
una cultura, más difícil será cambiarla.
Ausencia de subculturas, más fácil sin subculturas
En cualquier caso, es importante señalar que el cambio cultural es lento, costoso y difícil
por la pervivencia de los valores asumidos durante mucho tiempo. Algunos estudios
sugieren que dos años representarían un cambio muy rápido en una cultura, siendo más
normal el plazo de cuatro o cinco años. La estrategia o la estructura pueden ser cambiadas
por decisiones de la alta dirección pero la cultura tiene su propia vida y no puede ser
modificada directamente, sino a través de la promoción o rechazo de determinados
valores. No entender esto puede provocar situaciones no deseadas que conduzcan al
fracaso de la estrategia elegida y a un potencial conflicto dentro de la organización.
EJEMPLO
EJEMPLO DE PLAN ESTRATÉGICO DE UNA ENTIDAD DEPORTIVA
LOS SISTEMAS ADMINISTRATIVOS DE APOYO
Los sistemas administrativos de apoyo incluyen los sistemas de planificación y control, que
permiten, respectivamente, formalizar todo el proceso de la dirección estratégica y vigilar
y reorientar su cumplimiento cuando sea preciso.
5.3. Planificación estratégica y estrategias funcionales
El plan estratégico, recoge información obtenida del proceso de análisis como los
objetivos, o un análisis DAFO
Puede modificar aspectos de la estrategia elegida por cambios en el entorno
Conviene destacar, finalmente, que cualquier sistema de planificación estratégica debe ser
diseñado teniendo muy en cuenta el propósito fundamental que la dirección persigue con
su implantación. Un sistema que trate de estimular la creatividad de una organización, ha
de ser sustancialmente distinto de otro que persiga introducir un mayor orden y rigor en el
proceso de asignación de recursos entre proyectos con implicaciones estratégicas. Este
dilema entre estímulo a la creatividad, por un lado, y la necesidad de una mayor
coordinación, por otro, aparece siempre en la discusión de los distintos sistemas
alternativos de planificación estratégica.
Estrategias funcionales: cómo utilizar y aplicar los recursos y habilidades dentro de cada
área funcional
Al formar parte del tercer nivel de la estrategia, las estrategias funcionales vienen
condicionadas por los niveles superiores (corporativo y de negocio). Es importante resaltar,
sin embargo, que en muchas ocasiones la fuente de una ventaja competitiva sostenible
puede estar en los recursos y capacidades valiosos vinculados con una o varias de las áreas
funcionales. Ello implica que comparten algunos elementos comunes, como son los
objetivos estratégicos superiores a los que atienden. Sin embargo, existen otros aspectos
específicos, relacionados con los conocimientos, las habilidades y las capacidades, que son
propios de cada función y que conviene analizar por separado,
Así, en los últimos años, la producción ha pasado de una consideración tradicional como
«coste necesario» a poder suponer, en algunos casos, una de las fuentes irrenunciables de
la ventaja competitiva de la empresa. A ello ha contribuido la aparición de métodos y
modelos de gestión del sistema productivo que, en algunos casos, han terminado por
influir en toda la empresa, como son la producción justo a tiempo (just in time), la
producción ajustada (lean production y posteriormente lean management), la gestión de la
calidad total (total quality management), etcétera.
Estrategia financiera
Dentro del área financiera de la empresa, cabría hablar de dos grandes aspectos: las
estrategias de financiación, que poseen como objetivo primario el análisis de las
principales características y tendencias de los mercados financieros a los que puede acudir
la empresa para obtener la financiación necesaria; y las estrategias de inversión,
encaminadas a la adecuada utilización de los recursos financieros de los que dispone la
empresa, tratando de obtener de su uso una rentabilidad superior al coste de los recursos
financieros captados.
Algunas de las decisiones más habituales relacionadas con la función financiera son las
siguientes: decisiones acerca del presupuesto de capital, ayuda en decisiones sobre
fusiones y adquisiciones, política de dividendos, nivel de endeudamiento a largo plazo,
fondo de maniobra, fondo de pensiones, pago de impuestos, gestión del riesgo, relaciones
con la comunidad financiera, decisiones sobre aspectos contables, normas de auditoría,
sistemas de control de las unidades organizativas, evaluación y selección de proyectos de
inversión, vigilancia y control del equilibrio financiero, establecimiento de políticas de
créditos y deudas comerciales, políticas relativas a los niveles de solvencia y liquidez,
medidas del rendimiento y sistemas de información general.
Estrategias de comercialización
Estrategia de aprovisionamiento
La estrategia de aprovisionamiento se ocupa de proporcionar todas las materias primas,
productos y servicios que necesita la empresa para desarrollar su actividad, con el menor
coste y el mayor nivel de calidad y servicio posible. La función de compras se vincula
necesariamente con los proveedores, tratando de identificar dónde se establecen los
límites de la empresa en el sentido de responder a la cuestión de qué actividades de la
cadena de valor se realizan dentro de la empresa y cuáles se realizan fuera mediante las
correspondientes decisiones de compra.
Es preciso plantear que existe un cierto solapamiento e interrelación entre algunas de las
decisiones importantes de las distintas áreas funcionales. Así, por ejemplo, la decisión del
área de producción acerca del grado de integración vertical más adecuado tiene que ver
con la función de aprovisionamiento si es hacia atrás, y con la comercialización si es hacia
adelante. De igual forma, las decisiones acerca de la tecnología, la gama de productos, los
recursos humanos en la producción y las relaciones con proveedores se relacionan
estrechamente y de forma respectiva con las funciones de tecnología, comercialización,
recursos humanos y aprovisionamiento.
Estrategias funcionales
Existencia solapamiento entre algunas de las decisiones más importantes de las áreas
funcionales
Importancia estrategias funcionales para la consecución de ventajas competitivas
Importancia de la coordinación entre todas ellas para el éxito: ajuste
EJEMPLO