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AUTORES:
DIRECTORA:
CUENCA – ECUADOR
2022
AUTORES:
DIRECTORA:
CUENCA – ECUADOR
2022
Anabella Zhipon
iii
RESUMEN
El abuso sexual infantil (ASI), es una de las problemáticas de salud pública de mayor
repercusión social, política y económica en el mundo entero, condicionando la formación
integral de cualquier individuo. El objetivo del presente estudio es: establecer la presencia de
conductas agresivas y la desregulación emocional en los niños víctimas de abuso sexual. La
presente investigación, es un metaestudio, desarrollado bajo un nivel explicativo, con diseño
descriptivo y enfoque cualitativo. Entre los resultados obtenidos: Se encontró que la
agresividad y la desregulación emocional afectan a los menores que han vivido una
experiencia de abuso sexual y dificulta el adecuado desarrollo,psicológico,social y personal,
por lo cual se determinó que existe dificultades en la forma de relacionarse con el entorno y
poder manejar adecuadamente sus emociones. A las conclusiones que se llegó con la
investigación: Entre los factores que intervienen en la desregulación emocional, en los
niños/as víctimas de ASI, se encuentran: el sexo del infante, la carencia de injerencia
parental, bajo nivel educativo de los progenitores, baja situación socioeconómica, vivir en
una familia extensa, la susceptibilidad genética del niño/a, un alto nivel de hiperreactividad
emocional, la frecuencia de la agresión sexual, el nivel de violencia física, intimidación y
amenazas recibidas por parte del agresor. Entre las conductas agresivas en los niños/as que
hayan sido víctimas de abuso sexual, presentan con mayor frecuencia, se encuentran los
golpes, rasguños, jalones de cabello, patadas, empujones, acciones de intimidación, uso de
palabras soeces, amenazas, engaño, burlas, ofensas, la continua falacia y la desobediencia.
ABSTRACT
Child Sexual Abuse (CSA) is a public health issue with the highest social, political,
and economic impact in the world, influencing the overall development of any
individual. This study aims to establish whether aggressive behaviors and emotional
iv
deregulation are occurring in children who have been victims of sexual abuse. The
research was carried out with a descriptive design and a qualitative approach. The
results obtained include the following: currently, the prevalence of child sexual
abusecontinues to persist and is growing, affecting millions of children's lives around
the world, reaching approximately 120 million cases, where the victims are both
women and men under 18 years of age. The conclusions of the research are as
follows: The factors involved in emotional deregulation, in CSA victims are: the
child's sex, lack of parental interference, low parental education, low socioeconomic
status, extended family, the child's genetic susceptibility, a high level of emotional
hyper-reactivity, frequency of sexual abuse, the level of physical violence,
intimidation and threats by the aggressor. The most frequent aggressive behaviors
shown by child sexual abuse victims are hitting, scratching, hair pulling, kicking,
pushing, intimidation, using obscene words, threats, deception, teasing, offenses
and disobedience.
v
ÍNDICE
1. Introducción........................................................................................................................3
2. Metodología........................................................................................................................6
3. Desarrollo............................................................................................................................9
4. Conclusiones.....................................................................................................................30
5. Referencias Bibliográficas................................................................................................32
6. Glosario.............................................................................................................................41
7. Anexos..............................................................................................................................42
1. Introducción
El abuso o violencia sexual, según Pereda & Sicilia (2017), es “todo contacto de carácter
edad, sexo, condición socioeconómica o pertinencia cultural” (p. 135); es decir, contempla
una serie circunstancias donde una persona, le obliga a otra, a ser partícipe de actos sexuales
Al respecto, para Cádiz (2017), en este tipo de abuso, la persona es persuadida u obligada
a cometer ciertas actividades sin su consentimiento, entre las cuales destacan las siguientes:
ser acariciado por encima o debajo de las prendas de vestir; observar las partes íntimas de una
persona o algún contenido visual de tipo pornográfico; ser víctima de violación o intento del
hecho; recibir castigos que contemplen hechos sexuales y mantener algún contacto sexual,
con menores de edad. Esta modalidad de violencia, es concebida como un delito penado por
las normativas legales de cada circunscripción territorial, donde se las cometiera (Polo,
2018).
Si bien el abuso sexual, evidenciaba una significativa prevalencia de casos, en las mujeres
adultas de todo el mundo, durante la última década, los niños y niñas destacan como el grupo
poblacional de mayor vulnerabilidad. Esta situación tiene lugar, porque no reúnen las
capacidades físicas, cognitivas y emocionales que les permitan comprender de manera plena,
las secuelas que ciertos actos sexuales pueden traer consigo, a nivel personal, social y
familiar, por ello, no se puede hablar de un hecho consentido (Gutiérrez & Lefévre, 2019).
En este sentido, el abuso sexual infantil (ASI), es referido por Fontarigo (2018), como
“una forma de agravio, que atenta sobre el derecho a la integridad física y dignidad humana
de los los niños, niñas y adolescentes, condicionando su formación integral” (p. 46); es decir,
un delito que ocurre cuando un individuo que atraviesa la etapa de niñez o adolescencia, es
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usado por una persona adulta, para satisfacer sus pretensiones sexuales, bajo el uso
próximo.
por otro individuo que sea mayor a este, así no sea adulto. En cualquiera de los escenarios
sociofamiliar de la víctima, por ello, este delito puede iniciar a edades tempranas, pudiendo
darse por una única vez o prolongarse de manera repetitiva (Fioritto, 2020).
Ahora bien, el abuso sexual en los infantes, no refiere únicamente a la penetración vaginal,
anal o sexo oral, al contrario, es un delito que también contempla, una serie de situaciones
estipuladas por las diferentes naciones de todo el mundo, ante el cometimiento de este delito,
(Rosas, 2019). Según el último informe, emitido por el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (2021), alrededor de 120 millones de niños, niñas y adolescentes, antes de cumplir
los 18 años de edad, han sido víctimas de algún tipo de agresión sexual forzada; además, 1 de
emocional y sexualmente.
Organización de las Naciones Unidas (2020), presenta los siguientes resultados: el 10% de
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niños, niñas y adolescentes, de una población conformada por 204 millones de individuos,
han sido víctimas de agresiones sexuales, las cuales se dieron bajo amenazas directas por
parte del agresor. De este número de casos, el 87% de victimarios, fueron familiares
allegados a la víctima.
del abuso sexual infantil, varía dependiendo del entorno socio familiar en el que se
desenvuelvan los niños, niñas y adolescentes; no obstante, se estima que el 31% de esta
población han sido víctimas de alguna agresión sexual obligada, lo que representa alrededor
del 1.1 millones de individuos, con una edad menor a los 17 años.
adolescentes, fueron víctimas de agresiones sexuales obligadas (FGE, 2021). Estos datos son
corroborados por el Ministerio de Educación (2021), ente gubernamental que reportó 597
denuncias de violencia, durante el año lectivo 2019 – 2020, de esta cantidad, el 42%
correspondían a delitos sexuales cometidos en primera instancia, por familiares cercanos a las
Al respecto, según la Oficina para la Salud de la Mujer (2018), las implicaciones físicas,
psicológicas y emocionales que arrastra consigo el abuso sexual infantil, son severas y
determinado. Por consiguiente, los niños, niñas y adolescentes víctimas de alguna agresión de
esta índole, empiezan a sufrir cambios en su comportamiento, que los pueden llevar a crear
satisfacción con su imagen y un temor significativo a que dichos abusos sexuales, vuelvan a
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Tomando en cuenta, todos los antecedentes antes expuestos, surge la idea de abordar el
abordada.
Por otro lado, el desarrollo del presente estudio, es un hecho viable de concretar, puesto
que existe un vasto sustento teórico, publicado en diferentes fuentes de información, las
cuales serán debidamente referidas, obteniendo información clave y pertinente, que coadyuve
en la consecución de los objetivos pretendidos; por otro lado, se espera que la investigación
culminada, sea utilizada como antecedente o fuente de consulta fiable, para desarrollar
futuras investigaciones.
clara, concisa y comprensible, las conductas agresivas frecuentes en los niños que hayan sido
víctimas de abuso sexual, los factores que intervienen en la desregulación emocional y los
específicos, contemplan los siguientes: conceptualizar el abuso sexual infantil; reconocer los
factores que intervienen en la desregulación emocional de los niños víctimas de abuso sexual;
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2. Metodología
clara y concisa, el concepto de abuso sexual infantil, las principales conductas agresivas
frecuentes en los niños que hayan sido víctimas de estas agresiones y los factores que
Por otro lado, los artículos que permitieron abordar la temática planteada en la presente
consecuencias emocionales.
publicadas durante los últimos 5 años, es decir, que daten desde el 2017.
colectiva.
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En lo que se refiere a los criterios de exclusión, los estudios que no fueron considerados
para el desarrollo de la presente investigación, fueron las publicaciones que daten, del año
2016 o antes.
Las fuentes de información que fueron consideradas, para obtener los fundamentos
teóricos necesarios que permitan concretar los objetivos del presente estudio, fueron: Google
siguiente manera: una vez que se aplicó los diferentes filtros de búsqueda en cada una de las
para luego realizar dos lecturas minuciosas, logrando reducir en gran medida, la cantidad de
población adulta, publicaciones que tenían años de publicación, publicaciones sobre casos y
por ultimo aquellas publicaciones que abordaban el abuso sexual desde la perspectiva
judicial.
Los estudios y artículos fueron agrupados en las siguientes categorías: tipo de estudio,
pertinente, lo que permitió obtener un sustento teórico fiable que permitió concretar la
Todas las publicaciones seleccionadas para el desarrollo del presente estudio, fueron
La violencia o abuso sexual, es referido por Dannemann (2019), como “un acto sexual
cometido sobre una persona, de manera forzada u obligada, lo que implica cualquier contacto
físico u otra experiencia que la víctima no desea cometer” (p. 13); es decir, son diferentes
agresiones sexuales, que contemplan situaciones que van desde un continuo acoso verbal,
hasta el acceso carnal ineludible, por medio de la fuerza física, humillación o intimidación
cualquier contexto, sin diferir la relación que el victimario mantenga con la víctima,
Esta modalidad de agresión, incluye también, las insinuaciones sexuales no deseadas que
una persona puede demostrar hacía otra, sin importar las características sociodemográficas de
la víctima, por ello, ningún individuo se encuentra exento de sufrir alguna experiencia de esta
índole, en algún momento de su vida. Este abuso sexual, ocurre cuando alguien presiona u
obliga a un hombre o mujer, a cometer ciertos hechos que produzcan ciertos niveles de placer
Las agresiones sexuales son referidas por Ordoñez (2020), como un delito penado, según
cometidos, lo cual contempla sanciones que van desde la privación de la libertad por un
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Al respecto, según Morán & Pinzón (2017), el abuso sexual implica diferentes actos donde
copulativas, que son percibidas como indignas o denigrantes, por el miedo a las amenazas
Este tipo de abuso o agresión, pueden incluir acciones como el contacto sexual con una
Por otro lado, se contempla también el contacto de naturaleza sexual con menores de edad,
el intento o consumación de una violación -acceso carnal- y las caricias por encima o debajo
contacto físico con la víctima, tal es el caso del voyerismo, el exhibicionismo, el acoso o
intimidación, el hecho de obligar a una persona, que pose para capturar fotos eróticas o enviar
Finalmente, para que se produzca una agresión sexual, según Cádiz (2017), el agresor
puede coaccionar a una persona por medio de acciones como: el uso progresivo de la fuerza,
extorsionar o amenazar con cometer cierto acto, que atente sobre la integridad de la víctima o
de su entorno familiar.
Todos los niños y niñas del mundo entero, indistintamente de su lugar de procedencia o
pertinencia cultural, tienen derecho a formarse de manera integral, lo que implica el correcto
manifiesto, a su propio ritmo y tomando como base, las diferentes experiencias individuales
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y/o colectivas, que fueran desarrolladas en un contexto determinado (Nuñez, 2018). En este
acciones y espacios que permitan a los infantes, auscultar una serie de dudas e inquietudes
cronológica, no les permite comprender a nivel cognitivo, lo que está sucediendo, mucho
correcta, dichas experiencias traumáticas, por lo que resulta fundamental, tratarlos de forma
En este sentido, el abuso sexual infantil, reconocido por las siglas ASI, conlleva la
persona adulta, sobre los individuos que atraviesen la etapa de la niñez y la adolescentes,
etapas de transición, donde se pone de manifiesto una serie de cambios físicos, conductuales
(Nuñez, 2018).
Este abuso infantil, según Ortiz (2020), aborda diferentes situaciones donde el adulto
mantenga contacto físico o utilice al infante de manera visual, para satisfacer su propia libido
capacidad necesaria, para consentir dicho suceso, puesto que desconoce a ciencia cierta, las
verdaderas implicaciones que esto trae consigo, sobre su bienestar a nivel físico, emocional y
preparado a nivel físico, cognitivo y psicológico, para consentir y/o participar en actos de
carácter sexual, sea que haya contacto físico o no; por ende, el abuso sexual infantil,
contempla cualquier situación, donde una persona adulta, se ve involucrada sexualmente con
un menor de edad, delito que atenta contra las normativas legales de un país y altera la
Por consiguiente, todos los hechos que forman parte del abuso sexual infantil, son
ejecutados por uno o más adultos, de manera forzada o en base a la continua persuasión,
aprovechándose de la inocencia y/o la falta de experiencia que poseen los niños y niñas, en
naturaleza sexual, es satisfacer los instintos sexuales del abusador, quien busca obtener placer
carnal, por medio de actos que incluya la penetración anal o vaginal, la práctica de sexo oral
o cualquier suceso donde no haya contacto físico directo entre la víctima y el victimario
El abuso sexual infantil, según Orjuela & Rodríguez (2018), puede dividirse en dos
grupos: en primer lugar, se encuentran aquellas conductas sexuales, donde hay contacto físico
– corporal, entre el adulto y el infante, denotando entre ellas: el tocamiento de las partes
íntimas de los niños/as, el sexo oral, el coito y la masturbación; por otro lado, están los
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como el exhibicionismo, el voyerismo, la captura de fotos eróticas y el compartimiento de
El desarrollo de estas agresiones sexuales, pueden llevarse a cabo por medio de besos,
roces corporales, frotamiento de los genitales, tocamiento de las partes íntimas y el acceso
carnal vía vaginal, anal u oral. Estos hechos según Zambrano & Dueñas (2019), son
consumados por el adulto sobre el niño/a, o a su vez, el victimario solicita que sea el infante
quien se las haga, para lo cual, se utiliza diferentes elementos como: sus genitales, la boca, las
Por otro lado, el hecho de promocionar material pornográfico donde participen niños/as o
se los prostituya de manera directa, también son agresiones sexuales; así como los actos
donde se les exija presenciar a personas manteniendo relaciones sexuales en su delante o que
observe cualquier contenido visual pornográfico, situaciones que pueden darse una única vez
Los niños que son agredidos sexualmente, se sienten culpables y muestran cierto miedo a
recibir un castigo por parte de su entorno familiar próximo, situación que deriva de la poca o
nula educación sexual recibida en sus hogares o contextos educativos (OPS, 2018). La mayor
parte de estos casos, tiene lugar por medio de amenazas y el uso progresivo de la fuerza, por
lo que los infantes, deciden callarse y no pedir ayuda, desarrollando una serie de trastornos
próximo, destacando entre ellos: los padres, padrastros, hermanos, cuñados, primos, abuelos,
términos que no van acorde a su edad cronológica y otras alteraciones que repercuten en las
Ante esta realidad, según Alava & Veliz (2018), es fundamental brindar un seguimiento
continuo al desarrollo de los niños y niñas, fomentar una comunicación intrafamiliar asertiva,
donde prime la confianza mutua y sobre todo, abordarlo con un profesional especializado en
la temática, por cuanto muchas de las víctimas, no evidencian ninguno de los síntomas
En Ecuador, el abuso sexual infantil, es referido como un delito, por ende, cuando una
persona adulta, es acusada de haber cometido alguna agresión de esta índole, debe enfrentar
un proceso judicial, que deriva en una serie de sanciones estipuladas y vigentes en el Código
Orgánico Integral Penal, las cuales pueden ir desde una pena privativa de libertad, de 5, 7, 10
hasta los 26 años, conjuntamente con el pago de una multa, según los agravantes que el
estudio desarrollado por Pinto & Pereda (2017), abordado con una muestra de 464 infantes,
del Norte de Chile, se concluye que, el 8% de niños del sexo masculino, fueron víctimas de
algún abuso sexual, a una edad media de 9 años; en el caso de las mujeres, este tipo de
agresión estuvo presente en el 21% de casos, manifestándose en una edad media de 8 años. El
63% de agresores fueron personas allegadas a su entorno familiar, tales como padres, tíos y
expone que la mayor prevalencia de abusos sexuales, recae en el 77% de niñas del sexo
femenino, frente el 31% de niños varones. La edad en la que empezaron las agresiones
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sexuales, concuerda entre los 5 a 9 años, siendo los principales agresores, sus propios
familiares, ocasionando en los infantes, trastornos psicológicos que han dificultado sus
relaciones interpersonales.
En Brasil, no se cuenta con datos fiables, que permitan tener una perspectiva real de esta
problemática, no obstantes, estudios como el desarrollado por Souto et al. (2018), abordado
con una población conformada por 623 infantes de Sao Paulo, concluye que las niñas son más
propensas a sufrir de abuso sexual. En cuanto a la edad, el 58% de casos, tuvieron lugar entre
los 12 a 14 años, y en los niños, el 67% de hechos, sucedieron entre los 5 a 9 años. Además,
casos en edades que no superan los 10 años, situación que tiene lugar fuera de sus hogares
(OICI, 2020 ).
En el territorio Peruano, la realidad concuerda con los datos referidos, por cuanto según el
estudio llevado a cabo por Gamarra et al. (2020), donde se consideró la población infantil de
las provincias de Huánuco y Leoncio Prado, las niñas y adolescentes mujeres, son el grupo
frente al 29% de varones. Los autores concluyen también, que el 83% de casos, ocurrieron en
edades que oscilan entre los 8 a 14 años, siendo los principales agresores, personas allegadas
s su círculo familiar.
Además, según la organización Aldeas Infantiles del Perú, entre el 2018 y 2019, las
representando el 45% de causas, por las que se han generado denuncias judiciales. El 79% de
abusos, recae en las niñas mujeres y el 21% en niños varones; el 81% de hechos, tuvieron
lugar dentro de su domicilio, siendo el agresor, algún miembro de su familiar (AIP, 2019).
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En el contexto nacional, Ecuador registra una media de 42 denuncias diarias, por
diferentes agresiones sexuales en los infantes, de las cuales, el 83% de casos, corresponde a
niñas mujeres y el 17%, a niños varones. Al respecto, según el informe emitido por el
Estos datos son corroborados por la Organización Mundial de la Salud (2021), que afirma
que en el Ecuador, una de cada cuatro niñas mujeres y uno de cada seis niños varones, han
sido víctimas de alguna agresión sexual, siendo la edad media donde ocurre la agresión por
primera vez, entre los 7 a 9 años. Además, según Martínez (2020), el 65% de agresores, son
Al respecto, en el estudio desarrollado por Morán & Pinzón (2017), se concluye que las
niños/as. En el primer escenario, el 83% de los agresores, resultan ser los propios padres o el
Esta premisa concuerda con los resultados expuestos por Losada & Jursza (2019), quienes
refieren que los principales responsables del abuso sexual, son los familiares allegados al
infante, como el progenitor, tíos, abuelos, cuñados y primos; en tanto que as agresiones
sexuales cometidas fueran del hogar de la víctima, tienen como protagonista agresor, a los
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En lo referente a la recurrencia de la violencia sexual infantil, según Conceicao et al.
(2019), el 82.7% de casos, fueron cometidos cuatro veces o más, en tanto que el 17.3% de
hechos, se dieron por una única vez. Estos datos concuerdan con el estudio de Escribano &
ocasión.
Por otro lado, el 90% de niños y niñas que fueron víctimas de alguna agresión de carácter
López (2019), afirma que los niños y niñas que resultaron victimas de un abuso sexual,
pueden presentar secuelas a corto, mediano y largo plazo, denotando entre estas: lesiones en
el lugar por donde pudo haber sido accedido carnalmente, embarazos no deseados, contagio
sustancias psicoactivas.
Entre los factores de riesgo que aumentan la vulnerabilidad de un niño/a, para ser víctima
que sancionen las agresiones sexuales y la falta de educación sexual, infieren para que un
En el estudio abordado por Cervantes (2017), destacan los siguientes factores de riesgo:
individuales, que son aspectos como el sexo del infante, evidenciando mayor prevalencia de
abusos sexuales, en las niñas mujeres, la presencia de alguna discapacidad, poca injerencia
separación de los progenitores, bajo nivel educativo de los padres o el hecho de ser parte de
una familia monoparental, con carente apoyo sociofamiliar; y sociales, que incluyen la
pobreza, vivir en una familia extensa o en lugares donde se promueva el turismo sexual.
sexual infantil, guardan relación con las practicas deficientes de crianza, presenciar actos de
Las emociones, según Pinedo & Pacheco (2017), son “todas las reacciones producidas por
el organismo del ser humano, frente a un estímulo interno o externo, que proceda en un
entorno determinado” (p. 83); es decir, las respuestas orgánicas que una persona experimenta
para lograr una efectiva adaptación ante un contexto y/o situación específica.
Etimológicamente, el término emoción, proviene del vocablo latín emotio, que hace
alusión al movimiento o impulso del ser humano, lo que contempla una serie de reacciones
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para abordar de manera llevadera, cualquier circunstancia que se le pudiera presentar en su
Jhonson & Saletti (2020), afirma que las emociones experimentadas por el ser humano, le
permiten adaptarse a una situación determinada, motivarse para ejecutar ciertas acciones y
llevar a cabo un acto comunicativo que facilite su interacción social; no obstante, estas
respuestas fisiológicas no garantizan que una persona pueda cometer errores a nivel
circunstancias lo ameriten.
En este sentido, la regulación emocional es la capacidad que desarrolla una persona, para
expresar sus emociones de forma pertinente y acorde a las situaciones que se presenten; en
otras palabras, conlleva el hecho de actuar de manera consciente y acorde a las normas de
contempla la capacidad del ser humano para moldear su accionar, en base a las experiencias
(Serrano, 2018).
Bajo esta premisa, la desregulación emocional es referida por Rodríguez & Pelaz (2017),
como una manera pobre de expresar las emociones y sentimientos, lo cual atenta sobre las
deficiente control que tiene un individuo para manifestarse, llevándolo a actuar de forma
impulsiva o alterada, sin medir las diferentes implicaciones que esto puede traer consigo a
vulnerable a actuar en base a sus emociones y sentimientos, lo cual puede resultar nocivo
para su bienestar o ayudarlo a afrontar de manera efectiva, los continuos cambios que se
puede ocasionar una serie de trastornos que afecten la personalidad y conducta de una
persona, hecho que se pondría de manifiesto, en su diario accionar con relación a su entorno
El comportamiento humano, según Corominas & Cantos (2018), es “el resultado de las
mantenga con el entorno próximo” (p. 117); por ello, cuando cualquiera de estas dimensiones
Estos problemas surgen con frecuencia, durante los primeros años de vida de una persona,
por ello, la etapa de la niñez, es fundamental para afianzar ciertas capacidades y habilidades,
Entre las principales características que presenta una persona, con desregulación
perciben con frecuencia, cierto vacío existencial, hay dificultad para mantener relaciones
escuela, que muchas veces, terminan en agresiones físicas y verbales, son vulnerables al
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llanto y agresividad, evidencian conductas suicidas y desarrollan adicciones a un sin número
durante los primeros años de vida de un individuo, como consecuencia de ciertos sucesos
traumáticos, que haya tenido que afrontar de manera personal o colectiva, denotando entre
El abuso sexual infantil, implica una serie de agresiones donde se pone de manifiesto, el
poder que tiene una persona adulta, para obligar, forzar o persuadir a un infante, a que
mental, social o comportamental (OMS, 2020). Esta realidad, según el estudio abordado por
García & Peña (2018), repercute de manera negativa, en la capacidad de los niños/as, para
controlar y regular sus emociones, mostrando una conducta meramente impulsiva, donde el
infante se auto percibe de manera negativa o pesimista, llevándolo a ser agresivo o poco
tolerante con su entorno próximo, lo que dificulta su capacidad para adaptarse e interactuar
en un medio determinado.
Esta aseveración concuerda con lo expuesto por Medina et al. (2021), quien afirma que las
víctimas de abuso sexual infantil, evidencian cierta desregulación emocional que les impide
controlar su conducta frente a un escenario social determinado, por lo que se muestran poco
niños que hayan sido víctimas de abuso sexual, destaca la susceptibilidad genética del niño/a,
por cuanto, gran parte de estos infantes, tienen mayor probabilidad que otros, para ciertas
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dificultades en relación al hecho de controlar sus emociones y sentimientos, posterior a haber
Otro de los factores que inciden para que los niños que hayan sufrido de alguna agresión
sexual, desarrollen una desregulación emocional, según Acuña (2017), están ciertos aspectos
asociados al entorno socio familiar donde se desenvuelvan, denotando entre ellos, la poca
formación educativa de los padres, el sentirse aislado de los demás miembros de su familia o
no haber recibido una guía acertada, en relación al correcto manejo de sus emociones.
tiempo antes de ser agredido sexualmente por un adulto, aumenta su vulnerabilidad para
actos, donde prevalezca la ira, la agresividad y la poca tolerancia, ante situaciones o personas
que le recuerden al abuso del que fue víctima, sin poder controlarlas por si solos y/o volver a
La revictimización del infante que fuera abusado sexualmente, es otro factor que
angustia y miedo, al momento de volver a contar lo sucedido. Esto lo lleva a cabo, los
Según el estudio abordado por Rivera (2021), diferentes situaciones como: preguntar por
repetidas veces, cómo sucedió la agresión sexual, realizar cuestionamientos que no están
directa al agresor y otras acciones que pretenden establecer ciertos detalles que ayuden a
esclarecer, el escenario por el que atravesó el niño/a, puede influir para que pierdan el control
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de sus emociones, generando trastornos psicológicos que condicionen su interacción social y
de igual manera en todos los casos, por cuanto es una realidad que deriva de sus
pobre, donde los progenitores tenían limitada formación educativa y no recibieron las pautas
necesarias, que ayuden a consolidar una estabilidad comportamental; por otro lado, el 78% de
dicha población, tenían una edad que oscilaba entre los 6 a 13 años, siendo el sexo femenino,
Hernández & Saldarriaga (2019), señalan que los aspectos relacionados a la frecuencia de
la agresión sexual, el grado de afectación que sufrió la víctima, el nivel de violencia física,
intimidación y amenazas recibidas por parte del agresor, también inciden para que el niño/a
La relación que la víctima mantenga con el agresor sexual y las implicaciones que
acontecieran, una vez descubierto el abuso, a nivel social, educativo y familiar, también son
En la publicación de Cabrera et al. (2020), se pudo determinar, que el 79% de infantes que
perdieron el control de sus emociones, luego de haber sido agredidos sexualmente, mantenían
una relación afectiva cercana con el victimario, es decir, eran personas allegadas su entorno
familiar; así mismo, en el 81.6% de casos, una vez que se descubrió el hecho, la versión del
niño/a agredido, fue puesta en duda, siendo estigmatizado por sus familiares, amigos,
compañeros del salón de clases y miembros del contexto social donde se desenvolvían,
emocional, en los niños/as que hayan sido agredidos sexualmente, se prolongan a lo largo de
su ciclo vital, condicionando su desarrollo a nivel social, conductual y psicosocial (Rúa &
Pérez, 2018). Entre estas secuelas, se encuentran las siguientes: el infante se asila
fobias y pierden la motivación o gusto por realizar ciertas actividad, que antes le parecieran
La desregulación emocional, que presentan los niños y niñas que hayan sido víctimas de
primer grupo, incluyen trastornos emocionales como: cuadros de depresión, ansiedad y estrés,
consumación del hecho. En el segundo en cambio, se encuentran ideas ilógicas con relación
actos, lo que repercute en su salud mental, a corto, mediano y largo plazo (Rico & León,
2019).
La conducta agresiva, es referida por García & Cándido (2017), como un comportamiento
del ser humano, donde se pone de manifiesto sentimientos de rabia, ira y el anhelo de causar
daño físico o psicológico, sobre otra persona, animal o algún elemento que se encuentre en su
entorno” (p. 17); es decir, contempla ciertas acciones violentas que son ejecutadas por
lesionar a alguien, como medio efectivo para afrontar ciertas circunstancias, que susciten en
su diario desenvolver.
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Este comportamiento agresivo, contempla un estado emocional asociado a una serie de
acciones que le permiten a una persona, solventar diferentes necesidades básicas y adaptarse
a un contexto determinado. Bajo esta premisa, dicha conducta incluye sentimientos de odio y
poca tolerancia, que se ponen de manifiesto, por medio de actos físicos y verbales, orientados
a causar daño o herir a alguien, trayendo consigo, un sin número de secuelas que pueden ser
distinta intensidad, según la situación o estimulo que reciba la persona, abordando desde
manifiesto por medio de golpes, patadas u otro accionar que busquen causar daño (SEMI,
está asociado con ofensas, provocaciones mediante el uso de la palabra o un lenguaje donde
Entre los objetivos que pretende concretar una conducta agresiva, está el hecho de
producir daño sobre alguien o algo en específico, influir sobre el comportamiento de las
víctimas, reflejar cierto poder sobre lo que lo rodea y cuidar la imagen o reputación del
objetivo que se pretende concretar con estas acciones; el grado de control que el agresor tiene
sobre sus actos, pudiendo darse de manera consciente o inconsciente; el tipo de agresiones
ejecutadas, lo cual incluye hechos verbales o físicos; a quien va dirigida la agresión, a una
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En lo que se refiere a la conducta agresiva infantil, son todas las acciones ejecutadas
intencionalmente por los niños y niñas, en el contexto social, familiar o educativo donde se
desenvuelva, lo que implica actos como dar golpes, rasguños, jalar el cabello, hacer rabietas,
llorar de manera intensa, promover burlas u ofensas por medio del uso de palabras
La conduta agresiva infantil, según Pinedo (2018), es percibido como uno de los retos más
difíciles de sobrellevar por parte de los padres y personas al cuidado de un niño/a, por cuanto
relación asertiva y armónica. Este comportamiento de los infantes, surgen como un trastorno
concretar ciertos objetivos que no son capaces de lograrlo por medio las habilidades y
destrezas que haya logrado desarrollar. Además, según García et al. (2020), los actos
agresivos de un infante, son ejecutados frente a hechos o acontecimientos que haya tolerado
por un tiempo significativo, hasta que su psiquis no aguanta más presión y decide explotar sin
Entre las causas de mayor prevalencia, que inciden para que los niños/as evidencien
ciertas conductas agresivas, dirigidas a las personas, animales u objetos que se encuentren a
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recibidas, tal es el caso del abuso sexual, ya sea que incluya actos corporales o no (Hernández
En el caso de los niños que hayan sido víctimas de abuso sexual, tienden a presentar
demás, lo que dificulta mantener relaciones interpersonales efectiva con sus pares y otras
personas que hagan parte de su entorno sociofamiliar próximo. Para el infante con estos
ocasionando roces verbales, que muchas veces terminan en agresión físicas, por lo que es
En la publicación de Losada & Jursza (2019), los autores exponen que los infantes que
Entre los principales comportamientos agresivos que evidencia esta población agredida, se
encuentra la rebeldía, la desobediencia y la impulsividad, aspectos que los llevan a actuar, sin
analizar las implicaciones que esto traiga consigo, a corto, mediano o largo plazo, siendo las
causas comunes del 89% de agresiones físicas, protagonizadas por estos niños/as.
Según Portillo (2018), los niños/as que hayan sufrido de algún abuso sexual, tienden a
presentar una serie de conductas agresivas, que les impiden acceder a nuevas experiencias
frecuencia con la que haya sucedido la agresión, por ello, los infantes agredidos por varias
veces, son más vulnerables a presentar un accionar agresivo, siendo la consecuencia directa,
25
Estos niños/as agredidos sexualmente, presentan un significativo cambio temperamental,
lo que no les permite gestionar de manera correcta, sus emociones, mostrándose más alerta a
todo lo que acontece a su alrededor, manteniendo en todo momento, una actitud tosca u
hostil, por ende, son mayores las posibilidades para que estos infantes empiecen una
discusión o pelea, la por medio de agresiones verbales y físicas que buscan causar daño o
El alto nivel de agresividad con el que se haya cometido el abuso sexual infantil, influye
sus pares u otras personas de su entorno, continuas rabietas y desobediencia a los adultos de
su hogar o contexto educativo, tendencia a mentir o engañar sin medir las implicaciones que
ponen de manifiesto con mayor incidencia, a partir de los 3 a 4 años de edad, situación que se
reduce en gran medida, en edades que oscilen entre los 6 a 12 años; por otro lado, mientras el
individuo avance por su etapa de niñez y adolescencia, es decir, vaya cumpliendo años, las
En la publicación de Cuenca & Mendoza (2017), abordado con una población de niños/as
y adolescentes, que fueron víctimas de abuso sexual, cuya edad oscilaba entre los 9 a 17 años
conductas agresivas, como medio de escape a los cuadros de ansiedad y depresión que
presentaban por las agresiones recibidas, siendo los comportamiento de mayor prevalencia:
26
los insultos, los golpes, las amenazas y muestras incontrolables de rabia, requiriendo ayuda
Los niños y niñas que hayan sido agredidos sexualmente, requieren intervenciones
especiales, donde un profesional debe promover los espacios y acciones que coadyuven en la
necesarias, para garantizar una correcta adaptación e interacción social, frente a un contexto
Según Almeida & Gonsalves (2018), el 89% de los niños/as que sufrieron de alguna
agresión de naturaleza sexual, presentaron conductas agresivas como las peleas con sus pares;
en tanto que el 78% mostraron mayor predisposición a cometer actos de destrucción, sobre
En gran parte de los casos, los niños/as víctimas de abuso sexual, que han presenciado
actos de violencia verbal o física, son quienes presentan mayor vulnerabilidad, a cometer una
circunstancias parecidas, en las que fueron agredidos. Este accionar, genera un refuerzo
positivo sobre la identidad de la víctima, sin embargo, a medida que pasan los años, cualquier
motivo o situación, puede desatar un conducta agresiva (Almeida & Gonzalves, 2018).
Como punto final, es menester mencionar, que estas conductas agresivas también se ven
influidas por el entorno familiar de los niños/as, que hayan sido victimas de una agresión
sexual, por cuanto, en muchos contextos, no encuentran el apoyo y la confianza requerida por
el infante, lo cual incide para que se conviertan en individuos aislados, antipáticos y carentes
de cordialidad, aspectos que inciden en la violencia física y verbal (Coronel & Suárez, 2020).
27
4. Conclusiones
los países del mundo, el cual conlleva la ejecución intencionada o premeditada, de diferentes
agresiones sexuales por parte de una persona adulta, sobre los individuos que atraviesen la
El abuso sexual infantil, aborda diferentes situaciones donde el adulto mantenga contacto
físico o utilice al infante de manera visual, para satisfacer sus pretensiones sexuales o el de
otra persona, para lo cual hace uso de la intimidación, amenazas o la persuasión, debiendo
sentimientos, es decir, un control deficiente para manifestarse ante una situación determinada,
Entre los factores que intervienen en la desregulación emocional, en los niños y niñas que
hayan sido víctimas de un abuso sexual, se encuentran: el sexo del infante, la carencia de
injerencia parental, poca atención afectiva, separación de los padres, bajo nivel educativo de
los progenitores, baja situación socioeconómica del entorno familiar, vivir en una familia
Otros aspectos que inciden en esta problemática, se encuentran: las practicas deficientes de
crianza, presenciar actos de violencia en el hogar, convivir con otras personas, el consumo de
infante, la susceptibilidad genética del niño/a, el sentirse aislado de los demás miembros de
28
grado de afectación que sufrió la víctima, el nivel de violencia física, intimidación y
amenazas recibidas por parte del agresor; y finalmente, la presencia de diversas alteraciones
conductuales y cognitivas.
sentimientos de rabia, ira y el anhelo de causar daño físico o psicológico, sobre otra persona,
Entre las conductas agresivas que los niños/as que hayan sido víctimas de abuso sexual,
presentan con mayor frecuencias, se encuentran las agresiones físicas y verbales. Las
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6. Glosario
Abuso: acción y efecto de abusar, usar mal,excesivamente,injusta o indebidamente algo o
alguien.
Víctima: persona o animal que sufre un daño o un prejuicio a causa de determinada acción.
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7. Anexos
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