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• Conceptualización: Entendemos como violencia sexual hacia los/ las menores tanto el abuso como la
agresión sexual a menores de 18 años. A diferencia de la conceptualización jurídica, en la cual se
diferencia la agresión sexual del abuso sexual por la utilización de violencia o intimidación por parte del
agresor en las agresiones, en Psicología no se establece una distinción tan clara, llegándose a emplear
indistintamente ambos términos, ya que se presta mayor atención a la afectación que produzca y cada
autor establece su propia terminología. En general se considera que el abuso sexual infantil viene
determinado por dos criterios:
Hay que señalar, que la presencia de estos síntomas no determina que un/a menor haya sufrido
abuso sexual sino que informa sobre la posibilidad del mismo y por tanto la necesidad de investigar al
respecto. De hecho, excepto la sintomatología de tipo sexual, ninguno de estos signos es específico del
abuso. Incluso hay situaciones, como las de negligencia en materia de educación sexual, en las que los/las
menores pueden presentar conductas o conocimientos sexuales inapropiados pero no haber sufrido
violencia sexual.
• Qué hacer cuando se detectan indicadores de violencia sexual: Lo principal siempre es buscar la
protección del/la menor. A partir de nuestra experiencia, podemos hacer una serie de recomendaciones
generales:
1. Si es el/la menor quien realiza una verbalización sobre lo sucedido debemos procurar
escuchar activamente, no reaccionar de forma excesivamente alarmante ni actuar como
si no fuese cierto o importante lo que nos relata, no hacer comentarios de tipo
culpabilizador ni de incredulidad y reforzarle por haber sido capaz de manifestar lo que
le estaba sucediendo e incidir en su falta de responsabilidad en lo sucedido.
2. Si el/la menor no realiza ninguna verbalización y se detectan otros indicadores, se
recomienda llevar a cabo una indagación con el/la menor que no pueda contaminar las
posteriores exploraciones, siempre bajo la supervisión de especialistas en la materia.
3. Tranquilizar al/la menor (miedo hacia el abusador, reacciones de otras personas, etc) y
mostrar nuestro apoyo asegurándole que buscaremos la forma de ayudarle.
4. En caso de ser familiares o conocidos del/la menor se recomienda acudir a
profesionales de referencia, como los que pertenecen a los Servicios Sociales o a los
Centros escolares, éstos deben contar con protocolos de actuación para sospechas de
abuso y otras formas de maltrato.
5. Cuando el técnico de primera instancia recibe este tipo de casos, se aconseja recabar
toda la información posible del entorno y recabar información directamente del/la
menor si el técnico tiene formación para ello. Se deberá estimar según la información
obtenida si es necesario un reconocimiento médico e iniciar el procedimiento legal.
Siempre se recomienda ponerse en contacto con especialistas para que lleven a cabo
una evaluación más exhaustiva, aportando mediante informe todos los datos recogidos.
En el caso de que se valore que la sospecha no es descartable se recomienda derivar al/la menor a
especialistas para que procedan a una evaluación médica y psicológica.
• Exploración clínica integrada: El objetivo de la evaluación puede ser valorar la sospecha existente
y/o el impacto de la victimización en el/la menor. Es aconsejable llevar a cabo una valoración a través de
todas las fuentes de información disponibles, siendo las principales:
• Sistema de Análisis de la Validez de las Declaraciones (SVA): Es la técnica que más se utiliza para
evaluar la sospecha de abuso. Se debe siempre tener en cuenta sus limitaciones.
Componentes:
1. La entrevista sobre los hechos: Inicialmente con preguntas abiertas, solicitando el relato libre
de lo sucedido y posteriormente con preguntas aclaratorias de carácter más cerrado. En todo
momento se debe procurar que no se trate de un interrogatorio que sesgue o sugestione las
respuestas del/la menor. Especial atención en el caso de menores de corta edad.
2. El Análisis del Contenido Basado en Criterios (CBCA): Consta de 19 criterios cuya adecuada
aplicación depende de la experiencia en la materia de los evaluadores y su capacidad para
realizar una valoración global.
3. La aplicación del listado de criterios de validez: Se evalúan varios aspectos externos a la
declaración propiamente dicha: Características psicológicas de la supuesta víctima,
características de la entrevista realizada, posibles motivaciones para realizar una alegación falsa
y otras cuestiones relativas a la consistencia con otros datos.
Con la información obtenida a través de estos elementos y la adicional que se posea, se debe llegar a
una valoración final dentro de las cinco categorías de credibilidad (muy probablemente creíble,
probablemente creíble, indeterminado, probablemente increíble, muy probablemente increíble).
CATEGORÍA CRITERIOS
1. Estructura lógica
CARACTERÍSTICAS GENERALES 2. Elaboración no estructurada
3. Cantidad de detalles
4. Incardinación en contexto
5. Descripción de interacciones
CONTENIDOS ESPECÍFICOS 6. Reproducción de conversaciones
7. Complicaciones inesperadas durante el incidente
8. Detalles inusuales
9. Detalles superfluos
PECULIARIDADES DEL 10. Incomprensión de detalles relatados con precisión.
CONTENIDO 11. Asociaciones externas relacionadas.
12. Alusiones al estado mental subjetivo del menor.
13. Atribuciones al estado del agresor.
14. Correcciones espontáneas.
15. Admisión de falta de memoria.
CONTENIDO RELACIONADO CON 16. Dudas sobre el propio testimonio.
LA MOTIVACIÓN 17. Autodesaprobación.
18. Perdón al agresor.
ELEMENTOS ESPECÍFICOS 19. Detalles característicos.
DE LA AGRESIÓN
• Diseño del plan de intervención: Se debe procurar aunar algunos aspectos del tratamiento con la
evaluación, siempre y cuando no repercutan negativamente en los objetivos de cada proceso. Si en la
evaluación de la sospecha de abuso/agresión sexual, no se ha llevado a cabo una análisis exhaustivo de las
consecuencias psicológicas, o los resultados se refieren a un momento pasado muy lejano, deberá
realizarse una nueva valoración. Tras contar con esta información se procederá a diseñar un plan de
intervención teniendo en cuenta:
V. INTERVENCIÓN FAMILIAR:
• Apoyo psicológico: Cuando se detecta que la victimización del/la menor afecta de forma importante
a algún familiar se considera necesario que éste reciba también atención psicológica de forma individual.
Resulta imprescindible que existan contactos con los organismos sociales del entorno de la víctima:
Colegio, Servicios Sociales, otras asociaciones, etc... tanto para recibir información social, como para
coordinarse en intervenciones.
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Celia Nevado Fernández.
Psicóloga del Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (C.A.V.A.S.) de Madrid