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Resumen

Este texto completo es la transcripción editada y revisada de una


conferencia dictada en el XXII Curso de Avances en Gastroenterología,
Trastornos Digestivos Funcionales, organizado por la Sociedad Chilena de
Gastroenterología el año 2002. Editor Científico: Dr. Juan Carlos
Glasinovich.

 
El paciente con meteorismo crónico es aquel que presenta dificultades con el
gas intestinal. Desde la boca hasta el extremo anal, se pueden encontrar tres
formas de presentación: eructación excesiva; distensión abdominal; y
eliminación de gases por vía rectal en forma de pedos o ventosidades muy
frecuentes, voluminosos o malolientes.

Eructación excesiva
Eructar ocasionalmente es normal; en algunas culturas incluso representa un
signo de satisfacción, de buena educación. Los componentes principales del
eructo son nitrógeno y oxígeno (aire); al contrario de lo que creen los
pacientes, quienes piensan que es gas generado en el estómago, es aire que es
deglutido durante la alimentación, junto con la saliva.

Los volúmenes de aire que se ingieren normalmente son apreciables. Esto se


ha cuantificado mediante tomografía computarizada ultrarrápida, con lo que se
ha podido establecer que 10 ml de agua se acompañan de 17 ml de aire, de
modo que una ingesta líquida de alrededor de 1,5 litros diarios se acompaña
de la ingesta de 2,5 litros de aire, aproximadamente.

La eructación excesiva es un síntoma relativamente frecuente, como único


motivo de consulta o acompañando a otros síntomas. En el paciente que
consulta por este motivo suele corresponder a un mal hábito, generalmente
muy arraigado, de deglución crónica de aire. Son personas que, al sentir una
tensión epigástrica, intentan aliviarla deglutiendo aire y eructando, pero esta
eructación es parcial o no resuelve la sensación de malestar, y el paciente
vuelve a deglutir aire, lo que se repite interminablemente.

Con frecuencia este problema se asocia con tensión o ansiedad, de modo que,
en su inmensa mayoría, estos pacientes no tienen defectos orgánicos.
Ocasionalmente, el paciente asocia la eructación con otros síntomas, lo que se
debe tener presente, porque se puede asociar con síndrome ulceroso,
dificultad de vaciamiento gástrico, síndrome disfágico, etc.

El tratamiento es difícil. Los deglutidores crónicos de aire no aceptan con


facilidad el hecho de que la deglución de aire es la causa del problema y es
muy difícil hacerles comprender que no es aire que se produce sino aire que
degluten. Es un hábito de difícil corrección y, en este caso, la interacción con el
psiquiatra puede ser importante.

Si se detecta alguna enfermedad subyacente se debe tratar y así puede mejorar


la eructación; además, se debe identificar las situaciones de tensión y
manejarlas adecuadamente.

Distensión abdominal
El paciente describe una sensación de sobredistensión, la que, si es frecuente,
persistente o intensa, puede generar inquietud y consulta al médico. Los
pacientes suelen interpretarla como manifestación de exceso de gas intestinal,
aunque en varios estudios se demuestra que el volumen de gas intestinal es
normal.

En un par de estudios recientes se realizó un lavado del gas intestinal por


medio de una sonda que se localizó en el ángulo de Treitz y por la cual se
infundió argón, que es un gas que no se absorbe. El contenido intestinal
promedio de gas fue de 100 cc, con un máximo de 200 cc, tanto en los
controles, que no presentaban el síntoma, como en los pacientes con
distensión abdominal. Cuando se midió el área gaseosa mediante escáner
abdominal, en ausencia de síntomas y con sensación de estar sobredistendido,
no se apreció una diferencia significativa.

Los especialistas en el tema, particularmente Levy, en los Estados Unidos,


coinciden en que estos pacientes tienden a adelantar el abdomen, por
descenso del diafragma, y a acentuar la lordosis lumbar, en forma parecida a lo
que se ve en algunas pacientes con seudo embarazo.

Es frecuente la asociación con intestino irritable. En experiencias clínicas, en las


que se ha administrado a estos pacientes Psyllium, que es una fibra
fermentable por la flora colónica intestinal, o metilcelulosa, que no es
fermentable, se ha observado que en los susceptibles se inducen similares
sensaciones de distensión, no como consecuencia del gas, probablemente,
sino de la mera percepción que induce la fibra higroscópica empapada en
agua, que produce sensación de malestar.

Está demostrado que la tolerancia a la distensión con balones, en distintos


segmentos intestinales, es considerablemente menor en los pacientes
susceptibles, en comparación con las personas que no acusan síntomas de este
tipo.

En cuanto al tratamiento, aunque el volumen de gas intestinal sea normal,


puede ser útil tratar de reducirlo, porque el problema residiría en una menor
tolerancia a volúmenes normales de gas. También se debe educar respecto a la
deglución excesiva, porque puede tener participación.

La simeticona puede ser útil, aunque los datos al respecto son poco
significativos Actúa por transformación de múltiples burbujas pequeñas en
significativos. Actúa por transformación de múltiples burbujas pequeñas en
burbujas más grandes, las que se podrían eliminar con mayor facilidad por la
vía rectal.

También se puede considerar el uso de carbón activado; en Chile hay sólo un


preparado que lo contiene: el carbón sulfaguanidina, y no existe carbón
activado puro.

Se debe tratar el intestino irritable subyacente y se deben evitar las dietas


restrictivas, porque es difícil sostenerlas a largo plazo.

Eliminación de gas rectal


Puede ser motivo de consulta en dos circunstancias: ventosidades rectales
frecuentes, voluminosas o excesivamente malolientes. Estos dos tipos de
síntomas se deben interpretar por separado, porque los gases que contribuyen
al volumen de las ventosidades rectales se generan en el colon,
particularmente hidrógeno, amonio y dióxido de carbono, o provienen del aire
deglutido (nitrógeno y anhídrido carbónico), gases que constituyen
prácticamente 100% del volumen y no tienen un olor particular.

Por la vía rectal de los adultos normales pueden pasar entre 400 ml y 2.500 ml
de gas, con una frecuencia promedio de 10 ventosidades rectales al día,
muchas de las cuales pasan inadvertidas. El análisis de la composición del gas
rectal permitiría definir su origen, pero esto es difícil, pues no se dispone de
estas técnicas en la clínica habitual.

El gas rectal, especialmente nitrógeno, proviene de la deglución y de las


bacterias del intestino grueso y porción terminal del intestino delgado, y hay
un balance entre estos dos procesos. La producción de dióxido de carbono,
hidrógeno y metano se verifica a partir de sustratos fermentables, como los
hidratos de carbono. Las bacterias consumen estos gases, particularmente el
hidrógeno que se consume en 90%; en algunas personas cuya flora intestinal
hidrógeno, que se consume en 90%; en algunas personas cuya flora intestinal
es adecuada también se consume un porcentaje del metano.

Los pacientes con síndrome de malabsorción pueden sufrir de gasificación


intestinal excesiva; la absorción incompleta de los diversos hidratos de carbono
puede ser la causa de la llegada anormal de estos productos al colon. Sin
embargo, en la inmensa mayoría de los pacientes que sufren de ventosidades
rectales excesivas, el tracto gastrointestinal es anatómicamente normal y hay
que mostrar prudencia para no inducir en estos pacientes la sospecha de que
presentan patología gastrointestinal agregada.

Es importante conocer los tipos de hidratos de carbono, su origen y las causas


de mala absorción que condiciona un exceso de llegada al intestino grueso.

En el grupo de los hidratos de carbono simples está la fructosa, que se


encuentra en frutas, verduras, miel y bebidas gaseosas; se absorbe en el
intestino delgado por difusión facilitada, pero en forma menos eficiente que
otros monosacáridos. Como el transporte intestinal y la absorción de la fructosa
es más ineficiente, ésta puede llegar a zonas donde la flora bacteriana va a
actuar sobre ella.

Los disacáridos lactosa y trealosa, presentes en las callampas, también pueden


inducir meteorización en personas con baja actividad de lactasa o trealasa.

Los oligosacáridos, como filosa y estatiosa, se encuentran en las leguminosas y


otros vegetales, y los seres humanos no pueden digerirlos, por carecer de
alfagalactosidasa.

En cuanto a los hidratos de carbono complejos, hay una forma de almidón que
es resistente a la acción de la amilasa y que puede encontrarse en harinas,
frutas y vegetales, o bien el almidón llamado retrógrado, que se genera por la
elaboración de masas de harina de trigo cocidas y posteriormente refrigeradas.
En estos casos hay resistencia a la acción de la amilasa, ya sea natural o por
cristalización del almidón, lo que causa la llegada de estos productos a las
zonas con flora intestinal.

Las fibras vegetales que contienen los cereales, verduras y frutas causan exceso
de gas por ausencia de betaglicosidasa, necesaria para su digestión.

Una forma de aproximación clínica al paciente que consulta por la eliminación


excesiva de gas rectal es determinar si lo que predomina es la deglución de aire
o la fermentación bacteriana. Para comenzar, se debe preguntar por la
presencia de eructación excesiva, que sugiere deglución de aire, lo mismo que
la salivación excesiva y la asociación con tensión o estrés.

La distensión abdominal es propia de la deglución de aire; en cambio, la


relación con alimentos se asocia con fermentación bacteriana, lo mismo que la
producción de gases malolientes y durante la noche.

En cuanto al tratamiento, si la evaluación clínica señala que la deglución de aire


es significativa, se debe informar y educar al respecto. Cuando se demuestra
que el paciente presenta fermentación bacteriana excesiva y deficiente, el
manejo es más complejo.

Existen evidencias de que los antibióticos son ineficientes en el tratamiento,


tanto a mediano como a largo plazo, por lo que no se recomienda su uso, y los
probióticos tampoco han dado resultado.

Probablemente, la manipulación de la dieta y el manejo de los elementos


psicológicos y psiquiátricos son lo que más puede rendir, a sabiendas de todas
las limitaciones que tiene el cambio dietético a largo plazo, porque los
pacientes en general no se adaptan a las dietas restrictivas
pacientes, en general, no se adaptan a las dietas restrictivas.

Ventosidades rectales malolientes


Los causantes del mal olor no son los gases que conforman el mayor volumen
del gas rectal sino que son cantidades traza de los gases sulfatados metanetión,
ácido sulfhídrico, dimetilsulfuro y trimetilsulfuro, que contienen azufre. Estas
sustancias provienen de alimentos que contienen sulfatos y cisteína, y,
endógenamente, del mucus que se produce en todo el intestino y de las sales
biliares conjugadas con taurina que llegan a zonas donde existe flora
bacteriana.

La mayor parte de los gases producidos se absorbe o metaboliza por acción de


las bacterias. El paciente afectado puede acudir al médico y relatar que elimina
ventosidades rectales malolientes o que las personas que lo rodean perciben
este problema. El contexto sociocultural y psicológico que hay detrás de esta
situación es sumamente importante y es preciso definir la objetividad de estas
percepciones o su potencial relación con trastornos psicológicos subyacentes.

El tratamiento apunta a modificar la producción de ventosidades malolientes,


para lo cual está comprobado que el uso de antibióticos y probióticos es
ineficiente.

En el paciente constipado, la lactulosa podría tener efectos benéficos, porque


acidifica el contenido intestinal, lo que modificaría la flora productora de estos
gases sulfurados.

Desde el punto de vista dietético, una recomendación siempre válida es la de


restringir los alimentos ricos en sustratos sulfatados, como repollo, coliflor y
otros.

El uso de productos que contienen carbón activado o subsalicilato de bismuto


puede ser útil pero no es sustentable a largo plazo En los Estados Unidos
puede ser útil, pero no es sustentable a largo plazo. En los Estados Unidos
inventaron los cojines absorbentes con carbón activado, sobre los cuales se
sientan las personas afectadas y así pueden pasar la jornada sin mayores
angustias.

Antonio Solaz, destacado académico de Valencia, España, contribuyó a la


semiología de este problema con una clasificación de los gases, según su
sonoridad, como sigue:

Ruidoso o típico: asombra, pero no asusta.


Esforzado: exige un poco de esfuerzo, pero su resultado es incierto,
porque puede caer en la categoría de acompañado.
Transeúnte: va al compás de cada paso. Hay personas que, después de
muy penoso y largo entrenamiento, incluso logran generar notas
musicales.
Silenciosos o bufas: los hay troceados, en que hay un esfuerzo de la
persona por su aroma, silencioso y mortal. Son indicados para disolver
reuniones.
Perfa: la bufa menos intensa, con olores reconocibles, como a ajo.
Calefa: con olores químicos, fermentados, lácteos, ácidos, dulzones.
Con acompañamiento: están los volcánicos, los con bragas y los
burbujeantes.

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