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Metabolismo energético y

necesidades de energía
1. Balance energético

El balance energético de un individuo viene determinado por la cantidad energética


ingerida (consumo energético) y la energía empleada o gastada (gasto energético). Esta
regla tan básica del metabolismo significa que el acúmulo de energía en el cuerpo,
principalmente en forma de grasa, dependerá de la diferencia entre el consumo y el gasto
energéticos. En un periodo de estabilidad donde no exista balance positivo o negativo de
energía, la ingesta energética equivale al gasto metabólico de la misma.
Los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas son los substratos que contienen la
energía que se utilizará para el trabajo biológico. La energía obtenida de los substratos se
convierte en otras formas de energía (mecánica, química o térmica) para satisfacer las
necesidades diarias. En el niño, el crecimiento y desarrollo, componentes del gasto
energético total, también participan en el balance energético diario.
Los dos componentes del balance energético, ingesta y gasto, están influenciados
fuertemente por factores genéticos y ambientales (sociales, familiares e individuales)
que condicionan el funcionamiento metabólico y la regulación energética. A pesar de la
gran variación diaria en la cantidad de energía consumida y en el gasto energético, el
peso corporal permanece relativamente estable. Todo esto sugiere la existencia de un
mecanismo de homeostasis neuroendocrino que defiende fuertemente un determinado
estado de composición corporal individual. La regulación del balance energético se
realiza mediante señales aferentes, hacia el sistema nervioso central, que informan sobre
el estado nutricional del organismo y son traducidas en señales eferentes que modifican
la ingesta y el gasto energéticos (1).

2. Principios de termodinámica

El objetivo final del metabolismo de los nutrientes es la producción de energía. La


vía más común de extracción de energía química a partir de los substratos es la oxidación
completa de los mismos (carbohidratos, grasas y proteínas) hasta conseguir CO2 y H2O. El
calor que se obtiene en esta combustión biológica se utiliza para mantener la temperatura
corporal, biosíntesis, transporte activo, contracción muscular, etc. Aunque la energía se
emplea en una compleja red de estados dinámicos, las bases del equilibrio termodinámico
se pueden emplear en el metabolismo de los seres vivos (2). El término energía sugiere un
estado dinámico relacionado con una condición de cambio, debido a que la presencia de
energía únicamente se pone de manifiesto cuando tiene lugar un cambio. La primera ley de
la termodinámica establece que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma en
un intercambio con el medio ambiente.
La energía química de un nutriente, liberada por oxidación, se pierde, una parte en
forma de calor y otra parte es almacenada en moléculas de alta energía como es el caso del
ATP. El ADP acepta energía de otros substratos convirtiéndose en ATP y, posteriormente,
la hidrólisis del grupo fosfato del ATP cede energía allí donde se necesita. El ATP es una
molécula transportadora de energía cuya cantidad total en el cuerpo humano es muy
pequeña (42,6 mg), pero su tasa de renovación es muy rápida. En menos de un minuto se
renueva completamente el ATP corporal total (3). Un sistema con estas características no
puede servir como reservorio energético.

3. Substratos energéticos y metabolismo oxidativo

Los substratos que el organismo emplea para obtener energía son los
carbohidratos, grasas y proteínas. Cuando se quema en una bomba de calorimetría 1 mol
de cualquiera de los tres combustibles principales (glucosa, palmitato y aminoácidos),
las cantidades de oxígeno consumido (VO2) y la producción de dióxido de carbono
(VCO2) y de energía son constantes (Tabla 1). El cociente respiratorio (cociente
VCO2/VO2) es 1 para la glucosa, 0,7 para las grasas y 0,8 para las proteínas. Cuando
esas mismas reacciones se producen in vivo, las cantidades de ATP resultantes son
características de cada compuesto (Tabla 1). Para calcular la eficiencia con la que la
energía del combustible es conservada en ATP, se multiplican las cantidades de ATP
por 12,5 kcal/mol (energía que libera un mol de ATP) y se dividen por la energía
liberada in vitro por cada uno de los combustibles. Así se obtiene que la glucosa y el
palmitato se utilizan con una eficiencia neta de aproximadamente 68% y los
aminoácidos con un 61%; las diferencias, 32% y 39% respectivamente, son perdidas
como calor durante el proceso oxidativo (4). Las técnicas calorimétricas y los principios
de termodinámica son utilizados habitualmente para la cuantificación de la energía de
los alimentos y el estudio del gasto metabólico en humanos.
En la práctica clínica, la cuantificación mediante calorimetría del cociente
respiratorio se utiliza para determinar el tipo de substrato utilizado en la obtención de
energía y, si existe alguna alteración, modificar los aportes nutricionales (5). El cociente
respiratorio debe estar dentro del rango fisiológico y en consonancia con la alimentación
e historia de cada paciente. Una dieta mixta equilibrada produce un cociente respiratorio
aproximado de 0,85, resultante total de los cocientes respiratorios de las distintas vías
metabólicas en funcionamiento (Tabla 2, Figura 1). En general, si el cociente
respiratorio es mayor que 1, los aportes calóricos deben ser disminuidos para evitar el
fenómeno de lipogénesis. Si el cociente respiratorio es 1 se deben disminuir los hidratos
de carbono y aumentar los lípidos. Si el cociente respiratorio es menor de 0,82 se deben
aumentar los aportes calóricos.

4. Componentes del gasto energético y sus determinantes

El gasto energético diario total en el niño y el adolescente se compone del gasto


energético en reposo, termogénesis inducida por la dieta, actividad física y crecimiento
(Figura 2) (6). El gasto energético en reposo supone de un 65% a un 70% del gasto total,
excepto en niños que participan en deportes de competición de alto consumo aeróbico
como remar o correr largas distancias, en cuyo caso este porcentaje es menor, o en niños
con enfermedades crónicas en las que el metabolismo basal está incrementado (7). La
termogénesis inducida por la dieta constituye del 5% al 10% del gasto energético total, la
actividad física el 25-30% y el crecimiento es demasiado pequeño para ser medido excepto
en recién nacidos en los que el crecimiento es muy rápido (8). El gasto energético en
reposo valorado con los métodos de que disponemos, en términos prácticos, incluye la tasa
metabólica basal, la termogénesis y la energía empleada en el crecimiento.

4.1 Gasto energético en reposo

El metabolismo basal es la energía necesaria para mantener la temperatura corporal,


los movimientos del corazón, respiratorios, intestinales, etc, y para las reacciones de
síntesis de los tejidos. Cuando se pretende valorar el metabolismo basal en un sujeto
despierto, pese a mantenerlo 12 horas en ayuno, lo que realmente se está determinando es
el gasto energético en reposo, que debido al grado de conciencia es un 10% mayor que el
metabolismo basal (5). Si se quiere determinar el verdadero metabolismo basal, debería
realizarse la medición durante el sueño en un periodo sin movimiento y sin ondas REM.
Desde principios del siglo XX se confeccionaron ecuaciones para predecir el gasto
energético en reposo, aun usadas hoy en día, en las cuales se consideraba que el gasto
metabólico era constante para un determinado tamaño corporal (9). Actualmente, se sabe
que el gasto energético en reposo puede ser diferente en individuos de la misma talla y
peso. El parámetro con el que el gasto energético en reposo se correlaciona mejor es la
masa no grasa corporal.
El gasto energético en reposo en niños aumenta desde el nacimiento hasta la
pubertad porque existe un incremento en el tamaño corporal. Por el contrario, cuando el
gasto energético en reposo es expresado por kilogramo de peso corporal o de masa no
grasa, aumenta durante el primer año de vida, pero disminuye posteriormente hasta los 20-
25 años (10). Este fenómeno puede explicarse porque la proporción de la masa de los
órganos, respecto a la masa no grasa, disminuye con la edad. La suma de las masas del
corazón, cerebro, hígado y riñones decrece desde un 10,9% del peso corporal del niño de
6-10 años hasta 5,7% en adultos de 21-30 años. El porcentaje de masa muscular aumenta
en detrimento de la masa de los órganos durante el periodo de crecimiento. La tasa
metabólica del cerebro, hígado, corazón y riñones es 12, 16, 34 y 39 veces mayor que la de
los músculos, respectivamente (11).
En niños y adolescentes, la masa no grasa explica hasta un 80% de la variación del
gasto energético en reposo. La edad y el sexo añaden, respectivamente, un 3-4% y un 1% a
la cifra anterior. Determinantes como la distribución y cantidad de la masa grasa corporal,
desarrollo puberal y raza no han demostrado contribución significativa en las fórmulas
predictivas del gasto energético en reposo ya que los resultados son controvertidos (12-15).
El gasto energético en reposo es mayor en el sexo masculino respecto al femenino, incluso
en la época prepuberal; hecho que no puede ser explicado solamente por las diferencias
hormonales entre ambos sexos (15).

4.2 Gasto energético producido por la actividad física

El gasto energético producido por la actividad física es el que se emplea para realizar
una serie de actividades o comportamientos que implican movimiento corporal, o sea,
actividad del músculo esquelético. El ejercicio físico propiamente dicho es una
subcategoría de la actividad física y supone una acción planeada, estructurada, repetitiva y
a menudo realizada para mejorar o mantener alguno de los componentes de la capacidad
física: capacidad cardiorespiratoria, capacidad de resistencia, etc.
Entre los determinantes que influyen en la cantidad de gasto energético producido
por la actividad física en niños y adolescentes, el sexo es uno de los más importantes.
Según recoge habitualmente la literatura médica, los niños y adolescentes varones
presentan unos valores de actividad física significativamente mayores que los del sexo
femenino (16).
Los niños y niñas prepúberes son más activos que los púberes y post-púberes. En
niñas, existe evidencia de una disminución de la actividad física a partir de los 6,5-7 años
de edad mientras que en los niños continúa aumentando hasta la época prepuberal, el
cambio en los hábitos femeninos de actividad física comienza ya antes del periodo crítico
de la pubertad (17).
Otro determinante de la actividad física es el grado socioeconómico y el ambiente
familiar. Estudios realizados en nuestro entorno han mostrado que los niños de categoría
socioeconómica baja hacen menos ejercicio físico que los de alta y permanecen más horas
frente al televisor (18). También existe relación entre el grado de actividad de los padres y
el de los hijos, principalmente en el caso de la inactividad (19).

4.3 Termogénesis inducida por la dieta

La ingestión de nutrientes de la comida origina una producción de energía en exceso


que se traduce principalmente en calor y que eleva la tasa metabólica en reposo. Esta
elevación del gasto energético ha sido denominada de varias maneras: acción dinámica
específica, efecto dinámico específico de los nutrientes, termogénesis inducida por la dieta,
efecto termogénico del alimento o efecto calórico de los alimentos. La termogénesis
inducida por la dieta es, por tanto, el incremento del gasto energético sobre los valores
basales asociado con el consumo de alimentos. Es la energía necesaria para que tengan
lugar los procesos fisiológicos de digestión, absorción, distribución y almacenamiento de
los nutrientes ingeridos (20).
La termogénesis inducida por la dieta suele ser el 5-10% del gasto energético diario
total. Varios factores influyen en este efecto térmico: la cantidad de comida y la
composición de la misma, la palatabilidad de los alimentos, el tiempo de ingestión, la
predisposición genética, la edad, capacidad fisiológica en los procesos de digestión y
distribución-almacén de nutrientes, sensibilidad a la insulina, etc. (21). Estos factores
unidos a aspectos técnicos, tales como la posición del sujeto o la duración de la prueba
elegida para medir el gasto energético, hacen que sea un componente del gasto energético
total difícil de valorar.
A pesar de la cantidad de estudios realizados al respecto, hay que señalar que los
determinantes y mecanismos que explican la termogénesis inducida por la dieta son
todavía poco conocidos. La medición del efecto térmico de la comida ha demostrado
repetidamente que ésta es mayor que el costo energético estequiométrico de la absorción
de nutrientes, transporte y almacenamiento (22).
La termogénesis inducida por la dieta aumenta linealmente con la cantidad calórica
ingerida y varía según la composición cualitativa de los alimentos. La respuesta térmica en
comidas ricas en proteínas es mayor que en las ricas en hidratos de carbono y/o grasas. La
acción dinámica específica más intensa la producen las proteínas, que elevan la producción
calórica en un 30% o más sobre el nivel basal; los hidratos de carbono causan una
elevación aproximada del 6% y las grasas del 4% (23). Por ejemplo, al ingerir 100 calorías
de proteínas, su producción real de calor será de 130 calorías porque el calor adicional se
genera por el gasto necesario para la combustión de esas proteínas. Esta energía extra se
debe tener en cuenta y adicionarla al programar un suministro calórico determinado.

5. Métodos para la medición del gasto energético

La energía que un individuo gasta se puede medir directa o indirectamente con los
diversos métodos disponibles actualmente. Los métodos de laboratorio suelen ser más
precisos y exactos pero no pueden utilizarse en niños y adolescentes en condiciones libres.
Por otro lado, los métodos de campo son baratos, menos precisos y sirven para grandes
estudios poblacionales. Sin embargo, el agua doblemente marcada es un método de campo
con características de método de laboratorio, aunque posee un gran inconveniente: no
permite la evaluación de los diferentes componentes del gasto energético. Como se puede
ver, cada método posee unas características que lo harán apropiado según el tipo de estudio
que se quiera realizar (Figura 2).

5.1 Métodos de laboratorio. Calorimetría directa e indirecta.

La producción de energía generada por los procesos bioquímicos del cuerpo humano
puede ser determinada gracias a la medición del consumo de oxígeno (VO2) y la
producción de dióxido de carbono (VCO2), en conjunción con la cuantificación del
nitrógeno uréico excretado. La energía liberada de la oxidación de los substratos es un
proceso emparejado a la síntesis de moléculas de alta concentración energética (adenosina
trifosfato: ATP). Cuando una reacción metabólica anabólica requiere energía para la
biosíntesis de macromoléculas se produce una hidrólisis de ATP. La energía procedente
del ATP proviene de la oxidación de substratos y, como las reservas corporales de oxígeno
son muy pequeñas, el VO2 está directamente correlacionado con la tasa de gasto
energético. Esto constituye las bases de la calorimetría indirecta, ya que la calorimetría
directa consiste en la medición directa del calor producido. Ambos métodos son los que
podemos denominar de laboratorio.
La combustión de nutrientes en el cuerpo humano fue descrita por primera vez por
Lavoissier, que trabajó a finales del siglo XVIII en Francia. Lavoissier descubrió que una
vela sólo producía combustión en presencia de oxígeno y describió como los organismos
vivos, en igual medida, necesitan oxígeno para la combustión de alimentos, liberando calor
como producto de esta reacción exotérmica. El mismo construyó el primer calorímetro
directo para animales pequeños.
La calorimetría directa es una técnica que mide el calor generado por el individuo
dentro de una cámara o habitación donde puede realizar una actividad normal. Se basa en
el hecho de que el calor liberado por el organismo es producto de la energía gastada. La
calorimetría directa determina de forma precisa el gasto energético mediante la medida del
trabajo realizado, las pérdidas de calor por evaporación, radiación, conducción y
convección, y los cambios de temperatura corporal (24). Este método es el más preciso
pero el aparataje que utiliza es complejo y necesita de la colaboración especial del
individuo, por lo que no se emplea en niños.
La calorimetría directa mide la cantidad de calor perdida por un organismo mientras
que la calorimetría indirecta valora la cantidad de energía producida por el mismo (4). La
calorimetría indirecta realmente mide el consumo de O2 (VO2) y la producción de CO2
(VCO2), basándose en que todo el oxígeno es utilizado para la oxidación de los substratos
energéticos y el CO2 es el resultante de estas reacciones. A partir de las diferentes
fórmulas químicas de consumo de oxígeno y producción de CO2 para cada nutriente, se
pueden derivar las ecuaciones que serán utilizadas como principio de todas las
mediciones realizadas mediante calorimetría indirecta (25):
1 g de Glucosa (G) + 0,746 L O2 = 0,746 L CO2 + 0,6 g H2O (1)
1 g de Lípido (L) + 2,029 L O2 = 1,430 L CO2 + 1,09 g H2O (2)
1 g de Proteína (P) + 0,966 L O2 = 0,782 L CO2 + 0,45 g H2O (3)
P = 6,25 x nitrógeno uréico (N)
Sustituyendo en la fórmula 3:
1 g de N + 6,04 L O2 = 4,89 L CO2 + 2,81 g H2O (3’)
De las fórmulas 1, 2 y 3:
VO2 = 0,746 G + 2,029 L + 6,04 N (4)
VCO2 = 0,746 G + 1,43 L + 4,89 N (5)
De las fórmulas 4 y 5:
G = 4,55 VCO2 – 3,21 VO2 – 2,87 N (6)
L = (1,67 VO2 – VCO2) – 1,92 N (7)

Con VO2, VCO2 y la excreción de nitrógeno uréico (N) se puede determinar,


además del gasto energético, la cantidad de glucosa y de lípidos oxidados por el
organismo. Otra alternativa para realizar los correspondientes cálculos es derivar el
cociente respiratorio no protéico (CRNP) directamente de las ecuaciones 4 y 5:

CRNP = (VCO2 – 4,89 N) / (VO2 – 6,04 N) (8)

Cuando se ha calculado la proporción de oxidación de glucosa, lípidos y


proteínas, la energía total consumida puede calcularse teniendo en cuenta el equivalente
calórico de los tres substratos. La fórmula, propuesta por Weir (25), que resume el
equivalente calórico de los tres principios inmediatos es la siguiente:

Tasa de energía producida (kcal/min) =


3,94 VO2 + 1,1 VCO2 – 2,17 N (9)

Existen situaciones en las que hay un consumo excesivo de oxígeno como en


periodos tras la práctica de algún deporte, cambios en el balance ácido-básico,
hiperventilación/hipoventilación, etc.; que provocan movimientos adicionales de gases
que pueden invalidar substancialmente la calorimetría. Por el contrario, también existen
otras situaciones en las que la producción endógena de CO2 está aumentada, por
ejemplo en la síntesis o inyección exógena de NaHCO3 donde la eliminación de CO2 se
realiza paulatinamente y con un cierto retraso (26), pudiendo alterar el registro de VCO2
si no consideramos un periodo estable.
La mayor parte de los calorímetros indirectos utilizados son sistemas de circuito
abierto en los que el paciente inspira aire ambiente o aire de un respirador mecánico, si
necesita apoyo ventilatorio, y lo expira posteriormente al aire ambiente. El VO2 se
determina, minuto a minuto, midiendo la ventilación y la diferencia entre la
concentración inspiratoria y expiratoria de oxígeno. Los sistemas de recogida del aire
pueden ser variados: canopia, máscara o boquilla más pinza nasal. Los sistemas de
circuito abierto no incrementan las resistencias respiratorias.
En individuos que respiran espontáneamente, los sistemas más frecuentemente
utilizados son los de canopia, bajo condiciones estándar (Tabla 3), que diluyen el aire
expirado con aire ambiente y de allí se toman las muestras para la cámara de mezclas
donde serán analizadas (Figura 3).
La calorimetría indirecta no es invasiva y puede utilizarse en situaciones variadas
de investigación, estudios clínicos, práctica asistencial e incluso en estudios de campo
combinada con la técnica de la determinación del ritmo cardiaco.

5.2 Técnicas utilizadas en condiciones libres como métodos de campo

5.2.1 Monitorización del ritmo cardiaco minuto a minuto

Este método fue adaptado originalmente por Bradfield (27). Desde entonces,
varios estudios han mostrado el potencial de este método no invasivo y bien aceptado
tanto en niños como adultos (28). Está basado en que cuando el VO2 aumenta, por
ejemplo durante el ejercicio físico, también se incrementa el ritmo cardiaco de manera
lineal proporcional. Esta relación entre el VO2 y el ritmo cardiaco varía según el
individuo; por lo tanto, se necesitan curvas de calibración personal que imiten una
actividad en condiciones libres (Figura 4). Los registros de VO2 se determinan mediante
calorimetría indirecta, al mismo tiempo que el ritmo cardiaco, en los diferentes niveles
de ejercicio físico. Los estudios de validación de esta técnica mediante calorimetría
indirecta reflejan un error promedio de grupo del 1 al 3%, con una desviación estándar
del 6-9% (29).
Los inconvenientes de esta técnica son que las relaciones entre el VO2 y el ritmo
cardiaco en periodos de inactividad física pueden modificarse según el estado
emocional, la temperatura ambiente, cambios posturales, ingestión de café, etc. Además,
al confeccionar la curva personal se eligen periodos estables de ejercicio pero, en
condiciones libres, los periodos estables no son precisamente los más habituales (29).
Las ventajas de este método son su utilidad en registros objetivos y continuos del
gasto energético, el no ser invasivo ni caro y poderse desarrollar en condiciones libres.
Debido a sus características se puede aplicar en una muestra amplia de niños y
adolescentes, de manera ambulatoria, con una precisión y exactitud aceptables. Además
de utilizarse para la medición cuantitativa del gasto energético, puede usarse, sin
necesidad de confeccionar curvas personales, para determinar patrones de actividad
física solamente con los registros del ritmo cardiaco y en diferentes grupos
poblacionales.

5.2.2 Agua doblemente marcada (2H218O)

La técnica del 2H218O está basada en la posibilidad de marcar el agua corporal


para medir la diferencia en la tasa de desaparición de dos isótopos no radioactivos: 2H y
18
O (30). La técnica es fácilmente soportable por los niños y adolescentes porque sólo
tienen que tomar una sola dosis de 2H218O para marcar el agua corporal total. Tras un
18
rápido intercambio de O entre el agua y el CO2, gracias a la anhidrasa carbónica, el
18
O es transmitido a dos productos terminales: el 2H218O y el CO18O, mientras que el 2H
es transmitido solamente al 2H2O. El VCO2 puede ser determinado calculando la
diferencia entre la tasa de desaparición de ambos isótopos. Por último, el gasto
energético se deriva de la multiplicación del VCO2 por el equivalente energético de la
producción de VCO2. Desgraciadamente, el VCO2 varía mucho según sea el cociente
respiratorio. Por el contrario, el VO2 presenta un equivalente energético que varía sólo
un 7%. La tasa de desaparición de ambos isótopos puede medirse en orina, sangre o
saliva durante un periodo equivalente a dos o tres vidas medias. Esto corresponde,
aproximadamente, a 2 semanas en adultos y 1 semana en niños (29).
En condiciones libres, este método da un valor medio muy exacto del gasto
energético total durante un periodo de 1-2 semanas. La técnica es simple, no invasiva,
bien aceptada, utilizable en varios individuos simultáneamente y válida incluso para
recién nacidos. No es posible calcular las variaciones que ocurren durante los días que
dura la prueba ni los diferentes componentes del gasto energético total. Estos son sus
dos inconvenientes más importantes, junto con ser una técnica cara.

5.2.3 Acelerometría

Varios aparatos portátiles han sido comercializados con el objeto de medir el


gasto energético a partir del movimiento y aceleración corporales. Los acelerómetros
más modernos son triaxiales; es decir, miden las aceleraciones del cuerpo minuto a
minuto en tres ejes: delante-detrás, arriba-abajo y derecha-izquierda. Las ventajas
generales de estos aparatos son su bajo costo y su capacidad para dar información sobre
diferentes grados y patrones de actividad física. Sus limitaciones en niños son: a) que
los propios niños se quiten estos aparatos portátiles o los sumerjan en agua, ya que hay
que llevarlos constantemente; b) que las fórmulas utilizadas para el cálculo cuantitativo
del gasto energético se idearon para adultos y, por este motivo, conllevan errores
importantes.
Al medir gasto energético en niños bajo condiciones de laboratorio, los
acelerómetros presentan buena correlación en diferentes tipos de actividades (31). En
estudios en condiciones libres no han demostrado todavía una buena correlación al ser
comparados con otros métodos de referencia. La acelerometría posee baja sensibilidad
para la medición del gasto energético en los periodos de inactividad o de baja actividad
física, porque existe poco desplazamiento corporal (32).

5.2.4 Cuestionarios de actividad física

Los cuestionarios pueden ser útiles, de hecho se utilizan bastante, para estudios
epidemiológicos a gran escala. La mayor dificultad que presentan es que su exactitud
depende de la habilidad o interés del niño o de sus padres para rellenar el cuestionario
con la información de lo sucedido. Además, por mucho que se quiera ajustar el
cuestionario a la realidad, es muy difícil traducir las actividades apuntadas en el
cuestionario a kilocalorías gastadas en las diferentes actividades diarias, principalmente
porque los equivalentes energéticos que se utilizan son fijos y sólo dependen del tiempo
de duración de la actividad y del peso del niño, nada más apartado de la fisiología
humana.
Existen varios cuestionarios pero muy pocos han sido validados y utilizados en
niños. A veces, a los niños no se les puede interrogar o no pueden anotar con detalle los
periodos de actividad diaria, solo son capaces de recordar el 50% de sus actividades
semanales (33). El tipo de actividad realizada por los niños es diferente a la de los
adultos, no hay actividades ocupacionales, etc. Además, como ya se ha nombrado,
existe dificultad para traducir la información sobre la actividad a unidades de gasto
energético.
A pesar de las limitaciones, se han confeccionado varios cuestionarios sobre
comportamiento y grado de actividad física en niños. Algunos cuestionarios registran el
número total de horas al día que se emplean en dormir, jugar, realizar actividades
específicas, ver la televisión, etc. (34). Otros, además de la duración, hacen más
hincapié en los diferentes tipos de intensidades (35). Generalmente han mostrado baja
correlación y poca validez cuando han sido comparados con métodos de referencia o
simplemente su utilidad es cuestionada porque han sido contrastados con métodos de
dudosa fiabilidad (17). También existen cuestionarios específicos para adolescentes,
adaptados, en algún caso, a determinadas regiones o países (36).
La mayor dificultad de los cuestionarios es la traducción de la información
cualitativa en cuantitativa. La forma más extendida es la utilización de los llamados
equivalentes metabólicos para cada tipo de actividad específica (METs). Los METs son
múltiplos del gasto energético en reposo; vienen indicados en una tabla para cada tipo
de actividad, y oscilan desde 0,95-1 en reposo y durante el sueño, hasta valores de 15
MET durante periodos de actividad física muy importante (37). Los cálculos en kcal se
realizan multiplicando el número de METs de una actividad determinada por el tiempo
empleado en horas y por los kilos de peso.
Los principios que asume esta técnica son: a) el gasto energético en reposo es de 1
kcal/kg/hora y el resto de actividades son múltiplos de esta cantidad y directamente
proporcionales al peso del individuo, b) la intensidad de las actividades es constante
entre individuos, c) la intensidad de las actividades es constante dentro del mismo
individuo. Todos estos supuestos no han sido examinados rigurosamente en niños. Los
cuestionarios de actividad física necesitan una revisión del costo específico de cada
actividad, una mejor relación entre el gasto energético en reposo y el resto de las
actividades, la inclusión de los diferentes compartimentos corporales, sexo y edad en las
fórmulas de cálculo, y la consideración de las posibles variaciones en la intensidad del
gasto energético durante los periodos de actividad y no actividad física (17).

6. Ingesta energética

6.1 Energía de los alimentos

La kilocaloría (kcal) se define como la cantidad de calor necesaria para aumentar


en 1ºC la temperatura de 1 kg de agua, desde 14,5º a 15,5ºC. Para convertir kilocalorías
en kilojulios hay que multiplicar las kilocalorías por 4,2. Se puede obtener el valor
energético de un nutriente quemándolo en un recinto cerrado y midiendo el calor
liberado en dicha combustión.. El calor liberado en la oxidación de un alimento se
conoce como su calor de combustión y representa el valor energético total de dicho
alimento.
El valor energético de las grasas varía algo en relación con su composición en
ácidos grasos, el calor de combustión medio de un gramo de grasa al oxidarse es de 9,4
kcal. El calor de combustión de un hidrato de carbono también es variable, dependiendo
de la distribución de los átomos de la molécula. La glucosa tiene un calor de
combustión de 3,74 y el almidón de 4,20, respectivamente. En general se usa el valor de
4,2 como el calor de combustión de un gramo de cualquier carbohidrato. La energía
liberada durante la combustión de una proteína depende sobre todo de la proporción de
nitrógeno contenida en dicha proteína. Muchas proteínas contienen aproximadamente
un 16% de nitrógeno y un calor de combustión medio de 5,75 kcal/g (proteína de huevo,
carne, soja). El calor de combustión medio de un gramo de proteína se considera de 5,65
kca/g.
El valor energético de un alimento en el organismo es exactamente el mismo que
su calor de combustión determinado por calorimetría. En el caso de las proteínas, el
nitrógeno se combina con el hidrógeno para formar urea, que se elimina por la orina.
Esta eliminación de hidrógeno representa una pérdida potencial de energía que
disminuye el calor de combustión de la proteína en el cuerpo hasta 4,6 kcal/g, en lugar
de los 5,65 obtenidos en el calorímetro. En el caso de las grasas y los hidratos de
carbono, el calor de combustión en el organismo humano es muy similar al observado
en el calorímetro.
Otro aspecto a considerar en la determinación de la energía total obtenida de un
alimento es la eficacia del proceso digestivo. El coeficiente de digestibilidad es la
proporción de alimento ingerido que se utiliza para ser metabolizado por el organismo.
Los coeficientes de digestibilidad de los hidratos de carbono son de aproximadamente
un 97%, los de las grasas del 95%, y los de las proteínas del 92% (78% las proteínas
vegetales y 97% las animales) (38).
El valor energético neto de los hidratos de carbono, grasas y proteínas ingeridas
en la dieta puede ser redondeado a números enteros: 4, 9 y 4 kcal/g, respectivamente.
Estos factores se conocen como factores de Atwater y se usan tradicionalmente para
calcular la energía aportada por los distintos nutrientes (39).

6.2 Requerimientos energéticos

No son bien conocidos los requerimientos nutricionales que aseguran un


crecimiento longitudinal óptimo. Varían de acuerdo con diferencias genéticas y
metabólicas. Para lactantes y niños, sin embargo, los objetivos nutricionales esenciales
son alcanzar un crecimiento normal y evitar los estados de deficiencia (40).
La Organización Mundial de la Salud define las necesidades energéticas del ser
humano como el “nivel del aporte energético alimentario que equilibra el gasto de
energía en un individuo cuya corpulencia, composición corporal y grado de actividad
física, sean compatibles con el mantenimiento duradero de una buena salud y permitan
el ejercicio de la actividad necesaria y socialmente adecuada” (41). En esta definición se
hace referencia a un nivel de equilibrio energético individual que permita una actividad
normal.
La Academia Nacional de Ciencias (Food and Nutrition Board, EEUU) publica
los RDA (Recommended Dietary Allowances) o requerimientos nutricionales
recomendados y los define como los “niveles de ingesta de nutrientes esenciales que,
sobre la base del conocimiento científico, son considerados adecuados para cubrir las
necesidades de nutrientes conocidas en prácticamente todas las personas sanas” (40). En
este caso, los requerimientos hacen alusión solamente a las necesidades nutricionales de
una población determinada, con respecto a la información científica que se posee
actualmente. Se intuye la posibilidad de cambio según los conocimientos que se
adquieran al respecto. En la Tabla 4 se indican, como ejemplo, las cantidades
energéticas totales recomendadas.
Actualmente, las RDA se están sustituyendo por las DRI (Dietary Recomended
Intakes) como nuevos patrones de referencia. Existen grupos de expertos que evalúan
científicamente las DRI con objeto de eliminar algunas de las limitaciones, usos
equívocos y malas interpretaciones de las RDA del año 1989 y anteriores (42).
Los requerimientos energéticos del recién nacido son de dos a tres veces
superiores a los del adulto, expresados por unidad de superficie corporal, debido a su
alta tasa de crecimiento (40). Durante el primer año de la vida, las necesidades
energéticas para el crecimiento son variables e inversamente proporcionales a la edad
del niño y el gasto basal es fijo: 70 kcal/kg/día. Los requerimientos para actividad física
aumentan con la edad desde 9 kcal/kg en los primeros meses de vida, hasta 23 kcal/kg al
final del primer año.
Durante el primer año de vida se considera la leche materna y las variaciones que
en ella ocurren como patrón para establecer las necesidades calóricas. Del año a los tres
años de vida no se dispone de un patrón de referencia adecuado y existen ya diferencias
individuales importantes debido a la actividad física de los niños de esta edad (43).
Las recomendaciones dadas para la población preescolar y escolar se han
realizado con el objetivo principal de garantizar un crecimiento normal. Las cifras de
energía recomendada son valores promedio para una población estándar. El aporte
calórico se deberá ajustar según las necesidades individuales del niño,
fundamentalmente según su peso corporal, la cantidad de actividad física y el posible
comienzo de la pubertad a partir de los 10 años (44).
En la adolescencia aparecen una serie de cambios, a diferentes edades
cronológicas según el sexo y la idiosincrasia del individuo, las cuales modifican
substancialmente las necesidades energéticas. En esta fase de la vida son necesarios
aportes calóricos importantes debido fundamentalmente al aumento cuantitativo de la
velocidad de crecimiento longitudinal y de la masa corporal, la distribución de la masa
grasa y magra según el sexo, y los cambios individuales en los hábitos de actividad
física.
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Tabla 1. Balance energético en los tres combustibles orgánicos principales

Combustible Energía O2 CO2 ATP


oxidado liberada utilizado producido CR resultante
(1 mol) (kcal/mol) (mol) (L) (mol) (L) (mol)
Glucosa - 673 6 134 6 134 1,0 36
Palmitato - 2398 23 515 16 358 0,7 131
Aminoácidos - 475 5,1 114 4,1 92 0,8 23

CR: Cociente respiratorio.

Tabla 2. Cociente respiratorio de las vías metabólicas

Vía metabólica Cociente respiratorio


Oxidación de etanol 0,67
Oxidación de grasas 0,71
Oxidación de proteínas 0,82
Oxidación mixta 0,85
Oxidación de carbohidratos 1,00
Lipogénesis 1,0-1,2
Tabla 3. Factores a tener en cuenta antes de cada determinación
calorimétrica.

- Los individuos deben permanecer en reposo en posición supina


durante 30 minutos antes de comenzar con la prueba.
- No deberá efectuarse alimentación oral, enteral o parenteral en
las últimas dos horas. Esto si no se pretende valorar el gasto
energético postprandial.
- El entorno será tranquilo y con temperatura neutra.
- No se permitirán movimientos de las extremidades al valorar el
gasto energético en reposo.
- Revisar el sistema tubular para comprobar que no existan fugas.
- Todos los datos para el cálculo del gasto energético y cociente
respiratorio se recogerán de los periodos de equilibrio o periodos
estables
Tabla 4. Necesidades calóricas en las distintas edades.

Recomendaciones energéticas medias


Gasto energético Múltiplos del
Edad en reposo gasto energético Kca./kg./día Kcal./día
(kcal/día)* en reposo
< 6 meses 320 - 108 650
6-12 meses 500 - 98 850
1-3 años 740 - 102 1300
4-6 años 950 - 90 1800
7-10 años 1130 - 70 2000
11-14 años Hombres 1440 1,70 55 2500
Mujeres 1310 1,67 47 2200
15-18 años Hombres 1760 1,67 45 3000
Mujeres 1370 1,60 40 2200

* Cálculos basados en la ecuación de la FAO/WHO/UNU


Proteína Glucosa Lípidos
s
0,4 1
Oxalacetato 1,2 0,71

0,82
Ac CoA

KREBS

CO2 + H2O

Figura 1. Vías metabólicas y sus cocientes respiratorios


Crecimiento
Frecuencia cardiaca
Actividad física Acelerometría
Cuestionarios
Agua marcada
Termogénesis dieta Calorimetría
Calorimetría directa

Frecuencia cardiaca

Gasto energético en Calorimetría Acelerometría


reposo

Figura 2. Componentes del gasto energético y métodos de medida de dichos


componentes y del gasto energético total.
Ventilador
Analizador

Figura 3. Método de calorimetría indirecta mediante canopia.


Frecuencia cardiaca
(latidos/minuto)
180

150

120

90

60

30
0 1 2 3 4

Consumo de oxígeno (l/min)

Figura 4. Relación entre la frecuencia cardiaca y el consumo de oxígeno.

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