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Introducción a
la Psicología
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Concepciones antropológicas
del hombre
¿A qué hacemos referencia cuando hablamos de concepción antropológica?
Bueno, con esto decimos que tomaremos en cuenta los conceptos de
sociedad y cultura al momento de concebir al hombre como producto y
productor de su tiempo y su ambiente.
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b) mejor me apuro para pasarme y, así, les gano a los de atrás que
tratarán de adelantarse.
Ninguna de las dos opciones (ten en cuenta que siempre hay más opciones
y que esto es un ejemplo) es, en sí misma, indicador suficiente para saber
cuál es nuestra concepción de hombre, pero sí nos da una pauta para
profundizar en nuestro conocimiento de nosotros mismos, que de ser
reflexionado y profundizado nos llevará a comprendernos mejor.
En otras palabras, si dividimos a las concepciones del hombre en:
a) naturalmente bueno;
b) naturalmente malo.
Si esto nos pasa a todos, podemos asumir que a los psicólogos teóricos que
crearon una escuela de psicología les pasó lo mismo. Esto se estudia al
analizar el contexto de descubrimiento de cualquier teoría: tratar de saber
quién desarrolló o creó cada teoría, en qué contexto sociohistórico se formó
y ejerció su profesión, qué paradigma imperaba en ese momento y qué tipo
de relación tenía con sus pares, entre otros temas.
¿Cuáles son los factores que afectan, modifican o determinan esta mirada
sobre el hombre? Para responder a esta pregunta necesitamos remitirnos a
los factores que afectan cualquier construcción que nos hacemos sobre la
realidad y partir del presupuesto de que todo lo que podemos aprehender
sobre el mundo que nos rodea lo haremos a través de nuestras sensaciones
y percepciones. Por lo tanto, el mundo es un mundo construido en la
interacción entre sujetos y objetos, es decir, entre nosotros y todos los
demás en una mutua acción y modificación. Mientras describimos al
hombre, nos describimos (Bleger, 1996).
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Más allá de estas variaciones individuales, que es necesario reconocer y
tener en cuenta para no pretender que somos los portadores de una verdad
absoluta, necesitamos ver y reconocer, dentro de lo posible, las limitaciones
de la época. Por ejemplo: en 1900 el mundo se concebía como una máquina,
que era regida por las leyes de la física newtoniana y, por lo tanto, las
explicaciones debían reconocer la causa y el origen para hacer predicciones.
En un sistema dado, que seguía las leyes de la Física, si conocíamos el estado
actual, podíamos retroceder hasta el estado anterior y predecir todos los
posibles estados futuros. Con esta concepción del mundo, el hombre se
pensaba como una máquina y el organismo enfermo debía repararse. La
única diferencia era que el primero poseía una mente o un alma, que en una
visión dualista del mundo (recordemos que Bleger nos habla de monismo y
dualismo) estaba ontológicamente separada del cuerpo.
Ya hablamos de las dos dicotomías que aparecen al final, por eso, ahora nos
referiremos a las falacias sobre el hombre.
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Innato Lo bueno del hombre Otra antinomia que rechaza la
versus es lo natural y relación dialéctica.
adquirido originario. Para la otra
postura,
contrariamente, lo
bueno del hombre es lo
aprendido.
Fuente: adaptado de Bleger, 1996.
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cuenta que esta falacia se cae sola, sin mucho esfuerzo por derribarla, ya
que siempre estamos en situación, es decir, siempre estamos en un
ambiente. En realidad, es imposible que el hombre esté aislado, ya que los
fenómenos psicológicos son el resultado de interacciones más o menos
complejas entre las personas. Además, no existe tal cosa como el hombre en
general, sino que siempre estamos ante un hombre en situación. Cuando
estudiamos los procesos psicológicos básicos, nos detenemos en la memoria
y estudiamos cómo recuerda este hombre general, pero no la primera novia
que recuerda José a sus 65 años, mientras asiste a una reunión social en el
centro de jubilados de su barrio.
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Referencias
Bleger, J. (1996). Psicología de la conducta. Buenos Aires: Paidós.