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(El Marino Que Hizo Flamear Por El Mundo La Bandera Azul y Blanca)
Hipólito Bouchard se llamaba en realidad André Paul Bouchard, francés, pero al morir su
hermano mayor decidió cambiarlo y adoptar el del fallecido, Hippolyte. Era muy común que
aquellos que llegaban del extranjero a vivir en Sudamérica, castellanizaran su nombre o
directamente lo cambiasen por uno hispano.
No es el objeto aquí buscado una biografía completa de Bouchard sino algunos pasajes de
su vida que consideramos menos conocidos pero justamente más ricos por su
singularidad.
En 1812, con 31 años, se puso a las órdenes de San Martín, fue Granadero muy joven y
acompañó al Libertador en la epopeya de la Batalla de San Lorenzo ( como militar, no
como marino), el 3 de Febrero de 1813.
Las Provincias Unidas del Rio de La Plata tuvo el privilegio en la cumbre de su soberanía
de llevar por los rincones más alejados de la tierra, la bandera azul y blanca y plantarla en
distintos lugares remotos del planeta.
Junto al irlandés Almirante Guillermo Brown, al maltés Juan Bautista Azopardo y al porteño
Tomás Espora fueron los más prestigiosos marinos que nuestra Armada supo tener. Un
cuadriunvirato que dio gloria eterna a nuestro país llenado de páginas heroicas a nuestra
armada.
Guillermo MASCIOTRA nos dice que juntos, el Almirante Brown, Hipólito Bouchard, Tomás
Espora y Juan B. Azopardo comienzan su periplo por el Océano Pacífico.
“En 1815 el Gobierno de Buenos Aires ante las noticias de la inminente zarpada desde
España de la Expedición del Gral. Pablo Morillo, destinada al Río de la Plata o al Caribe
para cumplir con los designios de la Santa Alianza y el Congreso de Viena, decide la
creación de una fuerza naval corsaria, para apoyar los movimientos insurreccionales en los
dominios españoles del Pacífico.
En 1816 bloquean el puerto del Callao, apresan buques españoles con su valiosa carga e
interrumpen el tráfico marítimo con los puertos de Chile. Entre las presas está la famosa
fragata „Consecuencia‟, luego rebautizada „La Argentina‟ y que llegara hasta Monterrey,
Madagascar y las Filipinas en su crucero de corso con Hipólito Bouchard.
Atacan Guayaquil, otra plaza fuerte española, donde en el poco navegable río Guayas,
Brown cae prisionero y finalmente es liberado por gestión de su hermano Miguel Brown.
Parten los corsarios rumbo a las islas Galápagos, donde separan las rutas de corso y las
presas, llegando así a las costas de Colombia, donde desembarca refuerzos para los
rebeldes que enfrentan a las tropas del Gral. Morillo”.
El autor citado nos dice que la aldea de Monterrey tenía unos 400 habitantes y la
guarnición estaba integrada por 65 soldados.
Que si bien hoy Monterrey es una pequeña ciudad de 30 mil habitantes, durante la colonia
española y luego de la independencia de México, fue la capital de Alta California. Sepamos
todos que allí alguna vez flameó la bandera argentina.
Fue en noviembre de 1818, exactamente hace 197 años. Durante seis días, entre el 24 y
el 29 de noviembre, California fue de la Argentina, o mejor dicho de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, merced a la osadía de Hipólito Bouchard y sus corsarios
argentinos, a bordo de dos barcos de guerra, la fragata „La Argentina‟ y la corbeta
„Chacabuco‟.
Los corsarios eran una especie de piratas pero con permiso de los Estados, llamado
patente de corso.
El tema funcionaba más o menos así: cualquier marino podía equipar un buque privado
bajo la bandera que le otorgaba la patente, para atacar barcos enemigos y saquearlos,
quedándose con parte del botín. Mediante esta metodología, los corsarios argentinos
obtuvieron 150 buques entre 1814 y 1823. Era necesario empezar a conformar una proto-
escuadra y, además, llevar la guerra de la independencia contra España al mar, y atacar
objetivos estratégicos alrededor del mundo. Los pioneros de esta forma de guerrear a favor
de la Argentina fueron el irlandés Guillermo Brown, el francés Hipólito Bouchard y el
maltés Juan Bautista Azopardo.
Así, entre 1817 y 1819, Bouchard emprendió un viaje de circunnavegación para hostigar a
los españoles principalmente en el Atlántico, Indonesia, Filipinas, el Pacífico, California,
México, Centroamérica y las costas occidentales de Sudamérica. En esos casi dos años,
libró diez batallas y capturó 26 barcos.
El periplo de Hipólito Bouchard en 1817 está cargado de simbología para los argentinos.
No sólo su nave llevaba el nombre "Argentina" muchos años antes de que esa fuese la
denominación oficial de nuestro país -así bautizó él a este barco "recuperado" en su
campaña en las costas chilenas y peruanas a las órdenes de Guillermo Brown– sino
que zarpó de Buenos Aires el 9 de julio de 1817, fecha del primer aniversario de nuestra
Independencia, llevando consigo varias copias del Acta firmada en Tucumán, para dar a
conocer al mundo el surgimiento de una nueva Nación.
La primera gran acción fue en la isla de Madagascar, donde Bouchard y sus corsarios
estuvieron varios días combatiendo a los traficantes de esclavos e impidiendo embarques
de seres humanos, fieles al espíritu del gobierno argentino que ya en la Asamblea del año
13 había decretado la “libertad de vientres.
Luego libraron batallas contra piratas malayos en cercanías de Java y contra los españoles
en las Filipinas. Superadas estas acciones, Bouchard pensó en torcer el rumbo hacia el
Atlántico y en la isla de Santa Elena liberar a Napoleón Bonaparte, a quien admiraba
profundamente. Pero la tripulación no estuvo de acuerdo y entonces se dirigieron a Hawái,
que en ese tiempo era un reino independiente en medio del Océano Pacífico. Allí,
encontraron la corbeta „Chacabuco‟, que había sufrido un motín en Chile y había sido
conducida hasta allí por los marineros amotinados.
Bouchard parlamentó varios días con el rey Kamehameha I de Hawái y luego de llegar a
un acuerdo económico, no sólo recuperó la Chacabuco, sino que además según algunos
autores habría conseguido que Hawái fuera el primer país fuera de Sudamérica en
reconocer la soberanía de las Provincias Unidas del Rio de La Plata.
Es interesante detenernos en las peripecias de Bouchard con sus corsarios en un lugar tan
alejado de Buenos Aires:
Miguel Ángel DI MARCO dice que “El 17 de agosto de 1818, Bouchard arribó a la bahía de
Kealakekua, donde se encontraba un pequeño puerto, en la costa oeste de la isla de
Hawái. Al fondear, una canoa tripulada por nativos se les acercó y les informó, en un
rudimentario inglés, que en el puerto se encontraba una corbeta que pertenecía al rey
Kamehameha I pero que anteriormente había sido española. También les indicaron que la
noche anterior había zarpado una fragata con rumbo desconocido.
Bouchard decidió perseguir la fragata, que pronto tuvieron a la vista porque la falta de
viento la había clavado en el mar. A la vuelta se encontró con una goleta que le pertenecía
„Santa Rosa‟ por lo que decidió reunirse con el rey Kamehameha I vestido con su uniforme
de Teniente Coronel de las Provincias Unidas del Río de La Plata.
Alejandro y Mariana ROSSI BELGRANO dicen que “Tras la negociación, Bouchard regreso
a la bahía de Kealekekua, acondicionó la „Santa Rosa‟ y esperó que el rey le enviase las
provisiones acordadas. Como esto no ocurría, se dirigió con sus barcos de guerra a
reunirse nuevamente con el monarca en su residencia de Kailua.7 Frente al riesgo que
entrañaban dos barcos de guerra en su capital, Kamehameha le indicó que podría
aprovisionarse en Maui […].recalando en Honolulu allí conoció al jerezano Francisco de
Paula y Marín, a quien nombró representante de las Provincias Unidas de Sudamérica y
capitán de los ejércitos”.
Pero sobre todo, Bouchard procuraba cortar la comunicación marítima de California con los
puertos de Acapulco, Lima y Valparaíso. Eso era estratégicamente importante, porque por
tierra, esas colonias estaban separadas del resto del mundo por un hostil desierto.
El vigía de Punta de Pinos (en el extremo de la Bahía de San Carlos Monterrey) dio la
alarma cuando el 20 de noviembre al atardecer vio las velas de los barcos corsarios con
una bandera desconocida. Los españoles se pusieron en guardia y cargaron los cañones,
pero Bouchard decidió esperar un poco. Concentró la tripulación de asalto en la corbeta
„Chacabuco‟, que tenía menor calado y era mejor para aproximarse a tierra sin encallar.
Bahía de San Carlos de Monterrey
Cerca de las 12 de la noche, la corbeta ancló en la bahía, pero demasiado cerca del fuerte,
al alcance de los cañones. Al amanecer, la artillería enemiga hizo que la corbeta se
rindiera. Sin embargo, durante el día los realistas no se apoderaron de la misma, quizá por
falta de embarcaciones.
Bouchard entonces ordenó acercar la fragata „La Argentina‟ y apoyar a la corbeta con más
hombres. Al caer la nueva noche, los realistas bailaban y festejaban su triunfo. En sus
memorias, Bouchard escribe: “Yo formé en este momento el designio de acabar con su
alegría… Con el ruido de la fiesta que tenían, nada percibían, y así yo saqué toda la gente
quedando sólo los heridos, que fue necesario dejar para no hacernos sentir con sus
quejidos”.
Desde ese día, y hasta el 29, los corsarios argentinos se apropiaron de todo el ganado que
pudieron, de algunos objetos de valor que consiguieron, y antes de abandonar Monterrey
incendiaron el fuerte, el cuartel de artilleros, la residencia del gobernador y las casas de los
españoles. Pero respetaron las iglesias y las casas de los americanos.
Luego, los corsarios argentinos siguieron viaje rumbo al sur, porque no tenían un proyecto
político de anexión de territorios, sino que sus objetivos, como se ha dicho, eran sólo
hostigar a los españoles en los mares y obtener botines de guerra. Aunque no es menor la
tarea que hacían en representación del gobierno argentino.
“Bouchard decidió navegar hacia las costas de California, donde esperaba aprovecharse
del comercio español. Sin embargo, las autoridades españolas conocían las intenciones
del corsario ya que el 6 de octubre la nave Clarion les había informado que dos naves
corsarias se preparaban para atacar las costas californianas.13 El gobernador
territorial que residía en Monterrey, ordenó retirar de la ciudad todos los objetos de valor y
que se transportaran a una distancia considerable las dos terceras partes de la provisión
de pólvora.
Bouchard se reunió con sus oficiales para diseñar el plan de ataque. El oficial Corney ya
había estado en dos oportunidades en Monterrey, por lo que conocía la profundidad de la
bahía. Se determinó utilizar para el ataque la corbeta Santa Rosa, ya que el gran calado de
la fragata La Argentina podía producir que esa embarcación encallase, y se concentró allí
la tropa de desembarco. La fragata tuvo que echar al agua varios botes para que la
remolcaran lejos del alcance de la artillería española. Una vez remolcada, Bouchard envió
hacia la Santa Rosa al capitán Sheppard junto a 200 hombres armados con fusiles y
lanzas.
La corbeta Santa Rosa, al mando del oficial Sheppard, ancló a las doce de la noche en las
cercanías del fuerte. Debido al cansancio que sufrían los hombres, tras remolcar la fragata
y remar hacia la corbeta, Sheppard decidió no atacar de noche. Con la primera luz del día
descubrió que había anclado demasiado cerca de la costa, y que a pocos metros se
encontraban la artillería española lista para atacarlos. El capitán decidió abrir fuego, pero
tras quince minutos de combate la corbeta debió rendirse.14 Desde la fragata, Bouchard vio
cómo sus hombres eran derrotados, pero también observó que los españoles no intentaron
apoderarse de la Santa Rosa ya que carecían de embarcaciones. El corsario ordenó levar
anclas y moverse en dirección al puerto. Sin embargo, debido al calado de la fragata, no
podía acercarse lo suficiente como para abrir fuego. A las nueve de la noche comenzaron
las tareas para trasladar a la fragata a los sobrevivientes de la corbeta.
En la madrugada del 24 de noviembre, Bouchard ordenó a sus hombres que se pusieran al
mando de los botes. En las embarcaciones, comandadas por Bouchard, se encontraban
200 hombres, 130 armados con fusiles y 70 con lanzas. Desembarcaron a una legua del
fuerte, en una caleta oculta por las alturas. La resistencia del fuerte fue muy débil, y tras
una hora de combate fue enarbolada la bandera argentina.15 Los argentinos tomaron la
ciudad durante seis días, en los que se apropiaron del ganado, quemaron el fuerte, el
cuartel de los artilleros, la residencia del gobernador y las casas de los españoles junto a
sus huertas y jardines.
Algunos milicianos aguardaban en los alrededores esperando que alguno de los hombres
de Bouchard se separara para tomarlo como prisionero. De esta forma, capturaron a un
oficial y a dos marineros, que se habían adelantado para tomar un carro. Bouchard los
esperó durante todo el día 6, creyendo que se habían extraviado, hasta que decidió partir
hacia Santa Bárbara, donde posiblemente los tuvieran apresados, no sin antes incendiar el
rancho.
Tras llegar a Santa Bárbara, el corsario envió a un emisario para proponerle al gobernador
un intercambio de prisioneros. Después de la negociación, los tres hombres capturados
volvieron a la Santa Rosa. Bouchard debió entregar un prisionero, "el borracho Molina, del
que se hubiera librado la provincia a cualquier precio... El pobre Molina tuvo que aguantar
la cólera del gobernador, y fue sentenciado a 6 años de prisión después de recibir 100
azotes".16
El 16 de diciembre levaron anclas y se dirigieron hacia la Misión San Juan Capistrano. Allí
le solicitó víveres a un oficial realista, quien le respondió "que tenía bastante pólvora y
balas para darme".17 Ante esta respuesta, Bouchard decidió enviar 100 hombres a tomar el
pueblo. Tras una breve lucha, los corsarios se llevaron algunos objetos de valor e
incendiaron las casas de los españoles. El 20 de diciembre zarpó hacia la bahía Vizcaíno,
donde reparó los buques y les dio descanso a sus hombres. Entre los asentamientos
españoles en California las incursiones Bouchard le ganaron una reputación como "Pirata
sólo de California" (y fue, por lo tanto, a menudo denominado "Pirata Buchar" por los
colonizadores españoles de la época).
El 17 de enero de 1819 navegaron hacia San Blas, puerto que comenzarían a bloquear el
25 de ese mes. El 1 de marzo, mientras continuaba el bloqueo de San Blas, fue avistado
un bergantín-goleta español con la que intercambiaron algunos disparos a distancia y sin
consecuencias. Luego las dos embarcaciones comenzaron a perseguirla, pero no pudieron
alcanzarla. Después de este incidente, Bouchard ordenó zarpar hacia Acapulco sin perder
la costa de vista. Al llegar, envió un bote con un oficial para reconocer el lugar, observando
la cantidad y calidad de los buques que allí se encontraban. El oficial informó que en el
puerto no se encontraba ninguna embarcación relevante, por lo que decidieron seguir viaje.
Digamos que hoy en Santa Bárbara flamea una la bandera argentina que representa a una
nación que tuvo la posesión de California.
Tras el retiro, decidió hacerse cargo de la atención de las haciendas que le había
adjudicado el gobierno peruano, San Javier y San José de Nazca, donde fundó un ingenio
azucarero. Hacía tiempo que había perdido contacto con su familia, después de la
expedición con Brown había convivido con su esposa solo diez meses, y no llegó a
conocer a su hija menor que nació después de que iniciara su expedición alrededor del
mundo.
Durante su vida a bordo, se había caracterizado por un duro carácter que lo llevó a
protagonizar varios incidentes con su tripulación y a tomar feroces represalias contra
quienes se insubordinaban, y en sus haciendas trataba a sus esclavos con la misma
dureza con la que había tratado a su tripulación. Harto de sus abusos, uno de sus esclavos
le dio muerte el 4 de enero de 1837.
Es evidente que la vida de este trota mundo marino es digno de una película que explore
sus aventuras bajo la bandera argentina que hizo respetar por –literalmente- todo el
mundo.
Los restos de Bouchard permanecieron perdidos hasta 1962, cuando fueron encontrados
en una cripta ubicada en la Iglesia de San Javier de Nasca de la ciudad de Nazca, en Perú.
El 6 de julio de ese año fueron exhumados y repatriados a Buenos Aires por una comisión
formada por la Armada Argentina y la Armada del Perú. Hoy descansan en el panteón viejo
de la armada argentina en el Cementerio de Chacarita.
Existe un pueblo en Francia –donde nació Bouchard- que celebra el 9 de Julio y rinde
honores a un héroe de nuestra independencia.
Como se ve en la nota que se agrega, junto a fotos que lo atestiguan, pareciera que
Francia se homenajea con toda la pompa a Bouchard cosa que en nuestra tierra irredenta
y ausente de soberanía sustancial, no ocurre.
En esa fecha, junto al mar, cerca de Saint-Tropez, donde se inició como marino, flamean
juntas las banderas francesas y argentina para homenajear a Hipólito Bouchard, nacido allí
en 1780. La esposa del presidente Emmanuel Macron visitó este año el monumento de
nuestro corsario
Daniel Degani es un médico argentino que vive en Aviñón, Francia, desde el año 1998. A
comienzos de los años 2000, un 9 de julio, paseaba por Bormes-les-Mimosas, un pueblito
de la Costa Azul, cuando escuchó los acordes del Himno Nacional argentino. Creyó que la
nostalgia lo estaba haciendo alucinar. Pero no, en una plazoleta del pueblo estaba
concluyendo un pequeño acto de homenaje a un hijo del lugar, el corsario de bandera
argentina Hipólito Bouchard.
Todo el pueblo se engalana para la ocasión, con banderas francesas y argentinas, cuenta.
Hay charlas, conferencias, actos, asisten delegaciones de las Marinas argentina y francesa
y como dato de color hasta se puede comer "choripán" en las calles, por iniciativa de un
restaurante local que consultó con Degani qué comida argentina típica se podía servir para
honrar la fecha.
Suena el Himno Nacional argentino seguido de La Marsellesa. Ceremonia que se repite
año a año, en la plazoleta Bouchard, en presencia de autoridades civiles y de la Marina de
ambos países.
"-El 9 de julio último -dice Degani-, por ser 2018 el año del Centenario del fin de la Primera
Guerra Mundial, asistieron al homenaje a Bouchard, el director de Sanidad de la Armada,
comodoro Marcelo Christian Tarapow, quien dictó una conferencia sobre el hospital de
guerra que la Argentina levantó en París en esos tiempos y en el cual sirvieron los
prestigiosos cirujanos Pedro Chutro y Ricardo Finochietto. entre otros-".
La delegación argentina que participó este año estuvo integrada por, el jefe de la misión
naval en Europa, contralmirante Eduardo Traina y su segundo, el capitán de Fragata
Eduardo Castro Maggio, además del director de Sanidad de la Armada, comodoro de
Marina Marcelo Tarapow
En 2010, el capitán de navío Jorge Bergallo -a quien los argentinos conocimos hace poco
porque su hijo Ignacio era el 2° Comandante del submarino Ara San Juan– le propuso a
Degani abrir una delegación del Instituto Nacional Browniano -que Bergallo presidía por
entonces- en Francia. Hoy esa delegación es una realidad y Degani la preside junto con un
marino francés, Laurent Pavlidis, historiador y escritor, que dirige el Museo de Historia
Marítima de Saint-Tropez.
Hoy, este corsario de bandera argentina figura en el podio de los tres personajes más
grandes que ha dado la región, junto con el general Jean-Francois Allard (1785-1839), que
sirvió bajo las órdenes de Napoleón, y el almirante Pierre André de Suffren de Saint-Tropez
(1729-1788), célebre por sus triunfos sobre los ingleses en el Océano Índico.
Hasta pocos años, Hyppolite Bouchard era un perfecto desconocido en Francia. Gracias a
la iniciativa de la municipalidad de Bormes, que empezó con estas ceremonias en 1983, y
al empuje que en los últimos años le dieron Daniel Degani y su amigo Laurent Pavlidis, en
el año 2010, Bicentenario de la Revolución de Mayo, la ciudad de Saint-Tropez le dedicó el
año a la Argentina y se editó la primera biografía de Bouchard en francés.
Bormes-les-Mimosas tiene 7500 habitantes. Hoy el pueblo posee una plaza con
monumento dedicado a Bouchard. El paisaje de la Riviera es uno de los más lindos de
Francia. A esa comuna pertenece el Fuerte de Bregançon, en una isla frente a la costa,
que es utilizado como residencia de verano de los presidentes de Francia.
Este año, en agosto, la Primera Dama, Brigitte Macron, hizo una recorrida por Bormes y,
naturalmente, pasó por la plaza Bouchard y se detuvo frente al monumento donde el
alcalde Arizzi le contó de quién se trataba.
Brigitte Macron, esposa del Presidente francés, de recorrida por Bormes-les-Mimosas, acompañada por
Philippe May (de traje), esposo de la Primer Ministro británica Theresa May, y por el alcalde Arizzi (der)
Todos los años, la Fragata Libertad pasa por Bormes-les-Mimosas en su periplo mundial.
Como el puerto es demasiado pequeño para atracar, destaca una comisión de cadetes que
va a rendir homenaje a Bouchard.
Pero además, gracias a estos fortalecidos vínculos entre Argentina y Francia a partir del
recuerdo y homenaje al marino Bouchard suceden otras cosas significativas: el 29 de
noviembre de 2017, el municipio de Bormes-les-Mimosas fue uno de los primeros
lugares donde se homenajeó a la tripulación del desaparecido submarino ARA San
Juan. El Alcalde y todo el Concejo Municipal participaron del acto.
El capitán de Navío Thibault Haudos de Possesse y el comodoro de Marina Marcelo Tarapow, que ha asistido
a los últimos dos homenajes, en 2017 y 2018 para dictar conferencias
Por otra parte, el historiador Miguel Ángel de Marco, actual director del Instituto Nacional
Browniano, presentará muy pronto una biografía de Bouchard.
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FUENTES
DE MARCO, Miguel Ángel (2002). Corsarios Argentinos. Buenos Aires, Argentina. Tomo II, pags. 169, 172, 179, 180, 183,
190).
MASCIOTRA, Guillermo (“Sesquicentenario De La Muerte Del Almirante Guillermo Brown”- Periódico „El Restaurador‟ AÑO 1
Nº 2 Marzo 2007)- https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2007/03/sesquicentenario-de-la-muerte-del.html
PEIRÓ, Claudia („El pueblo francés que celebra el 9 de Julio y rinde honores a un héroe de nuestra Independencia‟ – Infobae-
22-9-2018 https://www.infobae.com/historia/2018/09/22/el-pueblo-frances-que-festeja-el-9-de-julio-y-rinde-honores-a-un-
heroe-de-nuestra-independencia/)
ROSSI BELGRANO, Alejandro y Mariana (2016). Nuevos Documentos sobre el Crucero de La Argentina a través del Mundo.
Tomo I
ROSSI BELGRANO, Alejandro y Mariana (2017). Nuevos Documentos sobre el Crucero de La Argentina a través del
Archipiélago Hawaiano. Tomo II, 122, 135, 160, 175, 182 Buenos Aires, Argentina.
SARAVIA, Mariano (“Embanderados, la emancipación de Sudamérica y el porqué de los colores y los diseños de sus
banderas”- Editorial Abrazos.-Córdoba-2006).-