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Agnes Heller - La estructura de la vida cotidiana

La vida cotidiana es la vida de todo hombre. En ella se “ponen en obra” todos sus sentidos, todas sus capacidades
intelectuales, sus habilidades manipulativas, sus sentimientos, pasiones, ideas, ideologías. La vida cotidiana es en
gran medida heterogénea. Son partes orgánicas de la vida cotidiana la organización del trabajo y de la vida privada,
las distracciones y el descanso, la actividad social sistematizada, el tráfico y la purificación. La vida cotidiana también
es jerárquica, y su forma concreta no es eterna e inmutable, sino que se modifica de modo específico según las
diferentes estructuras económico-sociales. La heterogeneidad y el orden jerárquico (la condición de organicidad) de
la vida cotidiana coinciden en posibilitar un despliegue “liso” de la producción y la reproducción, no sólo en el
“campo de la producción” en sentido estricto, sino también en lo que respecta a las formas del tráfico. El hombre
nace ya inserto en su cotidianeidad. La maduración del hombre significa en toda sociedad que el individuo se hace
con todas las habilidades imprescindibles para la vida cotidiana de la sociedad (capa social) dada.

Características de la vida cotidiana:

• Espontaneidad: como ya lo señalamos, es la característica dominante de la vida cotidiana, aun cuando en las
distintas actividades se manifieste en distintos niveles. La asimilación de las costumbres, las modas, el
comportamiento consuetudinario exigen para su explicación la espontaneidad. Si nos pusiéramos a reflexionar sobre
formas y contenidos de las actividades cotidianas no podríamos llevarlas a cabo, imposibilitando así la producción y
reproducción de la vida humana.

• Probabilidad: en el plano de la posibilidad, de sus actividades y las consecuencias de éstas, hay una relación
objetiva de probabilidad. Siempre se utilizan consideraciones probabilísticas para llevar a cabo una acción, lo que
incluye una mínima proporción de riesgo imprescindible y necesario para la vida.

• Economicismo: una acción realizada en base a la probabilidad, muestra el economicismo de la vida cotidiana. La
acción y el pensamiento cotidianos se manifiestan en la medida que es imprescindible para la misma continuación de
la cotidianeidad.

• Pragmatismo: el pensamiento cotidiano se orienta a la realización de las actividades cotidianas. Por ello afirmamos
la unidad inmediata del pensamiento y la acción en la vida cotidiana. Esta unidad implica la inexistencia de una
diferenciación entre “acierto” y “verdad” en la cotidianeidad: lo acertado es inmediatamente “verdadero”. Por
consiguiente, la actitud de la vida cotidiana es absolutamente pragmática. Por otra parte, debemos tener en cuenta
que, en la vida cotidiana, el conocimiento se limita al aspecto de la actividad. Ello se debe el “espacio diferenciado”
que ocupan la fe y la confianza.

• Ultrageneralización: la generalización excesiva es característica del pensamiento cotidiano. Los juicios


ultrageneralizadores son todos juicios provisionales, confirmados por la práctica (o, por lo menos, no refutados por
ella) en tanto nos permiten obrar y orientarnos. Pero, cuando se trata de ir más allá de la cotidianeidad, de poner en
juego nuestra entera individualidad y, por consiguiente, nuestra moral, debemos abandonar los juicios provisionales
que, arraigados en la particularidad y basados en la fe, se constituyen en prejuicios. Los juicios provisionales y los
prejuicios son ejemplos particulares de la ultrageneralización.

• Precedentes: son indicadores “útiles” para definir nuestras actitudes. Si sabemos cuál fue la actuación de otro en
tal situación, nos manejamos teniendo en cuenta tal actitud. Puede considerárselo como un fenómeno “positivo” en
la mediad en que no imposibilite la percepción de lo nuevo y único de una situación.

• Imitación: en la vida cotidiana no se actúa obedeciendo a preceptos, sino imitando a otros. Ni el trabajo ni el
tráfico social serían posibles sin imitación.

• Entonación: la entonación tiene una señalada importancia en la vida cotidiana, tanto en la evaluación y
configuración de nuestras actividades como en lo que respecta a las de los otros hombres, la comunicación, etc. Un
hombre, al incorporarse a un medio determinado, produce en torno suyo una atmósfera tonal específica que lo
rodea en forma permanente. La persona que no posee dicha entonación carece de individualidad, y la que no es
capaz que percibirla es insensible para un aspecto muy importante de las relaciones humanas.

Entonces, soy único e irrepetible, y eso quiere decir que tengo un ser particular, que soy en un sentido particular
pero soy particular en el modo en que me formé incorporando, haciendo propias, las formas de vida de y de
organización social de la especie y eso quiere decir, entonces, que soy también un ser específico, que de algún modo
viven en mí, estoy habitado por las formas de organización social y de vida en las que me encuentro. La diferencia es
que uno hace referencia, al carácter social del hombre (ser específico) y el otro hace referencia a lo que lo hace
distinto de todos los demás. Sos particular porque sos única e irrepetible (¡parece un piropo!), sos específica porque
ese ser particular nació de la forma en que incorporaste o te formaste como ser social, aprendiendo normas,
aprendiendo a hablar, a relacionarte con los demás, etc. Bueno, entonces tiene que quedar bien claro que ser
particular y ser específico no son dos personas distintas, ni siquiera dos tipos de personas, sino que son dimensiones
que componen el ser de cada hombre, lo que cada hombre es, todos somos al mismo tiempo seres particulares y
seres específicos. Ahora bien, aquí pasamos al problema siguiente, que es el de la relación entre el ser particular y el
ser específico en la vida cotidiana. Si, como dijimos, todo hombre es particular y específico al mismo tiempo, lo que
puede cambiar es el grado en que seamos conciente de ello. Por eso es que Heller dirá que hay, en la vida cotidiana,
una tendencia a que ser particular y específico coexistan "en muda copresencia". Quiere decir que ambos (obvio, por
lo que ya dijimos) se encuentran presentes, pero están sin comunicación, como "mudos". La tendencia de la vida
cotidiana en las sociedades capitalistas es a que la conciencia del ser particular oculte la conciencia del ser
específico. Es decir, soy conciente de que soy un ser único e irrepetible, distinto de los demás, con necesidades
propias, pero eso me oculta el hecho de que soy un ser social, que incluso mi yo y mis propias necesidades son
construidas o fueron construidas socialmente.

La sociología no tendría por qué dar salidas, pero Heller la da, o al menos nos da conceptos para pensar esa "salida".
Es lo que, al final del texto, llama "regimiento de la vida". El regimiento de la vida sería el proceso opuesto al de la
extrañación y estaría indicando un proceso por el cual el hombre es conciente de su ser particular y también de su
ser específico, en ese sentido es capaz de reconocer aquello que socialmente lo constituye, y por eso mismo
(volvemos al principio!) puede romper con la "jerarquía espontánea" que impone la estructura socioeconómica y
reordenar concientemente la jerarquía que ordene su vida cotidiana. Una aclaración: la extrañación como el
regimiento de la vida son procesos, y son tendencias, no son dos estados dicotómicos, hay matices y grises, distintos
grados. Se reordena en base a una decisión conciente que, Heller espera, tenga que ver con valores que permitan
justamente hacer vidas cotidianas menos "extrañadas" y más aptas para transformar concientemente las sociedades
en que vivimos. A Heller le gustan mucho, lo habrán visto, los valores que implican la política, la ciencia y el arte.
Tiene una dosis fuerte de optimismo, aunque no lo diga, para ella (lo digo mal para que se entienda) el problema no
es que somos todos unos guachos, sino que no desarrollamos la vida social de un modo conciente, no somos
guachos, somos inconcientes. Toda esta preocupación por la vida cotidiana surge en las ciencias sociales después del
fascismo y el nazismo. La pregunta que se hacía todo intelectual, era ¿cómo es posible que millones y millones de
personas, una sociedad entera, haya podido apoyar un régimen social tan horroroso? Estaban extrañados, lo que
ocurría socialmente, se les aparecía como lo inevitable, como algo fuera de sus propias vidas. Esa sería la respuesta
de Heller, ¿no? Bueno, digo sólo una cosita más para que termine de cerrarles el texto. Está toda la parte de las
características de la vida cotidiana (economicismo, juicios provisionales, etc.). Con eso Heller quiere señalar cómo la
vida cotidiana, necesariamente, tiende a generar una relación irreflexiva con el medio social. Por eso va a decir más
adelante, que la tendencia a la extrañación se produce cuando esas características de la vida cotidiana, cristalizadas
por la estructura socioeconómica, se absolutizan.

Entonces, dice Heller, la vida cotidiana no es sólo heterogénea, también es JERÁRQUICA. ¿Qué es la JERARQUÍA de la
que habla Heller? Poner cierta prioridad en las actividades a realizar. Importante es que Heller no habla de jerarquía
entre personas, habla de la escala de importancia que tienen las actividades de la vida cotidiana. Y dice que la
jerarquía, entonces, es lo que da "organicidad" a la vida cotidiana: es decir, que organiza ese conjunto heterogéneo
de actividades. ¿Cuál sería en nuestras sociedades la actividad más importante en esa escala jerárquica? El trabajo.
En la Edad Media no había dinero. La relación social fundamental era entre el señor feudal y el siervo. El señor le
daba tierra y protección, el campesino le daba parte de lo que producía. No hay mercado, ni dinero. En una
estructura social como esa, la actividad más importante para el campesino era el trabajo, pero para el señor feudal
era la guerra: su poder y riqueza dependía del territorio que conquiste, porque de eso dependía cuántos campesinos
trabajaran para él. Con ese ejemplo ya podemos contestar a la pregunta que sigue: ¿la jerarquía de la vida cotidiana
es subjetiva, es algo que decide cada sujeto? No. ¿De qué depende? depende de la ESTRUCTURA SOCIOECONÓMICA.
El estado es otra cosa, y la "sociedad" es un poco imprecisa. La estructura socioeconómica hace referencia al tipo
fundamental de relación social: amo-esclavo, señor feudal-siervo, burgués-proletario. Por eso Heller le llama a esta
jerarquía de la vida cotidiana, JERARQUÍA ESPONTÁNEA. Dice "espontánea" en un sentido no literal. Acabamos de
ver que no tiene nada de "espontánea", pero a las personas en la vida cotidiana se les aparece como ya dada, como
impuesta, como una jerarquía que ellos no deciden, por lo tanto, como "espontánea". Bueno, vimos: VIDA
COTIDIANA, HETEROGENEIDAD, JERARQUÍA. Y nos faltaría, pare terminar de cerrar esta primera parte, la categoría
de HOMBRE ENTERO. ¿Por qué Heller llama así al hombre tal como vive su vida cotidiana? Lo importante que
retengan de esto, es que el hombre entero en realidad es lo contrario de lo que suena. Heller dice "entero", porque
yo esto enteramente absorbido por mi cotidianeidad, pero justamente como mi cotidianeidad es heterogénea, el
hombre entero es un hombre totalmente fragmentado: sus capacidades, sus habilidades, facultades, sentimientos,
se ponen en distintas actividades, de distinto modo, sin poder desarrollarse del todo.

La secuencia lógica sería la siguiente:

1) La acción y el pensamiento de la vida cotidiana tiene ciertas características (economicismo, etc.)

2) Esas características tienden a la conciencia del yo, es decir, tienden a hacerme conciente de mi ser particular.

3) Si esas características se cristalizan sólo queda conciencia del ser particular, no soy conciente más que de mí
mismo como ser único e irrepetible.

4) Quedo separado (en mi conciencia) de mi ser social = extrañación.

La extrañación es lo contrario a la "elevación de lo específico" Bueno, ahora vemos mejor qué quiere decir
extrañación. ¿Por qué extrañación? Porque mi ser específico, es decir, mi ser social, se me aparece como algo
extraño. Es decir, las formas de vida, las formas de organización social se me aparecen como algo independiente de
mí, separado de mí, algo externo a mí y que tiene vida propia. Podríamos asociar la extrañación a esa sensación que
deben tener (todos la tenemos con frecuencia): de que la sociedad es algo que no dominamos, que se nos impone,
que nos impone modos de vida reglas, etc. Bajo el fenómeno de la extrañación no podemos ver que finalmente la
sociedad no es más que nuestra propia actividad en relación con la de las demás personas.

Berger y Luckmann – “la sociedad como realidad subjetiva”


Internalización de la realidad
socialización primaria:
la sociedad existe como realidad subjetiva y objetiva. La sociedad se entiende en términos de un continuo proceso
dialectico compuesto de tres momentos: externalización, objetivación e internalización. Estar en la sociedad, ser
parte, es participar en su dialéctica.
El individuo no nace miembro de una sociedad, sino con predisposición hacia ella. El punto de partida de este
proceso se encuentra en la internalización. La internalización, constituye primero la base para la comprensión de los
semejantes y segundo para la comprensión del mundo en cuanto a realidad significativa y social. Éste proceso
comienza cuando el individuo asume el mundo en el que ya viven otros. Además de comprender los procesos
subjetivos del otro, comprendo el mundo en el que vive, que es el mismo mundo en el que vivo yo. Cuando el
individuo ha llegado a este grado de internalización puede considerárselo miembro de la sociedad. La socialización
primaria es la primera por el cual el niño atraviesa en la niñez, y por medio de ella se convierte en miembro de la
sociedad. La socialización primara suele ser la más importante para el individuo, y la estructura básica de toda
socialización secundaria debe semejarse al de la primaria. Todo individuo nace dentro de una estructura social
subjetiva, en la cual encuentra a los otros significantes que le son impuestos y están encargados de su socialización.
Las definiciones que los otros significantes hacen de la situación del individuo le son presentadas a este como
realidad objetiva. Nace dentro de una estructura social objetiva y dentro de un mundo social objetivo. Los otros
significantes seleccionan aspectos del mundo según la situación que ocupan dentro de la estructura social. El mundo
social aparece “filtrado”. Además la socialización primaria se efectúa en circunstancias de enorme carga emocional.
Sin esa adhesión emocional a los otros significantes el proceso de aprendizaje sería difícil, cuando no imposible. El
niño se identifica con los otros significantes. El niño acepta los roles y actitudes de los otros significantes, los
internaliza y se apropia de ellos. Y por esta identificación con los significantes el niño se vuelve capaz de identificarse
a el mismo, de adquirir una identidad subjetivamente coherente y plausible. El yo es una entidad reflejada, porque
refleja las actitudes que primeramente adoptaron para con el los otros significantes. El individuo llega a ser lo que
los otros significantes lo consideren. Entraña una dialéctica entre la auto-identificación y la identificación que hacen
los otros, entre la identidad que es subjetivamente atribuida y la que es subjetivamente asumida.
La socialización primaria crea en la conciencia del niño una abstracción progresiva que va de los roles y actitudes de
otros específicos a los roles y actitudes en general. Ahora el individuo no se identifica solo con otros concretos, sino
con la sociedad. Solamente en virtud de esta identificación generalizada logra estabilidad y continuidad en su propia
auto identificación. La formación dentro de la conciencia del otro generalizado señala una fase decisiva en la
socialización. La sociedad, la identidad y la realidad se cristalizan subjetivamente en el mismo proceso de
internalización, que se corresponde con la internalización del lenguaje: el contenido más importante y el
instrumento más importante de la socialización. El lenguaje establece la simetría entre la realidad objetiva y la
realidad subjetiva, aunque esta no puede ser total. Ningún individuo internaliza la totalidad de lo que se objetiva
como realidad en su sociedad.
En la socialización primaria no existe ningún problema de identificación, ninguna elección de otros significantes. La
sociedad presenta al candidato a la socialización ante un grupo predefinido de otros significantes a los que debe
aceptar en cuanto tales, sin posibilidades de optar por otro arreglo. Por lo tanto, al no optar por los otros
significantes, el niño se identifica con ellos casi automáticamente. El mundo internalizado en la socialización primaria
se implementa en la conciencia con mucho más firmeza que los mundos internalizados en socializaciones
secundarias. La socialización primaria es el primer mundo del individuo. El mundo de la infancia es masivo e
indudablemente real.
La socialización primaria termina cuando el concepto del otro generalizado se ha establecido en la conciencia del
individuo, ya miembro efectivo de la sociedad. Existen dos problemas. A) como se mantienen en la conciencia la
realidad internalizada en la socialización primara. B) como se efectúan otras socializaciones en la biografía posterior
del individuo.

Socialización secundaria:
resulta posible concebir una necesidad en la que no se produzca otra socialización después de la primaria, pero
tendría un acopio de conocimiento muy sencillo. Existe cierta distribución social del conocimiento, por lo que
mientras así ocurra, la socialización secundaria se vuelve una necesidad. La socialización secundaria es la
internalización de “submundos”. Su alcance y su carácter se determinan por la complejidad de la división del trabajo
y la distribución social del conocimiento. Se realiza una distribución social del conocimiento especializado, que surge
como resultado de la división del trabajo y cuyos portadores se definen institucionalmente. Los submundos
internalizados en la socialización secundaria son generalmente realidades parciales que contrastan con el mundo de
base. Este proceso de internalización involucra identificación subjetiva con el rol y sus normas apropiadas. La
realidad ya internalizada suele persistir, los nuevos contenidos que ahora haya que internalizar deben superponerse
a esa realidad ya presente. En la socialización secundaria, las limitaciones biológicas se vuelven cada vez menos
importantes en las secuencias del aprendizaje, que pueden también manejarse según los intereses creados de
quienes administran el cuerpo del conocimiento. Mientras que la socialización primaria no puede efectuarse sin una
identificación con carga emocional del niño con sus otros significantes, la mayor parte de la socialización secundaria
puede prescindir de esta clase de identificacion y proceder efectivamente con la sola dosis de identificación mutua
que interviene de cualquier comunicación entre los seres humanos. Los roles de la socialización secundaria
comprenden un anonimato, se separan fácilmente de los individuos que los desempeñan. Esta formalidad y este
anonimato se vinculan al carácter afectivo de las relaciones sociales en la socialización secundaria. La realidad
original de la niñez es el “hogar”. Todas las realidades posteriores son “artificiales”.
Mantenimiento y transformación de la realidad subjetiva:
como la socialización nunca se termina y los contenidos que la misma internaliza enfrentan continuas amenazas a su
realidad subjetiva, toda sociedad viable debe desarrollar procedimientos de mantenimiento de la realidad para
salvaguardar cierto grado de simetría entre la realidad objetiva y subjetiva.
La socialización primaria internaliza una realidad aprehendida como inevitable. Esta internalización puede
considerarse lograda si el sentido de inevitabilidad se halla presente casi todo el tiempo. El carácter más artificial de
la socialización secundaria vuelve aún más vulnerable la realidad subjetiva de sus internalizaciones, se haya menos
arraigada y por ende resulta más susceptible al desplazamiento. Distinguimos dos tipos generales de mantenimiento
de la realidad: mantenimiento de rutina y mantenimiento de crisis. El primero está destinado a mantener la realidad
internalizada en la vida cotidiana y el segundo en situaciones de crisis. Ambos entrañan fundamentalmente los
mismos procesos sociales, aunque deben anotarse algunas diferencias. La realidad de la vida cotidiana se mantiene
porque se concreta en rutinas. La realidad de la vida cotidiana se reafirma continuamente en la interacción del
individuo con los otros. Se internaliza originariamente por un proceso social, así también se mantiene en la
conciencia por procesos sociales. Se refleja el hecho fundamental de que la realidad subjetiva debe guardar relación
con una realidad objetiva socialmente definida. Por lo tanto, los otros significantes ocupan una posición central que
sirve para mantener la realidad subjetiva. Son la confirmación continua de ese elemento crucial de la realidad que
llamamos identidad. Confirmación implícita de esta identidad (la proporcionan los contactos cotidianos,
accidentales) y la confirmación explicita (emotivamente cargada) que brindan los otros significantes. Los otros
significantes constituyen en la vida del individuo los agentes principales para el mantenimiento de su realidad
subjetiva. Los otros menos significantes funcionan como una especie de coro que mantiene una relación dialéctica
con los significantes. Si existe desacuerdo entre estas personas el individuo experimenta un problema de coherencia
que puede resolver modificando su realidad o sus relaciones. El vehículo más importante del mantenimiento de la
realidad es el dialogo. El lenguaje objetiviza el mundo, transformando la experiencia en un orden coherente. Para
poder mantener eficazmente la realidad subjetiva, el aparato conversacional debe ser continuo y coherente. La falta
de frecuencia puede recompensarse con la intensidad.
En situaciones de crisis, se utilizan esencialmente los mismos procedimientos que para el mantenimiento de rutinas,
excepto que las confirmaciones de rutinas deben ser explicitas e intensivas.
Hablar de transformaciones involucra examinar diferentes grados de modificación. El caso extremo, en el que se
produce una transformación casi total, el individuo “permuta mundos”.
La alternación requiere de procesos de re-socialización que se asemejan a la socialización primaria. Para lograrla se
tiene que incluir condiciones tanto sociales como conceptuales. El prototipo histórico de la alternación es la
conversión religiosa. La estructura de plausibilidad debe convertirse en el mundo del individuo desplazando a todos
los demás mundos, especial aquel que el individuo habitaba antes de su alternación. Una vez que la nueva realidad
ha quedado fija, pueden entablarse nuevamente relaciones circunspectas con extraños.
El requisito conceptual más importante para la alternación consiste en disponer de un aparato legitimador para toda
la serie de transformaciones. Lo que debe legitimizarse no es solo la realidad nueva sino también las etapas por las
que esta se asume, se mantiene, y el abandono o repudio de todas las realidades que se den como alternativa. En la
re-socialización el pasado se re-interpreta conforme con la realidad presente. En la socialización secundaria el
presente se interpreta de modo que se halla relación continua con el pasado. La base de la realidad para la
resocialización es el presente, mientras que para la socialización secundaria es el pasado.
Internalización y estructura social:
La socialización siempre se efectúa en el contexto de una estructura social específica. No solo su contenido sino
también su grado de éxito, tienen condiciones y consecuencias socios estructurales.
Por socialización exitosa entendemos el establecimiento de un alto grado de simetría entre la realidad objetiva y la
subjetiva. Inversamente la socialización deficiente, debe entenderse en razón de la asimetría existente entre la
realidad objetiva y subjetiva. La socialización totalmente exitosa resulta imposible desde el punto de vista
antropológico. La socialización totalmente deficiente es poco frecuente.
El éxito máximo de la socialización probablemente se obtenga en las sociedades que poseen una división del trabajo
sencilla y una mínima distribución del conocimiento. No existe problema de identidad. En tales condiciones, la
socialización deficiente ocurre solo como resultado de accidentes biográficos, ya sean biológicos o sociales. El
individuo que se haya socializado deficientemente, tendrá alto grado de asimetría entre la realidad socialmente
definida y la realidad subjetiva. Se sentirá preso, dentro de su mundo ajeno. Sin embargo esta asimetría no tendría
consecuencias estructurales acumulativas.
La socialización deficiente dentro de un mundo social, puede ir acompañada de una socialización exitosa dentro de
otro mundo. La cristalización de la anti realidad, y la anti identidad pueden ocultarse al conocimiento de la
comunidad más general, pero puede existir un auto identificación invisible como alguien muy diferente. Puede
existir una asimetría socialmente disimulada entre la biografía pública y la privada.
Teorías de la identidad:
la identidad se forma por procesos sociales. Una vez que cristaliza, es mantenida, modificada o reformada con las
relaciones sociales. Los procesos sociales involucrados en la formación como en el mantenimiento se determinan por
la estructura social. Recíprocamente, las identidades que forman parte de la estructura social reaccionan sobre ella
manteniéndola, modificándola o reformándola.
La noción de “identidades colectivas” es errónea. Podemos hablar de tipos de identidad, pero reconocibles en casos
individuales. Los tipos de identidad pueden observarse en la vida cotidiana. Son observables y verificables. La
identidad es un fenómeno que surge de la dialéctica entre el individuo y la sociedad. Las teorías psicológicas sirven
para legitimar los procedimientos establecidos en la sociedad para el mantenimiento y reparación de la identidad,
proporcionando el eslabonamiento teórico entre la identidad y el mundo, ya que estos se definen socialmente y
asumen subjetivamente.
Organismo e identidad:
El organismo continúa afectando la actividad constructora de la realidad del hombre, y el mismo organismo resulta a
su vez afectado por esta realidad. La animalidad del hombre se transforma, pero no queda abolida.
Existe una dialéctica entre la naturaleza y la sociedad, y se manifiesta en cada individuo humano. Esta dialéctica es
continua y comienza en la primera fase de socialización, y sigue desenvolviéndose a través de la existencia del
individuo en la sociedad. Externamente consiste en una dialéctica entre el animal individual y el mundo social.
Internamente es una dialéctica entre en substrato biológico del individuo y su identidad producida socialmente. En el
aspecto externo, el organismo coloca límites a lo que resulta socialmente posible. Los factores biológicos limitan el
campo de las posibilidades sociales que se abre a todo individuo. Pero el mundo social, que es pre existente al
individuo impone a su vez limitaciones a lo que resulta biológicamente posible al organismo. La dialéctica se
manifiesta en la limitación mutua del organismo y la sociedad. La sociedad determina cuanto tiempo y de qué
manera vivirá el organismo individual. Tiene un control definitivo sobre el individuo. También interviene en el
funcionamiento del organismo (respecto de la sexualidad y nutrición). El hombre es impulsado por su constitución
biológica, pero la sociedad le indica cómo debe satisfacer esa necesidad.
En el individuo totalmente socializado existe una dialéctica interna continua entre la identidad y su substrato
biológico. Lucha entre un yo “superior” y un yo “inferior”, equiparados respectivamente con la identidad social, y
con la animalidad pre social y posiblemente anti social. El yo “superior” debe afirmarse repetidamente sobre el
“inferior”. Afirmación de dominio sobre el substrato biológico, que resiste pero es dominado por el yo social interior
del hombre. El hombre esta biológicamente predestinado a construir y habitar un mundo con otros. Ese mundo se
convierte para el en la realidad dominante y definitiva. Sus límites los traza la naturaleza, pero una vez construido
ese mundo vuelve a actuar sobre la naturaleza. En la dialéctica entre la naturaleza y el mundo socialmente
construido el propio organismo humano se transforma. En esa misma dialéctica el hombre produce la realidad, y por
tanto se produce a sí mismo.

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