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Cómo reacciona usted ante el estrés

El texto nos comienza explicando que el estrés es un hecho habitual en nuestras


vidas. No puede evitarse.
**CUALQUIER CAMBIO AL QUE DEBAMOS ADAPTARNOS REPRESENTA
ESTRÉS**
Algunos de ellos podrían ser pensar en hechos estresantes, siempre acuden a la
mente sucesos negativos como daño, enfermedad o muerte de un ser querido.
Incluso, sucesos positivos podrían causarnos estrés; cambiar de casa o ascender
en el trabajo traen consigo el estrés de un nuevo estatus y de nuevas
responsabilidades.
Las experiencias estresantes provienen de tres fuentes principales:
Nuestro entorno:
El entorno nos bombardea constantemente con demandas de adaptación,
viéndonos obligados a soportar el ruido, las aglomeraciones, las exigencias que
representan las relaciones interpersonales, los horarios rígidos, las normas de
conducta y muchas otras amenazas a nuestra seguridad y autoestima.
Nuestro cuerpo:
Los momentos difíciles que representan la adolescencia, el envejecimiento, la
enfermedad, los accidentes, las restricciones de la dieta, los trastornos del sueño,
etc., todas son circunstancias que afectan al organismo.
Las amenazas que provienen del ambiente también producen en nuestro cuerpo
unos cambios que son estresantes por sí mismos. Así, nuestra forma de
reaccionar ante los problemas, las demandas y los peligros viene determinada
todavía por una actitud innata de «lucha o huida» heredada de nuestros
antecesores más primitivos. Nuestros predecesores, a través de un proceso de
selección natural, fueron transmitiendo todas aquellas características físicas que
pudieran representar, en un mundo competitivo y hostil, una ventaja sobre sus
enemigos. Como resultado de este proceso, poseemos dentro de nuestro
entramado bioquímico la tendencia innata a preparamos para luchar o para huir
siempre que nos sentimos amenazados.
Cada vez que se emite una respuesta de este tipo, tienen lugar en nuestro
organismo, de modo esquemático, los siguientes cambios: cuando los estímulos
que nos llegan son interpretados como amenazantes, los centros de regulación
dan al organismo la información que le conducirá a enfrentarse o a escapar de la
amenaza.
Este proceso se traduce en una serie de cambios físicos observables (las pupilas
se agrandan para mejorar la visión y el oído se agudiza, los músculos se tensan
para responder al desafío, la sangre es bombeada hacia el cerebro para aumentar
la llegada de oxígeno a las células y favorecer así los procesos mentales que
están ocurriendo. Las frecuencias cardíaca y respiratoria aumentan, y como la
sangre se desvía preferentemente hacia la cabeza y hacia el tronco, las
extremidades, sobre todo las manos y los pies, se perciben frías y sudorosas).

Es importante recalcar que, si no se libera al organismo de estos cambios


ocurridos durante la fase de reconocimiento y consideración de la amenaza, se
entra en un estado de estrés crónico. Por tanto, cuando uno se siente estresado y
se añade aún más estrés, los centros reguladores del cerebro tienden a
hiperreaccionar ocasionando desgaste físico, crisis de llanto y, potencialmente,
depresión y muerte.
Nuestros pensamientos:
El modo de interpretar y catalogar nuestras experiencias y el modo de ver el futuro
pueden servir tanto para relajarnos como para estresarnos.
Por ejemplo, una mirada agria del jefe puede interpretarse como reprobatoria de
nuestro trabajo y provocar, por tanto, ansiedad, o bien entenderse como un signo
de cansancio y de preocupación por problemas de índole personal y no resultar
motivo de temor.
Pensar sobre los problemas produce tensión en el organismo, lo cual crea, a su
vez, la sensación subjetiva de intranquilidad, que provoca pensamientos todavía
más ansiosos, cerrándose de esta manera el círculo.
Un punto importante que nos hace ver el tema, es que no podemos escapar de
todas las situaciones estresantes que hay en nuestra vida ni evitar completamente
nuestra respuesta innata a las amenazas, pero sí podemos aprender a
contrarrestar nuestras reacciones habituales al estrés, aprendiendo a relajarnos.
Hemos visto cuál era la respuesta del organismo ante una amenaza; pues bien, la
respuesta de relajación es su opuesta y es la que devuelve al organismo su
estado natural de equilibrio.
**La relajación normaliza nuestros procesos físicos, mentales y emocionales**.
El primer paso para reducir el estrés es conocer cuáles son las principales fuentes
de estímulos estresores. Aunque probablemente usted es consciente de los
motivos que en la actualidad le resultan estresantes, seguramente está
subestimando el número de cambios a los que cada día se ve obligado a
adaptarse y que, como ya hemos visto, son fuente de estrés.
Por ello, es preferible ayudarse con registros visuales, que faciliten el control de
las situaciones estresantes, tales como:
- Inventario de experiencias recientes (Parte A y B), de Thomas Holmes, de
la Escuela de Medicina de la universidad de Washington en Seattle
(Washington).
- Registro de Síntomas: para determinar exactamente cuáles son los
síntomas sobre los que debe trabajar de forma preferente, rellene el
cuestionario que viene a continuación. Este registro puede aportarle mucha
información sobre su tipo de respuesta particular al estrés, lo cual es
importante a la hora de elegir las técnicas que aplicar, ya que de la
naturaleza de la respuesta dependerá que escoja unas u otras.
- Tabla de relación entre síntomas y técnicas.
Conocimiento del cuerpo
Es importante recalcar que hoy en día, las personas están más preocupadas por
otras actividades que por reconocer las partes o situaciones que nos provocan
tensión. El organismo es el primer paso en el reconocimiento y en la lucha por la
reducción del estrés.
Hay dos teorías modernas que concentran su atención en el cuerpo y en sus
relaciones con el estrés emocional, son la terapia de la Gestalt de Frilz Perls y la
terapia bioenergética de Alexander Lowen. Ambas trabajan estrechamente en la
relación mente-cuerpo y mantienen la teoría de que el cuerpo siente el estrés
antes de que éste se haga consciente a nivel mental; así tenemos que la tensión
muscular es la manera en que el organismo nos permite saber que estamos
estresados.
Se ha observado que cuando estamos bajo unas condiciones de estrés es
inevitable tensar los músculos del cuerpo; cuando el estrés desaparece lo hace
con él la tensión acumulada.
La tensión muscular crónica aparece en personas que desarrollan actitudes que
favorecen la contracción de grupos musculares determinados. Por ejemplo, es
problable que una mujer que desee reprimir su irritabilidad o su mal humor tenga,
a nivel cervical, tensión crónica e incluso dolor.
Igualmente, un hombre que sienta ansiedad en cuanto a su futuro puede presentar
trastornos crónicos a nivel del estómago.
Esta tensión muscular crónica dificulta la digestión, limita la autoexpresión y
disminuye la energía.
En el siguiente apartado realizará los ejercicios de la Gestalt destinados a localizar
y explorar la tensión del organismo.
Reconocimiento del cuerpo
Los siguientes ejercicios aumentarán el conocimiento de su organismo y le
ayudarán a identificar las áreas de tensión que hay en él.
- Toma de conciencia
- Exploración del cuerpo
- Liberación del cuerpo
- Diario de control del estrés

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