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INSTITUTO

MCLAREN DE PEDAGOGÍA CRÍTICA



DOCTORADO EN PEDAGOGÍA CRÍTICA Y EDUCACIÓN POPULAR

Asignatura: Teoría crítica y sociología de la educación

Profesor: Dr. José Carlos García Ramírez

Estudiante: Mtro. Carlos Guillermo Scheel Martín

ANOMIA EN LA EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR EN MÉXICO

Guadalajara, Jal., octubre de 2021

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ÍNDICE

I.- Introducción……………………………………….pág. 3
II.- Planteamiento del problema…………………….. pág. 4
III.- Desarrollo……………………………………… .pág. 5
III.1.- Fracaso escolar………………………………...pág. 5
III.2.- La reproducción………………………………..pág. 7
III.3.- Anomia y currículum oculto…………………...pág. 8
IV.- Conclusiones…………………………………….pág. 11
Fuentes de consulta…………………………………...pág. 13

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I.- Introducción
El presente trabajo, elaborado para la asignatura Teoría Crítica y Sociología de la Educación, como
parte del Doctorado en Pedagogía Crítica y Educación Popular, del Instituto McLaren de Pedagogía
Crítica, pretende abordar, desde una perspectiva crítica, una problemática compleja que afecta al
sistema escolar en México, haciendo énfasis en el nivel medio superior o bachillerato, que constituye
para gran parte de los estudiantes en este país, la etapa terminal de sus estudios.

Esta introducción pretende plantear las líneas generales a desarrollarse en los apartados subsecuentes
del trabajo, definiendo sus intenciones así como sus posibles alcances, dando una idea general de
los temas a desarrollar, y de los conceptos principales de la sociología educativa que serán puestos
en juego para abordar la problemática inicial así como el desarrollo de la misma. El presente ensayo
podría considerarse insuficiente para abordar de manera profunda y completa la problemática de la
cual parte, toda vez que por sus características de extensión, apenas constituiría un esbozo de un
trabajo que podría ampliarse posteriormente, con la intención de constituir una investigación de
mayor profundidad y alcance, que pudiera ser de utilidad para orientar una práctica transformadora
de nuestro quehacer educativo, y para poner sobre la mesa la necesidad de analizar de manera
honesta las determinaciones que atraviesan todos los niveles de formación escolar, sin que se
encuentren necesariamente expresadas en los planes y programas, ni en los objetivos explícitamente
planteados que orientan a nuestras instituciones educativas desde hace décadas.

Se comenzará planteando en la problematización de este ensayo, como punto de partida, la noción


de fracaso que caracteriza desde hace décadas a todo el sistema educativo, para de ahí pasar a
problematizar el problema, es decir, cuestionar si en el fondo dicha situación constituye el auténtico
problema o si existe una situación más compleja de la que dicho planteamiento es una manifestación
propia de las apariencias que esconde contradicciones que se puedan abordar por medio de la teoría
crítica y de la sociología educativa.

Posteriormente se echará mano del concepto de reproducción, abordando la función reproductora de


la escuela desde el amplio espectro definido desde la perspectiva marxista, para de manera
consecuente aplicar el concepto de anomia, que ha sido abordado por Emile Durkheim y otros
sociólogos posteriores, intentando de esta manera aplicar una visión crítica a la problemática

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planteada en principio, aplicando para ello la noción de currículum oculto, con lo cual se busca
fundamentar la hipótesis central del presente trabajo, cuyo planteamiento en términos breves
consiste en que la función reproductora de la escuela, a través del currículum oculto, está enfocada
a reproducir ese estado de anomia, lo cual en última instancia significaría poner en duda la noción
generalizada de fracaso escolar, entendida como la falla en la consecución programática de los
objetivos de la educación escolar.

Apuntando a las conclusiones, siempre parciales y sujetas a revisión, del presente ensayo, es
importante señalar que las intuiciones y aseveraciones que se plantean en el mismo constituyen
atrevimientos teóricos que requerirían una contrastación empírica a través de una investigación de
campo mucho más amplia y compleja que el presente ensayo, que puede considerarse como un
simple esbozo de ciertas hipótesis, que si bien se basan en observaciones y experiencias personales,
puede adolecer de debilidades conceptuales, en tanto que se atreva a realizar algunas afirmaciones
sin el sustento suficiente. En cualquier caso, se busca reconectar la problemática inicial del presente
ensayo con las graves situaciones que afectan la vida social de México, en particular la impunidad
y la injusticia, que afectan en particular a las capas más desprotegidas de nuestra sociedad, lo cual
es una problemática de tal gravedad, que no sólo escapa a los alcances del presente trabajo, sino que
merece ser abordada de manera más amplia y profunda que lo que el presente trabajo alcanza a
hacer.

II.- Planteamiento del problema


Quienes nos desempeñamos como parte del sistema de educación media superior, así como de los
demás sistemas y niveles educativos, estamos muy acostumbrados a que se hable del fracaso del
sistema educativo. Dicha noción está fundamentada en indicadores internacionales, particularmente
de la OCDE, en los que los resultados de los estudiantes mexicanos se encuentran muy por debajo
de la media mundial, y de los estándares establecidos por dichas instancias (OCDE, 2010). Por el otro
lado, los docentes que han tenido una cierta formación crítica en pedagogía, suelen expresar una
noción, que resulta central para el presente trabajo, que consiste en la sospecha de que el fracaso del
sistema educativo no sólo ha sido inducido, sino que constituye el auténtico objetivo del sistema
educativo globalizado, debido a que el sistema capitalista no quiere que se formen alumnos críticos,
sino obreros obedientes, mano de obra calificada incapaz de pensar. Lo anterior lleva a preguntar,

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entendiendo el fracaso educativo como la falta o insuficiencia en el logro de los objetivos planteados
por el sistema ¿realmente ha fracasado el sistema educativo? ¿O ha alcanzado el éxito, ocultando
sus verdaderos objetivos? Y de ser así ¿cuáles son dichos objetivos no expresados de manera
explícita?

III.- Desarrollo
III.1 Fracaso escolar
Como se ha planteado en la problematización, el presente ensayo encuentra su motivación inicial en
el fenómeno de fracaso que de manera cotidiana constatamos en el nivel medio superior, que “se
compone por elementos como mal aprendizaje, mal rendimiento académico, abandono escolar y
escuela de baja calidad.” (Zamudio, P., Conclusiones) Dicho fracaso incide en problemáticas
sociales que lejos de disminuir, tienden a incrementarse cada vez más: “el fracaso escolar se refleja
a través de la dificultad para obtener un buen empleo, ingresos económicos, patrimonio y grados
académicos como resultado de bajas aspiraciones o expectativas de la educación.” (Zamudio, P., 2020,
conclusiones)

¿Qué estamos haciendo mal? nos preguntamos, como si creyéramos que es en la escuela donde se
localiza el origen de la violencia, de la pobreza, del desempleo, de la desintegración social, de la
crisis que atravesamos como sociedad. Y desde luego, tendemos de inmediato a desviar el tema,
atribuyéndole a un sistema originario, previo al escolar, en este caso la familia o la matriz social en
general, el origen de dichas problemáticas, limitando el papel de la escuela a una insuficiencia para
contrarrestar vicios que se vienen arrastrando desde ámbitos de mayor influencia, para los cuales no
importa el esfuerzo que hagamos, nunca será suficiente.

Percibimos entonces a la escuela como una sala de espera para las posiciones a ocupar en el mercado
laboral, y quienes nos desempeñamos en escuelas públicas y trabajamos con jóvenes provenientes
de estratos “de escasos recursos”, entendemos que estamos preparando “mano de obra barata para
la industria maquiladora”, sin percatarnos a veces de que tal vez una relación así de unívoca podría
validarse en sociedades desarrolladas, en las que existe de verdad una demanda de mano de obra
suficiente para los egresados de las escuelas, y en las que la capacitación otorgada en dichas escuelas
responde realmente a las necesidades de una industria desarrollada. Pero no reparamos en que

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nuestra realidad no responde de una manera directa a esa visión. No damos un seguimiento preciso
al destino que corren nuestros egresados, o si lo hacemos, volvemos a pensar, como ya se señaló,
que el sistema educativo está siendo insuficiente. El hecho de que gran parte de nuestros egresados
no encuentren un lugar en el mercado laboral al que supuestamente estaban destinados, y que además
la capacitación recibida no responda a las necesidades de las empresas demandantes de mano de
obra, parece incidir al final de cuentas en la culpabilización del magisterio. No estamos haciendo
bien nuestro trabajo, el sistema educativo está fallando, necesitamos más reformas para adecuarnos
a ese esquema en el que parecemos creer, tanto quienes lo sustentan como quienes lo ven como un
sistema de dominación y reproducción de la injusticia social.

Resulta llamativo que el discurso oficial coloca a la escuela “tradicional” como el paradigma de lo
que hay que superar; la memorización, los contenidos curriculares disciplinarios tradicionales y los
métodos didácticos empleados en la educación de nuestros abuelos se convierten exactamente en
aquello en lo que el sistema supuestamente ya no debe incurrir. No obstante, podemos constatar que
los aprendizajes alcanzados y por consiguiente el logro escolar en aquellas generaciones era superior
al que observamos en la actualidad. Personas que difícilmente terminaban la primaria poseían un
conocimiento sobre ciencias, historia, geografía y matemáticas superior incluso al que demuestran
en la actualidad algunos egresados del nivel medio superior, e incluso de licenciatura. Esto nos hace
pensar, tal como se planteará en los apartados subsecuentes, que el fracaso escolar ha sido inducido
a través de las sucesivas reformas educativas, que lejos de introducir mejoras, han socavado lo que
se tendría que haber conservado si de verdad se buscara un cambio positivo en la educación.

Sin negar las evidentes deficiencias del sistema escolar, que van desde la infraestructura física y
tecnológica hasta el anacronismo curricular, es necesario alcanzar una visión realmente crítica que
nos permita superar esa visión que nos hace ver y sentir como los responsables del fracaso de un
sistema que quizá ha sido diseñado, desde otras instancias, para fracasar, encontrando en dicho
fracaso el éxito de los objetivos no reconocidos explícitamente.

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III.2 La reproducción
Partiendo de la sospecha de que el fracaso escolar no ha sido de ninguna manera “accidental”, sino
que los posibles éxitos que podría tener la escuela en décadas pasadas han sido desmontados a través
de reformas que han producido lo que dicen combatir, adquiere utilidad teórica el concepto de
reproducción, tal como se desprende de la visión marxista de la estructura social y de la función de
la escuela en dicha estructura, según el cual la escuela “cumple con la función de reproducir la fuerza
de trabajo no sólo en el sentido de la capacitación sino en el de la ‘reproducción de su sumisión a
las reglas del orden establecido’, sumisión a la ideología dominante.” (Loubet, R., 2016, p. 60).

Cabría entonces preguntarnos acerca de la enunciación explícita de dichas reglas, intentando


visibilizar los postulados de esa ideología dominante, pensando en la escuela en función del aparato
político y económico, como reproductora de una ideología que identificamos principalmente con la
noción de clases sociales.De este modo, tendemos a creer que la escuela cumple una función de
adecuación al lugar asignado a cada persona por la clase social a la que pertenece, como si se tratara
de asegurar la permanencia de un sistema de castas, promoviendo el inmovilismo social. Y de ello
se desprende entonces la gran relevancia que cobra la existencia escuelas públicas y privadas; en las
primeras estaríamos educando al proletariado, en las segundas a la burguesía. Esta generalización
permitiría suponer que existen grandes diferencias en la educación que se recibe en cada tipo de
instituciones, pero quienes conocemos ambos sistemas podemos darnos cuenta de que no
necesariamente es así. En cuanto a planes y programas, contenidos curriculares y aspectos didácticos
en general, la diferencia puede ser de grado, sobre todo en cuanto al acceso a las nuevas tecnologías,
pero dichas diferencias no dan para explicar una segmentación social como la que se ha planteado
desde la teoría de la reproducción aquí invocada. Entonces nos tenemos que preguntar ¿qué es lo
que se reproduce en la escuela y cómo se da dicha reproducción? Loubet hace referencia a “reglas
del orden establecido”, aunque no resulta tan fácil enunciar claramente dichas reglas ni cómo es que
se reproducen en la escuela. Lo que se vuelve evidente es que la principal diferencia entre las
escuelas públicas y las privadas, sobre todo en el nivel medio superior, más que en el ámbito
académico tiene lugar en el espacio normativo. Aunque existen excepciones, es fácil observar cierto
tipo de reglamentaciones que sólo tienen lugar en las escuelas públicas, sobre todo aquellas que
tienen que ver con el cuerpo del sujeto y su apariencia. El cuerpo de “normas” que se aplican a los
estudiantes en las escuelas públicas del nivel medio superior, tienen fundamentalmente que ver con

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aspectos “disciplinarios”, tales como el uso de uniformes, la apariencia personal, cortes de cabello,
horarios de entrada y salida, y dichas normas se encuentran expresadas en documentos referidos
como “reglamentos de alumnos”. Asimismo, tanto estudiantes como maestros se ven sometidos a
normatividades administrativas que imponen tiempos, modos y contenidos propios de la evaluación
y acreditación de asignaturas, que vuelven inviable o muy complicada la autonomía curricular, y
que someten al proceso educativo a una camisa de fuerza burocratizante que incide de manera
determinante en la imposición de mecanismos que vuelven el tránsito escolar una serie de
procedimientos para acreditar las materias que alejan lo más posible al acto educativo de su sentido
humano y comprensivo y que desde luego relegan el aprendizaje al último de los términos. Los
bachilleratos públicos tienden a ser mucho más represivos en todos los aspectos, lo cual indica que
lo que se reproduce, más que un conjunto de reglas mas o menos explícitas, es un hábitus, en el
sentido de Bourdieu, definido como “el conjunto de disposiciones interiorizadas por el individuo a
partir de la posición que ocupa en el espacio social” (Bourdieu, 2007, p. 86), esto es, una incorporación
de ciertas disposiciones que conforman al sujeto. En la preparatoria pública parecen estar inculcando
a los jóvenes la idea de que siempre estarán sometidos, que si logran conseguir un trabajo, tendrán
que asumir su posición como dominados para conservarlo, y que la libertad en el vestido y en la
apariencia es un lujo que los integrantes de su clase no se pueden dar. En cambio en las escuelas
públicas el mensaje parece ser el contrario: heredarán las empresas de sus padres, serán dueños y
patrones, por lo tanto tienen todo el derecho a decidir cómo vestirse o cómo verse, esto es, las normas
que los dominados están obligados a respetar no aplican para ellos.

Lo mencionado hace pensar entonces, que la función reproductora de cierto orden social que cumple
la escuela, se da a través de imposición de hábitus, por lo que el fracaso escolar al que se ha hecho
referencia, se vuelve un producto lateral, que puede también reproducir condiciones sociales propias
del sistema económico laboral, pero lo fundamental se mueve en otro espacio, que es el referente a
la aplicación de las normas y reglamentaciones en la escuela.

III.3 Anomia y currículum oculto


Por lo planteado en el apartado anterior, se puede suponer que lo que se reproduce en el espacio
escolar es cierta relación con las normas, que está definida por la clase social a la que se pertenece,
que determina en gran medida el tipo de escuela a la cual se asiste, y que constituye un hábitus en

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el sentido que Bourdieu le da a dicho concepto. En término generales en los bachilleratos públicos
se busca que el joven desarrolle una noción absoluta de que siempre habrá reglas que respetar,
mientras que en las escuelas de los privilegiados se reproduce la noción contraria, en el sentido de
que se puede estar por encima de las normas siempre que se tenga y se mantenga el nivel
socioeconómico que lo permita, lo cual reproduce una de las características más negativas de nuestra
sociedad, que es la impunidad y la injusticia. La noción de norma a la que se pretende habituar a los
jóvenes de los bachilleratos públicos es siempre heterónoma y arbitraria, es decir, la norma se vive
como algo dado, impuesto por una autoridad y cuyo incumplimiento acarrea una sanción, lo que nos
lleva a aventurar la utilidad de la utilización del término anomia, para hacer referencia a aquello que
es reproducido en el sistema escolar, que de alguna manera vuelve secundario el éxito o fracaso
escolar, ya que el éxito o fracaso social está determinado por factores muy ajenos a lo académico,
fundamentalmente la posición social y económica heredadas, de modo que la escuela busca
normalizar dicha injusticia.

Se puede entender por anomia, en principio, como el origen etimológico del término lo indica, la
simple ausencia de normas, lo cual, como definición general, resulta insuficiente, dado que no existe
ni ha existido sistema social o comunidad humana que carezca de algún tipo de norma, por lo que
resulta necesario ser más precisos en el sentido que se le puede otorgar a dicho término. En el ámbito
de la sociología, fue Durkheim quien comenzó a usar dicho término, mismo que a lo largo de su
obra adquirió diversos significados, siendo notorio el cambio desde su planteamiento en la División
del Trabajo Social a cómo se entiende en El Suicidio: “si en De la División del Trabajo Social la
pensaba como falta de reglamentación, como un fenómeno producido por los cambios
excesivamente rápidos ocasionados por el industrialismo… que se ve agravada por el progresivo
debilitamiento de la conciencia colectiva; en El suicidio la anomia es fundamentalmente un
problema de regulación, de falta de límites. Dado que sin controles impuestos socialmente, las
pasiones y los deseos se desatan, la única manera de evitar la impaciencia, la insatisfacción y el
malestar del infinito, como denomina también a la anomia, es a través de los frenos y límites
impuestos socialmente. Esta segunda acepción de la anomia se refiere entonces no a que no existen
normas y reglas, sino a que no se cumplen, a que no tienen vigencia en la vida cotidiana, tanto
porque la sociedad es incapaz de vigilar y exigir su cumplimiento, como porque los individuos las
desconocen o no las aceptan.” (Girola, 2008, p.12)

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Desde la concepción que ofrece Durkheim de la anomia, resulta casi absurdo el planteamiento del
presente trabajo, toda vez que si existe un ambiente en el que resulta evidente la sobreabundancia
de reglas y normas, es el escolar. Sin embargo, dicha normatividad no instaura la noción de la
existencia de derechos y obligaciones, sino que impone la aceptación de la arbitrariedad y la
injusticia como una realidad a la que nos tenemos que adaptar, reproduciendo así una de las
características más disfuncionales de nuestro “sistema” por contradictorio que resulte llamarle así.
De este modo, puede sostenerse, contrariamente a lo que parece, que la escuela en México es un
espacio para la reproducción de la anomia, es decir, para el aprendizaje de la ineficacia y la práctica
inexistencia del estado de derecho que priva en el sistema social. Lo cual implica, tomando la noción
de reproducción, que la anomia es una característica de la cultura general que priva en la sociedad
mexicana, misma que se ve reproducida en la escuela. Para verificar que en México existe una
condición de anomia, resulta suficiente verificar la falta de concreción en la realidad de los derechos
establecidos en la Carta Magna, que en la práctica no encuentran la vía para ser satisfechos por parte
de los integrantes de las clases sociales dominadas. Entre esos derechos podemos señalar: el derecho
a la vida, el derecho a la salud, el derecho al trabajo, el derecho al debido proceso, entre otros, que
no son más que letra muerta, ya que el acceso a dichos derechos no encuentra un camino normativo
que sancione de manera efectiva a quienes, desde posiciones de poder, obstaculizan o violentan esos
derechos.

Para sostener la hipótesis planteada, es viable recurrir al concepto de currículum oculto definido
como “el conjunto de normas, costumbres, creencias, lenguajes y símbolos que se manifiestan en la
estructura y el funcionamiento de una institución (…), que se transmite y se recibe de manera
inconsciente, al menos sin una intencionalidad reconocida (…) a pesar de no estar escrito en ningún
sitio, existe con tanta fuerza que supera, en muchas ocasiones, al currículum explícito”. (Acevedo, E.,
2010, p.1) La aplicación de este concepto, que puede relacionarse con el de hábitus, explica que
ningún documento, plan, programa o directriz educativa, podría reconocer de manera explícita que
persigue la finalidad de adecuar a los estudiantes a un sistema social injusto, el logro del sistema
educativo mexicano consistiría entonces en disfrazar de ineficacia lo que parece ser una planeación
bien determinada, logrando alcanzar, sin decirlo, los logros opuestos a los objetivos que se manejan
de manera explícita en los documentos oficiales.

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Se explica así que cumplir con los objetivos declarados del sistema educativo no es prioritario, ya
que su finalidad real es otra. En ese sentido, las normas escolares, lejos de contribuir a establecer la
noción de ser sujetos de derechos y obligaciones, construye la percepción de que existen espacios
cerrados, como la escuela, que se sustraen al respeto de los derechos humanos, en los que se aplican
de manera arbitraria normas contrarias a las generales, en lo cual la escuela puede parecerse bastante,
como hace notar Foucault, a la cárcel (Foucault, M. 1976).

IV.- Conclusiones
Como se ha reconocido desde la introducción, el presente ensayo resulta claramente insuficiente
para profundizar en los temas tan amplios y complejos que aborda, sirviendo de manera incipiente
para bosquejar algunas hipótesis e intuiciones acerca del papel reproductor del sistema escolar en
México, relacionadas con la imposición desde el poder, del discurso del fracaso escolar, que resulta
funcional a los que se revelan como los auténticos objetivos de este sistema, que tienen que ver con
la reproducción de un hábitus de clase, con lo que se busca fundamentalmente la conservación de
un sistema social injusto en el que el éxito escolar tiene escasas conexiones con el éxito laboral o
con las oportunidades en la vida, condiciones que tienen más que ver con un sistema de privilegios
heredados, que busca ser naturalizado a través de un sistema educativo que muestra una clara
segmentación de origen, entre las escuelas públicas y las privadas.

Enfocar la mirada de manera particular en el nivel medio superior, significa visualizar un nivel que
ha resultado el gran olvidado durante todas las reformas educativas, colocado entre la educación
básica y la superior, no entra de manera completa en las políticas implementadas para dichos niveles,
que parecen ser los únicos existentes en la percepción de los gobernantes. Sin embargo, el nivel
medio superior, por sus características, merecería recibir una mayor atención y que se
implementaran políticas educativas expresamente diseñadas para este nivel, toda vez que es en estos
subsistemas en los que existe una mayor deserción escolar, relacionada con el rango de edad que se
atiende, en el que los jóvenes llegan a la mayoría de edad y se enfrentan a las necesidades del mundo
laboral, que difícilmente son cubiertas o satisfechas por la oferta existente en las instituciones de
este nivel, ya sean técnicas o generales. Colegios de Bachilleres, Cecytes, CONALEP, CBTIS,
CTIS, CECATIS, CCH, preparatorias de las universidades estatales, todos los subsistemas, federales

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o estatales, manifiestan rezagos tecnológicos, infraestructurales, pero sobre todo ideológicos, que
los hacen arrastrar vicios propios de la educación básica, sin terminar de asimilar lo que implica ser
escuelas productivas vinculadas con la comunidad en la que se insertan.

El presente trabajo muestra la utilidad del concepto de currículum oculto, que coincide con el de
hábitus, en cuanto a constar de aspectos no conscientes, operando desde lo no dicho, a través de
prácticas instituidas al margen del discurso, cuya aplicación en el presente trabajo da para sostener
la afirmación de que el logro académico no constituye la parte central de la función de la institución
escolar del nivel medio superior, por lo que dicho discurso sobre el fracaso del sistema sirve más
bien como distractor, para encaminar la atención hacia situaciones que, por un lado no son aquellos
en los que se juega lo fundamental, y por otro, sirven para culpar a los maestros y maestras,
señalándonos como responsables de un fracaso, que si bien puede ser real, no representa el fracaso
de los verdaderos objetivos del sistema educativo, mismos que hasta la fecha son alcanzados de
manera efectiva, lo que se constata en la pervivencia de problemáticas sociales relacionadas con el
clasismo, la impunidad, la arbitrariedad, autoritarismo, machismo y violencia normalizada.

El concepto de anomia, aplicado al ámbito escolar, que podría de entrada parecer inaplicable, debido
a la abundancia autoritaria de normas reglamentarias, funciona para hacer evidentes aspectos que
permanecen ocultos en nuestra cultura nacional, que históricamente desconoce el sentido
democrático que deberían tener las leyes, que se viven, desde la conquista, como los caprichos de
los dominantes, como imposiciones que no buscan el bien común, sino que aun resultando absurdas
o contrarias a la dignidad humana, se imponen partiendo de la obediencia a la autoridad como valor
supremo, obligación que evidentemente marca la distinción de clases entre quienes están obligados
a obedecer y quienes pueden ignorar hasta las normas más elementales porque su nivel de poder o
de riqueza lo permite. Resulta alarmante que un aspecto tan retrógrado de nuestra cultura sea el que
se ve privilegiado como actitud a reproducir por el sistema escolar, y más todavía que esto se lleve
a cabo de una manera tan efectiva, al grado de que puede parecer absurdo el simple hecho de
plantearlo, y que dicho objetivo se logre aun bajo el desconocimiento consciente de la gran mayoría
de los actores involucrados en semejante implementación.

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FUENTES DE CONSULTA

Acevedo, E. (2010). El Currículo oculto en las enseñanzas formales. Aspectos menos visibles a tener en cuenta para
una educación no sexista. Revista Temas para la Educación, No. 11. Andalucía. Recuperado de:
https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd7590.pdf

Bourdieu, P. (2007), El sentido práctico. Siglo XXI Editores, Argentina.

Cari, M.E. (2009). El concepto de anomia en sociología. Recuperado de:


https://es.scribd.com/document/152555055/El-Concepto-de-Anomia-en-la-Sociologia

Foucault, M. (1976). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores. Buenos Aires.

Girola, Ligia (2008). Los usos de Durkheim para la sociología latinoamericana. UNAL, Semana de Durkheim.

Loubet-Orozco, R. (2016) Del pensamiento de Marx acerca de la educación. Arenas. Universidad Autónoma de
Sinaloa. Mazatlán. Recuperado de: https://www.researchgate.net/profile/Roxana-
Loubet/publication/314756052_Del_pensamiento_de_Marx_acerca_de_la_educacion/links/58c585f792851c0ccbfb91
bd/Del-pensamiento-de-Marx-acerca-de-la-educacion.pdf

Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (2010). Acuerdo de cooperación México-OCDE para
mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas. Recuperado de:
https://www.oecd.org/education/school/46216786.pdf

Zamudio, P., López, F. y Reyes-Sosa, H. (2020). La representación social del fracaso escolar. La hipótesis del
núcleo central. Revista Perfiles educativos, Vol. 41, no. 165. Ciudad de México. Recuperado de:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-26982019000300027

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