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Hasta hace muy poco los profesionales de la salud y los investigadores tenían la creencia que, en
dentro de la madre, el feto era estéril, es decir, que no poseía ningún tipo gérmenes o
microorganismos, pero Ignacio López Goñi, microbiólogo español, en su libro Microbiota, nos dice
lo siguiente:
El útero contiene su propio microbiota, que contribuye a la colonización del feto. Existe por tanto
lo que podríamos denominar un «microbioma fetal» en el útero, aunque todavía poco
caracterizado.
¿Pero cómo se dieron cuenta de ello? Utilizando los métodos clásicos de búsqueda de bacterias
no encontraban ningún microorganismo en los fetos, pero gracias al desarrollo de la secuenciación
genética lograron darse cuenta de la presencia de estos microorganismos.
Con estas técnicas se ha encontrado ADN microbiano en la placenta, el líquido amniótico, el
meconio (la primera caca de los recién nacidos) y el calostro —la primera leche que produce la
madre después del parto—.
Los científicos han encontrado que en un primer momento nuestras madres nos heredan los
microorganismos que conforman nuestro microbiota. Eso puede suceder de dos formas en el
momento del nacimiento, el microbiólogo español Ignacio López Goñi, dice:
La forma en que el bebé nace influye de forma determinante en el microbiota intestinal en los
primeros momentos de vida.
Cuando el recién nacido nace vaginalmente, empieza a ser colonizado por la microbiota
intestinal y vaginal de su madre.
Sin embargo, cuando el niño nace por cesárea, primero está expuesto al microbiota
cutáneo de la madre y del entorno hospitalario.
Nada más nacer, los bebés no solo recolectan microbios de sus madres, sino de cualquier persona
que los toque o de cualquier cosa con la que entren en contacto: la comadrona, el médico, el
personal sanitario, y también el padre, los abuelos y el resto de visitas. Los bebés que nacen en
casa estarán expuesto a microbios diferentes de los que nacen en el hospital.
Así pero de seguro se están preguntando ¿Y cómo influye la alimentación del bebé en la
composición de sus microbios?, ¿hay diferencias si se le alimenta de forma natural con leche de
la madre o con leche artificial con biberón?, ¿qué es mejor para sus microbios, amamantarle o
darle biberón?
Pues sí, también influye que hayamos sido amamantados o que hayamos tomado biberón. La
leche materna tampoco está estéril. En el calostro y en la leche de madres sanas se han llegado
a identificar cientos de especies bacterianas distintas. El origen de esos microbios sigue siendo
un misterio.
Los bebés alimentados con leche materna tienen un microbiota enriquecida en Bifidobacterias y
Lactobacilos mientras que los que toman biberón tienen una comunidad bacteriana más diversa
y con un aumento de otras bacterias como Escherichia coli, Clostridium y Bacteroides.
La leche materna contiene no solo bacterias vivas, sino también una gran variedad de
carbohidratos complejos (llamados oligosacáridos de la leche materna), que no pueden ser
digeridos por los bebés. ¿Para qué sirven entonces? Estos oligosacáridos de la leche materna
ayudan a que aumente la población de Bifidobacterias en el intestino del bebé y son
predominantes durante los cuatro primeros meses de vida.
Otra función importante de esos oligosacáridos de la leche materna (que no tienen las fórmulas
artificiales), es que impiden que bacterias que pueden causar enfermedades se instalen en el
estómago del bebé.
Así que es mejor que los recién nacidos, tomen leche materna para que su cuerpo se prepare de
mejor forma ante la posibilidad de ser invadidos por microbios que les puede causar
enfermedades.
Seguramente se estarán preguntando si el microbiota sigue igual toda la vida de una persona.
Pues no, el microbiólogo español Ignacio López Goñi, dice:
En los bebes el microbiota es bastante uniforme, la diversidad microbiana es baja y muy
inestable y fácilmente susceptible a cambios, dependiendo de la dieta y del ambiente. Conforme
el niño va creciendo, el microbiota va también madurando y se va diversificando, el número de
especies bacterianas se multiplica y aumentan las diferencias entre personas distintas. Durante
la infancia el microbiota sigue siendo muy susceptible a cambios: la fiebre, el tomar antibióticos,
los cambios en hábitos alimenticios, el contacto con otras personas, los cambios fisiológicos y
hormonales del niño-adolescente, todo ello produce alteraciones en la composición del
microbiota que pueden durar toda la vida, incluso influir en la salud posterior del individuo. En el
adulto, el microbiota es cada vez más diversa, pero mucho más estable y más difícil de
modificar. Y ya en la tercera edad, el número de especies microbianas disminuye y el microbiota
se hace más similar entre individuos. Las especies microbianas que tenemos y el número de
ellas no solo cambia con la edad, sino que se ve influenciados según seamos hombre o mujer,
nuestra genética, el tipo de dieta, el clima y la localización geográfica, la exposición a fármacos,
los tratamientos con antibióticos, la ocupación o la interacción con otros individuos.
Las funciones del microbiota intestinal son múltiples:
¿Pero qué pasaría si hay un desequilibrio en nuestro microbiota? ¿Cómo influiría en el ser
humano? Lo veremos en el siguiente programa.
ALIMENTAR LA MENTE DE MANERA POSITIVA
ORGANIZAR EL TIEMPO
VIVIR EL PRESENTE
RELAJARSE
DORMIR BIEN