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5 - Anatomía del Aparato Circulatorio 2

Vasos de Cabeza y Cuello

El arco aórtico emite 3 importantes ramas hacia cefálico: el tronco braquiocefálico, la arteria
carótida común izquierda y la arteria subclavia izquierda. El tronco braquiocefálico asciende en dirección
al cuello cruzando la abertura torácica superior para abandonar el mediastino superior; luego, termina
como arteria subclavia derecha y arteria carótida común derecha. La arteria subclavia es la arteria que
irriga el miembro superior, aunque también envía sangre al encéfalo (por medio una rama, la arteria
vertebral) y a estructuras del cuello y tórax. La arteria carótida común derecha envía sangre al lado
derecho de cuello, cara y cráneo por medio de sus ramas, las arterias carótidas interna y externa (Fig6).

La arteria carótida interna, en su ascenso por el cuello, no emite ramas colaterales, sino que
reserva su sangre para el encéfalo (que es parte importante del Sistema Nervioso Central); aborda la fosa
craneal media atravesando el canal carotídeo del hueso temporal para luego emitir las arterias cerebrales
anterior y media. Las arterias cerebrales posteriores son ramas terminales del tronco basilar, que resulta
de la unión de ambas arterias vertebrales en la base craneal posterior; antes de eso, dichas arterias
cruzaron el foramen magno en el hueso occipital y los forámenes transversos de las vértebras cervicales.
Por su parte, la arteria carótida externa entrega su sangre a estructuras del cuello y de la cabeza. Entre
sus colaterales se cuentan las arterias tiroídea superior, facial y auricular posterior, entre otras. Tras
haber cruzado la glándula parótida, la arteria carótida externa se divide en sus ramas terminales, las
arterias maxilar y temporal superficial.

La arteria carótida común izquierda, segunda rama del arco aórtico, riega el lado izquierdo de las
mismas áreas de cabeza y cuello que su homóloga derecha. La arteria subclavia izquierda, tercera rama
del cayado aórtico, sigue la misma distribución que su homóloga derecha; sus diferencias son de origen y,
por lo tanto, de longitud y ubicación.

La sangre de la cabeza y de las estructuras más profundas del cuello es drenada por la vena yugular
interna. Esta vena se inicia en el foramen yugular en la base de cráneo como continuación del seno
sigmoídeo (uno de los senos venosos de la duramadre); en su descenso hacia el cuello va recibiendo
afluentes venosos que provienen de los territorios irrigados por la arteria carótida externa (venas facial,
lingual, tiroídeas superior, media e inferior, etc.). La vena yugular externa resulta de la unión de las venas
auricular posterior y retromandibular; esta última resulta de la confluencia de las venas temporal
superficial y maxilar. Cabe mencionar que, en términos generales, existen dos sistemas venosos
intercomunicados en la cabeza y el cuello, el sistema venoso superficial (p. ej., la vena yugular externa) y
el sistema venoso profundo (p. ej., la vena yugular interna); algo similar también ocurre en otros
segmentos corporales, como ya veremos.

La sangre venosa del miembro superior llega a la base del cuello por medio de la vena subclavia a
la cual se une la vena yugular externa que drena las estructuras más superficiales del cuello. La confluencia
de ambas resulta en la vena braquiocefálica derecha o izquierda, según corresponda. Ambas venas
braquiocefálicas se unen en el mediastino superior para formar la vena cava superior, la que desciende
para desembocar en el atrio derecho (Fig7a), (Fig7b), (Fig7c). Reiterando la idea, las venas subclavia
derecha y yugular interna derecha son confluentes de la vena braquiocefálica derecha, mientras que la
vena vertebral es afluente de la vena subclavia.
Vasos de los Miembros Superior e Inferior

La arteria subclavia, después de dar origen a varias ramas cervicales, continúa como el único
tronco arterial para el miembro superior. En el borde lateral de la primera costilla esta arteria pasa a
denominarse arteria axilar. La arteria axilar irriga la pared torácica, la glándula mamaria y los músculos de
la región del hombro. La arteria axilar se continúa bajo el borde del músculo pectoral mayor con el nombre
de arteria braquial (Fig8a), (Fig8b), (Fig8c). La arteria braquial es la arteria del brazo, entrega ramas para
los músculos de ambos compartimentos (Fig9), irriga la articulación del codo y termina como arterias
radial y ulnar, en la profundidad del pliegue del codo. Estas arterias irrigan el codo, antebrazo y muñeca,
además de la mano. La arteria radial distalmente se hace superficial permitiendo "tomar el pulso" próximo
a la articulación radiocarpiana.

En cuanto al drenaje venoso, este territorio presenta un sistema de venas profundas que
acompañan a las arterias y un sistema superficial de trayecto independiente; por su facilidad para ser
puncionadas, el sistema venoso superficial tiene más relevancia clínica. Las venas mediana del antebrazo,
basílica del antebrazo, cefálica del antebrazo, basílica del brazo y cefálica del brazo son las venas
superficiales principales del miembro superior y se originan en venas del dorso de la mano y muñeca,
excepto la primera que transcurre por la zona central de la cara anterior del antebrazo y proviene de la
palma; todas las venas superficiales drenan la piel y los tejidos conectivos superficiales del miembro
superior. Las venas profundas del miembro superior siguen un trayecto paralelo a las arterias, suelen ser
dobles y pequeñas, y se denominan de la misma forma que la arteria de la cual son satélites; así, se
reconocen las venas ulnares, radiales, braquiales y axilar (las venas más grandes suelen ser únicas, en
este caso, la vena axilar). Dado que las venas del territorio superficial siempre terminan drenando en venas
del territorio profundo, la vena cefálica desemboca en la vena axilar y la vena basílica se profundiza en el
brazo para luego confluir con las venas braquiales y formar la vena axilar; además, existe interconexión
entre ambos sistemas asegurada por venas perforantes.

La aorta abdominal (o porción abdominal de la aorta descendente) termina dividiéndose, a la


altura de la vértebra L4, en las arterias ilíacas comunes derecha e izquierda y una arteria impar llamada
arteria sacra media (más desarrollada en mamíferos con cola). Cada arteria ilíaca común se divide a su vez
en arterias ilíacas interna y externa. La arteria ilíaca interna irriga los órganos del tracto digestivo (recto)
y urogenital (vejiga, próstata, útero y vagina) contenidos en la pelvis, y elementos del glúteo y del muslo.
La arteria ilíaca externa, en cambio, se dirige hacia el muslo y, bajo el ligamento inguinal, pasa a llamarse
arteria femoral; aquí también es posible palpar el pulso (Fig9a), (Fig9b), (Fig9c).

La arteria femoral irriga el muslo, además de la articulación de la rodilla; en la cara posterior de la


rodilla pasa a denominarse arteria poplítea, la cual se divide en arterias tibiales anterior y posterior que
riegan la pierna y el pie junto con la arteria fibular, rama de la arteria tibial posterior.

La sangre de los miembros inferiores es recogida por la vena femoral, la cual cambia de nombre
al cruzar hacia el abdomen, denominándose vena ilíaca externa; una vez allí se une con la vena ilíaca
interna, que drena las regiones pélvica y glútea, para formar la vena ilíaca común. La unión de las venas
ilíacas comunes derecha e izquierda da origen a la vena cava inferior que asciende por el abdomen, a la
derecha de la aorta abdominal.

Al igual que en el miembro superior, se describe un sistema venoso profundo, que acompaña a las
arterias, y un sistema venoso superficial, de ubicación subcutánea. Las venas de ambos sistemas cuentan
con numerosas válvulas que dan un único sentido al flujo sanguíneo hacia el corazón, además de estar
interconectados por venas perforantes/comunicantes. Como ya se señaló, el flujo sanguíneo en el sistema
venoso profundo está facilitado por su proximidad con las arterias, cuyas pulsaciones pueden comprimir
a las venas, y, especialmente, por la contracción muscular.

El sistema venoso superficial del miembro inferior, constituido por las venas safenas, se forma de
redes venosas en el dorso del pie tanto medial como lateralmente. La vena safena magna/mayor sube
desde el borde medial del pie, pasando por delante del maléolo medial de la tibia. Luego, sigue por la cara
medial de pierna, rodilla y muslo para desembocar en la vena femoral, siendo un afluente de ella (Fig10).
La vena safena parva/menor surge en el borde lateral del pie y sigue por detrás del maléolo lateral de la
fíbula para llegar a la parte posterior de la rodilla; desemboca en la vena poplítea como afluente. Las venas
safenas se comunican entre sí y envían venas comunicantes para conectar con las venas profundas de la
pierna y el muslo. La posición erguida del ser humano ha impuesto grandes presiones sobre las venas del
miembro inferior; el efecto de la gravedad tiende a impedir el flujo venoso a pesar de la presencia de
válvulas venosas, facilitando la formación de várices.

Sistema Porta Hepático

El intercambio de nutrientes tiene normalmente lugar en aquella capilarización que es iniciada por
una arteria y que finaliza con la formación de una vena; en cambio, los sistemas porta consisten en una
capilarización adicional, antes o después de la habitual: si es antes, será un sistema porta arterial (como
en el riñón e hipófisis, donde se observa arteria-capilarización-arteria), mientras que si tiene lugar después,
será un sistema porta venoso (el caso del hígado, vena-capilarización-vena). La vena porta hepática
recolecta la sangre que fue entregada por el tronco celíaco y las arterias mesentéricas superior e inferior
a diversos órganos digestivos, los cuales se nutrieron de ella a la vez que descargaron en ella numerosas
sustancias nutritivas absorbidas en la digestión. Las venas que resultan tras esta primera capilarización
(que tuvo lugar en distintos órganos digestivos) son la vena esplénica y las venas mesentéricas superior e
inferior. La vena esplénica comienza en el bazo y en su trayecto recibe sangre venosa proveniente
también del estómago y páncreas; posteriormente, recibe como afluente a la vena mesentérica inferior
(que proviene de la mitad derecha del intestino grueso). La vena mesentérica superior colecta la sangre
del intestino delgado y la mitad izquierda del intestino grueso (es decir, ciego, colon ascendente y mitad
derecha del colon transverso), y confluye con la vena esplénica para constituir la vena porta hepática. Esta
vena es parte del pedículo hepático junto a la arteria hepática propia y el ducto colédoco (de la vía biliar);
luego, se divide en ramas izquierda y derecha para cada lobo hepático. Esta sangre, tras su paso por el
hígado (segunda capilarización), es conducida hacia la vena cava inferior mediante las venas hepáticas
derecha, intermedia e izquierda. De manera excepcional, la vena porta hepática conduce sangre con
elevada concentración de oxígeno, de modo tal que irriga al hígado tanto nutricia como funcionalmente;
la arteria hepática propia irriga principalmente a la vía biliar, no tanto al parénquima hepático.

Circulación Fetal

Durante el período fetal los pulmones no son funcionales y la sangre del feto se oxigena en la
placenta, conducida hasta allí por las arterias umbilicales (que son ramas de las arterias ilíacas internas y
que se fibrosan después del nacimiento, transformándose en la cuerda/ligamento de la arteria umbilical
o porción ocluida de la arteria umbilical). Estas arterias se capilarizan en la placenta y, a través de ella,
intercambian oxígeno y nutrientes con la sangre materna. La sangre vuelve al feto –cargada de nutrientes-
por la vena umbilical; nótese que acá una vena conduce sangre de características “arteriales” (rica en
nutrientes) y que hay dos arterias por una vena. La vena umbilical se conecta con la rama izquierda de la
vena porta y, a través de ella, entrega sangre oxigenada al hígado fetal que metaboliza estas sustancias
(tal como lo hace un adulto en su digestión gracias a la vena porta hepática). Sin embargo, gran parte de
la sangre que lleva la vena umbilical pasa, a través del ducto venoso [de Arancio], directamente hacia la
vena cava inferior, saltándose la capilarización hepática, enriqueciendo el nivel de oxígeno de esta vena
que recoge la sangre venosa de los miembros inferiores y mitad caudal del tronco. Por esto último, gran
parte de los esquemas colorean, a partir de este punto, a la vena cava inferior no azul, sino púrpura para
dar cuenta de la incorporación de sangre roja gracias a este cortocircuito; en efecto, estos esquemas
suelen demostrar no dos, sino cuatro coloraciones de sangre en atención a su concentración de oxígeno
¿Cuáles vasos conducen estas cuatro calidades distintas de sangre? La sangre más oxigenada corresponde
aquella conducida por la vena umbilical y el ducto venoso; sangre no tan oxigenada es conducida por la
terminación de la vena cava inferior y por las venas hepáticas, la aorta ascendente y el arco aórtico y sus
ramas; sangre poco oxigenada es conducida por la aorta descendente y sus ramas; y la sangre menos
oxigenada de todas, es la que retorna por las venas cavas superior e inferior (hasta antes de recibir sangre
desde el ducto venoso) y la que es conducida por el tronco pulmonar, las arterias pulmonares y el ducto
arterioso. El feto compensa esta baja concentración de oxígeno con un hematocrito elevado (de ahí la
ictericia fisiológica del recién nacido).

Como ya se planteó, durante el período fetal no hay razón para que el circuito pulmonar ocupe un
volumen importante de la sangre impulsada por el corazón. Así, existen dos vías que derivan la mayoría
de la sangre desde el circuito pulmonar hacia el sistémico. Uno de ellos es el foramen oval [de Botal] que
comunica ambos atrios y dirige la sangre del atrio derecho hacia el izquierdo, saltándose el paso por los
pulmones. El otro, es el ducto arterioso que conecta a la arteria pulmonar derecha con la aorta justo distal
al origen de la arteria subclavia derecha ¿representa alguna ventaja este hecho particular? Sí, esto permite
no “ensuciar” a la sangre que el arco aórtico –por medio de sus tres ramas- está enviando hacia la cabeza
con sangre venosa; considérese que la sangre que ha pasado al ventrículo derecho corresponde
mayoritariamente a sangre venosa que proviene de cabeza, cuello y extremidades superiores por medio
de la vena cava superior. Más aun, cabe señalar que el atrio derecho fetal presenta formaciones
(tubérculos y válvulas) que permiten dirigir los flujos sanguíneos que recibe de manera diferenciada: así,
la sangre de la vena cava inferior es derivada hacia el foramen oval, mientras que aquella de la vena cava
superior y del seno coronario son conducidas especialmente hacia el ventrículo derecho. Así, por medio
de estos cortocircuitos cerca del 95% del volumen sanguíneo del circuito pulmonar es derivado hacia la
circulación general.

Después del nacimiento y con la primera inspiración, los pulmones comienzan a funcionar
generando un aumento de presión en el atrio izquierdo, lo que a su vez provoca el cierre mecánico del
foramen oval mediante su válvula; durante el curso del primer año de vida se producirá el cierre anatómico
de este foramen, dejando apenas una huella en el corazón (fosa oval). En relación con el ducto arterioso,
después del nacimiento, este se contrae y sufre un proceso de cierre progresivo hasta transformarse en el
ligamento arterioso. Con la ligadura del cordón umbilical, las arterias umbilicales, la vena umbilical y el
ducto venoso se obliteran progresivamente transformándose en elementos fibrosos (cuerda de la arteria
umbilical, ligamento redondo del hígado y ligamento venoso, respectivamente). De esta manera,
después del nacimiento se establecen los dos circuitos mayor y menor, netamente separados,
característicos de la circulación adulta o postnatal.

Sistema Linfático

Aun cuando la mayoría de las sustancias del espacio extracelular son capaces de ingresar a los
capilares sanguíneos tras el intercambio, hay un excedente que no lo logra y que podría permanecer en
los tejidos aumentando la osmolaridad y contribuyendo a la acumulación de líquido (edema); una de las
funciones del sistema linfático es evitar esto. Para ello, la mayoría de los tejidos del organismo cuentan
con capilares linfáticos en proximidad a los capilares sanguíneos, drenando hasta 3 litros diarios de líquido
intersticial. Una vez dentro, la linfa es conducida por una serie de vasos linfáticos convergentes hacia el
sistema venoso donde es vertida; de acuerdo a su tamaño, se distinguen capilares linfáticos, vasos
linfáticos, troncos linfáticos y ductos linfáticos (sólo estos últimos son distinguibles a simple vista, siendo
necesario hacer inyecciones de colorantes o de compuestos grasos para visualizar el resto). Otra función
similar es la que desempeña al captar y conducir, mediante vasos quilíferos, las sustancias grasas
absorbidas en las vellosidades intestinales (quilo) que de este modo no pasan directamente al hígado vía
vena porta hepática. Además, el sistema linfático desempeña un importante rol en la inmunidad por
medio de órganos linfoides (donde tiene lugar la formación y maduración de células inmunes), destacando
entre ellos los numerosos linfonodos (nódulos linfáticos) intercalados en el trayecto de los vasos linfáticos
para filtrar la linfa como parte de la vigilancia del sistema inmune y reaccionar ante la presencia de
sustancias extrañas al cuerpo humano, inflamándose.

La linfa contenida en la extensa red linfática es, finalmente, vaciada hacia el territorio venoso a
través de dos grandes ductos linfáticos: el ducto torácico, de 40cm de longitud, que desagua en el
confluente venoso yugulosubclavio izquierdo (el punto donde se reúnen las venas yugular interna y
subclavia, origen de la vena braquiocefálica izquierda). Este conducto se forma desde el vértice de una
dilatación (llamada cisterna del quilo [de Pecquet]) dispuesta ventralmente al cuerpo de la vértebra L2 y
asciende en la línea media por la pared abdominal posterior, cruza el diafragma por detrás de la aorta
(hiato aórtico), alcanza el mediastino posterior y asciende desviándose a la izquierda para aparecer en la
raíz del cuello. Recibe la linfa de las extremidades inferiores, pelvis y pared abdominal (mediante los
troncos lumbares), la linfa de los órganos digestivos abdominales (troncos intestinales), de la extremidad
superior izquierda (tronco subclavio izquierdo), y la mitad izquierda de tórax (tronco broncomediastínico
izquierdo), cuello y cabeza (tronco yugular izquierdo). El ducto linfático derecho, de apenas 4cm de
longitud, desagua en el confluente venoso yugulosubclavio derecho, y recibe la linfa de la mitad derecha
de cabeza y cuello (tronco yugular derecho), mitad derecha de tórax (tronco broncomediastínico
derecho), y la extremidad superior derecha (tronco subclavio derecho) Fig7.

Además de estos diversos vasos linfáticos, el sistema cuenta con los órganos linfoides primarios
(médula ósea roja y timo) donde las células madres de la sangre se dividen y vuelven inmunocompetentes,
y órganos linfoides secundarios donde los linfocitos maduros se alojan para desencadenar la respuesta
inmune (bazo, linfonodos en general y tejido linfoide asociado a mucosas; todos estos órganos hacen una
monitorización de sangre, linfa y vías digestiva y respiratoria).

La médula ósea roja se aloja en las cavidades del hueso esponjoso y en el adulto suma un peso
total de 500g; aquí se asientan las células madre hematopoyéticas de la serie linfoide (que dará origen a
los precursores de los linfocitos T que migran al timo, responsables de la inmunidad celular; y de los
linfocitos B que se mantienen en la médula ósea y en el bazo, responsables de la inmunidad humoral) y de
la serie mieloide (que origina a los precursores de las plaquetas, eritrocitos y granulocitos, es decir,
macrófagos, neutrófilos, basófilos y eosinófilos). El timo es un órgano bilobulado, ubicado en el mediastino
superior y ventral a las venas braquiocefálicas derecha e izquierda, presenta cápsula, corteza y médula, y
desaparece en la pubertad (de ahí su nombre), quedando sólo la médula ósea roja como lugar de
maduración linfocitaria.

El bazo es un órgano macizo y dispuesto en el hipocondrio izquierdo, cerca de estómago y riñón


izquierdo. Esta estructura recibe una rica irrigación a través de la arteria esplénica, siendo capaz de filtrarla
en busca de patógenos y de destruir hematíes envejecidos, reciclando la hemoglobina; el fierro será usado
en médula ósea para producir nuevos eritrocitos, mientras que con el resto se forman pigmentos biliares
que son conducidos mediante las venas esplénica y porta hepática al hígado (donde son secretados como
bilis). Los linfonodos representan masas de tejido linfoide encapsulado, con forma de habichuela y de 0,5
a 2cm de tamaño. Los nodos linfáticos se disponen generalmente en relación con las venas principales,
envueltas por la fascia profunda que las rodea, formando acúmulos que, cuando están inflamados, son
fácilmente palpables. Además, se encuentran de tanto en tanto formando estaciones sucesivas; así, cada
linfonodo recibe vasos linfáticos que drenan linfa en él (vasos aferentes) y emite a su vez vasos eferentes
que transcurren centrípetamente hacia vasos linfáticos sucesivamente mayores y hacia linfonodos más
centrales. Los linfonodos se agrupan en: linfonodos de cabeza y cuello, destacando los linfonodos
submandibulares en relación a la glándula submandibular y la vena facial, y los linfonodos cervicales
laterales en relación a las venas yugulares externa e interna; linfonodos del miembro superior,
destacando los linfonodos axilares, en relación a la vena axilar (importantes en el cáncer de mama);
linfonodos torácicos, destacando los linfonodos traqueobronquiales; linfonodos abdominales,
destacando los linfonodos lumbares derechos e izquierdos en relación a la vena cava inferior y a la aorta
abdominal, respectivamente; linfonodos pélvicos, destacando los linfonodos iliacos comunes, externos e
internos; y linfonodos del miembro inferior, destacando los linfonodos inguinales en relación con la
desembocadura de la vena safena magna. Los vasos eferentes de algunos de estos linfonodos son los que
constituyen los troncos linfáticos ya mencionados (troncos lumbares, intestinales, subclavios, yugulares y
broncomediastínicos), y que conducen la linfa de amplios sectores del organismo, para verterla en los
colectores linfáticos mayores, es decir, el ducto torácico y el ducto linfático derecho.

El tejido linfoide asociado a mucosas (MALT, por su sigla en inglés), está constituido por nódulos
linfáticos en la mucosa del tracto digestivo, respiratorio y genitourinario, de manera solitaria o formando
acúmulos (como las placas de Peyer en el íleon, o las tonsilas) que se hacen muy notorios cuando se
inflaman, siendo capaces de incluso dificultar el tránsito de comida o aire. A nivel de la mucosa faríngea
se describe el círculo linfático de la faringe (anillo linfático de Waldeyer) formado por: tonsilas palatinas,
situadas en la fosa tonsilar (conocidas como amígdalas); tonsila lingual, tejido linfoide ubicado en la raíz
de la lengua; las tonsilas tubáricas resguardan el orificio faríngeo de la tuba auditiva; y la tonsila faríngea
se encuentra en el techo de la faringe (conocida coloquialmnente como adenoides, cuya hipertrofia
dificulta la respiración nasal).

Lectura Complementaria:
- “Anatomía con Orientación Clínica”, Moore; 6°, 7° o 8° edición, págs. 43-46, 176 (Desgarro del conducto
torácico, Variaciones del conducto torácico, )

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