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Ese es el tema que nos convoca en esta Semana Académica sobre “Control
estatal sobre entidades públicas y las instrumentales de derecho privado” y en esta
instancia, nos comprometimos a analizar el tema del control sobre las entidades
privadas instrumentales del Estado.
Estas últimas son, a nuestro juicio el gran dolor de cabeza del control
administrativo actual en nuestro derecho, por diversos motivos, entre los cuales
podemos encontrar básicamente dos: por un lado, que estas sociedades anónimas, que
todos sabemos se vienen creando por nuestro Estado desde hace ya más de veinte años,
son creadas bajo el régimen del Derecho Privado, más allá de que podamos sostener su
estatalidad, se rigen por el derecho privado desde su constitución y durante su
funcionamiento y se controlan del mismo modo que todas las demás sociedades
anónimas privadas. Y el otro motivo, es que no tenemos normas claras que permiten
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̽ Docente Ayudante Grado I de la Catedra de Derecho Público II, Derecho Administrativo, de la
Facultad de Derecho de la Universidad de la República.
Delpiazzo, Carlos. Comentarios al TOCAF: Sobre la Contratación pública. Tomo II, págs.. 336 y 337.
Siguiendo a Sayagués Laso, Enrique, “Criterio de distinción entre las personas jurídicas públicas y
privadas”, en Revista de Derecho Público y Privado (Montevideo, 1945, Año VIII; Tomo XIV, Nro. 83,
pág. 259 y sigtes.
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Las “figuras asociativas” a que refiere este autor, engloban a: las sociedades de economía mixta (tanto
de derecho público como de derecho privado); las asociaciones entre entidades estatales y con personas
públicas no estatales; las sociedades anónimas propiedad de un único organismo del Estado y las
sociedades anónimas creadas por sociedades anónimas estatales. (Delpiazzo, Carlos. Manual de
contratación Administrativa (PRONADE-IEEM, Montevideo, 1994, Tomo II, pág 153 y sigtes y
Contratación Administrativa (UM, Montevideo, 1999, reedición 2005), pág. 495 y sigtes.
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controlar directamente el accionar diario de estas entidades instrumentales de carácter
privado, de las que se vale el estado para cumplir con sus cometidos, en tanto estas
entidades claramente conforman el patrimonio del Estado y son dirigidas por el Estado
y el manejo de sus balances quedan fuera del control Estatal Nacional, más allá del
control que pueden realizar las propias entidades que las crean.
También señala como otro ejemplo “Gas Sayago S.A.”, sociedad anónima
conformada por la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland
(ANCAP) y la Administración de Usinas y Trasmisiones Eléctricas (UTE).
Con carácter general, el art. 109 de la Ley 18.172 del 31 de agosto de 2007,
facultó a todos los Entes Autónomos y Servicios Descentralizados a constituir
sociedades comerciales o consorcios con otras entidades públicas nacionales, para la
prestación de servicios.
En cuanto a las “nietas” así llamadas, “en tanto se califican como “hijas” a las
que las crean directamente por una o más Administraciones accionistas, permiten
distinguir entre las sociedades instrumentales, a las siguientes – según el Dr. Delpiazzo:
a) Las instrumentales simples: creadas por una sola Administración estatal;
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b) Las instrumentales complejas, creadas por dos o más organismos estatales que
participan en su paquete accionario y en su gobierno; y
c) Las sub-instrumentales, creadas por una sociedad anónima estatal y que
trasmiten a la nieta la nota de estatalidad por pertenencia (aunque sea en
segundo grado). Esta última categoría, enseña Delpiazzo, fue expresamente
reconocida por la Ley 19.208 de 18 de abril de 2014, que ratificó una Resolución
de la Junta de Transparencia y Ética Pública del 26 de octubre de 2011. Dicha
Ley impone la presentación de la Declaración Jurada ante la JUTEP, prevista en
la Ley anticorrupción Ley 17.060 de 23 de diciembre de 1998 a “los
funcionarios públicos o empleados que trabajan en las empresas privadas ya
creadas o adquiridas por los organismos públicos en las que se creen o adquieran
en el futuro, así como en las creadas o adquiridas a su vez por las empresas
privadas dependientes de aquellas, y sus sucesivas con sede en el territorio o
fuera del él, siempre que la participación del Estado sea mayoritaria”.
De alguna manera, esta última norma reconoce expresamente la estatalidad de estas
sociedades comerciales privadas.
Legislación uruguaya
Tal como enseña el Dr. Delpiazzo, en lo que respecta a los Entes Autónomos, los
Servicios Descentralizados y los Gobiernos Departamentales, se han aprobado varias
normas admitiendo la creación de sociedades comerciales o asociación con capitales
privados, tanto en el país como en el extranjero.
Luego, el art. 18, lit. I de su Carta orgánica No. 5343 de 22 de octubre de 1915,
con la redacción dada por el art. 1 dela Ley 17.596 de 13 de diciembre de 2002,
sustituida por el art. 1 de la Ley 18.125 de 27 de abril de 2007, atribuyó al Banco
Hipotecario del Uruguay (BHU) la potestad de “constituir o adquirir sociedades
comerciales, o participar en sociedades públicas o privadas, nacionales o extranjeras,
existentes o a crearse”.
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Otra norma similar, respecto a ANP, (Administración Nacional de Puertos), fue
la Ley de Empresas Públicas, 16.211 que en su art. 6 establecía que podrá asociarse con
capitales privados para la prestación de servicios portuarios “a través de la participación
en sociedades comerciales, con integración de la ANP en la dirección y capital,
pudiendo está aportar al efecto aquella parte de su patrimonio necesaria o conveniente a
los fines de la empresa”. Dicha norma fue complementada por el art. 20 de la Ley
17.243 a los efectos de contemplar la asociación de la ANP con particulares para la
administración, construcción, conservación y explotación de una terminal de
contenedores en el Puerto de Montevideo.
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Descentralizados el prestar servicios de asesoramiento y asistencia técnica, en las áreas
de su respectiva especialidad, tanto en el territorio de la República como en el exterior.
A tales fines podrán asociarse en forma accidental o permanente con otras entidades
públicas o privadas nacionales o extranjeras, así como contratar o subcontratar con ellas
la complementación de sus atareas”.
Luego la Ley 18.172 en su art. 109, estableció que “Facúltase a los Entes
Autónomos y Servicios Descentralizados a constituir sociedades comerciales o
consorcios con otras entidades públicas nacionales, para la prestación de servicios “
(inc. 1°), agregando que “Las sociedades comerciales o consorcios que se constituyan al
amparo de lo dispuesto en el presente artículo se encontrarán comprendidas en la
excepción establecida en el lit. A) del num 3° del art. 33 del TOCAF”. (inc. 2°), es decir
que podrán contratar directamente”.
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Administración, hace que en su conjunto conformen lo que este autor llama “un
completo orgánico unitario”, que lleva a sostener doctrinariamente la estatalidad de
las empresas reguladas por el Derecho privado.
Ahora bien, existe hoy por hoy, una realidad que no puede obviarse, que es
justamente que si bien se puede sostener la estatalidad de estas entidades privadas, lo
cierto es que los órganos de control estatal, que hoy tienen competencia de control
vigente y efectiva por disposiciones tanto constitucionales como legales sobre las
Personas públicas estatales, tienen serias dificultades normativas para poder ejercer
también ese control sobre las entidades instrumentales que integran su patrimonio.
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sucursal, filial, agencia establecimiento o representación permanente, los mismos
obligados “deberán presentar al Poder Ejecutivo, con dictamen previo del Tribunal de
Cuentas, los estados contables e informes de sindicatura de la persona jurídica del
exterior, certificados, traducidos y legalizados en el país de origen, con informes de
auditor independiente y del órgano de dirección del organismo estatal o paraestatal,
dentro del plazo de 120 días del cierre del ejercicio económico de la persona jurídica del
exterior. (art. 27).
Como enseña los Dres. Ximena Pinto y Pablo Sak en trabajo publicado en el
Anuario de Derecho Administrativo Nro. XVI (16), el Tribunal de Cuentas según la
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Constitución, es el órgano constitucional exclusivamente de contralor administrativo en
palabras de Julio Prat.4
Por su parte, tenemos el artículo 228, ubicado dentro de la Sección XIV, que se
titula “De la Hacienda Pública” en la Constitución uruguaya, que establece que “La
vigilancia en la ejecución de los presupuestos y la función de contralor de toda gestión
relativa a la hacienda pública será de cargo del Tribunal de Cuentas”.
Sin embargo, estos autores, Dres. Pinto y Sak, entienden que el Tribunal de
Cuentas tiene competencia de control respecto a tres aspectos, en principio: a) respecto
a la constitución de sociedades de derecho privado por el Estado (Ordenanza 78 del 25
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Pinto, Ximena y Sak, Pablo, “Sociedades Privadas estatales y paraestatales y su control por el Tribunal
de Cuentas”, en Anuario de Derecho Administrativo, Nro. XVI, págs.. 47 a 72.
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de abril de 2001)5; b) luego también respecto a lo dispuesto en los artículo 26 y 27 de la
Ley 17.555 y c) finalmente, respecto a las transferencias o asistencia económica del
Estado a esas sociedades. Pero concluyen, que no se desprende de los artículos 26 y 27
referidos que el Tribunal sólo tenga competencia en controlar los aspectos en ellos
reseñados.
Entonces, ¿es posible que estas entidades privadas queden bajo el contralor
clásico del Tribunal de Cuentas?
Hoy a juicio de Delpiazzo sí, porque éstas entidades, en tanto sus participaciones
son total o parcialmente del Estado en sentido amplio, integrarían el concepto de
Hacienda Pública. Él expresa que si bien el concepto de “Hacienda Pública refiere
únicamente a los bienes, actividad financiera y entidades públicas y estatales, con una
interpretación sustancial y evolutiva, parece razonable admitir que la noción de
Hacienda Pública tiene aptitud para dar cobertura también a las personas públicas no
estatales y a las personas privadas estatales”.
Con lo expresado, como dijimos, en tanto estas sociedades privadas del Estado,
las cuales se forman y funcionan básicamente casi totalmente, yo diría que totalmente,
bajo el tipo de sociedad anónima, se rigen por las normas del derecho privado, en el
caso la Ley 16.060 y normas concordantes y modificativas conforme al objeto de cada
una de ellas.
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La ordenanza 78 expresa que “Los Entes Autónomos y Servicios Descentralizados del dominio
industrial y comercial del Estado, deberán someter al control directo del Tribunal de Cuentas todo
proyecto de asociación con entidades públicas o privadas nacionales o extranjeras y la creación de
sociedades comerciales con participación estatal”.
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controles que vimos por parte del Tribunal de Cuentas, éstas sociedades quedan bajo el
control administrativo de la Auditoría Interna de la Nación (Ley 16.736 de 5 de enero de
1996 y Ley 16.060 artículo 409, de 4 de setiembre de 1989) que tiene competencia
respecto a la aprobación de dichos actos, siendo dichos controles de carácter
exclusivamente formal cuando las sociedades sean cerradas. Es decir que no ejerce
control respecto del funcionamiento de estas sociedades cuando son cerradas. Pero sí lo
hace respecto a las sociedades anónimas abiertas, es decir las que “…recurran al ahorro
público para la integración de su capital fundacional o para aumentarlo, coticen sus
acciones en bolsa o contraigan empréstitos mediante la emisión pública de obligaciones
negociables” (art. 247 y 248 de la Ley 16.060).
Por tanto, la mayoría ó casi la totalidad de estas sociedades privadas del Estado,
han adoptado el tipo sociedad anónima cerrada conforme a las normas mencionadas, lo
que implica que estas sociedades no tienen ningún control durante su funcionamiento,
durante su vida societaria.
Pero el Estado debe tener en cuenta, que los costos patrimoniales por no
controlar efectivamente, el funcionamiento y la gestión de estas entidades, pueden ser
muy altos. Tomemos como ejemplo, lo que sucedió en el sistema financiero que derivó
en la gran crisis del año 2002, en virtud de que no se contaba con instrumentos de
control suficientes respecto de la actividades financieras privadas y el costo para le
economía a nivel macro fue muy importante. Hoy por hoy, en el marco de los controles
de intermediación financiera a cargo del Banco Central del Uruguay, se les exige entre
otros requisitos, a estas entidades privadas, contar con Auditorías Internas
independientes dentro de su estructura, que posibilite un seguimiento financiero eficaz y
eficiente de sus fondos. Las auditorías internas son efectuadas por empresas
independientes, especializadas en auditoría, y que deben estar registradas en un Registro
que lleva el Banco Central del Uruguay.
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Lamentablemente, estas entidades en su origen y funcionamiento, se rigen aún
por el régimen común y no están alcanzadas, salvo en las disposiciones legales que
vimos, por el derecho administrativo.
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