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Compraventa

Orígenes:

En el principio era la permuta o trueque. Las sociedades primitivas los


individuos cambiaban sus cosas, unas por otras.

El dinero o la moneda remedia estos males porque, siendo también una cosa,
sirve además de medida de valor. El que cambiaba cosa por dinero estaba
seguro de obtener un bien que siempre le permitía satisfacer sus propias
necesidades, ya que por su intermedio podía lograr la cosa que le interesaba.

Con el dinero nace la compraventa. Cuando uno de los lados de la operación


de truque se integra con la moneda salimos del esquema de la permuta, cosa
por cosa, para penetrar en la compraventa cosa por dinero.

El articulo 1661 incluye en su definición este elemento de nuestro contrato:


“…una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero.”
Pero la prestación “pago del precio en dinero”, si bien esencial a la
compraventa, no es típica, ya que puede figurar igualmente en otros negocios,
como el arrendamiento de cosas (art.1778), el de obra (arts. 1831 y 1832) y la
renta vitalicia (art.2184).

Son elementos esenciales comunes a todos los contratos aquellos que


menciona nuestro artículo 1261: consentimiento, capacidad, objeto y causa.

Caracteres:

La formula mas esquemática que pueda usarse para describir a la compraventa


es la de cosa por precio.
Estas tres palabras, permiten clasificarlo como contrato de cambio. Cosa por
precio, cosa contra precio, cosa a cambio de precio.

La cosa se transfiere, pues de un sujeto (vendedor) a otro (comprador). Y esta


transferencia es definitiva. Por el contrario, cuando la transferencia del bien es
temporaria, no nos hallamos ante un contrato de cambio, sino ante un contrato
de crédito que impone a quien recibe la obligación de restituir. El comprador,
por el contrario, no está obligado a devolver la cosa, la adquiere
definitivamente.

La compraventa opera, pues, un doble desplazamiento de bienes, en sentido


inverso: la cosa pasa del vendedor al comprador, el precio, del comprador al
vendedor. En consecuencia se generan obligaciones reciprocas.

El elemento “precio en dinero”, que paga el comprador, permite distinguir la


compraventa de la permuta, también contrato de cambio, aunque con diverso
contenido estructural: cosa por cosa.

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El doble desplazamiento, determinante de la onerosidad y de la bilateralidad,
sirve para diferenciar la compraventa de la donación, que corresponde
igualmente a la categoría de los contratos de cambio.

Características esenciales de la Compraventa:

1. Las dos partes del contrato: vendedor y comprador.


2. Prestaciones fundamentales: entrega de la cosa a cargo del vendedor y
pago del precio que incumbe al comprador. Estas obligaciones forman el
sinalagma de la compraventa.
3. El objeto del negocio es la cosa y el precio.
4. Ciertos caracteres permiten clasificarlo dentro de los contratos onerosos
conmutativos y bilaterales.
5. La compraventa es normalmente consensual y se perfecciona cuando el
acuerdo de voluntades se forma en torno a la cosa y al precio (art.
1664). La misma disposición precisa los casos en que se requiere la
escritura pública como requisito de solemnidad.

Perfeccionamiento:

La determinación de los elementos esenciales específicos, cosa y precio, tiene


en segundo lugar una gran importancia práctica, puesto que el contrato se
forma cuando existe acuerdo sobre todos los puntos esenciales. Es por ello
que el art. 1664 prescribe que “la compraventa queda prefecta desde que las
partes convienen en la cosa y en el precio.

Perfeccionamiento equivales a formación. Decir que el contrato se perfecciona


significa que se forma, se concluye, nace, existe. Un contrato se perfecciona
cuando se reúnen todos sus elementos esenciales o constitutivos (art. 1261).
Este momento marca en el tiempo el surgimiento del haz obligacional y se
opone netamente al periodo, cronológicamente posterior, de la ejecución o
cumplimiento.

El momento del perfeccionamiento tiene fundamental importancia en materia


de riesgos.

Si la cosa perece luego del perfeccionamiento, perece para el comprador (arts.


1682 y 1557). En cambio, si perece totalmente antes, el contrato es nulo, o
mejor dicho no se forma por falta de objeto (art. 1672).

La compraventa de cosa genérica esta perfecta aunque no se haya procedido


todavía a la operación de pesar, contar o medir, porque es suficiente con que la
cosa se encuentre determinada en cuanto al género. Ello basta para que el
objeto exista (art.1283) para que el acuerdo pueda realizarse a su respecto
(art. 1664).

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Si la cosa perece en ese periodo de la venta de cosa genérica, que va desde el
acuerdo hasta la concentración, la perdida la sufre el vendedor, pero no porque
el contrato no se haya formado, sino porque el género no perece (art. 1558).
Con la concentración la cosa antes genérica pasa a ser cuerpo cierto y
determinado, haciendo aplicable otro principio: los riesgos gravitan sobre el
comprador (art. 1557 inc.1º).

Compraventa Romana:

En nuestro Código la venta está reglamentada como un negocio obligacional; la


venta no transfiere; el vendedor se obliga a transferir. Nuestra ley toma en
cuenta la tradición Romana, apartándose así del Código de Napoleón.
La venta obligacional solo produce obligaciones, tiene efecto personal (art.
705) pero carece de efecto real.

Finalidad:

Concibiendo la compraventa como un negocio obligacional no traslativo nuestro


Código mantuvo dentro de los cánones del Derecho Romano. La propiedad no
se trasmite por el contrato. El articulo 1661 marca nítidamente el aspecto
obligacional de la venta al decir que el vendedor “…se obliga a dar…”, o sea el
contrato no transfiere, el vendedor se obliga a transferir, el vendedor no da,
sino que se obliga a dar.

La obligación de dar a la que alude el artículo 1661, es la que tiene por objeto
la entrega de una cosa, según el artículo 1333. Y el Código usa el término
“entrega” para referirse a situaciones donde no está en juego la transferencia
de la propiedad.

Con referencia al concepto de “obligación de dar” se han formulado dos


interpretaciones:

a) Dar equivalente a transferencia de la propiedad, sentido restringido que


corresponde al Derecho Romano;
b) Un sentido amplio que incluye dentro del concepto de obligación de dar,
transferencia de la propiedad. Todas aquellas situaciones donde se
entrega una cosa, incluso con la mera finalidad de transferir
exclusivamente la posesión o la tenencia. En este sentido el arrendador
se obliga a dar la cosa al arrendatario.

El artículo 1333 dice que la obligación de dar es la que tiene por objeto la
entrega de una cosa. Por consiguiente, el vendedor, entregando la cosa
cumple con su obligación. Y para ello no es necesario que transfiera el dominio
porque tanto hay entrega cuando se transfiere la propiedad como cuando se
transfieres la posesión.

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El vendedor, que no está legalmente obligado a transferir la propiedad, puede
obligarse contractualmente a ello. Este es el alcance de la llamada clausula
“titulo perfecto” por la cual “el vendedor se obliga a transferir al comprador la
plena propiedad de la cosa vendida, y no solamente la pacifica posesión de la
cosa”.

De lo expuesto se desprende que si en el contrato nada se dice, el comprador


no puede accionar contra el vendedor, aunque descubra que este no es
propietario. Ha de esperar la evicción, y si esta no se produce, tiene que dejar
al vendedor en paz. En cambio, cuando se estipuló el titulo perfecto, el
comprador puede pedir la resolución del contrato en caso de que el vendedor
no sea propietario. Solo en este caso coincide exactamente la finalidad del
contrato de compraventa, que es la transferencia de la propiedad con el
contenido de la obligación del vendedor.

La venta uruguaya es un negocio obligacional.

El contenido de la obligación del vendedor: se obliga a entregar la cosa.

Puede estipularse convencionalmente que el vendedor se obligue a transferir la


propiedad, clausula llamada titulo perfecto.

La finalidad de la venta es la transferencia de la propiedad.

Es un contrato de cambio porque la transferencia es definitiva

Compraventa y la Transferencia de la Propiedad

A- La compraventa y la transferencia de la propiedad:

En el derecho uruguayo la compraventa no transfiere la propiedad, como todo


contrato produce únicamente efecto personal, según los términos del artículo
705.

El Código llama a los contratos títulos, atendiendo precisamente a esa


insuficiencia para generar efecto real. Para que este se produzca es necesario
que el titulo se complemente con un modo (art. 769, n. 3º).

Tanto la compraventa como el depósito son contratos y determinan el


desplazamiento de una cosa que se entrega por un sujeto a otro. Pero la
compraventa es titulo hábil para transferir el dominio, el depósito no lo es
(art.2243). Porque en el depósito la entrega se hace de acuerdo a la función de
este contrato, que es la custodia, mientras que la compraventa es un contrato
de cambio que está dirigido a la trasmisión definitiva de un bien. La finalidad de
nuestro contrato es la transferencia de la propiedad.
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Cuando el contrato es titulo hábil para transferir el dominio, si se complementa
con un modo, desplaza el derecho de propiedad. Vale decir que en nuestro
sistema la traslación del derecho de propiedad se obtiene mediante la
yuxtaposición de dos negocios: obligacional, el uno (contrato); real, el otro
(tradición). La transferencia del dominio se produce con la tradición que es, por
ello, negocio con efecto real.

Conclusiones:

No existen razones jurídicas convincentes para preferir el sistema


uruguayo (venta obligacional) al francés (venta traslativa).
Puede transferirse la propiedad tanto por el contrato como por la
tradición. Porque tanto contrato como tradición son insuficientes en
materia de publicidad. Ello impone dirigir la búsqueda hacia otro lado.
Admitir la tradición ficta, como lo hace nuestro Código, equivale a restar
al instituto toda función publicitaria.
Por otro lado, la publicidad se llena, en los Derechos Modernos
mediante el Registro.
La inscripción en el Registro señalará el momento en que el derecho se
adquiere, publicidad constitutiva.
No es posible establecer un régimen único para inmuebles y muebles,
no registrables. Respecto de estos últimos el dilema consiste en optar
entre el principio “posesión vale titulo” y el régimen vigente en nuestro
derecho.

B- Publicidad de la compraventa:

El artículo 1664 establecía respecto de la compraventa el siguiente inciso:


“Será necesario su inscripción en el Registro respectivo para que surta efecto”.
Esta prescripción se encuentra sustituida por la nueva ley sobre registros.

Función del Registro:

La compraventa de inmuebles se inscribe en el Registro de Traslaciones de


Dominio.

Según el artículo 3º de la ley de registros, deben inscribirse: “Los instrumentos


públicos que se transfiera el dominio sobre bienes inmuebles, el usufructo, uso,
habitación, servidumbre y cualquier desmembramiento del dominio sobre los
mismos”.

Para proceder a la inscripción hay que atender, primeramente, al lugar donde


se encuentra el bien. Existe un Registro Departamental de Traslaciones de
Dominio de cada capital de Departamento y un único Registro Local en Pando,
que cubre determinadas secciones de Canelones. Los Registros

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Departamentales y el Local deben comunicar quincenalmente sus inscripciones
al Registro General de Traslaciones de Dominio con asiento en Montevideo.

La inscripción debe hacerse dentro de los 15 días siguientes al otorgamiento


del instrumento. La inscripción tardía es sancionada con multa y sus efectos
no se retrotraen a la fecha del contrato, como sucede en el caso de la
inscripción hecha en término. La inscripción tardía produce, pues, efectos a
partir de la fecha de la inscripción.

Nuestro sistema registral se caracteriza por llenar un cometido netamente


publicitario, publicad declarativa. La publicidad no se exige como condición
para que el derecho surja o se transfiera, publicidad constitutiva, sino para
informar y dirimir conflictos de derechos con terceros.

El Registro uruguayo hacer saber la existencia de la relación jurídica. Pero no


solo informa la inscripción, sino que además sirve para establecer un criterio de
preferencia entre varios adquirentes sucesivos, que han obtenido su derecho
del mismo vendedor. El Registro soluciona este conflicto de intereses opuestos
atendiendo a la fecha de inscripción.

En nuestro derecho el dominio se prueba de acuerdo con las normas generales


y no mediante el certificado de inscripción.

No transfiere el dominio, no lo prueba. Además la inscripción no valida los


actos y contratos que sean nulos ni subsana los defectos de que adolezcan
con arreglo a las leyes. Pero el propietario que no inscribe corre el riesgo de
perder su derecho, ante un adquirente posterior de la misma cosa, que inscriba
primero.

La inscripción en Registro hace eficaz el derecho del propietario respecto de


este tercero, a quien el ex-dueño le vende luego la misma cosa.

El alcance del artículo 13 de la ley de Registros:

La propiedad se transfiere solo entre las partes contratantes. Para los terceros
no habría traspaso de la propiedad hasta la inscripción. Porque el artículo 13
establece que entre las partes la tradición produce sus efectos. Agrega luego
que frente a terceros la tradición vale sino desde la inscripción.

Se conserva el principio de que la tradición no produce efectos frente a terceros


sino desde la fecha de inscripción, modificándolo, en cuanto se agrega que si la
inscripción se produce dentro del término legal, sus efectos se retrotraen a la
fecha del documento inscripto.

La inscripción tempestiva hace retrotraer sus efectos hasta la fecha del


contrato, el comprador puede hipotecar en el tiempo intermedio porque en

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virtud de esa retroactividad viene a ser dueño respecto de todos a partir de la
fecha del contrato.

Esto significa que, si inscribe tardíamente, como la retroactividad no se produce


los actos realizados por el adquirente medio tempore, o sea antes de la
inscripción, son actos de un non dominus. Si hipoteca, hipoteca cosa ajena.
Tampoco puede reivindicar.

Aclara que si se recurrió a la retroactividad fue con el fin de eliminar esos


inconvenientes.

El verdadero alcance del artículo 13 es dirimir un conflicto entre adquirentes


sucesivos de un mismo vendedor.

A le vende a B un inmueble y le hace tradición. Luego esto es cuando A ya ha


dejado de ser propietario lo vende a C y también realiza la tradición.

B adquiere la propiedad con la tradición. Y su derecho es oponible respecto de


todos, aunque no haya inscripto.

Supongamos que B no inscribe. No por ello queda privado de las acciones que
le corresponden como propietario. Puede reivindicar, si quiere; si hipoteca,
hipoteca cosa propia, no ajena.

C examina el Registro de Transferencia del Dominio, que no se lleva por


bienes, sino por personas. Como B no ha inscripto, C tiene confianza en los
datos registrales, que no acusan la mutación de dominio. C compra e inscribe.

Frente a B, que compró primero, pero que no inscribió o inscribió después de


C, la ley prefiere a este último. B no fue diligente, en cambio C está de buena
fe.

Cuando C inscribe, se extingue el derecho de propiedad de B, que existía hasta


ese momento. Pero hasta tanto no se produzca esa resolución del derecho de
propiedad de B, este derecho está vigente con todos sus atributos, y por ende,
no es relativo, sino absoluto, oponible a todos.

Cuando A vende a C ya no es propietario, vende cosa ajena. Ello no obstante,


si C inscribe antes que B la venta y la tradición son relevantes respecto del
verdadero y actual dueño, B, quien pierde su derecho, a pesar de que es
tercero respecto de los actos celebrados entre A y C, a pesar del principio de
que nadie puede trasmitir mas derechos de los que tiene.

C- El artículo 1337 del Código Civil:

Venta sucesiva de una misma cosa:

El artículo 1680 establece que “en el caso de venderse sucesivamente una


misma cosa a dos personas, se estará a lo dispuesto en los artículos 1337,
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1341 y siguientes. (Artículo 2078). Y el 1337: “si uno se obliga sucesivamente
a entregar a dos personas diversas una misma cosa, el que primero adquiere la
posesión de buena fe, ignorando el primero contrato, es preferido, aunque su
titulo sea posterior en fecha, con tal que haya pagado el precio, dado fiador o
prenda u obtenido plazo para el pago. Articulo 1680.”

En cuanto a la transferencia de la propiedad este artículo 1337 se encuentra


relacionado con la parte final del artículo 769 y con el artículo 1732. Según
estas normas, para adquirir el dominio por compraventa y tradición se requiere:

1- Pago de precio.
2- Que el comprador haya afianzado, dado en prenda o constituido
hipoteca.
3- O que obtenga plazo para el pago.

Venta sucesiva y tradición ficta:

El articulo 1337 ha suscitado, en nuestro país, el siguiente problema: A vende


a B y le hace tradición ficta; luego vende a C la misma cosa y se le entrega
mediante tradición real. Ambos compradores pagaron el precio, o dieron
garantía, u obtuvieron plazo para el pago; ambos, además están de buena fe.
Pero C consiguió la posesión efectiva, real, en tanto que B no la obtuvo.

El inciso final del artículo 767 dice que las clausulas de tradición ficta surtirán
efecto de tradición real, solo si constan en instrumento público. Como según ha
de verse el radio de la aplicación del artículo 1337 queda prácticamente
circunscripto a los bienes muebles y la venta de estos no se acostumbre a
realizar en escritura pública, la clausula de estilo de tradición ficta, verbal o en
instrumento privado, no surte efecto y el primer comprador puede resultar
vencido por el segundo que obtuvo la posesión.

Según el Código Civil la propiedad se adquiere por título y modo: el primer


comprador obtuvo su derecho por el titulo compraventa, completado con el
modo tradición, ficta que le transfirió la posesión. Por consiguiente, según la
norma del artículo 1337 puede perder frente al segundo comprador, la
posesión, pero no la propiedad. Hay aquí una diferencia fundamental con el
régimen del artículo 13 de la ley de Registros, donde el primer vendedor
puede ver extinguido su derecho de propiedad por una adquisición posterior.

La ley de Registro deroga el artículo 1337 del Código Civil en cuanto a la


adquisición de la propiedad. De acuerdo con este régimen el que primero
obtiene la propiedad es el preferido, según la ley de Registros, el que primero
inscribe. El artículo 1337 esta derogado y solo rige en materia de muebles.

Es posible sostener que el articulo 1337 viene a resolver un conflicto entre un


derecho personal, a quien no se le hizo tradición, y segundo comprador a quien

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se le hizo tradición y resulta entonces titular de un derecho real. La ley exige la
buena fe del adquirente para evitar confabulaciones entre el vendedor y el
segundo comprador en perjuicio del primer comprador.

D- Transferencia de la propiedad de los bienes muebles:

El Derecho Romano permitía reivindicar los bienes muebles en tanto que el


derecho de propiedad del dueño no se hubiera extinguido por la prescripción
adquisitiva de un tercero.
Este fue el sistema que siguió nuestro Código Civil. El artículo 677 inciso 1º
sienta el principio general, que carece de excepciones: “pueden reivindicarse
las cosas raíces muebles”. Y el artículo 1212 establece que “la propiedad de
los bienes muebles se prescribe por la posesión no interrumpida de tres años
con justo titulo y buena fe, haya estado el verdadero dueño ausente o presente.
Sin buena fe ni justo titulo se requieren 6 años y no 3 para prescribir un bien
mueble, articulo 1214.

Si la cosa fue hurtada y luego adquirida por un tercero, el propietario debe


pagar el precio al poseedor, siempre que este la hubiera comprado en feria,
mercado o venta pública o a persona que vendía ordinariamente cosas
semejantes, articulo 1213.

La acción reivindicatoria procede siempre, sin excepciones. La excepción del


artículo 1213 no es excepción a la regla de la reivindicación sino a otro, a la de
que el propietario reivindicada, en principio, sin tener que pagar el precio.

Quien no es dueño no puede transferir el dominio (arts. 769, 1º y 775 inc. 2º).
Cuando el non dominus vende la cosa que tiene en su poder a un tercero de
buena fe, este no adquiere la propiedad; el dueño está en condiciones de
reivindicar hasta tanto no pierda su derecho por prescripción.

E- Ventas con régimen especial:

Hay una serie de disposiciones que establecen regímenes jurídicos especiales.


En nuestro país su estudio se realiza en los cursos de Derecho Comercial o en
la Practica Notarial.

Automóviles:

La venta y tradición de los automóviles se rige por los principios generales, que
establece el Código Civil. La venta se perfecciona cuando existe acuerdo sobre
cosa y precio, siendo mueble la cosa vendida la venta es consensual, no se
requiere la escritura pública, (artículo 1664); el contrato puede celebrarse
verbalmente. Y el dominio se transfiere con la tradición.

Pero los vehículos deben inscribirse en un Registro.

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La transferencia es un requisito administrativo, impuesto por la autoridad
municipal, que no incide sobre la relación de derecho sustancial, de acuerdo
con la cual la propiedad se transfiere por la compraventa seguida de tradición.

Se establece exclusivamente a efectos de determinar el sujeto que debe pagar


las multas y para permitir al Municipio la percepción de tributos que se cobran
en oportunidad de celebrarse la misma.

Si medió venta y tradición, aunque la transferencia no se realice, o no pueda


realizarse, no hay duda que el comprador es el propietario del vehículo. Puede
suceder que el vendedor no se encuentre en condiciones de transferir: ello no
obstante el comprador adquiere la propiedad. Si el vendedor no es propietario,
el comprador de buena fe tiene justo titulo, aun sin la transferencia, y queda a
cubierto de la acción reivindicatoria trascurrido el plazo de 3 años que se
establece para la prescripción adquisitiva, articulo 1212.

Si existe embargo la transferencia no se autoriza.

Consentimiento

A- Consentimiento. Forma:

Formación del consentimiento:

Comienza diciendo el artículo 1664 que “la compraventa queda perfecta desde
que las partes convienen en la cosa y en el precio…”. Por consiguiente, a partir
del momento en que se forma el acuerdo de voluntades respecto de esos dos
elementos esenciales ya existe consentimiento, pues la ley se encarga de
regular los restantes aspectos del contrato, aunque las partes guarden silencio
al respecto.

La ley se refiere únicamente cosa y precio, sin aludir a la función del contrato,
esto es la transferencia. Este aspecto, también esencial queda elíptico en el
artículo 1664, pero esta presupuesto por el artículo 1661. O sea, que no basta
con que las partes convengan en la cosa y en el precio para que la
compraventa quede perfecta; deben hallarse de acuerdo, además en comprar y
vender.

La transferencia del dominio, o mejor dicho la obligación de transferir el


dominio, no se encuentra implícita en este acuerdo. Debe estipularse
expresamente. Si las partes nada dicen, ha de entenderse que el vendedor no
se obliga a transferir el dominio.

Cuando se produce el acuerdo de voluntades en cuanto a los dos elementos


esenciales, la ley dice que la compraventa queda perfecta. Perfeccionamiento
equivale a formación, a conclusión; la compraventa nace, se forma o concluye

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desde que las partes convienen en la cosa y en el precio. Dando por
descartado que también existan los otros elementos esenciales: capacidad,
objeto y causa (art. 1261).

Compraventa solemne:

La compraventa es solemne por excepción en algunos casos particulares,


donde se requiere la observancia de ciertas formalidades especiales, art.
1252, sin las cuales el contrato no se considera perfecto (arts. 1264 y 1664).
En estas situaciones es necesario que el consentimiento se manifieste a través
de la forma prescripta, la cual, en la especie, es la escritura pública. Si así no
sucede el contrato no surge.

Para la venta de bienes inmuebles, servidumbres, censos y de una sucesión


hereditaria, la ley exige la solemnidad, la escritura pública, la cual es requisito
de validez, esto quiere decir que la ausencia de esta provoca la nulidad
absoluta del contrato (art. 1560).

No se requiere la escritura pública cuando los inmuebles por destino se venden


por separado (art 460).

Formas voluntarias:

El numeral 2º del artículo 1664 establece: “si los contratantes estipulan que la
venta de otras cosas que las enumeradas en el inciso anterior no se considere
perfecta hasta el otorgamiento de la escritura pública o privada, podrá
cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la escritura, o no
haya principiado de común acuerdo la entrega de la cosa vendida.

En nuestro derecho la solemnidad tiene exclusivamente origen legal.

La solemnidad no puede ser sustituida y la ausencia de ella es irremediable y


ninguna circunstancia o hecho puede suplir su ausencia.

B- Venta a prueba:

El articulo 1685 comienza diciendo: “si se estipula que se vende a prueba, se


entiende reservarse el comprador la facultad de rescindir libremente la
convención, si no le conviniere la cosa de que se trata”.

Es rasgo típico de este negocio que la decisión del comprador dependa de su


mero arbitrio: puesto que se trata de su gusto personal, no está obligado a
explicar los motivos de su rechazo, ni su resolución queda sometida a control
de clase alguna.

Lo que caracteriza a esta venta es la facultad omnipotente que tiene el


comprador para declarar si le agrada o no la cosa. Agrega que es arbitrio para
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encontrarla o no de su agrado y su ejercicio no puede acarrearle
responsabilidad de ninguna especie, apreciara la cosa a su capricho.

Nuestro Código consagra este elemento de la venta a prueba mediante el


empleo del vocablo “libremente”.

La terminología venta a prueba puede mantenerse siempre que se le entienda


a un negocio que está sometido a la aprobación del comprador, donde el juicio
de este es incontrolable y depende de su arbitrio absoluto.

La característica notable de la venta a prueba es que en ella el contrato de


compraventa no se forma hasta tanto el comprador no haya otorgado su
aprobación, y esta llegue a conocimiento del vendedor.

Naturaleza jurídica:

Cuando no existe todavía el contrato de compraventa tanto los aumentos o


deteriores, como las perdidas sean de cuenta del vendedor, porque no existe
aun obligación de dar, a su cargo. El riesgo viene a recaer, así, sobre el
propietario. En cambio, cuando se trata de una compraventa bajo condición
suspensiva, el vendedor tiene a su cargo una obligación de dar, y entonces la
ley desplaza el riesgo hacia el comprador.

En la venta a prueba el juicio absolutamente libre puesto en condición no


puede considerarse como un hecho que tenga un motivo propio, diverso del
contratar, no se tiene un hecho exterior, cuyo cumplimiento depende de la
voluntad, sino un acto volitivo final.

En un contrato unilateral, en un primer momento está obligado solo el


vendedor, no se concibe que pueda hablarse de compraventa. La aceptación
del comprador perfecciona, hace nacer la compraventa y surgir la bilateralidad.
A partir de entonces ninguna particularidad ofrece el negocio, que es ya una
compraventa como otra cualquiera.

En nuestro derecho la oferta es revocable, y carece de valor vinculante hasta


tanto no sea aceptada (art. 1262) pero nada impide que un acuerdo de
voluntades haga devenir irrevocable a la propuesta. Y esto es lo que sucede
con la opción. Así se tiene el desdoblamiento de la formación del negocio es
irrevocable. Cuando el comprador acepta, perfeccionado la compraventa.

La ventaja del instituto está en que no se requiere un nuevo acuerdo de


voluntades, como sucede cuando se estipula una promesa de contratar, siendo
suficiente la sola declaración del aceptante, para perfeccionar el negocio
definitivo.

La objeción contra la tesis de la venta a prueba como contrato preliminar no


alcanza a la explicación del negocio, considerándolo como de formación

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sucesiva, porque no existen dos contratos sino un momento inicial y un
momento final.

Objeto:

La venta a prueba no solo comprende aquellas cosas que pueden gustarse por
el paladar, como los productos alimenticios, sino que también los objetos que
se prueban mediante un ensayo o examen, como las maquinas, los relojes, la
ropa, los instrumentos musicales, etc.

Puede ser tanto un genero como una cosa cierta y determinada, en ausencia
de previsiones expresas de la ley parece evidente que la cosa que se vende a
prueba puede estar o no individualizada.

En la venta a prueba el contrato de compraventa todavía no se ha


perfeccionado. Aun no existe obligación de dar a cargo del vendedor, es lógico
que no rija el principio res perit creditori, que se aplicará recién a partir del
momento en que la compraventa esta perfecta.

Efectos:

La venta a prueba nace originariamente como un contrato unilateral, generando


obligaciones exclusivamente a cargo del vendedor. Este está obligado a
mantener su oferta y a no disponer de la cosa, enajenándola a terceros.

La venta a prueba es un negocio obligacional sin eficacia real. El vendedor


incurre en responsabilidad por incumplimiento de contrato.

El comprador a diferencia del vendedor, no se obliga a nada ni siquiera a


realizar la prueba.

La compraventa se perfecciona según los principios generales que rigen la


formación del consentimiento, (arts. 1265 y1267).

Cuando el vendedor recibe la manifestación de voluntad del comprador, la


compraventa se perfecciona. A partir de ese momento el contrato será bilateral:
se trata de una compraventa común, que debe regirse por las normas
generales.

La prueba:

Debe realizarse en el lugar y época que hayan convenido las partes.

Se aplica el inciso 3º del artículo 1685: el comprador debe ser interpelado y


pasado tres días sin que se manifieste, el contrato se extingue.

El comprador puede renunciar a la facultad de gustar las cosas:

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a) Expresamente, cuando se compra en atención a la calidad misma de la
cosa y no al gusto personal del comprador o cuando se ha convenido
que la calidad de la cosa será apreciada por peritos;
b) Tácitamente, cuando de los términos del contrato, o de las
circunstancias en que ha sido celebrado, se desprende que no se ha
querido comprar sino cosas de buena calidad, cuando la cosa ha sido
comparad al menudeo o en pequeñas cantidades o cuando se trata de
una mercadería de tipo fijo y conocido.

C- Venta a ensayo:

El Código Civil uruguayo ha legislado en el artículo 1685 sobre la venta a


prueba, pero no dice nada al respecto de otra modalidad vecina, que doctrina y
legislación extranjera denominan venta a ensayo.

La venta a ensayo es una venta en la cual se estipula que la cosa vendida será
sometida a un ensayo, a un examen destinado a determinar si reúne las
cualidades pactadas. Es esta la particularidad típica del instituto.

El ensayo puede acceder a una venta pura, no condicional, asumiendo aquí


una función más limitada de medio de garantía, y la venta es pura, con la
obligación a cargo del vendedor, de prestar una cosa provista de aquella
determinada calidad. Si del ensayo resulta que están ausentes las calidades
pactadas, la venta permanece firme y el vendedor estará obligado a resarcir el
daño.

La venta a ensayo en nuestro derecho no es una venta bajo condición


suspensiva, ni la condición suspensiva se presume; en consecuencia será
cuestión de hecho determinar si estamos frente a una venta pura o condicional,
y en este último caso, si la condición estipulada es suspensiva o resolutoria.

En nuestro derecho no rige la presunción que establecen otros Códigos y que


la venta a ensayo estará sometida a condición suspensiva solo cuando el
contrato así lo prescriba: compro tal cosa si tiene tales cualidades o si carece
de tales vicios o si es apta para tal servicio. La comprobación de tales
extremos se realiza a través de un ensayo, de un examen, de una prueba. Y es
el resultado de este lo que viene a constituir el hecho que normalmente se
deduce como condición.

Diferencias con la venta a prueba:

En primer término, en cuanto al momento que marca el perfeccionamiento de


ambos contratos. La venta a ensayo se concluye desde que las partes
convienen en la cosa y en el precio; en nada se aparta de la manera en que
perfecciona corrientemente el contrato.

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La venta a ensayo esta perfecta desde un comienzo; la venta a prueba solo
cuando el comprador haga uso de la opción.

Hay otro aspecto fundamental, que separa ambos negocios, y se refiere a la


decisión del comprador. En la venta a prueba el contrato solo se formara si al
comprador le place aceptar la oferta del vendedor, y esta resolución depende
de si mero arbitrio, re rige por un criterio meramente subjetivo, no está
sometida a control de terceros. En la venta a ensayo, en cambio el comprador
carece de tal facultad de apreciar libremente el resultado del ensayo. En
realidad la voluntad del comprador no cuenta, cuenta el resultado del ensayo.

En la venta a ensayo las partes quieren la existencia de determinados valores.


En cambio en la venta a prueba puede rechazar la cosa, aunque su bondad
sea indiscutible.

En la venta a prueba el único arbitrio es el comprador, que puede rechazar la


cosa arbitrariamente, sin que nadie esté en condiciones de oponerse; en la
venta a ensayo se trata de determinar si la cosa está provista de los requisitos
estipulados, o sea de una comprobación objetiva, y por ello puede provocarse
la intervención de terceros para que se pronuncien, en casi de disputa entre las
partes.

En cuanto a los riesgos, la venta a ensayo, estipulada bajo condición


suspensiva, se rige por el artículo 1425 y de consiguiente la perdida acaecida
antes del ensayo, la sufre el vendedor, en tanto que los aumentos o deterioros,
corresponden al comprador que no puede reclamar el precio pagado, y los
aumentos o deterioros son de cuenta del vendedor. Y si la venta a ensayo es
pura, la cosa aumenta, parece o se deteriora para el comprador.

El ensayo:

En cuanto al lugar y al tiempo en que debe realizarse el ensayo, rigen en


primer término las clausulas del contrato. Si nada se ha dicho, el lugar será
aquel donde se encuentra la cosa al tiempo de perfeccionarse el contrato. Y en
cuanto al plazo, la obligación del comprador será exigible diez días después de
la fecha, (art. 1440).

El comprador está obligado a realizar el ensayo y el vendedor a entregarle la


cosa, para permitírselo. El incumplimiento de estas obligaciones abre la vía
para pedir la resolución del contrato y los daños y perjuicios, pero también
puede optar, la parte que ha cumplido, por la aplicación del artículo 1420 y
pedir que se repute cumplida la condición.

A diferencia de lo que pasa con la venta a prueba no se requiere que el


comprador haga saber al vendedor el resultado del ensayo.

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D -Venta forzada:

Se habla de ejecución forzada mediante venta de bienes cuando un acreedor


inicia juicio ejecutivo contra el deudor, y como consecuencia del mismo se
rematan y se transfieren a un tercero los bienes del ejecutado, satisfaciéndose
a los acreedores con el dinero obtenido.

La venta forzada no es un contrato de compraventa

El juez es quien opera la transferencia en virtud de poderes propios, sin actuar


como representante del deudor.

E -Venta forzada en el juicio ejecutivo:

De todas las ventas que en nuestro país se han denominado judiciales es esta
la única que se presenta con perfiles nítidos, tiene asignada una
reglamentación precisa, y por ello no ha provocado los problemas originados
por las otras.

El acreedor impago, con titulo ejecutivo, mueve la acción a fin de que se


enajenen los bienes de su deudor y se satisfaga su crédito con el dinero
obtenido.

La venta forzada se forma progresivamente. Dos momentos, cronológica y


estructuralmente diferenciados. La primera etapa se inicia por el remate, que
tiende a determinar el elemento precio. El momento final se produce cuando el
Juez, luego de aprobado el remate, otorga la correspondiente escritura de
venta y hace tradición al comprador.

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