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INTRODUCCIÓN
Para que la Administración del Estado (AE) pueda llevar adelante las actividades de bien
común que le son propias ( servicio público, policía, regulación, fomento y gestión
empresarial), es necesaria la existencia de ciertas ideas básicas, principios jurídicos
troncales o bases generales que lo posibiliten, por la vía de ordenar el hacer de todas las
personas jurídicas de derecho público (PJDP) que integran la AE, en el ejercicio de toda la
variedad de actividades públicas que le son propias (servicio público, policía, fomento,
gestión empresarial, ).
Estos principios jurídicos fundamentales y básicos, de organización y funcionamiento de la
Administración del Estado, se denominan “Bases Generales de la Administración del
Estado”.
Concepto: “Principios jurídicos básicos y fundamentales que ordenan la organización y
funcionamiento de todas las personas jurídicas de derecho público que integran la
Administración del Estado en el ejercicio de toda la variedad de actividades públicas que
le son propias “.
A ellas se refiere el art. 38 de la Constitución Política (CP), que dispone que una Ley
Orgánica Constitucional se encargará de su regulación.
En cumplimiento de esta norma constitucional se dictó, el 5 de diciembre de 1986, con
rango orgánico constitucional, la ley N° 18.575, sobre Bases Generales de la
Administración del Estado (LOCBGAE), cuyo texto actualizado se encuentra contenido
en el DFL N° 1 del Ministerio Secretaria General de la Presidencia, publicado en el Diario
Oficial (DO) de 17 de noviembre de 2001.
1) subsidiariedad;
2) competencia;
3) unidad y coordinación administrativa
4) eficiencia y eficacia administrativa
5) jerarquía
6) probidad
7) transparencia y publicidad
8) legalidad o juridicidad
9) control o fiscalización
10) responsabilidad
Llevado este principio al marco de la Ley Orgánica Constitucional sobre Bases Generales
de la Administración del Estado, él se encuentra recogido en sus artículos 3 y 6, desde que,
como tales preceptos disponen, la AE estará al servicio de la persona humana, atendiendo
las necesidades públicas en forma continua y permanente, (i) debiendo garantizar, en tal
propósito y cometido, la debida autonomía de los grupos intermedios de la sociedad para
cumplir sus propios fines específicos, respetando el derecho de las personas para realizar
cualquier actividad económica en conformidad con la Constitución y las leyes. Asimismo,
en virtud de este mismo principio básico o de base, la AE deberá: (ii) abstenerse de
realizar actividades empresariales ( a través del órgano suyo “ empresas públicas “), a
menos que cuente con una ley de quórum calificado que la autorice para hacerlo y (iii)
igualmente, deberá abstenerse, en razón de la subsidiariedad, de participar o tener
representación en organismos privados o particulares, a menos que exista una ley expresa
que la autorice para participar o adquirir esa representación; “ la que deberá ser de quórum
calificado si esas entidades desarrollan actividades empresariales”.
Concepto:
1.- La Capacidad es la regla general y la incapacidad la excepción ( arts. 1446 y 1447 CC);
el sujeto en el derecho privado puede actuar como lo desee (autonomía de la voluntad del
sujeto que se presume capaz), pues lo normal será que esté dotado de capacidad para
hacerlo; a tal punto, que se le presume por la ley. En cambio en el Derecho Público,
tratándose de la competencia, lo normal es que las personas jurídicas de Derecho Público
sean incompetentes, porque para que existe competencia es menester que ella sea asignada
expresamente por la ley o la Constitución y además en forma específica al órgano a quién
le asigna tal competencia ; que sólo puede actuar, en su ejercicio, dentro de ella y con las
limitaciones que la norma le señala, en la forma que le prescriba la ley, y no puede actuar
con el fin que mejor le parezca, sino sólo en procura del bien común.
La Materia:
El Territorio:
El Tiempo:
El Grado Jerárquico :
La improrrogabilidad de la Competencia:
Con todo, hay ciertas excepciones a esta característica de la improrrogabilidad y ellas son la
”Avocación” y la “Delegación” de Competencia Administrativa.
La AVOCACIÓN.
A) Concepto:
Es el acto administrativo por medio del cual un órgano superior atrae para sí el
conocimiento de determinas materias que normalmente son conocidas y resueltas por
un órgano jerárquicamente inferior, dictado previa autorización legal, y sin que se
interponga recurso jerárquico.
B) Requisitos:
2.- Debe haber una relación de jerarquía entre la autoridad que atrae el conocimiento de la
materia y aquella inferior que conoce de ella.
La avocación, en consecuencia, es un acto que sólo puede tener lugar antes de la decisión
del asunto por el órgano inferior, puesto que si ésta decisión ya se hubiere producido, sólo
cabría que el superior conociera de él, por la vía de la revisión, en ejercicio de su poder
jerárquico y, si fuere el caso, por la vía del recurso del mismo nombre.
Esta figura no está regulada positivamente en el Derecho Administrativo, sin embargo, la
Contraloría General de la República, a través de numerosos y uniformes dictámenes – que
constituyen jurisprudencia administrativa (fuente del DA) -, ha establecido la existencia de
ella y precisado los requisitos mencionados.
La DELEGACION:
A) Concepto:
La delegación como institución del Derecho Administrativo aparece expresamente
consagrada y regulada en el artículo 41 de la Ley N° 18.575 orgánica constitucional de
Bases de la Administración del Estado. Según dicha norma lo que es materia u objeto
de delegación es el ejercicio de las atribuciones y facultades propias, no así, los otros
elementos que determinan la competencia como el grado y el territorio. Y dicha
delegación está sujeta a condiciones y requisitos legales precisos sin los cuales no
puede tener lugar válidamente.
Por medio del acto administrativo de delegación o simplemente delegación, se
transfiere condicionalmente EL EJERCICIO DE LAS ATRIBUCIONES, no las
atribuciones mismas.
Clasificación:
Se distinguen dos categorías o clases: una delegación de atribuciones y una
delegación de firma.
1.- La delegación debe ser parcial; no se puede delegar totalmente el ejercicio de las
atribuciones.
2.- El ejercicio de las atribuciones que se delegan deben recaer en materias específicas.
3.- Los delegados deberán ser siempre funcionarios de la dependencia de los delegantes.
Debe haber una relación de jerarquía entre quien delega y quien asume el ejercicio de las
atribuciones por vía de delegación.
4.- El acto de delegación deberá ser publicado o notificado según corresponda. (cumplir la
medida de publicidad a efectos que los actos que ejecute el delegado puedan ser oponibles
a los terceros ).
5.- La delegación será esencialmente revocable, es decir, el hecho que la autoridad superior
haya optado por delegar el ejercicio de la atribución no le impide reasumir su ejercicio
porque en cualquier momento puede revocar la delegación ( a través de un acto
administrativo revocatorio o revocación ). Sin embargo, mientras no revoque el delegante
está impedido de conocer del ejercicio de las atribuciones que fueron objeto de delegación.
6.- La responsabilidad por las decisiones administrativas que se adoptan o por las
actuaciones que se ejecutan en virtud del acto delegatorio va a recaer en el delegado, sin
perjuicio de que le puede afectar al delegante por la responsabilidad que emana de la
negligencia en el cumplimiento de sus obligaciones o potestad de dirección o fiscalización
del adecuado uso o ejercicio de la atribución delegada.
CONFLICTOS DE COMPETENCIA
Es evidente que un órgano público administrativo será incompetente y sus actos nulos,
conforme al Art. 7 de la CP, cuando uno de sus elementos - el agente público – falte, lo
que se producirá cuando éste carezca de la investidura regular que le otorga el título legal
de su nombramiento o éste haya caducado. Pero lo será también cuando el agente público,
con título legal y vigente, mediante su acción, hace intervenir al órgano de que forma parte
en un ámbito que no es, por su materia, por el territorio, o por el grado que ocupa, el que
corresponde a las atribuciones o poderes-deberes que puede ejercer. Ahora bien, este exceso
de poderes o atribuciones se puede producir cuando invade la esfera privativa de otro
poder público distinto de la Administración ( Legislativo o Judicial ), o la competencia de
una persona administrativa diferente, o la de un órgano administrativo perteneciente a la
misma persona administrativa a la que él está adscrito. También podría ocurrir que frente a
una situación concreta, que compromete el bien común o el interés general de la
colectividad, ningún órgano estimare asistirle competencia para conocer de ella.
Concepto:
Son aquellos que involucran exclusivamente a dos o más órganos de la Administración del
Estado.
Clasificación:
Los conflictos de competencia propiamente administrativos se clasifican en:
Conflictos positivos de competencia administrativa; y,
Conflictos negativos de competencia administrativa
1.- Conflictos Positivos de Competencia:
Tienen lugar cuando dos o más órganos del Estado, de naturaleza administrativa, creen
tener competencia para intervenir con su actividad propia, en orden a satisfacer una
determinada necesidad pública. A él se refiere el artículo 39 Ley de Bases N° 18.575
Cuando no hay solución expresa el conflicto pueden tener lugar consecuencias graves, ya
que la invasión de competencias en éste caso constituiría una violación de la Constitución,
una usurpación de funciones y, generaría las responsabilidades que ley contempla ( art. 7
CP). Aún más, podría sostenerse que no habría una real imputación jurídica de la actuación
del “ órgano individuo” en el “órgano institución “, que no habría, por tanto, acto estatal.
En virtud del principio de unidad es posible concebir a la Administración del Estado como
un todo orgánico (continente), no obstante constituido por una múltiple y variada serie de
unidades centralizadas y descentralizadas (contenido), descritas por el art. 1 inciso 2°
LOCBGAE, encabezado por un centro nacional único que configura la Presidencia de la
República y al cual colaboran Ministerios, Intendencias, Gobernaciones, Servicios
Públicos, Banco Central, Contraloría General de la República, Fuerzas Armadas, Fuerzas
de Orden y Seguridad, Gobiernos Regionales, Municipalidades y Empresas Públicas
creadas por ley.
La eficacia, por su parte, es una idea que acentúa el logro de los objetivos, el alcance del fin
impuesto a la organización administrativa.
V.- JERARQUÍA
Jerarquía Administrativa
Es otra base de organización general de la Administración del Estado, establecida como tal
por los artículos 7, 11 y 15 de la ley LOCBGAE.
Concepto: Es la relación de carácter vertical, de superior a inferior o de mando y
obediencia, que puede presentarse y se presenta en el sistema chileno, respecto de las
entidades , servicios, órganos u organismos que integran la Administración del Estado,
dando origen a la jerarquía orgánica, o bien, entre funcionarios o agentes de la
Administración del Estado, dando origen a la jerarquía funcional.
Clasificación: Del concepto apuntado, surge su clasificación en:
La jerarquía funcional, en cambio, tiene lugar entre los simples funcionarios y los
funcionarios-autoridades lo que determina las relaciones entre éstos, sobre la base del
principio de autoridad de estos últimos, estando dotados, en razón de lo mismo, de un poder
de mando y dirección respecto de los primeros, sujetos éstos – los simples funcionarios - a
un deber de obediencia ( art. 7 LOCBGAE).
Esta jerarquía funcional está presente en toda la Administración del Estado, cualquiera sea
el sistema de organización administrativa imperante ( centralización o descentralización).
La jerarquía funcional se compone, a su vez, de dos aspectos:
VI.- LA PROBIDAD
LA PROBIDAD ADMINISTRATIVA
Fuente legal: el principio en referencia tiene una fuente legal de rango orgánica
constitucional desde que se encuentra consagrado en el artículo 13 de la ley 18.575: “ los
funcionarios de la Administración del Estado deberán observar el principio de probidad
administrativa ..”; y está regulado, en detalle, en el Título III de la misma ley, artículos 52
a 68.
Además, posee una fuente legal de rango ordinario o común, constituida por el Estatuto
Administrativo del Personal Funcionario al Servicio de la Administración del Estado, ley
18.834, que lo regula entre las obligaciones de todo funcionario público, en su Título III,
art. 61 letra g.
Igual cosa ocurre con la ley 18.883, que contiene el Estatuto Administrativo para
Funcionarios Municipales, que también lo contempla como una obligación funcionaria en
su artículo 58 letra g).
el recto y correcto ejercicio del poder público por parte de las autoridades
administrativas;
Hipótesis legales de infracción al principio: la ley ( n° 18.575, art. 62 ), por vía ejemplar,
no taxativa, ha señalado ocho conductas que contravienen especialmente el principio de la
probidad administrativa; estas son:
Hacer valer indebidamente la posición funcionaria para influir sobre una persona
con el objeto de conseguir un beneficio directo o indirecto para sí o para un tercero;
Solicitar, hacerse prometer o aceptar, en razón del cargo o función, para sí o para
terceros, donativos, ventajas o privilegios de cualquier naturaleza, con las
excepciones que la norma señala;
Intervenir, en razón de las funciones, en asuntos en que se tenga interés personal o
en que lo tengan el cónyuge, hijos adoptados o parientes hasta el tercer grado de
consanguinidad y segundo de afinidad inclusive;
Inhabilidades Administrativas
Por razones de probidad, no podrán ingresar a cargos en la Administración del Estado, las
siguientes personas:
1.- Las que tengan vigentes o suscriban, por sí o por terceros, contratos o cauciones
ascendentes a 200 UTM o más, con el respectivo organismo de la Administración Pública.
2.- Tampoco podrán hacerlo las personas que tengan litigio pendiente con la institución de
que se trata, a menos que se refieran al ejercicio de de derechos propios, de su cónyuge,
hijos o parientes.
3.- Tampoco podrán hacerlo las personas que tengan la calidad de cónyuge, hijos, o
parientes de las autoridades y de los funcionarios directivos del organismo de la
Administración civil del Estado al que postulan, hasta el nivel de jefe de departamento o su
equivalente, inclusive.
4.- Las personas que se hallen condenadas por crimen o simple delito.
Las tres primeras son inhabilidades relativas pues impiden el ingreso a un órgano de la
Administración del Estado en particular, y las dos últimas causales de inhabilidad, lo son
absolutas, pues impiden el ingreso a cualquier órgano de la AE.
Incompatibilidades Administrativas
Por razones de probidad administrativa son incompatibles con una función, cargo o empleo
público las actividades particulares cuyo ejercicio deba realizarse en horarios que coincidan
total o parcialmente con la jornada de trabajo que se tenga asignada. También la actividad
privada de las autoridades o funcionarios que se refiera a materias específicas o casos
concretos que deban ser analizados, informados o resueltos por ellos o por el organismo o
servicio público a que pertenezcan. Y, por último, la representación de un tercero en
acciones civiles deducidas en contra de un organismo de la Administración del Estado,
salvo que se trate de acciones personales propias, de un cónyuge, hijos o parientes.
La Declaración de Intereses
Plazo: La declaración de intereses deberá ser presentada por los referidos funcionarios
dentro de los 30 días siguientes a la asunción del cargo.
Las resoluciones que impongan estas multas son siempre reclamables ante la Corte de
Apelaciones respectivas a través del procedimiento contencioso administrativo especial
contemplado por el artículo 68 de la ley 18.575.
La Declaración de Patrimonio:
Concepto: consiste en una declaración escrita y veraz que deben presentar ciertas
autoridades y funcionarios de la Administración del Estado individualizando el activo y
pasivo relevante de su patrimonio.
Plazo: La declaración de patrimonio deberá ser presentada por los referidos funcionarios
dentro de los 30 días siguientes a la asunción del cargo o la ocurrencia de alguno de los
hechos que obligan a actualizarla.
Las resoluciones que impongan estas multas son siempre reclamables ante la Corte de
Apelaciones respectivas a través del procedimiento contencioso administrativo especial
contemplado por el artículo 68 de la ley 18.575.
La Responsabilidad y las Sanciones
Sin perjuicio de lo anterior, corresponde velar por la observancia del principio de probidad
administrativa a las unidades y reparticiones encargadas del control interno en cada uno de
los órganos de la Administración del Estado, sin perjuicio de las atribuciones de la
Contraloría General de la República.
“Son públicos los actos y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus
fundamentos y los procedimientos que utilicen.
Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá establecer la reserva o secreto de
aquellos o de éstos , cuándo la publicidad afectare el debido cumplimiento de las funciones
de dichos órganos, los derechos de las personas, la seguridad de la Nación o el interés
nacional “.
Este principio general tiene expresión particular respecto de la Administración del Estado,
transformándose en una base general de la Administración del Estado, a través de la
denominada “ transparencia y publicidad administrativas” conforme lo dispone el art. 3
inciso 2º de la Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del
Estado ( “ .. La Administración del Estado deberá observar los principios de …
transparencia y publicidad administrativa “).
La transparencia activa
La transparencia pasiva
La transparencia activa dice relación con el deber que tienen los órganos de la
Administración del Estado de dar a conocer su organización, atribuciones, funcionamiento,
normativas, presupuesto, contrataciones, decisiones mas relevantes, etc., por la vía de
mantener a disposición permanente del público, a través de sus sitios electrónicos, los
antecedentes actualizados, al menos una vez al mes, que digan relación con: (i) su
estructura orgánica; (ii) las facultades, funciones y atribuciones de cada una de sus unidades
u órganos internos; (iii) el marco normativo que les sea aplicable; (iv) la planta del personal
y el personal a contrata y a honorarios, con las correspondientes remuneraciones. (v) las
contrataciones para el suministro de bienes muebles, para la prestación de servicios, para la
ejecución de acciones de apoyo y para la ejecución de obras, y las contrataciones de
estudios, asesorías y consultorías ; (vi) la transferencia de fondos públicos; (vii) los actos y
resoluciones que tengan efectos sobre terceros; (viii) los trámites y requisitos que debe
cumplir el interesado para tener acceso a los servicios que preste el respectivo órgano; (ix)
el diseño, montos asignados y criterios de acceso a los programas de subsidio y otros
beneficios que entregue el respectivo órgano y nómina de beneficiarios de los programas
sociales en ejecución. (x) los mecanismos de participación ciudadana, en su caso; (xi) la
información sobre el presupuesto asignado e informes sobre su ejecución; (xii) los
resultados de las auditorías al ejercicio presupuestario del respectivo órgano; (xiii) todas la
entidades en que tengan participación, representación e intervención, cualquiera que sea su
naturaleza y el fundamento normativo que la justifique.
Art. 17 LBPA: “ Las personas, en sus relaciones con la Administración, tienen derecho a:
d) Acceder a los actos administrativos y sus documentos , en los términos previstos por la
ley “.
Están llamados a controlar el cumplimiento de esta obligación de publicidad de la
información pública de los órganos de la Administración del Estado, lasunidades de control
interno de cada uno de ellos, sin perjuicio de las atribuciones del Consejo para la
Transparencia y la Contraloría General de la República.
Relevancia
Libertad
Apertura o transparencia
Máxima divulgación
Divisibilidad
Facilitación
No discriminación
Oportunidad
Control
Responsabilidad
Gratuidad
En virtud del principio de la relevancia se presume relevante toda información que
posean los órganos de la Administración del Estado, cualquiera que sea su formato,
soporte, fecha de creación, origen, clasificación o procesamiento. En virtud, del
principio de libertad, toda persona goza del derecho a acceder a la información que
obre en poder de los órganos de la Administración del Estado, con las solas excepciones
o limitaciones establecidas por leyes de quórum calificado. En virtud del principio de
apertura o transparencia toda información en poder de los órganos de la AE se presume
pública, a menos que esté sujeta a las excepciones señaladas. Conforme al principio de
máxima divulgación los órganos de la AE deben proporcionar información en los
términos más amplios posibles, excluyendo sólo aquello que esté sujeto a las
excepciones constitucionales o legales. Según el principio de divisibilidad si un acto
administrativo contiene información que puede ser conocida e información que debe
denegarse en virtud de causa legal, se dará acceso a la primera y no a la segunda.
Conforme al principio de facilitación los mecanismos y procedimientos para el acceso a
la información de los órganos de la Administración del Estado deben facilitar el
ejercicio de este derecho, excluyendo exigencias o requisitos que puedan obstruirlo o
impedirlo. De acuerdo con el principio de la no discriminación, los órganos de la AE
deberán entregar información a todas las personas que lo soliciten, en igualdad de
condiciones, sin hacer distinciones arbitrarias y sin exigir expresión de causa o motivo
para la solicitud. Según el principio de la oportunidad, los órganos de la AE deben
proporcionar respuesta a las solicitudes de información dentro de los plazos legales, con
la máxima celeridad posible y evitando todo tipo de trámites dilatorios. En virtud del
principio del control el cumplimiento de las normas que regulan el derecho de acceso a
la información será objeto de fiscalización permanente, y las resoluciones que recaigan
en solicitudes de acceso a la información son reclamables ante un órgano externo.
Conforme al principio de la responsabilidad el incumplimiento de las obligaciones que
esta ley impone a los órganos de la Administración del Estado, origina
responsabilidades y da lugar a las sanciones que establece esta ley. Finalmente, de
acuerdo con el principio de gratuidad el acceso a la información de los órganos de la
Administración del Estado es gratuito, sin perjuicio de lo establecido por la ley.
Este reclamo o reclamación deberá presentarse dentro del plazo de 15 días, contado
desde la notificación de la denegación de acceso a la información o desde que haya
expirado el plazo previsto por la ley para su entrega por la autoridad requerida. Como este
Consejo tiene su domicilio en Santiago, el requirente domiciliado en una ciudad distinta
podrá presentar este reclamo en la respectiva Gobernación Provincial, a través de
formularios que existirán al efecto, la que deberá transmitirlo al Consejo de inmediato y por
el medio más expedito de que disponga. Este reclamo o reclamación de amparo
informativo deberá señalar claramente la infracción cometida y los hechos que la
configuran, y deberá acompañarse de los medios de prueba que los acrediten, en su caso.
El Consejo para la Transparencia, una vez recibido el reclamo, notificará de este al órgano
de la Administración del Estado correspondiente y al tercero involucrado ( opositor) si lo
hubiere. Estos podrán formular descargos u observaciones al reclamo dentro de plazo de 10
días. El Consejo podrá fijar audiencias para recibir antecedente o medios de prueba. El
Consejo deberá resolver el reclamo dentro del plazo de 5 días.
El Secreto; y,
La Reserva
Las únicas causales de secreto o reserva en cuya virtud se podrá denegar total o
parcialmente el acceso a la información, son las siguientes:
En todo caso, los órganos de la Administración del Estado deberán mantener un índice
actualizado de los actos y documentos calificados como secretos o reservados de
conformidad a la ley ( art. 23).
Concepto.
Siguiendo al profesor Eduardo Soto Kloss se puede definir este principio como: "la
sujeción integral a Derecho de los órganos de la Administración del Estado tanto en su
funcionamiento (obrar o actuar) como en su creación o existencia".
Finalidad.
Fuentes Positivas.
La sujeción:
Bajo esta expresión se quiere indicar que los órganos de la Administración del Estado están
sometidos al Derecho, deben obediencia al derecho.
Este concepto tiene pleno apego en la letra del art. 6 de la C.P. que prescribe que "los
órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas
conforme a ella” y en el art. 2 de la ley 18.575 “ los órganos de la Administración del
Estado someterán su acción a la Constitución y a las leyes “. La AE tiene un deber de
sumisión al Derecho y con ello a todas las normas que estén en sus distintas fuentes. Y esta
sujeción o sometimiento constituye el supuesto ineludible e indispensable para que
cualquier acción estatal, de cualquier órgano que provenga, tenga validez jurídica. Este
deber de sujeción a derecho también opera respecto de las personas naturales pero de un
modo muy distinto que respecto de las personas jurídicas de derecho público u órganos
estatales. En efecto, deberá recordarse que las personas naturales son sujetos dotados de
libertad, racionalidad, sociabilidad, etc. por lo que el Derecho opera a su respecto como
una directiva o límite para su actuación. En cambio, tratándose de los órganos del Estado,
vale decir de personas jurídicas, nos encontramos ante entes ficticios o morales, que el
derecho crea con un fin muy específico, los dota de órganos y los habilita para actuar en la
vida de relación en pos de ese fin, pero siempre dentro de ámbitos determinados y
específicos que se precisan y acotan en el acto creador de estos sujetos ficticios. Así, para
estos sujetos no naturales, el derecho constituye la única posibilidad de actuación con la
que cuentan; el derecho es condición determinante de su existencia. Esto trae como
consecuencia que los sujetos o personas naturales pueden hacer o realizar en el mundo de
sus relaciones jurídicas (derecho privado) todo aquello que no esté prohibido por la ley,
gozando de autonomía en su voluntad para llevar adelante las manifestaciones de ella que
estimen del caso. En cambio, tratándose de los sujetos jurídicos o no naturales, ellos
pueden realizar en el mundo de sus relaciones jurídicas sólo aquello para lo que se
encuentren debida, previa y expresamente autorizado por el derecho vigente ( a través de
la competencia).
La integralidad.
Lo que se quiere significar con esto es que no hay ningún ámbito en que el Derecho, a
través de la Constitución, la ley y las demás normas dictadas en su conformidad, no rija a
plenitud respecto de la Administración del Estado, cualquiera que sea el órgano
( centralizado o descentralizado) o la función o actividad de que se trata ( servicio público,
gestión empresarial, fomento, etc. ).
No hay ningún espacio de actividad estatal en que no rija o impere el Derecho en plenitud.
No hay ningún espacio de inmunidad en que algún órgano de la Administración del Estado
pretenda estar fuera o por sobre el derecho. Y que éste no le sea aplicable ni rija en
plenitud su actuación cualquiera que ella sea.
Este principio vincula a la Administración del Estado con todas las fuentes del derecho,
vale decir, sus actuaciones deben conformarse no solo a la ley, sino que por sobre ella a la
CP, y a todas las normas jurídicas (reglamentos, decretos, sentencias judiciales, ordenanzas,
instrucciones) que integran el ordenamiento jurídico nacional.
Esta vinculación de los órganos del Estado al Derecho (ordenamiento jurídico) y no solo a
la ley ( una de sus fuentes), tiene consagración y reconocimiento en el texto expreso en la
CP de 1980, en su art. 6° inc. 1°, en el que se dispone: “los órganos del estado deben
someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella...” ; vale
decir, a la totalidad del ordenamiento jurídico, en la medida en que éste sea conforme a la
CP. Igual señalamiento se contiene en el artículo 2 de la ley 18.575: “ los órganos de la
Administración del Estado someterán su acción a la Constitución y las leyes. Deberán
actuar dentro de su competencia y no tendrán mas atribuciones que las que
expresamente les haya conferido el ordenamiento jurídico “.
Este principio alcanza a todos los órganos de la Administración del Estado, vale decir, al Estado en
sus polifacéticas estructuras organizativas que la CP y la ley han previsto ( Ministerios,
Intendencias, Municipalidades, Gobiernos Regionales, Presidente de la República, etc. )
La sujeción integral a derecho, vale decir, el principio de juridicidad informa, abarca y comprende:
El Derecho, la Constitución y la ley, a través del principio en estudio, no sólo rige, entonces, la
génesis del órgano estatal sino también sus posibilidades de actuación.
En efecto, así lo demuestran los artículos 65 Nº 2 de la Carta Fundamental, que disponen que la
creación de un órgano estatal de naturaleza administrativa, esto es, un órgano o Servicio Público es
materia de ley, impulsada por iniciativa exclusiva del Presidente de la República y el artículo 7
inciso 2º , que señala que tales órganos deben actuar en la forma que le prescriba la ley, esto es, a
través de procedimientos administrativos establecidos legalmente, para lo cual, con fecha de 29 de
mayo de 2003, se publicó la ley 19.880 que dispone que los órganos de la Administración del
Estado actuarán a través de procedimientos legales administrativos en la dictasión de los actos
administrativos que le son propios.
El principio de juridicidad como sujeción integral a derecho de los órganos del Estado de
naturaleza administrativa, en lo que se refiere a su acción, actividad o actuación.
Con este enunciado se pretende dejar en claro que el principio de juridicidad informa no sólo el
aspecto estático de la Administración del Estado y sus órganos, sino que también su dimensión
dinámica. Esto es, su actividad, actuación, su obrar; en definitiva también sus actos.
Para satisfacer el principio de juridicidad, no basta que el órgano estatal administrativo que
pretende actuar cuente con una atribución o potestad que lo habilite para hacerlo, contenida en la
CP o en la ley únicamente, sino que es necesario que esa atribución o potestad sea ejercitada "en la
forma que prescriba la ley" como lo señala el inciso 2 del art. 7 de la CP, esto es, sujetándose en su
ejercicio al procedimiento que la ley ha previsto, justo y racional, que tratándose de un órgano
estatal de naturaleza administrativa, que ejerce competencias o potestades administrativas,
se denomina: procedimiento administrativo, que se encuentra regulado, con carácter
general, en la ley 19.880 de 29 de mayo de 2003 denominada Ley de Bases de los
Procedimientos que rigen los Actos de los Órganos de la Administración del Estado
(LBPA).
El principio de juridicidad en estudio tiene una razón de ser histórica, política y jurídica
que constituye su fundamento.
Está constituido por la misión de servicio a la persona humana y a su bien común que se le
reconoce al Estado. En efecto, la única manera de asegurarse que el Estado esté al servicio
de la persona humana y que su único fin sea la promoción del bien común, con pleno
respeto a los derechos fundamentales que emanan de su dignidad, es precisamente
sometiendo al Estado y sus órganos a la CP que consagra precisamente esta servicialidad
suya hacia la persona en las bases de la institucionalidad contenidas en su capítulo primero,
particularmente en su artículo 1° y 5°.
Esto es la razón de derecho, de porqué el Estado debe estar sujeto a la CP y sus normas
radica en que el Estado es persona jurídica de derecho público y como tal debe estricta
sujeción al estatuto jurídico de su creación que no es otro que la misma CP.
La naturaleza de persona jurídica de derecho público del Estado constituye una realidad
que tiene fundamento desde muy antiguo en el art. 547 inc. 2° del Código Civil, ubicado
en el título 33 de su libro 1° relativo a las personas jurídicas, en el que se dispone que en la
nación, el fisco y las municipalidades y otros organismos de derecho público se regirán por
sus respectivas leyes especiales. La ley especial a que se refiere esta disposición, tratándose
de la nación, a la que don Andrés Bello confundió con el Estado, es precisamente la CP.
Este efecto positivo está consagrado por el art. 3° inc. 8° de la ley 19.880, sobre
procedimientos administrativo que rigen los actos de los órganos de la Administración del
Estado, que dispone textualmente que: “ los actos administrativos gozan de una presunción
de legalidad, de imperio y exigibilidad frente a sus destinatarios desde su entrada en
vigencia".
Estas características del acto administración, que son consecuencia de que el órgano estatal
emisor de él se haya sujetado al principio juridicidad, contenido en los arts. 6 y 7 de la CP y
2° de la LOC sobre base generales de la administración del Estado,, serán tratados en detalle al
revisar la teoría general del acto administrativo. Sin perjuicio de ello, debemos decir que la
imperatividad consiste en la aptitud que tiene el acto administrativo de imponerse
unilateralmente a sus destinatarios sin necesidad de su voluntad o conformidad con él, en
razón que, como todo acto estatal, se trata del ejercicio de la soberanía expresada en la
forma y a través de las autoridades contempladas en la CP ( art. 5°). El efecto que hemos
denominado "exigibilidad" consiste en que el acto administrativo es de suyo obligatorio,
estando habilitada la autoridad que lo emitió para disponer su inmediato cumplimiento de
oficio.
Para despejar o identificar este efecto o consecuencia jurídica, se debe tener presente y a la
vista, lo que disponen los arts. 6 y 7 de la CP y 2 de la ley 18.575 sobre Bases Generales de la
Administración del Estado, en los que este principio se contiene de manera fundamental.
Como se recordará, el art. 6, luego de establecer en el inciso primero el imperativo de que el
Estado, en cualquiera de sus formas orgánicas, deba someterse a la CP y a las normas dictadas
conforme a ella; y de precisar que este imperativo alcanza no sólo a las personas naturales a
través de las cuales actúa el Estado (agentes públicos ó estatales), sino a toda persona,
institución o grupo, si no que además su inciso final establece de manera clara que “ la
infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determina la
ley”.
A su turno, el art. 7 de la CP establece que "los órganos del Estado actúan válidamente
previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia, y en la forma que
prescriba la ley.", no pudiendo autoridad estatal alguna atribuirse ni aún a pretexto de
circunstancias otra autoridad o derechos que los que expresamente le hayan sido
conferidos por la Constitución y las leyes, para terminar, su inciso final, señalando que “
todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades que la
ley señale”.
1). Genera las responsabilidades y sanciones que determina la ley (art. 6 inc. final), y
Este primer efecto de la infracción al principio de juridicidad opera o tiene lugar sobre el
sujeto infractor, entendiendo por tal, tanto a la persona jurídica de derecho público que
integra la Administración del Estado ( Municipalidad, Servicio Público, Fisco ) cuanto al
agente, empleado o funcionario suyo, persona natural por cuyo intermedio aquella actúa o
acciona ( Alcalde, Gobernador, Ministro de Estado, Director de Servicio, Intendente, etc. ).
Toda responsabilidad apareja una sanción y tanto aquella como ésta las determina la ley.
La ley nacional determina que el funcionario o agente público – persona natural - esté
afecto a las responsabilidades penales, civiles y administrativas y que las personas jurídicas
de derecho público que integran la Administración del Estado esté afecta sólo a
responsabilidad civil o por daños.
La ley también determina que cada una de estas responsabilidades sólo pueda ser
establecida a través de un debido proceso justo y racional que, para la responsabilidad
penal, será un juicio oral, abreviado, simplificado o monitorio; para la responsabilidad civil
será un juicio civil ( juicio ordinario o sumario ); para la responsabilidad administrativa será
un sumario administrativo o una investigación sumaria y para la responsabilidad política
será un juicio político ( establecido en la Constitución sólo para algunos funcionarios de la
Administración que constituyen altas autoridades: Presidente de la República, Ministros de
Estado, Intendentes y Gobernadores, etc. Art. 48 nº 2 letras a), b), c) y d).
Concepto:
Sanción que opera sobre el acto administrativo, vale decir, el acto jurídico de un órgano de
la Administración del Estado, dictado sin sujetarse o conformarse a la Constitución y a las
leyes, consistente en privar de validez y eficacia al mismo.
Cuando al acto administrativo falta uno o más de las solemnidades previstas por la ley
para su dictación válida o esta tiene lugar sin sujeción al procedimiento administrativa
prevista por la ley para su emisión o con infracción a él, entonces el acto jurídico del
órgano de la Administración del Estado ( decreto o resolución administrativa ) adolece
de nulidad. Ejemplo: un decreto supremo que carece de firma del Presidente de la
República y del Ministro de Estado correspondiente; una resolución de calificación
medioambiental de un proyecto empresarial industrial minero o forestal dictado por una
Comisión Regional del Medioambiente (Corema) sin sujetarse al procedimiento
administrativo contemplado por la ley para ella ( denominados procedimiento
administrativo de estudio de impacto ambiental o procedimientos administrativo de
declaración de impacto medioambiental ).
Esta doctrina es sostenida por los profesores de derecho administrativo Patricio y Arturo
Aylwin Azocar, Enrique Silva Cimma, Pedro Pierry, Jorge Reyes y Domingo Hernández
entre otros. Esta doctrina postula que no existe, en el derecho público chileno, una sanción
única establecida frente al incumplimiento del principio de juridicidad, que abarque todos los
casos de contravención a él, cualquiera que sea el tipo de acto estatal contrario a la CP. En
efecto, esta doctrina sostiene que la nulidad de derecho público no tendría necesariamente que
aplicarse en todos los casos de infracción, ni menos que ella opere siempre de pleno
derecho. Para sostener esto se basan en los siguientes antecedentes o argumentos:
1.) No es posible entender en el derecho chileno que un acto administrativo sea nulo de
pleno derecho o inexistente, jurídicamente hablando, porque dicho acto tiene un carácter
orgánico y formal y goza de una presunción de legalidad mientras no sea declarado nulo,
conforme al art. 3 inciso final de la ley 19.880. Señalan también que el art. 7 de la CP, que
establece la nulidad como sanción, no señala en modo alguno que esta sanción opere de
pleno derecho, esto es, sin necesidad de ser declarada judicialmente.
a.) es de derecho público, porque se refiere a actos estatales únicamente y porque procede
en aquellos casos en que el constituyente o legislador, en su caso, la hubieren contemplado;
sin perjuicio de que el constituyente dispongan otras sanciones distintas de la nulidad para
el acto contrario a la CP y a las normas dictadas en su conformidad, tales como su
inaplicabilidad para un caso particular, su falto de obligatoriedad u obediencia, etc.
b.) no opera de pleno derecho, sino que requiere de una declaración judicial que establezca su
existencia, salvo en el caso en que el constituyente o legislador le hubiere dado,
excepcionalmente, este efecto de operar directamente sin necesidad de esta declaración de
juez competente como en el caso del art. 94 inc. 3° de la CP.
Esta posición doctrinaria sostiene en síntesis que conforme al inc. final del art. 6 de la CP
corresponderá por norma general al legislador establecer un sistema de sanciones para el
acto estatal y responsabilidades para la autoridad pública emisora del mismo, cuando uno y otra
infrinjan el principio de juridicidad o de sujeción integral a derecho que informa toda la
actividad del Estado y de sus autoridades; no siendo efectivo, según esta doctrina, que ante la
infracción a este principio que rige toda la organización estatal, tenga necesariamente que
aplicarse siempre la nulidad de derecho público ipso jure o de pleno derecho. Para esta
doctrina, entonces, si bien existe nulidad de derecho público de los actos estatales contrarios a
la CP y a las normas dictadas en su conformidad, esta nulidad sólo operará de pleno
derecho, excepcionalmente. Esto es, cuando el constituyente o el legislador la hayan
establecido con esa precisa característica como ocurre en la situación contemplada en el art. 94
inc. 3° de la CP de 1980.
Esta doctrina sostiene entonces que la nulidad de derecho público es solo una de las
posibles sanciones que pueda afectar al acto estatal contrario a la Constitución y a la ley. De
manera tal que un acto viciado puede y debe tener vigencia y aplicación obligatoria hasta
que no medie su declaración judicial de nulidad. En apoyo a esta doctrina y tratándose de los
actos jurídicos estatales de naturaleza administrativa, pueden citarse dos normas de la ley
19.880 publicada en el Diario Oficial de 29 de mayo de 2003, que establecen que esta clase de
actos gozan de una presunción de legalidad y además en el evento de ser contrarios a derecho
admiten invalidación por mudad parcial sólo en la parte viciada.
Algunos aspectos procesales sobre la acción de nulidad de derecho público:
Las dos doctrinas antes analizadas están contestes o de acuerdo en la necesidad de que
tenga lugar una declaración formal e indiscutida de un órgano competente que reconozco o
establezca la existencia de una infracción al principio de juridicidad en un acto jurídico
estatal determinado.
En efecto, ambas doctrinas sostienen que por razones de certeza y seguridad jurídica y para
evitar que cada sujeto haga justicia por mano propia, debe existir una declaración de nulidad de
derecho público del acto contrario a la CP.
El órgano llamado a hacer esta declaración no es otro que el órgano judicial, esto es, el
tribunal de justicia a que se refiere el art. 76 de la CP, toda vez que la nulidad de derecho
público de un acto jurídica estatal, y particularmente administrativo, da origen a una causa
civil, cuyo conocimiento corresponde a los Tribunales establecidos por la ley.
Hasta antes de la modificación constitucional el año 1989, operada sobre el art. 38 de la CP, se
sostuvo por la doctrina que el órgano competente para conocer acerca de la nulidad de derecho
público de un acto jurídico estatal de la Administración del Estado ( decretos, resoluciones,
reglamentos, instrucciones, etc. ) eran los tribunales contencioso- administrativo que se
mencionaban en dicha norma. Y que también contemplaba la carta política de 1925. No
obstante, la modificación hace a la Carta Fundamental cambió la expresión tribunales
contencioso administrativos por “ los tribunales que determine la ley “, que figura en el texto
actual, lo que habilitó a los tribunales ordinarios de justicia para conocer de este asunto.
Establecido que deben ser los tribunales de justicia los órganos estatales competentes para
conocer de una causa civil en que se discuta sobre la nulidad de derecho público de un acto
jurídico estatal de naturaleza administrativa o acto administrativo, es claro, entonces, que
debe existir una acción que permita activar la competencia de ese tribunal.
Esta acción es la “acción de nulidad de derecho público” que tiene sus bases
constitucionales en el art. 19 N° 3 y 7 inc. final y legal en el artículo 2 parte final de la ley
18.575.
De esta manera la persona que sufra un agravio o lesión en sus situaciones o intereses
jurídicos protegidos por el derecho a consecuencia o con motivo de un acto estatal
administrativo contrario a la CP y a sus normas, deberá ejercer esta acción de nulidad de
derecho público ante el tribunal que determine la ley.
Este tribunal, tratándose de un acto jurídico de la administración del Estado, deberá ser
conforme lo dispone el art. 134 del Código Orgánico de Tribunales el del domicilio del
demandado, teniendo presente que el demandado será la persona administrativa emisora del
acto cuya nulidad se solicita declarar.
Por ejemplo, tratándose de un decreto supremo, será tribunal competente para conocer de la
acción que pretende su nulidad de derecho público, el juzgado civil de Santiago que
corresponda.
Tratándose de otras personas administrativas, distintas del Estado Fisco, que gozan de una
personalidad jurídica propias y distinta de aquel, como es el caso de las municipalidades, de
las empresas públicas creadas por ley, de los servicios públicos descentralizados, como los
servicios de salud, servicios de vivienda y urbanización, etc. entonces será tribunal
competente para conocer la acción de nulidad de derecho público de sus actos el del
territorio en que dichas personas jurídicas de derecho público tienen domicilio.
La nulidad de derecho público de un acto administrativo puede ser también alegada como
excepción, vale decir, como una alegación o defensa que opone aquel a quien la autoridad
administrativa pretende hacer cumplir el acto administrativo que en particular sostiene o
afirma contrario a la CP.
Sin perjuicio de lo señalado, no debe olvidarse que la nulidad de derecho público de un acto
administrativo puede ser ventilada conforme a ciertos procedimientos de naturaleza especial,
como por ejemplo, el del art. 12 de la CP establecido para reclamar del acto administrativo
que priva o desconoce de la nacionalidad a un particular; como ocurre con el reclamo de
ilegalidad municipal contenido en el art. 140 de la ley 18.695, que permite reclamar de la
antijuridicidad de los actos administrativos municipales.
También, como lo constituye la acción contemplada por el art. 20 de la CP, conocida como
recurso de protección de garantías constitucionales de conocimiento de las Cortes de Apelaciones.
Este efecto lo señala el artículo 2 de la ley 18.575 y que consiste en que la infracción al
principio en estudio genera en el agraviado las acciones y recursos – judiciales y
administrativos – necesarios para hacer efectivo los otros efectos señalados: las
responsabilidades y la nulidad de derecho público, por lo que frente a la vulneración del
principio existirán acciones de responsabilidad ( civil, penal, administrativa, política ) y
acciones de nulidad de derecho público del acto emitido con infracción a la Constitución.
Control interno;
Control externo. Este control externo puede ser, a su vez, un Control Externo
Administrativo y un Control Externo Judicial ;
X.- RESPONSABILIDAD