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M0001
Desarrollo Cognitivo
2º Grado en Psicología
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
habla (realización material que la persona realiza de su lengua). Desde la fonología se puede
describir al lenguaje como un conjunto complejo de sistemas de reglas que sirven para producir
determinados sonidos (fonemas). Cada idioma tiene un número de fonemas que varía respecto a
otros idiomas, y el niño debe identificar los fonemas relevantes en su idioma. Hay otras cuestiones
que aborda la fonología como explicar el modo en que se divide el flujo del habla para obtener
unidades significativas (palabras). Esta tarea, que puede parecer sencilla, no es fácil para quien visita
un país extraño del que desconoce su lengua. En esa situación se comprueba que las secuencias de
sonidos que emiten los demás son rápidas, ininteligibles, y muy difíciles de segmentar.
La gramática incluye dos facetas. En primer lugar, implica un sistema de reglas llamado morfología
que se encarga de unir los sonidos en unidades significativas, concretamente dirige la combinación
de palabras y marcadores gramaticales (caracol, caracol-es) que denotan algún significado como el
número, tiempo, persona, género.. El segundo aspecto es la sintaxis. Hay que tener en cuenta que
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2. Capacidad para analizar un conjunto en sus partes: cada nivel de la estructura jerárquica del
lenguaje está compuesto por partes. El uso del lenguaje requiere la capacidad para analizar
las unidades en sus partes más elementales (los niños deben reconocer fonemas entre otros
sonidos del habla), pero esto no significa que deban tener conciencia de tales análisis.
3. Capacidad para formar categorías: las categorías son uno de los constituyentes del lenguaje.
Cuando los niños adquieren el lenguaje deben poder categorizar según características
perceptivas (fonemas), o funcionales (clases gramaticales).
4. Capacidad para aprender y manipular símbolos: para hablar el niño debe saber manipular un
conjunto arbitrario de símbolos. Cuando los niños empiezan a hablar han adquirido un gran
conjunto de símbolos. La capacidad de los niños de usar símbolos para expresar sus
pensamientos indica el desarrollo de representaciones mentales para muchos conceptos.
5. Capacidad de usar el lenguaje como una herramienta: el lenguaje se usa para alcanzar las
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sordos, cuando no hay vibración (/p/, /t/, /k/, /f/, /z/, /s/, /j/, /ch/).
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investigaciones indican que lo que ocurre es que los niños tienen una tendencia a buscar límites bien
definidos de los sonidos del habla y del no habla. Además la naturaleza del habla humana es más
fácilmente separable en categorías perceptivas que otros estímulos sonoros.
Además de poder detectar un amplio rango de sonidos del habla, los bebés de incluso 4 días tienen
una gran capacidad para distinguir el patrón general del sonido de su lengua nativa de los de otras
lenguas. Este dato indica que los neonatos no sólo tienen bastante facilidad para categorizar sonidos
separados, sino que también discriminan patrones sonoros propios del lenguaje que se habla a su
alrededor. Esta capacidad natural para separar una lengua de otra es de gran ayuda para los niños
que crecen en ambientes multilingües.
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2.2.1.2.- La adquisición de los sonidos del idioma materno
Los adultos tienen dificultad para percibir sonidos de otras lenguas que no están representados en la
suya, mientras que los bebés tienen poca dificultad para realizar estos contrastes. Sólo hay unos
pocos contrastes del habla que los niños no pueden detectar, y de hecho su capacidad para percibir
sonidos que no aparecen en su ambiente lingüístico es superior a la de un adulto.
Se ha comprobado que a los 8-10 meses, los niños dejan de discriminar los sonidos que no se
utilizan en su entorno. Por ejemplo, Eilers y cols. informaron que niños de 6 a 8 meses procedentes
de hogares de habla inglesa no discriminaban algunos fonemas que se encuentran en español pero
no en inglés, mientras que los bebés criados en hogares donde se hablaba español no tenían
problemas con esos contrastes. Jusczyk plantea que este cambio no se debe sólo a la mayor
exposición de los niños a un particular contexto lingüístico, sino que coincide con el momento en que
el niño empieza a hablar, lo que sugiere que puede estar relacionado con su mayor deseo de
Hasta 6 meses Juego vocal o balbuceo Vocalizaciones asiladas de consonantes bilabiales y vocales
Hasta 9-10 meses Balbuceo reduplicado Cadenas en las que se repite la misma sílaba
Hasta 18 meses Balbuceo no reduplicado y jerga Cadenas de distintas sílabas con entonación
❏ Vocalizaciones: la fase inicial del lenguaje comienza con sonidos o vocalizaciones. Las
vocalizaciones son sonidos asociados a situaciones fisiológicas de necesidad o satisfacción.
Hasta los 2 meses el niño produce llanto reflejo y sonidos vegetativos (eructos, estornudos).
A partir de los 2 meses comenzará a producir sonidos más variados, que van del llanto a los
arrullos, pasando por otros sonidos menos definidos. Los primeros sonidos que se producen
son los vocálicos ("ah", "oo"), y después los consonánticos velares (/k/, /g/, /j/ → "go" o "ajo"),
que parecen verse facilitados por la posición en la que se encuentran los niños: echados
hacia atrás. Dado que a esta edad no existe un control voluntario sobre la lengua, ésta tiende
a irse hacia atrás contribuyendo a la producción de estos sonidos. No hay acuerdo respecto
a la función que desempeñan las vocalizaciones. Para unos son un período de transición
anterior al balbuceo y a la aparición de las primeras palabras; mientras que otros suponen
que las vocalizaciones satisfacen la curiosidad exploratoria del aparato articulatorio.
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❏ Balbuceo: en esta etapa los sonidos de arrullo y llanto se hacen más característicos y
diferenciados y aparecen nuevos fonemas vocálicos y consonánticos que se emiten
asociados a modo de sílabas que se agrupan en cadenas. A los 3 meses, con la capacidad
de controlar voluntariamente la parte superior del cuerpo (cabeza y órganos incluidos en la
cavidad bucal), los sonidos característicos de los meses anteriores disminuyen y comienza
realmente el proceso de desarrollo de la articulación voluntaria de los sonidos propios de la
lengua materna. Los niños van adquiriendo el dominio sobre la articulación de los sonidos
progresivamente, desde los más adelantados (bilabiales y dentales) hasta los más atrasados
(velares, palatales y alveolares). El inicio del balbuceo es cuestión de maduración fisiológica,
ya que sucede aproximadamente a la misma edad, independientemente del tiempo de
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exposición al lenguaje a que haya estado sometido el niño. La pauta de desarrollo de las
primeras vocalizaciones hasta el balbuceo es similar en todos los niños, ya que todos
balbucean de modo semejante. Además, aparece incluso en los niños sordos de nacimiento
o en niños cuyos padres son sordos (tienen una exposición muy limitada al lenguaje). No
obstante, el desarrollo del balbuceo en los meses siguientes depende de que el niño pueda
oírse a sí mismo y a los demás (un niño totalmente sordo no produce sonidos en el balbuceo
parecidos a los sonidos del habla). Entre los 3 y 12 meses se producen los siguientes
fenómenos. Desde los 3 meses y hasta los 6-7 meses se produce el juego vocal o balbuceo,
que son vocalizaciones aisladas de consonantes bilabiales y vocales ("pa", "ma", "ba"). Estos
balbuceos van acompañados de señales que indican emociones positivas, como sonrisa o
risa. A los 6 meses aparece el balbuceo reduplicado, que es que las consonantes anteriores
aparecen producidas en cadenas que alternan vocales y consonantes ("bababa"). Por último,
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ayuda a que los sonidos del habla se desarrollen de una forma preparatoria lo que facilita su
integración en las primeras palabras del niño.
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Entre los 30 y los 60 se hicieron muchos estudios para describir la secuencia en la adquisición de los
sonidos de los niños de distintas lenguas. Según Laura Bosch, estos trabajos muestran 2
características de este proceso: en primer lugar, los sonidos se adquieren gradualmente, y hay veces
que un sonido se produce correctamente y otras incorrectamente; y en segundo lugar, hay sonidos
que son más difíciles y se dominan más tarde que otros.
Bosch hizo un estudio con niños de habla española de entre 3 y 7 años para detectar niños cuyo
desarrollo fonológico difiriese del normativo, debido a retrasos o a la ausencia de determinados
fonemas. Para esto elaboró una prueba con 32 palabras que incluía todos los fonemas de la lengua
en más de una posición o contexto fonético (inicial, final), así como 22 grupos consonánticos y
distintos diptongos. Los resultados de la investigación muestran que en lo relativo a los fonemas
simples, el dominio articulatorio progresa desde las nasales y oclusivas hasta las fricativas y
finalmente las líquidas; respecto a los diptongos los decrecientes aparecen más tarde que los
crecientes; y en relación a los grupos consonánticos, excepto el formado nasal+consonante, el resto
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3.1.1.- De las palabras etiqueta a las palabras como símbolos
La mayoría de los niños comprenden algo del lenguaje a los 7 meses, cuando responden a su propio
nombre. Conforme pasan los meses la comprensión aumenta hasta el punto en que entienden 20-30
palabras, que es cuando empiezan a hablar. A partir de ahí, los niños continúan entendiendo más
palabras de las que pueden decir. Este patrón se mantiene durante un largo periodo para distintos
aspectos del lenguaje: los niños comprenden más de lo que producen. Desde que el niño comprende
la primera palabra el vocabulario se incrementa rápidamente, de forma que, según distintos autores,
a los 6 años los niños tienen un vocabulario de 10.000-14.000 palabras. Para hacer esta tarea de los
18 meses a los 6 años los niños deben añadir una media de 8-9 palabras diarias a su vocabulario.
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principales son: usar la misma palabra en distintos contextos, lo que indica que el uso del término no
está ligado solo a un determinado contexto (usar la palabra perro para referirse a distintos perros);
usar la misma palabra para distintos referentes de la misma clase (considerar perros a animales de
distinta raza); usar la palabra para referirse a objetos o sucesos que están ausentes. Esto indica que
la palabra ha dejado de ser un mero recurso comunicativo presentacional y ahora ya no sólo cumple
la función de referencia, sino también la de denotar conceptos ("etapa de la denotación").
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eliminan las palabras inventadas y corrigen el significado de las palabras que no entendieron.
● Principio del contraste: los niños consideran que el significado de una nueva palabra es único
y difiere del significado de las palabras ya conocidas. Una vez que escuchan una palabra
nueva, intentarán inferir su significado excluyendo los de las palabras que ya conocen. Clark
considera que todas las palabras de una lengua muestran contrastes en el significado en una
o en más características: en el concepto subyacente (perro/gato); en el nivel taxonómico, en
la jerarquía semántica (perro/caniche); en el registro sociolingüístico (policía/poli), etc.
● Principio de la exclusividad mutua: Ellen Markman ha realizado una propuesta más extrema
sobre cómo los niños comienzan a adquirir el significado de las palabras. Esta autora plantea
que en las fases iniciales del crecimiento del vocabulario los niños adoptan el principio de
exclusividad mutua. Dicho principio postula que cada objeto tiene sólo una etiqueta, y cada
etiqueta se refiere sólo a una categoría de objetos. Este principio funciona bien cuanto más
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situación en la que se le regaló a un niño de 2 años un nuevo osito porque el antiguo, al que
el niño tenía mucho aprecio, estaba estropeado. El niño rechazó el nuevo oso, y días
después pronunció por primera vez las palabras viejo (old) y nuevo (new). Después de
rechazar una galleta que le habían ofrecido, el niño señaló una caja de galletas de otro tipo y
dijo: "!quiero galleta vieja, no galleta nueva¡" ("Want old cookie, not new cookie¡"). En esta
situación uso la palabra "vieja" para referirse a: "algo que yo quiero" y nueva para querer
decir "algo que no quiero". Por tanto el niño empezó con una hipótesis errónea sobre las
convenciones adultas para las palabras. Estos errores tienen una vida limitada en el lenguaje
de los niños, ya que casi siempre propician una corrección por parte de los adultos
● Sobreextensión: este error ocurre cuando se aplica una etiqueta a un conjunto de referentes
más amplio que en la lengua del adulto. "Guau" puede utilizarse para el perro, el gato, el
caballo... "Coche" puede emplearse para los coches, camiones, trenes o bicicletas. Las
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vista. Tanto la pragmática como el desarrollo fonológico y la poca experiencia del niño imponen
limitaciones al significado de las palabras.
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3.3.2.- Palabras de acción
Al principio los niños utilizan distintas palabras (como verbos -"abrir"-, nombres - "puerta"-, y
adverbios -"aquí"-) para referirse a acciones. Conforme va aumentando su vocabulario y la longitud
de sus expresiones o emisiones los niños emplean más verbos para referirse a acciones. A los 3
años los niños distinguen entre las palabras que sirven para designar objetos y las palabras que se
refieren a acciones. Cuando se le presenta con una palabra sin sentido en una frase como la
siguiente: "¿sabes lo que es sibar" (Do you know what it means to sib?), los niños señalan
consistentemente un dibujo que representa una acción. Cuando se les pregunta "¿sabes lo que es un
sib" (Do you know what it means a sib?), los niños señalan un objeto.
También se ha estudiado cómo los niños pequeños utilizan las palabras de acción para referirse a
causa y efecto. Entre el primer y el segundo año, se centran sólo en el efecto de las acciones,
diciendo "roto" ante un juguete que se ha roto. Hacia los dos años emplean expresiones que
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3.4.1.- La hipótesis de los rasgos semánticos
Eve Clark adoptó la idea de significado componencial, que sugiere que el significado de cualquier
palabra se compone de varios conceptos semánticos primarios que distinguen esa palabra de otras
con similar significado. Así entre los rasgos semánticos en la representación de "niño" deberían estar:
masculino, no adulto, y humano; por el contrario con "niña" debería contener: femenino, no adulto, y
humano. Algunas de estas características semánticas contribuyen a distinguir los significados de
otras muchas palabras. Así, las características masculino vs. femenino caracterizan la diferencia
entre "hombre" y "mujer", "marido" y "mujer", "toro" y "vaca" entre otros.
Aplicando esta idea al desarrollo semántico inicial, la hipótesis de los rasgos semánticos de Clark
mantiene que cuando los niños adquieren por primera vez las palabras no saben cuál es su
significado completo para los adultos. Lo que hacen es identificar el significado de una palabra con
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Por tanto, el modelo de Nelson del desarrollo semántico sugiere que el empleo de nombres de
objetos se restringiría a un referente particular, a menudo en situaciones altamente específicas, y
sólo después se extendería en una aplicación más amplia. Además, cuando empiezan a surgir las
sobreextensiones categóricas, éstas deberían basarse tanto en semejanzas funcionales como
perceptivas, aunque en el trabajo experimental de Nelson se enfatizaba las primeras. La principal
crítica hacia este modelo es que no puede explicar el hecho de que las primeras categorías de
muchos niños no implican funciones. Por esta razón, se ha reemplazado por otras propuestas
teóricas.
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concretas; más concretamente, el establecimiento de relaciones jerárquicas entre significados está
directamente relacionado con las operaciones mentales de clasificación. Organizar de forma
taxonómica una serie de conceptos implica establecer entre ellos relaciones de inclusión y de
complementariedad.
Las relaciones de inclusión hacen referencia a la organización "vertical" de los campos semánticos.
Se suelen distinguir tres niveles fundamentales en las relaciones de inclusión de unas categorías en
otras: uno muy general (nivel supraordenado o supraordinal), uno de generalidad intermedia (nivel
básico) y uno muy específico (nivel subordenado o subordinal). El nivel básico es el que se utiliza
comúnmente para designar a los referentes (por ejemplo, manzana, pájaro, silla, etc.). Los
significados de nivel supraordenado (por ejemplo, fruta, animal, mueble, etc.) no se corresponden
directamente con entidades empíricas, sino que se basan en la relación mental y cultural que se
establece entre categorías previas; los referentes que se atribuyen a un mismo significado
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evolucionan desde las que se basan principalmente en la experiencia personal a las que se basan en
información más general y compartida socialmente. Cierto es que antes de esta fase se puede
observar la presencia de términos supraordenados y subordenados en el léxico infantil, pero esto no
implica que se correspondan con su significado supraordenado o subordenado. Por ejemplo, un niño
de tres años puede conocer el término "animal", pero para designar con él sólo a los animales por él
desconocidos y que sean muy grandes, de manera que para él un perro no sería un animal, sería
simplemente "un perro", mientras que a un rinoceronte no lo categorizaría como tal, sino simplemente
como "animal", es decir, le estaría otorgando al significado "animal" un sentido referencial y no
supraordenado.
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Tal y como se ha expuesto, tienden a aprenderse en primer lugar las palabras correspondientes a las
categorías o conceptos de nivel básico. De hecho, los adultos a menudo emplean estas categorías
básicas para ilustrar la pertenencia de objetos específicos, o de nivel subordinado, y para ilustrar su
agrupamiento en un nivel supraordenado. Por ejemplo, un padre le puede indicar a su hijo que los
lagartos, las lagartijas y las culebras (nivel básico) son todos ellos reptiles (nivel supraordenado). Por
tanto, se apoya en los conceptos de nivel básico para introducir la existencia de categorías
supraordenadas, lo cual constituye la forma más adecuada de introducir esas categorías.
Posteriormente se producirán otros avances en la comprensión de otros significados de las palabras.
Así, cerca de la adolescencia, es patente una mayor capacidad para entender y explicar los múltiples
significados de las palabras. Por ejemplo, los niños reconocen que muchas palabras como "frío" tiene
significado tanto físico (p.ej., una bebida fría) como psicológico (p.ej., una persona fría). La avanzada
apreciación de los elementos del habla y su capacidad para entender el significado de las palabras
en un plano enteramente lingüístico refleja el crecimiento de la conciencia metalingüística, o la
6-9 Comienzan las vocalizaciones con características del lenguaje (entonación, ritmo, tono)
9-10 Preconversación: el niño vocaliza más durante las pausas de las emisiones de los adultos.
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24-30 - Aparecen expresiones en secuencias de tres elementos N-V-N (nombre-verbo-nombre)
- No aparecen, en el habla, las principales palabras función (artículos, preposiciones, flexiones de
género, etc.)
EXPANSIÓN GRAMATICAL
30-36 - Aparecen las frases de cuatro o más elementos y las estructuras se hacen más complejas
- Aparecen las frases coordinadas
- Aumenta la frecuencia de uso de las principales flexiones de género y número
- Aparecen nuevas formas rudimentarias de los verbos auxiliares ser y estar
- Aparecen los pronombres de 1ª, 2ª y 3ª persona
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- Aparecen los artículos determinados el y la
- Aparecen los adverbios de lugar en frases simples
36-42 - Uso de la conjunción y para emitir oraciones complejas de más de una cláusula
- Aparecen las subordinadas con pero y porque y el uso rudimentario de los relativos con que
- En las oraciones negativas integra la partícula en la estructura de la frase (p.ej. "el niño no ha
dormido).
- Se complejizan los marcadores interrogativos de las frases
- Se emplean casi correctamente los verbos auxiliares ser y haber. Esto permite utilizar el pasado
compuesto (p.ej., "el niño ha comido").
- Aparecen las formas perifrásticas de futuro ("p.ej., va a comer")
42-54 - Se completan las distintas estructuras gramaticales mediante el empleo del sistema pronominal, los
pronombres posesivos, verbos auxiliares, etc.
- Se eliminan progresivamente los errores sintácticos y mofológicos
- Aparecen las estructuras pasivas
ÚLTIMAS ADQUISICIONES
> 54 - Se perfecciona el uso de la voz pasiva y de las conexiones adverbiales (aunque no se alcanza su
adquisición completa hasta los 7 u 8 años)
- Se empieza a juzgar la correcta utilización del propio lenguaje
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dame un vaso de agua" o "mira todo esa agua tan azul". Según los defensores de esta propuesta, a
estas edades las palabras no aluden estrictamente a referentes concretos, sino que son, más bien,
manifestaciones expresivas de deseos o necesidades; sólo más tarde las palabras asumen la función
designativa de objetos. Bloom modificó esta concepción, al observar que los niños a veces
incorporaban material fonético extra en sus expresiones de una palabra, aunque no produjesen más
de una palabra a la vez. También observó que cuando un niño empieza a decir expresiones
sucesivas de una palabra sobre el mismo evento, las palabras parecen referirse a partes de un
comentario completo más que a series de comentarios separados. Los primeros elementos de este
tipo de expresiones parecen anticipar los siguientes.
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4.2.2.- El habla telegráfica (18-24 meses)
Tras las palabras aisladas los niños empiezan a producir expresiones de dos elementos (LMEV de 2)
(p.ej., "mamá agua"). Estas producciones incluyen palabras con significado (p.ej., sustantivos,
adjetivos) pero les faltan muchas palabras funcionales o nexos como artículos, preposiciones,
pronombres, morfemas que indican número, etc. De ahí que se le denomine habla telegráfica: como
un telegrama tiene los suficientes como para transmitir el mensaje, aunque sin gastar recursos en los
aspectos no esenciales de la expresión. El lenguaje telegráfico predomina hasta los 3 años, momento
en el que comienza a desaparecer debido a la incorporación de nuevos elementos de relación en el
lenguaje. A pesar de esta caracterización, es importante señalar que tales expresiones no pueden
considerarse simplemente como el resultado de la eliminación de ciertas partes más superfluas. Las
primeras frases, de este tipo, incluyen combinaciones de palabras que nunca se producen en el
habla de los adultos ("dormir no", "más coche"). Por tanto, parece que los niños están tratando de
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tanto, tienen ya un dominio del lenguaje que les permite extraer unas normas o reglas, basándose en
las regularidades detectadas.
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entre sintagmas, cláusulas independientes o incluidas, etc.).
Respecto a los rasgos segmentales, se sabe que los diferentes alófonos (variantes de un mismo
fonema) están reglados fonológicamente de modo que no pueden ocupar cualquier posición en una
sílaba. Las lenguas restringen las secuencias de fonemas "permitidas" (constricciones fonotácticas).
Por su parte, los rasgos suprasegmentales incluyen claves como grupos de entonación, patrones de
acentuación, pausas... Todos estos marcadores tienden a corresponderse con unidades mayores que
sílabas o palabras. Ambos tipos de rasgos, segmentales y suprasegmentales, pueden funcionar
como claves para la adquisición gramatical en la medida en que se correspondan con unidades
morfosintácticas.
Otro aspecto de esta cuestión tiene que ver con el lenguaje dirigido al niño. Este tipo de lenguaje
tiende a exagerar los rasgos suprasegmentales del habla. Parecen existir evidencias experimentales
que sugieren que las deformaciones acústicas características de este tipo de habla controlan las
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López Ornat establece una secuencia de cuatro fases en la adquisición de una estructura gramatical
concreta. La estructura gramatical se entiende como la organización subyacente a una producción
lingüística. Las cuatro fases que propone se diferencian tanto por la definición del problema
gramatical a resolver como por el modo de procesamiento que se aplica al resolver dicho problema.
El niño repite cada una de las cuatro fases cuando adquiere cada nueva estructura gramatical. Esto
implica que en un momento determinado el aprendiz puede tratar una determinada estructura
gramatical (p.ej., la flexión verbal de persona) de acuerdo a los procedimientos de la cuarta fase,
mientras que otra estructura gramatical (p.ej., producción del subjuntivo) se trata con los
procedimientos que caracterizan la primera fase. Entre la primera fase y las restantes se produce la
gramaticalización, proceso consistente en la modificación del modo de tratamiento de la información
verbal y de su sistema de categorización. Con la gramaticalización las emisiones se caracterizan por
la abundancia de morfología, el uso formal del orden de las palabras, las construcciones sintácticas
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haya producido su interlocutor ("así no se dice"). También pueden contemplar excepciones a
las reglas tanto en la comprensión como en la producción. Además, son capaces de aplicar
de forma auto-regulada las propias reglas, lo que conduce a la desaparición de los errores de
sobrerregularización.
Fonológicamente
- Marcado prosódicamente
- Tono elevado en algunas palabras que se desea marcar.
- Largas pausas.
- Habla lenta.
- Enfático
- Fonéticamente correcto.
- Predominio de sonidos oclusivos y nasales.
- Prolongación de la duración de las palabras acentuadas
Morfósintácticamente
Semánticamente
- Léxico más concreto que en la conversación adulta: hablan de temas muy delimitados.
- Contextualizado: versa sobre el "aquí y ahora", sobre los contextos de enunciación, con lo cual el contexto
espacio-temporal aporta una información muy valiosa para su comprensión.
- Es un lenguaje redundante.
- Predominan las palabras de contenido (verbos, sustantivos, etc.) con respecto a palabras funcionales
(preposiciones, etc.).
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- Abundan los vocativos y apelativos cariñosos (mami, etc.).
- Vocabulario restringido y repetitivo.
Pragmáticamente
- Es un lenguaje regulador: abundan las preguntas, las órdenes y los mecanismos de atención que permiten
controlar y mantener el flujo conversacional con los niños
Los bebés, incluso desde el nacimiento, prefieren escuchar este tipo especial de habla frente a la que
normalmente emplean los adultos. Aparentemente, el énfasis en determinadas características
acústicas en este habla elicitan y mantienen la atención del niño. De este modo, el aumento de la
atención puede facilitar la tarea de analizar el complejo flujo del habla haciendo, por ejemplo, que el
bebé detecte y discrimine mejor los contrastes segmentales. Otros estudios han demostrado que,
cuando se emplea este habla, los bebés pueden discriminar mejor entre palabras que tienen muy
pocas diferencias sonoras (un ejemplo de estas palabras, aunque sin sentido en español serían:
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5.1.- Consideraciones para hablar con niños pequeños
En muchas situaciones los adultos deben hablar con los niños con el objeto de obtener determinada
información. Por ejemplo, muchas veces un niño pequeño puede ser el único testigo de un suceso
central en una investigación judicial. Una entrevista será exitosa cuando el entrevistador obtenga una
información completa y exacta. Por tanto, cuando los adultos realizan una entrevista de este tipo
deben intentar maximizar las posibilidades de ser comprendidos por los niños. Para lograr este
objetivo es básico que tanto la producción (por parte del entrevistador) como la comprensión (por
parte del niño) de las expresiones lingüísticas sea correcta. A continuación se exponen algunas
consideraciones que los adultos deberían tener en cuenta en las conversaciones con niños
pequeños.
Consideraciones para mantener una conversación con niños pequeños
Omitir la introducción de nuevos temas Introducir nuevos temas ("ahora vamos a hablar
de...")
Voz pasiva (¿fue besado por su padre?) Voz activa ("¿su padre lo besó?")
Negativas poco frecuentes ("¿no es falso que..") Construcciones positivas ("¿es cierto?")
Nominalización (cuando el ataque tuvo lugar) Sujeto-verbo-objeto (cuando Juan pego a Luis)
Dobles negativas ("¿no te dijo tu madre que no Negativas simples ("te dijo tu madre que no fueses?")
fueses?)
Frases condicionales o hipotéticas ("si quieres hacer Aproximación directa ("¿estás cansado?, ¿hacemos
un descanso dímelo") un descanso?")