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MÈXICO
Escuela Nacional Colegio de Ciencias y
Humanidades
PLANTEL NAUCALPAN
EL MANUAL DEL
ADOLESCENTE
Grupo: 612.
Sexto Semestre
Fecha: 30/Abril /2022
DESARROLLO Y CAMBIO COGNITIVO
La palabra cognición significa literalmente «el acto de conocer o percibir». Por ello, al abordar el
desarrollo cognitivo de los adolescentes, buscamos tratar los procesos por los que van ganando
en conocimiento.
La última etapa del desarrollo cognitivo, la etapa operacional formal, comienza durante
la adolescencia temprana. Piaget subdividió la etapa de las operaciones formales en: III-
A, casi una función formal completa, y III-B, función formal completa. La división del
periodo adolescente a los 14 o 15 años implica otra reestructuración y desequilibrio, que
conduce a un nivel de equilibrio y a una estructura intelectual de más alto nivel durante la
adolescencia tardía.
La subetapa III-A- la más temprana, se corresponde con la adolescencia temprana- parece ser la
etapa preparatoria en la que los adolescentes hacen descubrimientos correctos y manejan ciertas
operaciones formales. Sin embargo, su enfoque es todavía rudimentario. Todavía no son capaces de proporcionar demostraciones
sistemáticas y rigurosas para sus afirmaciones. Esta subetapa ha sido denominada como pensamiento operatorio formal
emergente. En este momento, los adolescentes pueden demostrar operaciones formales en algunas situaciones, y no en otras.
Cuando los adolescentes alcanzan la subetapa III-B, se hacen más capaces de formular generalizaciones más elegantes y de
adelantar incluso más leyes. La mayoría de ellos pueden ahora proporcionar de forma espontánea demostraciones más
sistemáticas para sus afirmaciones debidas, a que comprenden la importancia del método en el pensamiento. Esta segunda
subetapa es la verdadera o consolidada etapa del pensamiento operacional formal, donde el adolescente o el adulto demuestran
tal pensamiento en una variedad de situaciones. Muchos adolescentes y adultos nunca alcanzan realmente esta segunda
subetapa. La mayoría parece permanecer un tanto fijados a la subetapa III-A, a menudo pensando formalmente sólo en
situaciones que les resulta familiares.
E. A. Peel…preguntó a los niños qué pensaban sobre el siguiente suceso: «sólo a los pilotos valientes se les permite volar por
encima de las altas montañas. Un piloto de guerra volaba sobre los Alpes y colisionó con la ruta de un teleférico, rompiendo un
cable principal y ocasionando que algunas cabinas cayeran al glaciar que había debajo. Algunas personas murieron». Un niño con
un nivel operacional concreto respondería: «Yo pienso que el piloto no era muy bueno volando». Un chaval operacional formal
respondería: «O bien no le informaron de que el cable de la montaña estaba en su ruta, o estaba volando demasiado bajo.
También su sistema de navegación puede haberse visto afectado por algo antes o después de despegar, llevándole a salirse de la
ruta y ocasionando la colisión con el cable»
Por ejemplo, observaron que la altura desde la que se dejaba caer el péndulo y la
fuerza con la que se impulsaba no tenían un efecto sobre la velocidad de oscilación.
Creyendo que el peso del péndulo y la longitud de la cuerda podrían estar
implicados, intentaron diferentes combinaciones de longitud de cuerda para
encontrar que, independientemente del peso, la velocidad de oscilación seguía
siendo la misma. Descubrieron, que cambiar la longitud de la cadena alteraba la
velocidad de la oscilación. Fueron capaces de concluir que sólo la longitud del
péndulo determinaba la velocidad de oscilación. Desde el experimento original, los
métodos y los resultados han sido replicados por muchos otros investigadores.
Idealismo
A medida que se van orientando hacia el mundo adulto, las capacidades de los adolescentes por el
pensamiento reflexivo les permiten evaluar lo que aprenden. Se hacen más capaces del
razonamiento moral. Además, su capacidad para diferenciar lo posible de lo real les permite
distinguir no sólo cómo es el mundo adulto, sino también cómo debiera ser, especialmente bajo
circunstancias ideales. Esta capacidad de los adolescentes para captar lo que es y lo que debiera ser,
les hace idealistas. Comparan lo posible con lo actual, descubre n que lo actual es peor que lo ideal,
se hacen observadores críticos de las cosas y se comportan de forma ultra crítica con los adultos.
Por un tiempo, algunos adolescentes desarrollan el equivalente a un complejo mesiánico. Con toda modestia, se atribuyen
funciones esenciales en la salvación de la humanidad. Se ven a sí mismos desplegando un gran esfuerzo por reformar el mundo,
generalmente en discusiones verbales y, para algunos en movimientos de grupo.
Hipocresía
Debido a la discrepancia entre lo que dicen y lo que hacen, a los adolescentes se les acusa en
ocasiones de hipocresía. Elkind , da ejemplo para ilustrar la tendencia: un chico adolescente se
queja mucho de que su hermana va a su habitación y coge sus cosas, Regaña con su padre por
no castigar al culpable. El mismo adolescente no siente ninguna culpa al ir al estudio de su padre
y utilizar su computadora, su calculadora, y poner música rock sin pedir permiso a su padre.
La conducta de éste adolescente fue hipócrita hasta al grado de revelar una discrepancia entre el idealismo y la conducta. Se
espera de ellos que se conformen c on los puntos de vista de los padres, aunque no estén de acuerdo con ellos. Se espera que no
realicen conductas que podrían causar daño o desagradar a los padres; por ello, no deben tratar de hablar de ello.
Creatividad
¿Esperas que los adolescentes capaces de procesos de razonamiento lógico también sean
creativos? La creatividad es un proceso para hacerse sensible a los problemas, identificando
la dificultad, examinando y volviendo a examinar éstas hipótesis, para finalmente
comunicar los resultados.
Egocentrismo
A medida que los adolescentes desarrollan la capacidad para pensar sobre sus propios
pensamientos, se percatan más agudamente de sí mismos, de su persona y de sus
ideas. Como resultado, se hacen egocéntricos, vergonzosos e introspectivos. Dirigen
sus pensamientos hacia sí mismos más que hacia otros. Se preocupan por ellos mismos,
lo que les puede llevar a pensar que los demás también estén preocupados por su
apariencia y su conducta. «Esta creencia de que los otros están preocupados por su
apariencia y su conducta constituye el egocentrismo adolescente». Como resultado,
los adolescentes piensan que están «en el escenario» gran parte del tiempo. Así, una
gran cantidad de energía se dedica a una audiencia imaginaria.
La necesidad de reaccionar a una audiencia imaginaria ayuda a explicar la extrema preocupación de los adolescentes. Bien en el
comedor, o en el autobús camino a casa, la mayoría de los jóvenes piensa que se es el centro de atención.
Soñar despierto
Una de las consecuencias de la capacidad de los adolescentes para pensar acerca de sus propios
pensamientos e ir más allá de la realidad, es el aumento en la tendencia de soñar despierto.
Gold y Henderson, midieron las frecuencias de soñar despierto de adolescentes
intelectualmente aventajados en la etapa temprana, entre los 10 y los 16 años, en dos
programas de verano consecutivos, y observaron un aumento pequeño pero significativo en la
tendencia de soñar despierto y a imaginar visualmente durante este periodo. Este resultado
está en consonancia con otros que han mostrado que los niños superdotados mayores
informan de un uso más positivo, más constructivo, de la actividad de soñar despierto,
mostrando una mayor imaginación visual y mayores niveles de curiosidad. Soñar despierto puede servir al propósito práctico de
examinar la conducta alternativa y las soluciones a los problemas por medio de la imaginación.
El proceso de las reglas de los adultos, directamente relacionado con el desarrollo cognitivo, no frena
el egocentrismo. Los adolescentes conciben proyectos fantasiosos cuyas metas son la autoafirmación,
la imitación de modelos adultos y la participación en círculos que son realmente cerrados. Siguen
caminos que les satisfacen por un tiempo, pero los abandonan pronto en cuanto desarrollan una
mayor objetividad y perspectiva cognitiva. En otras palabras, los adolescentes comienzan a curarse a
sí mismo de las crisis idealistas, y vuelven a la realidad, que es el principio de la edad adulta.
EL CEREBRO ADOLESCENTE
Rhona que vive en New Jersey y tiene dos hijos adolescentes, supo que su hija Susannah
se había convertido en una adolescente simplemente porque «empezó a darle vergüenza
la música que me oía poner en el coche». Bill, residente en una pequeña población del
estado de New York y padre de dos hijas adolescentes, dice que se dio cuenta de la llegada
de la adolescencia cuando una de ellas se pasó una semana sin hablarle. Ron, de Phoenix,
con cuatro hijos adolescentes, siempre reconocía el momento en que uno de ellos
ingresaba en esta etapa cuando empezaba a pasar mucho tiempo en el lavabo.
«A mí los adolescentes me encantan- dice una mujer cuyos hijos han superado con éxito
los años de la adolescencia-. Me gusta su inteligencia, y que vayan aprendiendo a pensar
por sí mismos, a discutir con inteligencia, y a entusiasmarse por ideas. Me gusta compartir
libros con ellos, y me gusta que sepan enseñarme cosas nuevas, como a usar una agenda
Palm Pilot. Además me gusta su estilo vistiendo».
Es posible que el cerebro adolescente padezca una breve locura pero, según aseguran los científicos, se trataría de una locura
relacionada con una fase de su diseño biológico, el cerebro adolescente es algo fluctuante, enloquecedor y confuso. Se supone
que así tiene que ser.
No hace mucho tiempo, la mayoría de los científicos creía que el cerebro había madurado por completo a la llegada de la pubertad.
Sin embargo, estudios actuales de imagenología revelan que el desarrollo del cerebro del adolescente todavía está en progreso.
Entre la pubertad y la adultez temprana tienen lugar cambios espectaculares en las estructuras del cerebro involucradas en las
emociones, el juicio, la organización de la conducta y el autocontrol.Cerca de la pubertad empieza una aceleración importante de
producción de materia gris en los lóbulos frontales.
Adolescentes que hacen tonterías, dan vueltas sin parar en un monopatín, giran en el
aire con la bicicleta sin ninguna protección, beben, fuman marihuana, tienen sexo sin
protección, se trasladan por varios kilómetros solo para ir a una fiesta con desconocidos,
la historia de siempre, pero ¿por qué lo hacen? En general no sirve de nada
preguntárselo a ellos, hay muchos, sobre todo los más jóvenes, que sorprenden por su
incoherencia a la hora de justificar por qué corren riesgos.
Y, sin embargo, hay muchos psicólogos infantiles que sostienen que los adolescentes
sienten la necesidad de aventurarse un poco para saber quiénes son y qué lugar les
corresponde. Según Pontón, y otros expertos, a largo plazo los adolescentes que
experimentan en muchos ámbitos pueden adaptarse mejor que los que se contienen
completamente, «en nuestra época al hecho de correr riesgos lo llamábamos
exteriorizarse, y solía parecernos mal en todos los casos- explica Pontón-, pero es una
herramienta normal de desarrollo. Los adolescentes definen su identidad a través del
riesgo».
He aquí la respuesta: genera emociones fuertes. Aparte de ayudar a que los movimientos corporales se realicen con fluidez, la
dopamina desempeña un importante papel en lo que se conoce como circuito de placer y recompensa del cerebro, la parte que
interviene cuando algo nos gusta y nos produce una sensación de bienestar. Es, precisamente, ese bienestar que nos procura el
aumento de los niveles de dopamina lo que nos impulsa a buscar de nuevo lo mismo. No es de extrañar que la evolución nos haya
llevado a buscar recompensas que mejoren nuestras posibilidades de supervivencia, actualmente ya se cuenta con una serie de
evidencias que vinculan a la dopamina con una participación o tendencia a favor de ciertos comportamientos arriesgados.
En opinión de Nora Volkow, neurocientífica, la abundancia de dopamina hace que los
adolescentes sean mucho más sensibles a una serie de estímulos, y podría ser la razón
de que en los años de la adolescencia ascienda vertiginosamente el consumo de alcohol
y de drogas, así como búsqueda de novedades y riesgos. Quizá los adolescentes tengan
el impulso innato de caminar por el borde, así como los medios de llegar hasta allí.
La dopamina, además, tiene efectos variados sobre el cerebro. Volkow, quien lleva
años estudiándola, explica que gracias a los experimentos con animales se sabe que
casi todas las drogas adictivas, incluidas la cocaína, la heroína, la nicotina, las
anfetaminas y en cierto grado la marihuana, incrementan la dopamina en los centros
de «recompensa», del interior del cerebro, sea desencadenando el flujo inicial de la
dopamina dentro de la sinapsis, o bien prolongando su presencia intrasináptica.
Esta lectura ha sido adaptada con la finalidad de ofrecer una mayor comprensión
para aquellos aspectos afectivos que caracterizan al adolescente, desde una
perspectiva psicoanalítica. Se trata de una presentación esquemática de un
proceso fenomenológico que permite apreciar la expresión conductual y
determinar las características de la identidad y del proceso adolescente. Se
destaca que al aceptar una «normal anormalidad» del adolescente, no implica
ubicar a este en un cuadro nosológico, sino que tiene por objeto facilitar la
comprensión de éste periodo de vida. Se ha llegado a definir la adolescencia
como «La etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su
identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objétales- parentales
internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante
el uso de elementos biofísicos en desarrollo a su disposición y que a su vez
tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sólo es
posible si se hace el duelo por la identidad infantil», siendo la identidad un
continuo.
Frente a un mundo cambiante y a un individuo que, como adolescente, presenta una cantidad de actitudes también cambiantes,
éste no puede sino manejarse en una forma muy especial, que de ninguna manera puede compararse siquiera con lo que sería
una verdadera normalidad en el concepto adulto del término. Algunos psicoanalistas, como Ana Freud, dicen que es difícil señalar
el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y consideran que en realidad todo este periodo de vida debe ser
estimado como normal, señalando además que sería anormal la presencia de un equilibrio estable durante el proceso
adolescente. Las luchas y rebeldías externas del adolescente no son más que reflejos de los conflictos de dependencia infantil que
íntimamente aún persisten. Es por ello que el autor considera que se puede hablar de una patología normal del adolescente, en
el sentido de que precisamente ésta exterioriza sus conflictos de acuerdo con su estructura y sus experiencias.
De acuerdo a lo que se conoce, el adolescente atraviesa por desequilibrios e inestabilidad extremos. Esto es lo que se llamaría
«síndrome normal de la adolescencia» En la medida en que haya elaborado duelos, que son en última instancia los que llevan a
la identificación, el adolescente verá su mundo mejor fortificado y, entonces, esta normal anormalidad será menos conflictiva y
por lo tanto menos perturbadora.
Concomitantemente se va desarrollando ese sentimiento de identidad como una verdadera experiencia de «autoconocimiento».
En la búsqueda de la identidad, el adolescente recurre a situaciones que se presentan como más favorables en el momento.
Ocurre aquí el doble proceso de identificación masiva, en donde todos se identifican con cada uno y que explica, por lo menos en
parte, el proceso grupal en que participa el adolescente. Esto constituye una de las bases del problema de las pandillas de
delincuentes, los grupos de homosexuales, los adictos a las drogas, etc. Esto ocurre muchas veces, sobre todo cuando ya hubo
trastornos en la identidad infantil.
Además cuando los procesos de duelo por los aspectos infantiles perdidos que se realizan en forma patológica, la necesidad de
logro de una identidad suele hacerse sumamente imperiosa para poder abandonar al niño, que se sigue manteniendo. Existen
problemas de pseudoidentidad, expresiones manifiestas de lo que se quisiera o pudiera ser y que ocultan identidad latente, la
verdadera, lo cual puede llevar al adolescente a adoptar distintas identidades, por ejemplo, las identidades transitorias, que son
las adoptadas durante un cierto periodo, como el lapso de machismo en el varón o la precoz seducción en la niña. Las identidades
ocasionales son las que se dan frente a situaciones nuevas, como por ejemplo, en el primer encuentro con la pareja, el primer
baile, etcétera, y las identidades circunstanciales que son las que conducen a
identificaciones parciales transitorias que son las que pueden confundir al adulto,
sorprendido ante los cambios en la conducta de un mismo adolescente como cuando un
padre ve a su hijo como lo ven en el colegio, en el club, etc., y no como habitualmente lo
ve en su hogar y en su relación . Así la identidad adolescente surge como una serie de
características fundamentales relacionadas con el proceso de separación de las figuras
parentales, con aceptación de una identidad independiente.
La tendencia grupal
Por eso es que en el fenómeno grupal, el adolescente busca un líder en el cual someterse, o si no, se erige él en el líder para
ejercer el poder del padre o de la madre.
La desubicación temporal
Observamos aquí conductas que desconciertan al adulto. Igualmente desconcertante para los
adultos, es el caso de la joven adolescente que llora angustiada frente a su padre quejándose
de la actitud desconsiderada de la madre que no contempla sus necesidades «inmediatas» de
tener ese vestido nuevo para su próximo baile. En él se puede unir el «pasado y el futuro en un
devorador presente», presente que tiene características no discriminadas y que por lo tanto
implicaría temporalidad diferente.
En la evolución del autoerotismo a la heterosexualidad que se observa en el adolescente, se puede describir un oscilar permanente
entre la actividad de tipo masturba torio y los comienzos del ejercicio genital, que tiene características especiales en esta fase de
desarrollo, donde hay más un contacto genital de tipo exploratorio y preparatorio, que la verdadera genitalidad procreativa, que
sólo se da, con la correspondiente capacidad de asumir el rol parental, recién en la adultez. Al ir aceptando su genitalidad, el
adolescente inicia su búsqueda de la pareja en forma tímida pero intensa. Es el periodo en que comienzan los contactos
superficiales, las caricias –cada vez más profundas y más íntimas- que llenan la vida sexual del adolescente. El enamoramiento
apasionado es también un fenómeno que adquiere características singulares en la adolescencia y que presenta todo aspecto de
los vínculos intensos pero frágiles de la relación interpersonal del adolescente.
Éste, con su pujanza, con su actividad, con la fuerza reestructuradora de su personalidad, trata de modificar la sociedad, que, por
otra parte, está viviendo constantemente modificaciones intensas. El adulto proyecta en el joven su propia incapacidad por
controlar lo que está ocurriendo sociopolíticamente a su alrededor, y trata entonces de desubicar al adolescente. En la medida
en que el adolescente no encuentra el camino adecuado para su expresión vital, y la aceptación de una posibilidad de realización,
no podrá ser nunca un adulto satisfecho. Muchas veces frente a las múltiples vicisitudes, la reacción de la adolescencia, aunque
violenta, no puede adoptar la forma de reestructuración, conducente a una liberación de una sociedad cruel y limitante, aunque
produzca inestabilidad o una sensación de fracaso, deberá de tratar de superarlo de cualquier manera y a cualquier precio.
Las actitudes reivindicatorias y de reforma social del adolescente pueden ser la cristalización en la acción, de lo que ha ocurrido
en el pensamiento.
Muchas veces los padres niegan el crecimiento de los hijos y los hijos viven a los
padres con características persecutorias acentuadas. Si la figura de los padres aparece
con roles bien definidos, en una unión amorosa y creativa, puede ser un vínculo que
el adolescente buscará realmente. Ello significa que la presencia internalizada de
buenas imágenes parentales, con roles bien definidos, permitirá una buena
separación de los padres, un desprendimiento útil, y facilitará al adolescente el pasaje
a la madurez, para el ejercicio de la genitalidad en un plano adulto.
LA SEXUALIDAD EN LA ADOLESCENCIA
La sexualidad recibe influencias sociales, económicas y culturales, mismas que moldean la manifestación del sexo biológico en la
conducta de relación con el medio ambiente y con nosotros mismos; esto es, hace pensar en la gran importancia de los factores
externos que influyen en la formación de la sexualidad como son:
b) Los estereotipos de género: Son los acuerdos sociales generales sobre los roles
que se asignan tanto a hombres como a mujeres. Tanto los estereotipos culturales como
los de género, deben ser lo suficientemente rígidos como para permitir el orden, así
como flexibles, para dejar que el cambio se lleve a cabo.
La maduración sexual y reproductiva, es el tópico más sensible en la transición de la niñez a la adolescencia y potencialmente la
más problemática. Casi siempre se discute la sexualidad en la adolescencia, desde sus aspectos problemáticos, particularmente
con respecto al embarazo, enfermedades e infecciones de transmisión sexual, pero no pueden resolverse si no se conocen los
aspectos del desarrollo psicosocial y sexual compartido por la mayoría de los adolescentes. Este documento describe los aspectos
del desarrollo psicosexual a partir de la pubertad hasta la etapa de la juventud con base en que las diferentes áreas del desarrollo
están íntimamente relacionadas entre sí y que cada etapa del desarrollo tiene antecedentes en las anteriores e influencia en las
posteriores. El desarrollo psicosexual es un continuo que se inicia desde la más temprana edad pasando por la infancia como fue
revisada en la unidad anterior, en la que se revisó la etapa oral, anal, fálica y latencia.
La característica saliente del instinto sexual durante el periodo pre genital es su
narcisismo. El instinto sexual durante el periodo pre genital no se dirige hacia la
reproducción. Después de la interrupción de latencia, el instinto sexual comienza
su evolución hacia el fin biológico de la reproducción. El adolescente comienza a
sentirse atraído hacia los miembros del sexo opuesto.
Sin embargo, esta etapa no desplaza las etapas pre genital. Considerando las divisiones sugeridas por la OMS, podemos observar
características sexuales en grupos de 10 a 14 años y de 15 a 19 años.
La adolescencia temprana se inicia con los cambios de los púberes, quienes viven en una sensación física generalizada que genera
una gran curiosidad por la aparición de las características secundarias del sexo y la preocupación por los cambios corporales
exteriores físicos, sobre todo en una sociedad como la nuestra donde los «modelos ideales» masculinos y femeninos que se
presentan a través de los medios de comunicación no son acordes a la tipología mexicana y latina, en general. La capacidad
fisiológica de la excitación sexual y del organismo está presente en los niños de ambos sexos. Así, tanto la manipulación de los
genitales aparece tanto en la niñez como en la adolescencia, la vida adulta y senil, pero con diferentes motivaciones y significados
en cada etapa. La actividad auto erótica, buscando satisfacción y placer sexual, aparece con gran intensidad y aunque en las
mujeres en ocasiones está inhibida, es parte necesaria y natural del desarrollo, pues al conocerse a sí mismos, en la propia
respuesta sexual luego se puede compartir y disfrutar con otra.
En el desarrollo de la identidad sexual se observa la amistad íntima, con alguien del mismo sexo y edad. Esta relación tiene tintes
de celos, posesión, lealtad, fidelidad y muchas veces de conductas sexuales ante ellos mismos. Esta es una etapa que se caracteriza
por la incertidumbre. En esta etapa aparece la atracción hacia el otro sexo.
Estos aspectos deben ser la base de la información sexual que reciban los
adolescentes.
La adolescencia en su segunda fase se caracteriza por la mayor autonomía e independencia del adolescente por los cambios
emocionales menos marcados, menos ambivalencia y egocentrismo. Es cuando el joven inicia su apertura a la heterosexualidad
con relaciones amorosas e intensas aunque efímeras y le gusta pertenecer a grupos generalmente mixtos, por lo que las
actividades educativas que se planeen pueden basarse en esta estructura. Las parejas sexuales son entre parejas inestables. Al
final de ésta se consolida la identidad sexual y las relaciones amorosas se vuelven más estables.
La selección de las alternativas de expresión de su sexualidad difiere de acuerdo con la edad, el sexo, la educación, posibilidades
económicas y otros factores más. La doble moral en donde el varón puede tener relaciones sexuales con mujeres «malas», más
«liberales», mientras que las solteras «buenas» sólo pueden abstenerse y llegar vírgenes al matrimonio. Las caricias sexuales sin
llegar al coito. Relaciones genitales casuales.
Los hombres a diferencia de las mujeres, están dispuestos a participar en relaciones sexuales que no involucren las emociones,
mientras que sólo una minoría de mujeres aprueba ese tipo de relaciones.
La identidad otorga una marca de individualidad, que nos diferencia con respecto a otros, pero al mismo tiempo, nos habla de la
pertenencia de un grupo, de formar parte y de tener similitudes con los demás grupos sociales: étnicos, genéricos, geográficos,
culturales, etc.
Es necesario destacar que aun cuando pertenezcamos a un grupo social y adoptemos características del mismo, generalmente no
tomamos todos los rasgos de nuestra cultura, sino los que más nos benefician, atraen y van de acuerdo con lo que pensamos y
sentimos, de esta forma, a éstos rasgos les añadimos nuestras propias características para rehacerlas y crear nuestra
individualidad.
Por lo anterior, se dice que la identidad es una forma peculiar de ser, que se cuida y se construye a partir de no caer en la
uniformidad que niega el propio ser y a favor de la unidad de las distintas formas de ser que permiten la pertenencia.
Para que cada uno vaya formando su propia identidad es necesaria la relación social, pues ésta se desarrolla en la interacción
cotidiana con otras personas. Uno se reconoce con el otro y se diferencia de él.
Según Erikson, la principal tarea de la adolescencia consiste en enfrentar la crisis de la identidad versus la confusión de la
identidad, para convertirse en un adulto único con un sentido coherente del yo y una función valorada en la sociedad.
Durante la niñez intermedia, los niños adquieren las habilidades necesarias para desempeñarse exitosamente en su cultura.
Luego, en la adolescencia, necesitan hallar la forma de utilizar esas destrezas. Cuando a los jóvenes se les dificulta establecer una
identidad ocupacional –o cuando se les limita artificialmente esas oportunidades- se hallan en riesgo de manifestar un
comportamiento que puede tener consecuencias negativas graves, como sería la actividad delictiva y el embarazo temprano.
La Fidelidad es una extensión de la confianza. En la infancia, es importante superar la desconfianza para poder confiar en los
padres; en la adolescencia, cobra importancia la confianza en uno mismo. Además los adolescentes ahora extienden la confianza
a profesores y seres queridos. Al compartir pensamientos y sentimientos, el adolescente esclarece una identidad tentativa al verla
reflejada en los ojos del ser querido. Sin embargo, estas «intimidades» de los adolescentes difieren de la intimidad madura, la
cual supone mayor responsabilidad, sacrificio y compromiso.
Para este logro de la identidad, el desarrollo cognoscitivo de los adolescentes es fundamental, ya que les permite elaborar una
«teoría del yo». Como subraya Erikson, el esfuerzo de un adolescente por darle sentido al yo ya no es «una especie de enfermedad
de la maduración». Forman parte de un proceso saludable y vital que se consolida sobre los logros de las primeras etapas, y sienta
las bases para enfrentar las crisis de la vida adulta.
La tabla muestra esos estados en relación a la crisis y compromiso, a los que Marcia define así: crisis como un periodo de toma
de decisiones consciente, y el compromiso como una inversión personal en una ocupación o sistema de creencias. Descubrió
relaciones entre el estado de identidad y características como la ansiedad, la autoestima, el razonamiento moral y los patrones
de comportamiento. Sobre la base de la teoría de Marcia, otros investigadores han identificado otras variables familiares y de la
personalidad relacionadas con el estado de identidad. Veamos un breve esbozo de personas que se encuentran en cada uno de
los cuatro estados de la identidad:
LOGRO DE LA IDENTIDAD: Kate ha resuelto su crisis de identidad. Durante el periodo de crisis, pensó mucho y luchó
emocionalmente con temas importantes en su vida. Ha hecho elecciones y manifiesta un fuerte compromiso con sus
determinaciones. Sus padres la han animado a que tome sus propias decisiones, han escuchado sus
ideas y le han dado sus opiniones sin presionarla para que las adopte. Kate es considerada, pero no
tan introspectiva como para no poder actuar. Tiene sentido del humor, actúa bien bajo presión, es
capaz de establecer relaciones íntimas y se sujeta a sus normas; pero al mismo tiempo, está abierta
a las nuevas ideas. Las diversas investigaciones han descubierto que en distintas culturas, quienes
se hallan en esta categoría son más maduros y competentes en las relaciones de quienes se
encuentran en las otras tres.
EXCLUSIÓN: Andrea ha establecido compromisos, no como resultado de una crisis, lo cual supondría
cuestionar y explorar posibles elecciones, sino aceptando para su vida los planes de alguien más.
Según Elkind, hay dos trayectorias para la identidad. La primera y más saludable, es el proceso de diferenciación e integración,
cobrar conciencia de los rasgos que nos distinguen de los demás y luego integrar estas partes diferenciadas del yo en un todo
unificado y único. Este proceso dirigido internamente exige mucho tiempo y reflexión, pero cuando la persona ha logrado de esta
forma un sentido de identidad, es casi imposible que se rompa. La segunda, inicialmente más sencilla, es la sustitución, reemplazar
un conjunto de ideas y sentimientos ingenuos sobre el yo por otro, adoptando las actitudes, creencias y compromisos de otras
personas como propios. Un sentido del yo que se constituye principalmente por la sustitución y es lo que Elkind llamó mosaico
del yo, el yo reunido a partir de pedazo y fragmentos prestados y, a menudo, en conflicto.
Los jóvenes que constituyen su identidad a partir de este mosaico suelen tener una baja autoestima. Les resulta más difícil manejar
la libertad, las pérdidas y el fracaso. Es posible que manifiesten ansiedad, sumisión, ira, temor o que se castiguen a sí mismos.
EL MANUAL DEL ADOLESCENTE
La adolescencia es el ciclo en la vida del hombre que continua a la pubescencia y
la pubertad. Se inicia entre los 12 o 14 años y culmina con la madurez, (18 a 20
años).
No solo es la fase de mayores cambios psicológicos, sino que también está lleno
de cambios físicos.
En esta etapa se toman grandes decisiones que marcaran a los jóvenes para
siempre. Es el momento de poner a prueba todas las enseñanzas de nuestros
padres, puesto que es la época de cuestionamientos.
Precisamente por las enseñanzas recibidas estamos en condiciones de ejercer con
plenitud todas nuestras libertades interiores y decidir progresivamente en la
formación de nuestra personalidad.
La aparente despreocupación, que percibe la sociedad, de los adolescentes, no es
tal, ya que los jóvenes viven por dentro un conflicto interior.
A pesar de ser una etapa de alegría, los adolescentes pasan rápidamente de la
euforia al bajón, del entusiasmo al desinterés, presentando conductas que lo
ayudan a encontrar su propio equilibrio y le permitan emprender el camino hacia un
futuro venturoso.
Es importante, en esta etapa de cambios, la presencia de los padres, estos deben
actuar estableciendo límites apropiados para que todo no sea un desparramo, pero
deben comprender que sus esfuerzos por cuidarlo y protegerlo, serán rechazados
y cuestionados.
La indiferencia y la rebeldía del joven se harán presentes, y ante cualquier pregunta
se sentirán invadidos, con miedo a defraudarlos y con el objeto de evitar cualquier
pelea que pueda poner en juego sus salidas, las respuestas serán cortantes.