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ANÁLISIS DE LÍDERES COLOMBIANOS

INTEGRANTES:
JESUS MANUEL DIAZ CALDERA
JULIÁN DAVID RUEDA HUESO
JULIÁN JHOVANNY TORRADO MARTINEZ
MARIA FERNANDA PEREZ DUARTE
UBALDINA ESTHER AMARIS CASTRO

DOCENTE:
AGDA ZULUAGA ALDANA

UNIVERSIDAD DE PAMPLONA
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES
ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS
PAMPLONA
2022
BEATRIZ FERNÁNDEZ

Beatriz, es egresada del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), con


reconocimientos como empresaria del año 2010 y el Mercurio de Oro al Mérito en el 2012, por
construir un sueño llamado Crepes and Waffles desde 1980 en Bogotá, el cual nació como una
señal de “Dios” que dio una receta para desde ese momento tener una ilusión que es un “arte que
transforma el alimento en amor y alegría, que nutre el alma y el cuerpo, cautiva paladares y
conquista corazones”.

Su creatividad y deseo de innovar han sido clave para mantener lo que hoy en día es crepes y
waffles. Debido a esto así como a no perder su identidad inicial y estar pendiente de detalles tales
como no dejar envejecer la marca, cuidar cada elemento propio del restaurante, sorprender con
nuevas propuestas y , como dice Beatriz." Alimentar el alma y el espíritu" ha sido reconocida,
entre otros galardones, con el premio a la empresaria del año 2010.

El ahorro y la eficiencia sin agredir a los colaboradores, los grandes volúmenes en las compras y un
manejo logístico adecuado, son algunos de los factores que hacen exitosos sus restaurantes. La
diferenciación, el valor agregado, los nichos de mercado distintos y la pasión son palabras que
están en la vida empresarial de Beatriz Fernández.

En este sentido, la filosofía de C&W se basa en la calidad humana. El estilo de la organización que
esta empresaria diseñó se basa en que cada uno asuma riesgos y responsabilidades, al mismo
tiempo que toma decisiones, sin importar si se equivocan.

La cofundadora de Crepes & Waffles Beatriz Fernández ha mencionado en numerosas ocasiones la


importancia del valor humano dentro de su compañía para alcanzar el éxito, aunque poco ha
hablado sobre los procesos que existen dentro para no ceder ante la presión que puede haber en
un restaurante.

Así las cosas, la CEO de Crepes & Waffles aseguró que dentro de la compañía hay “una cultura
organizacional con enfoque artístico”, lo que significa que el foco está en desarrollar las
habilidades de su personal por medio de un aprendizaje kinestésico.

En el caso personal de Fernández, las actividades que lleva a cabo tienen un poco de arte, pues las
recetas las enseña cantando “para que todo entre con la delicia que le debemos dar al sabor que
tienen nuestros platos”.

En 1980, una pareja de estudiantes universitarios que atravesaban dificultades financieras


familiares decidieron iniciar una pequeña crepería en la capital de Colombia. Hoy en día, son
dueños de una de las cadenas de restaurantes más importantes de América Latina, generan
ingresos por más $140 millones de dólares anuales y son admirados por su gran compromiso
social… ¿Cómo lo lograron?

Los protagonistas de esta historia son Beatriz Fernández y Eduardo Macías, quienes se conocieron
e iniciaron una relación mientras estudiaban administración de empresas en el Colegio de Estudios
Superiores de Administración en la ciudad de Bogotá – Colombia.
En medio de sus clases, la pareja había estado contemplando la idea de iniciar un negocio de
comida con el objetivo de crear nuevas propuestas gastronómicas en la ciudad. Esta idea se le
ocurrió a Beatriz, quien tuvo la oportunidad de viajar con su padre a Europa y quedó fascinada con
los pequeños puestos de crepes en las calles de parís.

A finales de los 70, Guillermo Fernández, el padre de Beatriz, tenía un negocio llamado “La Galería
del Gourmet”, ubicado en una casona de la carrera 11 con calle 85 en Bogotá, en el que vendía
productos exóticos como crema de castañas, café Vienna, marañones Bazzini’z, brandy con sabor a
melocotón, caviar negro Romanoff y arenques. Lamentablemente, en 1980 este negocio quebró,
dejando a la familia en medio de serias dificultades económicas.

Simultáneamente, la familia de Eduardo también enfrentaba una crisis financiera producto del
fracaso de un negocio de su padre.

Ante la complicada situación, los jóvenes pensaron que ya sus padres habían hecho mucho por
ellos y que era el momento de comenzar a aportar.

Beatriz le comentó a su padre la idea que venía dando vueltas en su cabeza. Viendo la ilusión y
pasión en los ojos de la joven, Guillermo decide prestarle el semisótano donde se encontraba su
negocio para que diera vida a la idea.

ARTURO CALLE

Es el nombre del gran empresario, fundador del enorme imperio homónimo de ropa para hombres
y niños de fama internacional. Arturo Calle, el empresario, nació en el barrio Manrique de
Medellín el 13 de agosto de 1938 y, desde muy temprano, se destacó por su habilidad para las
ventas.

Es uno de los pioneros en Colombia en prácticas de responsabilidad social. Esto se debe a que
desde a que desde su infancia aprendió de sus antepasados a ser un hombre generoso; además él
es un símbolo de generación de empleo y desarrollo para el país.

Su estilo de liderazgo de Arturo Calle es carismático, democrático, transaccional. Se caracteriza por


tratar muy bien a sus empleados, sabiendo que son un grupo de trabajo que lo admira y lo sigue,
que deben ser bien pagados para que estén motivados a cumplir los logros establecidos. Pero no
solo a través de recompensas económicas también a través del crecimiento personal y grupal, con
respecto hacia el trabajador, haciendo sentir al empleado dentro de una familia en la que todos
son líderes en la organización.

Se le podría clasificar como un líder paciencia, autoconfianza, alto nivel de persuasión, es


apoyador, cálido, seguro de sí, agradable, cooperativo; brinda un ejemplo de honradez, respeto al
cliente, el no ser ventajoso, no engañar, el hacer bien las cosas, son factores que lo hacen un líder
influyente en los demás por sus buenos actos y que lo han llevado al éxito de su empresa.

Arturo Calle ingresó en la industria textil como mecánico en una fábrica de medias. En medio de
máquinas e hilos, el empresario se enamoró de la moda, lo que le llevó a poner en marcha la
compañía de moda masculina más reconocida de Colombia y una de las más importantes de
Latinoamérica.

Oriundo de la ciudad de Medellín, el empresario trabajó desde muy pequeño ayudando a su


madre con el sustento de una numerosa familia de once integrantes. Calle dio sus primeros pasos
en el mundo de los negocios como comerciante de verduras y haciendo los mandados de sus
vecinos. Un poco más mayor, el empresario fue contratado como mecánico en Hilanderías Pepalfa,
especializada en la confección de medias. Este fue el detonante de su entrada al sector textil.

Ilusionado por fundar su propio negocio, Arturo Calle compró Danté, su primera tienda
especializada en la venta de camisas masculina y que estuvo ubicada en el tradicional sector de
San Victorino, en Bogotá. Poco a poco, la empresa empezó a crecer hasta tener tres
establecimientos en la capital colombiana. Por sugerencia de un cliente, la empresa adoptó el
nombre de su fundador.

En los años setenta, Arturo Calle dio un paso más allá y amplió su línea de producto a trajes, lo que
le llevó a tener un servicio de sastrería exclusivo que le dio el reconocimiento de los compradores
locales. En 1980, el empresario impulsó su expansión local con la puesta en marcha de su primer
local en el norte de Bogotá, en el centro comercial Unicentro.

Durante la década de los ochenta, la compañía siguió creciendo localmente con puntos de venta
en ciudades como Cali y Medellín, entre otras. Durante este periodo, Arturo Calle ya tenía un
equipo de diseño que supo desarrollar un estilo internacional pero ajustado a las necesidades de
los hombres colombianos.

Ante el éxito de la compañía en Colombia, Arturo Calle amplió sus fronteras y desembarcó en los
mercados de Panamá, Costa Rica, El Salvador y recientemente en Guatemala. En los últimos cinco
años, la compañía ha invertido cerca de siete millones de dólares en su expansión internacional.

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