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UNIDAD 6.

- TIPOS DE AUTORÍA Y TIPOS DE PARTICIPACIÓN

Los hechos típicos y antijurídicos descritos en el Código penal tienen que poder ser atribuidos a las
personas que los han cometido: los autores y/o partícipes. El Código Penal vigente regula las formas
de intervención en el delito en los Art. 27 y ss. El Art. 27 contiene una declaración general sobre las
personas que pueden intervenir en la fase de ejecución de un hecho antijurídico. Los Arts. 28 y 29
regulan concretamente las formas de intervención en el hecho.

Concretamente el Art. 28 regula la autoría y algunos supuestos de participación. El primer párrafo del
Art. 28 hace referencia a los autores; mientras que el segundo enumera a determinados partícipes.

De acuerdo con este precepto son autores:

a) Aquellos que realizan el hecho por ellos mismos -esto es, el autor individual;

b) Los que realizan el hecho conjuntamente -esto son, los coautores; y

c) Los que realizan el hecho por medio de otro del cual se sirven de instrumento - esto es, la autoría
mediata.

En cambio, serán considerados autores, ex art. 28.2, -aunque verdaderamente no lo sean, puesto
que son formas de participación- los inductores y los cooperadores necesarios. En definitiva, los
sujetos del Art. 28 primer párrafo son los autores en sentido propio, los mencionados en el segundo
párrafo son partícipes castigados con la pena del autor.

De acuerdo con el dispuesto en el Art. 29 CP son cómplices los que cooperan a la ejecución del
hecho con actos anteriores o simultáneos sin ser cooperadores necesarios. El Art. 30 distribuye la
responsabilidad penal en aquellos casos de delitos cometidos utilizando medios o soportes de
difusión mecánica. Finalmente, el Art. 31 hace referencia al instituto del “actuar en nombre de otro".

No debe confundirse la autoría y participación en el delito, con aquellas otras formas de intervención
en un hecho antijurídico ya terminado, es decir, consumado, como la receptación y el encubrimiento;
ni con los actos preparatorios punibles. El autor y el partícipe intervienen durante la ejecución del
hecho típico. El receptador y el encubridor intervienen después de la ejecución del delito. El
receptador lucrándose del delito ya cometido; el encubridor ayudando al autor y al partícipe para que
su delito no sea descubierto. Los sujetos que realizan actos preparatorios intervienen antes de la
ejecución del delito.

Obsérvese que la calificación de autor o partícipe sólo puede tener lugar una vez han empezado los
actos ejecutivos y hasta que el delito se haya consumado.

Ejemplo: a) Hechos. Pedro convence a María de la necesidad de que esta última mate a Teresa y
se quede con sus joyas muy valiosas. María, convencida de la necesidad de matar a Teresa, solicita
la ayuda de José, que le presta el arma homicida. María mata a Teresa. Después vende las joyas a
Luis, que sabe que son robadas, y se esconde en casa de Marta, amiga de toda la vida, que conoce
los delitos que acaba de cometer María. B) Calificación jurídica. En un principio Pedro realiza un acto
preparatorio de proposición: Pedro convence a María. Cuando María inicia los actos típicos de matar,
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Pedro se convierte en inductor, y María en autora. Luis deberá ser calificado de receptador y Marta
de encubridora.

1. El autor individual

Autor individual es el que realiza a solas el hecho delictivo. La pena que corresponde a estos sujetos
viene determinada en los artículos 61 y ss. CP puestos en relación con el concreto delito cometido
de la parte Especial.

2. La coautoría

Coautor es, en primer lugar, un autor, por lo tanto participa de su naturaleza. La particularidad del
coautor es que en vez de cometer el hecho individualmente lo realiza conjuntamente. No hará falta
que realice un acto típico será suficiente, con que realice una parte esencial del plan, en cuya
elaboración ha participado.

Para ser coautor tienen que concurrir unos requisitos de naturaleza objetiva y otros de naturaleza
subjetiva. Objetivamente, el coautor tendrá que realizar un acto esencial del plan criminal, sin
necesidad de que sea propiamente un acto ejecutivo, y además haber participado en la elaboración
del plan. Subjetivamente, tiene que haber un acuerdo mutuo, tiene que conocer que realiza una parte
esencial. Dados estos requisitos podemos hablar de coautoría, y de principio de imputación
recíproca de acuerdo con el cual lo que hace uno de los coautores se puede atribuir a los otros,
siempre dentro del limite de lo acordado. Es decir, no se puede imputar a un coautor los excesos
(actividades no acordadas en el plan) que cometa otro coautor.

Ejemplo: el plan consiste en atracar un banco sin armas o llevarlas pero sólo para intimidar, si uno
de los autores trae a escondidas un arma y en el momento del atraco la utiliza para matar a alguien,
esta muerte queda fuera del principio de imputación recíproca y sólo se atribuye al coautor que ha
matado.

3. La autoría mediata

El autor mediato realiza el hecho por medio de otro que utiliza como instrumento. También el autor
mediato es un verdadero autor, y participa de su naturaleza. Su particularidad es que se sirve de otro
para realizar el delito.

Ahora bien, el código penal no especifica cuándo un sujeto utiliza un instrumento. Se han
considerado como casos de autoría mediato los siguientes:

a) Sujeto que utiliza a otro que actúa sin la parte objetiva del tipo.

Ejemplo: A le dice a B que toque un cable de alta tensión resultando B lesionado, aquí A utiliza un
instrumento que no puede actuar típicamente puesto que las autolesiones son atípicas;

b) Sujeto que utiliza a otro que actúa sin la parte subjetiva del tipo.

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Ejemplo: A da unos paquetes a B, que contienen droga pero que hace pasar por libros, para que
este último los venda, B que desconoce el contenido los vende como libros: en este caso A utiliza un
instrumento que actúa sin dolo;

c) Sujeto que utiliza a otro que actúa justificadamente.

Ejemplo: A ordena a B que proceda a la detención de C, por haber cometido este último un delito,
en realidad C no ha cometido ningún delito, pero A lo quiere detener puesto que se ha enterado que
mantiene relaciones íntimas con su mujer: A utiliza un instrumento que actúa justificadamente al
cumplir una orden aparentemente jurídica de un superior sienta.

Se discute si se pueden considerar supuestos de autoría mediata los siguientes casos:

a) Un sujeto que utiliza a un inimputable.

Ejemplo: A dice a B, persona que padece graves anomalías o alteraciones psíquicas, que falsifique
un talón, B lo hace: ¿utiliza A un instrumento, y por lo tanto puede tener la consideración de autor
mediato, o bien, es más correcto calificarlo de partícipe?;

b) Un sujeto que utiliza a otro que actúa en error de prohibición.

Ejemplo: A dice a B, persona acabada de llegar de los Estados Unidos, que puede traer las armas
que quiera: ¿utiliza A un instrumento, y por lo tanto puede tener la consideración de autor mediato, o
bien, es más correcto calificarlo de partícipe?);

c) Supuestos de autor tras el autor, casos en que se utiliza a un instrumento que ya es penalmente
responsable.

Ejemplo: en el marco de una organización mafiosa, el jefe da la orden de matar a un determinado


político, A, a pesar saber que comete un delito, lo mata: indiscutiblemente A es autor de asesinado,
¿pero, y el jefe de la organización? ¿es partícipe o bien un autor tras el autor?).

4. El actuar en nombre de otro

Como hemos visto en la lecciones anteriores, algunos tipos de la Parte Especial del Código Penal
exigen para su aplicación la concurrencia de algunas circunstancias en la persona del sujeto activo,
son los llamados los delitos especiales. En la práctica, sin embargo, la acción típica de estos delitos
puede ser ejecutada por personas en las que no concurren estos requisitos, requisitos que sí
concurren en la persona que representan. La doctrina penal denomina estas situaciones con el
nombre de “el actuar en nombre de otro”, recogidas actualmente en el Art. 31 CP.

El Art. 31 necesita de algunas puntualizaciones. Aunque dicho precepto no lo concreta, las personas
que actúan en nombre de otro, para poder ser castigadas, tienen que realizar la acción típica. No se
trata de hacer responsable al administrador o al representante de todos aquellos delitos que se
cometen en el seno de la organización que administran o representan, sino de poder imputar la
conducta delictiva al administrador o representante que verdaderamente la haya cometida, y ello, a
pesar de que no reúnan los requisitos de autoría exigidos por el tipo concreto.

Ejemplo: Una empresa dedicada a la elaboración de artículos alimentarios que está pasando por
dificultades económicas realiza una serie de actos de disposición patrimonial que perjudican a los
acreedores, actos que impiden la eficacia de un embargo (Art. 257.2 CP). Estos actos de disposición
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patrimonial se han realizado de la siguiente manera: un administrador de hecho ha ordenado a la
persona que consta como administradora de derecho que proceda a la venta de una serie de
corderos, cuyo comprador ha acordado que sea la esposa del primero. El administrador de Derecho,
a su vez ordena a sus subordinados que preparen la documentación para proceder a la venta. Cada
uno de los subordinados tiene el encargo de ocuparse de la venta de una parte del patrimonio,
partes que vendidas individualmente no perjudican a los acreedores. Es del conjunto de la venta que
resulta perjuicio. Estamos ante de un delito especial, es decir, que sólo lo pueden cometer aquellas
personas que se alzan, en nuestro caso la empresa. Pero las empresas, o en general las
organizaciones, no son sujetos idóneos para responder con una pena (nuestra legislación prevé
determinadas medidas de carácter accesorio, pero no son los verdaderos sujetos de la imputación
penal).

Sujetos penalmente responsables sólo lo pueden ser las personas físicas. Esta dificultad se supera
fácilmente con el Art. 31: la persona física será responsable aunque no concurran en ella las
condiciones, calidades o relaciones que el delito o falta requieran para poder ser sujeto activo si las
circunstancias mencionadas concurren en la entidad o persona en cuyo nombre se actúa. En nuestro
caso, la calidad de alzarse, condición que reúne la empresa, se puede traspasar a la persona física
que haya realizado la conducta materialmente típica. Ahora bien, quien ha sido esta persona: ¿el
administrador de hecho, el administrador de derecho o los subordinados? En definitiva, ¿quién ha
sido el autor? La respuesta a este otro problema no se tiene que buscar en el Art. 31, sino en el
concepto de autor que se utilice, es, pues, un problema previo.

5. Participación

Se reconocen tres maneras de intervenir en el delito diferente a la autoría: la inducción, la


cooperación necesaria y la complicidad. Requisitos comunes a todas las formas de participación son:

a) Que la intervención tenga lugar antes de la consumación del delito (de lo contrario, es decir,
intervenciones realizadas tras la consumación, estaremos ante de encubrimiento o receptación);

b) La sumisión al llamado principio de accesoriedad limitada de la participación, según el cual sólo se


podrá castigar a los partícipes si el autor ha realizado un hecho antijurídico.

Ejemplo: impunidad del partícipe que ayuda al autor a defenderse en legítima defensa.

A efectos de pena el Código Penal distingue dos formas de participación:

a) La participación especialmente grave, puesto que pese a no ser autores se les impone la misma
pena. Estos son los inductores y los cooperadores necesarios (ver el Art. 28 y 61 CP);

b) Participación no grave, puesto que la pena es inferior en un grado a la de los autores. Estos son
los cómplices (ver el Art. 29 y 63 CP).

5.1. Inducción

El inductor es el que por medios psíquicos determina en otro (persona concreta) la resolución de
cometer un delito concreto. Debe distinguirse la inducción a un delito doloso de la inducción a un
delito imprudente. Estamos en presencia de un tipo de inducción a un delito doloso cuando el
inductor además de conocer que convence a otro para que realice determinados hechos, conoce que
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el delito que quiere que el otro cometa sea doloso. Por ello, doctrina y jurisprudencia entienden que
la parte subjetiva de la inducción a un delito doloso es el doble dolo: dolo de inducir a otro y dolo de
que el otro cometa un delito doloso. Estaremos, en cambio, en presencia de un tipo de inducción a
un delito imprudente cuando el inductor conozca que convence a otro para que realice determinados
hechos, hechos que el inducido realizará de forma imprudente. En consecuencia la parte subjetiva
de la inducción no está constituida por el doble dolo, sino por dolo dirigido a convencer a otro e
imprudencia respecto del hecho inducido.

La estructura del tipo de la inducción dolosa es la siguiente:

A) Parte objetiva del tipo: a. Utilización de medios psíquicos para convencer a otro de que cometa un
delito; b. De este modo se causa la resolución de delinquir en otro que no estaba previamente
determinado; c. delito determinado y concreto doloso; d. el inducido deberá actuar como autor; e.
existencia de relación de riesgo entre la conducta de inducción y la actuación del inducido, es decir,
que la conducta del inducido sea consecuencia de la causación de la resolución de delinquir, en
otras palabras, que exista la necesaria relación de congruencia entre el hecho al que se induce y el
hecho que se comete. De este modo los excesos que haya cometido el inducido respecto de la
inducción y no previsibles, no podrán imputarse al inductor.

B) La parte subjetiva del tipo: el doble dolo, tal y como ha sido anteriormente expuesto.

La estructura del tipo de la inducción a un delito imprudente es similar a la de la inducción a un delito


doloso. Las particularidades son las siguientes: en la parte objetiva del tipo el delito determinado y
concreto deberá ser imprudente y no doloso; en la parte subjetiva del tipo, deberá comprobarse el
dolo de inducir y la imprudencia respecto del hecho al que se induce.

5.2. Cooperación necesaria

La cooperación necesaria consiste en la aportación de ayudas sin las cuales el delito concreto no se
hubiera podido realizar. A diferencia del coautor, el cooperador necesario, a pesar de contribuir al
hecho con actos esenciales, no tiene el dominio funcional del hecho, no está sometido al principio de
imputación recíproca, sino al de la accesoriedad limitada. En la práctica, sin embargo, es difícil
delimitar la cooperación necesaria de la coautoría y de la complicidad.

5.3. Cómplice

Y el cómplice realiza actos de ayuda sin los cuales el delito si que se hubiera realizado: aportaciones
no esenciales de acuerdo con el plan del autor.

6. Problemas de delimitación: Coautoria, cooperación necesaria y complicidad

Si es coautor el que realiza una parte esencial del plan, sin necesidad de que se trate de un acto
estrictamente típico, la delimitación entre estas tres formas de intervención se hace más difícil: si
para ser coautor es suficiente con realizar un acto esencial no típico, ¿como puede distinguirse esta
contribución de la de cooperación necesaria que por ley tiene que consistir también en una
aportación esencial no típica? De hecho, no obstante, hay una diferencia fundamental: el coautor
realiza un acto esencial dentro un plan en cuya configuración ha intervenido personalmente, se
puede decir que el plan es suyo; mientras que el cooperador necesario interviene en un plan ajeno,
en cuya configuración no ha intervenido personalmente, aporta una contribución esencial en el plan
de otro. El cómplice es el que realiza una aportación no esencial en un plan que tampoco es suyo.

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La distinción entre la coautoría y la cooperación necesaria debe realizarse atendiendo a los
siguientes criterios: una determinada contribución podrá ser imputada a título de autor-coautor, en
nuestro caso, si a) objetivamente, es un acto esencial al plan criminal; b) el sujeto asume la
globalidad del plan, lo que se refleja en un acuerdo mutuo no sólo respecto de una específica
contribución, sino respecto a la totalidad de las contribuciones, razón por la cual puede operar el
principio de imputación recíproca. En efecto, debe tratarse de supuestos en que determinados
individuos se reparten de mutuo acuerdo las distintas funciones -contribuciones- delictivas,
asumiendo todos ellos como propias las funciones de los demás. Por el contrario, el cooperador
necesario, a pesar de realizar también un acto esencial, éste no es ejecutado en el marco de un plan
común, y el llamado algunas veces por la jurisprudencia acuerdo previo en estos caso se limita a un
acuerdo respecto de la contribución específicamente prestada y no a la totalidad del plan, que
muchas veces puede incluso desconocerse. Falta pues la asunción del plan global como propio,
constituyendo en realidad una aportación por parte de un sujeto externo al plan, lo que imposibilita la
aplicación del principio de imputación recíproca. La complicidad, si bien también son aportaciones
realizadas por sujetos externos al plan criminal, por el contrario, debe suponer una contribución no
esencial al plan, valoración esta que debe hacerse desde una perspectiva objetiva, «ex ante», y
teniendo en cuenta el plan del autor. De este modo, la calificación de una determinada actividad
como de coautoría, cooperación necesaria o complicidad, no puede llevarse a cabo de forma
abstracta, sino teniendo en cuenta todas las circunstancias del hecho concreto, pues sólo de este
modo cabe averiguar si se trata de una contribución esencial o no, y si es realizada por un sujeto
externo al plan.

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