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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Rómulo Gallegos/Área de Postgrado

San Juan de los Morros, Estado Guárico

U.N.E.R.G Aula / Territorial

Acarigua / Estado Portuguesa

“ENSAYO”

FACTORES PSIQUIATRICOS QUE INCIDEN SOBRE

LOS AGENTES DEL DELITO

Alcoholismo

Farmacodependencia

Arrebatos de intenso dolor

Facilitadora: Abg. MSc. María Fernanda Tellechea A.

Participante: Abg. Robert M. Mora C.

C.I. V- 9.838.261

17-06-2020
Los factores criminógenos son los elementos que sumados, contribuyen a un determinado
resultado criminal, allí radica la importancia del conocimiento sobre tales causas delictivas
y de los rasgos característicos de la personalidad criminal, que son vitales y de suma
importancia para el análisis y estudio por parte de la psiquiatría criminal, determinando el
estado mental del individuo cuando se presume que el hecho delictivo pudo estar asociado a
una perturbación o alteración mental por causas repentinas emocionales o debido al
consumo de alcohol o algún tipo de drogas. Hoy día la sociedad enfrenta una problemática
global generadora de delitos como son las bebidas alcohólicas, la farmacodependencia y el
consumo de drogas ilícitas y en menor grado en comparación con las anteriores el estado
de arrebato e intenso dolor, los cuales han de ser sometidos a objeto de análisis.

Por su parte, el alcohol es un generador de delitos asociados con la alteración a elementos


cognitivos y psicomotrices al producirse su ingesta. Este estado de inhibición, aunque sea
de forma parcial, puede llegar a ser causante de accidentes de tránsito con saldo de muertes
y heridos, muy común es la violencia domestica física, verbal y psicológica, de igual modo
aumenta el riesgo y probabilidad de ser víctima de determinados delitos (robo, hurto,
homicidio, asaltos sexuales, entre otros). Así mismo, el asunto de las drogas es uno de los
mayores problemas a los que se enfrenta la sociedad. Cada día está más en auge y sus
efectos son de lo más diversos, desde la comisión de delitos hasta problemas de salud e
incluso la muerte. El consumo de drogas y la conducta delictiva son, probablemente, dos de
los fenómenos sociales de mayor impacto en las sociedades de hoy día.

Ahora bien, el estado de arrebato e intenso dolor produce un trastorno mental transitorio no
patológico, se da cuando la persona, no en un momento de inconsciencia, sino en un
momento en que ella no estaba preparada para recibir determinada noticia o para presenciar
un hecho de naturaleza impactante en su conciencia. Dado que el alcoholismo, la
drogadicción y el arrebato e intenso dolor, afectan la conciencia, los procesos mentales y la
conducta, estos se relacionan con la psiquiatría criminal y dentro del marco del sistema
penal criminológico, su naturaleza técnica, pericial, dirigida a la búsqueda de la respuesta
requerida por la justicia penal en el caso de delitos cometidos por personas sospechosas de
anomalías mentales, a fin de determinar si pueden o no ser responsables de sus actos
delictivos, si son o no imputables penalmente.
Las relaciones entre los factores psiquiátricos que inciden sobre los agentes del delito y sus
consecuencias, y el desarrollo de la criminología como disciplina científica han sido muy
diversas y, en algunos casos, sumamente estrechas. De hecho, existe una evidencia, de una
conexión entre el consumo abusivo del alcohol, y conductas de violencia y agresividad.
Esta relación ha llevado en algunos momentos históricos a la restricción legal de su
consumo, como por ejemplo, en el primer tercio del siglo XX, el acta Volstead
(denominada vulgarmente “ley seca”), llevo a considerarlo como elemento agravante desde
el punto de vista judicial. El consumo de alcohol se convierte en un elemento a tener en
cuenta en la aparición de conductas ilícitas, ya fuere como víctima o autor del hecho, por lo
que esta variable goza de un peso significativo en la mayoría de las investigaciones.

Las posibles consecuencias negativas de su consumo, por tanto, no se limitan únicamente a


las propias del individuo en cuanto a criterio físico o psíquico se refiere, sino que engloban
todo el conjunto de interacciones del mismo con su entorno en las que las capacidades
cognitivas y psicomotrices son necesarias, esto es, prácticamente la totalidad de elementos
que lo rodean. En los delitos culposos deriva de la falta de atención, coordinación de
memoria, todas estas derivadas del uso del alcohol, sobre todo en los delitos de tránsito,
entre otros delitos comunes, la violencia de género que abarca al núcleo familiar
caracterizada en la violencia física y psicológica. De todo esto deducimos que el
alcoholismo en cuanto a la criminalidad tiene más importancia que cualquier enfermedad
mental.

El alcohol por sí solo no ha de considerarse como única causa importante para la ejecución
de los delitos, sobre todo si éste es grave. Existen otras causas en relación con las cuales el
alcoholismo es una fuerza más o una mera causa ocasional, por ello a veces sucede que
entre los alcohólicos que han injerido la misma cantidad de alcohol, unos delinquen y otros
no; esto es porque aquí llega a fallar la personalidad previa de los ebrios, la predisposición
individual desempeña un papel importante, inclusive en la condición sine qua non del
delito, para evitar confusiones, es preciso tener en cuenta que no siempre el delito y
alcoholismo se manifiestan juntos, no se puede atribuir aquél a éste ni siquiera como simple
causa desencadenante, alcoholismo y delito son efectos de una causa común anterior.
Así mismo, la farmacodependencia y el consumo de drogas prohibidas son un estadio o
condición previa a la delincuencia. Esto debe entenderse en el sentido de que la droga, por
su coste y por la dificultad de adquisición, al ser sustancias ilegales, da lugar a la
delincuencia. Los toxicómanos delinquen para poder consumir, actualmente es lo que se
conoce como delincuencia funcional, consiste en la realización de una serie de delitos para
un fin deseado que es la droga o, dicho de otra manera, está en función de un estado de
dependencia o enfermedad, denominada la toxicomanía. El síndrome de abstinencia son las
que generan este tipo de delincuencia, dominado por el afán de evitar los trastornos de la
abstinencia, es capaz de realizar actividades delictivas continuas sin detenerse ante su
ilicitud con tal de que le sirva para abastecerse del producto deseado.

Por otra parte la delincuencia inducida es la comisión de delitos bajo la influencia de


drogas, ya que los toxicómanos delinquen debido al consumo. Se engloban todos aquellos
delitos que se originan a causa de los efectos producidos por el consumo abusivo. Es un
hecho demostrado y constatado por numerosos estudios que las sustancias psicotrópicas
ocasionan una alteración temporal de la conciencia (alteraciones cognitivas, distorsión de la
percepción de la realidad, etc.), durante el propio período de intoxicación como durante el
denominado síndrome de abstinencia o de privación del tóxico. Esto se asocia en
numerosas ocasiones al uso de la violencia, generalmente de carácter impulsivo, siendo un
efectivo detonante generador de hechos delictivos.

Dentro del ámbito criminológico abordamos el estudio de la Toxicomanía como factor


influyente en la comisión de actos delictivos, es decir, como factor criminógeno.
Legalmente no se considera el consumo de drogas como un hecho delictivo en sí mismo,
pero sí que se considera como “un factor criminógeno de primer orden”. Teniendo en
cuenta este dato, y dentro del tipo de influencia que pueden ejercer las drogas a la hora de
cometer hechos delictivos, encontramos dos clases perfectamente determinadas ya antes
mencionadas, los toxicómanos que delinquen debido a la influencia que ejercen las drogas
sobre ellos, y aquellos que delinquen con el fin de obtener dinero o bienes que les permitan
acceder a la dosis que al consumirlas sustente su adicción.
Finalmente, el estado de arrebato e intenso dolor produce un trastorno mental, en grado tal,
que el agente del delito obra con torpe automatismo, y por ende, se hace difícil, si acaso
imposible, conciliar ese estado con las maniobras pre-delictivas del individuo, como son las
de preparar los medios de ejecución, por cuanto tales labores significan función normal de
las facultades mentales, o por lo menos, que ellas no sean suficientemente obnubiladas en el
momento de ejecutar la acción delictiva. Este trastorno mental es producto de un conjunto
de hechos y circunstancias relacionadas con las pasiones y sentimientos de los seres
humanos, que en momentos aciagos de la vida son víctimas del excesivo e incontrolable
modo de asumir las circunstancias. Al cometerse un delito en un momento de arrebato o de
intenso dolor, determinado por injusta provocación, será castigado.

Ha de ser tenido en cuenta para dar una correcta interpretación, en primer lugar, que el
arrebato es un estado emotivo, y que la emoción es un hecho psíquico, y que como tal se
manifiesta en el mundo objetivo, en sus diversos grados. Más, lo que interesa jurídicamente
saber, a los efectos legales, es que el sujeto del delito se halle en estado de emoción
violenta, y que en ese estado actúa con merma o disminución de sus facultades intelectivas
y volitivas. Resulta innegable el hecho de que las emociones violentas son una noción
metajurídica, la cual debe analizarse desde la psiquiatría criminal, la psicología y la
sociología. Hay estados de inimputabilidad que nada tienen que ver con enfermedad
mental; en primer lugar los estallidos emocionales violentos no patológicos que según
criterio universalmente admitido pueden aniquilar la capacidad de culpabilidad.

Analizando el tema a partir de estas ciencias, se comienza a identificar la manera como se


producen las emociones, cómo repercuten en las respuestas que el individuo produce a los
estímulos que le genera un entorno determinado o una situación determinada, como se
involucran en las esferas intelectivas, afectivas y volitivas del ser humano y en fin, la forma
como éstas pueden llegar a influir en la comisión de un delito.
Dentro de nuestra profesión existe una percepción clara de la fuerte incidencia que tienen
los factores de delitos antes abordados. Sin duda, no hay factor único que orille a la
criminalidad, la diversidad, interacción y dinámica, constituyen elementos decisivos para la
formación de la conducta criminal. Lo mostrado con anterioridad son solo algunos de una
gama llamada criminogénesis de factores de riesgo. La Criminología, debe estudiar las
conductas criminales, es necesario analizar a la sociedad y sus factores de riesgo. Si
conocemos las debilidades o causas que llevan a una sociedad a ser delictiva, estaremos
dando el primer paso hacia la realización de políticas públicas y criminales que vayan de
acuerdo con la realidad social. Es imprescindible analizar y comprender el comportamiento
de cada sociedad, a través de sus reglas, cultura y desarrollo

Las bebidas alcohólicas y el consumo de sustancias tienen una elevada prevalencia en la


sociedad en general y afecta a todos por igual, independientemente de su situación
sociocultural o económica. Su consumo crónico es uno de los principales factores
relacionados con el estado de salud de los individuos, pero los mayores riesgos y
consecuencias recaen en los ciudadanos al ser víctimas de estos delincuentes que causan
con sus comportamientos violentos, daño a las personas de su entorno y a terceros
implicados, así como daños personales, repercutiendo todo ello en la sociedad, en su
conjunto.

Se pone de manifiesto la necesidad de continuar con este tipo de trabajos, ya que dejan
abierta la puerta a estudios e investigaciones que permitirán establecer la base para futuras
acciones tanto para prevenir como para controlar el delito. En este último caso el
delincuente es en realidad la víctima, ya que la sociedad ha creado unas reglas que el
individuo no puede seguir (se entiende la delincuencia como una enfermedad social). Desde
esa perspectiva se intentan cambiar las condiciones sociales que favorecen el delito. La
cuestión es intentar integrar las dos perspectivas y repartir la responsabilidad entre
individuo y sociedad.

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