Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I. Naturaleza y contenido
1 – CONCEPTO. A menudo son varias las personas a las que alcanza la pena
por haber intervenido, de uno u otro modo, en la producción de un hecho
delictuoso. Algunos aspectos de esa pluralidad de sujetos, dan lugar a la teoría
de la participación criminal.
En un sentido jurídico, partícipes son quienes contribuyen culpablemente a
la producción del delito sin cumplir el proceso ejecutivo típico y sin ser
punibles como autores.
1. Este concepto, alcanzado por exclusión, sitúa los actos de participación
dentro de sus justos límites, como formas ampliadas del tipo, puesto que
aparece por una parte como presupuesto temporal de la participación que no
se haya consumado el delito, ya que quien sólo se vincula al hecho después de
consumado, no contribuye a su producción, y por otra, que el partícipe no
haya ejecutado el delito, pues quienes cumplen todo o parte de la acción
típica, son autores por eso y por sí, sin que sea necesario recurrir a las normas
de la participación para que el hecho sea punible. Es posible que alguien sea
autor sin cumplir materialmente la acción típica, lo que ocurre con el autor
mediato, pero para que alguien pueda ser punible por aplicación de los
principios de la participación criminal, es forzoso que no haya cumplido la
acción típica. Es decir, que no se puede ser partícipe en el mismo hecho típico
que se ha ejecutado. Esto es tan exacto que SCHONKE define la autoría por
exclusión, diciendo que "es autor quien con voluntad de autor pone una
condición del resultado, en tanto que no sea penado como instigador o como
partícipe (Kommentar, 47,I).
2. Participar es ejecutar una acción; es una forma de actuar; no un mero
conocimiento del hecho, sino una contribución a producirlo. Por eso la
expresión autor moral es equivocada, porque el partícipe contribuye siempre
efectivamente a la producción del hecho (SOLER, Derecho Penal, II, 8 53, IV.
b]).
2 - HIPÓTESIS EXCLUIDAS. Como se vio, están excluidos de los principios
de la participación los autores y quienes sólo se vinculan al hecho después de
consumado (encubridores).
A. AUTORES. La distinción entre autores y partícipes es de importancia, no
solamente para determinar la pena que corresponde aplicar, sino, también,
porque las condiciones típicas de autor no son siempre las mismas para el
autor propiamente dicho y para el partícipe (véase infra, II, 2-, A., 2. y 3.).
Para establecer el distingo entre autor y partícipe la doctrina ha efectuado
diversas formulaciones. Entre otras pueden citarse:
1) El Código italiano sigue el concepto único de autor, según el cual toda
contribución causal al resultado típico importa autoría. Dentro de esa fórmula
material-objetiva se concibieron diversas variantes que, siguiendo a algunas
doctrinas sobre la causalidad y distinguiendo entre causa y condición,
asignaban carácter de autor al que había puesto la primera y el de partícipe al
que sólo había colocado una condición.
2) La teoría formal-objetiva consideró autor a quien ejecuta por sí mismo,
total o parcialmente, las acciones descriptas en los tipos penales; las restantes
personas que intervienen en el delito son cómplices o instigadores.
3) La teoría subjetiva efectuaba la disposición sobre la base de la dirección de
la voluntad del agente y no de su aporte material. Es considerado autor, en tal
caso, quien quiere el hecho para sí, y cómplice el que quiere el hecho para
otro, que actúa como socio.
4) El criterio del dominio del hecho sostiene, con Hans WELZEL, que es
autor quien mediante la conducción consciente del fin del acontecer causal, en
relación al resultado típico, es señor sobre la realización de la conducta
descripta en el tipo. Es cómplice, en cambio, quien no tiene la disponibilidad
del hecho (cfr. Cám. Crim. Corr. Fed. Capital y C.S.J.N., Fallos, t. 309, págs.
1584 y sigs.).
Dentro del concepto de autor están comprendidos:
a. Quienes ejecutan la acción típica. El artículo 45 del Código Penal argentino
los individualiza diciendo: "los que tomasen parte en la ejecución del hecho".
Quienes cumplen tales funciones son autores; lo mismo da que actúen solos o
con la intervención de otros (coautores).
b. Los actores -más de uno- exigidos por el tipo para que se configure el
delito. Es ésta la impropiamente llamada participación necesaria. Su
característica más propia es la pluralidad de autores como exigencia típica.
De suerte que lo necesario es esa pluralidad de autores.
Ejemplos de esta forma de participación necesaria pueden ser la asociación
ilícita (art. 210) y el cohecho (arts. 256 y 257), entre otros.
Aun entendida la participación en sentido muy amplio, quedan excluidos
de la llamada participación necesaria, aunque su obrar está previsto como
indispensable en el tipo, quienes, como víctimas, ejecutan una acción
necesaria para que el delito se configure por la sencilla razón de que no son
actores. Tal es el caso del estupro (art. 120), el rapto consentido (art. 131) y
otros (NUÑEZ, Derecho Penal, II, pág. 212). Los autores alemanes ponen el
ejemplo de la usura (WELZEL, Derecho Penal, 16, VI; MEZGER, Libro de
Estudio, 92,3). En tales casos no hay duda de que la víctima debe cumplir una
parte de la acción típica; pero es una insensatez pensar en que tales personas
puedan ser punibles como autores o como partícipes, cuando son sus bienes
jurídicos, precisamente, los protegidos por la norma.
c. Quienes se valen de otra persona como instrumento. En tales casos la
autoría directa o inmediata resulta de la falta de acción en el individuo
utilizado como cosa. De modo que quien se vale de él actúa como si fuera el
único ser humano que participa en el hecho típico. Supuesto claro de falta de
acción es el del violentado en la fuerza física irresistible.
d. Los autores mediatos. Son autores mediatos quienes se valen de un
inimputable, de un inculpable o de un aparato organizado de poder para
cometer el delito. Tal el caso, por ejemplo, de un médico que para matar a un
paciente, le indica a su enfermera una medicación que sabe letal, que ésta le
suministrará ignorando sus consecuencias.
En la coacción, lo mismo que en los casos de quien se vale de un inimputable
o de un inculpable por causa de error o ignorancia, la culpabilidad se traslada
del que ejecuta objetivamente –materialmente- la acción, a quien la ejecuta
subjetivamente.
Son muchos los autores y los textos legales que sitúan en una misma
categoría jurídica estos casos y los considerados en el punto anterior. No es lo
mismo: el autor material inimputable o inculpable es, sin embargo, autor; el
violentado no es autor, precisamente porque falta en él la acción.
La autoría mediata cae fuera del concepto restringido de autor, que se
limita a quien cumple la acción típica. Por ello se precisa una fórmula que
comprenda también al autor mediato. Dice CUELLO CALÓN que es autor no
sólo el que personalmente realiza el hecho punible, sino también el que acude
a fuerzas vitales extrañas a su persona, que emplea a modo de instrumento
para su perpetración. Al que en esta forma utiliza el esfuerzo ajeno, agrega, se
le denomina en la doctrina científica autor mediato (Derecho Penal, 9ª ed.,
pág. 548). Guillermo SAUER da este concepto de autor, comprensivo también
del autor mediato: "es autor el que ejecuta el hecho por sí mismo o por medio
de otro, el cual por esta causa no es responsable (o no es totalmente
responsable)" (Derecho Penal, 1959, 25,1, 2. a], pág. 301).
B. ENCUBRIDORES. Es exigencia de la participación que el hecho haya
contribuido a la producción del delito, por lo que los hechos posteriores a su
consumación no responsabilizan como partícipe (CARRARA, Programa,
2829, nota 2; GÓMEZ, E., Tratado, T. 1, nro. 226). Por eso el encubrimiento,
para ser punible, debe ser tipificado como delito autónomo. Por tal motivo,
también, la ayuda o colaboración posterior, es participación si media promesa
anterior al delito, ya que con ésta se pone una causa o condición del resultado.
Esto es lo que resulta del juego de los artículos 46 y 277 del Código Penal. Al
preverse en el primero las acciones de complicidad secundaria, se dice: los
que presten una ayuda posterior cumpliendo promesas anteriores al mismo (al
delito); en tanto que el artículo 277, que se refiere al encubrimiento, dispone:
el que sin promesa anterior al delito, cometiere después de su ejecución,
alguno de los hechos siguientes: 1º Ayudare…. Ésta es la manera correcta de
legislar el encubrimiento.
3 - PARTICIPACIÓN EN LAS FORMAS EXCLUIDAS. Todas las formas de
obrar que hemos señalado como excluidas de la participación admiten, a su
vez, participación. En otras palabras, es posible participar en esos hechos, que
son punibles por sí mismos. Es más; la existencia de autores es indispensable
para que pueda hablarse de partícipes; no es imaginable la comisión de un
delito en el que todos los que intervienen sean partícipes en sentido técnico;
alguien debe ejecutar la acción típicamente antijurídica (DOHNA, La
estructura, pág. 96).
Tampoco la participación en el encubrimiento da motivos para principios
específicos: estando previsto el encubrimiento como una figura autónoma, las
normas generales de la participación son aplicables como en cualquier otro
delito.
4 - EXCEPCIÓN: DELITOS COMETIDOS POR LA IMPRENTA. Por
razones legislativas de base jurídico política, no materiales o técnicas, en el
ordenamiento legal argentino están excluidas de las normas de la participación
en los delitos cometidos por la prensa, "las personas que solamente prestaren
al autor del escrito o grabado la cooperación material necesaria para su
publicación, difusión o venta" (art. 49, Cód. Pen.) .
Se tiende a evitar con esta disposición que aparezcan complicados en los
delitos de imprenta los operadores de tipografía, los diagramadores, el editor,
etcétera, que cooperan generalmente sin propósito criminal. Sin embargo,
aunque este propósito haya existido, el precepto es aplicable, pues determina
una verdadera excepción al principio general, con fines de garantía
(RIVAROLA, Derecho Penal argentino, pág. 554). La Exposición de Motivos
así lo señala: "Sin embargo, aunque las personas nombradas presten sus
servicios con intención criminal y para que el hecho punible se cumpla, el
artículo debe mantenerse, porque la manera amplia como está redactado
consagra una garantía de la libertad de prensa" (Código Penal, edición oficial,
pág. 170).
La ley se refiere a la cooperación material, de suerte que la labor consistente
en considerar o aceptar los escritos o grabados, propia por lo común del
director, no es cubierta por el beneficio; no es una cooperación material. Por
las mismas razones, tampoco puede considerarse al instigador comprendido en
la norma que comentamos. 5 - PARTICIPACIÓN EN LOS DELITOS DE
OMISIÓN. Se acostumbra tratar como un interrogante la posibilidad de
participar en los delitos de omisión. El problema se vincula, esencialmente,
con la relación causal en esta clase de delitos. Pero, resuelta esta cuestión,
como en su lugar se vio, el problema se aclara.
Cabe distinguir la participación omisiva en un delito de comisión, de la
participación activa en los delitos de omisión propia o impropia. La primera
se da cuando alguien acuerda con el autor no hacer y de ese modo no evitar el
resultado de un delito de acción. Por ejemplo, el médico se propone matar a su
paciente suministrándole un veneno en lugar de la medicina, y conviene con la
enfermera que monta guardia junto al enfermo en que no le suministrará el
antídoto mediante el cual la muerte podría ser evitada. Aquí la enfermera
coopera mediante omisión, a la producción del resultado de un delito de
comisión. Su calidad de partícipe resulta del acuerdo, que constituye promesa
anterior y con ello aporte causal (CARRARA, Teoría de la tentativa y de la
complicidad, 297 a 304; JIMÉNEZ DE ASÚA, "Los delitos de omisión", en
Revista de Derecho Penal, Buenos Aires, 1950, año V, nro. 4, pág. 355).
No parece que ofrezca duda la posibilidad de instigar, que es una forma de
participación en los delitos de omisión. Se puede instigar a alguien para que
haga o deje de hacer algo: quien decide a otro a que no preste el auxilio
impuesto por la norma del artículo 108 del Código Penal argentino,
evidentemente lo ha instigado a una omisión.
También es posible complicidad: se comete un delito, y A, que tiene la
obligación legal de denunciarlo, se propone encubrirlo acordando previa y
deliberadamente con B y C que falseen ciertos hechos a fin de cohonestar la
acción del encubridor. En esta hipótesis A es encubridor (autor) mediante
omisión, B y C son cómplices de A en el delito de encubrimiento omisivo
(FIERRO, Teoría de la participación, págs. 45- 46).
6 - PARTICIPACIÓN EN DELITOS CULPOSOS Y PARTICIPACIÓN
CULPOSA. Es éste uno de esos temas que dividen con calor a la doctrina en
partidarios decididos de una u otra posición, es decir de aceptar o negar,
categóricamente, la posibilidad de participación criminal en los delitos
culposos.
Quienes admiten la posibilidad de participar en los delitos culposos, haciendo
particular hincapié en la instigación, innegable acto de participar, afirman que
la concurrencia de voluntades en un hecho delictuoso, que caracteriza la
participación, en nada cambia por el hecho de que se esté ante especies
distintas de la culpa penal. Ésta es la posición, entre otros, de GÓMEZ, E.
(Tratado, T. I, pág. 494), que comparte SOLER, particularmente en lo que se
refiere a la instigación (Derecho Penal, II, 43, XIII y 57, VIII). El argumento
que se esgrime es falaz.
1. Para decidir sobre el punto, es preciso comenzar distinguiendo la
participación en hechos culposos de la participación culposa. La instigación
en sí debe ser dolosa: una cosa es instigación culposa y otra instigación
dolosa a un delito culposo. Esta diferencia ya fue señalada por M. E.
MAYER, para quien no es imaginable instigación ni complicidad culposa.
Instigación, en sentido técnico, es una acción dolosa. Complicidad es,
también, actuar doloso (Der allgemeine Teil, págs. 392, VI, 11, 1, a] y 398, B
II, 2, a]). La distinción aparece en SCHONKE, que no acepta forma alguna de
participación culposa (Kommentar, 48, VI; 49, IV; 3 47, I y 48, IV). La admite
GONZÁLEZ ROURA (Derecho Penal, T. II, nro. 168, pág. 206).
Lo dicho no debe conducir a suponer que quien pone culposamente una
condición del resultado está exento de pena; lo que ocurre es que esa conducta
no se rige por los principios generales de la participación; porque en el obrar
culposo no se puede hablar de concurrencia de voluntad para la producción del
hecho común, ni de comunicación de las relaciones, circunstancias o calidades
que agravan la penalidad, por el hecho de conocerlas (véase infra, II,2-, A, 4).
Como CARRARA enseñó, la intervención culposa se resuelve fuera de las
reglas generales de la participación, ateniéndose al propio hecho, a la propia
culpa (Programa, 437).
2. Excluida la hipótesis de participación culposa, nos definimos también en
contra de la posibilidad de cualquier forma de participación en hechos
culposos. Pensamos así por una razón que nos parece clara: participar en
sentido jurídico penal, es participar en un delito, no en una conducta
imprudente, sin relevancia penal en sí misma. El pasajero que se pone de
acuerdo con el conductor para marchar a exceso de velocidad, "participa" en
eso, y no en el delito que pueda resultar de la conducta imprudente; si hubiera
acuerdo para esto último, ya no podría pensarse en un delito culposo, sino
doloso. Lo mismo, exactamente lo mismo, ocurre con el pasajero que instiga
al chofer para que corra. La imprudencia y la negligencia no son punibles en sí
mismas; sólo están amenazados con pena los resultados típicos causados por
esa falta de diligencia. De modo que participar en la imprudencia o la
negligencia es participar en conductas no punibles, participar en nada para el
Derecho Penal.
Tiene razón Hans WELZEL cuando dice que la participación en delitos
culposos es una construcción "puramente jurídica", dando a esta palabra un
sentido peyorativo (Derecho Penal, 16,3; en idéntico sentido
BOCKELMANN, Paul, Relaciones entre autoría y participación, pág. 30,
trad. de FONTÁN BALESTRA con la colab. de Eduardo FRIKER). Rechaza
BOCKELMANN la opinión de quienes consideran instigación al homicidio
culposo en el conocido caso del médico que mata a un paciente valiéndose de
la enfermera distraída a la que hace aplicar una inyección letal en lugar de la
droga indicada. Hay en el caso, dice, homicidio en autoría mediata por parte
del médico (op. y loc. cit.). En cuanto al ejemplo de SOLER para la
complicidad, ejemplo académico, si los hay, el conductor y el acompañante
que se ponen de acuerdo para viajar a exceso de velocidad y mientras el uno
guía el otro da presión al aceite, no escapa al principio general: en el caso
conductor y acompañante se ponen de acuerdo para la imprudencia, no para
el delito y ambos hacen andar el auto a exceso de velocidad, que es la acción
imprudente (no la de manejar el volante). Conductor y acompañante son así
responsables por sí mismos, porque los dos han realizado actos imprudentes
de autor. Puede verse sobre el tema: JIMÉNEZ DE ASUA, "La orientación
moderna de las nociones de autor en la infracción y de participación en la
infracción", en Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1957, IV, 9 y 10; id., Tratado, T.
V, nros. 1668 y 1644).
La Cámara del Crimen de la Capital, en una sentencia, condenó por
autoría mediata al padre de una menor que, al tanto de la impericia de su hija,
con manifiesta imprudencia, le cedió la conducción del automóvil que, en un
lugar inadecuado al efecto y por obra de una maniobra incorrecta, produjo la
muerte de una persona (J.A., 19-VII- 1978, con nota crítica de Daniel E.
CARRERA).
7 -PARTICIPACIÓN EN DELITOS PRETERINTENCIONALES. El
problema de la participación en los delitos preterintencionales no parece
provocar el interés de los autores. Entre nosotros lo trata Eusebio GÓMEZ,
para quien nada se opone a la participación en esta clase de hechos, puesto que
es perfectamente posible concretar el acuerdo de voluntades para el delito
(Tratado, T. 1, nro. 234, c], pág. 495). No debe perderse de vista para valorar
la opinión del destacado penalista, que para él los delitos preterintencionales
son una forma de delito doloso (op. cit., T. 1, pág. 443, nro. 201). De modo tal
que el planteo específico desaparece y se desdibujan los problemas de la
culpabilidad sustentados en el probabilismo causal, que en su lugar hemos
señalado para los hechos preterintencionales. Aborda el tema G. J., FIERRO,
y lo resuelve, a nuestro ver, correctamente, al admitir la posibilidad de
cooperación criminal "en cuanto a su aspecto doloso, pero no así a su
remanente culposo" (Teoría de la participación, pág. 65).
III. La instigación
IV. La complicidad