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UNIDAD 7.

- RESPONSABILIDAD PERSONAL (CULPABILIDAD)


Y CAUSAS DE EXCLUSIÓN

I. FUNDAMENTO DE LA RESPONSABILIDAD PERSONAL

La realización de un comportamiento prohibido por la norma de conducta penal


da lugar a un hecho penalmente antijurídico (y por lo tanto, obviamente, típico).
No obstante ello no basta para la aplicación de la norma de sanción (pena).
Para ello será preciso comprobar la responsabilidad del sujeto por el hecho
cometido, es decir, el hecho penalmente antijurídico deberá ser atribuible al
sujeto por concurrir los requisitos de responsabilidad penal necesarios.

Sólo una vez confirmado el tipo y antijuricidad penales, y por lo tanto la


infracción personal de una norma de conducta, tiene sentido examinar si dicha
infracción se ha cometido en condiciones de responsabilidad personal que
permitan una atribución definitiva del hecho cometido. La finalidad es
comprobar si la conducta antijurídica se ha llevado a cabo en condiciones de
madurez psíquica o en situación de normalidad, que permitan decir que las
condiciones en las que ha actuado una persona concreta son las que pudieran
atribuirse a cualquier otra. Sólo de este modo, el hacer responsable a alguien
por su actuación no infringirá los principios de igualdad y dignidad humana.

Se ha debatido y se debate bajo qué presupuestos puede hacerse a una


persona un reproche de culpabilidad y si estos presupuestos se dan en
Derecho penal.

Buena parte de la doctrina aboga por fundamentar dicho reproche en la libertad


de voluntad. De acuerdo con ello, contenido del reproche de culpabilidad es
siempre la constatación de que el culpable tenía una alternativa al
comportamiento que se le ha reprochado, es decir, que podía actuar de un
modo distinto. De no tener esta alternativa no podría reprochársele el injusto
cometido. En consecuencia, se le reprocha haber cometido un hecho con
relevancia penal, cuando en realidad podía haber actuado conforme la norma.

Sin libertad de voluntad no hay alternativas de comportamiento y sin


alternativas de comportamiento no hay reproche de culpabilidad. Postura, pues
indeterminista, para la cual la experiencia de la culpabilidad no es más que el
resultado de la represión de los instintos humanos a través de la socialización,
y el Derecho penal de culpabilidad, un instrumento destacado de represión
social y estatal.

La postura contraria, aquella que niega posibilidad de demostrar la libertad del


hombre, y por lo tanto, el poder actuar de otro modo, es la defendida desde
concepciones más o menos deterministas. Para ellos el comportamiento del
hombre, al igual que sucede en todo el acontecer de la naturaleza, es el
resultado de leyes causales. En consecuencia, no es posible hablar de
reproche de culpabilidad, pues, si la persona está gobernada por sus instintos y
miedos y emociones, no tiene la posibilidad de poder actuar de modo distinto
en la situación real de la acción. Podrá observarse que un determinismo
extremo no podrá dar respuesta a la cuestión de cómo se configura o debe
configurarse su reacción ante el delito. De todos modos parece difícil negar que
la decisión humana se halla determinada por la concurrencia de diversos
factores que todos ellos convergen en el proceso de motivación: la disposición
hereditaria, la ansiedad, el optimismo o el miedo pueden dar origen a una
determinada personalidad, que reaccionará de forma peculiar ante las distintas
experiencias vitales. No obstante, debido a la imposibilidad de demostrar tanto
la libertad de voluntad como un determinismo a ultranza, lo aconsejable es
buscar el fundamento de esta categoría por otros caminos.

Desde una concepción preventiva (limitada) de la pena, como la que aquí se ha


defendido, cabe buscar el fundamento de la culpabilidad en la necesidad de
pena que existe ante los sujetos "normales", pero que acaso deja de concurrir
respecto de quienes no tienen la suficiente capacidad por razones psíquicas -
entendidas estas en un sentido amplio- o situacionales concretas para procesar
adecuadamente la norma de conducta. Respecto de ellos, tampoco la
prevención especial ofrece un fundamento a la imposición de la pena, sino todo
lo contrario, se muestra como un instrumento destinado al fracaso. El
fundamento de la culpabilidad, o en términos que considero preferibles,
responsabilidad penal, debe verse en la no concurrencia de circunstancias
personales o situacionales que impidan la atribución - a no ser que concurra la
estructura de la actio libera in causa- del hecho penalmente antijurídico,
impedimento que se dará en todos aquellos sujetos que tengan en el momento
del hecho unas capacidades personales inferiores al hombre medio que les
impidan- y no por falta de conocimiento de la situación o por falta de conciencia
de la antijuricidad- una correcta adecuación de su comportamiento a la norma.
Es pues un concepto negativo que no implica ningún juicio de reprochabilidad,
ni de poder actuar de otro modo, ni por lo tanto significa un juicio sobre el libre
albedrío. En la responsabilidad penal se tratará de decidir si a pesar de la
existencia de un hecho antijurídico imputable, éste puede ser atribuido -
imputado, o como algún autor sugiere, imputación personal- al sujeto por
motivos diferentes a los de la prohibición. Se trata de un conjunto de criterios
de carácter estrictamente personal que aconsejan no imponer una pena a un
sujeto determinado, estimándose a veces más conveniente la aplicación de
otras medidas o incluso, en algunos casos, acudir tan sólo a reparaciones de
carácter civil. En definitiva, la función de la categoría de la antijuricidad penal
reside en delimitar aquellos hechos penalmente lesivos no realizados en
contextos de justificación, tanto desde la perspectiva intersubjetiva, como
desde una perspectiva subjetiva. Mientras que en la responsabilidad penal
deberán tenerse en cuenta aquellas capacidades propias del sujeto que no
afectan ya al desvalor penal del hecho, sino sólo a la posibilidad de su
atribución individual.

Por ello su contenido debe reducirse a la comprobación de tres cuestiones: a)


el conocimiento de la antijuricidad; b) a la exigibilidad de la conducta adecuada
a derecho, por suponer lo contrario la imposición de actos heroicos, lo que
vulneraría el principio de humanidad; y c) la imputabilidad, esto es el examen
de que las capacidades psíquicas y de madurez del candidato a la imputación
son equivalentes a las de cualquier ciudadano.

II. CONOCIMIENTO DE LA ANTIJURICIDAD Y ERROR DE PROHIBICIÓN

Para que el autor de un hecho típico y antijurídico pueda ser considerado


responsable personalmente desde la perspectiva penal, y por lo tanto, sea
procedente imponerle una pena, es necesario que haya conocido la prohibición
del hecho cometido.

El desconocimiento de la prohibición da lugar a la aplicación de las reglas de


prohibición contempladas en el Art. 14.3 CP.

De acuerdo con lo dispuesto en el Art.14.3. deben distinguirse los siguientes


supuestos:

a) Error de prohibición invencible. Excluye la responsabilidad criminal por


ausencia de responsabilidad personal (culpabilidad).

b) Error de prohibición vencible. Atenúa la responsabilidad criminal permitiendo


la rebaja de la pena en un o dos grados, por disminución de la responsabilidad
personal (culpabilidad).
III. EXIGIBILIDAD Y MIEDO INSUPERABLE (ART. 20.6)

Para que una persona pueda ser considerada penalmente responsable, la


conducta adecuada a derecho debe serle personalmente exigible. Estaremos
frente a una situación de inexigibilidad de la conducta adecuada a derecho
cuando las circunstancias situacionales son anormales y no puede exigirse al
sujeto la realización de una conducta heroica. Así pues, el fundamento de la
exclusión de la responsabilidad personal en estos casos debe buscarse en que
el Derecho penal no puede exigir a las personas conductas que sobrepasen lo
normalmente exigible en una sociedad democrática.

La persona que se halla en una situación de inexigibilidad está amparada por la


causa de exclusión de la responsabilidad penal prevista en el Art. 20.6. CP,
miedo insuperable, que impide tanto la imposición de pena como de medidas
de seguridad.

Requisitos del miedo insuperable:

1. Parte objetiva:

• amenaza de un mal

• Carácter insuperable del mal desde una perspectiva ex-ante y del hombre
normativo ideal en la posición del autor.
2. Parte Subjetiva: conocer la presencia del mal y su carácter insuperable.

Si no concurren todos los elementos del miedo insuperable puede imponerse


una eximente incompleta.

III. IMPUTABILIDAD Y LAS EXIMENTES PREVISTAS EN LOS NÚM. 1, 2 Y 3


DEL ARTÍCULO 20 Y ART. 19 (MINORIA DE EDAD PENAL) DEL CÓDIGO
PENAL

1. Naturaleza
Es común entender que las llamadas cláusulas de inimputabilidad pueden
configurarse de distintas formas. Así la doctrina distingue entre fórmulas
biológicas o psiquiátricas, fórmulas psicológicas y fórmulas mixtas. Una causa
de inimputabilidad está redactada conforme a una fórmula biológica o
psiquiátrica cuando para la exención es suficiente comprobar que el sujeto
padece de forma endógena alguna de las anomalías relevantes. La fórmula
psicológica, por contra, se contenta con el efecto que produce la anomalía sin
exigir base biológica alguna. Finalmente las fórmulas mixtas combinan los
requisitos de ambas, requiriendo una base biológica que produzca en el
momento del hecho los efectos psicológicos exigidos. La utilización de esta
terminología - biológico, psicológico, mixto- necesita de una revisión y
actualización de acuerdo con los avances que ha experimentado la psiquiatría
en los últimos años. Veremos, al estudiar los distintos presupuestos exigidos
por el precepto, que la ciencia médica se resiste a separar de forma nítida
trastornos mentales de enfermedades médicas, reconociendo una recíproca
interacción entre lo somático y lo psíquico. Hecha esta advertencia, y de
momento siguiendo la clasificación tradicional, resulta claro que los Art. 20.1 y
20.3 CP ya no contiene una fórmula biológica (o psiquiátrica) sino claramente
una fórmula mixta biológica-psicológica, interpretación que ya había sido
adoptada por la doctrina y jurisprudencia mayoritarias en relación al Art. 8.1 CP
1973. Por el contrario la eximente prevista en el número 2 del Art. 20 se basa
fundamentalmente en una fórmula psicológica.

La interpretación mayoritaria de la fórmula mixta entiende que además de la


concurrencia del estado defectuoso, (cuya constatación es competencia del
perito), hay que probar el efecto psicológico de inimputabilidad, (cuya
constatación es competencia del Juez), y la relación causal de ambos con el
delito cometido, esto es que este último se deba al efecto de inimputabilidad
producido por la alteración o anomalía mental.

STS 15 diciembre 1992: debe analizarse hasta que punto el acto realizado es tributario de
aquella enfermedad, esto es, hasta qué punto existe una relación causal entre la enfermedad
del sujeto y el acto ilícito cometido sin que sea suficiente para afirmar una inimputabilidad
respecto al acto concreto, una coincidencia cronológica anomalía-delito, sino que ha de exigirse
penalmente hablando que exista una cierta relación causal entre el estado mental del autor y el
hecho por él cometido o en palabras llanas que el delito sea producto de su locura. STS 20
septiembre 1993: la disminución de la responsabilidad penal exigirá, eso sí, la necesaria
relación causal psíquica entre el hecho y la anormalidad caracteriológica padecida. STS 30
noviembre 1996: necesidad de examinar hasta que punto existe una relación causal entre la
enfermedad del sujeto y el acto ilícito cometido sin que sea suficiente para afirmar la
inimputabilidad respecto al acto concreto, una coincidencia cronológica anomalía-delito, sino
que ha de exigirse penalmente hablando que exista una cierta relación causal entre el estado
mental del autor y el hecho por él cometido, o en palabras llanas que el delito sea producto de
su locura. STS 20 enero 1993: es menester poner en relación la alteración mental con el acto
delictivo de que se trata. STS 23 mayo 1995: relación causal entre la enfermedad del sujeto y el
acto ilícito, sin que sea suficiente una coincidencia cronológica, o sea que el delito sea producto
de su locura.

Para poder eximir deberá probarse, entonces, la presencia de los siguientes


requisitos:

a) La comisión de una infracción penal. El estudio de este elemento adquiere


importancia no sólo como requisito de la exención, sino también como
presupuesto para la imposición de consecuencias jurídico-penales, pues si no
se comete una infracción penal, no podrá imponerse medida de seguridad
alguna, (pero lo cierto es que tampoco una pena). Ante todo, hay que admitir
que la infracción hace referencia tanto a delitos como a faltas, pues el CP 95
cuando se ha querido referir sólo a delitos en sentido estricto así lo ha hecho,
salvo alguna excepción. Es decir, quedan exentos de responsabilidad criminal
tanto si lo que se comete debe ser calificado de delito en sentido estricto como
de falta. Otra cosa distinta es que sólo los que hayan realizado un delito
puedan ser sometidos a medidas de seguridad.

Infracción criminal hace referencia al hecho que desde una perspectiva


intersubjetiva quepa calificar de típicamente antijurídico; no es asimilable a la
totalidad del injusto personal, pues se excluyen los juicios de imputación
subjetiva.

b) El elemento médico-normativo, es decir, la presencia de una anomalía o


alteración psíquica (Art. 20.1), o el estado de intoxicación plena o síndrome de
abstinencia (Art. 20.2) o tener alterada gravemente la conciencia de la realidad
(Art. 20.3.);

c) El elemento psicológico-normativo, es decir, que el estado defectuoso


produzca determinados efectos, concretamente el estado defectuoso debe
impedir que el sujeto pueda comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme
a esta comprensión;

d) El presupuesto temporal (principio de coincidencia), El elemento temporal,


obliga a que el estado defectuoso concurra al tiempo de cometer la infracción
penal, es decir, en el momento de realizar la acción antijurídica: sólo eximirá de
responsabilidad penal la anomalía o alteración psíquica que además de
producir el efecto psicológico-normativo descrito despliegue dichos efectos al
tiempo de cometer el hecho injusto. De este modo, se acepta de forma expresa
el principio de coincidencia o simultaneidad, esto es, la necesidad de que
injusto y culpabilidad concurran en un mismo momento.

e) La ausencia de provocación del estado defectuoso o eximente (actio libera in


causa); y

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