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POSVENCIÓN: La deconstrucción del proceso destructivo

Lic. Carlos Martínez


17 de marzo de 2005
1. Introducción

¿Cuánto y cómo los mundos cognitivos que la subjetividad personal define,


difieren de lo que el mundo y la vida social son? (Wainstein, 2002).
De esta pregunta central, si del modo de conocimiento y la calidad del aprendizaje
se trata, se pueden abrir otras no menos importantes y complementarias: ¿cómo
interviene y/o determina el mapa de esa subjetividad tal diferencia? ¿quién
modifica qué? O qué es lo que modifica ese quién? ¿Hay qué y quién?
En esta contextualidad interdependiente se va articulando la implicación mutua,
que lejos de ser un proceso intencional, va moldeando posicionamientos que dan
lugar a nuevos procesos imbricados en una compleja lógica que a veces sólo
llegamos a conocer por sus resultados.

2. Posvención

Posvención es un concepto de la suicidología que se usa para enmarcar las


intervenciones posteriores a un evento autodestructivo, también llamadas post-
intervenciones (Moron,1992).
Lo más cercano a este concepto en la teoría tradicional de la Prevención es lo que
Caplan (1966) llama prevención terciaria o rehabilitación, que no puede ser
llamada en sentido estricto prevención, ya que en todo caso estamos hablando del
acontecimiento de un evento que no se pudo prevenir.
Moron intenta salvar esta cuestión paradojal definiendo la posvención como la
prevención de la reincidencia. Ambos autores en su lógica hacen valer su
posicionamiento ideológico, en tanto la enfermedad o el evento destructivo son
prevenibles o “posvenibles” en la medida que haya alguien poseedor de un saber
legitimado capaz de llamar y dar a conocer su intervención como prevención o
posvención. Es decir la lógica es la de la asistencia (profesional) y la ideología se
muestra en una centralidad del protagonismo de las intervenciones profesionales.
Lo cierto es que existen por doquier distintos tipos de intervenciones efectivas,
algunas más otras menos eficaces, que no están validadas en el saber profesional
académico; más aún si tenemos en cuenta que no es ésta una disciplina abordada
y estudiada en los contextos universitarios argentinos en particular y
latinoamericanos en general, a pesar que existe una previsión de un millón y
medio de suicidios anuales en el mundo para el año 2020 (OMS, 2003).
Quizás un aspecto importante de la prevención pase primero por poder definir
epidemiológicamente el riesgo, es decir conocer el problema en su magnitud,
composición y configuración; luego por recolectar esos saberes dispersos en la
comunidad, procesarlos, sistematizarlos y volverlos a su fuente como saber de la
comunidad válido para intervenciones a nivel local.
Hasta aquí tenemos una contextuación interdependiente que muestra la ecología
de un intercambio destructivo de un conocimiento que llega tarde, teniendo en
cuenta la cantidad de años potenciales de vida perdidos, con su consecuente
costo económico y en capital humano, sobre todo si tenemos en cuenta que las
tasas más altas de riesgo se dan entre los adolescentes y los mayores de 60
años.
Una vez producido el evento autodestructivo se puede pensar la posvención como
la intervención orientada a brindar insumos para afrontar una pérdida afectiva
inesperada, tomando conciencia de la crisis, logrando un mejor reconocimiento de
los sentimientos de pesar y tristeza, identificando a los sujetos en riesgo de
estructurar un cuadro psicopatológico y reduciendo los sentimientos de confusión
y ansiedad (Casullo, 2000).

3. La antinomia Construcción/Destrucción

Es habitual pensar la construcción como el proceso opuesto a la destrucción y


quizás semánticamente muchas veces sea así, pero como de constructivismo se
trata y del valor de la diferencia entre proceso cognoscente y experiencia

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conocida, es cierto también que hay algunas relaciones por descubrir e
instrumentar en el eje de esta antinomia a favor de un esquema de conocimiento
más amplio que posibilite intervenciones más flexibles y oportunas.
Aplicando la categoría destrucción a la realidad intrapsíquica, podemos vincularla
al constructo agresión como referencia estructural ya que el término violencia en la
literatura científica queda circunscripto a las conductas inadaptadas o delictivas
(Folino y Escobar Córdoba, 2004) .
Un biologista como Hacker (1973) define la agresión como la disposición y energía
inmanentes al hombre que se expresan en formas individuales y colectivas de
autoafirmación, aprendidas y transmitidas socialmente, que pueden llegar a la
crueldad.
Si la destrucción es un proceso, como la construcción. Si ese proceso, transmisión
o reincidencia se puede interrumpir en un momento dado, eso quiere decir que
hay matices, intensidades y alcances del despliegue de esa inmanencia.
Entonces se puede hablar de la construcción del proceso destructivo como la serie
de crisis o tránsitos progresivos que van mojonando un territorio que se va
vulnerabilizando hasta su inconsistencia, cuya cartografía muestra el avance del
riesgo, permitiendo intervenciones calculadas que capitalicen aquellos enclaves
aún no tomados para ser utilizados en un nuevo proceso que se llamará
deconstrucción.
En este sentido la posvención como deconstrucción del proceso destructivo
consiste en la desarticulación y resguardo de las instancias más enérgicas de esa
disposición en conflicto con otras instancias del contexto tanto interno como
externo, para luego ser rearticuladas en un nuevo proceso constructivo con otra
dirección y otro sentido.
Si esta dinámica se produce en un contexto clínico, tanto individual, institucional
como social, los primeros enclaves a calcular son aquellos que se manifiestan en
el sistema de creencias y en la economía distributiva de roles, verdades y
ocultamientos.

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Por eso la tarea posventiva se lleva a cabo una vez desplegado el conflicto y
consiste en incluir creativamente en la tarea de su resolución los articuladores
necesarios para evitar que el mismo se reproduzca en los mismo términos.
La posvención estaría asegurada cuando la evaluación del desarrollo de los
indicadores anuncia que un nuevo conflicto tendrá mayor complejidad y mejores
vías de resolución.
De esta manera quedan de lado conceptos como la rehabilitación en tanto
recuperación de recursos residuales, la práctica profesional centrada en cierta
moralidad cercana al dogmatismo religioso (de cualquier signo), dando lugar una
previsibilidad calculable en el marco de una lógica que para desplegar toda su
potencialidad requiere de parámetros éticos claros y rigurosos.

4. Conclusiones

Si se toma la relación hasta aquí descripta entre el profesional y un


determinado problema a abordar, se ve claramente la premisa batesoniana de
esta interacción como parte de un sistema ecológico de conocimiento que en este
caso queda reducido a un constructo limitado al modo de abordar las
consecuencias y los efectos de un determinado tipo de muerte “elegido” por el
hombre.
Si en cambio se lleva la perspectiva deconstruccionista hasta el máximo
de su potencialidad, en primer lugar no sólo se incide en la manera de conocer–se
entre el profesional y un problema determinado, sino que se crean, además,
recursos para el conocimiento del conflicto por parte de aquel que lo protagoniza.
Desde esta mirada la intervención deja de estar del lado de los efectos
de una muerte para pasar a ubicarse en una particular modalidad de abordar los
conflictos humanos, antes de que éstos pasen a ser insoportables y la solución,
única y final.
Desde la Salud Pública, además de la reducción de gastos, se habilita a
profesionales en su puesto de trabajo habitual para un determinado tipo de
intervención en vez de requerir, cada día más la presencia del especialista.

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En la relación ciencia/sociedad se genera un lenguaje diferente de
habilitación para la transformación de una realidad, que por creciente no deja de
ser resoluble, por lo tanto más humana, por lo tanto más comprometida, por lo
tanto más vital y epistemológicamente social, no sólo para la Psicología, sino para
todo el conjunto disciplinario destinado a ocuparse que la muerte no sea una
solución para muchos seres humanos sino un evento que marca la contingencia
de nuestra naturaleza.

5. Bibliografía

Caplan, G. (1966) Principios de Psiquiatría Preventiva. Buenos Aires. Editorial


Paidós
Casullo, M., Bonaldi, P. Y Fernández Liporace, M. (2000). Comportamientos
suicidas en la adolescencia. Morir antes de la muerte. Buenos Aires. Lugar
editorial
Folino, J. y Escobar Córdoba, F. (2004). Nuevos aportes a la evaluación del
riesgo de violencia. MedUNAB 2004; 7: 99-105
Hacker, F. (1973). Agresión. Barcelona. Ed. Grijalbo
Moron, P. (1992). El suicidio. México. Presses Universitaires de France.
Publicaciones Cruz O., S.A.
Organización Mundial de la Salud. (2003). Informe Mundial sobre la Violencia y la
Salud.
Wainstein, M. (2002). Comunicación: Un paradigma de la mente. 2da. Edición.
Eudeba.

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