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El poema lírico
I. Antología o florilegio
PARÁBOLA I RIMA IV
Antonio Machado Gustavo Adolfo Bécquer
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Mientras haya unos ojos que reflejen
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
los ojos que los miran;
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;
CARICIA
mientras sentirse puedan en un beso
Gabriela Mistral
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía! Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
RIMA XXX no te deja ni mirar…
Gustavo Adolfo Bécquer
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Asomaba a sus ojos una lágrima Cuando escondes a tu hijito
y a mi labio una frase de perdón; ni se le oye respirar…
habló el orgullo y se enjugó su llanto
y la frase en mis labios expiró. Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
Yo voy por un camino, ella por otro; y qué lindo niño veo
pero al pensar en nuestro mutuo amor, a tus ojos asomar…
yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?»
Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?» El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
EN PAZ a tu hijo y nada más.
Amado Nervo
Los ojitos que me diste
me los tengo de gastar
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
en seguirte por los valles,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
por el cielo y por el mar…
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
HAGAMOS UN TRATO
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
Mario Benedetti
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
Compañera,
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
usted sabe
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
que puede contar conmigo,
no hasta dos o hasta diez
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
sino contar conmigo.
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Si alguna vez advierte
que la miro a los ojos,
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y una veta de amor
¡ADIÓS!
reconoce en los míos,
Alfonsina Storni
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
Las cosas que mueren jamás resucitan,
o tal vez porque existe,
las cosas que mueren no tornan jamás.
usted puede contar
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
conmigo. es polvo por siempre y por siempre será!
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