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ANEXO: CORPUS POÉTICO te quiero por tu mirada 

que mira y siembra futuro 

“Rima IV” de Becquer. tu boca que es tuya y mía 


tu boca no se equivoca 
te quiero porque tu boca 
No digáis que, agotado su tesoro,  sabe gritar rebeldía 
de asuntos falta, enmudeció la lira; 
podrá no haber poetas; pero siempre  si te quiero es porque sos 
habrá poesía.  mi amor mi cómplice y todo 
y en la calle codo a codo 
Mientras las ondas de la luz al beso  somos mucho más que dos 
palpiten encendidas, 
mientras el sol las desgarradas nubes  y por tu rostro sincero 
de fuego y oro vista,  y tu paso vagabundo 
mientras el aire en su regazo lleve  y tu llanto por el mundo 
perfumes y armonías,  porque sos pueblo te quiero 
mientras haya en el mundo primavera, 
¡habrá poesía!  y porque amor no es aureola 
ni cándida moraleja 
Mientras la ciencia a descubrir no alcance  y porque somos pareja 
las fuentes de la vida,  que sabe que no está sola 
y en el mar o en el cielo haya un abismo 
que al cálculo resista,  te quiero en mi paraíso 
mientras la humanidad siempre avanzando  es decir que en mi país 
no sepa a dó camina,  la gente viva feliz 
mientras haya un misterio para el hombre,  aunque no tenga permiso 
¡habrá poesía! 
si te quiero es porque sos 
Mientras se sienta que se ríe el alma,  mi amor mi cómplice y todo 
sin que los labios rían;  y en la calle codo a codo 
mientras se llore, sin que el llanto acuda  somos mucho más que dos.
a nublar la pupila; 
mientras el corazón y la cabeza 
batallando prosigan,  “Tu dulzura” de Alfonsina Storni.
mientras haya esperanzas y recuerdos, 
¡habrá poesía!  Camino lentamente por la senda de acacias,
me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
Mientras haya unos ojos que reflejen  mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
los ojos que los miran,  y el alma es como espuma de las aristocracias.
mientras responda el labio suspirando 
al labio que suspira,  Genio bueno: este día conmigo te congracias,
mientras sentirse puedan en un beso  apenas un suspiro me torna eterna y breve...
dos almas confundidas,  ¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
mientras exista una mujer hermosa,  En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.
¡habrá poesía!
Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego,
dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
“Te quiero” de Mario Benedetti. llenóseme la boca de mieles perfumadas.
Tus manos son mi caricia  Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío
mis acordes cotidianos  mucho temo volverme corriendo al caserío
te quiero porque tus manos  prendidas en mis labios mariposas doradas.
trabajan por la justicia 

si te quiero es porque sos 


mi amor mi cómplice y todo 
y en la calle codo a codo 
somos mucho más que dos 

tus ojos son mi conjuro 


contra la mala jornada 
“Llorar a lágrima viva” de Oliverio Girondo a quien rescataba de su soledad.
Era un callejero y era el personaje
Llorar a chorros. de la puerta abierta en cualquier hogar
Llorar la digestión. y era en nuestro barrio como del paisaje,
Llorar el sueño. el sereno, el cura y todos los demás.
Llorar ante las puertas y los puertos. Era el callejero de las cosas bellas
Llorar de amabilidad y de amarillo. y se fue con ellas cuando se marchó;
Abrir las canillas, se bebió de golpe todas las estrellas,
las compuertas del llanto. se quedó dormido y ya no despertó.
Empaparnos el alma, Nos dejó el espacio como testamento,
la camiseta. lleno de nostalgia, lleno de emoción.
Inundar las veredas y los paseos, Vaga su recuerdo por los sentimientos
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto. para derramarlos en esta canción.
Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África, “María la sirvienta” de Juan Gelman
llorando.
Llorar como un cacuy, Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,
como un cocodrilo... era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,
si es verdad pero lo importante fue que en la valija le encontraron
que los cacuyes y los cocodrilos un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.
no dejan nunca de llorar.
Qué manera era esa de pecar de pecar,
Llorarlo todo, decían las señoras acostumbradas a la discreción
pero llorarlo bien. y en señal de horror levantaban las cejas
Llorarlo con la nariz, con un breve vuelo no desprovisto de encanto.
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, Los señores meditaron rápidamente sobre los peligros
por la boca. de la prostitución o de la falta de prostitución,
Llorar de amor, rememoraban sus hazañas con chiruzas diversas
de hastío, y decían severos: desde luego querida.
de alegría.
Llorar de frac, En la comisaría fueron decentes con ella,
de flato, de flacura. sólo la manosearon de sargento para arriba,
Llorar improvisando, pero María se ocupaba de soñar,
de memoria. los pajaritos se le despintaron bajo la lluvia de lágrimas.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Había mucha gente desagradada con María
“Callejero” de Alberto Cortez. (Canción) por su manera de empaquetar los resultados del amor
y opinaban que la cárcel le devolvería la decencia
o por lo menos francamente la haría menos bruta.
Era callejero por derecho propio;
Aquella noche las señoras y señores se perfumaban
su filosofía de la libertad
con ardor
fue ganar la suya, sin atar a otros
pero el niño que decía la verdad,
y sobre los otros no pasar jamás.
por el niño que era puro,
Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño
por el que era tierno,
que condicionara su razón de ser.
por el bueno, en fin,
Libre como el viento era nuestro perro,
por todos los niños muertos que cargaban en las valijas
nuestro y de la calle que lo vio nacer.
del alma
Era un callejero con el sol a cuestas,
y empezaron a heder súbitamente
fiel a su destino y a su parecer;
mientras la gran ciudad cerraba sus ventanas.
sin tener horario para hacer la siesta
ni rendirle cuentas al amanecer.
Era nuestro perro y era la ternura,
esa que perdemos cada día más
y era una metáfora de la aventura
que en el diccionario no se puede hallar.
Digo ""nuestro perro"" porque lo que amamos
lo consideramos nuestra propiedad
y era de los niños y del viejo Pablo
“Espantapájaros” de Oliverio Girondo. “12” de Roberto Juarroz

No se me importa un pito que las mujeres Cuando se apaga la última lámpara


tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
No sólo se apaga algo mayor que la luz:
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero, También se enciende la sombra.
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
Debería haber sin embargo lámparas
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles Que sirvieran exclusivamente
una nariz que sacaría el primer premio
Para encender la sombra.
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible ¿No hay acaso miradas para no ver,
- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Vidas nada más que para morir
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan
seducirme! Y amores sólo para el olvido?
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
Hay por lo menos ciertas tinieblas predilectas
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos Que merecen su propia lámpara de oscuridad.
sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado? “Flores” de Alberto Forcada
¡María Luisa era una verdadera pluma!
En vez de morir
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa. Algunos viejos duermen tanto
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Que les salen raíces en la espalda.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, Su familia los lleva al jardín y los cuida
de algún paseo por los alrededores!
En espera de esos breves instantes
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, En que, como flores, abren los ojos y sonríen.
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
“Carta de un león a otro” de Chico Novarro (Canción)
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube, Perdona hermano mío
como dos ángeles, y de repente, Si te digo
en tirabuzón, en hoja muerta, Que ganas de escribirte
el aterrizaje forzoso de un espasmo. No he tenido
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! no se si es el encierro
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las no se si es la comida
nubes... el tiempo que ya llevo
la de pasarse las noches de un solo vuelo! en esta vida
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer lo cierto es que el zoológico deprime
terrestre? y el mal no se redime sin cariño
si no es ...por esos niños que acercan su alegría
¿Verdad que no hay diferencia sustancial seria mas amargo todavía
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del a ti te ira mejor , espero
suelo? viajando por el mundo entero
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender aunque el domador, según me cuentas
la seducción de una mujer pedestre, te obligué a trabajar mas de la cuenta
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar tu tienes que entender ,hermano
que pueda hacerse el amor más que volando. que el alma tiene de villano
el no poder mandar a quien quisieras
descargan su poder sobre las fieras.
Duermo con las dos de Roberta Iannamico
si alguna vez
Duermo con las dos advierte
como una leona que la miro a los ojos
con sus cachorras y una veta de amor
en la oscuridad reconoce en los míos
mi respiración es suave no alerte sus fusiles
como una sábana ni piense qué delirio
la de ellas es fuerte a pesar de la veta
y llena de gracia. o tal vez porque existe
usted puede contar
“Oración de un desocupado” de Juan Gelman conmigo

si otras veces
Padre, desde los cielos bájate, he olvidado me encuentra
las oraciones que me enseñó la abuela, huraño sin motivo
pobrecita, ella reposa ahora, no piense qué flojera
no tiene que lavar, limpiar, no tiene igual puede contar
que preocuparse andando el día por la ropa, conmigo
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente. pero hagamos un trato
yo quisiera contar
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces, con usted
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido, es tan lindo
que me miro las manos rechazadas, saber que usted existe
que no hay trabajo, no hay, bájate un uno se siente vivo
poco, contempla y cuando digo esto
esto que soy, este zapato roto, quiero decir contar
esta angustia, este estómago vacío, aunque sea hasta dos
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre cavándome aunque sea hasta cinco
la carne, este dormir así, no ya para que acuda
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido te digo que presurosa en mi auxilio
no entiendo, Padre, bájate, sino para saber
tócame el alma, mírame a ciencia cierta
el corazón, que usted sabe que puede
yo no robé, no asesiné, fui niño contar conmigo.
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate, “Se dice de mí” de Francisco Canaro.
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla Se dice de mí...
para pegar y voy se dice de mí...
a gritar a sangre en cuello se dice de mí...
por que no puedo más, tengo riñones Se dice que soy fiera,
y soy un hombre, que camino a lo malevo,
bájate, qué han hecho que soy chueca y que me muevo
de tu criatura, Padre? con un aire compadrón,
un animal furioso que parezco Leguisamo,
que mastica la piedra de la calle? mi nariz es puntiaguda,
la figura no me ayuda
y mi boca es un buzón.
“Hagamos un trato” de Mario Benedetti.
Si charlo con Luis,
Compañera con Pedro o con Juan,
usted sabe hablando de mí
puede contar los hombres están.
conmigo Critican si ya,
no hasta dos la línea perdí,
o hasta diez se fijan si voy,
sino contar si vengo o si fui.
conmigo
Se dicen muchas cosas,
mas si el bulto no interesa, Bajo el oro de la tarde,
¿por qué pierden la cabeza tanto el cazador cazó,
ocupándose de mí? que finas lágrimas rojas
se puso a llorar el sol…
Yo sé que muchos
me desprecian comprar quieren Cuando volvía cantando
y suspiran y se mueren suavemente a media voz,
cuando piensan en mi amor. desde un árbol enroscada,
Y más de uno se derrite si suspiro una serpiente lo vio.
y se quedan, si los miro,
resoplando como un Ford. Iba a vengar a las aves;
más, tremendo, el cazador
Si fea soy, pongámosle, la cabeza le cortó.
que de eso aun no me enteré.
En el amor yo solo sé Pero aguardándolo estaba
que a más de un gil, dejé a pie. a muy pocos pasos yo…
Podrán decir, podrán hablar, Lo até con mi cabellera
y murmurar y rebuznar, y dominé su furor.
mas la fealdad que dios me dio
mucha mujer me la envidió. Ya maniatado le dije:
Y no dirán que me engrupí -Pájaros matasteis vos,
porque modesta siempre fui… yo voy a tomar venganza
¡Yo soy así! ahora que mío sois…

Y ocultan de mí… Más no lo maté con armas,


ocultan que yo tengo le di una muerte peor:
unos ojos soñadores, ¡lo besé tan dulcemente
además otros primores que le partí el corazón!
que producen sensación.
Si soy fiera sé que, en cambio, Cazador, si vas de caza
tengo un cutis de muñeca, por los montes del Señor,
los que dicen que soy chueca teme que a pájaros venguen
no me han visto en camisón. hondas heridas de amor.

Los hombres de mí “Desmayarse, atreverse, estar furioso”


critican la voz,
el modo de andar, de Lope de Vega
la pinta, la tos.
Critican si ya Desmayarse, atreverse, estar furioso,
la línea perdí, áspero, tierno, liberal, esquivo,
se fijan si voy, alentado, mortal, difunto, vivo,
si vengo, o si fui. leal, traidor, cobarde y animoso;

Se dicen muchas cosas, no hallar fuera del bien centro y reposo,


mas si el bulto no interesa, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
¿por qué pierden la cabeza enojado, valiente, fugitivo,
ocupándose de mí? satisfecho, ofendido, receloso;

“Romance de la venganza” de huir el rostro al claro desengaño,


Alfonsina Storni. beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

Cazador alto y tan bello creer que un cielo en un infierno cabe,


como en una tierra no hay dos, dar la vida y el alma a un desengaño;
se fue de caza una tarde esto es amor, quien lo probó lo sabe.
por los campos del Señor.

Seguro llevaba el paso,


listo el plomo,
el corazón repicando,
la cabeza erguida y dulce la voz.
“Espantapájaros 21” de Oliverio Girondo. fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la
Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de realidad, como
dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
descompuestos y de palabras rotas. estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de peligro
araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la
que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al victoria
espesor de tu retrato. o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a realidad.
patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a Aunque parezca a veces una mentira, la única
prosternarte ante los tachos de basura y que todos los mentira no es siquiera la traición, es
habitantes de la ciudad te confundan con un meadero. simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

Que cuando quieras decir: “Mi amor”, digas: “Pescado  (Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973).
frito”; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y
que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes “Fuego” de Pity Álvarez
en las salivaderas.
Esta vez es en serio, no estoy mintiendo
algo se prende fuego
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al sé que muchas veces dije que el lobo venía
acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y pero esta vez el lobo está acá
que después de parir un cuervo, alumbre una llave Se prende fuego, mi pelo, mi piano
inglesa. mis discos, la ropa y el perro
puede ser que otra vez no sea cierto
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para pero siento como el fuego me quema por dentro
que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; Esta vez es en serio
que tu único entretenimiento consista en instalarte en la Dame un balde de agua o de arena
sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y o pásame el matafuego
que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que el incendio está cerca
que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la y no voy a quemarme sin antes pelear
cerradura. Fuego, fuego, fuego, fuego
estamos enfermos
“La verdad es la única realidad” de Francisco Urondo fuego, fuego
estamos enfermos
perdónennos, perdónennos
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal “Inagotable asombro” de Oliverio Girondo
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las Este perro.
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o de Este perro.
la producción. ¡Indescriptible!
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel ¡Único!
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman (¿Quién diría la forma,
parte de la realidad; un disparo en la intención,
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, el tamaño
aquellos de todas sus membranas,
gritos irreales de dolor real de los torturados en sus vértebras,
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía sus células,
cualquiera sin olvidar su aliento,
son parte de la memoria, no suponen necesariamente el sus costumbres,
presente, pero pertenecen a la sus lágrimas?)
realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto Este perro.
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz Este perro,
semejante a otros perros
y a la vez tan distinto
a su padre, La vieja le gritaba todo el santo día:
a su madre, Vas a terminar mal – le gritaba.
sus hermanos, Me la veo venir – le gritaba.
sus hijos, Se casó con una gorda
a los perros ya muertos, que lo hizo evangelista.
y a todos los que existen.
El Panza transa merca de cuarta y levanta quiniela.
Este perro increíble, Ya tuvo una entrada en Villa Floresta.
con su hocico, La mujer le mete los cuernos.
su rabo,
sus orejas, Ricardito es Teniente de Navío y sueña
sus patas, con un País definitivamente en Orden
inédito, y con rapar a todos esos
viviente; negros
modelado, vagos
compuesto de mierda.
a través de los siglos
por un esfuerzo inmenso, Claudia se fue a Chile.
constante,
incomprensible, Silvina se fue a Santiago del Estero.
de creación,
de armonía, El hermano del Mono
de equilibrio, se pegó un tiro en la cocina.
de ritmo. Siempre jugaba al fútbol con nosotros;
era más chico,
Este perro. pero no se notaba.
Este perro,
cotidiano, inaudito, Vos un día cruzaste la mano
que demuestra el milagro, de izquierda a derecha
que me acerca al misterio... en el agua de la sierra.
que da ganas de hincarse, Escribiste una cosa que no sé.
de romper una silla.
Yo en la misma que supiste:
“Las ruinas de Disneylandia” de Marcelo Díaz. un tipo cuidadoso
de no joder
el sueño de nadie.
El Tato afanaba fasos Kwai Chang Caine caminando
en el kiosco de la esquina, sobre papel de arroz.
meaba desde el techo a la vereda
y un día se hizo cura. “La jaula” de Alejandra Pizarnik
El Chile se choreó un Mercedes
Afuera hay sol.
para ganarse una minita;
No es más que un sol
fue a parar a Batán
pero los hombres lo miran
y en un tumulto turbio
y después cantan.
lo limpiaron.
Yo no sé del sol.
Miguel está pelado, pero es buen tipo.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
Norma, Laura y Marcela
del último viento.
son maestras, y todas
Sé gritar hasta el alba
tienen más de un hijo.
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
El Cabezón embarazó a la novia y se cagó la vida.
Yo lloro debajo de mi nombre.
El Topo se volvió abogado y si te ve, no te saluda.
Yo agito pañuelos en la noche
y barcos sedientos de realidad
Yo un día regalé
bailan conmigo.
todos mis cassettes de Kiss,
Yo oculto clavos
y ahora los extraño.
para escarnecer a mis sueños enfermos.
El Conejo era Campera Negra.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas. que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
“Sonatina” de Rubén Darío

Los suspiros se escapan de su boca de fresa, ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. (La princesa está triste. La princesa está pálida.)
La princesa está pálida en su silla de oro, ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
está mudo el teclado de su clave sonoro, ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. (La princesa está pálida. La princesa está triste.)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, -«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
y vestido de rojo piruetea el bufón. en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
La princesa no ríe, la princesa no siente; en el cinto la espada y en la mano el azor,
la princesa persigue por el cielo de Oriente el feliz caballero que te adora sin verte,
la libélula vaga de una vaga ilusión. y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
“Nadie como tú” de Calle 13
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
En el mundo hay gente bruta y astuta
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
Hay vírgenes y prostitutas
o en el que es soberano de los claros diamantes,
Ricos, pobres, clase media
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
Cosas bonitas y un par de tragedias
Hay personas gordas, medianas y flacas
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
Caballos, gallinas, ovejas y vacas
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
Hay muchos animales con mucha gente
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
Personas cuerdas y locos demente
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
En el mundo hay mentiras y falsedades
saludar a los lirios con los versos de mayo
Hechos, verdades y casualidades
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Hay mentalidades horizontales, verticales y diagonales
Derrotas y fracasos accidentales
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
Medallas, trofeos y copas mundiales
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
En el mundo hay vitaminas y proteínas
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Marihuana, éxstasis y cocaína
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
Hay árboles, ramas, hojas y flores
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
Hay muchas montañas de colores
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
En el mundo hay decisiones divididas
Entradas, salidas, debut, despedidas
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Hay inocentes, hay homicidas
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
Hay muchas bocas y poca comida
en la jaula de mármol del palacio real;
Hay gobernantes y presidentes
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
Hay agua fría y agua caliente
En el mundo hay micrófonos y altoparlantes Gente parada, gente sentada
Hay seis mil millones de habitantes Gente soñando, gente despertando
Hay gente ordinaria y gente elegante Hay gente que nace, gente que muere
Pero, pero, pero Hay gente que odia y gente que quiere
No hay nadie como tú En este mundo hay mucha gente
No hay nadie como tú mi amor Pero, pero, pero
No hay nadie como tú No hay nadie como tú
No hay nadie como tú No hay nadie como tú mi amor
No hay nadie como tú mi amor No hay nadie como tú
No hay nadie como tú
“1” de Roberto Juarroz.
En el mundo siempre se mueve la tierra
Hay tanques de oxígeno, tanques de guerras Todo salto vuelve a apoyarse.
El sol y la luna nos dan energía pero en algún lugar es posible
un salto como un incendio,
Se duerme de noche y se vive de día un salto que consuma el espacio
Hay gente que rectifica lo que dice donde debería terminar.
Hay mucha gente que se contradice He llegado a mis inseguridades definitivas.
Hay algarrobas y alga marinas Aquí comienza el territorio
donde es posible quemar todos los finales
Hay vegetarianos y carnicerías y crear el propio abismo,
Hay tragos amargos y golosinas para desaparecer hacia adentro.
Hay enfermedades y medicinas “Tiempo” de Alejandra Pizarnik
Hay bolsillos llenos, carteras vacías Yo no sé de la infancia 
Hay más ladrones que policías más que un miedo luminoso 
y una mano que me arrastra 
Hay religiones, hay ateísmo
a mi otra orilla.
Hay capitalismo y comunismo Mi infancia y su perfume 
a pájaro acariciado.
Aunque nos parecemos no somos los mismos
Porque, porque
No hay nadie como tú “Gotán” de Juan Gelman

No hay nadie como tú mi amor


Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
No hay nadie como tú desde la nuca le subía un encanto particular
No hay nadie como tú una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
No hay nadie como tú mi amor
No hay nadie como tú Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
En el mundo existen muy buenas ideas las últimas señales que hice para el otoño
Hay Don Quijotes y Dulcineas se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Hay sexo en el baño, sexo en la cama Dentro de mí estallaron ruidos secos,
Sexo sin ropa, sexo en pijama caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
Hay cosas reales y melodramas sobre mis huesos parados en la soledad.
Hay laberintos y crucigramas
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
Existen llamadas que nadie contesta
con un cuchillo brusco me maté,
Hay muchas preguntas y pocas respuestas voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
Hay gente valiente, gente con miedo
Gente que el mundo no le importa un bledo
el trabajo es un bálsamo / un compás /
gracias a él lidiamos con las horas
pero
hay un ocio final que no perdona
“Dónde jugarán los niños” de Maná (canción)
la vida puede ser un vendaval
que sacude mis sueños y tus duendes
Cuenta el abuelo que pero
De niño el jugó la vida tiene obligación de muerte
Entre árboles y risas
Y alcatraces de color “El deseo” de Alceo.
Recuerda un río
Transparente si olores ¡Oh si mi lira fuera
Donde abundaban peces de marfil fabricada,
No sufrían ni un dolor y si al coro de Baco me llevase
Cuenta mí abuelo una tropa ligera
De un cielo muy azul de jóvenes formada,
En donde voló papelotes y todo mi semblante relumbrase,
Que él Mismo construyó y hermoso se ostentase
El tiempo pasó y cual oro no tocado,
Nuestro viejo ya murió y de una hermosa niña fuese amado!
Y hoy me pregunté
Después de tanta destrucción “Ojalá” de Mario Benedetti
Dónde diablos jugarán los pobres niños?
Ay ay ay! La palabra ojalá es como un túnel o un ritual
En dónde jugarán? por los que cada prójimo intenta ver lo que se viene
Se esta quemando el mundo pero ojalá propiamente dicho sigue habiendo uno solo
Ya no hay lugar aunque para cada uno sea un ojalá distinto
La tierra está a punto
De partirse en dos ojalá es después de todo un más allá
El cielo ya se ha roto al que quisiéramos llegar después del puente
Ya se ha roto el llanto gris o del océano o del umbral o de la frontera
La mar vomita ríos de aceite sin cesar
Y hoy me pregunté ojalá vengas
Después de tanta destrucción ojalá te vayas
Dónde diablos jugarán los pobres niños? ojalá llueva
Ay ay ay! ojalá me extrañes
En dónde jugarán? ojalá sobrevivan
Se esta quemando el mundo ojalá lo parta un rayo
Ya no hay lugar
Dónde diablos jugarán los pobres nenes? al oh-alá de antaño se le fundió el alá
Ay, ay ay! y está tan desalado que da pena
En dónde jugarán? ahora es más bien una advertencia hereje
Se esta quemando el mundo ¡ojo alá!
Ya no hay lugar
No hay lugar en este mundo ay de los ojalateros opulentos
sin hache y sin pudor
“Sobre Carta de amor” de Mario Benedetti que piensan sólo en arrollar
a los ojalateros desvalidos

AMOR VENDIMIA ay de los criminales de lo verde


ojalá se encuentren
Las circunstancias / tiempo en carne viva /
ponen a nuestro alcance pena y goces con las pirañas
pero del mártir amazonas
más de una vez nos llevan a remolque

amor es más que un juego o un diluvio


es el cuerpo y el alma a la intemperie
pero
si se va la lujuria ya no vuelve
en las plazas desbordantes
escribo tu nombre.

En la lámpara que se enciende


en la lámpara que se extingue
en la casa de mis hermanos
escribo tu nombre.

“Libertad” de Paul Eluard En el fruto en dos cortado


en el espejo de mi cuarto
En mis cuadernos de escolar en la concha vacía de mi lecho
en mi pupitre en los árboles escribo tu nombre.
en la arena y en la nieve
escribo tu nombre. En mi perro glotón y tierno
En las páginas leídas en sus orejas levantadas
en las páginas vírgenes en su patita coja
en la piedra la sangre y las cenizas escribo tu nombre.
escribo tu nombre.
En el quicio de mi puerta
En las imágenes doradas en los objetos familiares
en las armas del soldado en la llama de fuego bendecida
en la corona de los reyes escribo tu nombre.
escribo tu nombre.
En la carne que me es dada
En la selva y el desierto en la frente de mis amigos
en los nidos en las emboscadas en cada mano que se tiende
en el eco de mi infancia escribo tu nombre.
escribo tu nombre.
En la vitrina de las sorpresas
En las maravillas nocturnas en los labios displicentes
en el pan blanco cotidiano más allá del silencio
en las estaciones enamoradas escribo tu nombre.
escribo tu nombre.
En mis refugios destruidos
En mis trapos azules en mis faros sin luz
en el estanque de sol enmohecido en el muro de mi tedio
en el lago de viviente lunas escribo tu nombre.
escribo tu nombre.
En la ausencia sin deseo
En los campos en el horizonte en la soledad desnuda
en las alas de los pájaros en las escalinatas de la muerte
en el molino de las sombras escribo tu nombre.
escribo tu nombre.
En la salud reencontrada
En cada suspiro de la aurora en el riesgo desaparecido
en el mar en los barcos en la esperanza sin recuerdo
en la montaña desafiante escribo tu nombre.
escribo tu nombre.
Y por el poder de una palabra
En la espuma de las nubes vuelvo a vivir
en el sudor de las tempestades nací para conocerte
en la lluvia menuda y fatigante para cantarte
escribo tu nombre. Libertad

En las formas resplandecientes “Amor de tarde” de Mario Benedetti.


en las campanas de colores
en la verdad física. Es una lástima que no estés conmigo
escribo tu nombre. cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
En los senderos despiertos y estiro las piernas como todas las tardes
en los caminos desplegados y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras. Y el puro azul alegre del firmamento manchan 
Es una lástima que no estés conmigo Sus misteriosos grupos en torva confusión!
cuando miro el reloj y son las cinco Resbalan lentamente por cima de los montes. 
y soy una manija que calcula intereses Avanzan en silencio sobre el rugiente mar; 
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono Los huecos oscurecen de entrambos horizontes; 
o un tipo que hace números y les saca verdades. El orbe y las tinieblas bajo ellas va a quedar.
La luna huyó al mirarlas: huyeron las estrellas, 
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis. Su claridad escasa la inmensidad sorbió; 
Podrías acercarte de sorpresa Ya reinan solamente por los espacios ellas; 
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos Doquier se ven tinieblas, mas firmamento, no.
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico. En vano nuestros ojos se afanan por hallarle 
Del tenebroso velo que lo embozó detrás; 
“Ayer hierro, hoy niño” de Camilo Blajaquis Que cuanto más los ojos se empeñan en buscarle. 
Se esconde el firmamento de nuestros ojos más.
Ayer hierro hoy niño ¡Las nubes solamente! ¡Las nubes se acrecientan 
ayer me confinaron en el peor infierno Sobre el dormido mundo! ¡Las nubes por doquier! 
la sociedad cuando te olvida A cada instante que huye, la lobreguez aumentan,
el hierro habitaba en mi Y se las ve en montones sin límites crecer.
Ya montes gigantescos semejan sus contornos, 
toda mi esperanza
Al brillo de un relámpago que aumenta la ilusión: 
era morir matando
Ya de volcanes ciento los inflamados hornos, 
y hoy suplico a la vida
Ya de movibles monstruos aligero escuadrón.
no negarme su saludo Ya imitan apiñadas de los espesos pinos 
ayer la psicóloga Las desiguales copas y el campo desigual; 
se reía de mis planes Ya informes pelotones de objetos peregrinos 
hoy no necesito su autorización Que mudan de colores, de forma y de local.
para dar el próximo paso ¿Qué brazo les impele? ¿Qué espíritu les guía? 
¿Quién habla dentro de ellas con tan gigante voz, 
hoy ya no bebo del sol
Cuando retumba el trueno y cuando va bravía 
en pequeños rectángulos 
Rugiendo por su vientre la tempestad veloz?
ayer yo era un niño
Acaso en medio de ellas a visitar los mundos 
condenado a ser adulto El Hacedor Supremo del Universo va;
hoy soy un adulto Y envuelto en sus vapores, sus senos más profundos 
Estudia, y sus cimientos, por si caducan ya
“La tempestad” de José Zorrilla. Acaso de su carro tras la vibrante rueda 
Con impotente saña caminará Luzbel.
¿Qué quieren esas nubes que con furor se agrupan 
Y porque allí cegarle su resplandor no pueda. 
Del aire transparente por la región azul? 
Agolpará esas nubes entre su gloria y él.
¿Qué quieren cuando el paso de su vacío ocupan, 
Y acaso alguna de ellas será la formidable 
Del cénit suspendiendo su tenebroso tul?
Que circundó la cumbre del alto Sinai,
¿Qué instinto las arrastra? ¿Qué esencia las mantiene? 
En tanto que el ardiente misterio impenetrable 
¿Con qué secreto impulso por el espacio van? 
Que iluminó al profeta se fermentaba allí.
¿Qué ser velado en ellas atravesando viene 
Acaso será alguna la que vertió en Sodoma 
Sus cóncavas llanuras, que sin lumbrera están?
En inflamadas fuentes la cólera de Dios; 
¡Cuál rápidas se agolpan! ¡Cuál ruedan y se ensanchan
Acaso será alguna la que en los mares toma 
Y al firmamento trepan en lóbrego montón.
Las aguas de un diluvio que le acompaña en pos.
¡Señor, yo te conozco! La noche azul serena,  Mi alma se estremece, y ante tu faz de hinojos 
Me dice desde lejos: “Tu Dios se esconde allí”;  Te adora en esas nubes mi solitaria fe.
Pero la noche oscura, la de nublados llena. 
Me dice más pujante: “Tu Dios se acerca a ti”.
Te acercas, si; conozco las orlas de tu manto 
En esa ardiente nube con que ceñido estás; 
El resplandor conozco de tu semblante santo  “Poema” de Alejandra Pizarnik
Cuando al cruzar el éter relampagueando vas.
Conozco, si, tu sombra que pasa sin colores  Tú eliges el lugar de la herida
Detrás de esos nublados que van en tropel;  En donde hablamos nuestro silencio,
Conozco en esos grupos de lóbregos vapores  Tú haces de mi vida
Los pálidos fantasmas, los sueños de Daniel. Esta ceremonia demasiado pura.
Conozco de tus pasos las invisibles huellas 
De! repentino trueno en el crujiente son, 
Las chispas de tu carro conozco en las centellas, 
Tu aliento en el rugido del rápido aquilón.
¿Quién ante ti parece? ¿Quién es en tu presencia 
Más que una arista seca que el aire va a romper? 
Tus ojos son el día: tu soplo la existencia; 
Tu alfombra el firmamento: la eternidad tu ser.
¡Señor! yo te conozco, mi corazón te adora;
Mi espíritu de hinojos ante tus pies está; 
Pero mi lengua calla, porque mi lengua ignora 
Los cánticos que llegan al grande Jehová.
Palomas de los valles prestadme vuestro arrullo. 
Prestadme, claras fuentes, vuestro gentil rumor. 
Prestadme, amenos bosques, vuestro feliz murmullo.
Y cantaré a par vuestro, la gloria del Señor.
Si su hálito llegara al harpa del poeta. 
Si a mi, Señor, bajara tu espíritu inmortal. 
Mi corazón henchido del fuego del profeta 
Cantara, y no tuvieran sus cánticos igual.
Mi voz fuera más dulce que el ruido de las hojas 
Mecidas por las auras del oloroso abril, 
Más grata que del fénix las últimas congojas,
Y más que los gorjeos del ruiseñor gentil.
Más grave y majestuosa que el eco del torrente 
Que cruza del desierto la inmensa soledad, 
Más grande y más solemne que sobre el mar hirviente 
El ruido con que rueda la ronca tempestad.
¡Mas hay! que sólo puedo postrarme con mi lira 
Delante de esas nubes con que ceñido estás, 
Porque mi acento débil en mi garganta expira 
Cuando al cruzar el éter relampagueando vas.
Tu espíritu infinito resbala ante mis ojos. 
Aunque mi vista impura tu aparición no ve, 
“El puñal” de Juan José Tablada

“Impresión de la Habana” de Juan José


Tablada
“Texto que se encoge” de Guillermo
Cabrera Infante.

“La corbata y el reloj” de Guillermo


Apollinarie

“Oda a la tristeza” de Pablo


Neruda.

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