Técnicamente humanos
Después se hizo el silencio, Pero alin estan ahi
‘mirandose unos a otros, como queriendo muy en el
fondo discutir, Discutir las historias en las que Mer-
‘cedes buscaré dar fn a la batalla, dar fin a las hislo-
ras que siguen sin ningin orden en el tiempo.
Cecilia Eudave
EL CANIBALISMO DE LOS OBJETOS
Para Danielle Trower
E{ cepilio de dientes dio la primera mordida. Si, 1o
recuerdo bien pese a que el cerebro ya muestra si
nos de acabamiento, por darle un nombre a esto de
ppenler la cabeza por el sombrero. Me cepillaba los
Gientes cuando note la sangre y un ligero dolor en
las encias; después, como no era de esperarse, la
«aida de Ios coimillos, las muelas, hasta quedar sin
ringimn vestgio blanco. Yo no comprendia entonces
qué estaba pasando, atribut el incidente a a falta de
calcio, o alguna enfermedad de ésas creadas () por
tencargo cientifico y que uno contrae sin darse por
enterado. Compré —no era cosa de desesperarse—
‘mi dentadura postiza y listo. Gran error, peto en fin,
ya contaré como la ingrata me acabo jas encfas, si
hay recuerdo, pues la pluma con la que escrbo ya
‘empieza a morderme.
“Tuve que dejar al poco tiempo los zapatos. Una
mayiana, al querer cortarme las ufas, me percaté de
la falta de dos dedos, perfectamente mutilados y su-
turados. En realidad perdi otro ese mismo dia; el cor
tauhas se lev, incontrolable, el més pequefto del
pie izquierdo; ése era inservible, pero los dos gor-
dos 81 me hicieron muchisima falta. Entonces adi
«dos muletas y por supuesto me acabaron las axilas,
mientras el reloj, que no logré quitarme a tiempo,Jovi amente humanos
uyuido la muneca, Salvé un ojo y el otro sucumbi6
‘en boca de los lentes. ¥ ya que hago una referencia a
la boca, seria bueno mencionar como esas malditas
‘cucharas se me comieron los labios. En un bocado
inconcluso a la sopa, los aniquilaron. Los vi retorcer-
se entre los fideos, mientras la cuchara de postre y la
opera los acosaban, como quien en un mar amaiillo,
arponea un par de defines nacarados.
Las piernas y partes nobles vieron su fin entre
los pantalones y los calzones; evito entrar en deta-
les porque la prisa apremia y ya llevo un dedo me-
nos. Pero, la verdad, yo no me di cuenta de que algo
andaba verdaderamente mal hasta que vi a la sala
danzar alrededor de un espejo dispuesto en el cen=
tro del sal6n principal, Cazaban al gato, y el perro ya,
estaba muerto, dentro de aquel caldero con pajaros
de periodico sazonados por el plato. Las lamparas y
hasta mi cama —que antes de alocarse daba peque-
Fos mordiscos a mi espalda, en aquellas noches de
constelaciones y nublados suenos, cuando ain los
‘objetos eran civilizados y no probaban came huma-
na— brincoteaban con sacudidos movimientos,
Yo, para hablar con sinceridad, intul que padecia
alguna enfermedad de pérdida de cuerpo, y en mi
obsesion por justilicar mi mal me imaginaba a los
objetos devorandome. No era asi, lo prueba mi falta
de orejas. Fueron digeridas por los audifonos cuan:
do escuchaba una cassette de superacion personal,
a misma que salto del tocacintas para robarse una
‘mejilla palida,
Escuché, 0 lef quiz, —porquee solo se leen estas.
‘cosas, vivirlas es verdaderamente dafino para la Sa-
ud, pregantemelo si no— de objetos que se derriten,
hhablan y caminan, cosas de fabulas, pero, ecomer
seres vivos? Partiendo de esta premisa, fui con al-
‘gin interprete o entendido de estas cosas. En ese
0
Cecilia Eudave
entonces tenia mis partes nobles y medio cuerpo a
Jo Nesnas; un poco repulsive podia parecer a los ojos
de los completos, ni modo. Para fines de no parecer
exhibicionista, me improvise un atuendo de hojas
y de este mado asistia la consulta, era natural, ya
habia adguirido la fobia a la ropa y a cuanto objeto
existe Hizo variantes a mis preguntas y dio sufallo,
proyeccién desenftenada de mis instintos sexuales
Y animales sobre los objetos, y ante la imposibilidad
de que estos satisfcieran mi necesidad camal, los
nimaba en mi imaginacion para culparlos de mi au-
tomutilamiento. De esa manera se explica las per
fectas suturas que evitaron me desangrara. Este tipo
ignora que estas cosas son profesionales, y pasee,
parte del don de la suturaci6n, un liquide 0 esen’
cia adormecedora que anula el dolor, de manera que
‘uno no se da cuenta cuando esta perdiendo un peda-
20 preciado de su anatomia
La cuestin es que ya me estoy acabando, quedo
sélo cabeza a medio ses0, un oj, la mitad del tronco
yun brazo con cuatro dedos... como, tres. La pluma
ahora si muerde en grande, lo cual anuncia mi pron
tw fin, Escuche: sé que no me eree nada, es lagico,
yo ni viendo crela, pero mi relato es una advertencia
on moraleja, para ira tono con la situacion: «Las
cosas que te han de comer, mejor échalas a comer»
6 «si al cepillarse los dientes aparece sangre en st
cepillo, no vaya al dentista,refigiese en la selva mas
cercana, se evitara los bochoros y ahi por lo menos
se lo comeran de una pieza»