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Poemas para comérselos

Antología poética

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Poemas para comérselos
Antología poética

Oda al número 0
Redonda negación, la nada existe
encerrada en tu círculo profundo
y ruedas derrotado por el mundo
que te dio la verdad que no quisiste.

Como una luna llena es tu figura


grabada en el papel a tinta y sueño.
Dueño de ti te niegas a ser dueño
de toda la extensión de la blancura.

Tu corazón inmóvil y vacío


ha perdido la sangre que no tuvo.
Es inútil segar donde no hubo
más que un cuerpo en el cuerpo sin baldío.

Redonda negación, redonda esencia


que no ha podido ser ni ha pretendido.
Sólo la nada sueña no haber sido
porque no ser es ser en tu existencia.

Enrique Morón

Viento de noche
El viento es un can sin dueño,
que lame la noche inmensa.
La noche no tiene sueño.
Y el hombre, entre sueños, piensa.

Y el hombre sueña, dormido,


que el viento es un can sin dueño,
que aúlla a sus pies tendido
para lamerle el ensueño.

Y aún no ha sonado la hora.

La noche no tiene sueño:


¡alerta, la veladora!

Dámaso Alonso

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Todo el mundo tiene rejas


Todo el mundo tiene rejas.
Esta vida es una cárcel,
una jaula, una cisterna
y te ahogas cuando sales.

Gloria Fuertes

No busques más tu cuaderno de geografía


No busques más tu cuaderno de geografía.
Yo lo saqué de tu mochila.
No quisiste ir matiné conmigo,
el domingo pasado
Mis amigos me contaron
que estabas en compañía de Bermúdez,
el grandote que practica la lucha libre.
Me contaron que estabas muy linda,
y que te reías a cada rato.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Ahora que está lloviendo,
asómate a la ventana,
y verás pasar ochenta barquitos de papel.
No busques más tu cuaderno de geografía.
Jairo Aníbal Niño

Rima LII
Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros;
no veíamos las letras
ninguno, creo;
mas guardábamos entrambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo;
solo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Solo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo,
y nuestros ojos se hallaron,

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Antología poética

y sonó un beso.
Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos,
yo dije, trémulo:
“¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?".
Y ella respondió, encendida:
“¡Ya lo comprendo!" .
Gustavo Adolfo Bécquer

Romance de la luna, luna


La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.


Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.


Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,


que ya siento sus caballos.

Niño, déjame, no pises


mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,


bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

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Cómo canta la zumaya,


¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,


dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.

Federico García Lorca

Tristes guerras
Tristes guerras
si no es amor la empresa
Tristes. Tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.

Miguel Hernández

Adolescencia
En el balcón, un instante
Nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.

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-El paisaje soñoliento


dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño-.

Le dije que iba a besarla;


bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.

-Caían las hojas muertas

en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos-.

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
… y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

Juan Ramón Jiménez

Diálogo
-Están cayendo las estrellas.....

-¿Qué estás diciendo, hermano?


Son estrellas fugaces.

-¡Están cayendo estrellas!...

-Qué pensamiento extraño...

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-¿Cómo del cielo claro


se desprenden estrellas?

-Pon tus manos abiertas


para que ellas caigan....

-¿Qué estás diciendo, hermano?

-Son estrellas fugaces,


ni se caen, ni se recogen.

-No importa. Pon las manos...

Dulce María Loynaz

Lo que puede el dinero


Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
Al torpe hace discreto, hombre de respetar,
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos bien lo quiere tomar.

También al hombre necio y rudo labrador


dineros le convierten en hidalgo doctor;
Cuanto más rico es uno, más grande es su valor,
quien no tiene dinero no es de sí señor.

Y si tienes dinero tendrás consolación,


placeres y alegrías y del Papa ración,
comprarás Paraíso, ganarás la salvación:
donde hay mucho dinero, hay mucha bendición.

Él crea los priores, los obispos, los abades,


arzobispos, doctores, patriarcas, potestades
a los clérigos necios da muchas dignidades,
de verdad hace mentiras, de mentiras hace verdades.

Él hace muchos clérigos y mucho ordenados,


muchos monjes y monjas, religiosos sagrados,
el dinero les da por bien examinados,
a los pobres les dicen que no son ilustrados.

Yo he visto a muchos curas en sus predicaciones,


despreciar el dinero, también sus tentaciones,
pero, al fin, por dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones.

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Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir,


mas si huelen que el rico está para morir,
y oyen que su dinero empieza a retiñir,
por quién ha de cogerlo empiezan a reñir.

En resumen lo digo, entiéndelo mejor,


el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor,
toda cosa del siglo se hace por su amor.

Arcipreste de Hita

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Canción del que no quería mentir


Hemos de procurar no mentir mucho.
Sé que a veces mentimos para no hacer un muerto,
para no hacer un hijo o evitar una guerra.

De pequeña mentía con mentiras de azúcar,


decía a las amigas: "Tengo cuarto de baño"
—mi casa era pobre con el retrete fuera—.
"Mi padre es ingeniero" y era sólo fumista,
¡pero yo le veía ingeniero ingenioso!

Me costó la costumbre de arrancar la mentira,


me tejí un vestido de verdad que me cubre,
a veces voy desnuda.

Desde entonces me quedo sin hablar muchos días.

Gloria Fuertes

Proverbios y cantares
I
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

II
¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.

IV
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.

V
Ni vale nada el fruto

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cogido sin sazón...


Ni aunque te elogie un bruto
ha de tener razón.

XXIV
De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea.

XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

XLIV
Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

L
-Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
-El vacío es más bien en la cabeza.

Antonio Machado

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,


cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,

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o cuando eres genial con una frase


que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Luis Alberto de Cuenca

Las cosas, nuestras cosas...

Las cosas, nuestras cosas,


les gustan que las quieran;
a mi mesa le gusta que yo apoye los codos,
a la silla le gusta que me siente en la silla,
a la puerta le gusta que la abra y la cierre
como al vino le gusta que lo compre y lo beba,
mi lápiz se deshace si lo cojo y escribo,
mi armario se estremece si lo abro y me asomo,
las sábanas son sábanas cuando me echo sobre ellas
y la cama se queja cuando yo me levanto.
¿Qué será de las cosas cuando el hombre se acabe?
Como perros las cosas no existen sin el amo.

Gloria Fuertes

Recuerdo infantil
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,

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junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco


truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil


va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.

Una tarde parda y fría


de Invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

Antonio Machado

Elegía a un moscardón azul


Sí, yo te asesiné estúpidamente. Me molestaba tu zumbido mientras escribía un hermoso, un
dulce soneto de amor.

Y era una consonante en -úcar, para rimar con azúcar, lo que me faltaba.

Mais, qui dira les torts de la rime?

Luego sentí congoja


y me acerqué hasta ti: eras muy bello.
Grandes ojos oblicuos
te coronan la frente,
como un turbante de oriental monarca.

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Ojos inmensos, bellos ojos pardos,


por donde entró la lanza del deseo,
el bullir, los meneos de la hembra,
su gran proximidad abrasadora,
bajo la luz del mundo.
[…]

Cuando yo te maté,
mirabas hacia fuera,
a mi jardín. Este diciembre claro
me empuja los colores y la luz,
como bloques de mármol, brutalmente,
cual si el cristal del aire se me hundiera,
astillándome el alma sus aristas.

Eso que viste desde mi ventana,


eso es el mundo.
Siempre se agolpa igual: luces y formas,
árbol, arbusto, flor, colina, cielo
con nubes o sin nubes,
y, ya rojos, ya grises, los tejados
del hombre. Nada más: siempre es lo mismo.
Es un tierno pujar de jugos hondos,
es una granazón, una abundancia,
que levanta el amor y Dios ordena
en nódulos y en haces,
un dulce hervir no más.

[…]

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Estabas en mi casa,
mirabas mi jardín, eras muy bello.
Yo te maté.
¡Oh si pudiera ahora
darte otra vez la vida,
yo que te di la muerte!

Dámaso Alonso

Te quiero
Te quiero.

Te lo he dicho con el viento


jugueteando como un animalillo en la arena
o iracundo como órgano tempestuoso;

te lo he dicho con el sol,


que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

te lo he dicho con las nubes,


frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

te lo he dicho con las plantas,


leves caricias transparentes
que se cubren de rubor repentino;

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te lo he dicho con el agua,


vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,

te lo he dicho con la alegría,


con el hastío, con las terribles palabras.
Pero así no me basta;
más allá de la vida
quiero decírtelo con la muerte,
más allá del amor
quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda

El mar. La mar.
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!

¿Por qué me trajiste, padre,


a la ciudad?

¿Por qué me desenterraste


del mar?

En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.

Padre, ¿por qué me trajiste

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acá?

Rafael Alberti

El día de tu santo
El día de tu santo
te hicieron regalos muy valiosos:
un perfume extranjero, una sortija,
un lapicero de oro, unos patines,
unos tenis Nike y una bicicleta.
Yo solamente te pude traer,
en una caja antigua color rapé,
un montón de semillas de naranjo,
de pino, de cedro, de araucaria,
de bellísima, de caobo y de amarillo.
Estas semillas son pacientes
y esperan su lugar y su tiempo.
Yo no tenía dinero para comprarte algo lujoso.
Yo simplemente quise regalarte un bosque.

Jairo Aníbal Niño

Canción del pirata (fragmento)


Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,

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en todo mar conocido


del uno al otro confín.

La luna en el mar rïela,


en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

«Navega, velero mío,


sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor».

[…]
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
[…]
José de Espronceda

Ayer por primera vez


Ayer por primera vez

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supe lo que era la aritmética


cuando, sin que nadie se diera cuenta,
me besaste en los labios.
Ayer por primera vez
supe que uno más uno son uno.

Jairo Aníbal Niño

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