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Clínica II. Unidad 5: patologías graves de la infancia.

Psicosis infantiles. Autismo. Trastornos del desarrollo infantil. Disarmonias


evolutivas. Depresión anaclítica. Potencialidad psicótica. Modalidades particulares de
presentación. Intervención temprana.
Debilidad mental: Manonni y Jerusalinski
Texto Mannoni: “Psicosis infantil, prefacio”
La autora se va a centrar en el cuestionamiento de la psiquiatría clásica y criticar a la
posición de algunas corrientes psicoanalíticas y que pretenden llevar a la teoría Freudiana a
una pura técnica del comportamiento. Se intenta dejar de lado la sistematización
nosográfica para pasar al estudio del sujeto que habla.
En su preocupación por cambiar el modelo medico al que se refiere la psiquiatría, los
estudiantes de mayo y los antipsiquiatras buscaron interrogar no tanto sobre el “enfermo”,
sino sobre el discurso mutilante en que ha sido apresado.
En lugar de examinar cual es la actitud de la sociedad frente a la “enfermedad mental”, nos
encontramos ante opciones administrativas que tienden a defender el monopolio de la
asistencia y cuyo riesgo es que contribuyan a agravar los problemas de la infancia,
psiquiatrizándolos.
En nuestros días el trabajo clínico del psicoanalista puede inscribirse en un sistema médico-
administrativo que participa d una alienación social. Es los dispensarios se “psicoterapiza”
en cadena a niños que no saben por qué los llevan allí. A los padres generalmente, se los
coloca fuera de juego. Por consiguiente, toda indicación de psicoterapia en un servicio
público debería ser discriminada de entrada de la demanda social en la que el pedido de
consulta se encuentra, desde el comienzo, preso y pervertido.
La psicosis del niño es objeto d monopolio de “cuidados” que en los hechos excluye al
PSA, ya que éste solo se lo tolera esclavizado por un sistema que lo aliena. Tan pronto una
sociedad se propone crear una organización de “cuidados”, la funda en un sistema de
protección que antes que nada es rechazo de la locura.
Un saber tecnocrático de “la enfermedad mental” ha venido a taponar aquello que
necesitaba hablar a través de la locura. En contraposición, para la anti psiquiatría la cura es
un proceso normal que no necesita terapia alguna. Basta dejar a ese proceso la libertad de
desarrollarse.
Locura y sociedad
¿Cómo entienden los distintos movimientos psiquiátricos la naturaleza de la locura?
Para los institucionalistas (esto es el lenguaje, la ley, las relaciones interpersonales, la
estructura familiar) es indispensable que haya un encuadre para la constitución de una
personalidad. Encuadre donde es necesario actuar en el cual el paciente se encuentra

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"atrapado". De ahí la importancia que asigna a la creación de toda una variada red de
encuentros en el interior de los hospitales. De ahí también la atención que se presta a los
que cuidan, q serán los soportes de la locura, que necesita condiciones precisas de acogida,
desde su entrada en la institución.
La antipsiquitría se ubica de modo exactamente inverso. Al desembarazar al sujeto de todo
encuadre le da la posibilidad de reencontrarse, por un proceso que se concibe como interior
y espontáneo.
La cuestión que se podría enunciar con los términos de locura y sociedad recibe pues
respuestas muy distintas:
-para la psiquiatría comunitaria la locura es lo antisocial;
-para la psiquiatría institucional la creación de una microsociedad tiene valor terapéutico;
-para la antipsiquiatría la locura es, contra la sociedad, una protección valida pero fallida.
El objetivo revolucionario de la antipsiquiatria participa sin embargo de una utopía. Creer
que con la libertad no habría más locura es falso.
Todas las locuras no se vinculan con las mismas estructuras de la sociedad. Sería preciso
que nos ocupáramos de desperfeccionar la sociedad, es decir, de reencontrar las formas
arcaicas en función de las cuales el retrasado o el loco tenían su lugar en la aldea.
La locura y el campo del lenguaje
Para Lacan, el problema que el niño debe abordar y en el cual el psicótico ha fracasado se
plantea, de algún modo, en la relación del niño con la palabra de los padres.
El centro de la interrogación es las relaciones del sujeto con el lenguaje, en tanto q éste
preexiste a la aparición de aquel y también lo engendra. El niño antes de nacer ya posee un
lugar en el discurso de los padres, ya tiene asignado un nombre y le "hablarán" en la misma
medida en que lo harán objeto de cuidados. El medio propiamente humano no es biológico
ni social; es lingüístico. Los trabajos del grupo de Palo Alto han marcado profundamente a
la nueva generación de psiquiatras, psicólogos, sociólogos norteamericanos.
El grupo de Palo Alto (que en esto coincide con Lacan) no consideran al paciente como un
ser aislado, sino como un lugar de relaciones, renovando así la idea de entorno. Los
investigadores de Palo Alto emplean modelos tomados de la electrónica para explicar, en
términos de lugares, los problemas de la comunicación.
Para los autores anglosajones la lógica se sitúa en el nivel de la palabra dicha, y el lenguaje,
reducido comunicación, es considerado por ellos como una variedad del comportamiento,
lo que los mantiene en una perspectiva conductista. Postulan la existencia de un código
informulado que permitiría que la comunicación funcione como un cálculo cuyas reglas
serían observadas en toda comunicación lograda y transgredidas en toda comunicación
perturbada.

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En esa perspectiva, la neurosis y la psicosis son concebidas como efecto de una situación
creada por una contradicción lógica del discurso en q el sujeto se encontró atrapado. La
respuesta “loca” es reacción a un contexto “comunicacional” que el sujeto no puede
mantener. El análisis de la situación es ante todo un análisis de un sistema de paradojas. La
terapia tiene como objetivo crear una nueva paradoja, por ejemplo, la prescripción del
síntoma.
Al privilegiar desde el comienzo el comportamiento y considerar al lenguaje como uno de
sus aspectos, no llegan a captar lo que está en juego en el discurso. De ahí que su
investigación esté centrada en las reglas de la comunicación, en un registro que no tiene en
cuenta la función simbólica inherente a todo discurso.
La debilidad de esta teoría descansa en la concepción que se tiene del lenguaje. La
investigación está centrada en las reglas de la comunicación, en un registro que no tiene en
cuenta la función simbólica inherente a todo discurso.
El sistema lógico utilizado por el grupo de Palo Alto funciona en el plano de una realidad
perceptiva (las palabras dichas) que no remite a nada no-dicho. El discurso presente en el
inconsciente no es interrogado en ningún momento. El método experimental usado llega a
una simplificación (reducción) en los desarrollos teóricos, simplificación cuyos efectos no
dejan de ser peligrosos.
Al poner el acento en la paradoja en el mero nivel consciente, se corre el riesgo de
desconocer la importancia de la distancia q separa el discurso consciente del inconsciente.
Lacan por el contrario, estudia el lenguaje en relación del sujeto con el significante.
Desarrolla una lógica del significante que se articula en la teoría del deseo: al estudiar el
discurso inconsciente que duplica el discurso consciente, pone el acento en el rol que está
llamada a desempeñar ·en el mundo del niño la alternancia de la presencia y la ausencia.
·El objeto que el niño se ve llevado a descubrir es un objeto que falta, un objeto ausente. El
discurso está unido a la falta.
No es posible aislar el síntoma que presenta el niño “enfermo” del discurso que lo
constituye, el de los padres. El síntoma del niño ocupa, en el discurso familiar, el vacío que
crea una verdad que no se dice. De tal modo el síntoma es necesario para quienes tienen
que protegerse contra el saber de la verdad. Al querer tratar el síntoma, es al niño al que se
rechaza.
Estas comprobaciones valen para el enfoque de la psicosis. En relación con el psicótico, el
sujeto no puede responder más y por ello hace surgir una abundancia de modos de ser que
soporta un cierto lenguaje como tal. El delirio, abundancia imaginaria “antecámara de la
locura”, tiene necesidad de que la entiendan, ya que recubre lo que en el sujeto trata
desesperadamente de hacerse reconocer en una articulación simbólica. No se debe
contrariar al delirio, de lo contrario se lo fija o bien, se le corta al sujeto la única vía de un

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proceso restitutivo de cura. De ahí el interés por lugares que permitan el delirio sin agresión
medicamentosa.
Recibir la psicosis
Lo que así habla es una palabra que se presenta al sujeto como tal, pero que no es él. Es
porque el paciente, en su relación con el otro, se busca como objeto, por lo que llega a
perderse como sujeto. La palabra que entonces surge no es más la suya, es el tú (que habla
en una situación en la que el otro como tal ya no puede ser reconocido por el paciente). En
esas condiciones hay una reducción de la situación a una pura relación imaginaria. El otro
se vuelve ser del deseo y de la destrucción, de ahí el surgimiento de la agresividad en el
campo donde se despliega la locura.
Lacan delimita la entrada en la psicosis alrededor del momento en que, desde el campo del
otro, llega el llamado de un significante esencial que no puede ser recibido. De lo
imaginario surgen palabras que se impone al sujeto, y él se aferra a ellas ya que lo atan a
una "humanización" que está por perder.
Lo que en ese momento se despliega sobre la escena como absorción de imágenes
terroríficas no se debe aprehender sino como relación del sujeto respecto del significante.
Es siempre en el momento en que la relación con el otro imaginario se ha convertido en una
relación mortal cuando el sujeto opera una reconstitución de todo el sistema significante
como tal, desprendido de la relación significada (y acompañado por una descomposición
del discurso interior. Lo que el sujeto trata de reconstituir es lo que, no ha podido ser
asimilado en el momento del choque con el significante.
En el momento que el psicótico se ve obligado a ponerse de acuerdo con los significantes,
en esas precisas condiciones realiza un esfuerzo q desemboca en el desarrollo de una
psicosis. Psicosis que no tiene tanta necesidad de ser “cuidada” (en el sentido de una
detención) sino de ser recibida. Lo que el paciente busca es un testigo y un soporte para esa
palabra extraña que se le impone.
El problema de la alienación en el niño se presenta de un modo un poco diferente y
únicamente se lo puede comprender delimitando el modo en que su "locura" ha sido
retornada en la vida fantástica de cada uno de sus padres. Para que el niño reencuentre
propiamente una palabra personal, necesita antes que nada poder desprender su verdad de
los deseos de muerte y de las múltiples formas de alienación en las que se perdió en la
fijación con otro.
Para que el analista llegue a situarse en un discurso en el que él participe, le hace falta
poder distinguir lo que separa el registro de lo real del de lo imaginario y de lo simbólico,
sin lo cual arriesga confusiones, equivocaciones y contrasentidos tragicómicos.

MANNONI: “EL NIÑO RETARDADO Y SU MADRE”

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Cap. 1. “El trastorno Orgánico”
A. DESCRIPCIÓN FENOMENOLÓGICA
Examinaré aquí el caso de niños retardados graves o mongólicos, cuya organicidad, desde
el comienzo, va a acentuar el carácter fatal de la enfermedad, que lleva a los médicos a
plantear muy pronto un diagnóstico definitivo.
Mi estudio abarca los casos en que los padres han sido llevados a consultar a un
psicoanalista; se trata un examen muy limitado de padres puestos en dificultades por la
llegada de un hijo enfermo, llamado desde el comienzo irrecuperable y, por lo tanto, en
camino de ser un día huésped de un asilo.
Los padres tratarán, de hacer revisar cien veces el diagnóstico. Desde su nacimiento, el
bebé se convertirá en concurrente asiduo de los consultorios médicos. La madre es quien
emprenderá contra la inercia o la indiferencia social una larga batalla cuya meta es la salud
de su niño desahuciado salud que ella reivindica, manteniendo una moral de hierro en
medio de la hostilidad o del desaliento.
Si el padre está vencido, resignado, si es ciego o inconsciente del verdadero drama que se
desarrolla, la madre, es muy a menudo de una terrible lucidez. Está tan sensibilizada que
todo cuanto amenace esa vida surgida de ella, puede incluso sentirse dueña de la muerte
cuando el ser que ella ha traído al mundo le hace imposible toda proyección humana. Esto
es así porque la enfermedad de un niño afecta a la madre en un plano narcisista: hay una
pérdida brusca de toda señal de identificación y, como corolario, la posibilidad de
conductas impulsivas. Se trata de un pánico ante una imagen de sí que ya no se puede
reconocer ni amar.
La relación amorosa madre-hijo tendrá siempre, en ese caso, un trasfondo de muerte, de
muerte negada, disfrazada, la mayor parte del tiempo de amor sublime; a veces de
indiferencia patológica; en ocasiones, de rechazo consciente; pero las ideas de muerte están,
aunque todas las madres no puedan tomar conciencia de ello. Es importante trabajar esas
fantasías de muerte, que la madre pueda hacer el duelo de este hijo imaginado.
La aceptación de ese hecho está ligada a un deseo de suicidio debido a que ese vínculo
madre e hijo es simbiótico, no son más que uno. Significa que la madre va a responder a la
demanda del niño desde sus propias fantasías. En esa relación simbiótica, toda ocasión en
que se desprecia al niño es recibida por la madre como un ataque a su propia persona. Todo
desahucio del niño significa para ella su propia condena de muerte. Si decide vivir, será
preciso que lo haga en oposición al cuerpo médico con la frecuente complicidad callada del
marido, impotente ante un drama que jamás lo afectará.
La madre va a vivir contra los médicos, pero al mismo tiempo, buscará sin cesar su apoyo.
Irá de consulta en consulta, ¿para obtener qué, en verdad? ¿La curación de su niño? No cree
en ella; y ese niño le pertenece; no piensa cederlo. Tampoco un diagnóstico, porque ha sido
formulado múltiples veces por eminentes especialistas. ¿La verdad? sólo la madre sabe;
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sobre todo no quiere saber nada ni recibir nada de ese médico a quien ha no ha ido a pedir
nada en lo concerniente al niño porque no ve ahí un sujeto, sino un objeto a cuidar. Pide un
poco, en lo que concierne a ella misma. Desea oscuramente que su pregunta no obtenga
jamás respuesta para que pueda seguir planteándola. Pero le es precisa la fuerza de
proseguir y es eso lo que viene a solicitar. Le es necesario un testigo; un testigo que sienta
que es ella la que no puede más, detrás de esa fachada de tranquilidad. Un testigo que, en
caso necesario, sepa que ella tiene el impulso de matar.
Las tentativas de psicoterapia son por lo común, rechazadas porque la madre no permite la
intrusión de un tercero: es preciso que el niño escape a la ley del padre de alguna manera.
Es la madre solo quien le asignara su lugar y entonces la ronda de médicos seguirá pero
ahora tratara de hallar una “causa orgánica curable”. La enfermedad del niño va a afectar el
narcisismo de la madre y se va producir una perdida brusca de toda señal de identificación
y esto va a llevar a consultas compulsivas, la madre no se reconoce en ese niño, su
narcisismo se va a ver afectado y por ende no va a poder catectizar a este niño. Se trata de
un pánico de que ya no se puede reconocer ni amar (en jerusalinsky la madre le pide al
médico que le arregle el muñeco roto de su narcisismo).
No ocurre lo mismo con los padres. La mayoría creen que el niño enfermo es asunto de la
mujer. Y cuando un padre, por excepción, se siente involucrado, no es raro que reaccione
con episodios depresivos o persecutorios entonces interviene para interrumpir una
psicoterapia en marcha porque sabe que todo está perdido. Pero si acepta con serenidad la
enfermedad de su hijo, se siente culpable como hombre, como padre un fracasado. La
madre se siente hasta tal punto comprometida con su niño que le es difícil renunciar a él. Su
rol está marcado: volcará lo esencial de su dinamismo en los instintos de vida y muerte;
reivindicativa, rebelde, será sublime en su abnegación, intransigente si se trata de matar y
guardiana de una fortaleza si se intenta una psicoterapia. Tendrá conciencia de su papel de
madre hasta en el rechazo del derecho de su hijo "en peligro" a devenir un sujeto autónomo.
Identificándose con los hombres de su progenie, hallará en la desgracia una fuerza
sobrehumana, no agotada jamás.
B. ENFOQUE ANALÍTICO DEL PROBLEMA
El nacimiento de un niño para la madre es, ante todo, la revancha o el repaso de su propia
infancia; la llegada de un niño va a ocupar un lugar entre sus sueños perdidos: un sueño
encargado de llenar lo que quedó vacío en su propio pasado, una imagen fantasmática que
se superpone a la persona "real" del niño. Este niño soñado tiene por misión restablecer,
reparar aquello que en la historia de la madre fue juzgado deficiente, sufrido como una
carencia, o prolongar aquello a lo que ella debió renunciar es decir, al falo, en ella se ve
reactualizado toda la cuestión edípica. Ahora si ese niño, cargado así de todos sus sueños
perdidos, llega enfermo, hay una distancia muy grande entre el cuerpo imaginado y el
cuerpo real, esto va a producir un shock en la madre en el instante en que, en el plano
fantasmático, un vacío era llenado por un niño imaginario, surge el ser real que por su

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enfermedad, no sólo va a despertar los traumas y las insatisfacciones anteriores, sino que
impedirá más adelante en el plano simbólico, que la madre pueda resolver su propio
problema de castración. Porque ese verdadero acceder a la femineidad debe pasar por la
renuncia al niño fetiche, que no es otro que el niño imaginario del Edipo.
Cada mujer, ante la falta de las señales de identificación de su niño enfermo, va a vivir su
angustia en función de aquello que la ha marcado en su historia; es decir, en función de su
propia castración oral, anal, fálica.
Entonces, la llegada de un niño enfermo reactualiza esos traumas. En revancha vemos que
en la realidad se concreta cierta situación fantasmática, ese niño se va a transformar en un
niño a cuidar. En esta revancha, la madre toma la imagen de su padre para sacar la fortaleza
que necesita (y no del padre del bebé). Esta situación que para un niño normal sería
psicotizante por satisfacer un deseo materno de tipo histérico, es considerada en el terreno
real como adecuada al bienestar del niño. Cada mujer ante la falta de señales de
identificación de su hijo enfermo va a vivir su angustia acorde a aquello que se ha marcado
su historia. La llegada de un niño es una revancha para reelaborar todos los traumas de la
madre, pero cuando esta última ha tenido una mala relación con su madre no va a tener esta
posibilidad.
Está visto que el niño enfermo es rara vez incorporado a una situación verdaderamente
triangular. Pero hay casos en que es el padre quien se preocupa por el niño; se trata
entonces, la mayor parte de las veces, de una identificación con su propia madre, En tanto
que custodio de la ley, el padre no puede sino sentirse perplejo ante un niño que, desde el
comienzo, está destinado a vivir fuera de todas las reglas.
Si se trata de una madre llamada normal, la llegada de un niño enfermo no puede no tener
incidencia sobre ella. En respuesta a la demanda del niño, deberá proseguir una gestación
eterna (que llena un deseo en el plano de la fantasía inconsciente). Dicha madre va a dejar a
ese niño, que no puede liberarse de ella por agresividad, en un estado a-dinámico, como el
pájaro empollando un huevo que jamás podrá abrirse. Nos hallamos aquí en una situación
dual. En el interior mismo del retraso mental se halla un abanico de diversas reacciones
perversas, psicóticas, fóbicas, que hacen evidentemente pareja con determinada forma de
relación madre-niño, ya que la madre responde a la demanda del niño con sus propias
fantasías. El niño esta alienado como sujeto autónomo para devenir objeto a cuidar.
En el caso del niño a-dinámico, madre e hijo se dejan estar en una vida vegetativa, en la que
no hay sitio para el esfuerzo, mientras la vida continúa. La madre, entre tanto, acepta ser
parasitada, o más bien habitada por un ser que sólo existe en un cuerpo parcelado. Hay
estados de estupor fóbico que vienen a agravar el retraso y la dependencia del niño hacia su
madre, creando hasta un estado vecino al que se halla en ciertas formas psicóticas: el niño
no puede tener de sí mismo una imagen de cuerpo unificado; su "parcelamiento", que
traduce en sus dibujos, indica su imposibilidad al respecto; nos expresa que no puede ser

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sino una boca para alimentar. La ausencia de imagen unificada de sí mismo lo pone en
pánico de ser rechazado; de ahí que busque refugio en un adulto al que va a parasitar.
Si, por el contrario, el niño se manifiesta como sujeto deseoso, es su cuerpo el que no le
pertenece ya y que está como alienado. Se crea una situación en que madre e hijo no tienen
más soporte de identificación.
Madres sublimes, tranquilas o feroces pero en las que siempre habita la angustia y cuyo
autodominio es negarlo ya que el rechazo de saber es para ellas una prenda de salud. Esas
madres sitúan su angustia en la relación con el Otro, en efecto su problema gira en torno de
lo que imaginan que el Otro espera o puede soportar de ellas.
Cuando se tiene un hijo anormal-parecen decir- se está a la vez muy sola, pues en ese niño
no se reconoce como ser humano y, muy vigilada ya que más que otra madre, se debe dar
de sí misma cierta imagen soportable.
CAPITULO 2
LA INSUFICIENCIA MENTAL
En el capítulo anterior vimos la relación muy particular que une al retardado grave con la
madre para quien el diagnóstico de irrecuperabilidad pesa. Para el niño débil mental, la
situación es diferente. El retardo no es siempre percibido de entrada; la anomalía no se
presenta como fatal desde el comienzo; a menudo se descubre la insuficiencia mental por
medio de una consulta médica.
Cuando se nos viene a consultar por un "retardo mental". Raros son los casos en que los
padres aceptan de buen grado que se asigne una dimensión psicoanalítica a un problema
que para ellos debe resolverse en un nivel práctico: debemos, o bien negar que haya un
retardo o dar un remedio concreto (clase especial, operación, medicamento) para
desembarazarse de un mal muy concreto, sin el que, se nos dice, "todo marcharía bien".
Ante la debilidad mental son posibles 2 actitudes:
1. El consultor “sabe” y orienta al niño hacia un servicio de reeducación
2. El consultor trata de comprender y el tiempo poco le importa para condenar a un
ser la hora suena demasiado pronto.
La autora Manoni opta por no saber. Toma su tiempo para reflexionar llevando para el niño
el tiempo del diálogo, lo más allá posible. El analista no debe responder a esta demanda de
los padres; el analista debe comprender a los padres y que puedan hablar de eso (su
angustia, su sufrimiento) y no ponerse en el lugar del que sabe. (Propone, no guiarse por el
diagnostico psiquiátrico porque esto nos llevaría aplicar técnicas de reeducación en el niño.
Lo mejor que podemos hacer es escuchar el malestar, que aparezca algo de la subjetividad
en ese niño que ya viene con un diagnostico que lo cosifica.)
En cada caso se ha desprendido, más allá del síntoma, una significación que podría tener su
importancia en un tratamiento eventual. Aparecía cada vez un tipo de relación interhumana

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que permitía, si se la aclaraba, introducir en el lenguaje lo que a menudo quedaba
enmascarado en el solo síntoma. Al reeducar apresuradamente el síntoma, no sólo hubiera
dejado escapar una posibilidad de expresión esencial, sino que me hubiera hecho cómplice
de una mentira en el terreno de los padres. Mentira que el sujeto respetaría de algún modo,
permaneciendo también él en su universo cerrado.
Para ilustrar su propuesta, la autora, ha tomados casos de niños a los que se llama de
ordinario el débil simple. Esta "etiqueta" de débil mental ha sido adjudicada a los niños
luego de una consulta médica. Los padres han recibido una indicación de orientación
basada en el examen del sujeto. Por diversas razones, los padres han buscado una
confirmación del diagnóstico emitido y el azar los ha llevado al circuito psicoanalítico.
No se trata de hallar una causa nueva del retardo ni menos de establecer un mejor
diagnóstico. El problema que me planteo no es el de si es débil o no. Antes bien, este
problema sería del orden siguiente: ¿qué hay de perturbado en el nivel del lenguaje (en la
relación madre.-hijo), que se expresa por un camino extraviado, inmovilizando al sujeto en
el estatuto social que se le ha adjudicado; fijando a la madre en el rol que ella misma se ha
asignado?
A. EL DEBIL MENTAL SIMPLE
Son aquellos cuyos CI se escalona entre 50 y 80 y que no manifiesta trastornos caracteriales
evidentes ni una evolución psicótica caracterizada cuya gravedad del desorden psicomotor
de estos niños es también, en ocasiones, función de la relación fantasmática del sujeto con
la madre y con su propio cuerpo.
(La autora comienza a describir varios casos, todos son con diagnóstico de débil mental. Yo
solamente voy a tomar las conclusiones que va a realizar)
Caso Daniel: “el retardo global de la maduración de este niño no podía sino ser vivido por
ambos padres con una intensidad dramática, equivalente al sufrimiento de la castración,
porque sabían, aun antes de las comprobaciones médicas, que ese niño simbolizaría lo que
siempre les había faltado. En torno de esta carencia se cristalizó la demanda de la madre en
todas las consultas médicas. Esa carencia se constituyó en expresión de un deseo que desde
entonces ha tendido a realizarse. Y el niño en respuesta, “se ha querido pájaro” para “no
tener cuerpo, no tener deseos, salvo el de no estar nunca por mucho tiempo en el mismo
sitio”
Lo que engaña en este tipo de examen es la reserva de los padres, que no quieren orientar la
investigación fuera del solo retardo intelectual, rechazando muy a menudo el abordaje
psicoanalítico del problema y ateniéndose a que su solicitud de ayuda escolar sea tomada
estrictamente.
El único enfoque psicoterapéutico posible es no desea nada en lugar del niño. El niño aspira
a recibir del Otro una respuesta que lo libere de la responsabilidad en el plano instintivo,
pero ante esa respuesta se evade presa del pánico. Se veda toda respuesta posible y se dirige
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hacia una salida posible: hacia una eventualidad, no de curación pero de utilización máxima
de sus potencialidades intelectuales en un cuerpo por él reconocido. La única salida es la
violencia (no se da lo simbólico, lo cual es algo muy violento en la subjetividad del niño ya
que implica una apropiación del cuerpo y de la historia del niño).
La deficiencia psicomotriz de este tipo de niño es el signo clínico que confirma el retardo
intelectual, pero es su cuerpo enfermo el que tiene una relación fantasmática con el niño
imaginario de la madre. Lo que asombra en estos niños es que siempre logran convertirse
en objeto de uno de sus padres; logran desarrollar una situación de a dos.
Tales conductas parentales traen como consecuencia comportamientos asociales cuyo
origen es fruto de la reacción a una situación familiar patógena más que orgánica.
La diferencia de encontrar débiles mentales "tontos" y débiles mentales "inteligentes", con
CI idénticos, reside en el sentido que la enfermedad ha tomado en la constelación familiar.
Caso Raimunda: 14 años cuando se viene a consultar su caso. De apariencia física de gran
retardada. Presenta incoordinación y debilidad psicomotriz, marcha de pato y sus brazos
parecen estorbarle más que serles útiles.
El problema que se le plantea a Manonni es saber ¿para qué serviría la inteligencia de esta
niña si la tuviera? Los otros niños de la familia tienen retardo escolar enorme, dislexia, pero
el padre es universitario. La madre no soporta el dinamismo de sus chicos. La madre es el
terror, niños y marido se transforman en objetos para evitarle una depresión. Los niños
reaccionan con trastornos caracteriales, y Raimunda se hace momia para no ser rechazada.
Criada en la imposibilidad de oponer el menor negativismo.
Su debilidad mental tiene un carácter compulsivo de defensa en respuesta a la exigencia de
la madre. Aunque parece tener una base orgánica innegable. Todo su desarrollo físico fue
perturbado: marcha a los 2 años, habla a los 6 años después un periodo de afasia.
Raimunda tenía su destino marcado antes de nacer: seria ese algo no simbolizable para los
dos padres: persiguiendo a la madre en el nivel de los órganos (miedo a que sea
hermafrodita como la hermana de una abuela) y obligando al padre a mostrarse como tal.
No pudo devenir "inteligente" y socialmente desenvuelta hasta el día en que pudo habitar
sola en un cuerpo de su propiedad. En tanto ese cuerpo estaba habitado por los espíritus de
la madre, no podía ser más que un animal aterrorizado, aterrorizante, sin ninguna referencia
simbólica humana.
También aquí el retardo de maduración ha sido vivido por la madre antes de toda
comprobación médica. Ella sabía que engendraría la desgracia. Pero a diferencia de la
madre de Daniel, no buscó jamás la curación de su hija. Fue el padre quien tomó el asunto
en sus manos y permitió, a través de los dramas familiares, una normalización del estado de
la niña.

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La madre, devastada por la angustia, necesitaba que esta parte enferma de sí misma
permaneciera enferma a la vista de todos. Raimunda devenía así el objeto testigo que
protegía a la madre contra su propia fobia.
Raimunda no ha alcanzado, en los tests, una inteligencia normal. Pero el hecho de no estar
más paralizada, congelada, para todo lo que es calificado como "malo", el hecho de poder
moverse pese a las cóleras maternas, le ha permitido emprender el camino que la conduce
hacia una autonomía efectiva, el día en que cesó, por fin, de habitar como parásito el lugar
del propio cuerpo materno. Según su medio, ella se ha "adaptado socialmente".
El objetivo de la psicoterapia seria, devolverle al niño su dimensión de sujeto autónomo.
Al estudiar el sentido que puede tener, en el niño retardado, su retraso, se descubren
situaciones que recuerdan en forma extraña las que vemos en las familias de psicóticos o en
las estructuras perversas.
Una psicoterapia precoz es tanto más preciosa en esos niños, porque están mucho más
expuestos que los otros a inmovilizarse en forma definitiva en un lugar donde representan
inconscientemente para el Otro una carencia que tienen por misión llenar con su situación
de objeto.
Si éste es, en efecto, el caso, se comprende por qué la torpeza de ciertos débiles mentales no
es otra cosa que el precio de un lazo que sólo el psicoanálisis puede desatar a condición de
que sea emprendido bien pronto, antes de que una rigidez de estructura perversa no la haya
coagulado como tal.
Los trastornos témporo-espaciales de estos niños, aun en la hipótesis de una organicidad
definida, se acompañan siempre con dificultades para los puntos de referencia en lo
imaginario. Estos niños tienen problemas para ubicarse con relación al significante paterno.
Una reeducación espacial, que utilice como intérprete la palabra, portadora ella misma de
un elemento significante, tiene a veces incidencias negativas en el niño en el nivel mismo
del lenguaje. Tanto es así que una reeducación corre siempre el riesgo de ser tomada por el
sujeto en el sentido de sus trastornos más bien que en el de su curación. (Curando
demasiado pronto el síntoma por una "reeducación", se corre en ciertos casos el riesgo de
provocar un brusco brote psicótico; es otra forma de expresar su alienación por el niño en
proceso de "reeducación".)
Hay que saber ubicar al niño el lugar que ocupa en los fantasmas de los padres.
Estos niños que, desde el comienzo, son por su estado, objeto exclusivo de los cuidados
maternos, sin intervención de la ley encarnada en la imagen paterna, recrean en su vida
escolar un mismo tipo de relación dual con una mujer otra vez dedicada por completo a
ellos y preocupada por encamar en su lugar el deseo (deseo de adaptarse, de progresar). Se
crea de tal modo una situación muy particular, donde en la relación con el Otro, el deseo
del Otro no es simbolizado: el niño, puesto al resguardo por la solicitud del adulto, no tiene
la posibilidad de afrontar el sufrimiento de la castración. El mensaje del padre no le llega
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jamás. Está llamada a permanecer en cierta relación fantasmática con la madre, que por la
ausencia del significante paterno en ella, lo deja reducido al estado de objeto, sin esperanza
alguna de acceder al nivel de sujeto. Por el contrario, para este tipo de niños, la
imposibilidad de establecer una identificación significante los deja sin defensa ante las
situaciones de dependencia dual. No tienen la posibilidad de interrogarse sobre su falta de
ser, porque esta falta, captada en el nivel de la realidad por el ambiente, las condicionará de
algún modo para no sufrir, y para llenar un vacío (su vacío intelectual, escolar) sin que
jamás se plantee el interrogante de saber si ese vacío real no se duplica en la madre por su
propia falta de ser, cuyo acceso se encuentra rara vez impedido al niño por el significante
paterno.
No pueden cargar significativamente los objetos y es en especial en el dominio témpo-
espacial y en las matemáticas que se evidencia un tipo muy singular de dificultades, rebelde
a la pedagogía tradicional. Falta hasta tal punto una determinada dimensión de lo simbólica
que es rechazada la noción misma de las cifras como tales (las matemáticas)
Debido a que el significante paterno no se ha encontrado con el inconsciente materno, el
sujeto se halla desprovisto del sentido de su propia vida y en peligro de no sentirse dueño
de sus pulsiones. Entonces, cuando el niño está marcado con la subjetividad de la madre y
siempre queda ahí, es imposible hacer algo diferente con él porque está entrampado en su
fantasmática, no hay posibilidad de síntoma, estamos más del lado del trastorno porque no
se puede pensar en la subjetividad propia del niño. Entonces, como analistas hay que
trabajar la relación dual, trabajar la fantasmática de la madre para que luego ella pueda ver
un sujeto ahí. Solo mas tarde se trabajará con el niño.
Uno de los dramas de las madres anormales es su soledad frecuentada por fantasías de las
que no puede hablar; justamente lo que cura es que la madre pueda hablar de esto, de sus
propias fantasías, de este deseo inc de muerte que le impide poder en palabras que no
quería tener ese hijo por ej, es poder apalabrar el sufrimiento que le causó la llegada del
hijo enfermo. Desde Jerusalinky hablamos de que la madre haga el duelo por ese hijo que
nunca vino.
Si la madre no puede hablar de estas fantasías ¿Qué efectos produce en el niño? Que el niño
viva eternamente en la fantasía de esta madre; el niño queda marcado desde la subjetivas y
muchas veces no es reconocido como humano.
B. SECUELAS DE ENCEFALITIS, TRAUMATISMOS…
La encefalitis puede llegar a crear reacciones persecutorias tan profundas que el carácter del
sujeto se ve inmediatamente alterado. La intervención precoz de la psicoterapia (un mes
después de la enfermedad) previene trastornos graves que, al fijarse, podrían concluir en
conductas perversas. El nivel intelectual de algunos de esos niños no es siempre tan
irrecuperable como se supone. Un psicoanálisis pone a menudo de manifiesto, al comienzo,
sentimientos persecutorios (debidos a la agresión de la enfermedad, asimilada con

12
frecuencia a una imagen parental), y si el ataque ha sido precoz, veremos que la ausencia de
significante paterno va a crear en esos sujetos un verdadero pánico con relación a sus
pulsiones, pánico que puede traducirse por la apatía, la obesidad, la "estupidez masiva" de
un niño que, de hecho, no quiere saber nada de nada.
Caso Nicolás: Se trataba, con toda evidencia, de un caso de falsa debilidad mental, aunque
el valor que se había concedido a la insuficiencia intelectual había conducido al niño a
cultivar ese síntoma (al que manifiestamente adhería toda la familia de adopción, ya que se
trataba de un desplazamiento de la verdadera naturaleza de la enfermedad de Nicolás, en
relación con la importancia del drama).
Nicolás se había, pues, encerrado en un círculo; al abrigo de la angustia; el síntoma era el
significante de algo que el sujeto no quería hacer aparecer en su conciencia. Por lo demás,
la familia de adopción se esmeraba en no darle la clave que le permitiera develar el secreto.
La torpeza de Nicolás, su amabilidad, no eran sino el reverso de ideas de muerte, de
sentimientos de odio y de rebeldía. La debilidad mental, en este caso, había resuelto todo; y
los trastornos de la palabra, que algunos trataron de eliminar, no eran otra cosa que la
entrada a la senda que conduce a la noche, a esa especie de olvido que brinda la locura.
Este caso ilustra hasta qué punto la inteligencia no es un factor puramente cuantitativo, así
como tampoco equivale a una adaptación. Está ahí para servir a fines que corremos el
peligro de no captar. En este caso, la falta de inteligencia permitía el olvido y la ausencia de
rebeldía.
C. NIÑOS DE ESTRUCTURA PSICOTICA
Caso Eduardo (niño psicótico). Nacido después de varios abortos naturales. De madre
universitaria y de padre sin empleo. Él es el bebe de la madre quien desde el principio fue
visto por el padre como un rival. Eduardo se trasformó en un ser asocial y destructivo
peligroso para los demás sin que jamás su familia se conmoviera. Fue necesario que llegara
a la edad escolar para que la maestra alertara al médico y se hiciera un primer diagnóstico
de debilidad mental profunda aunque en realidad era psicótico.
También aquí la debilidad era para el niño una máscara que ocultaba cierta confusión entre
lo real y lo simbólico en un ser, a quien se le había impedido el acceso a lo imaginario.
El reclamo de Eduardo jamás había sido simbolizado por el Otro. Fantasía y realidad
estaban hasta tal punto confundidas que padres y niños vivían una fiesta sacrificial
perpetua, pero en ausencia de Dios.
Eduardo se había estructurado a sí mismo como un "gorila", rechazando toda otra
dimensión que la satisfacción inmediata de sus pulsiones. El débil aparentemente -en
realidad psicótico- se presenta, ya sea con grandes trastornos caracteriales, como Eduardo,
sea con una especie de apatía rebelde a todos los estímulos.

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A veces, la familia se ha apropiado de un diagnóstico desde tiempo atrás y no quiere en
absoluto que se lo cuestione. Ella acude tan sólo a pedir una orientación, una reeducación y
no siempre es cómodo para el médico diferir el pedido.
También se presenta el caso en que la "debilidad mental verdadera" aparece como un
"accidente" en una familia numerosa y parece ser tan clara de por sí que ni se intenta
ponerla en duda. Mónica, diez años, CI 56, Esta niña ha encontrado su ubicación en una
familia numerosa en tanto que débil mental y ni ella ni su madre desean que se la saque de
ahí.
El análisis de este tipo de niños, no caracteriales, no francamente psicóticos o perversos, se
parece en cierta medida a las curaciones en las enfermedades psicosomáticas, con la
diferencia, en cuanto al sujeto, que en lugar de aportar su malestar de estómago, traen como
regalo su torpeza. Su discurso es el relato detallado, sin color, afectivo alguno, de los
pequeños hechos de la semana.
La debilidad mental es concebida como déficit de la capacidad del sujeto que lo asila
en su defecto y al buscar para la debilidad una causa definida, se niega que pueda
tener un sentido, es decir, una historia, o que pueda corresponder a una situación. La
curación está orientada en el sentido de una utilización práctica de la capacidad
restante. El éxito de la cura se definirá en términos de una readaptación.
El psicoanálisis de los débiles mentales es una experiencia muy particular, que no tiene
nada de común con el psicoanálisis de los neuróticos. Se relaciona con el análisis de los
psicóticos por la forma en que la familia del sujeto entra en juego en el tratamiento ya que
la familia detenta el poder de frenar en el sujeto todo desarrollo que el analista debe cuidar
tanto de no tomar la posición de esta familia como parte de la concepción que él puede
tener de la noción de debilidad.
Ahora bien, detrás de la máscara de la debilidad mental se disimula a veces una evolución
psicótica o perversa. En otros casos, se trata de un equivalente psicosomático al que tiende
el enfermo. Pero lo que nos engaña es la influencia de una familia que trata de mantener el
lugar que le ha asignado al niño. Por eso el estudio del débil mental, como el del psicótico,
no se limita al sujeto, sino que comienza por la familia.
CAPITULO III
LA CONTRATRANSFERENCIA
No se puede abordar el psicoanálisis de los débiles mentales sin mencionar el lugar que en
él ocupan los sentimientos contratransferenciales del analista. Este es puesto a prueba desde
el primer momento.
En los casos de los niños oligofrénicos (primer capítulo); el analista está muchísimo más
cómodo en el hospital que en su consultorio particular. Lo que le molesta, en efecto, es
hacer pagar el tratamiento a una familia sin ninguna certeza de mejoría.

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La analista mujer va a ser de inmediato atrapada en la red materna. Pero la madre no confía
a su niño, en el extremo límite, más que para probarse y probaros que nadie sino ella es
capaz de afrontar la situación.
El trabajo del analista con el niño es, o bien negado (la madre cree que su sola presencia
puede sacar al niño de la situación), o bien elogiado con exceso, calificando de milagrosos
sus efectos y ahí está la trampa: la madre los invita a entrar como ella en la zona de
omnipotencia (ella tiene necesidad de creer en eso, para "aguantar el golpe"). Olfateando el
peligro, el analista, para no hacerse sostén de los fantasmas maternos corre el riesgo de
denunciarlosn a fin de defenderse. De golpe detiene el tratamiento. Al decir a los padres,
después de tres meses de cura: "Creo haber llegado a un límite y no sé si se puede esperar
una mejoría prosiguiendo", el analista se satisface mostrándose sincero, mientras que no
hace sino defenderse de los fantasmas agresivos de los padres, que tienen miedo de aceptar.
La interrupción de la terapia, a menudo por intervención del padre, deriva la mayor parte
del tiempo de la contratransferencia del analista: éste tiene bastante ya, no se atreve a
decirlo y termina por declarar a los padres que no tiene ya gran esperanza. Ellos tenían ya
conciencia de esta realidad, pero se resistían a reconocerla. Si el analista está dispuesto a
continuar el tratamiento, la expresión de una duda resulta inoportuna; en el estado actual de
nuestros conocimientos, no podemos permitimos afirmar demasiado pronto que toda
esperanza es vana.
En los casos de debilidad mental simple, la relación del analista con los padres dependerá
del rol que éstos han asignado al niño, en tanto débil.
1) Si se trata de que el niño permanezca como débil mental, su estado encubre un riesgo de
depresión grave de la madre, quién desde el comienzo, va a intervenir para "detener" el
tratamiento, tomando en general como pretexto los progresos realizados por el niño.
El secreto del éxito de esos tratamientos reside, en realidad, en esta relación de grupo,
donde cada uno, en tanto que individuo, es impulsado a plantear su problema. Soportando
de entrada la depresión de la madre, con el riesgo de su suicidio, a veces, es como el
analista tal vez llegue después a conducir un análisis con un niño sujeto, en lugar de un niño
objeto fóbico de la madre.
Detrás del niño débil se transparenta a veces, un perfil de pareja sadomasoquista, congelado
en su doble neurosis por el estado estático, inmovilizado, del niño.
La disposición de esos niños consiste, en general, en "hacer hablar" a los padres en su
lugar. Los padres son quienes, al principio, tienen la misión de expresar la relación
transferencial; es importante tenerlo en cuenta y recibir los mensajes de donde provienen.
2) Si, al contrario, la debilidad mental del niño no es soportada por los padres, éstos
asignarán, de entrada, al analista un rol de reeducador.

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Se topa entonces con un tipo de madre sabihonda q es preciso tener en cuenta. Si se pone en
evidencia el sentido de la relación materna, se corre el riesgo de provocar la detención del
tratamiento, dado que se crea en la madre una angustia insoportable. Ya que se tropieza con
el mundo fantasmático materno. A esta madre es preciso hacerla hablar de ella, de su
sufrimiento, soportar su angustia, para que el niño esté menos impregnado. Para ese tipo de
madres, se es "el analista milagroso", con todo lo que ello comporta de ambivalencia.
El análisis de estos niños es largo, porque se resisten a reproducir durante la sesión su tipo
de relación con la madre: son "objetos buenos" cuya sola forma de existencia consiste en
llenar la existencia del Otro.
Con frecuencia es necesario buscar el inconsciente del niño en el de los padres, para poder
hacer con ellos cierto trabajo que haga posible la curación del niño. Esto conduce a crear
una situación en la que al fin sea concebible que la Verdad oculta detrás de los síntomas sea
asumida por el sujeto. Esta Verdad, tan difícil de alcanzar en los padres, a veces ata los
cabos de "secretos" que el niño no quiere traicionar, por miedo de sentirse en peligro de
perdición. Dicho de otro modo, el niño es, en tales casos, el testimonio vivo de una mentira
en el nivel de la pareja. Ni bien se lo toca, se desmorona el edificio.
CAPITULO 4
LA RELACION FANTASMÁTICA DEL NIÑO CON SU MADRE.
Hemos visto hasta qué punto el niño retardado y su madre forman, en ciertos momentos, un
solo cuerpo, confundiéndose el deseo de uno con el del otro, al punto que ambos parecen
vivir una sola y misma historia. Esta historia tiene por soporte, en el plano fantasmático, un
cuerpo que se diría afectado por idénticas heridas, que han revestido una señal significante.
Lo que en la madre no ha podido ser resuelto en el nivel de la prueba de castración, será
vivido en forma de eco por el niño, que en sus síntomas no hará más que hacer "hablar" a la
angustia materna.
Es importante señalar hasta qué punto el niño es tributario de la salud de los padres; hasta
qué punto participa, sin saberlo, de las dificultades que ellos mismos no alcanzan a
sobrepasar. Hemos visto que el principal escollo con que el débil mental tropieza es la
imposibilidad de afrontar las pruebas -lo que los psicoanalistas llamamos "prueba de
castración"-. Esta fijación en determinada etapa del desarrollo a menudo ha sido ya vivida
por uno de los padres en forma no exitosa. A su manera, ellos han hallado la solución
imaginaria a la falta de ser en la cual han caído. Las fantasías de la niño/a, como las de la
madre, son una búsqueda de simbolización. Pero la falta de significante paterno la deja en
un mundo desprovisto de sentido, en un mundo donde la falta de ser no llega nunca a ser
completada.
El sujeto juega para la madre, desde la concepción, un papel muy preciso en el plano
fantasmático; su destino está ya trazado: será ese objeto sin deseos propios cuyo único rol
consistirá en colmar la vida materna.

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Tratando de distinguir, a través del tratamiento, las fantasías del niño de las maternas, llevo
al sujeto a asumir su propia historia, en lugar de permanecer alienado en la de la madre.
Existe para la madre, real o adoptiva, un primer estado, vecino al sueño, en que ella anhela
"un niño"; este niño es al comienzo una especie de evocación alucinatoria de algo de su
propia infancia, que se perdió. Este niño de mañana se halla al comienzo en la huella del
recuerdo que la madre le crea; un recuerdo en el que se hallan incluidas todas las heridas
sufridas, expresadas en un lenguaje del corazón o del cuerpo (sucede así que en las madres
de psicóticos, las diferentes etapas del embrión serán vividas en el plano imaginario como
un desarrollo del cuerpo parcial en el interior de ellas mismas). Este niño, tan ardientemente
deseado, crea para la madre cuando llega, es decir cuando la demanda se concreta, la
primera decepción: helo aquí, pues, este ser de carne ... pero está ahí separado de ella,
siendo que, en el nivel inconsciente, era con una especie de fusión que ella soñaba.
Y a partir de este momento, intentará reconstruir su sueño con este niño separado de ella. A
este niño de carne va a superponerse una idea fantasmática, que tendrá por función reducir
la decepción fundamental de la madre (decepción que tiene su historia en su propia
infancia). Desde ya, se va a establecer entre madre y niño una relación engañosa; ese niño,
en su materialidad, es siempre para la madre la significación de otra cosa.
Desde el principio la madre va a engañarse acerca de su hijo. Ese deseo, que le llega a la
madre desde su propia más lejana infancia, deseo que le es develado en sus sueños, se
mantiene tanto tiempo como le es posible pedido. Será, pues, muy pedido al propio niño;
pero a medida que éste responde a la demanda materna, he aquí que el deseo se evapora. La
construcción del fantasma tomará el relevo, para relanzar, a la madre en el camino que la
lleva, en una especie de espejismo a la conquista del objeto perdido. El niño se convertirá,
sin saberlo, en una especie de soporte de algo esencial para la madre, de donde surge un
malentendido fundamental entre madre e hijo.
El niño, destinado a colmar la falta de ser de la madre, no tiene otra significación que la de
existir para ella y no para él. Responder a la demanda de la madre es siempre, diríamos,
terminar en un malentendido, pues más allá de lo que ella formula, hay otra cosa que desea,
pero de lo que no tiene conciencia. Y a toda pretensión del niño a la autonomía,
corresponderá de inmediato, para la madre, la desaparición de ese soporte fantasmático del
que tiene necesidad.
¿Qué quiere exactamente la madre de su hijo? No lo sabe; ignora que su demanda es la
cubierta de su deseo perdido. Y cuando, ante tal perspectiva, la madre pide a su niño que
sea inteligente, ¿qué va a suceder? En la medida en que, detrás de su pedido, es de otra cosa
que se trata, el niño va a permanecer ahí, como una sombra, habiéndosele asignado un lugar
preciso a su inteligencia en la fantasía materna. La relación entre madre e hijo se va a
establecer a través de un prisma deformante. El niño no sabe que está llamado a
desempeñar un rol para satisfacer el voto materno inconsciente, (rol de superdotado, de
débil, de enfermo). Sin él saberlo, es de alguna manera "raptado" en el deseo de la madre.

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En el caso de la debilidad mental, la enfermedad del hijo disimulará la enfermedad materna.
Todo deseo de despertar del niño será combatido sobre la marcha, en forma sistemática, por
la madre, hasta el punto de que aquél terminará por persuadirse de "que él no puede". En
todo caso, en tanto "que él no puede", la madre se ocupa de él y lo quiere. Tales madres
están satisfechas cuando otro niño llega a representar para ellas el papel de niño
superdotado. Sin darse bien cuenta, van a oponer continuamente a los dos niños, el uno al
otro y a crear así la relación de hermanos enemigos; relación que les permite mantener
intacto, en cada uno de ellos, el sustentáculo fantasmático que necesitan.
La noción de test será utilizada por la madre en forma abusiva, para recordar siempre al
niño su deficiencia.
Todo estudio del niño débil mental queda incompleto mientras no sea en la madre que se
busque de entrada el sentido de la debilidad. El estudio del tipo de relación fantasmática
madre-niño llevaría tal vez a precisar los factores determinantes de la elección psicótica,
psicosomática o perversa.
Una búsqueda del sentido de la enfermedad del niño en la madre no debe conducimos, por
otra parte, a la conclusión simplista de que es la madre a quien hay que tratar. Se trata, por
el contrario, a partir de una anamnesis bien entendida, de ayudar al niño a asumir, en el
tratamiento, en su nombre, su propia historia, en lugar de hacer suyas las dificultades
relacionales de la madre con su propia madre, realizando así en su neurosis el sentido
fantasmático que ha podido constituir para su madre, al nacer.
AJURRIAGUERRA: “PSICOPATOLOGÍA DEL NIÑO”
Capítulo 16: psicosis infantiles
El concepto de psicosis infantil ha sufrido una evolución paralela al de la demencia precoz,
y más tarde al de la esquizofrenia. En cualquier caso la simple traslación del marco
semiológico adulto al niño es errónea en dos aspectos:
1. La dificultad de integrar al niño al concepto de demencia, lo q implica una
organización psíquica previa suficientemente desarrollada.
2. La frecuencia o ausencia del delirio crónico en el niño.
Todo esto explica que las primeras descripciones condujeran a un callejón sin salida. La
historia reciente de las psicosis infantiles viene señalada por la introducción del autismo de
Kanner.
I. Estudio de las psicosis infantiles
A. Estudio de las principales conductas.
1. Aislamiento-Autismo
Esta conducta se observa con extrema frecuencia en las psicosis inf. Expresa la incapacidad
del niño para establecer un adecuado sistema de comunicación con su entorno. Se puede dar
desde muy temprano.

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- En el curso del primer año, la anamnesis puede suministrar rasgos de conducta.
Estos niños son descriptos como tranquilos, “fáciles”. Aparecen indiferentes a la
presencia de adultos. El dialogo tónico no existe. Los datos ppales del despertar
psicomotor se hallan modificados. Ausencia de sonrisas (3m) y ausencia de reacción
(8m).
- En el curso del segundo y tercer año el autismo es ya evidente. No hay contacto con
el entorno, la mirada está vacía, difícil de fijar. Hay veces q se observa una
vigilancia extrema pero con una mirada periférica. Además rehúsa el contacto físico
o bien tiene un cariz extraño. No reacciona ante la marcha de los padres. Utiliza los
objetos como a las personas, de forma parcial y extraña, no simboliza. Puede
vincularse a un objeto exclusivo. Es indiferente al juego.

2. Conductas motoras
. A. tónica: hipotonía granizada, particularmente postural, sin dialogo tónico.
. Gestualidad inhabitual dada la edad.
. Comportamientos motores específicos: las estereotipias motrices son frecuentes.
. Inestabilidad: frecuente sobre todo en psicosis precoces no autistas. Son niños en perpetuo
estado de agitación. Inversamente se puede ver en ocasiones una inhibición motriz masiva.
3. Trastornos del lenguaje
Prácticamente constante en las ps inf, tanto más cuando más precoces sean. Puede darse
ausencia total del lenguaje. El canturreo es frecuente. Cuando el lenguaje existe, se perciben
anomalías en la melodía con aspecto cantarino. El “yo” es sustituido por “tu”, o por “el”. Se
dan tb estereotipias verbales, neologismos extraños y verbalismo solitario. Cuando aparece
un lenguaje satisfactorio, tb aparecen regresiones. En todos los casos, lo auténticamente
significativo estriba en q el lenguaje no posee una verdadera función comunicativa.
4. Trastornos de las funciones intelectuales
Diversas funciones se ven perturbadas, pero también de forma anárquica, conexitos a
menudo desconcertantes en un determinado sector. Además, la dificultad en la integración
del esquema corporal.
5. Trastornos afectivos
Oscilaciones rápidas del humor, crisis de angustia aguda (puede ser espontánea o sobrevenir
después de frustraciones min, o tras un cambio imprevisto del entorno). Crisis de risa,
próxima a la risa discordante. Crisis de cólera, intolerancia a la frustración,
automutilaciones.
6. Trastornos de la conducta mentalizadas.
Solo se evocan las fobias, casi siempre son extravagantes, extensiva, cambiante. Son
frecuentes en las ps de la segunda inf. Los rituales son a veces múltiples, el delirio es raro en
el niño y las alucinaciones son difíciles de constatar.
7. Trastornos psicosomáticos y antecedentes somáticos

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Los trastornos del sueño son muy frecuentes, puede darse un insomnio tranquilo o agitado.
Tb los trastornos alimenticios precoces (succión deficiente, anorexia, etc). Trastornos
esfinterianos tb se presentan.
B. Agrupación de las conductas.
El segundo plano de las ps inf es el sindromito, es decir, las agrupaciones de rasgos de
comportamiento en conjuntos más o menos estables o coherentes. La dificultad aquí estriba
en su extrema diversidad, pero sobre todo en la ambigüedad del repertorio nosográfica de
cada autor. En realidad estos esquemas son en parte expresión del punto de vista del autor, q
subraya alguno de los datos observados a fin de conferir al campo semiológico la coherencia
de q carece.
1. Psicosis precoces
a) autismo precoz de Kanner
Sin prejuzgar su etiología, el autismo precoz es la única agrupación semiológica admitida
por la casi totalidad de los autores y aislada como tal.
Clínica: el inicio es precoz. La madre acostumbra a describir conductas desconcertantes
desde los primeros días. Este asociado con: 1) Autismo o aislamiento, 2) Inmutabilidad, 3)
Ausencia de lenguaje. La inmutabilidad indica la necesidad ansiosa e imperiosa del niño
autista de mantener su entorno idéntico. Objetos y muebles deben conservar el mismo lugar,
un mismo aspecto y un mismo orden.
Evolución: dos factores tienen valor predictivo, 1) Existencia de un CI sup a 50, que al
parecer puede mantenerse, o en caso contrario se observa el descenso progresivo de la
eficiencia relativa. 2) Ausencia de lenguaje transcurrido ya los 5 años.
b) Otras ps precoces (además del autismo de Kanner)
El inicio se sitúa entre los 2 años y medio y 3 años, y los 5-6 años. Son más frecuentes q el
autismo de Kanner.
Elementos clínicos: la variabilidad semiológica es extrema. Pueden ser:
1- crisis d angustia,
2- perturbaciones motrices,
3- rituales defensivos,
4- trastornos del lenguaje y de la voz,
5- trastornos psicosomáticos,
6- frecuente labilidad afectiva,
7- existencia de una catexis deficitaria de las funciones cognitivas,
Cada autor propone una agrupación de estos síntomas y resalta uno u otro según el punto de
vista psicopatológico q sustenta. Malher describe así la ps simbiótica: los niños raramente
presentan trastornos de conducta durante el primer año de vida. Las manifestaciones se
aparecen durante el 3º o 4º año. Es como si el crecimiento madurativo de la coordinación
motriz, provocara una ruptura con la realidad. Esto es un ejemplo de q los síntomas son
descifrados en función del presupuesto teórico, este a su vez sirve para organizar el cuadro
clínico.

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c) Las formas limítrofes
Aquí se incluye el vasto campo de la patología intermedia entre las org neuróticas y las
psicóticas. En todos los casos, el contacto con la realidad parece parcialmente preservado,
pero la naturaleza de las relaciones establecidas, los mecanismos defensivos y la vivencia
fantasmática aproximan todas estas formas a las observadas en las ps inf.
Pertenecen a este campo:
1. desarmonías evolutivas de cariz psicótico
2. distimias graves
3. prepsicosis
4. parapsicosis
5. org caracteriales graves.

2. Psicosis de la segunda inf.


Acá se incluyen aquellas q aparecen entre los 5-6 años y los 12-13 años. En algunos casos,
muy raros, las conductas ps aparecen más relevantes sobrevienen después de una infancia en
apariencia normal. No obstante, esta normalidad debe aceptarse con reservas. La supuesta
“normalidad” anterior a menudo no es más q la proyección al exterior de la angustia
paterna. Pero en comparación con las ps precoces, se dan en una personalidad mucho más
estructurada, con un grado de maduración claramente superior. El lenguaje se haya ya
elaborado, se ha realizado la catexis de los procesos cognitivos y estos empiezan a
desprenderse del pensamiento mágico, lo real es percibido como tal, diferenciándose de lo
imag. Las manifestaciones psicológicas en dicha aparecen como conductas regresivas o
desestructuradas en relación a con las actitudes anteriores del niño.
a) Reacción del retraimiento.
Es la traducción del autismo secundario. Lentamente el niño pierde todo interés, el
aislamiento afectivo puede llegar a ser extremo con indiferencia y frialdad de contacto.
b) Conductas motrices.
Se organizan según 2 polos:
Inhibición y retraimiento: esta conducta evidencia el retraimiento autista. Tb se observan
actitudes catatónicas, a menudo transitorias, q señalan fases de agravación.
Inestabilidad y agitación psicomotriz: en casos se trata de una antigua inestabilidad q nunca
ha podido ser controlada por el niño. Sobre este fondo de inestabilidad acaecen
frecuentemente episodios agudos q descompensan el ya frágil equilibrio anterior. En otros
casos, la excitación motriz rompe con el comportamiento habitual del niño.
c) Trastornos del lenguaje
Consta algunas veces la continuidad de los trastornos precoces, pero en otros casos el
desarrollado del lenguaje había sido normal hasta entonces. Se observa: posibilidad de
mutismo secundario (lentamente el niño deja de hablar, primero con el entorno y después el
mutismo puede llegar a ser total). Regresión formal del lenguaje. Hipercatexia del lenguaje
(búsqueda de un lenguaje adulto-morfo mediante un control y maestría absolutos.

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d) Fallos en la catexis cognitva
Además de las formas deficitarias q acompañan la evolución de la ps precoz con frecuencia
aparecen fallos bruscos en la capacidad intelectual. Cabe observar q dicho empobrecimiento
intelectual suele aparecer como una defensa contra la vivencia psicótica de mutilación o de
desrealización.
e) Trastornos de cariz orgánico
Recordemos únicamente la frecuencia de las fobias de aspecto arcaico y de las obsesiones.
Las fobias pueden ser extensivas y cambiantes o por el contrario muy fijadas, racionalizadas
por el niño y su flia. Las manifestaciones de la serie obsesiva son muy frecuentes y
característica.
f) Manifiesta de rupturas con la realidad.
A partir de esta edad, es posible la invasión brusca del pensamiento por las manifestaciones
delirantes ideativas o sensorializadas, pero sigue siendo una eventualidad rara.
C. Evolución de las ps infantiles.
Dada la diversidad semiológica, las divergencias psicopatológicas y la multiplicidad de
hipótesis etiopatogénicas, no debe extrañarnos la gran variedad evolutiva de la ps inf.

- Evolución hacia la debilidad profunda o severa, con persistencia o agravación de la


no catexis cognitiva inicial.
- Evolución centrada en el autismo, manteniendo el estado inicial. El lenguaje puede
haber sido adquirido, pero es extraño. La intensidad del autismo constituye una
barrera ante las tentativas de escolaridad.
- Mejora parcial con evolución de la sintomatología:
1. hacia conductas mentalizadas de tipo fóbico o sobre todo obsesivas más o menos
paralizadas. Const la expresión de tentativas de control interno del sujeto.
2. o bien hacia la aparición de trastornos mayores del comportamiento, de tipo
caracterial grave o psicótico.
- evolución favorable: algunas veces se observa una relativa regresión del autismo,
adquisición del lenguaje y un grado suficiente de adaptación social para permitir
escolarizar, y más tarde la actividad profesional.
- Factores de pronósticos desfavorables:
1. existencia de factores orgánicos asociados a la psicosis infantil.
2. ausencia de lenguaje más allá de los 5 años.
3. profundidad del retraso intelectual.
4. precocidad en la aparición de trastornos.
5. Calidad de la familia.
Los factores favorables son los opuestos a los precedentes.
II. Enfoque genético e hipótesis de predominio orgánico.

A. Enfoque genético

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Se distinguen factores genéticos hallados en las psicosis precoces de los propios de la
psicosis de la segunda infancia.
1. Genética de la ps precoces.
Carlier y Roubertoux concluyen su investigación señalando que:
. El análisis genético muestra q el autismo inf es una entidad nosográfica diferente de las
otras ps inf.
. Las ps tardías son probablemente de etiología heterogénea. No debe descartarse la
hipótesis de una heterogeneidad genética.
. El origen genético es una hipótesis probable, pero ni única ni segura en sus modalidades.
B. Hipótesis de predomino orgánico.
Los resultados acumulados parecen demostrar la existencia de una anomalía neurológica (o
diversas), cuya localización, naturaleza y papel no están determinados con exactitud.
III. Enfoque psicopatológico e hipótesis de predominancia psicogenética.

A. Enfoque psicopatológico.
El conjunto de rasgos psicopatológicos podría constituir lo q algunos autores llaman el
núcleo psicótico. Núcleo estructural ps, entendido como un conjunto de mecanismos
psicopatológicos conducentes a unas conductas mentalizadas o actuadas, cuya asociación se
observa a menudo en este tipo de pacientes. Hablar de núcleo psicótico implica no situarse
en el eje etiológico, sino solo en el eje psicopatológico. Desde esta perspectiva el núcleo
estructural psicótico se refiere a:
1. Existencia de una angustia primaria de aniquilación, implica la total destrucción del
individuo.
2. No distinción entre el Yo no-Yo, el no reconocimiento de sus límites y de los otros.
3. Ruptura con la realidad, como consecuencia de la no delimitación precisa del
contorno de sí mismo.
4. Prevalencia de los procesos primarios por sobre los procesos secundarios, la no
relevancia del tiempo y del espacio, asociado a las características precedentes,
mantiene al niño en el ámbito de los procesos primarios, en el q cualquier afecto
debe ser instantáneamente evacuado.
5. La ausencia de nexo entre pulsiones libidinales y pulsiones agresivas, conduce a un
estado de desintrincación pulsional y a la frecuente preminencia de pulsiones
agresivas.
6. Uso de mecanismos de defensa arcaicos, frente a esta ausencia de coherencia y de
límites del Yo y de la persona, como identificación proyectiva, escisión y la
introyección.
B. Hipótesis psicogenética fundamentada en el ambiente: Papel de los padres.

Kanner ha sido el primero en describir cierto perfil psico de los padres de un niño de 11
años, tema de sus primeros trabajos. Dice q son padres de un elevado nivel intelectual y

23
sociocultural, así como por su frialdad, mecanización y cierta obsesividad aparente. Mas q
amar a sus hijos, los observan.
De estudios más recientes se puede entresacar q:
1. Un origen y nivel sociocultural variable,
2. gran cantidad de situaciones difíciles,
3. atmosferas y organización familiar a menudo confusas,
4. son habituales las situaciones dramáticas,
5. finalmente, han sido descritos ciertos modelos específicos de comunicación
intrafamiliar,

C. Hipótesis psicogenética fundamentadas en el niño o en interacción padre-hijo


. M. Klein: A fin de defenderse de la agresividad primaria, experimentada como dañina y
mortífera, el sujeto psicótico divide, escinde y proyecta sus afectos sobre los objetos
circundantes. Mediante escisión e identificación proyectiva, los objetos q le rodean pierden
sus propias características y se convierten en peligrosos y perseguidores. A fin de
defenderse de ellos, el sujeto ps introyecta las partes buenas de dichos objetos y de su Yo en
un conjunto confuso, pero q debe ser omnipotente y omnisciente a fin de luchar contra los
objetos malos externos.
. Tustin: centra su trabajo sobre la depresión psicótica. Esta consiste en un sentimiento de
ruptura dentro de la continuidad q crea un espantoso agujero. El niño lucha contra el,
mediante mecanismo arcaico de tipo enquistado o un repliegue autista. De esta forma, el
niño intenta negar la existencia de cualquier discontinuidad entre su cuerpo y el medio, a fin
de preservar hasta donde lo es posible, un mínimo de sentimiento de continuidad.
. Malher: estudia la evolución de la relación madre-hijo bajo el ángulo específico de la
autonomía progresiva de este último. En la fase inicial el bebe no es cc ni de su
individualidad ni de la de su madre: oscila entre fases de satisfacción y fases de necesidad.
Se halla en un estado de desorientación alucinatoria primaria. Lentamente el niño accede a
la fase simbiótica cuando se hace capaz de atender y anticipar confiadamente la satisfacción,
gracias a las huellas amnésicas q el placer de la gratificación ha dejado. La tercera fase,
separación-individuación, aparece cuando el niño, debido a su desarrollo, está muy cerca de
su funcionamiento autónomo y disfruta con ello. La explosión motriz del niño le permite
apartarse de la madre, aunque sigue utilizándola de señuelo externo de orientación.
Malher concibe la psicosis infantil como el resultado de los fracasos en el proceso de
individuación, cuyo origen se halla tanto en el niño como en la madre. Hay fases q no han
sido superadas dada la angustia masiva q suscita el acceso al objetivo siguiente. Para
defenderse de ello, el niño usa mecanismo de sostén, q se oponen a la progresión del
desarrollo.
. Winicott: el origen de la ps infantil debe buscarse entre los avatares de la relación de
adaptación reciproca madre-hijo, especialmente en el tiempo en q el niño experimenta
desilusión frente a ella. Hasta ese momento el niño ha vivido en una ilusión de
omnipotencia, puesto q la madre suficientemente buena sostiene al niño. Si la madre falla, el
24
bebe puede experimentar angustias impensables o agonías primitivas tales como el retorno a
un estado de no integración, la falta de impresión de residir en un cuerpo o la perdida de
sentido de realidad. De lo q se trata para W es de organización desviada, patológica y
especifica.
Capítulo 18: la depresión del niño
I. Enfoque teórico y psicopatológico.
En 1934 M. Klein hace referencia a la posición depresiva, de aquí en más esta posición
ocupará un lugar significativo en la evolución psicogenética del niño. La posición depresiva
q M.K sitúa alrededor del segundo semestre, y después en el segundo año, corresponde al
estadio de percepción del objeto total.
Para Malher la posición depresiva se situaría bastante más allá del segundo semestre, entre
el decimosexto y el vigesimocuarto mes, en el momento en q se es Cc de su separación, de
su individuación y de la pérdida de su omnipotencia.
Bowlby hace tb hincapié en las reacciones del niño ante una separación materna. Cree q la
edad más sensible oscila entre los 5 meses y los 3 años, en donde puede observarse:
1. fase de protesta
2. fase de desespero
3. fase de desvinculación
No obstante Bowlby sostiene q no debe confundirse separación y depresión: la angustia
desencadenada por la separación, los procesos de lucha contra esta angustia y la depresión
misma no deben ser considerados como equivalentes. Esta diferenciación ha sido
considerada en los trabajos de Sandler y Joffe, según ellos la rta depresiva es una reacción
afectiva de base: es una de las rtas ante el sufrimiento.
Sea cual sea la opinión sustentada, hay q subrayar dos puntos fundamentales en los procesos
depresivos: 1) importancia de las pulsiones agresivas, con la posibilidad de su elaboración
y/o expresión por parte del sujeto; 2) importancia de la pérdida o de la separación en el
pasado del niño depresivo.
II. Estudio clínico
La semiología de la depresión en el niño es especialmente variada. Se destacan 10
conductas como síntomas importantes de la depre.
1. Humor disfórico.
2. Autodespreciación.
3. Comportamiento agresivo.
4. Trastorno del sueño.
5. Modificación en el rendimiento escolar.
6. Retraimiento social.
7. Modificación de la actitud hacia la escuela.
8. Quejas somáticas.
9. Perdida de la energía habitual.

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10. Modificación inhabitual del apetito y/o del peso.
Como se ve, la variabilidad sintomática es extrema, y se sitúa en registros muy distintos.
A. estudio discriminativo de la semiología depresiva en el niño.
 Síntomas vinculados directamente a la depresión: la rta depresiva. Son manifestaciones
parecidas a las q configuran el cuadro clínico de la patología adulta. Aun así se las puede
encontrar. Algunos niños manifiestan un estado de intensa postración, se retiran y se aíslan
en un rincón. No obstante, el llanto y la tristeza de su rostro son testigos de aquel, junto al
enojo, la indiferencia total y la permanente fatiga. En el plano intelectual pueden observarse
dificultad de concentración y memorización.
 Síntomas asociados al sufrimiento depresivo. Estos síntomas se añejan un tanto de la
semiología de los adultos. En ocasiones, una excesiva buena conducta muestra el estado
depresivo. Al igual q la inhibición, no siempre fácil de diferenciar de la reacción de
retraimiento o de aislamiento. El fracaso esc, conductas fóbicas. En lo q afecta al cuerpo o
la apariencia física, a veces se percibe una actitud de dejadez.
 síntomas q aparecen como defensa contra la posición depresiva. Son de naturaleza
diversa. Se ven conductas maniacas conducentes a negar la depresión. O bien, conductas de
protesta o d reivindicación frente al estado de sufrimiento.
 Equivalentes depresivos. De naturaleza psicosomática. Como: enuresis, eccema o asma,
obesidad, anorexia aislada.

B. Depresión en función de la edad


 Depre del bebe y el niño pequeño. Son más frecuentes las reacciones depresivas
correspondientes tanto a carencias afectivas parciales, como a inadecuación en la
interacción madre-hijo.
 Depresión del niño pequeño: (3 a 6 años), se dan manifestaciones variadas. Estos
síntomas pueden observarse en el transcurso de una separación o una perdida brusca, lo más
frecuente son los comportamientos de lucha contra los sentimientos depresivos. Las
adquisiciones sociales permanecen perturbadas. Los trastornos somáticos son habituales. En
relación con el adulto, la sensibilidad a la separación resulta tan extrema, la demanda de
atención es tan intensa q se imposibilita cualquier actividad autónoma.
 Depresión del niño mayo: (6 a 13 años), el niño va disponiendo de medios más
elaborados para expresar el sufrimiento. La sintomatología se reagrupa en 2 ejes: 1)
manifestaciones vinculadas directamente al sufrimiento depresivo; 2) frecuente emisión de
comportamientos vinculados a la protesta y a la lucha contra los sentimientos depresivos.

III.Contexto etiopatológico.
En vez de referirnos a una etiología concreta, es preferible hablar de un contexto
favorecedor. Hay ciertos contextos y determinadas circunstancias traumáticas q se hallan a
menudo en los antecedentes de niños q presentan la semiología descrita anteriormente.
A. Existe de pérdida o separación.
La pérdida puede ser real y prolongada: fallecimiento de ambos padres o de uno, hermano,
adulto próximo. El hecho resulta tan traumatizante cuanta más crítica sea la edad del niño y
cuanto más cambie el ambiente. Puede ser tb q la separación sea temporal, pero no obstante
suscitar una angustia de abandono q persista más allá del retorno a la situación normal.
26
B. Medio fliar.
1) frecuencia de antecedentes de depresión en los padres, concretamente en la madre.
2) Frecuencia de la carencia paterna, sobre todo materna.

Jerusalinsky PSICOANALISIS EN PROBLEMAS DEL DESARROLLO INFANTIL


Parte 1: “la dirección de la cura de lo que no se cura”
1. Cómo deshacer un corte "salomónico" previamente impuesto
Acá nos vamos a encontrar con un niño que nace con una agenesia parcial del cuerpo
calloso (los puentes que unen los dos hemisferios). Nos tenemos que informar sobre la
neurología porque es poder encontrar el límite de la afección real.
Tenemos este cuerpo que nace separado, pero unarizado por el discurso de la madre, no
tanto así en el discurso de su papá. Tiene un labio leporino y tenía un micro pene. Entonces
este real del cuerpo interrumpe en la cadena significante, y Beto lo denuncia constituyendo
una compulsión imaginaria en el delirio “para crecer hay que ser mounstro”, hay una
identificación del niño hacia Hull. Esto se debe al efecto que causa en el Otro, Beto vivía
cierto rechazo por parte del Otro.
Más allá de lo salomónico en lo real (lo real está partido), este niño se va identificar con
mounstros poderosos allí donde la debilidad aparece, juega a hull, a los vampiros, a las
brujas etc. Un día quiere jugar a ser el hijo de Drácula, ahí aparece algo de la filiación y que
la marca de su boca demanda un significante que le otorgue figura humana, aunque sea
muerto; en todo caso Beto no renuncia a ser su majestad el bebé. La diferencia que
encuentra el analista entre Hull y Beto, es que el primero no habla y hay que tomar esto.
Beto siempre busca asustar con sus personajes, pero en el analista no lo logra.
Una psicoterapia catártica le permitiría la abreacción del odio contra el padre, mantener la
pregunta acerca del padre es decisivo para Beto. El equipo técnico va a la escuela por una
niña psicótica y que solo ella es la que se acerca a Beto quien le sonríe; el analista se toma
de esto y empieza a trabajar. Beto le propone al analista un juego de Drácula y analista le
dice: “te estoy mirando igual que miro a otro chico”; momento en que el niño le toma la
mano y le pregunta “¿vamos para arriba?” donde quedaba el consultorio. Una vez aquí Beto
toma una tiza y le pide al analista pintarle su cara y luego se pinta él. Mirando ambas
imágenes en el espejo ice: “iguales” a lo que el analista le responde: “No, no somos iguales
a vos los otros te miran diferentes”.
El niño le pide “vamos a jugar a Beto” con una plastilina hace un muñeco con ojos sobre
salientes que representa el efecto de la mirada del Otro en él y dos bolas en la cabeza y le
dice de estas dos últimas “es la nana que tengo”. Antes de irse, tropieza con un gravado de
Freud y le pregunta al analista si ese era su padre y el analista le dice que sí, y él dice que
su papá no tiene barba, es evidente que el niño se ha situado en la diferencia.

27
Lo que el Rey Salomón pone en acto en su juicio constituye la topologización del deseo
materno en relación con el cuerpo del hijo. Ese deseo unariza en el cuerpo del niño el trazo
significante de lo que le falta. La mirada y el sostén de la madre es lo que hace que el
cuerpo se unarice. Cuando una de las presuntas madres accede a dividir el cuerpo del niño
para repartirlo, se denuncia como "no madre", por lo menos en el campo del deseo, aunque
en verdad reste para siempre la duda de su maternidad biológica.
Esta unarización que opera desde su mirada, tiene en el nombre su representante prínceps:
el “Nombre- del- Padre” que se coloca para designar una filiación que va más allá de la
madre misma.
La madre que acepta cortar el cuerpo no puede sostenerle el nombre. Pero ¿qué pueden
hacer una madre, y un padre, cuyo hijo ya viene con el cuerpo "cortado"? ¿Cómo sostenerle
el nombre a estos pedazos? ¿Cómo sostener el deslizamiento continuo del significante
sobre un niño que lo desagrega?
2. La dirección de una cura imposible
Dirigir esta cura implica, en primer lugar, definir por qué caminos se dirige lo incurable. Y
decimos "por qué caminos" y no adonde, porque una cura (en el sentido psicoanalítico) no
sabe a qué destino se dirige sino que va sabiendo, paso a paso, solamente por dónde va.
Hemos comprobado en nuestra práctica la repetición de ciertos momentos típicos en la
cura, los que tienen grandes posibilidades de representar momentos cruciales en los que la
transferencia se encuentra con un efecto muy directo del fantasma que la deficiencia del
niño ha reabierto. Se hacen por ello necesarios, frente a estas circunstancias, ciertos actos
clínicos.
Con la llegada de un hijo enfermo, los padres primeramente van a tratar de que alguien les
diga algo diferente. Los padres piden: diagnósticos, evaluaciones, tests, indicaciones
educativas, remedios, etc. Demanda que se orienta, en su apariencia, a que les arreglen el
"muñeco roto" de su narcisismo que unarice nuevamente, esto que perdió el trazo de su
identidad. Se le pide un imposible.
¿En qué modo suele trabajar la transferencia en esta clínica?: en la demanda de la
sugestión. Es necesario en este punto tener en cuenta lo que constituye el núcleo de la
transferencia: el sujeto supuesto a saber que quiere decir que cuando el enfermo consulta al
doctor lo hace porque supone que aquel, dispone de conocimientos para curarlo.
Bien saben los médicos cuánto navega de sugestión en esta transferencia para ser eficaces,
para ello es necesario que trabaje en el campo de “autoridad en la materia”. Pero aquí el
saber no juega como supuesto, sino que deja que el otro lo suponga más allá de su límite.
Son capaces de anular los efectos de lo que su paciente demanda: un saber en la medida
suficiente para ofrecerle la fórmula que acabe con su dolor.
Y es en este punto donde el cuerpo de que se ocupa el médico desborda la mera sustancia
celular, porque su mirada es colocada en la posición del Otro al que se le demanda que

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unarice nuevamente esto que, momentáneamente, perdió el trazo de su identidad. Se le pide
que confirme que la vida continúa, por encima de las cicatrices.
Es muy fina la línea de la transferencia y el campo de la sugestión, de lo cual hay que tener
cuidado, porque tenemos que tener en cuenta que se nos está pidiendo algo imposible y
segundo lo que se nos pide tiene que ver con algo del orden de lo médico y la cuestión del
cuerpo, que es imposible. En la transferencia que se presenta es el efecto directo de esto en
los padres; entonces el narcisismo de los padres se pone en juego cuando nace un niño y
todo lo que tiene que ver con la falización que se va a poner en juego cuando aparece algo
de lo incurable. Frente a este tipo de demandas tenemos que tratar de pensar en ciertos
actos clínicos para no caer en la subjetividad; acá entra en juego la importancia de las
entrevistas preliminares, el tiempo de la demanda y que los padres nos transfieren un saber.
Acceder a la demanda desde donde nos ubican los padres ¿Cómo hacer para no responder
desde ese lugar? Si el analista dice que tiene las herramientas para curar ese niño, entra en
un terreno complicado que lo lleva al fracaso. El analista tiene que decir que de aquello que
ellos piden él no sabe nada.
Especialmente en las enfermedades del Desarrollo, donde el pronóstico de la evolución del
"enfermo" se fusiona con la evolución de su destino, los padres, los médicos y los técnicos
suelen quedar atrapados en un diálogo de sordos, en el que nunca se sabe qué se pregunta ni
qué se está respondiendo. De este modo los padres se confunden sobre el diagnostico que se
les fue comunicado, cual es el tratamiento o escuela indicada así como el tratamiento
sugerido. Por ello, sólo la escucha psicoanalítica de este supuesto saber nos puede sacar de
esta pavada y de los empecinamientos frente a las resistencias parentales. Dicha escucha
implica no colocarnos en el lugar del sujeto que sabe, sino en el punto en el que este sanar
que nos es supuesto a nosotros, los terapeutas, en realidad corresponderá un sujeto al que
aún nada se le ha preguntado, porque se teme su respuesta. Éste es el Sujeto del niño, sujeto
que, en los albores de la vida, que es cuando suelen presentarse los primeros signos de la
patología del desarrollo, está mucho más en el discurso parental que albergado en el niño
mismo. A ese sujeto/niño, que está en los padres mismos, éstos se resisten a interrogarlo, y
desvían su pregunta hacia nuestro supuesto saber. Pero desconocen que el terapeuta carece
sobre el saber acerca del destino del niño.
La dificultad en interrogar a este sujeto, es porque, para sostenerlo como tal, es menester
desear la muerte del niño. O entonces, para no desear esa muerte en lo real, se realiza la
muerte del sujeto retirándolo del campo de la sexuación y por lo tanto, de su relación con
el Otro. Allí es donde el deficiente se torna un eterno niño.
Hay ciertos riesgos que nos implica deslizarnos del acto clínico en el campo de la
sugestión; si nos quedamos en el campo de la sugestión es el campo del malentendido
incesante; o también pensar en el campo de la psicotización, si nosotros los dejamos a los
papás del lado del discurso médico, estamos dejando a este niño en el campo de la
psicotización. También como decía Mannoni se transforma en un objeto a cuidar.
Jerusalinsky enumera los actos clínicos a los cuales el analista debe atenerse para no caer
del lado de la sugestión:
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1- Establecer lo real: es necesario definir el límite que afecta al niño enfermo, en
cuanto a sus posibilidades funcionales. Establecer lo Real es eso mismo Real que se
opone como límite efectivo en el momento en que el ste pugna por imponer su
movimiento.
Esto supone escuchar con precisión, también en qué posición con respecto al niño,
la serie simbólica está actuando, qué lugar ocupa ese niño. Asimismo, hay que
advertirles a los padres que es su propia fantasmática, la que impide viabilizar un
sujeto en ese niño.
2- Desdoblar la escucha de la demanda: para la admisión del paciente se tiene que
hacer una doble escucha, lo que tiene que ver con lo real en su propio campo (lo
médico) y la que se propone operar este Real en el campo fantasmático.
3- Establecimiento y desarrollo de la transferencia : se instala en el desarrollo de un
tratamiento, cuando los padres del niño no se resignan a la deficiencia (si así fuese
no harían ningún tratamiento), pero, paradojalmente, se resignan a que ella le
imponga límites a su niño. Esta paradoja sufre las vicisitudes de toda neurosis de
transferencia: idealización inicial del terapeuta, regresión de los padres a posiciones
de "no saber cómo criarlo" (todo el saber está en el terapeuta), depresión por
autoculpabilización, agresivización de la relación terapéutica, desidealización del
terapeuta. Aquí es importante que el analista pueda renunciar al lugar del supuesto a
saber, ya que si propicia la idealización es probable que el tratamiento se rompa.
Pero si el terapeuta pudo renunciar a su saber supuesto, en un ejercicio incesante de
hacer trabajar en los padres lo que no se puede responder (lo que se pregunta sobre
el "destino" del niño), es bien probable que los padres retomen la conducción de su
hijo.
4- La denegación del deseo de muerte: . Se torna inevitable para los padres el deseo
inconsciente (a veces consciente) de la muerte del niño nacido con graves
problemas de desarrollo. Ocurre que el sujeto previamente estructurado en el
lenguaje se torna incompatible, en el imaginario parental, con este niño. Hay una
ruptura narcisística que opera en los padres.
Ante lo real imposible de hablar, hay que apuntar a lo simbólico. Esta operación
simbólica solo es posible en el terreno de la denegación, que tiene como efecto decir
la verdad amortiguando el efecto: “sabemos que es deficiente, pero para nosotros,
en lo cotidiano es como si fuese normal” esto tiene a su vez, efectos normalizantes
para el niño.
Dicha denegación va a ser posible a partir de la elaboración del trauma inicial (la
discordancia entre el cuerpo real y el cuerpo imaginado).
5- Vacilaciones del yo ideal del niño. Cada vez que éste demuestra su fragilidad, el
trabajo técnico hace una pausa, para dar lugar a una intervención analítica.
6- Hay ciertas cuestiones que retornan desde el fantasma social a los padres y al
niño, cada vez que éstos dan un paso (real o imaginario) en la dirección de la
integración del niño a la comunidad. Estos momentos reabren los anudamientos que
se articularon alrededor de la enfermedad del niño en el momento traumático inicial.
Veamos los momentos que suelen reabrir estas crisis:

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a) Primeras salidas a los lugares frecuentados por otros niños: se materializa el
rechazo social.
b) Primera salida hacia otra institución fuera de la familia; el jardín: se perciben las
diferencias con otros niños.
c) Escolarización: se plasman los límites del aprendizaje.
d) La pubertad: el surgimiento real de la cuestión sexual.
e) Juventud, integración social y trabajo: se constata la restricción de lugar social
para ellos.
f) Fin del tratamiento. Se trata de niños, después jóvenes, que pueden necesitar
tratamiento durante muchos años de su vida. Los tratamientos en este tipo de
patología tienen su límite de recuperabilidad, y por ello los niños siempre continúan
dando la impresión de que necesitan más de tal o cual cosa. En este límite de
recuperabilidad está el fin del tratamiento, y allí, en el corte, es donde terapeuta,
niño y padres resignan lo que nunca llegará a producirse: la cura total.
3. Psicopedagogía terapéutica temprana (estimulación)
No es el estímulo el que ocupa el lugar central de nuestras preocupaciones, porque él, por sí
solo es incapaz de producir desarrollos. El hecho de que el estímulo sea capaz de modificar
la actividad del organismo no garantiza la dirección ni la trama de estas modificaciones.
Por el contrario, poner el acento en el estímulo borra la trama de significaciones que hacen
de él un lugar necesariamente vacío. Lugar recubierto por el significante, que captura,
organiza y transforma esa actividad, más allá de la naturaleza del estímulo mismo. Allí el
estímulo no es, más lo que es, ni tampoco es signo directo de otra cosa, sino pequeño trazo
en un discurso que lo ignora en tanto estímulo porque se dirige a otro destino, mucho más
complejo y distante. El Otro no es un estímulo ni un estimulante, sino la instancia que,
desde su mirada, organiza en el niño su auto-imagen corporal y, desde su discurso, recorta,
en el ojo, en la boca, en cada "agujero" del niño, la sombra de un objeto inexistente que, por
ello, será incesantemente buscado. Como puede verse, no es para nada la relación Estímulo-
Respuesta aquello que conduce el desarrollo.
Aquí critica al conductismo, ya que medir el progreso de cierta discriminación perceptiva, o
el aumento de velocidad y precisión de una actividad de motricidad fina, no nos dice na
acerca de cómo estos elementos están integrados o no, en el sistema de significación, y por
lo tanto, de articulación del deseo, que es lo que constituye el núcleo fundamental de ese
sujeto.
Por eso nuestra propuesta de Educación Temprana parte de este lugar negado por la
práctica conductista: la función materna entendida como una estructuración, que
proporciona inconscientemente la guía para que los intercambios decisivos entre la madre y
su hijo ocurran de manera espontánea.
Al nacer un hijo deficiente, el contraste entre el hijo esperado y el que acaba de nacer afecta
centralmente a la función materna, ya que la madre se debate con el duelo de la pérdida del
hijo imaginado y siente al recién llegado como un impostor, o en el mejor de los casos

31
como un verdadero desconocido. Ya no sabe más lo que se debe hacer con esa criatura que
si tiene dificultades constitucionales, aún más tiene resonancias en el fantasma materno.
La eficacia del vínculo, inspirado en el deseo materno dirigido al bebé, suele ser suficiente
para guiar a las madres en sus actitudes con el recién nacido normal. Todo se va
desarrollando de manera espontánea entre la madre y su hijo sin problemas. Pero la
sustentación, la manipulación, la tarea de conectar él o con el entorno, la transmisión del
lenguaje, el juego, todo, suele quedar profundamente perturbado cuando el déficit
constitucional del bebé produce un desencuentro precoz entre la madre y su niño.
Desencuentro que, por un lado, aparece como el efecto de un dolor que se instala,
suprimiendo el goce del intercambio madre-hijo; por otro lado, se alimenta con los bajos
niveles de Registro y respuesta del pequeño ocasionados por los déficit constitucionales de
éste.
Es necesario entonces reconstruir los aspectos dañados de la función materna (hasta
sustituirla parcial o totalmente mientras dura la crisis). Aunque la fragilidad de este niño no
admite muchas dilaciones, ya que las consecuencias de un distanciamiento materno pueden
ser graves y, si son prolongadas por meses, irreversibles. Así, pueden instalarse rasgos
autistas, puede perderse la oportunidad de moderar expresiones patológicas del sistema
nervioso y neuromuscular, como el de acentuarse la lentitud de una maduración ya
comprometida.
Vimos que la doble traducción, acción por lenguaje y lenguaje por acción, que toda madre
normalmente realiza para interpretar los gestos de su bebé y para hacerle llegar las
expresiones de su comprensión, aparece afectada en estos casos y resulta necesaria una
tarea de reinstalación de los códigos. Por eso, es imprescindible la elaboración del duelo
materno por el hijo imaginario, que es sentido como muerte y la adecuación de la madre a
las características especiales de este niño con peculiaridades patológicas.
La función paterna también se verá afectada por la suspensión de toda inscripción
simbólica de este niño y por el rechazo afectivo por parte del padre real. Esta fractura abre
la peligrosa instancia de psicosis precoz sobre-agregada al déficit orgánico.
Por eso, las categorías de evaluación no son más que criterios aplicados a posteriori y nunca
guías de la acción terapéutica. La guía de la acción terapéutica es la lectura del estado de la
relación madre-hijo.
4. Algunas vicisitudes en el psicoanálisis del deficiente mental y sus padres
“los adultos niños”. El deseo del hijo es tomado en una controversia cuando los padres no
pueden reconocerse en él. Esa falla puede situarse en lo real o en el imaginario pero en
ambos casos el efecto es el mismo: el reconocimiento no se produce porque el destino para
el que ese hijo fue imaginado se torna imposible, de un modo innegable.
En lo Real este niño no es como los otros, y esta irrupción del límite en un lugar en el que
no se lo espera, produce el mismo efecto que encontrarse con la muerte: un efecto siniestro.
Si lo siniestro se impone, la sombra del hijo deseado y perdido caerá sobre el Yo de los

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padres abriendo el camino de la depresión melancólica. La pregunta “¿Por qué a mí? los
traerá una y otra vez a la autocontemplación quejumbrosa; dejando al hijo fuera de este
circuito narcisístico.
Los padres también pueden hacer esfuerzos explicativos para suavizar este efecto siniestro.
Todas serán formas transitorias de delirio que tiende a restituir lo que en el narcisismo de
los padres ha sido dañado, encontrando una justificación para que lo que se ha ocurrido.
Esta reidentificación de los padres en otros personajes heroicos, que les permita sobrellevar
la carga de este niño, tiene sus ventajas y sus riesgos. Lo que el delirio deja caer es al niño,
reducido a su puro limite Real. Quedará inadvertido en el imaginario materno, como objeto:
será una cosa para ser heroica y suficientemente reparada, tendrá un programa y un plan.
Así, mientras los padres pasan de lo siniestro a la epopeya, el niño cuyo reconocimiento en
lo humano ha quedado distanciado hace su entrada en la psicosis, porque en él no puede
aparecer el deseo, sino sólo la concordancia con lo planificado.
Estos padres no esperan que su niño se manifieste sino que cumpla bien su rol en la escena
heroica, o en la tragedia. Sin embargo, a pesar de la depresión, del encierro en la reparación
narcisística, o del heroísmo compulsivo que doméstica en el niño lo siniestro; el deseo
original del hijo insiste. Pero ¿cómo insiste?, porque sabemos que lo que se repite, se repite
diferente. Ese hijo que no nació se hace presente, una y otra vez, acoplado a este viviente
cuya condición de ser vuelve, insistentemente, a resultar cuestionado.
Hemos reencontrado, las mismas cuestiones siempre formuladas por los padres de los
deficientes mentales:
1) La elaboración del choque traumático del nacimiento, como la irrupción de alguien no
esperado y la pérdida del niño deseado.
2) Instalación de la renegación, que permite la coexistencia, en la conciencia, de dos ideas
contradictorias: "Es deficiente, pero para nosotros es como si fuese normal". O de la
denegación, que permite la amortiguación del afecto ante una verdad emergente e
inaceptable para el sujeto.
3) La equivalencia entre bebé y discapacitado se arma como modo de encubrir en la imagen
prolongada del bebé la limitación del niño deficiente. Los padres continúan llamando
"chicos" a los adultos deficientes. Expresando su retención del hijo en un lugar "protegido":
el de la infancia. Son así hombres y mujeres que no tienen perspectiva más allá de su
dependencia. El asunto del trabajo, la sexualidad nuevamente, la circulación social, están en
cuestión: el deseo parental tropieza con limitaciones, pero a veces es ese mismo deseo el
qué las fabrica.
4) La identificación sexual se torna complicada en los deficientes porque hay una fractura
en la identificación de los padres hacia el hijo. No lo ven como igual. Hay siempre un
fantasma siniestro que acompaña toda manifestación de su sexualidad.
5) Se produce una duplicación en toda consideración hacia el hijo: el deseo interroga acerca
del niño más allá de su afección. Surgen preguntas como: "¿A pesar de ser deficiente, va a

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poder hablar?" Así hablan los padres de su doble imagen del hijo: el que puede y el que no
puede.
6) ¿Tratamiento terminable o interminable? Esta pregunta alude al contraste entre el deseo
de cura total ("terminable") y la idea de enfermedad eterna e irreversible ("interminable").
Son dos puntas entre las cuales los padres se la pasan rebotando sin salida, a menos que
encuentren una nueva simbolización para este hijo. Algo de sentido, que no estaba antes,
tendrá que ser creado.
7) Los hermanos: ayudantes o víctimas. La duplicidad del niño se proyecta en los
hermanos, que pasan a soportar la identificación proyectiva de los padres: héroes
salvadores o indefensos condenados.
8) ¿Qué será de él cuando no estemos? formulan los padres, no logran articular formas de
transición ante el estar en esta casa parental, y estar en otro lugar. Este otro lugar muchas
veces es imaginado como "casa para después de la muerte". No suele aparecer la idea de
otra cosa para la vida porque, entonces, los padres se auto-acusan de abandonarlos.
9) “Si lo ayudamos y progresa, ¿va a tener conciencia de su enfermedad, de su diferencia?,
¿y eso no lo hará sufrir?" En esta cuestión, nuevamente retoma lo reprimido, tentando
evadir la castración simbólica ¿cómo ser, sin sufrir por no ser lo que en él se desea; será
que los padres no pueden tolerar que él descubra… lo que imaginariamente ellos sienten
que le han hecho? En el generoso: "que no sufra", se esconde el "que no sea”.
¿Por qué estos niños hablan tanto solos? Siendo que no son psicóticos, cabe preguntar ¿con
quién hablan? ¿No será con ese compañero imaginario que siempre se hace presente desde
el deseo de los padres? Vida pesada la de este adulto-niño, que siempre lleva otro en sus
espaldas.
PSICOSIS Y DEFICIENCIA MENTAL
I. Problemas en las fronteras del psicoanálisis
Para la delimitación psicopatológica de estos campos el psicoanálisis ha venido recurriendo
a métodos extraanalíticos (¿antianalíticos?}. La psicometría arroja al niño sometido a su
aparato a un campo donde el significante del "puntaje" excluye toda palabra. El "lenguaje"
de la sistemática estadística elimina todo deseo, a no ser el del "métrico" operador de una
"psique" a la que no se le reconoce otra tendencia que la de aproximarse a una medida
central, por puro efecto de su artificio. Para ser lo que está propuesto; por el test, es
imprescindible que el niño deje de ser. Frente a esto los estudios piagetianos, hasta un
cierto punto, han abierto otro panorama.
El dispositivo analítico abre una escucha hacia la asociación libre, detectando efectos del
trabajo del inconsciente. Se trata de Otro que habla en el sujeto, revelando la verdad de su
deseo. Esta verdad está sujeta únicamente a las condiciones impuestas por la Ley, cuya
existencia permite el surgimiento mismo del deseo. Verdad (del deseo) que se oculta, y se
revela, en la cresta de la ola de un discurso que intenta explicar, en un mito, de dónde viene

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y a donde va, en una tentativa de otorgarle un curso lógico a lo que no tiene: el destino
humano. Pero hay que saber que, venido desde lo psiconeurológico, si finalmente se somete
a la dinámica del deseo, sin embargo, se le impone al sujeto desde lo real.
Hablando del sistema de las funciones del yo: éste es el lugar de la inteligencia; el
movimiento de vaivén entre la metáfora y la inscripción lógica del mundo físico, que toma
inteligible a este último otorgándole significación, eligiendo recortes para demostraciones
de verdades que se imponen desde otro lugar: el de la articulación del deseo.
En los niños psicóticos, este vaivén está imposibilitado por la ausencia de esta distancia. La
metáfora no es tal porque no existe Nombre del Padre que la soporte. Así, la fonación
ecolálica, el acto literalmente imitativo, no se diferencian (por la absoluta ausencia del
Otro) de la repercusión, en el acto del niño, objetos y personas son tratados igualmente por
el niño, los objetos son preferidos a las personas. Se trata da la presencia del objeto a,
presencia absoluta, que la ausencia del "Otro" impide delimitar. No hay deseo porque no
hay falta. El niño del fort-da sería capturado si fuese psicótico, no por la pareja significante
fort-da (S1 - S2), sino por la pura redondez del carretel, sin metáfora de la madre que
operase el vaivén. O tal vez lo fuese por el goce del sonido fort-da repetición absoluta (sin
referencia a ninguna evocación) una vez que, por la ausencia del "Otro", otra voz no se
diferencia de la propia.
En los niños autistas precoces, la inmovilidad del significante, en esta locura precoz
encuentra su correlato cognitivo en el carácter inmóvil de la inscripción lógica del resto de
lo real en el pensamiento físico.
Deficiencia mental: es la inversa de lo que acabamos de ver. Aquí, la movilidad del
significante tropieza con la pobreza impuesta a lo simbólico por dilatación de lo real, por la
dificultad de establecer los lazos que regulan la resistencia física del objeto en términos de
significantes.
La particular transferencia que aquí se nos presenta nos exige un saber: exigencia de los
padres que demandan situar al niño en una categoría que lo detenga en su imaginaria
marcha reivindicativa de ser. Más allá de esta demanda manifiesta está el antitético deseo
de muerte parental, ocultando la verdadera demanda de dejar, a este niño gravemente
enfermo, a la deriva total sin marca que lo sujete a una condición de ser.
Este abandono parental opera encubierto bajo el pretexto de "no sabemos qué sé puede
esperar de él". Colocar en juego un significante que corte esta deriva tiene una función
interpretativa de otro aspecto del deseo parental: el que los trajo a la consulta. Este
significante, siendo un número (caso de la psicometría), sólo ofrece la posibilidad de sumar
o someter al niño al campo de la razón lógica, situándolo en la psicosis: en la certeza de una
operación, matemática que exige la anulación del deseo. Tal la iatrogenia del artificio
métrico en el que nada de “psico" queda en pie. Pero si el significante alude a un modo de
pensar, a un modo del ser, estamos, en esta clínica, en el campo interpretativo.
2. La importancia del diagnóstico

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Parecería, a primera vista, de dudosa importancia la tarea de distinguir entre dos
enfermedades graves que de todas las maneras conocidas, tienen mal pronóstico de
evolución en un alto porcentaje de los casos. Pero ¿qué se está pronosticando? ¿El destino
del deseo de un terapeuta, de curar lo incurable, o el destino de la estructuración de un
sujeto? A pesar de su incurable deficiencia mental, un "mongólico” puede ser un niño
normal excepto en el plano de la inteligencia; el pronóstico de recuperación de un niño
psicótico es significativamente menos probable si él es también deficiente mental.
Los padres de un niño evidentemente atípico preguntan sobre la inteligencia, sobre su
futuro, qué pueden esperar, qué deben resignar (re- signar). Así puede ocurrir que este hijo
quede sometido a exigencias imposibles que lo psicotizan, donde la falta de una definición
diagnóstica sea un factor causal más.
La psicosis implica una renuncia prematura al hijo, a su potencialidad despreciada. El que
un terapeuta esté en condiciones de desarmar tal descalificación a través de una
intervención interpretativa constituye un elemento de ayuda significativa en la tarea de la
reconstrucción de la imagen destruida que caracteriza a todo niño psicótico. Esta
reconstrucción en la imaginarización que los padres tienen del hijo va a depender
centralmente de procesos de orden fantasmático y no de una intervención cognitiva. Pero
las afirmaciones del psicoanalista adquieren gran peso durante las entrevistas iniciales: el
pedido de ayuda de los padres muestra la abertura de una brecha: para una nueva palabra,
cuyos efectos se multiplican por obra de la transferencia. Hay una importancia del
diagnóstico diferencial.
Hablar apresuradamente, o callarse la boca, igualmente pueden contribuir a sellar un
destino, en la esperanza de cuya modificación fuimos consultados. El analista queda así
encerrado en un callejón del cual solamente lo puede sacar una metodología que lo ayude a
reconocer la diferencia que define la condición de posibilidad de un ser.
Bettelheim: “La fortaleza vacía”
Laurie
El trabajo directo con esta niña fue realizado por varios miembros del personal de la
Escuela, principalmente su educadora y su maestra. Laurie es una niña autista y muda q
ingreso a la Escuela Ortogenica a la edad de 7 años. Tenía una anorexia grave y se
mostraba completamente inerte; no había hablado desde hacía más de 4 años.
Medio familiar e historia
La madre había conocido muy poco la felicidad en la vida. Sufrió trastornos emocionales y
tuvo tratamiento durante un tiempo. Antes de conocerse los padres de Laurie habían sufrido
graves frustraciones en relaciones amorosas. Eran conscientes de sus problemas, no querían
hijos hasta no estar seguros de su matrimonio. Sin embargo poco después nacía Laurie, y
unos años más tarde, una segunda hija. Tras el nacimiento de Laurie, la madre siguió

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trabajando y al cabo de seis semanas, la niña fue encargada a los cuidados de una joven
niñera.
La madre no observo nada diferente entre su hija y los niños normales. Dice q comenzó a
hablar a los 15 meses, pero no se dirigía a nadie por su nombre, no decía mama ni papa. A
los 2 años de Laurie, la niñera dejo el empleo repentinamente, q fue sustituida por una
señora mayor q cuido de la niña hasta los 4 años. Esta mujer, como las q le sucedieron, no
parecen tener importancia para Laurie, quien tras la marcha de la primera niñera, empezó a
perder lo q había aprendido.
A los pocos días la madre nota cambios en Laurie. Dejo de decir las pocas palabras q sabia
y cambio su actividad verbal por cloqueos, gritos q la madre respondió con una bofetada,
ordenándole q se callara. Laurie no volvió a hablar nunca.
Pronto abandona el control de la defecación. Se retiró gravemente del mundo, tan así q
durante grandes periodos parecía ciega, sorda e incapaz de moverse. Permanecía inmóvil
donde la ponían. Las únicas actividades q emprendía espontáneamente eran destructivas (ej
romper revista).
El primer acercamiento a un equipo de psicólogos psiquiatras deja ver q la niña no se
angustia al entrar al despacho sin su madre, y el trato con el observador fue leve, lo trato
como un objeto, no hablo, ni respondió preguntas; al llevarla con su madre de nuevo su
indiferencia fue absoluta.
Su diagnóstico fue autismo infantil. Recomendaron un tratamiento psiquiátrico residencial,
aconsejándole la Escuela Ortogenica. Laurie tenía ya 6 años.
Hacia los 5 años dejo de emitir los gritos q daba, por entonces ya no comía sola y padecía
de anorexia grave. Tras el nacimiento de su hermana se comportamiento se agravo.
Desaparecieron las risas intempestivas, los sonidos y el comportamiento destructivo.
Finalmente la recibimos en la Escuela con la seguridad d q la tendríamos con nosotros hasta
q hubiéramos conseguido su rehabilitación.
La madre nos pareció narcisista, luchaba por mantener cierto control sobre la realidad. El
padre parecía haber perdido todo interés por Laurie, la consideraba incurable y sin
esperanza de recuperación. La niña no era débil mental ni sufría daños en el cerebro, tenía
autismo.
Un destello de voluntad
Laurie parecía menos independiente, menos narcisista y vacía q la mayoría de niños
autistas. Durante los primeros días o comió ni bebió nada. Solo vomitaba, era como si se
dejaba abandonar o dejar ir. Dejaba q pasivamente el vómito corriera por el rostro, cuello y
pelo, mientras permanecía inmóvil y sin reacción.

37
Meses enteros permanecía con la boca ligeramente semiabierta, con dientes y labios
separados. Pensamos q era por la deshidratación pero no. Le humedecíamos los labios, los
frotamos, le metíamos los dedos en la boca (su educadora) y le tocaba la lengua, a lo q al
principio no reacciono, luego parecía q hacia movimientos con el dedo de la educadora.
Daba la impresión de q su boca era una parte inerte de sí misma, parecía no tener relación
con el resto de cuerpo, así como otras partes tmb. En Laurie creemos no había un cuerpo
integrado, sino un agregado de piezas separadas q a primera vista no tenían en común nada.
El segundo día ya empezó a comer cuando la alimentábamos, le llevábamos el alimento a la
boca con la mano. Pronto cogió gusto a q pusiéramos pasas o migas de pastel en la boca
con las manos. Durante un mes su juego preferido era recoger pasas de su colcha.
En dos semanas Laurie jugaba ocasionalmente como un niño de 1 año. Una semana más
tarde dio una bofetada a su encargada. Luego ella misma tendió su mano sobre el plato de
bizcochos, y tomo una comida entera (fideos). Ese día fue importante tmb porque hizo
ruidos: cloqueos, risas como bebe.
Conforme se volvía más activa en comer sola, recupero los mismos los mismos ruidos con
los q años atrás había desaparecido el lenguaje al ser castigada por hacerlos. Es posible q su
anorexia era una evitación aún más acentuada de hacer algo con la boca.
Momentos de independencia eran raros. Seguía en general replegada sobre si misma o
fundida aparentemente con su educadora
El lento deshielo
En Laurie comenzó a producirse una distensión, un deshielo, en ciertas funciones
corporales. Se nos informó q la niña había movido el vientre muy raras veces y q había q
provocarle la defecación. Nosotros no seguimos ese procedimiento. Fue con el tiempo
defecando progresivamente más veces hasta llegar a una frecuencia d diaria y consistencia
normal.
Es probable q su creciente autonomía en comer y eliminar fuese debida a q nosotros la
animábamos a hacerlo cuando le placiese, con el fin de procurarle al menos un mínimo de
libertad útil.
En su tercer mes con nosotros todavía no mostraba reacciones visibles cuando defecaba, un
poco después se contorsionaba hasta q la hez caía al suelo. Cuando empezó a reparar en su
heces fue como si reaccionara a algo ajeno a ella, como proceso fuera del cuerpo. En un
posterior desarrollo se inclinaba y cogía las heces con las manos (me da asco hasta tipear
esto chicas perdonen). Por entonces tmb comenzó a hacer construcciones con cubos.
Manipulaba las heces pero aun no notaba q salían de su cuerpo. Su expresión facial y su
cuerpo no mostraban señales de ello. Fue entonces cuando empezó un comportamiento
interesante
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Laurie jugaba: agarraba las heces (mierda) y las dejaba caer como a los cubos (eso lo
repitió varias veces). Luego algo más complejo: construía algo con cubos, lo derribaba y
luego defecaba. En seguida cogía las heces las dejaba caer y luego los cubos y los dejaba
caer.
Al tiempo Laurie defeco y orino al mismo tiempo (wow!!!Brindo por eso). Esas funciones
de eliminación se producían hasta entonces por separado. Más tarde dio señales de lo q
estaba sucediendo, su rostro y cuerpo evidenciaban q hacia esfuerzos por expulsar las
heces.
Laurie había progresado desde la fase q ignoraba q defecaba a la fase en q sabia q había
algo extraño en su braga, después a la fase en q quitaba la caca con la mano y la
manipulaba igual q los cubos y por ultimo a la fase en q aparentaba no ignorar la acción de
defecar. Este proceso muestra su creciente consciencia de una función corporal. Corre
parejo con un desarrollo análogo: mientras más podía hacer cosas con su cuerpo más sentía
(manipulación de caca), también más sabia, y así tomo cc del proceso de defecación, como
algo propio, q ella produce algo tangible
Algo más: Laurie se hacía capaz de realizar algo con su cuerpo (apretar para defecar) y
hacer algo en el mundo(construir con cubos). Primero había recuperado la actividad de
alimentación antes de volver a ser activa en defecación y juego con cubos.
Es muy posible q en este punto se iniciaran otros desarrollos en relación con el problema de
lo q es si mismo y lo q no lo es.
Luego de volverse activa, autodeterminada y cc de su eliminar, sus heces se produjeron con
más frecuencia y mejor consistencia. Simultáneamente se volvió más atrevida y activa,
extendiendo sus heces por el cuerpo (seguramente el autor no la bañaba después)
Un proceso paralelo tuvo lugar con la micción. De orinar 2 veces al día de forma
compulsiva (mismo horario y situación), lo comenzó a hacer más libremente desde q
comenzó a explorar con sus heces. Empezó a mojar sus prendas sin dase cuenta. Luego
comenzó a darse cuenta y quedaba fascinada por lo q sucedía, parecía gozar con la
sensación.
Era una señal de la libertad interior q Laurie estaba consiguiendo, un renovado interés por
su cuerpo, su autoafirmación.
Se fue normalizando tmb su alimentación. Intereso su primer comportamiento violento
exteriorizado en torno a la operación de comer. En una ocasión dio una bofetada y mordió
un dedo a la educadora. Tmb tiro cubiertos salero y demás cosas de la mesa y salió
corriendo riéndose.
Con su mayor libertad para expresar impulsos y confrontarse con el mundo activamente,
Laurie empezó a aproximarse al lenguaje. Sus ruidos guturales aumentaron en tono,

39
frecuencia y variedad. Los sonidos empezaron a parecerse a esfuerzos para hablar. Reía
con más facilidad y libertad.
Laurie comenzó a interesarse por otras partes de su cuerpo (brazos y manos). Su cuerpo se
hacía suyo y conseguía más unidad, producía una utilización todavía torpe de su cuerpo
¿Qué es yo?
La niña se hizo activa primeramente en el comer, luego en la eliminación es q dio sus
primeros pasos hacia la separación del sí mismo respecto del no-sí. En el niño normal
cuando empieza a ser consciente de su defecación se interesa por las heces, las manipula,
pero dura poco tiempo esto por las negativas de la madre, su reacción negativa separa las
heces del niño. Hay reacciones positivas hacia el niño (este se siente importante y
significativo para la madre) y negativas hacia las heces por parte de la madre. Ambas
experiencias (mí mismo deseable, o q sale de mi cuerpo es el no-sí indeseable) refuerzan
un sentimiento se sí positivo, digno de amor. Se sigue q si el niño no es valorado sino
rechazado como las heces, son ambos rechazados y no se establece separación clara entre sí
mismo y no-sí, o al menos no se establecerá en torno a esa función corporal.
Se plantea un problema paralelo: q la persona maternalizadora, peor aún sus padres, se
interesen tanto por los movimientos de vientre de su hijo y tan poco por el propio niño, q,
para alcanzar el amor d sus padres, éste no se separe de sus movimientos de vientre sino q
se identifiq con ellos. Sensación de no ser más q “mierda”. El niño se vuelve importante en
tanto productor de mierda no persona. El resultado es un desarrollo incorrecto de la
personalidad. Las cosas son más graves aun si los padres no se involucran emocionalmente
en la eliminación del niño y se limiten a exigir regularidad.
Hace falta algo más q indiferencia para alienar a un niño respecto de sus funciones
corporales hasta hacerlas inconscientes, es el caso de los autistas q comienzan a redescubrir
lentamente los sentimientos, eliminación, alimentación, la vista y oído. En relación al
aprendizaje de la higiene hace falta además un desinterés y un rechazo del niño, asociado a
una exigencia mecaniza absoluta. Eso parece haber pasado con Laurie: ella y su
eliminación (defecación) fueron rechazados o recibidos con indiferencia, nunca así,
consiguió separar cuerpo y producto. Cada rechazo de sus heces significo una experiencia q
ella no debía actuar, penosa y dolorosa. De ahí la tremenda inactividad en la eliminación.
Primera cc de los otros
En un proceso paralelo Laurie fue tomando cc de los cuerpos de aquellos q la atendían.
Desde sentarse en las rodillas de la educadora hasta jugar a caballito de ella. Luego iba a su
cama, hundía la cabeza en la almohada y hacia rodar la cabeza un rato. Parecía ser resultado
de su mayor cc del cuerpo de la persona maternalizadora. Hacer rotar la cabeza así se
atribuye a la necesidad de encontrar estímulos dentro de un área al alcance del cuerpo, y se
dan no solo en autistas. Laurie empieza a girar la cabeza así luego de establecer contacto

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íntimo con el cuerpo de otro. A continuación aparece una nueva forma de girar la cabeza,
intento de una proximidad mayor al cuerpo de la educadora: comienza a tocarle las nalgas
con las manos, y más tarde con la cabeza haciéndola girar en las nalgas de la persona.
Juego q no saben el significado pero los puso felices porque Laurie lo emprendía por propia
iniciativa.
Luego prosiguió por experimentar la parte delantera de la educadora: brazos y pecho.
Luego de esta experimentación Laurie tomo más cc de su cuerpo y aumento su capacidad
para usarlo.
La génesis del juego
Antes q su cuerpo comenzara a animarse Laurie dejaba q la vistieran inmóvil. Ahora esa
operación la divertía como un juego. Por primera ver ella miraba al rostro y ojos de su
educadora. Finalmente empezó a imitarla, luego del baño, con la participación de la
educadora y algunos juguetes: salió de la bañera y adopto la misma posición q la
educadora, hecho a reir, repitió varias veces lo mismo.
Tras reconocer otro cuerpo y como haces el suyo más parecido a este, ya estaba en
condiciones de jugar. Para jugar con alguien, antes tenemos q reconocer a una segunda
persona, previo a la interacción común. Uno de los juegos q desarrollo fue andar a gatas
(gateo)
Su nueva libertad en la eliminación iba en 2 direcciones: hacia una superior socialización
(hacer en el retrete) y hacia un comportamiento más primitivo (micción en el suelo). Pero
llego el día en q la niña hizo lo suyo en el retrete y por si sola.
Un dia se orino en las rodillas de la educadora. Como a esta no le importaba, se mostraba
complacida, Laurie se sintió feliz. Orinarse en la educadora era placentero porque producía
una respuesta positiva en la educadora.
Reconstrucción del desarrollo de Laurie
El desarrollo anal de Laurie no alcanzo el modo retencional ni el eliminatorio. Lo más
probable es q abandono ambos tras el cambio de niñera. Cuando la niña abandona sus
esfuerzos de acomodarse al medio, se le forzó a eliminar. Como reacción retiro toda catexia
de aquellos procesos corporales q suponían interacción con el medio (ingestión y
eliminación); dejo de tomas y de dar (con anorexia y estreñimiento).
Hasta el momento en q la dejo la niñera su desarrollo parece caracterizado, en su aspecto
negativo, por un bloqueo del lenguaje y el fracaso en reconocer a las personas (solo nombra
objetos). La niñera, si bien atendió ciertos aspectos asilados de la vida de Laurie, nunca la
trato como una criatura, ser humano. Es posible q a lo único q aspiro fue a q la pequeña le
molestase lo menos posible a ella y a los padres, q no creara problemas, a q fuera regular en
comer y eliminar y se ocupara o jugara sin alboroto; desanimando toda espontaneidad en

41
Laurie, requisito indispensable cuando se quiere crear reflejos condicionados en el niño. Es
posible q esta niñera no se comportase como persona total y verdades para la niña. Muchas
madres de niños autistas temen permitirse ese tipo de comportamientos, otras son
incapaces.
Estas madres dándose cuenta de su deseo de q su hijo no exista, se espantan de sus propias
inclinaciones, q inhiben toda espontaneidad y sentimiento en su trato con el pequeño.
Tratan no con un niño como un todo, sino con partes de su cuerpo, o función aislada q
desean capacitar. Laurie pudo haber sido tratada de esta manera pero yo lo dudo.
Cabe la posibilidad d q el comportamiento más característico de la niñera con Laurie fuese
la indiferencia emocional (no se sentía afectivamente obligada a la niña, tenía sus
intereses). Tampoco la niña sentía reacción alguna en la niñera a lo q hiciese o dejase de
hacer. Laurie qdo al margen de todo encuentro con el otro. Esto explica en parte por q ella
no llego a reconocer personas (incluso a ella) o a comunicarse por palabras.
Lo q habíamos considerado antes (una reacción fuerte ante la desaparición de la niñera, un
duelo por esa figura maternalizadora) era inexacto. Lo probable es q esa niñera enseñase a
Laurie unos números, q no significaban nada para la niña, relacionados con los intereses de
la domadora. En tanto respuestas condicionadas, dependían de la persona condicionante.
Lo aprendido no tenía significación emocional para la niñera y tampoco para la niña.
Cuando la niñera desaparece Laurie sostiene esas respuestas más o menos
automáticamente; cuando unos días más tarde, encontró reacciones muy distintas a sus
números (enfados y bofetada de la madre, frente a la simple indiferencia de la niñera) los
abandono pura y simplemente pues no solo ya no daban resultado previsto sino q tenían
desagradables efectos.
Con la marcha de la niñera se estableció una retirada. Q se convirtió pronto en total. Fue
una retirada por etapas, al estadio prepersonal: dejo de hablar, perdió el control del vientre,
abandono el juego y finalmente incluso el moverse, el ver y los sentimientos (en ese orden).
En el desarrollo Laurie fue tomando cc de su eliminación, pero seguía siendo autista, tenía
q reconquistar el dominio cc sobre modalidades zonales aisladas, no estaba en condiciones
de integrarlas.
Erikson señala lo q hace falta para conseguir un crecimiento sano de la personalidad global:
en el primer estadio incorporativo, el modo incorporativo predominante tiene q estar
apoyado por la presión de las mandíbulas y las encías (segundo modo incorporativo), la
expulsión de salida (modo eliminativo), la presión de los labios (modo retencional) y una
tendencia intrusiva (agresiva) de la cabeza y el cuello a buscar el fin deseado. Todo esto
faltaba en Laurie al ingresar a la Escuela.
En cuanto al desarrollo del lenguaje es necesaria una interacción de todos los modos en el
estadio incorporativo. Su principal dificultad para adquirir el lenguaje fue q nunca

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consiguió integrar totalmente los diferentes modos y nunca consiguió un funcionamiento
pleno de su personalidad global. En estos niños la capacidad de hablar no conduce a la
comunicación. El aparato oral tiene q ser integrado, solo entonces, puede ponerse a
disposición de la interacción personal.
Hundimiento y retraída
En una ocasión habíamos constatado un hundimiento parcial en Laurie cuando llevaba 3
meses con nosotros. Durante los últimos 2 días perdió 2 kilos y medio. Tras esta retirada la
principal educadora de la niña se preguntaba como hacía para tomarse vacaciones de nuevo
sin poner en peligro a Laurie. Cuando Laurie sufrió el segundo hundimiento, creímos q se
debía a la deserción prevista de la persona maternalizadora y a la ambivalencia q d ella se
derivaba. Se le concede mucha importancia a las actitudes d la madre como factor causal en
el autismo. Sostengo q el factor precipitante en el autismo infantil es el deseo paterno de q
el niño no exista. Es cierto q este factor podría causar diferentes perturbaciones en niños
diferentes, podríamos pensar para un futuro algún factor orgánico en el autismo. Las
actitudes cc o inc las traducía el niño en el deseo d q él no debía existir. La ambivalencia
sería demasiado débil para explicar el autismo.
Las exigencias en relación con estos niños, su extrema necesidad de vivir junto a una
persona maternalizadora, la escases de sus reacciones positivas, son fenómenos q producen
ambivalencia. En el fondo de la misma hay un resentimiento, dudas y temores. Estos otros
factores crean ambivalencia q suele intensificarse cuando el niño en cuestión se retira, ya q
esto pone en tela de juicio todos los logros anteriores; crea también un sentimiento de
frustración, angustia de tener q empezar de nuevo. Así, la ambivalencia o su intensificación
suele venir luego de la retirada autista y no lo q la ocasiona.
Sostengo q en caso de una extrema negatividad de los padres puede ponerse en marcha el
mecanismo del proceso autista. Creímos q la retirada de Laurie se debía a la ambivalencia
de la educadora maternalizadora como respuesta ocasionada por frustración, motivada a su
vez por la retirada de Laurie. Las cosas fueron asi: Laurie salió de la clase de la maestra,
fue hasta su cuarto andando hacia atrás. La educadora registro este signo liminal cc y no
pudo reconocer su sdo inc; vio en dicho comportamiento una reacción de retirada, así era, y
considero esta retirada como un rechazo, q no lo era. La angustia provocada fue tan grande
q la educadora se volvió ambivalente en su relación afectiva con Laurie. Esta ambivalencia
no fue as q un elemento accesorio en la retirada inicial y un factor de mantenimiento una
vez implantada la retirada, no causa esencial.
Lo decisivo en cuanto al destino del niño es como se responda a la retirada del niño, si con
una respuesta positiva, ambivalente o negativa, no por ello debemos suponer q la respuesta
ambivalente cause la retirada. Incluso es posible q una rta negativa no conduzca al autismo,
salvo q sea tan extrema q induzca al niño a la convicción permanente de q él no debía
existir.

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Todos los niños nacen con sensibilidades diferentes y reaccionan diferentemente a sus
medios; todos muestran resp positivas y negativas. La mayoría de los padres aprenden a
captar las reacciones prodrómicas de sus hijos y la mayoría aprenden a responderles de una
manera q invierte las reacciones negativas del niño y estimula las positivas. Así en la
infancia todo depende de la rta de la cuidadora a las reacciones positivas y negativas del
niño; incluso q sean interpretadas mal, si son mal leídas el resultado puede ser una
interferencia en el desarrollo normal del niño. Lo importante es si la acción es interpretada
correctamente y recibe una rta apropiada.
Hundimiento y renacimiento
Si la ambivalencia de la educadora no fue la causa del hundimiento de Laurie sino solo un
factor sobreañadido ¿q fue lo q lo motivo? Nunca tendremos la certeza. Creemos q Laurie
pudo haber alcanzado un punto en su desarrollo en el q sintiese q había satisfacciones a su
alcance, tanto dentro de sí misma como en el mundo. Quizás intentara conseguir más de lo
q le permitía su condición. Pero habiéndolo intentado, posiblemente resultara aplastada por
sentimientos q era incapaz de integrar por no estar preparados para ellos.
La semana anterior a su hundimiento, Laurie había empezado a masturbarse intensamente.
El día anterior a la crisis, junto al fin los labios y jugo con la lengua y labios. Por primera
vez cogió la mano de su educadora y la froto contra sus labios. Un poco después Laurie
froto sus labios con su propia mano. Más tarde jugo con su cabello; cogió el cabello de su
educadora y jugo de igual forma. Al dia siguiente Laurie entro en crisis, dejo de comer y
beber, cerró los ojos y así los mantuvo. Abandono todas las funciones corporales q ya
controlaba. Seguía con los ojos cerrados, no se movía, no comía ni eliminaba y parecía no
oír.
Fuimos ciegos y pasamos por alto el movimiento singular y dramático q puso en marcha
todo el proceso: Laurie, al volver de la clase y dirigirse al dormitorio, había caminado hacia
atrás, dando la espalda a la dirección q conducía hasta su educadora y volviéndose hacia
donde había quedado la maestra. Andar para atrás significaba el deseo de prolongar el
contacto con su maestra, de la habría de separarse al día siguiente. Quizá deseaba evitar el
encuentro con su educadora por temor a q esta viese en su nueva relación con la maestra
una traición. Laurie estaba indicando su ambivalencia respecto a dejar a una persona q
justamente empezaba a ser importante y respecto a reunirse con otra q seguía siendo la más
importante. Si nos hubiésemos percatado d q ya se interesaba mucho por las cosas del
mundo q la rodeaba, lo mismo q se relacionaba mucho más activamente con su propio
cuerpo, nuestra reacción habría sido completamente diferente y la evolución de los días
siguientes podría haber sido modificada radicalmente. Cometimos el error de ver el
comportamiento de Laurie como resultado del comportamiento del adulto hacia ella, en
lugar de verlo como un esfuerzo por tomar sus asuntos en sus propias manos. Entendimos
su andar para atrás no como un paso positivo, sino negativo, no como andar hacia el
mundo. Interpretamos el autismo infantil como un esfuerzo negativo por parte del niño,

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cuando en realidad es un esfuerzo positivo. Como su búsqueda de contacto con otros fue
interpretada como una retirada, y respondida con preocupación y ambivalencia, sus peores
sospechas se vieron confirmadas: nadie quería q tuviese una vida propia, así volvió a la
posición autista.
Cuando volvió de su retirada, lo q hacia era diferente de lo q caracterizo su desarrollo.
Empezó a hacer cosas originales q expresaban aquello en lo q ella quería ocuparse.
Autoafirmación
Esta nueva actividad consistió en tres modos de hacer interdependientes: rasgar papel y
hacer largas bandas; dar colores y crear fronteras. Aparecieron por separado, luego se
entremezclaron. Solo usando una parte de su cuerpo (saliva), más tarde pudo pintar con su
dedo.
Parece q el dominio del mundo exterior comienza cuando una extensión del cuerpo intenta
englobar, manipular o modificar ese mundo exterior. Este mundo, q creíamos ajeno, es
nuestro. Laurie de una hoja común lograba, rasgando, una tira de 6 metros, con la cual
formaba fronteras entre su mundo y el resto.
Todo empezó un día luego de defecar y de explorar aparentemente el problema de como
algo q hasta hace poco era parte de ella podía convertirse en no-sí. Cogió una cinta de tirar
d un juguete y la ato a un globo, con su curda ato a otros juguetes todos juntos. El globo
representa el seno, el juguete de tirar se relaciona con las heces. Así unía dos cosas q no
quería perder de ninguna manera: pecho y contenido de su cuerpo. Luego dejo de
satisfacerla esta forma de atar todo. Lo primero q hizo es con las tiras de papel unir lo más
importante para ella, separaba su mundo dl resto, dentro d su área estaba todo lo preferido
para ella. Más adelante, las tiras de papel para hacer fronteras las hizo más suyas, dándoles
color antes de romperlas. Eran expresiones simbólicas de los esfuerzos por dominar
tensiones internas de Laurie en creaciones q la ayudaban a dominar aspectos importantes
del mundo exterior. Un yo empieza a desarrollarse cuando asume la lucha entre 2
funciones: dominar tensiones internas y realidad exterior. Empezó a construir su universo
simbólico coloreando el papel.
El color oscuro de sus heces fue lo primero q reconoció como suyo y q a la vez existe fuera,
en el mundo. Fue variando los colores, negro y gris hasta usar colores brillantes como rojo,
verde antes de rasgar las hojas.
Romper hojas de papel n tiras y construir con ellas fronteras entre el sí y el no-sí fueron sus
primeras actividades deliberadas y espontaneas, y simbólicas: eran creaciones suyas, con
materiales externos para dominar tensiones internas.
El centro vacío

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Podemos analizar el comportamiento de Laurie con las hojas de papel, desde la perspectiva
de su sintomatología central: su incapacidad para recibir o establecer relaciones con el
mundo. Puede q su acción de hacer tiras con el papel sea interpretable como una manera
suya de aproximarse al centro real de su perturbación. Mediante una acción simbólica
destruía lo q no podía tener. Como si representase un cuadro, una imagen de cómo el
mundo la miraba a ella: un muro indiferente q le había prohibido la vida y sus
gratificaciones esta madre indiferente q no le ofreció el pecho ni ningún sustituto, la
recreaba en una hoja de papel blanco.
Así como ella se sintió rechazada, así nos rechazaba a nosotros, significaba q había dejado
de ser un objeto pasivo.
La capacidad de expresar simbólicamente lo q preocupa nuestra mente es un paso crucial en
el desarrollo de la personalidad.
Al borde de la palabra
En un siguiente estadio, el modo de romper de Laurie se hizo más complejo.
No estuvo con nosotros el suficiente tiempo para adquirir el lenguaje.
Por el tiempo en q Laurie empezó a romper los centros al principio, había conseguido un
superior grado de libertad y autodeterminación, tmb empezó a trazar fronteras diferentes a
las construidas con tiras de papel. Había adquirido conceptos geométricos más bien
complejos, q ahora usaba.
Cuando Laurie toma la iniciativa de romper el centro de la hoja, su coloración tomo un
aspecto nuevo. De negro a grises enmarcados en negro, luego colores intensos. Eso
representaba el modo en q tenían q ser las cosas para ella. Si su atención estaba en la madre
mala (pecho malo), quizás intentara dominar esa situación reduciéndola primero a un
pequeño rincón del mundo (toda la hoja), después, negándose a verla enteramente negra y
ya solo gris. Luego desarrollo dibujos llenos de color, con centro más intensamente rojo. Es
posible q la niña tuviera ensoñaciones sobre una vida buena, el pecho bueno.
La última producción de Laurie sugiere una combinación de colorear y romper, consistió en
acentuar el agujero, un agujero desierto. Estos dibujos con agujeros pusieron fin a la etapa
de coloración. Coincidiendo con estos desarrollos, Laurie había empezado a hacer ruidos
más fuertes y diferenciados, su boca comenzaba a formar palabras.
Laurie había quedado atrapada entre su omnipotente deseo del pecho bueno y su
desesperación porque, a pesar de todos sus esfuerzos, nada parecía haber para ella, ni
siquiera un pecho malo, una nada vacía. Al no ser capaz de afirmar ni negar, se volvió
inerte y así se quedó. Con nosotros comenzó a actuar y ser. Rompiendo, dibujando, intento
simbólicamente visualizar, comprender, actuar y resolver este dilema, así pudo desarrollar
algo parecido a un sí mismo.

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Llegados a este punto, los padres deciden llevársela, luego de comprobar los progresos de
la niña. Un año después, supimos q al tiempo de su retirada, Laurie fue internada en un
hospital psiquiátrico para niños deficientes mentales, donde se encontraba enflaquecida, sin
responder a nadie ni a nada.
Practico Socia: Bettelheim, este autor estuvo en un campo de concentración y toma el
concepto de deshumanización de las personas que estuvieron en esos lugares y va a tratar al
autismo como la deshumanización que ve en este tipo de patologías. Hay que entrar en el
mundo del niño y generar empatía.
Caso Lora: es una niña de 7 años y entra la institución ontogenética con un diagnóstico de
autismo, parece una niña muda (hace más de 4 años que no hablaba), padece una anorexia
(evita ubicarse en una posición activa) y catatónoia.
La madre de Lora es catalogada como una persona narcisística, no le prestaba atención a
Lora. Ambos padres deciden como pacto inicial no tener hijos. La niñera era su persona de
apego y con quien pudo aprender algunas palabras, pero cuando la nena tenía 2 años y
medio se va y lora queda en un estado de retraimiento y deja de hablar e intercambia las
pocas palabras con un gemido y empezó a perder lo que había aprendido. La madre le da
una bofetada porque la niña hace sonidos, le ordena que se calle y lora no habla nunca más.
También pierde el control de esfínteres y era una niña que no pide ir al baño. Los juegos
que tenía eran repetitivos y cada vez más se va alejando de los padres. A los 4 años piden
una entrevista con un psiquiatra y se va a la cita con el de manera inerte sin ninguna
reacción de angustia. A esta edad la diagnostican con autismo infantil. Los padres sentían
que lora no los quería, eran como dos personas que andaban a su alrededor, los veía como
objetos útiles que las vestían, la sentaban en el baño y la alimentaban en la boca; y se
sentían ofendidos de que nunca los haya llamado mamá o papá. Luego a los 6 años nace la
hermana de lori y su situación se agrava, desaparece la risa, los sonidos y los
comportamientos destructivos, es como una niña que a medida que pasa el tiempo se va
apagando, cada vez utilizaba menos las manos y su retirada autista era cada vez más
alarmante y los padres deciden internarla por su escaces de deseos de comer (anorexia). En
el momento de internarla la madre manifiesta dos deseos: no córtale sus largos cabellos y
que se diere a la pequeña un tratamiento de electro shock.
La madre es descripta un sujeto narcisista que luchaba por tener cierto control sobre la
realidad, en buena medida parecía haberse retirado del mundo. El padre también parecía
haber perdido todo interés por su hija. En los padres de lora hay algo del deseo de tener un
hijo que no se pudo poner en juego.
Practico:
Descripción de Lora: cuando la internan la ven menos dependiente, menos narcisista y
vacía a comparación del resto de los niños. El niño arma una barrera autística para

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defenderse de lo impredecible de lo humano. Vemos un cuerpo que no está integrado, las
partes de su cuerpo parecían partes separadas, no miraba al otro (no logra fijar la mirada).
El autor dice que el tabú de lo oral es que ella sufre un trauma cuando la madre le da una
bofetada, es el daño originario que lleva a este tabú de cualquier utilización de la boca. A
partir del trabajo con las educadoras lora se empieza a descongelar en ciertas funciones
corporales y empieza a percatarse de su propia caca y tener cc de sus zonas erógenas. De
esta manera de Lora cuando empieza a ser activa, empieza a surgir una persona. Es
importante pensar el autismo como un mecanismo de defensa, que frente a una situación
placentera va a volver a ese aislamiento. Lora empieza a descubrir su cuerpo. El
movimiento de su cuerpo y las caídas es lo que le permiten a la niña tener más cc de sí
misma.
Si el niño es rechazado, al igual que su caca y no es falizado, el efecto sobre el es como que
no se produce un efecto de separación yo-no yo que no se establece a nivel corporal.
El autor habla de la importancia de la persona maternizadora, es decir, que los padres se
interesen por los movimientos del vientre del niño y del niño mismo. Es fundamental que
los padres participen emocionalmente de todas las actividades del niño. Frase: “hace falta
mucho más que indiferencia para alienar a un niño respecto de sus funciones corporales
hasta el punto de que este ya no llegue a su condición de cc”. El autor plantea que la
indiferencia en el caso del autismo es extrema.
El autor plantea que una vez que lora empieza a tener cc de si, empieza a tener cc de los
otros, empieza a registrar el dolor. Describe a lora como una niña no tan narcisista, no tan
vacía y alguien que está padeciendo su soledad (una sensación de desamparo) y que en el
caso del autismo no hay nadie que sostenga al niño.
El autor caracteriza la anorexia de lora como una forma de evitar la acción y evita ubicarse
en una posición activa.
Describe la posición autista como un intento de salvaguardar su propia existencia. Parece
como si la libido solo se produjese si hay intención de gastarla, y se retirase si no hay
intención de gastarla en absoluto. Tiene que haber un interés emocional del otro, la madre
con sus cuidados va creando las zonas erógenas y superficies del niño. El medio va
facilitado u obstaculizando.
El autor dice que cuando Lora juega hay cierta risa inmotivada, mirada hacia algo que se
podría sospechar que son alucinaciones. Tras reconocer el cuerpo del otro y el suyo propio,
lora está en condiciones de empezar a jugar. Con lora hay que empezar desde los primeros
tiempos del desarrollo para que empiece a aprender las cosas básicas como lo oral. El
tratamiento entonces sería como retroceder el tiempo, de esta manera son importantes los
tiempos lógicos del desarrollo del cuerpo y de intervención. El desarrollo de lora parecía ir

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en negativa: hay un bloqueo del lenguaje, un fracaso en el reconocimiento de personas, hay
más interés en los objetos y no había nada espontaneo en ella.
El autor habla de madres heladeras con deseos de que sus hijos no existan, y a su vez se
espantan tanto de sus propias inclinaciones que inhiben toda espontaneidad y sentimiento
de sustrato con los pequeños y así cuando se esfuerzan por enseñarles cosas, no se interesan
por el niño en tanto que seres humanos completos por temor a que salgan a la superficie sus
sentimientos (pag 158). Es decir, que estas madres se niegan a que aflore toda
espontaneidad por miedo a sus propios sentimientos, por eso trata con el niño no como un
todo, sino como una parte de su parte o con la funcion aislada que desea capacitar (madre
de lora se interesaba solo por el pelo de la niña). Hay cierta indiferencia emocional, la que
la lleva a lora a quedar por fuera del encuentro con el otro. Esta preocupación por aspectos
insignificantes y aislados aperecen en el extraordinario apego de la madre por sus largos
cabellos rubios de lora. El autor dice que lora sigue siendo una niña autista a pesar de su
control de esfínteres; y además plantea una descaxtetización, es decir, no hay
libidinización, hay fragmentación, y dice que lo que falta en el niño autista es su falta de
intención de comunicación. En el tratamiento de lora los padres están ausentes. Cuando lora
logra mejorarse un poco los padres se la llevan del hospital, pero luego cae internada de
nuevo.
Psicosis:
CORIAT “PSICOANÁLISIS EN LA CLÍNICA DE BEBÉ Y NIÑOS PEQUEÑOS”
La categoría de la psicosis, tanto la medicina como la psiquiatría hicieron sus primeros
cuadros en bases a modelos terminados de homo sapiens en adultos. Los niños quedaron
para el final por eso la autora dice que llegaron tarde al reparto de diagnósticos ya que se
recortó primero según las características que presentaban los adultos; a posteriori se
pretendió hacer entrar a los niños en el cuadro, tal como estaba previamente definido.
Desde Lacan podemos pensar a la psicosis en términos de la forclusión del nombre del
padre ste primordial y especifico. Este será el punto de partida en que se basa la autora en
relación a la clínica de adultos y tb de niños. Tanto en la cultura general, como en el medio
lacaniano, la psicosis tiene el carácter de irreversible. Psicosis e irreversibilidad son
significantes que aparecen soldados. Cuando los usamos así estamos holofraseando, y si lo
hacemos notar, es en función de devolverles la separación que le corresponde.
Nosotros no debemos pensar a la psicosis infantil como algo irreversible. Si nosotros
decimos que los niños no nacen con los significantes inscriptos en su cuerpo; es porque hay
momentos lógicos en que hay oportunidades en que esos significantes se inscriban.
Coriat propone separar el campo de la psicosis en dos grandes compartimientos:
1. Psicosis en relación a los adultos
2. Psicosis infantil, con el sello de pasible de ser modificada.

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En esta clasificación interviene el tiempo como factor diferencial. Lo que traza la línea
divisoria entre ambas categorías es la conclusión del pasaje por la pubertad. Por lo tanto,
cuanto más pequeños, más posibilidades hay de operar una transformación. En la medida
que es alrededor de esa época que la clínica indica que se completa la construcción de la
estructura. Pasado ese tiempo, la posibilidad de transformación de las bases de la estructura
es prácticamente nula. Observación coherente al siguiente dato clínico: cuanto más
pequeños, más posibilidades hay de operar una transformación. Encontrándose más
dificultades a posteriori del pasaje por el Edipo.
La forclusión del nombre del padre queda definitivamente instalada con la conclusión de la
infancia, pero no antes. ¿Cómo reconocerla entonces?; La función paterna opera la
separación entre madre e hijo. Al niño pequeño la Ley que le hace corte, le llega encarnada
primero en otro (con minúscula), otro que cumple la función de tercero. Pero para que este
tercero pueda aparecer es condición necesaria que primero se haya esbozada la experiencia
de que en él es uno (fusión con la madre), es decir, ocupar el lugar de falo. Asimismo, que
se haya introducido en el estadio del espejo, que durante su transcurso se haya pasado por
la angustia del octavo mes y que además lo haya sorteado con éxito.
El nombre del padre es el ste que se va inscribiendo en cada una de estas pequeñas o
grandes experiencias de separación. Será significante cuando el niño se apropie de la
palabra, que no es lo mismo decir que el niño hable. El niño psicótico está inmerso en el
lenguaje, pero lo que sucede es que no se apropia de la palabra. Mientras tanto, es la marca
que va quedando como saldo del corte ejercido por la función paterna, condición necesaria
para que se transforme en significante alguna vez.
Dentro de la patología, es típica la situación de una madre capaz de libidinizar a su bebe
como para que éste se introduzca con júbilo en el estadio del espejo, pero que jamás
salga de allí. Pero lo que determina la inclusión de un niño en dicho cuadro es que
Real, simbólico e imaginario no se anudan en articulación borromea por carencia de
la inscripción del nombre del padre. Carencia no es lo mismo que falla: en la neurosis la
inscripción es siempre fallida, pero le posibilita al niño el ordenamiento necesario para
orientarse en este mundo humano y llegar a tener su propio deseo.
La psicosis infantil en esta concepción estructural, es un monstruo de infinitas caras, de
múltiples posibilidades fenomenológicas pero cuyo factor común observable es que no hay
allí objeto que juegue el papel de objeto trasnsicional, es decir no hay objeto que
desempeñe el papel de juguete sosteniendo el despliegue de una historia inventada (no hay
posibilidad de fantasía) porque se haya fusionado con la madre; madre y niño son uno solo.
Aquí las posibilidades van desde actividades mecánicas y formales con los objetos hasta
simplemente no tocar los chiches. Pasando por la posesión de amuletos que no hacen
transición a nada.
Hipótesis fundamentales que plantea Coriat con respecto a la psicosis en la infancia:
-Que no es un atributo del ser, es decir, que no “es psicótico”.
-No se nace psicótico.
-Y la psicosis no lo acompaña durante toda su vida.

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En esta concepción carece de sentido decir que un niño es psicótico, en todo caso un niño
está psicótico, sabiendo que podría dejar de estarlo si tenemos la habilidad de encontrar una
intervención adecuada.
La importancia de establecer un diagnóstico es para ubicarnos en nuestro propio quehacer.
Sirve para precisar el destino del tratamiento, como nos ubicamos frente al niño y que
buscamos producir en los padres. Una forma de hacer diagnóstico es preguntándonos si ha
pasado por la angustia del octavo mes, si se ha introducido en el espejo, si ha sido el falo de
la madre, es decir preguntarse por distintos momentos lógicos en la constitución de un
sujeto. La vía regia para que el analista pueda diagnosticar es el juego porque nos permite
hacer una lectura incipiente del deseo del niño, del deseo de la madre, etc. En este sentido,
la intervención (aca pensando en la forclusión del nombre del padre, de pensar al niño
como que ingresa al estadio del espejo y no puede salir de allí) se da a partir de la presencia
de un tercero, trabajando allí la alienación con la que llega al niño seguida de una
separación, es decir, introducir algo de la ley de un tercero que se produce en el análisis (se
debe instaurar el significante del nombre del padre, propiciando también a la madre).
En mi trabajo de proyecto de neurología para psicoanalistas propuse la metáfora de un
cerebro prète- a- porter, es decir fabricado por la maquinaria biológica de la especie, según
en el programa indicado en el código genético. Ese cerebro no está concluido, sino que a
partir del momento en que llegamos al mundo, las terminaciones les son efectuadas… a
mano – me refiero a la mano del Otro que se ocupa de ejercer la función materna. Sobre la
página en blanco, apta para ser escrita, se van escribiendo las primeras huellas mnémicas,
las primeras letras. El cerebro del bebe es increíblemente plástico; esas marcas de las
primeras experiencias son, de hecho, el armado mismo de una serie de conexiones
neuronales que no vienen dadas desde antes, sino que se van conformando de acuerdo al
acontecer postnatal.
Cambiemos ligeramente los elementos de mi metáfora. Metáfora de la masilla:
Imaginemos que se está escribiendo sobre masilla con un punzón los trazos que son
inscriptos mientras la masilla está fresca son fáciles de hacer, a medida que el tiempo pasa,
la masilla se va secando y cada vez es más difícil establecer alguna marca en ella. A partir
de cierto momento del proceso, a lo sumo se puede pintar la superficie, pero ya no
modificar la textura básica que ha quedado impresa. La masilla se encuentra inhabilitada
para cierto tipo de inscripciones. Lo mismo ocurre con la plasticidad neuronal del niño que
es fundamental para intervenir ahí, la estimulación temprana, las intervenciones en la
primera infancia, son fundamentales para poder sortear el destino de un niño.
Apego y vinculo
BOWLY: “VÍNCULOS AFECTIVOS: FORMACIÓN, DESARROLLO Y
PÉRDIDA”
Teoría del apego es un modo de conocer la propensión que muestran los seres humanos a
establecer sólidos vínculos afectivos con otras personas determinadas y explicar las

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múltiples formas de trastorno emocional y de alteraciones de la personalidad, incluyendo la
ansiedad, ira, depresión y el apartamiento emocional, que ocasionan la separación
involuntaria y la pérdida de seres queridos. El comportamiento de apego es concebido
como toda forma de conducta que consiste en que un individuo consigue y mantienen
proximidad a otra persona diferenciada y preferentemente individual y que se considera
como más fuerte y/o más sabia. El comportamiento de apego se considera que es propio de
los seres humanos desde la cuna hasta la sepultura. Incluye el llanto y la llamada (que dan
lugar a asistencia o cuidados) seguimiento y adhesión y tb intensa protesta si el niño se
queda solo o con personas extrañas. Sin embargo, con la edad este comportamiento
disminuye en su intensidad.
La tesis de esta conferencia es que si queremos ayudar terapéuticamente a un paciente, es
necesario que le permitamos considerar como su actual modo de percibir y tratar con
personas que tienen importancia emocional para él, incluyendo al psicoterapeuta, pueden
estar influidos por las experiencias que tuvo con sus padres durante la niñez y adolescencia,
algunas de las cuales pueden continuar latentes.
Lo que caracteriza al apego en contraposición con la dependencia destaca los siguientes
rasgos:
a) Especificidad: dirigido hacia uno o algunos y determinados individuos con
preferencia.
b) Duración: persiste habitualmente en una gran parte del ciclo vital
c) Intervención emocional: muchas de las más intensas emociones surgen durante la
formación de un vínculo (enamoramiento), mantenimiento (si es imperturbable se
experimenta como una fuente de seguridad), ruptura (ocasionan pena, tristeza) y
renovación de las relaciones de apego (se experimenta como fuente de júbilo)
d) Ontogenia: el comportamiento de apego se desarrolla durante los primeros 9 meses
de vida y es, principalmente, a través de los cuidados que imparte la madre, como el
niño adquiere su principal figura de apego
e) Aprendizaje: distinguir entre lo familiar y lo extraño se constituye el proceso clave
en el desarrollo del apego.
f) Organización: el comportamiento de apego inicial se establece a base a respuestas
organizadas. A partir del final del primer año se va conformando a base de sistemas
comportamentales más complejos y que incorporan modelos representativos del
medio ambiente y de si mismo. Estos sistemas se activan por determinadas
condiciones como la extrañeza frente al medio, la fatiga y cualquier acontecimiento
que asuste. Pero tb las condiciones que ponen fin al comportamiento incluyen
percepciones visuales o acústica de la figura materna y en especial, una interacción
feliz con la misma.

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g) Función biológica: el comportamiento de apego tiene lugar en las crías de casi
todas las especies de mamíferos. Tal comportamiento posee un valor para la
supervivencia. Porque la función que con mayor probabilidad desempeña el
comportamiento de apego es la de la protección contra depredadores.
La dependencia no está dirigida a un individuo en particular, no se haya relacionada con el
mantenimiento de proximidad, no implica un vínculo duradero ni va necesariamente
asociada a sentimientos intensos. Así como tampoco se le atribuye ninguna función
biológica.
Así el comportamiento de apego es distinto a la nutrición y la sexualidad, pero posee la
misma importancia a la de estos en la vida humana. En él no hay nada intrínsecamente
pueril o patológico. Y se da generalmente entre madre e hijo.
El punto clave de mi tesis es que existe una intensa relación causal entre las experiencias de
un individuo con sus padres y su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos, y
que ciertas variaciones de dicha capacidad, que puede manifestarse como síntomas
neuróticos o trastorno de la personalidad, pueden atribuirse a determinadas variaciones
corrientes de los modos de desempeñar los padres sus correspondientes roles. La principal
variable a la que he prestado atención es la medida en que los padres del niño le
proporcionan una base segura, a partir de la cual el niño pueda explorar y a la que pueda
volver, sobre todo cuando siente miedo o cansado. La actividad exploratoria es de gran
importancia, permitiendo que se pueda formar un cuadro coherente de las características de
su entorno.
Consideramos algunos de los patrones de comportamiento de apego más corrientemente
aberrantes y que se ponen de manifiesto en adolescentes y también en adultos. Muchos de
estos individuos que acuden al psiquiatra están ansiosos e inseguros y a menudo se los
define como excesivamente dependientes o inmaduros. Sometidos a stress tienden a
desarrollar síntomas neuróticos, depresiones o fobias. Su reconocimiento muestra que han
estado expuestos a patrones de acción parental patológica, que corresponden a las
siguientes:
a) Uno o ambos padres no responden al comportamiento del hijo, no le imparten
cuidados o lo rechazan activamente.
b) Discontinuidades en la asistencia parental.
c) Amenazas por los padres de que no aman a sus hijos y lo utilizan para controlarlos.
d) Amenazas de uno de los padres de abandonar o incluso matar al otro.
e) Inducir al niño a que se sienta culpable de la posible enfermedad o muerte de uno de
sus padres.
Estas experiencias pueden conducir al niño, al adolescente o al adulto a vivir en constante
ansiedad, a no ser que se desprenda de la figura a la que está apegado y en consecuencia, a
tener un bajo umbral para la manifestación de comportamiento de apego.

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Podemos encontrar dos tipos de apego:
- Apego angustioso: viven en constante ansiedad. También es probable que una
persona así se halle sometida a un intenso anhelo inconsciente de amor y apoyo,
que pueda expresarse mediante un comportamiento patológico provocador de
cuidados y de ayuda, como por ejemplo tentativas suicidas, anorexia nerviosa,
hipocondría, etc. La mayoría de casos de fobia escolar y agorafobia se generan de
este modo.
Respecto al duelo: un individuo de este tipo de apego se caracteriza por angustia intensa
y/o autoreproches con depresión y el duelo puede persistir-
- Autoconfianza compulsiva: lejos de buscar el cariño y el cuidado de otros,
mantiene una actitud de sujeto duro, sean cual sean las condiciones. Estos
individuos tienden a hundirse cuando están sometidos a stress y a presentar
síntomas psicosomáticos o depresivos. Estas personas han tenido experiencias
similares a los individuos que desarrollan apego angustioso pero han reaccionado de
modo diferente, inhibiendo el sentimiento de apego y rechazan cualquier deseo de
relación estrecha con quien le pudiese proporcionar amor y cuidados. Son
profundamente desconfiados en sus relaciones íntimas y les asusta tenerse que fiar
de alguien a fin de evitar el dolor ser rechazados y en otros casos, para no ser
sometidos a la obligación de convertirse en cuidador de otro.
Un patrón de comportamiento asociado a esta forma es la prestación compulsiva de
cuidados. Su rol es el de prestar cuidados, no recibirlos. Asimismo, aspiran a cuidar
personas que no buscan ayuda y ni la agradecen. La persona que se desarrolla de este modo
ha visto que el único vínculo afectivo es este rol de cuidador y el único cuidado que puede
recibir es el que se imparte a sí mismo (niños que se crían en instituciones desarrollan este
modo). Y al igual que la persona con confianza compulsiva en sí misma, existe anhelos de
amor y cuidados y mucho rencor hacia padres por no habérselos proporcionados, como así
tb gran ansiedad y sentimiento de culpa de expresar estos deseos.
Respecto al duelo: un individuo de este tipo de apego, el duelo puede perdurar meses o
años. Hay tensión interna e irritabilidad y puede tener lugar depresiones episódicas y al
cabo de un tiempo se pierde la conexión causal con la muerte o separación.
Cualquier modelo representativo que un individuo se forma durante la infancia y
adolescencia tiende a persistir a lo largo de la vida adulta.
Algunos principios psicoterapéuticos
En primer lugar hemos de determinar si el problema presentado es susceptible de ser
abordado mediante la teoría del apego. Si parece aplicable, hemos de considerar que patrón
adopta típicamente el comportamiento de apego del paciente, teniendo en cuenta tanto lo
que nos refiere acerca de sí mismo, como las relaciones que establece y también como se
relaciona con nosotros como sus potenciales auxiliadores. Examinaremos también los
sucesos importantes de su vida como separaciones y encuentros, enfermedades graves,

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fallecimientos, y el grado en que los actuales síntomas pueden ser considerados recientes o
como respuestas tardías a dichos acontecimientos.
Al establecer un cuadro clínico de psiquiátrico será conveniente no basarse tan solo en los
métodos de entrevista tradicionales, sino que se han de realizar una o más entrevistas
familiares.
Un psicoterapeuta ha de realizar cierto número de tareas relacionadas entre sí:
1. Proporcionar al paciente una base segura a partir de la cual explorarse a sí mismo y
también sus relaciones con los demás.
2. Explorar conjuntamente con el paciente situaciones en las que actualmente se
encuentra con personas para él importantes y ver la forma en que responde con
ideas, actos y sentimientos cuando se halla en esas situaciones.
3. Llamar la atención del paciente sobre sus formas de construir sentimientos, y el
comportamiento del terapeuta a su respecto y sobre las predicciones que el paciente
hace y las acciones que de ello resulta.
4. Ayudarlo a considerar como las situaciones en las que él mismo se coloca y sus
características reacciones a las mismas, pueden ser comprendidas según sus
experiencias, las que tuvo con figuras por las que sentía apego durante la infancia.
Dichas tareas deben realizarse en la práctica, de manera simultánea. El psicoterapeuta ha de
procurar representar una figura digna de confianza dispuesta a ayudar y constante mientras
que el paciente “construye” la figura del psicoterapeuta, en la que ha de confiar.
Tradicionalmente, las tareas en cuestión son designadas como:
* Proporcionar ayuda
* Interpretarla trasferencia
* Construir o reconstruir situaciones pretéritas
Lo nuevos puntos a destacar son:
* Ofrecerle al paciente una base segura desde la cual explorar, para luego alcanzar sus
propias conclusiones y decisiones.
* Renunciar a interpretaciones que postulan diversas formas de fantasías y en cambio,
centrarse en las experiencias del paciente en la vida real
* Dirigir la atención a los detalles sobre el modo en que los padres del paciente se
comportaban con él, y como respondía él normalmente.
* Utilizar las interrupciones impuestas por el terapeuta (vacaciones, enfermedad) para
observar cómo el paciente vivencia y responde a la separación. Luego, ayudarle a
reconocer su modo de responder y examinar cómo y por qué ha tenido que
evolucionar de este modo.
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Nuestra tarea es ayudar al paciente a comprender en qué medida está percibiendo e
interpretando erróneamente los actos de quienes quiere o puede querer en el presente y
como en consecuencia les trata. Asimismo, nuestra misión es ayudar a revisar los modelos
representativos de sí mismo y de figuras a las que mostró apego, los cuales rigen sus
percepciones, predicciones y actos. Nuestro papel no es el de inculpar, sino el de investigar
cadenas causales, con el fin de romperlas o de mejorar sus consecuencias.
Lo principal estriba en reestructurar los modelos y su reevaluación de algunos aspectos de
las relaciones humanas, con su correspondiente cambio en sus modos de trato con la gente,
es probable que sea un proceso lento y como a retazos. Por lo tanto, el papel del terapeuta
ha de ser activo y para ser eficaz no puede ir más de prisa que su paciente. Realizar esta
labor requiere no solo de unos cuantos principios, sino tb de empatía y de tolerar intensas y
dolorosas emociones. Ha de ser un compañero dispuesto a conducir en las exploraciones
propias del paciente, pero tb ha de dejarse conducir
Autismo:
JERUSALINSKY: “PSICOANÁLISIS DEL AUTISMO”
En el autismo nos encontramos frente a interrogantes fundamentales: el proceso de
constitución del sujeto, femineidad y función materna articulada en torno del falo.
El lenguaje, el bebe y el sujeto
El hecho de que un cachorro de la especie humana nazca sano no es suficiente para
garantizar la constitución en él de un sujeto psíquico. Este cachorro, requiere de
prolongados cuidados para sobrevivir. Pero tampoco estos cuidados bastan, ya que la mera
satisfacción de lo real no produce el corte que pondrá al niño en relación al campo de la
palabra.
El eje del proceso constitutivo del sujeto reside en el nivel del significante. Las palabras
fundadoras, que envuelven al sujeto, son todo aquello que lo constituye, sus padres, vecinos
todas la comunidad, no solamente como símbolo, sino en su ser.
Es importante señalar que lo que permite la ruptura de la continuidad entre la madre y el
hijo es la intromisión de un discurso que, operando en la madre la castración simbólica,
obliga a ambos a hacer referencia a un tercero: ste del Nombre- del- Padre que representa la
Ley de la prohibición incestuosa y la restricción del goce que lanza al niño y a la madre al
campo del deseo. Deseo que esta articulado por el falo, articulador simbólico de la ley. Se
trata de una triangulación edípica que quiebra, en el comienzo mismo, toda completud del
ser.
La madre escribe sobre el cuerpo del niño la serie significante que la afecta en relación a él.
No podrá hacer de él su objeto erótico y eso genera un trazado discontinuo en sus
aproximaciones del cuerpo del niño.
Función materna

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La idea de que el significante inaugura toda identificación y signa toda relación de objeto,
rescata su papel esencial que para la función simbólica y la triangulación edípica. En su
papel de mediadora, la madre, particulariza el modo de alternancia presencia /ausencia del
otro que se ofrece en el campo del semejante. Al mismo tiempo representa al Otro
primordial, encarnando en la historicidad que articula la metáfora paterna, colocando sobre
el hijo la puntuación que le confiere su significancia. (Lacan)
Hay una diferencia entre Lacan y la tesis winnicottiana. Esta tesis pone el acento en los
cuidados maternos. Es evidente que la madre que cuida no es la misma que desea. Desear al
hijo gira en torno a la forma en que, en la madre, se establece la falta. So toda relación con
el niño parte de una falla y de una irremediable incompletud. Para Winnicot La cuestión
madre-hijo se resuelve en lo real y en lo imaginario. Falta en esta postura el ordenador
simbólico: el falo.
La psicosis en la infancia
Según Winnicott, las psicosis infantiles encuentran su explicación en la ausencia materna,
aunque también podrían ser explicadas por su constante presencia. Lacan ubica el deseo de
la madre como aquello que no siempre está allí, como lo que puede faltarle al niño, o sea,
que puede interesarse en otra cosa. Winnicott a diferencia de Lacan no piensa a la psicosis
como la forclusión del nombre del padre, sino como la quiebra del cuidado materno.
Para Lacan el fenómeno psicótico es la emergencia en la realidad de una significación
enorme que parece una insignificancia (en la medida en que no se puede vincular a nada, ya
que nunca entro en el sistema de simbolización) pero que en determinadas ocasiones puede
amenazar todo el edificio. Esta significación enorme puede ubicar al niño anclado en el
espejamiento, en cuyo caso sería psicótico, o bien pude impedir todo acceso al estadio del
espejo (el autismo).
En el autismo la causalidad psíquica está regida efectivamente por su exilio de la dialéctica
del deseo. Exilio que lo coloca frente a una función materna que no se ejerce porque él,
pese a ser objeto, no es causa de deseo, queda entonces como lo real puro. El proceso de
simbolización se detiene. Nos encontramos aquí antes del estadio del espejo y muy lejos del
Edipo. El hijo no entra en la ecuación ni siquiera como falo presente, sino como exclusión
total de una madre cuya función aparece previamente suturada. Así, no solo se registra la
ausencia de la función que hace al Otro, sino también de la función derivada de la primera:
del espejamiento. Sucede que el Otro circula en un imaginario que deja afuera al hijo. Todo
significante opera, lanzándolo al campo de lo real, dejándolo al niño sin marca.
1. Cuestiones preliminares para todo tratamiento posible del autismo
En cuanto al tratamiento, mientras que en la psicosis se apela a trabajar para la instauración
de lo simbólico, en el autismo debemos comenzar por lo real en dirección a lo imaginario y
a lo simbólico.
Si es plausible pensar en una única estructura psíquica como la contante del autismo infantil
precoz (AIP), ¿Qué factores contribuyen para que esta se establezca? estamos en el camino
57
cuando intentamos penetrar en la comprensión de la praxis de la función materna, porque
siempre encontramos intensas perturbaciones en la vinculación de la madre con el hijo,
concomitante con los cuadros de desconexión autística.
El analista se ve obligado a aproximarse a los pacientes de manera muy diversa. Mientras
que en los casos de psicosis simbiótica y de esquizofrenia la interpretación verbal
acostumbra a ocupar un lugar central desde el comienzo del trabajo terapéutico. En los
casos de AIP la operación a nivel del objeto real, se convierte en el punto de partida
obligatorio de cualquier tentativa de acceder a lo simbólico. La reducción del niño al nivel
de lo puro real es más radical en el autismo que en otras psicosis infantiles.
Nuestra hipótesis central sustenta la idea de que hay una identidad de estructura psíquica
entre los cuadros de rasgos autistas, característicos de muchos niños con problemas del
desarrollo, y los cuadros de AIP tópico. La semejanza sintomática no es casual, sino efecto
de esa identidad.
A) Los factores que inciden en la producción de los cuadros de AIP obedecen a una
combinación de aspectos constitucionales del niño con aspectos compensatorios en
el ejercicio de la función materna. Podemos encontrar niños sin anomalías orgánicas
que justifiquen el AIP que padecen, aunque incluidos en una relación M-H en que la
perturbación de la función materna constituye el factor eficaz. En sentido contrario
a este tipo de casos, la extrema insuficiencia de un niño orgánicamente perjudicado
puede tornar infructuoso todos los esfuerzos maternos compensatorios, dando
igualmente como resultado un cuadro de autismo. Parecería que para que no se
produzca el AIP sería necesario que se cumpliera una relación inversamente
proporcional entre la capacidad materna y la capacidad de registro del niño.
B) La intervención a nivel de lo real parece ser un componente esencial en el abordaje
de las psicosis infantiles. Y más pertinente en la terapia del AIP.
C) Existe una diferencia de estructura entre el AIP y las otras psicosis infantiles.
La apuesta por un sujeto es fundamental en el tratamiento del autismo. No porque
efectivamente ya haya un sujeto ahí, sino porque existe la posibilidad de construir un
sujeto, aunque no se materialice en todos los casos. Argumentar de entrada la incurabilidad
de todos los casos de psicosis, apelando a su posible causa genética implica clausurar
cualquier posibilidad de que ese sujeto del deseo llegue a constituirse, lo cual confirma de
modo tautológico, la incurabilidad afirmada en el comienzo.
Sobre la transferencia
Debido a la posición de sujeto ausente que caracteriza al autista, el terapeuta es lazando a la
condición de “otro suprimido” que es tb la condición en que suelen presentarse los padres
en esos casos. Si el terapeuta se deja atrapar en esa celada intervendrá de forma invasiva,
confirmándole al pequeño autista su posición de excluido y obstaculizando el surgimiento
de cualquier trazo de identificación. Lo único que restara será un procedimiento de
“domesticación” bajo la forma de un condicionamiento.

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Lograr una cura psicoanalítica depende de que el tratamiento se inicie lo más
tempranamente posible mientras que la implantación de automatismos adaptativos
condicionados es viable a cualquier altura del desarrollo humano (aunque no lo es si
hablamos de plasticidad). Hay que apuntar a algo del deseo, a construir en el análisis lo que
fallo en la constitución.
Para los seres humanos no hay nada en el plano real que haga la diferencia y por eso lo real
funciona como la esencia de la aleatoriedad, ya que es el ste el que introduce los cortes en
ese infinito indiferenciado. Se afirma entonces, que el estado inicial del ser humano no es el
de la normalidad, sino el del funcionamiento de automatismos neurobiológicos que por sí
mismos nada garantizan. Que ellos “funcionen bien” permitirán que la “normalidad” sea
conquistada con mayor facilidad. Que ellos “funcionen mal” crearán dificultades para la
tarea del ste. Que ellos prevalezcan creará una barrera de resistencia contra el lenguaje. Por
lo tanto, no se trata de regresar a la normalidad, sino de la intromisión del Otro, que en
posición Primordial, orientado por el ste, sea capaz de crear la escena en la que la letra haga
marca sobre los automatismos neurobiológicos. Un trazo que para producirse requiere la
ruptura de una continuidad. No se trata de recomponer una identidad perdida, sino de
adquirir, en el interior de ella, la posibilidad de romperla: una tenue pero firme
discontinuidad trazada en la pequeña distancia que permita al autista percibirla como
esbozo de un extrañamiento.
La continuidad que se rompe no es la de un niño autista con su madre, ni la de la totalidad
del huevo mítico, sino la de una identidad absoluta (que en el autista aparece bajo la forma
de automatismos) que por estar constituida como una totalidad se oponen a toda diferencia.
Es por eso que las repeticiones autistas son idénticas y se resisten a la repetición de la
diferencia que reclama el trazo unitario. Esta parece ser la razón por la que los autistas
rechazan al Otro en la medida en que este Otro, insiste ya sea en leer su repetición como
letra, ya sea en forzarlo a responder en sumisión a la imposición de imperativos de cuya
lógica el autista se siente ajeno, y frente a la imposición, excluido. Por lo tanto, el punto de
partida de toda tentativa psicoanalítica de cura de un autista es atacar eso real que prevalece
bajo la forma de una identidad absoluta.
Esquema de los pasos iniciales en el tratamiento del autismo
Para que el objeto que hizo la marca de satisfacción sobre el cuerpo del pequeño
desaparezca y sea sustituida por su representación, se requieren dos condiciones:
1- Que el Otro Primordial deje caer el objeto renunciando al poder que él le otorga y
entregarlo al bebé el poder de representarlo y evocarlo
2- Que en el bebe no prevalezca el automatismo de ligazón física al objeto- fuente de
goce primordial-para moldear la voz en el orden del Otro que hace de ella, ya no un
pequeño instrumento de goce, sino un instrumento de lenguaje.
Pero lo que articula la estructura autistizante en la madre es su imposibilidad de dejar caer
el objeto real restitutivo de la castración y dar lugar a la constitución o persistencia del
deseo materno. La madre queda “suelta” en relación con este hijo, o sea que la madre es

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arrojada fuera de su papel de agente de una función. Por lo tanto este tema parte del ángulo
de la función materna y no de la madre. Por eso, en el niño autista hay dificultades para
dejar caer el objeto: la fascinación por la iluminación intensa, la resistencia al alimento
sólido, la inmersión en el goce de la propiocepción auto- estimulada por el balanceo son
algunos ejemplos. En consecuencia, el trabajo terapéutico exige la descomposición, paso a
paso, de las operaciones que sean capaces de provocar en el autista esa separación entre el
trazo y la cosa. En esto se diferencia de las consideraciones de los psiquiatras clásicos como
Kanner quien mencionó las características de los padres con niños con AIP refiriéndose a
su “carácter intelectual y obsesivo” y “pocos cariñosos” por lo que las madres pasaron a ser
culpadas por el autismo de su hijo. Se proliferaron consejos para que dejasen de estudiar o
trabajar, y les brindase más amor a sus hijos.
Se puntualiza a continuación, el desmontaje de los pasos más elementales del intento por
constituir estructuras mínimas de soporte para un sujeto:
1- Identificación del analista con los automatismos del niño autista, porque en estos es
en lo único en que se reconoce.
2- Crear una superficie corporal, erogeneizar el cuerpo del niño
3- Construir una discontinuidad mínima en los automatismos compartidos
4- Variación de la repetición (introducción de la sorpresa, movimiento)
5- Alternancia de la presencia/ausencia (Fort-da)
6- Inversión de la demanda: objeto transicional
7- Juegos de borde: objeto que cae, circunscripciones, trazos
8- Incidencia de la prosodia: transmisión de la posición de un sujeto supuesto a través
de la musicalidad con la que las mamas suelen hablar a sus bebes.
El autismo consiste en la ausencia de lo imaginario/simbólico propiamente dicho. La idea
es que el espejo que el intermediario materno ofrece al niño lo devuelve permanentemente a
la esfera de lo real. No hay captura a no ser en la imagen reciproca del mero deseo de
muerte: el muerto. Aquí es esquivado no solo el Otro, sino tb el cuerpo del hijo. Esto
acontece porque tal intermediario materno no puede hacer otra cosa, ya sea por
imposibilidad psíquica de sostener un lugar de circulación simbólica para ese hijo, ya sea
porque el hijo esta orgánicamente impedido de llegar a constituirse como sujeto por una
insuficiencia neurológica. Y tb puede suceder por la combinación de los 2 factores.
En relación a la función materna Winnicot refiere a los cuidados maternos primarios
como característicos del papel materno y los define en 3 funciones:
* Manutención (holding). Refiere a la asignación de lugar de ese niño, a su
protección del desamparo manteniendo la mirada de ese niño como un ser humano
en un momento en que él aún no es capaz de sentirse entero.
* Manoseo (handling) desde la movilización hasta la higiene. Implica las zonas de
contacto con el niño
* Presentación del objeto o del mundo el cual tendrá importancia para el niño en la
medida en que la madre le muestre su importancia para ella y para el propio hijo.
Hay un objeto que el deseo de ella subraya especialmente y es el padre, que la
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articulación psíquica materna colocará en un lugar de valor, variable de acuerdo con
su propia estructura.
* La relación triangular entre los miembros de la familia en lo que respecta al
triángulo edípico. Aparece el segundo elemento de la función materna, como
primera sustentadora de la función del padre frente al hijo.

3- La cuestión etiológica
Basados en nuestra propia experiencia clínica, el surgimiento de rasgos como de cuadros
autistas está íntimamente vinculado al desequilibrio del encuentro del agente materno con
el niño. Y este equilibrio depende del estatus psíquico de este agente y, por el otro, de las
condiciones constitucionales del niño para apropiarse de los registros imaginario/simbólico
que entran en juego en tal relación. No se pone en duda la posible presencia de un factor de
propensión o de determinación orgánica, pero muchas veces este factor no parece estar
presente y cuando lo está, aparece activado en una determinada articulación psíquica. S 3
condiciones para ser clasificado como enfermedad (1-tener una determinada semiología,
tener una determinada etiología, causa o conjuntos de causas demostradas y 3-disponer de
un medio de intervención eficaz para su mejora o cura) por ello, sigue siendo clasificado
como un síndrome, un cuadro que requiere investigación y trabajo interdisciplinario más
que una categoría psicopatológico conclusiva.
El autismo ¿es un trastorno del desarrollo? Si, si se lo entiende como el conjunto de las
adquisiciones que definen y organizan la relación de un ser humano con el mundo en que
vive. El autismo consiste en un fracaso en la construcción de redes de lenguaje sin las
cuales los comportamientos automáticos no tienen significación alguna. Automatismos
disparados de modo puro carecen de todo valor relacional y ofrecen resistencia a la entrada
del otro en el mundo del niño y por consiguiente, a la entrada de él en el mundo familiar y
social.
Hoy en día encontramos en la clínica del autismo infantil precoz como causa nodal en su
etiología, un fracaso de la función primordial de reconocimiento cuyo valor es fundamental
para entrar al mundo humano. Dicha función se establece, en el mejor de los casos,
mediante identificación primaria (con su Otro Primordial, la madre) que marca la entrada
en un complejo sistema de identificaciones conocido como “estadio del espejo”. En el cual,
el niño se reconoce en los otros y percibe las condiciones que debe satisfacer para ser
reconocido.
Acerca de la estructura del autismo
Clásicamente en la teoría psicoanalítica se han reconocido 3 estructuras: neurosis, psicosis
y perversión. Ahora, el autismo en la medida en que se presenta como una ausencia de
sujeto (están ausentes las demandas de reconocimiento y el deseo del Otro que harían
posible considerar una estructura mínima de sujeto) plantea para el PSA el problema de
cómo establecer una estructura que se encuentra fuera de todo lenguaje, en la medida en
que sabemos que el inc está estructurado como un lenguaje. Debido a la prevalencia de los
automatismos se crea un mecanismo de exclusión del niño con respecto al lenguaje. Es por
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ello que los autistas desvían su mirada no de cualquier cosa, sino específicamente del otro
semejante.
Un primer movimiento de cura es sostener un sujeto allí donde no lo hay. Por eso el PSA ha
incorporado al autismo como una 4 estructura: estructura de la exclusión.
¿Hay tipos de autismo? Consideramos relevante la distinción entre:
 Autismos secundarios como consecuencia de una enfermedad
 Autismo por problemas específicos (constitucionales) de lenguaje
 Autismo vinculado a las configuraciones patológicas genéticos y/o neurológicas
demostradas
 Autismo relacionado con historias familiares en las que hubo ruptura, quiebra o
discontinuidad abrupta en cuanto a los escenarios y los personales implicados en las
identificaciones primarias (durante el primer año de vida)
¿Curable o incurable? Definir al autismo como un cuadro homogéneamente incurable
implica la resistencia de los clínicos a reconocer la diversidad de condiciones en las que un
autismo se estructura y el posicionamiento en la idea de una causa única. Sin embargo, es
importante atender dicha estructura antes de los 5 años ya que en la medida en que se
prolonga un modo de funcionamiento psíquico, éste tiende a volverse fijo, automático e
irreversible.
La intervención psicoanalítica exige radicalmente que el analista acompañe a su pequeño
paciente por camino de la auto-exclusión. Esto implica arriesgar un acto de reconocimiento
reciproco (una identificación especular) fuera del territorio del lenguaje, con la esperanza
de que su paciente lo siga en el retorno a ese territorio. La clínica del autismo nos revela
que nada somos fuera del lenguaje.
FRANCES TUSTIN: “BARRERAS AUTISTAS EN PACIENTES NEURÓTICOS”
Cap 5: “Situaciones susceptibles de ocasionar autismo psicógeno”
El autismo es un estado seudo independiente en que el niño de manera inflexible y
obstinada recorre su propio camino excéntrico sin tratar de ajustarse ni adaptarse a los
caminos de otras personas. Acá podemos pensar en la cuestión de la indiferencia y el
aislamiento. La etiología es psicógenética.
Situaciones de inseguridad materna
 Por depresión antes o después del parto.
 Algunas madres informan sobre la muerte de un bebé anterior, o tuvieron un aborto
previo cuyos efectos emocionales persistían cuando el último hijo, el autista, estuvo
en el útero y fue dado a luz. Esto deja al niño perplejo: se lo convoca a comprender
algo que esta fuera de su alcance.
 Padres que en su momento viajaron y las madres sintieron la carencia de apoyo.
 Parientes entrometidos socavaron la seguridad de la madre.

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 Madres que no estaban en su país natal.
Madres refirieron que una persona emocionalmente importante había muerto por la época
del parto. Pero para que el autismo se desarrolle tiene que ocurrir una especial
concatenación de circunstancias. El autismo es una reacción destinada a promover un
sentimiento de seguridad que no sale al encuentro del infante desde el mundo exterior.
Entonces esta reacción autística o caparazón, la construye el niño con autismo para
defenderse del mundo humano. Es como si se creara la seguridad a través de un objeto
duro que lo ayudan a sostenerse. Asi se envuelven en objetos autistas que le generan
sensaciones corporales, por lo que crean su propia cobertura protectora. Esto se denomina
encapsulación auto-generada. Una encapsulación dura, como un caparazón es el rasgo
diagnóstico diferencial específico de los niños autistas cuya intencionalidad es ser refugio
frente a las experiencias que parecen amenazar su vida.
El estado de espíritu del cuidador primario y del resto de la familia afectarán la mente en
desarrollo del bebé. Si la madre se siente sola y sin apoyo, tal vez no consiga responder
adecuadamente a su bebé. Si la madre se encuentra deprimida u hostigada, esto influirá en
sus fantasías sobre su hijo, antes y después del parto. Puede ocurrir que el bebé no colme
sus expectativas, que se asemeje al monstruo o a la criatura baldada que había temido dar a
luz, o tal vez lo idealice tanto que ella se sienta poca cosa para ese maravilloso ser.
Todas estas son inevitables reacciones humanas de madre e hijo que debemos tratar de
comprenderlas en lugar de emitir juicios morales. Si en circunstancias como estas el niño
tiene tendencias autistas, queda montado el escenario para que madre e hijo se desconecten.
Situaciones perturbadoras para el hijo
Está claro que para la consolidación de reacciones autistas tiene que coincidir una
combinación especial de circunstancias. Factores importantes aquí son las tendencias
constitucionales del niño y el clima de la familia en que se cría.
 Parece además que en situaciones de cambios biológicos como el comienzo de la
dentición, pueden generar reacciones autistas, si es que la situación de crianza
contiene alguna inseguridad, porque se tienden a reactivar los tormentos de la
separación corporal. Sin embargo, antes tuvo que haber existido una fragilidad en la
relación madre e hijo.
 Otros niños autistas parecen haber sufrido perturbación in útero, y ya nacieron con
proclividad al autismo tras el nacimiento. Grostein señaló que a consecuencia de la
depresión de la madre, algunos de estos niños sufrieron un “asalto bioquímico en el
baño amniótico”. Desde luego que las fantasías de la madre acerca de su hijo nonato
afectarán profundamente al feto en desarrollo.
Diversas situaciones pueden llevar al autismo. Distintas combinaciones de factores se
pueden conjugar en un cuadro autista de diversos grados de intensidad. En todos los casos,
sin embargo, el autismo es un intento de enfrentar un intenso terror elemental. El eje de la

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situación es siempre que madre e hijo no se acompañaron porque su atención y su interés
recíprocos se vieron perturbados por factores como los que hemos venido exponiendo. El
autismo como una reacción a ciertas situaciones de crianza que contienen inseguridad.
Consecuencias de la falta de encuentro
Puede ocurrirles, a madre e hijo, que por diversas razones, no lleguen a experimentar ese
ambiente psicológico especial de interacciones de viva respuestas que promueve el
crecimiento psíquico. Si estas faltan, es una situación trágica para ambos; también para el
padre, que desempeña su papel en la promoción de esta cura y protección psicológicas. Los
detalles menudos de la vida familiar y del cuidado de infante generan una atmosfera
remediadora, y su ausencia hace que el hijo permanezca emocionalmente desapegado de
sus padres. Sufrirá entonces la soledad del encarcelamiento en él mismo.
En la infancia, las interacciones que cuentan son actividades como:
* La lactación
* El contacto por la mirada
* Los encuentros en el juego
* Las caricias.
Estas son las bases físicas para esa comunión entre madre y bebé que es la primera forma
de comunicación. Sin esto, el niño queda tosco e incivilizado. Su vida psíquica resulta
cercenada- cae presa de terrores lacerantes en torno de la pérdida de su “continuidad- de-
existir”, como lo denominó Winnicott con tanto acierto. Algunos de estos terrores se
concretan en torno del miedo innato básico de caer, ser derribado, caer despedazado. Y hay
otros, como ser esparcido o disuelto, o explotar, o perder el sentimiento de la continuidad
física.
En el caso de estos niños, además, la no remediada herida primaria de la separación
corporal de la madre se vuelve a exponer cada vez que hace intrusión una experiencia de
separación, por ejemplo, en el momento de tomar conciencia de que el pezón (o sustituto)
no es una parte permanente de su boca. Estas heridas traumáticas son cubiertas por las
“escaras” de prácticas autistas que lo alejan más y más de influjos humanizadores y
remediadores de su familia y de su cultura. David Rosenfeld, mostró que el autismo
preserva las experiencias traumáticas, que podrán ser tramitadas cuando se presenten
circunstancias propicias, pero no promueven la integración. El niño no desarrolla una
simulación viable de la realidad, eficaz para enfrentar fluidamente las exigencias del mundo
o de los propios estados interiores.
La representación de la realidad
En el desarrollo relativamente normal, sobre la base de su propio plano constitucional, el
niño absorbe las construcciones de su familia y de la cultura en que vive. Esta absorción
nace de interacciones con los cuidadores primarios a través de los detalles menudos del

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cuidado infantil, de máxima importancia para que se desarrollen simulaciones viables
progresivas y eficaces. Pero por una diversidad de combinaciones desafortunadas, los niños
autistas se han atascado en simulaciones toscas nacidas de sus gestalt innatas y de sus
propios procesos corporales. Su conducta se vuelve automática y mecánica.
La parte autista en pacientes neuróticos
Sydney Klein: muchos pacientes neuróticos tienen un sector autista escindido en su
personalidad. Cuando entran en contacto con este, quedan expuestas las heridas psíquicas
no remediadas de la separación primordial. Tal vez, aun en el desarrollo normal, esas
heridas psíquicas nunca curen del todo, pero a lo largo de la vida las interacciones
creadoras promueven su remedio y preparan al individuo para la separación final de la
muerte. Recubrir las heridas con figuras autistas y taponarlas con objetos autistas impide
aquel remedio natural porque esas son actividades de manipulación que estorban las
indispensables interacciones creadoras.
Psicoterapia del autismo psicógeno
En el tipo de autismo desarrollado para tramitar las heridas psíquicas no remediadas de la
temprana infancia, psicoterapia es precisamente lo indicado. Pero tiene que ser una
psicoterapia basada en la comprensión cabal de la naturaleza del autismo psicógeno y de
sus posibles orígenes; con la elasticidad y paciencia que hacen falta para generar los
necesarios insights entre paciente y terapeuta.
Capítulo 6: “Objetos autistas”
Los niños autistas perseveran en el uso de ciertos objetos, peculiares para cada niño
individual, según modalidades dominadas por la sensación, que impiden su desarrollo
mental y emocional: designados por Tustin como Objetos autistas. Como el uso de estos
objetos es fundamental para la existencia de estos niños autistas, es que la autora propone
un tratamiento de que el analista se ponga en el lugar de objeto para que el niño lo use,
pudiendo entrar así al mundo del niño. Un objeto es para un niño autista es una sensación, y
sacarle ese objeto es restarle dicha sensación. El niño va a distinguir a los objetos en cuanto
a sensaciones que son tranquilizadores y distractoras.
Dichos objetos pueden ser autitos de colección o un gran llavero con 50 llaves, al que se le
atribuye propiedades mágicas para protegerlo del peligro, por lo tanto, se convierten en
talismán o amuleto. Pueden creer que son un trozo duro extra de su cuerpo que lo puede
mantener a salvo. Pero durante el período en que estos niños se sintieron protegidos por sus
objetos autistas, se mostraron impenetrables a mis intentos de auxiliarlos. Por eso es
importante conocer la naturaleza de estos objetos y el origen de su uso.
La naturaleza de los objetos autistas: características de los mismos

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 Una característica sobresaliente es que no se los aplica a la función para la cual
han sido creados. El empleo de ellos es idiosincrático para cada niño. Desde un
punto de vista realista es un uso sin propósito ni sentido.
 No son utilizados según su función intencional de juguetes, ni se puede decir que
se los emplee con propósitos de “fantasía conciente”. En el juego del fantaseo hay
una cualidad de “hacer como si” y hay una percatación de que se está corporalmente
separado del objeto. Ambas faltan en el uso de los objetos autistas. Presentan una
cualidad bizarra y ritualista, y el niño muestra una rígida e intensa preocupación por
ellos, lo cual, no es un rasgo del juego de fantasía.
 Los objetos autistas son pura sensación. En ausencia de fantaseo se los usa de una
manera en extremo canalizada y repetitiva. Son estáticos y no presentan extremos
abiertos al desarrollo de nuevas redes asociativas.
 La “promiscuidad” de su uso: algunos niños autistas tienen un solo objeto autista
que durante un tiempo utilizan de manera estereotipada y ritualizada. En un
momento lo desechan para reemplazarlo por otro del que hacen uso similar. Son
usados, desechados y reemplazados. Si un objeto autista se ha perdido, el niño
queda atribulado (consternado, afligido) como si hubiera perdido una parte de su
cuerpo, pero el objeto pronto es remplazado por otro que se experimenta como si
fuera el mismo.
La incapacidad del niño autista para tolerar las pérdidas, proviene de haber experimentado
una aflicción lacerante por la aparente perdida de una parte instintualmente significativa de
la madre cuidadora a quien creía parte de su propio cuerpo. Dicha perdida se experimentó
como perdida de parte de su cuerpo y no como la perdida de la madre y su pecho. Esta fue
la situación que llevó al uso abusivo de los objetos
 Otro rasgo característico es que el estado del niño autista, dominados por
sensaciones, significa que estos niños viven en un mundo aprehendido
globalmente. Sus respuestas tienen por única base el contorno y la silueta: sentido y
función no cuentan.
 Otro factor es que en los niños autistas las modalidades sensoriales no siempre
estan claramente diferenciadas. Ver y oír suelen ser experimentados por el
niño de un modo táctil, como si fueran “tocados” por el objeto. Esto vale
también para objetos, imágenes y sonidos. Así se explica lo que el observador
designa como la naturaleza “concreta” de la experiencia del niño autista. Se trata de
formas elaboradas de expresión y requieren que el individuo se sienta
corporalmente separado de otros objetos y tenga de estos una percepción normal.
Cuando salió de su autismo, David pudo narrarme que había creído que las palabras
“Tustin” y “Austin” eran las mismas porque tenían la misma figura cuando
“tocaban” sus oídos o sus ojos. En el trabajo con David fue necesario ayudarlo a
advertir que traer y llevarse a casa el autito Austin no significaba que pudiera llevar
consigo a Tustin; comprenderlo nos lleva a tratar este material en la situación

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psicoanalítica con un abordaje muy diverso del que aplicaríamos en el caso de un
paciente neurótico.
Importante para la modificar el uso patológico que estos niños hacen de sus objetos autistas
parece ser que las personas que lo cuidan comprendan que no experimentan estos objetos
como “sustitutos” de personas añoradas. Para él, son esas personas porque le procuran las
sensaciones que él desea, y la sensación de un objeto tiene para él preeminente importancia.
Los niños autistas no pueden percatarse de necesidades, anhelos o deseos porque su escasa
dotación mental no los asiste para tolerar la frustración que estos sentimientos traen
consigo. Usan, en cambio, objetos autistas. Con estos evitan el suspenso de la espera.
 Los objetos autistas aportan una satisfacción casi instantánea y soslayan la
demora que va de anticipación a realización, que, si se puede tolerar la
suspensión, induce actividades simbólicas tales como fantasías consientes,
recuerdos, pensamientos. Este empleo patológico de objetos autistas tiene por
resultado la falta de motivación del niño autista y su carencia de confianza básica en
el “ambiente facilitador”. Solo puede empezar a abandonarlos cuando un cuidado
comprensivo le llega.
 La “dureza” es un rasgo característico de la mayoría de los objetos autistas. Esto
procura al niño el sentimiento de lo mantienen a salvo. Los niños autistas, porque
carecen de la experiencia de vínculos civilizadores con otros seres humanos, se
sienten continuamente amenazados por ataques y lesiones; sientes que las partes
salientes de su cuerpo serán arrancadas. El principal propósito de los objetos
autistas es precaver amenazas de ataque corporal y aniquilación total.
Es necesario distinguir la experiencia del observador de la muy diferente del niño
relativamente indiferenciado. Para el niño, un objeto autista es primariamente una
“sensación”. En cambio, el observador es consiente del objeto que provoca aquella
sensación. El observador discierne diferencias en objetos que para el niño son todos
idénticos; este sólo puede distinguir por referencia a las sensaciones que le producen a
medida que parecen tocar su cuerpo. La seudo protección que prestan los objetos autistas
impide que el niño utilice y desarrolle medios de protección más genuinos. Le impide
entrar en contacto con los seres humanos que lo cuidan y podrían ayudarlo a modificar sus
terrores.
Una madre deprimida o que desconfía de sí misma tal vez no pueda reunir con firmeza la
capacidad de reacción suficientes para arrancar a su hijo de los deleites ilusorios de sus
objetos sensación, para atraerlo a los goces reales de su pecho, que el niño poco a poco
aprenderá a utilizar como algo separado de su propio cuerpo. En una situación así, quizá el
uso de objetos autistas arraigue y se vuelva patológico.
Los orígenes de los objetos autistas patológicos

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Nuestra comprensión de los orígenes de objetos autistas facilita si reparamos en que al
comienzo lo significativo para el niño de pecho no es la leche sino el conglomerado de
sensaciones que se experimenta como “boca-que-rodea- pezón”.
El trabajo clínico indica que objetos autistas patológicos tienen su origen en actividades
auto-sensibles escondidas que se iniciaron en la infancia. Los niños autistas suelen morder
su lengua comprimida o la carne de sus mejillas apelotonadas. O se arrastran sobre su
trasero para sentir las heces en su ano. Los objetos autistas que estos niños usan después
como si fueran parte de su cuerpo parecen originados en esa patología temprana. Esto
explica la naturaleza idiosincrática de los objetos autistas patológicos.
Una situación infantil muy a menudo ocasionadora del autismo psicógeno de la niñez es
aquella en que una criatura particularmente vulnerable experimenta una serie de shocks en
una época en que su aparato neuromental aún no se ha desarrollado lo suficiente para
soportar la situación de crianza que, en esa época en particular, por diversas razones, no lo
asiste para elaborarlos o no los puede elaborar en su lugar.
Objetos autistas parecen taponar el hiato entre la pareja madre e hijo, de manera que
la separación corporal no se experimente. Por desdicha, estas delusiones impide que se
desarrolle en la pareja un vínculo reciproco remediador. Son indicio de que el niño poseyó
unos artefactos inanimados que “bloquearon” su abordaje del mundo exterior, en lugar de
seres humanos que facilitaran el gradual desarrollo de un medio diferenciado y
diferenciador para la comunicación y la interpretación.
Los efectos deletéreos del uso de objetos autistas
En el desarrollo normal como lo ha mostrado Winnicot, descubrir el pulgar conduce a la
exploración y el disfrute del mundo que se abre fuera del cuero propio del niño. Chuparse
el pulgar o los dedos se asocia a ricas fantasías consientes e ideas que permiten al niño
esperar hasta que sobrevenga una satisfacción más apropiada o es lo que sucede en el caso
del infante que muestra signos de autismo psicógeno, en quien la succión ha sido
virtualmente remplazada por el aferramiento de objetos autistas duros.
El perpetuo recurso a objetos autistas significa que el niño no ha salido de un estado incivil.
Ha quedado a merced de pautas innatas elementales que forman estereotipo y no son
modificadas por la experiencia. Estos niños se sienten amenazados por bocas y criaturas
depredadoras. Sienten que los pueden aplastar bajo los pies como a un insecto.
El uso constante de objetos autistas significa que el niño tiene pocas posibilidades de
aprender a tolerar la frustración. Cuando esta hace intrusión, los berrinches repercuten por
músculos y vasos y hacen temer al niño su total aniquilación. Para contrarrestar ese terror
mortal empuña un objeto autista duro.
Estos niños no han pasado por el estadio de “ejercitación” de la infancia normal, que
sobreviene durante las ausencias de la madre.
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En resumen, no han tenido las tempranas experiencias de aprendizaje que se asocian con el
juego. Un niño de este tipo espera hacerlo todo al primer intento sin práctica alguna previa
a la situación real. Han omitido el trabajo creador que consiste en ajustar ilusiones y
elaborar fantasías; y ese trabajo, según lo ha expuesto Winnicott (1958) acerca del objeto
transicional y los fenómenos transicionales, es un “puente” hacia la realidad. Los objetos
autistas patológicos son una “barrera” en ese sentido: estos niños bloquean la aprehensión
de una realidad que podrían compartir con otros seres humanos dentro de su cultura.
La desilusión prematura significa que no han tenido suficientes oportunidades de “ilusión”.
La percepción de una necesidad tolerable provoca imágenes anticipatorias (alucinaciones
normales) que preparan al bebe para lo que vendrá. Los niños autistas han elaborado
artefactos falsificados que “remplazan” al pecho y que no se hacen esperar.
Ahora bien, como lo advierte Winnicott, la “madre lo bastante buena” inevitablemente
fracasa en esta proeza de adaptación a su infante. Cuando coloca el pecho real ahí donde el
infante se apresta a crear, y en el momento preciso. Para el niño que se desarrolla
normalmente, estos “fracasos” de la madre sirven como oportunidad de “crear” imágenes
anticipatorias y respuestas nuevas a la madre. Aprende a esperar. Aprende a controlar su
impulsividad. Empieza a crear ideas que son un “sustituto” de la madre, pero que no
ocluyen la necesidad que ella tiene ni inhiben las respuestas instintuales que le da. Empieza
a relacionarse con otros y a responder a personas y situaciones cuando no están presentes.
Así se desarrollan la imaginación y el pensamiento.
La frustración del desengaño insoportable significa que en lugar de crear ilusiones y
alucinaciones remediadoras, inductoras de sueños, fantasías y representaciones, el infante
empieza a manipular objetos autistas de una manera excesiva. Como éstos son tangibles,
están dominados por la sensación y siempre presentes, mantienen al niño atascado en un
nivel primitivo de funcionamiento mental hiper-concretista. Impiden el desarrollo de
pensamientos, rememoraciones e imaginaciones que, en el desarrollo normal, compensan la
inevitable falta de satisfacción completa que es lo propio del ser humano. Otra
consecuencia es que los niños mismos quedan expuestos a ser manipulados como objetos
autistas en lugar de recibir trato de seres humanos. (Ejemplo ecopraxia).
La ecolalia es una manipulación de palabras y sonidos como si fueran objetos físicos
tangibles. Por lo tanto, las palabras, pueden ser objetos autistas. Esta conducta ecolálica
suele ser reforzada por los adultos que rodean al niño: viendo que este no responde, repiten
muchas veces lo que le dicen a fin de capturar su atención.
Un aspecto beneficioso de la falta tolerable de ajuste de la “madre lo bastante buena” es
proveer de un espacio en que se puedan producir sucesos azarosos. Estos son agentes de
transformación y cambio. Si madre e hijo se convierten en objetos autistas uno para la otra,
viven en un capullo dominado por sensaciones en que parecen ajustados de manera
predecible y perfecta coartan la posibilidad de que advenga este espacio. El padre tiene un

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importante papel que desempeñar en la familia apoyando a la pareja de crianza en medio de
los dolores y tribulaciones que genera la falta de ajuste perfecto entre ambos y la conciencia
de que no se pueden controlar absolutamente entre sí.
Estos niños nunca “añoran”. La ausencia de una persona anhelada se vive como un
“agujero” que se puede llenar enseguida con un objeto autista. Experimentan “vaciedad” y
“anonadamiento”.
Otro efecto deletéreo del uso indebido de objetos autistas es que en periodos de crisis
extrema los objetos autistas duros se pueden romper en medio de la tensión y dejar
desolado al niño. Esto obedece a su naturaleza inflexible, rígida, que los vuelve frágiles.
Además, los objetos autistas son “moldeados” dentro de disposiciones innatas y en su
formación no han sido “forjados” por la experiencia, como al contrario es el caso del objeto
transicional. Por eso son más proclives a hacerse añicos. Una ruptura irreparable así es la
fuente de desesperación para el niño autista.
Consecuencias terapéuticas de estas intelecciones.
En primer lugar, en la situación terapéutica, este remplazo de personas necesarias por
objetos autistas que ayudan al niño a sentirse impenetrable y seguro produce una conducta
que parece idiota al observador ajeno, pero que es esencial para el niño. Solo descubriendo
lo que esa conducta significa para el niño y penetrando en su mundo y comprendiéndolo
podremos asistirlo. Si lo despejamos sin miramientos de sus objetos autistas, estaremos
exponiendo un niño hiper-vulnerable a unos terrores que no puede soportar. A fin de
hacerles frente, deberá elaborar una forma de autismo todavía más atrincherada. Por eso
hace falta un consumado tacto, se necesita de paciencia y habilidad para manejar la
transición desde el uso indebido de objetos autistas hasta el desarrollo de sentimientos de fe
en los seres humanos vivos que rodean al niño, y podamos mostrarles que los seres
humanos, a pesar de ser impredecibles y mortales, proporcionan un apoyo más permanente
y efectivo que esos objetos imbuidos de excesiva auto-sensibilidad.
En segundo lugar, las intelecciones antes expuestas acerca de la naturaleza, orígenes y
funciones de los objetos autistas, nos habilitan para adoptar una visión compasiva pero no
sentimental del autismo psicógeno. Tras su aparente ausencia de miedo se oculta un terror
que no se lo puede expresar y por ello, tiene que ser puesto en palabras por el terapeuta que
apoya al niño en la experiencia de ese terror. Esto no significa que una abreacción
desenfrenada sea lo indicado.
Por otro lado, tampoco es oportuno ser demasiado permisivo: puede q sea preciso quitar al
niño determinados objetos de manera que desarrolle modalidades más apropiadas para
aliviar tensiones. Pero estas acciones de nuestra parte se tienen que asociar a
interpretaciones en que se manifieste que comprendemos el sentido de esa conducta del
niño- a medida que el niño siente que nuestra percatación lo ampara en tanto pensamos en
él, lo cuidamos y nos interesamos, él mismo amparará experiencias en su mente en la forma
70
de pensamientos, rememoraciones e imaginaciones. Es así como cede el uso indebido de
los objetos autistas. El tono afectivo del encuadre terapéutico tiene especial importancia en
el caso de niños autistas.
En tercer lugar, es frecuente confundir un objeto autista con un objeto transicional según
Winnicot. Con arreglo a la definición dad por dicho autor del objeto transicional como la
“primera posesión no-a-mí del niño”, se puede afirmar que los objetos autistas “son
posesiones-a-mi” elementales”. No son objetos de sociabilidad como lo es el objeto
transicional: su papel es la protección y huida frente al peligro. Además, los objetos autistas
son peculiares para cada niño, y en cambio objetos transicionales como ositos y trapos
consoladores presentan semejanzas en el uso de muchos niños. Es decir, que contienen
comunidad en su uso (Winnicott).
En cuarto lugar, comprender la naturaleza y función de los objetos autistas nos proporciona
una intelección más profunda de los caminos por los cuales fue impedido el desarrollo de la
vida mental de los niños autistas. Por eso, es un valioso auxiliar de la terapia psicoanalítica
un encuadre educacional en que, así que los objetos autistas son abandonados, el niño
pueda empezar a aprender de la experiencia y a producir las integraciones que en el
desarrollo normal se dan por supuestas.
En psicoterapia nos haremos más conscientes de la ausencia de formación de símbolos en
estos niños, o su endeble capacidad para crearlos. La formación de símbolos se basa en la
capacidad de emplear “sustitutos” de cosas y situaciones reales. También en la capacidad
de sentirse separado del mundo exterior y utilizar en consecuencia abstracciones. El niño
autista se ha visto impedido de hacer esto a causa del uso de objetos materiales que siente
partes de su cuerpo y que permanentemente remplazan a la cosa real.
En quinto lugar, parece que los objetos fetichistas tienen más en común con los objetos
autistas que con los transicionales. La cualidad obsesiva del uso de los objetos autistas
sugiere además que pueden ayudarnos a comprender mejor los comienzos primeros de la
neurosis obsesiva
Conclusión
El trabajo con el niño autista indica que aflicción, pánico, ira y una rivalidad depredadora
se tienen que conversar con el niño antes que adquieran sentido para él interpretaciones
referidas a amor, agresión, envidia y celos. Si los interpretamos demasiado pronto, antes
que el niño disponga de la base primaria para distinguirlos y soportarlos, no haremos sino
reforzar aquella precocidad que lo movió a elaborar una impostura vacía.
TUSTIN: “CAPITULO 1 LO QUE ES Y LO QUE NO ES AUTISMO”
Rasgos más destacados acerca del diagnóstico de autismo:
 Falta de relaciones sociales normales

71
 La ausencia de la mirada a los ojos
 No adoptan el gesto anticipatorio normal cuando son alzados
 No acuden a su padres en busca de consuelo
 Abordan a los extraños igual que a personas que no conocen bien.
 No le interesan los sentimientos ni intereses de los demás
 No juegan en cooperación
 Hay ausencia de empatía
 Se ha observado falta de imaginación
Podemos encontrar 3 síntomas cardinales: (sirven para diferenciar autismo de psicosis)

- No desarrollan relaciones sociales.


- Retardo en el lenguaje.
- Conducta ritualista y compulsiva, asociados con movimientos y gestos
estereotipados.
George Victor distinguió entre autismo y esquizofrenia de la niñez. Resume los siguientes
síntomas:
 Rituales: cuya función es mantener el autocontrol e impedir que el ambiente
cambie. Los niños autistas presentan rituales más bizarros que los esquizofrénicos, y
se aferran a ellos con más tenacidad.
 Aislamiento: expone la condición solitaria de los niños autistas, su desapego y
retraimiento.
 Sensación periférica y su sordera aparente, así como su desconsideración hacia
sucesos cercanos al mismo tiempo que atienden a los distantes.
 Sueño: dificultades al dormir.
 Síntomas variados: pánico ante cambios leves e indiferencia a cambios importantes.
 Síntomas de la primera infancia: se quedan contentos solos durante horas.

El doctor Olin, distingue autista del esquizofrénico y del que sufre retardo de base orgánica.
Compara sus sentimientos de identidad, acerca del autista escribe: el niño se defiende un
sentimiento de inexistencia con empleo de toda fuerza para hacerse un cascarón de poder
indestructible. Un niño esquizofrénico, siente que su identidad es dispersa y difusa como
polvo en el aire. Sus palabras carecen de sentido para el observador pero de repente éste
descubre que existe un mansaje secreto en lo dicho y obrado. En comparación el niño
autista, es mudo o ecolálico.
Las alucinaciones suelen ser son un rasgo del esquizofrénico pero no del autista. Pero se
pueden presentar en el curso del tratamiento cuando el niño autista se recupera. Como el
niño autista, el esquizofrénico no suele ser cariñoso, se resiste a aprender. Tiene
dificultades para mezclarse con otros niños.

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Otros autores, se han referido a esta fluctuación entre autismo y esquizofrenia, he
observado que síntomas de autismo estaban presentes en el 39% de la muestra y que el
comienzo de la esquizofrenia sobrevino en niños con historial de síntomas autistas en su 1er
infancia. ¿Implica el descubrimiento de que más de un tercio de los niños esquizofrénicos
presentaran historiales anteriores de síntomas autistas una continuidad entre autismo y
esquizofrenia? Más que continuidad hay que pensar el modo en que se definieron estas
perturbaciones. En algunos acasos el autismo es protección de la desintegración
característica de la esquizofrenia, entonces si el autismo revierte, se manifiesta la
esquizofrenia latente, tanto el encapsulamiento autista como el enmarañamiento
esquizofrénico, se generan como reacciones protectoras, frente la depresión del tipo
“agujero negro”.
Correcciones o equívocos a corregir
 La idea de que todos los autistas de bebé les ha faltado amor, ha conducido a
poner el acento en causas ambientales. Fue Kanner quien describió esto planteando
que las madres eran “frías” e “intelectual”. X ejemplo: madres de niños con los que
yo trabaje habían estado deprimidas en algún momento pero lo habían deseado y no
se habían mostrado desamoradas, aunque es probable que el cuidado dejara mucho
que desear por su depresión.
 Creo que una diversidad de interacciones naturaleza-.crianza, puede llevar al
autismo. En algunos acasos correspondía dar más importancias a factores genéticos
que ambientales. Trevarthen acepta el diagnostico descriptivo de Kanner, pero
rechaza la idea de la madre heladera y cree que el autismo es una disfunción en
aquellos intercambios emocionales entre madre y bebe. La ponderación entre
influjos ambientales y genéticos, será diferentes en cada caso. Pero predisposiciones
innatas, ha de desempeñar el papel vital.
 Otro equivoco popular es que todos los autistas padecen de lesión cerebral. No
es así, el hecho de que algunos tengan una no significa que todos la padezcan.
Recientemente, mi trabajo con niños autistas me indujo a concentrarme en los aspectos
protectores del autismo. Pude advertir que ciertas sensaciones corporales se vivencian como
algo protector, y que en los niños autistas esta modalidad de protección sensorial ha sido
generada por sus propias actividades manipuladoras: por ejemplo actividades como hacer
girar su cuerpo u otros objetos, hamacarse, arrastrarse sobre las nalgas y movimientos
estereotipados de esta índole. Estas actividades manipuladoras y perseverativas supone que
ellos se sienten entrampados en un mundo idiosincrático aislado de sensaciones corporales
que no son compartidas con otras personas y que no dejan vía alguna de escape que permita
librarse de ese mundo.
Diagnóstico diferencial entre autismo y esquizofrenia.
Los niños de tipo esquizofrénicos : Una modalidad esquizofrenia más elaborada para
guarecerse (de guarida) de cosas que aterran, tanto internas como externas, es la ilusión de

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romper, el cuerpo de la madre y de otras personas y meterse en él. Tales procesos parecen
brotar de la capacidad innata de hacer empatía y suponen un sentimiento de separación. Se
trata de una exageración de procesos normales que M.K denominó “identificación
proyectiva”. Esta identificación proyectiva procura estos niños de tipo esquizofrénicos, un
frágil sentimiento de identidad, pero que depende de otras personas. Los denomina “niños
enmarañados confusionalmente” porque tienen confundido y enmarañado el sentimiento de
su propia identidad y la percepción de otras personas.
Los niños autistas. Un niño esquizofrénico, presenta marcado contraste con el autista
quien está encapsulado y su desarrollo psicológico se ha detenido casi por completo,
aunque su crecimiento físico sea normal. En estos niños su foco de atención se ha
restringido al punto de excluir todo elemento del mundo exterior. O sea que el ínfimo
desarrollo psicológico que pueda existir, es un desarrollo constreñido, sesgado, retorcido.
Discurre por una senda estrecha, no es confuso y disperso como el esquizofrénico.
El rasgo básico especifico del autismo infantil. Brota del hecho de que todos los humanos
tienen una disposición innata a guarecerse de experiencias aterradoras. Los niños normales
buscarán refugio en los brazos de su madre. El niño de tipo esquizoide emplea una forma
prefabricada de protección frente a los terrores elementales; en la ilusión se envuelve en el
cuerpo de la madre mientras que los niños autistas están envueltos en sus propias
sensaciones corporales, es decir que crean su propia cobertura protectora. Esto lo ha
denominado Tustin como “encapsulación auto-generada” porque no poseen sentir del
propio ser y por ello, no se puede emplear la expresión “pre-fabricada” para denotar su
cobertura exterior. Dicha Encapsulación autogenerada es dura como un cascaron he ahí un
rasgo diferencial especifico exclusivo del autismo. No distinguen entre personas vivas y
objetos inanimados, tratan a unas y otras de la misma manera Más que una identificación
adhesiva es una igualación adhesiva. Esas sensaciones autogeneradas tienen importancia
dominante en estos niños, se aferran tanto a ellas que se los cree sordos o ciegos y hace que
descuiden sensaciones externas como podría ser caer y lastimarse.
Los niños autistas portan objetos duros con los cuales se sienten igualados en un mundo
bidimensional. No se trata de una identificación, han asimilado la dureza del objeto para
igualarse con éste. Estos objetos no están diferenciados de cuerpo propio del sujeto. Y no se
los usa, con arreglo a sus funciones objetivas, sino por las sensaciones duras que
engendran. Me inclino a denominarlos objetos autistas de sensación.
Los niños autistas, ignoran la realidades compartidas, los ayuda para ello engendrar figuras
subjetivas de dominante sensorial que los anestesian y tranquilizan. Las denomino figuras
autistas de sensación. (pero según la profe, es lo mismo que objetos autistas, que cumplen
la misma función de búsqueda de sensación). Son figuras informes, casuales que no
guardan relación con las figuras de los objetos reales. Se las experimenta sobre superficies
corporales o sobre otras superficies que ellos asimilan a las de su cuerpo. Consisten en
torbellinos de sensaciones autogeneradas que anulan la consciencia de sensaciones

74
normales y por ello, mantienen y refuerzan la falta de atención hacia las realidades
compartidas. Así es excluida una experiencia traumática impensable. Pero como
consecuencia, dicha excesiva preocupación del niño autista por su figuras y objetos
subjetivos de sensación, se coarta su desarrollo cognitivo lo que explica que parezcan un
deficiente mental. Este empleo masivo y excluyente de la encapsulación autogenerada,
dominada por sensaciones, es el rasgo distintivo. Es un modo particular de guarecimiento,
que tiene por función proteger y tapar la pseudo-amputación: esa experiencia de ser
arrancados de una madre con quien habían estado demasiado unidos les dejó la impresión
de quedar mutilados. Si bien esta encapsulación resulta desastrosa porque detiene el
desarrollo psicológico, tiene intencionalidad como refugio frente a experiencias intolerables
que parecen amenazar la vida. Por lo que es inhumano arrancar a estos niños su protección
sin prepararlos para elaborar paso a paso, algo que resulte más efectivo y salutífero. Por eso
me preocupa oír, que algunas personas hablan de “curar el autismo” o “romper el autismo”.
A modo de conclusión, se puede pensar el autismo como un mecanismo de defensa frente a
una desintegración psicótica que es propio de la esquizofrenia. Entonces tenemos que
pensar al autismo como una función protectora frente a un agujero negro.
EMPLEO DE LAS REACCIONES PROTECTORAS DEL AUTISMO ENTRE OTRAS
REACCIONES PROTECTORAS.
Los niños esquizofrénicos también pueden tener una capsula de autismo, pero es un empleo
limitado, se trata de un medio más para buscar refugio frente a experiencias intolerables.
Pero no es el único medio. Además también suele ocurrir en el caso de niños ciegos o
sordos. Los fenómenos subjetivos de objetos-sensación y las figura –sensación, protegen la
parte más vulnerable de ellos. En esta parte ellos excluyen de manera radical toda
consciencia de separación, así como la rabieta de pánico e ira, ocasionada por esta
frustración.
Depresión materna: parece haber estado antes o después del parto además, de la
presentación de dificultades de lactación en estos niños. Durante el embarazo las madres se
encontraron muy solitarias. Y el nacimiento del bebe lo sintieron como una pérdida de su
cuerpo, no quería perderlo sino guardarlo en su interior, dejándoles un sentimiento de
soledad que las hizo vivirse como “un agujero negro”. Este tipo de depresión, es el
resultado de una madre y un bebe, infelices y carentes de apoyo que se han aferrado entre sí
con exceso a causa de lo cual el bebe no pudo establecer las diferenciaciones primarias
indispensables que forman parte del desarrollo normal.
En la mayoría de los casos de autismo tenemos que remontarnos a experiencias prenatales.
Gardziel ha llegado a ver en el autismo un intento de compensar ese orden interno
amenazado que no se consiguió restablecer tras el nacimiento de la manera normal, que
consiste en vínculos sensibles interactivos de cooperación entre madre y bebe. En el mismo
espíritu otro autor, ha descripto que una situación infantil temprana que predispone al

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autismo es esa que después del nacimiento madre y bebe no fueron capaces de “recuperarse
entre ellos”. Yo diría que su depresión mutua del tipo “agujero negro” les impidió lograrlo.
Mi primer paciente autista me enseño que a fin de liberar y poner en marcha estas
potencialidades incipientes de establecer relaciones tenemos que remontarnos hasta el
comienzo de la vida y ponernos en contacto con la actividad de mamar del pecho o del
biberón. Debido a que los bebes en estas situaciones tempranas han tenido muy pocas
interacciones con el mundo exterior, y por eso guestalts innatas no transformadas
desempeñan un papel decisivo. No es la leche como tal lo importante para el bebe, sino la
guesltat-sensación del pezón o la tetina en la boca.
Recuperación.
En psicoterapia cuando se empieza a abandonar el modo de protección autista, emerge un
niño hipersensible, susceptible y con poca tolerancia a la frustración. A medida que
desarrollan aptitud para el juego, estos niños pueden expresar y moderar con esos medios
sus estados exagerados. La encapsulación autista los había llevado a no experimentar su
sensibilidad y vulnerabilidad de modo que los convenciera de su necesidad de otras
personas. Tenemos que hacerles poner los pies sobre la tierra, en cuya tarea debemos
preservar su vulnerabilidad excesiva pero moderándola.
Cuando se abandonan las figuras autista, los niños reviven situaciones infantiles
traumáticas tapadas por el autismo, en la que los asaltó la ilusión de encontrarse mutilados.
Experimentan ahora la desesperación ira y terror que sintieron la primera vez. Al mismo
tiempo que les ayudamos a sobrellevarlo, les hablamos sobre esos sentimientos para que los
puedan expresar y comprender. Empiezan a relacionar de un modo menos exagerado,
juegan y desarrollan un sentido del humor.
No todos los infantes que tienen madre deprimida y dificultades de lactación se vuelven
autistas, estoy convencido de que debe haber, algo en la constitución genética, o la
experiencia intra uterina del autista que lo predisponga a recurrir a un encapsulamiento
autista como modo exclusivo de protección. Es probable que un síndrome tan raro, sea
resultado de una rara combinación de factores. Pero aun no conocemos todos los factores
que intervienen.
Es indudable que una interacción entre madre e hijo, participa en el resultado autista pero es
preciso introducir, la contribución genética de estos niños así como sus experiencias
intrauterinas y el papel del padre.
Un trabajo psicoterapéutico intenso demuestra que no se puede acusar a los padres ni al
niño por la producción de autismo. Todos han quedado presos de una red de reacciones
inevitables, y necesitan que los comprendamos, no que los acusemos.
El terror por la pérdida de la existencia es diferente del miedo de morir, característico de los
niños esquizofrénico. El miedo de morir, se asocia con una sensación de estar vivo. Los
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niños autistas no tienen consciencia de ser seres humanos vivos, se sienten como cosas
cuando lo pueden expresar. Y algunas madres, cuentan que los percibían como una no
persona.
Prognosis.
En mi experiencia, los niños autistas que habían sido criados por madres deprimidos
resultaron alentadores los resultados de un tratamiento basado en esa psicoterapia que
emplea la transferencia infantil. Todos los niños autistas que atendí tienen menos de 6
cuando empezaron. Todos resultaron ser inteligente y dotados de talento estético. Y al
término de su tratamiento su apariencia era normal y hacían cosas normales para los niños
de su edad. Se mostraban sociables pero tímidos e hipersensibles, y algunos parecían
obsesivos.
Las categorías empleadas para determinar la reducción de la patología fueron 4: relaciones
sociales, estereotipos, capacidad escolar y capacidad de juego. Todos presentaron mejoría
pero solo un niño mostraba un 100% de reducción de su patología.
Es decir: 3 puntos fundamentales que nos sirven para diferenciar autismo y psicosis:

- Las relaciones sociales.

- La capacidad de juego.

- La capacidad de lenguaje

Son funciones que en ambos cuadros están trastornadas, pero hay que pensar que no se dan
de la misma manera.
Capítulo 3. La psicoterapia como tratamiento para los niños autistas.
Mal entendido a cerca de la psicoterapia de niños autistas.
Los psicoanalistas de niños pretendieron que podían aliviar el autismo, pero este tipo de
psicoterapia insistía en el trabajo con las madres y factores externos que influían sobre el
niño puesto que se juzgaba a la madre responsable de la condición del hijo, quien era visto
como víctima inocente de la falta de sensibilidad de una madre fría. Este abordaje difiere
del mío que es eficaz.
Mi propio trabajo:
Mi esfuerzo se ha dirigido a comprender y modificar las retorcidas reacciones de estos
niños. He tratado de ofrecerles remedio y consuelo así como nuevos modos de protección
que en lugar de obstruir el desarrollo común lo faciliten. Esto difiere de la situación de
tratamiento que conviene para niños esquizofrénicos, donde es preciso ayudar a los padres,
en particular la madre, con sus problemas emocionales.

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La primera prioridad en el trabajo con niños autistas es reestablecer la confianza de los
padres en sí mismos, puesto que estos niños la socavan.
El encuadre terapéutico:
En el tratamiento de niños autistas, el estado anímico del terapeuta es primordial. No pude
asistir a estos niños en una clínica pública. Los que se recuperaron hasta un grado de
normalidad fueron esos que atendí en mi consultorio particular. No lo conseguí en la clínica
porque no estaba en “casa” conmigo misma. Para este trabajo hace falta un ambiente
regular y simple, y un terapeuta de cabeza clara que valore el sentido común y cuya
conducta sea disciplinada y consistente. Un terapeuta con estas características deberá estar
dispuesto a aprender de los niños, y a hacer empatía con ellos sin menoscabo de su
objetividad y separación.
En mi experiencia he notado la mejoría en ellos cuando una buena niñera se había
introducido en la familia, su sentido común proporcionaba lo que hacía falta y contribuía a
modificar el lazo estrecho entre madre y bebe. Pero se lo debía lograr con sensibilidad y
tacto.
La madre y el niño autista: se encuentran en un estado de “unísono” patológico, para los
niños autistas la madre es una cosa, un objeto autista de sensación entre otros objetos
subjetivos de este tipo. Se sienten pegados a este objeto y asimilado a él.
Los niños autistas a diferencia de los esquizofrénicos, no se han confundido ni enmarañado
con su madre en estados de identificación proyectiva. No se han “identificado” con la
madre, sino que se sienten pegados a ella e igualados con ella. Lo cual excluye toda
sensación de encontrarse separados. Llamo a esto “ecuación adhesiva” o “indenticalidad
adhesiva” tb llamado fusión imitativa. Los niños reelaboran estos sentimientos en
relación con el terapeuta. Por ejemplo: un niño autista para sentir que éramos uno y lo
mismo, y que no estábamos separados uno del otro, me imitaba como estaba sentado. La
madre y el hijo encuentra difícil tolerar esta situación de individuo autónomo separado;
querrían que el niño creciera de golpe o volviera a ser el nonato que era. El niño vacila
entre “ser” una cosa y ser un humano. Cuando el niño se ha fortalecido bastante para tolerar
la frustración y el dolor de nacer como un ser humano también los padres lo empiezan a
tolerar, cuando la madre percibe que ese hijo no es su única razón de existir.
La psicoterapia con el niño.
El trabajo con estos pacientes se dirige sobre todo a modificar su modo de relación tosca,
en bruto, frente al mundo exterior. Esto se produce a través del vínculo con el
psicoterapeuta.
El trabajo con niños esquizofrénicos opera en 2 frentes: se propone producir cambios en los
padres y en el ambiente familiar como en paciente. Cuando el psicoterapeuta entra en
contacto con el niño autista, tiene la nítida impresión de que el paciente ha estado deseando,
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esperando este nivel de comprensión. Por lo tanto toca a nosotros, para desarrollar nuestra
comprensión de esos pacientes. Sin embargo, cada vez que aceptaba un nuevo niño con
autismo advertía a los padres que el resultado era incierto.
Depresión anaclitica
LEBOBICI “LA PSICOPATOLOGÍA DEL BEBE” CAP 23 “LA DEPRESIÓN DEL
LACTANTE”
Nos vamos a centrar en la “depresión del lactante bebé” y para esto hay que pensar en el
concepto de apego. Podemos pensarlo desde Winnicott privación-deprivación como algo
que el niño tuvo y perdió, y algo que no tuvo nunca.
La depresión del bebe fue revelada a la psiquiatría por la descripción de Spitz. Los niños
morían porque carecían de apego. El termino “anaclítico” que atribuye a este desorden hace
referencia al apuntalamiento del primer desarrollo de la relación materna, y subraya su
causa, que es la ruptura del vínculo objetal.
Spitz hace este estudio en una cárcel de mujeres que vivían con sus hijos y luego eran
separados de sus madres produciéndose una ruptura y un aislamiento cada vez mayor. La
ruptura se había producido entre los 6 y 8 meses, luego de una relación muy contante con
sus madres, quienes hasta ese momento le habían otorgado cuidados exclusivos. A falta de
una relación materna sustitutiva en la institución, que sustituya ese apuntalamiento, el niño
caía en una depresión y solo el regreso de la madre podía cortarla, porque había apego pero
a condición de que el contacto fuera establecido dentro de un plazo menor a 3 meses; sin lo
cual, el riesgo evolutivo era el de los desórdenes mentales del hospitalismo (marasmo). La
diferencia que podemos encontrar entre la depresión y el hospitalismo, es que en este
último no hubo posibilidad de apego.
Spitz va observando como en el rompimiento de este vínculo materno en el niño se
observan 3 fases:
1. Primer periodo activo de protesta en el momento de separación, el niño llora, se
agita, intenta seguir a sus padres, se muestra inconsolable. Hay rechazo del
ambiente, se empieza a perturbar el sueño y el apetito. A medida que el tiempo va
pasando esta fase de exasperación se va apagando. La cuestión motriz se ve
afectada.
2. Luego uno de desesperación y de hundimiento en el repliegue, en la tristeza: la
exaltación disminuye, hay gemidos más tristes, hay menos vocalizaciones; el niño
se rehúsa a comer, no se deja vestir, se queda callado, parece sumido en un estado
de gran dolor.
3. Finalmente una entrada en la fase de indiferencia depresiva (la ausencia de
respuesta a los estímulos, la caída del cociente de desarrollo, no le interesa ningún
objeto y la multiplicación de las enfermedades físicas.

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Estas fases serían las respuestas del niño ante la separación con la madre. Hay que
tener en cuenta todo lo que nosotros podemos visualizar dentro de lo que es la patología
que se produce a partir de los cuidados maternos.
La entrada en la depresión se hace tras un periodo preliminar de angustia de la separación
exacerbada hasta lo patológico por la ruptura traumática. Todo sucede como si la depresión
fuera una angustia agotada por su desbordamiento. Por esto, la depresión se debe entender
como una reacción humana de base, cuando se rompe un vínculo, ésta es la salida. Vamos a
pensar en la depresión del bebé como un desorden tímico (de estado de ánimo) que está
determinado por una ruptura prolongada del vínculo materno y el componente mental
esencial, y una atonía afectiva que priva al bebé de sus apetencias vitales. La edad electiva
de su desarrollo es entre los 6 y 18 meses, en plena construcción de la relación de objeto.
Sus variaciones dependen de diferentes factores: grado de intensidad de la perturbación, la
duración y la edad del niño, como las condiciones etiológicas; de acuerdo al tiempo que
pase va a determinar el pronóstico del niño. A su vez, su severidad se hace patente por las
desorganizaciones psicosomáticas que son con frecuencia las que la revelan.
La diversidad de las formas no merma en la unidad de la enfermedad depresiva del lactante,
cuyos elementos esenciales son:
- La atonía tímica: el niño muestra una indiferencia triste, sin quejidos ni lágrimas.
- La inercia motriz: la lentitud depresiva es constante aunque de grado variable. Hay
una monotonía que contrasta con la flexibilidad de las conductas del bebe normal en
su infinita variedad de movimientos. La mímica es pobre, y la movilidad corporal
como gelatinosa. Disminuye las iniciativas psicomotoras y puede resultar en una
declinación de las adquisiciones hasta hacer creer en una regresión deficitaria pero
esto es solo aparente, porque lo demuestra la rapidez de la reversibilidad cuando se
sale de la depresión.
Las conductas alimentarias se contagian de esta inercia. El síntoma común es la
pérdida del apetito. La conducta anoréxica está duplicada por un desinterés en las
actividades autoeróticas orales, incluida la succión de la mama y el pezón.
Asimismo, se añade una tendencia repetitiva que está en el primer plano de la
semiología depresiva del niño. (por ejemplo automatizar gesto de señalar).
Estos niños pueden mostrar un verdadero interés por los juegos pero sus actividades
lúdicas son monótonas, repetidas en sus secuencias, desprovistas de materia
imaginaria y fantasmática.
La repetición depresiva del bebé se distingue de los estereotipos psicóticos como de
los ritos obsesivos.
- La pobreza interactiva, el debilitamiento: hay una merma de las iniciativas y las
respuestas a las demandas. Hay una ruptura en la comunicación que se agrava dad la
reacción de quienes están en el entorno, pues se sientes desamparados y
desanimados por la indiferencia del niño. Unos de los aspectos de la semiología
interactiva lo proporciona la mirada del niño deprimido en sus variantes temporales:

80
la fijeza sin parpadeo, el desvío fugitivo ante el acercamiento o la toma en brazos, y
después el regreso a la vacuidad depresiva.
- La desorganización psicosomática. 1) en la lactancia, como en todo periodo de la
vida, la depresión aparece como un proceso importante de la desorganización
psicosomática; 2) las formas de la somatización presentan una gran variedad que va
desde las más comunes (rinofaringitis, bronquitis, diarreas) hasta las más severas, y
pueden atacar todos los sistemas; 3) las depresiones generadoras de la somatización
son de intensidad variada: desde el gran anonadamiento depresivo hasta las formas
borrosas y camufladas.
Las condiciones Etiológicas
La atención se ha centrado más bien en las consecuencias de frustraciones precoces y
graves en el medio familiar. Los niños pueden ser víctimas de abandonos o maltratos. En
un segundo plano de condiciones, se perfilan personalidades parentales patógenas y con
graves fallas de la función materna.
La separación sigue siendo un factor importante en la depresión del lactante pero no es la
única forma de ruptura patógena, no es una expresión univoca. Muchas depresiones
sobrevienen con el contacto de una madre físicamente presente, pero mentalmente ausente
(ejemplo cuando hay duelos o una descompensación depresiva en la madre). A partir de ahí
se entra en un ciclo de transacciones negativas entre 2 participantes deprimidos. No
debemos olvidar el papel que desempeña el niño, cuya apatía desanimante solo puede
alimentar la depresión de esta mujer, herida en lo más vivo de sus culpabilidades depresivas
y sus capacidades maternas.
Los fenómenos mentales de la depresión del bebé: proposiciones teóricas
La depresión aparece como una ruptura desorganizante del funcionamiento mental anterior.
Las particularidades interactivas del niño deprimido expresan una a una las fallas del
"funcionamiento objetal", al mismo tiempo que la degradación de las capacidades
fundamentales: la aptitud para reaccionar a las aferencias exteriores y a los estímulos, la
respuesta a las solicitaciones, la comunicación, el ejercicio de las iniciativas, el
reconocimiento afectivo. A estas desapariciones responden las de los funcionamientos
psicoafectivos fundamentales ligados al autoerotismo, la realización alucinatoria del deseo
(que es la capacidad del bebé para encontrar, en ausencia de la madre, las satisfacciones
experimentadas con su contacto) y la función de anticipación que está presente desde el
tercer mes. El funcionamiento mental de la atonía depresiva se instala en un registro de
extinción de los afectos, de disipación de las representaciones o de sus precursores
genéticos, de la pérdida de la capacidad alucinatoria del objeto, incapacidad que podría
influir en toda depresión, según Lebovici (comunicación oral).
Los estudios contemporáneos suelen diferenciar dos aspectos antes yuxtapuestos en los
estados depresivos del adulto, como "un estado de sufrimiento psíquico acompañado de

81
culpabilidad consciente, con una disminución del sentimiento de valor personal" y; por la
otra, "un abatimiento no deficitario de la actividad mental, psicomotriz a incluso orgánica".
Widlocher destaca el problema de la depresión del lactante en relación con aquello que él
desarrolla en el adulto bajo el nombre de disminución depresiva. La depresión anaclítica,
dice, nos obliga a reconsiderar el esquema que se construye habitualmente. La depresión ya
no aparece como una tristeza patológica, sino como una respuesta innata a una situación
catastrófica que viene a desorganizar todos los esquemas de actividad y de intercambios
que se desarrollan normalmente a partir de las interacciones precoces entre la madre y el
niño. Se puede concluir en que la depresión anaclítica no es comparable a la del adulto, y
también deducir que el núcleo de la depresión no es la construcción mental compleja
observable en el adulto, pero la respuesta elemental que sería la depresión anaclítica
constituiría el prototipo infantil. Así, el parentesco de la depresión del bebé con las de
edades ulteriores no se limita al fenómeno primordial que es la pérdida del objeto presente
en la vertiente desvitalizada de toda depresión. ''Uno de los efectos propios de la depresión
reside en una baja del nivel de actividad pulsional y una inhibición de las funciones del Yo.
Por eso la disminución general de las actividades en el transcurso de la depresión” (Mises)
La depresión esencial descrita por Marty ofrece similitudes. El lactante entra en la
depresión luego de una fase premonitoria de angustia, como el adulto penetra en la
depresión esencial a través de un periodo de angustias difusas: que reproducen un estado
arcaico de desbordamiento. Hay un derrumbe del vigor libidinal y de los instintos de vida.
La depresión esencial del adulto al igual que la atonía depresiva del niño y del lactante
aparecen privadas de toda señal de elaboración mental.
Así llegamos a la idea clave que es la correspondencia entre la desorganización somática y
el fracaso de la elaboración mental, especialmente por la ausencia o el bloqueo de los
afectos, de las representaciones y de la simbolización. En los dos casos, la pérdida objetal
tiene como consecuencia la angustia que es indicadora de la lucha entre las pulsiones de
vida y las de muerte. La permanencia de la hemorragia libidinal agota las capacidades
defensivas. La entrada en la depresión esencial indica el prevalecimiento de las pulsiones
de aniquilamiento.
La depresión del lactante es la forma clínica más precoz, portadora de un alto riesgo de
somatización.
Depresión anaclítica
LEVOBICI. CAP. 26. “SIGNOS PREMONITORIOS DEL AUTISMO”
El autismo del niño ha sido individualizado por Kanner y descrito como una dificultad para
establecer relaciones normales con las personas, un aislamiento que hace desatender,
rechazar, ignorar todo eso que el niño puede recibir del exterior; un deseo, en fin, de que
todo quede sin cambio. Kanner consideraba inicialmente el autismo como una incapacidad
innata para establecer un contacto afectivo. Numerosos trabajos atribuyen el autismo a un
rechazo materno. Es evidente que existen en el autismo anomalías entre la relación madre-

82
hijo, pero esto es una evidencia que sin embargo no debe confundirse con una explicación
de esta patología. En cambio, la profundización del examen clínico y la utilización de
exámenes complementarios permiten insistir hoy en los aspectos neurofisiológicos del
autismo infantil, y especialmente en la existencia de problemas que preceden y modifican el
establecimiento de las relaciones entre el niño y su ambiente.
El nuevo enfoque de esta patología ya no culpabiliza a los padres como se hacía antes.
El autismo no es una entidad homogénea y bien definida, sino un síndrome
comportamental observado en numerosos casos patológicos. Se caracteriza por: el inicio
precoz; la carencia de interés y de relaciones frente a las personas (anomalías del contacto,
repliegue autista); la utilización particular, no habitual e inadecuada de los objetos;
problemas globales de desarrollo y de utilización del lenguaje; respuestas extrañas ante
variados aspectos del ambiente; anomalías psicosensoriales con frecuentes manifestaciones
de autoestimulación (visuales, quinestésicas.).
Hoy se distinguen:
1) los autismos puros (o "típicos"), que corresponden a la descripción inicial de Kanner, en
los que la motricidad y la inteligencia, en especial, parecen bien desarrollados y en los que
no hay ninguna otra afección médica reconocible;
2) los autismos asociados a otros síntomas o afecciones. Además, comportamientos autistas
menos completos pueden estar asociados a otras afecciones (retardo mental,
encefalopatías), que agravan la inadaptación de aquellos niños que podrían beneficiarse de
los progresos realizados en este campo.
El diagnóstico de un síndrome autista y de su forma clínica sólo puede afirmarse
excepcionalmente, antes de los 18 meses o los dos años. Sin embargo, la mayoría de los
casos empiezan desde el nacimiento y en el transcurso de los primeros meses. El
diagnóstico precoz es todavía difícil y debe discutirse en un medio especializado.
Los signos precoces
Métodos clínicos: Las investigaciones apuntan hacia dos áreas: la historia de los disturbios
y la observación actual. La historia de los disturbios Se establece con la ayuda de
entrevistas, con informes de los padres, establecidos por ellos anteriormente o durante las
consultas; con informes de personas cercanas y de otros profesionistas involucrados; con
cuestionarios y, algunas veces, películas o videos efectuados por las familias antes de que
se hubieran reconocido dificultades en el niño.
La observación actual reposa en:
* La observación psiquiátrica: se realiza con ayuda de entrevistas con los padres; con
el examen del niño, que implica varias etapas, como la observación "libre",
actividades "estructuradas" que se proponen al niño a fin de que ejerza su atención,
su participación y su capacidad de intercambio; y con el examen en presencia de

83
otros niños y de otras personas (familiares, profesionales del ramo) para estudiar las
actitudes recíprocas y las interacciones.
* El examen neurológico: implica un examen de los antecedentes pre y perinatales y
un examen orientado a la neurología del desarrollo y del comportamiento. Se
exploraron muchas funciones: anomalías de la mirada, del vigor, de las actitudes, de
la postura, del movimiento, de la reactividad, variaciones vegetativas, etc.
* El examen psicológico: es indispensable para describir y comprender los disturbios,
así como las indicaciones terapéuticas. Incluye la evaluación del desarrollo
(cociente de desarrollo global y resultados); la observación minuciosa de los
comportamientos e interacciones, con una semiología cuantificada a partir de
escalas y cuestionarios; el estudio cualitativo de las estrategias cognoscitivas y
comunicativas, el de las emociones expresadas y el de la empatía, etc.
* El examen de lenguaje. (muy poco presente a esta edad), del prelenguaje y de la
comunicación no verbal tiene también un gran interés diagnóstico Y probablemente
pronóstico.
Modos de inicio
Podemos encontrarnos con un autismo asociado a otras manifestaciones (retardo, epilepsia,
signos neurológicos o morfológicos") los signos de estas patologías son los que en general
se reconocen primero, muchas veces muy pronto, y justifican los balances especializados a
partir de los cuales se realizará la evaluación del síndrome de autismo. Cuando se trata de
un autismo "puro", el problema es diferente. Existen dos tipos de inicio, uno precoz y
progresivo (el más frecuente) y otro cuyo inicio parece más tardío al situarse entre uno y
dos años.
Sintomatología
Los signos son variados y, cada uno tomado aisladamente, no patognomónicos. Es por tanto
su reagrupamiento, su persistencia y, para algunos, su carácter particular, aunque no
específico, lo que tiene algún sentido. Mostraremos los principales que aparecen en los 2
primeros años de vida.
Entre cero y seis meses Entre los seis y los doce Entre uno y dos años
meses
Indiferencia al mundo Desarrollo de hábitos El no desarrollo del lenguaje
sonoro; anomalías de la extraños; actividades se convierte en la mayor
mirada, anomalías del solitarias: juegos de dedos y preocupación. Sus juegos son
comportamiento (demasiado manos delante de los ojos; pobres, aparecen o se
tranquilo o demasiado utilización no habitual de desarrollan estereotipos. La
excitado); formas atípicas objetos (raspar, frotar ...); indiferencia habitual
y/o severas de problemas de ausencia de interés por las contrasta con ciertas
sueño y de alimentación; personas (carencia de fascinaciones muy vivas (por
ausencia de actitud contacto); pocas emisiones movimientos, luces, música).
anticipatoria y globalmente vocales o ausencia de ellas; Algunos signos son

84
anomalías de la motricidad y confirmación de hipotonía evocadores pero inconstantes
del vigor: hipotonía, (o a veces hipertonía); (automutilación).
hipoactividad, actitudes no hipoactividad (a veces
habituales. excitación)

Estos niños tienen capacidades expresivas muy pobres y una dificultad para comprender las
expresiones faciales de los demás. Por esto, todo sucede como si el niño no tuviera los
medios para saber lo que debe hacer en una situación dada, puesto que no percibe los
índices que le informan acerca de los sentimientos y las intenciones de otras personas.
LOS PROBLEMAS DIAGNÓSTICOS
Diagnóstico positivo sigue siendo difícil debido a que se trata de una patología variable y
heterogénea. Patología variable: los primeros signos pueden ser discretos; la mayoría de
ellos no tiene especificidad y son inconstantes (nunca están todos presentes). La
variabilidad misma de los comportamientos entre los niños normales contribuye a
confundir a los médicos. Patología heterogénea: por el grado de severidad, por el grado de
retardo, por los disturbios asociados (pediátricos y neurológicos).
Diagnóstico diferencial
Son en principio los diagnósticos clásicos, la sordera y las carencias afectivas severas. Los
problemas afectivos y/o sociales pueden discutirse entre los factores etiológicos del
autismo.
El problema del retardo: autismo y retardo no son diagnósticos que se excluyan
recíprocamente; al contrario, se asocian fácilmente y, según su importancia respectiva, se
hablará de "autismo con retardo" o bien de "retardo con signos de autismo". Pero el
funcionamiento intelectual de los niños autistas y retardados del mismo nivel es diferente:
los disturbios de la inteligencia en el autista no tienen que ver de manera equivalente con
las diferentes funciones, como sucede en el retardo "simple" (por ejemplo, la
memorización, el reconocimiento de aires de música, la ejecución de rompecabezas pueden
ser mejores, y hasta excelentes, en comparación con capacidades pobres en otros campos).
Estas diferentes patologías pueden estar separadas, pero también asociadas y/o intrincadas
(por ejemplo: autismo y retardo, autismo y problemas de audición, autismo y problemas de
lenguaje, etcétera).
MEDIDAS PRÁCTICAS
La observación
Cuando el médico y/o su entorno reconocen problemas, una consulta especializada
permitirá la realización de un balance que asocie los métodos clínicos ya descritos y los
exámenes complementarios, como exámenes neurofisiológicos y bioquímicos. Todos estos
exámenes deben orientarse por los signos observados e invariablemente practicados dentro
de investigaciones bien coordinadas. Estos exámenes no se organizan necesariamente en la

85
fase inicial del diagnóstico, sino que se programan en función de las necesidades y de la
evolución del grado de aceptación de la familia.
Identificación de las formas clínicas
Tanto el clínico como el investigador tienen necesidad da referencias de diagnóstico, de
pronóstico y etiológicas. Esto lleva a intentar definir las formas clínicas en función de los
principales parámetros que hoy son observables.
- Según el modo de inicio: precoz progresivo o secundario (antes de los dos años) con
o sin signos anteriormente observables.
- Según los aspectos clínicos del síndrome comportamental especificidad y/o
intensidad de los síntomas (escala de evaluación); aspecto clínico dominante
(hiporreactividad; hiperreactividad, hipo e hiperactividad para un mismo niño según
los estímulos),
- Según el nivel de desarrollo: cognoscitivo (desempeños de su cociente de
desarrollo); capacidades de comunicación; etapas del desarrollo emocional.
- Según los problemas asociados: ninguna anomalía somática visible; presencia de
signos físicos indiscutibles, pero no específicos; patología especifica asociadas
(neurológicas, genéticas)
- Según el contexto familiar y psicosocial ha sido el más estudiado. Pero no es
posible sistematiza la extrema variedad de situaciones observadas.
Los cuidados
El establecimiento y la organización de los cuidados sólo pueden hacerse, en la mayoría de
los casos, en una institución especializada y con la participación de un equipo
pluridisciplinario, En estas condiciones es posible proponer al niño y a su familia un
programa terapéutico personalizado.
Aspectos psicológicos, comportamentales y educativos. Después de hacer evaluaciones
precisas (exámenes psicológicos, evaluación del prelenguaje, evaluación de los problemas
del comportamiento con ayuda de escalas), se puede proponer un proyecto personalizado en
función de las capacidades del niño, y de los déficit y problemas de comportamiento
observados. Este programa educativo especializado implica sesiones educativas en
pequeños grupos, sesiones individuales: terapias de intercambio y de desarrollo,
reeducación psicomotriz, reeducación ortofónica, psicoterapias, etc.
Aspectos familiares y sociales. El proyecto terapéutico es elaborado y efectuado en
colaboración con la familia. El "programa terapéutico familiar" toma en cuenta las
necesidades y capacidades de la familia para participar en los cuidados del niño(a).
Aspectos médicos Y farmacológicos. Ningún aspecto debe descuidarse, incluida la
necesidad eventual de una prótesis auditiva, de lentes correctores (para re educación de un
estrabismo, por ejemplo) y las ventajas de un tratamiento anticonvulsivo adaptado. Se trata
de mejorías parciales que tiene que ver con la validad del contacto y/o la reducción de los

86
problemas que dificultan el comportamiento. Estos efectos pueden facilitar el progreso; se
aplican más a los niños que a los bebes.
Conclusión
El estudio precoz y multidisciplinario del autismo ha modificado completamente los
conocimientos sobre la clínica del autismo, pero tb sus concepciones. Los exámenes
efectuados por Kanner, evidencian anomalías variadas. Algunas reflejan un
disfuncionamiento cerebral epilepsias, anomalías morfológicas como en el autismo puro
descripto por Kanner y dismetabolias importantes, y en otros casos parece dominar una
etiología como encefalitis o afecciones genéticas mayores.
Progresar en el estudio del diagnóstico del autismo supone hacer muy tempranamente una
observación lo más completa posible para evaluar todos los parámetros q permitan validar
ulteriormente las formas clínica y el pronóstico, ya q numerosos índices precoces tienen
probablemente un valor significativo tanto para la evolución como para las indicaciones
terapéuticas.
Estos precoces exámenes influyen en nuestra práctica y en nuestra reflexión: nos llevan a
desarrollar una semiológica más sutil y específica (comportamiento emocional); hacen
posible la distinción progresiva entre los disturbios primarios y los disturbios secundarios
(comportamiento difícil); hacen que los disturbios primarios parezcan estar verdaderamente
relacionados con un disfuncionamiento neuropsicológico y/o perceptivo y con ciertos
signos "clásicos" de autismo (como el retraimiento, la ausencia de tentativas de
comunicación en un registro habitual, el deseo de que nada cambie) Más como un efecto
condicionado por las situaciones de fracaso provocadas por las anomalías descritas más
arriba (disturbios primarios que éstas agravan por un mecanismo de "círculo vicioso"), que
como la expresión de un disfuncionamiento neurológico importante.
Cuadros de los signos más característicos que pueden observarse en el curso de los dos
primeros años de evolución de un síndrome autista:
Cuadro I Primer semestre Cuadro II Segundo Cuadro III Segundo año
semestre
Primeras Semanas Hipotonía. Retardo (o detenimiento)
del andar. Defecto en el
Bebé "flácido" (o a veces Falta de ajuste postural:
ajuste postural.
"rígido") cuando se lo carga. tenido en brazos, se mantiene
a distancia, se inclina hacia mala coordinación óculo-
Parece "diferente".
atrás. manual.
Mira mal: no mira directamente,
Falla de contacto visual, no Hipoactividad con falta de
no persigue el movimiento.
mira a las personas, no fija exploración del ambiente (o
Es indiferente a los cuidados. los objetos; a veces, hiperactividad sin objetivo).
No reacciona a la voz. impresión de ceguera (pero
Estereotipos (balanceos).
puede interesarse en los

87
Disturbios precoces del sueño. detalles: coger un cabello, Ausencia o perturbación del
fijar su mirada en las luces o lenguaje: palabras-sonidos
Disturbios alimentarios: defecto
en objetos que giran. desprovistos de sentido,
de succión, mamadas lentas,
ecolalia.
"rechazo" del seno o del Ausencia de gestos
biberón. simbólicos. Disturbios de la compresión
verbal y no verbal.
Hasta los tres meses Ausencia de imitación.
Falta de contacto con las
Bebé hipotónico, no sostiene su Indiferencia al mundo sonoro
personas (retraimiento,
cabeza. y/o reacciones paradójicas a
ausencia de interés, prefiere
los sonidos: impresión de
Anomalías de la mirada. estar solo).
sordera, pero interés por la
Indiferencia del rostro: "bebé música, o miedo a ciertos Cóleras, ansiedad, miedos
serio". ruidos. muy vivos (ruidos
mecánicos).
Falta de atención a las personas. Balbuceo pobre e
idiosincrático (no Intereses particulares por
No sonríe o sonríe muy poco: no comunicativo). fuentes luminosas, objetos q
es sensible a la voz. giran, etc.
No se interesa por las
Disturbios alimentarios: personas. Evita sensaciones: ruido del
anorexia, vómitos, indiferencia· viento, contacto con la
durante el amamantamiento. Ignora los juguetes o los
arena…
utiliza de modo no habitual
Disturbios del sueño: insomnio (se los lleva a la boca, los
"silencioso" o agitado (gritos golpea).
noche y día).
No tiene angustia de
A veces, hipersomnia. separación.
Hasta los seis meses No tiene reacción de angustia
Bebe demasiado tranquilo o en presencia de un extraño.
demasiado nervioso. Miedos no habituales (a
Hipotonía (a veces hipertonía). situaciones nuevas, a ciertos
ruidos ...)
Retardo en sostener la cabeza, y
después retardo en mantener Disturbios del sueño:
sentado. insomnio (o hipersomnia).

Ausencia o retardo de actitud Dificultades de alimentación:


anticipatoria. rechaza

Ausencia o falta de ajuste la cuchara, los pedazos, los


postural: aspecto "muñeco de alimentos nuevos. Anorexia,
trapo”. vómitos.

88
Ausencia o rareza en la sonrisa.
Pocas expresiones faciales, cara
triste, indiferente.
Anomalías de la mirada (falta de
contacto visual, "mirada vacía",
estrabismo)
Indiferencia al mundo sonoro
y/o hipersensibilidad a ciertos
sonidos.
Pobreza del apego afectivo.
Humor sombrío, irritable; gritos,
cóleras.
Interés particular por las manos.
Ignora los juguetes.
Disturbios digestivos;
constipación precoz.

VALDEZ: CAPITULO 1 “AUTISMO Y TRASTORNO DEL ESPECTRO


AUTISTA” DEFINICIÓN, GÉNESIS DEL TRASTORNO Y EXPLICACIONES
PSICOLÓGICAS.
El autismo ha existido siempre, sin embargo, es a partir del estudio que realiza Kanner que
se lo reconoce como entidad. Unos meses después Asperger identifica un grupo de cuatros
niños con características similares. A diferencia de lo ocurrido con Kanner, el trabajo de
Asperger permaneció prácticamente desconocido hasta que fue traducido al inglés. No se
cuenta con evidencias suficientes para separar con claridad lo que denominamos autismo de
alto funcionamiento (AAF) O autismo que no viene asociado con Discapacidad Intelectual
y Síndrome de Asperger (SA).
Kanner destacaba las siguientes características que parecían ser comunes a todos los niños
que observó: (estas son las características esenciales que definen el autismo también para
Valdez):
1. Extrema soledad autista.
2. Deseo obsesivo de invariancia ambiental
3. Excelente memoria.
4. Expresión inteligente.
5. Hipersensibilidad a los estímulos.
89
6. Mutismo o lenguaje sin intención.
7. Limitaciones en la variedad de la actividad espontanea.
¿Cómo y cuándo aparece el autismo?
En la mayor parte de los casos identificamos una historia de presentación bastante común:
el niño presenta un desarrollo común hasta el primer año y medio de vida. Es alrededor de
esa edad cuando la mayor parte de los padres comienzan a sospechar que algo raro está
ocurriendo. El niño procede de un embarazo y parto normal. No presentan mayores
dificultades en la alimentación, el desarrollo y la adquisición de los hitos motores se
realizan dentro de los parámetros de la normalidad. El desarrollo de la comunicación y de la
relación social también se sitúa dentro de la normalidad durante el primer año de vida. El
bebe presenta y adquiere pautas intersubjetivas primarias, muestra interés en los juegos
circulares de interacción y desarrolla pautas tempranas de anticipación social. Hacia los
últimos meses del primer año se esbozan conductas comunicativas y aparición de las
primeras palabras pero hay ausencia de la conducta de señalar.
Hacia los 18 meses los padres describen las primeras manifestaciones de alteración en el
desarrollo. Como una especie de párate en el desarrollo. El niño pierde el lenguaje
adquirido. Muestra una sordera paradójica (incomprensible) y no responde cuando se lo
llama ni cuando se le ordena y responde a otros estímulos auditivos como por ejemplo la
televisión. Deja de interesarse en la relación con otros niños, se observa conductas de
aislamiento social. No utiliza la mirada y es difícil establecer contacto visual con él. La
actividad funcional y el juego con los objetos se vuelven muy rutinarios y repetitivos. No
muestra ni desarrolla capacidad simbólica. Hace casi siempre las mismas cosas, rutinas y
rituales, muestra oposición a cambios del entorno y se perturba emocionalmente, a veces de
forma intensa, cuando se producen cambios nimios.
Riviere (2000) proporciona respuestas a la posible significación que tiene este proceso que
describen las familias. De los estudios que él realiza parece que existe un patrón
prototípico de presentación del trastorno que se caracteriza por:
1. Normalidad aparente entre los 8 y 9 meses del desarrollo, acompañada muy
frecuentemente de una “tranquilidad expresiva”.
2. Ausencia de conductas de comunicación intencionada, tanto para pedir, declarar. En la
fase ilocutora del desarrollo, entre el 9 y 17 mes con un aumento gradual de la perdida de
intersubjetividad, iniciativa de relación, respuestas al lenguaje, y conductas de relación.
3. Y una clara manifestación de alteración cualitativa del desarrollo, que suele coincidir
precisamente con el comienzo de la fase locutiva del desarrollo. Hay un marcado
aislamiento, limitación, o ausencia de lenguaje, sordera paradójica, presencia de rituales,
oposición a cambios y ausencias de competencias intersubjetivas y de ficción.
Además RIVIERE, proporciona datos para apoyar la idea de que este patrón es específico
del autismo, o al menos permite diferenciar a los niños con autismos, y retraso asociado de

90
aquellos otros que presentan retraso del desarrollo con rasgos autistas asociados. En los
niños con autismo el patrón de pasividad, ausencia de comunicación y anomalía posterior
provoca más tardíamente preocupaciones en los padres de los niños autistas que en los
padres de niños con retrasos y espectro autista. Además se asocia a menores grados de
alteraciones médicas y neurológicas, se acompañan de sospecha de sordera y se asocia con
menor retraso motor en los niños con autismo que en los que tienen retraso y rasgos
autistas.
¿Qué puede estar ocurriendo en el desarrollo de un niño, desde finales del año de vida,
tanto desde el punto de vista neurológico como desde el psicológico, para que se observe
ese patrón tan característico? En el desarrollo normal y en un plano estrictamente
psicológico hacia los 18 meses el bebe ha construido los mecanismos básicos de
intersubjetividad secundaria, esquemas de acción, esquemas de interacción que van a
experimentar una eclosión hacia los 18 meses. Esos desarrollos psicológicos son
cualitativamente importantes en el desarrollo humano y se pueden resumir en los
siguientes:
1. El comienzo de la inteligencia representativa y simbólica.
2. Desarrollo de autoconciencia y posibilidad de experimentar su propia experiencia y
compartir la experiencia con el otro,
3. Las primeras estructuras combinatorias del lenguaje con inicio de la sintaxis y formas
rudimentarias de conversación. El lenguaje se utiliza para comentar, pedir y obtener
atención.
4. El desarrollo de la actividad simbólica y el juego de ficción. Es el inicio de la actividad
de meta representación y los juegos están relacionados con las rutinas diarias.
Desde el punto de vista neurológico, también es muy llamativo que desde fines del primer
año de vida se produzca un incremento significativo de las conexiones neuronales entre
lóbulos frontales, sistema límbico y zonas temporales. El autismo puede relacionarse con
una alteración en los mecanismos neurobiológicos que constituyen el sustrato del desarrollo
de las capacidades que posibilitan la adquisición de funciones superiores.
Recientemente se pone de manifiesto que las alteraciones primarias más relevantes y
consistentes se relacionan con dificultades en el desarrollo social, proporcionándose apoyo
a explicaciones psicológicas que ponen el acento y énfasis en la consideración del trastorno
como trastorno del desarrollo en el que esta afectadlo la constitución de competencias
sociales e interpersonales y más específicamente, las intersubjetivas características del
desarrollo humano normal.
¿Qué es y qué significa espectro autista?
Desde finales de los años 70`, no solo se incrementó el refinamiento en la definición del
autismo, sino que también se ha ampliado hacia el concepto de trastorno espectro. Un
estudio de Wing y Gould, observaron que todos los niños que presentaban una deficiencia

91
social severa también tenían los síntomas principales del autismo. Los niños afectados por
dificultades similares en la reciprocidad social, la comunicación y que presentan un patrón
restrictivo de conductas aun sin ser estrictamente autistas, necesitan los mismos
tratamientos y servicios que las personas con autismos. En estos niños ademas se observan
variaciones en el grado e intensidad de afectación.
Del estudio de W.G pueden extraerse dos ideas interesantes y con importante
consecuencias:
1. El autismo en sentido estricto es solo un conjunto de síntomas. Se puede asociar a
distintos trastornos neurológicos y a niveles intelectuales muy variados.
2. Hay muchos retrasos y alteraciones del desarrollo que se acompañan de síntomas
autistas sin ser cuadros del autismo. Puede ser útil considerar al autismo como un
continuo que se presenta en diversos grados y en diferentes cuadros del desarrollo. En un
extremo estaría el grupo aislado, en el medio grupo pasivo y en el otro extremo: grupo
activo pero extraño (síndrome de asperger). Para predecir la ubicación en estos grupos se
tiene en cuenta el cociente intelectual. Los rangos más bajos de CI se encuentran en el
grupo aislado.
Riviere ha elaborado con mayor profundidad la consideración del autismo como un
continuo de diferentes dimensiones y no como una categoría única y en su opinión permite
reconocer a la vez lo que hay de común entre las personas con autismo y lo que hay de
diferente en ellas. Señala 6 factores principales de lo que dependen la naturaleza y
expresión concreta de las alteraciones que presentan las personas con espectro autista
en las dimensiones que siempre están alteradas.
1. La asociación o no del autismo con retraso mental más o menos severo;
2. La gravedad del trastorno que presentan.
3. La edad de la persona con autismo.
4. El autismo afecta con menos frecuencia pero con mayor grado de alteración a la mujer
que a los hombres.
5. La adecuación y eficiencia de los tratamientos utilizados y de los experimentos de
aprendizajes-
6. Y el compromiso y apoyo de la familia.
¿Cuáles son las definiciones actuales del autismo?
Desde hace algunos años existe un consenso interprofesional de encuadrar al trastorno
autista dentro del grupo de TRASTORNO GENERALIZADO DEL DESARROLLO
definición poco apropiada y en donde se encuentran otros síndromes, trastornos, etc., que
quedan reflejados en las clasificaciones oficiales que actualmente se utilizan: La establecida
por asociación de psiquiatría americana y la OMS.

92
En las próximas versiones del manual DSM IV se introduce un cambio relevante y
significativo, estableciéndose ya de manera formal el término “trastorno espectro autista”
que incluye:
 Trastorno autista.
 Trastorno Asperger .
 Trastorno desintegrativo de la infancia.
 Trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
1) La diferenciación entre el trastorno del espectro autista, el desarrollo típico y otros
trastornos sin espectro se hace de forma fiable y con validez, mientras que las distinciones
entre los trastornos han demostrado ser inconsistentes a lo largo del tiempo en función de
variables como la severidad, lenguaje, inteligencia.
2) El autismo se define por un conjunto de comportamientos, se presenta mejor como única
categoría diagnostica que se adapta a la presentación clínica. Un solo trastorno del espectro
es mejor reflejo del estado de los conocimientos sobre la patología y presentación clínica.
Los tres dominios (la triada de Wing) se reducen a 2:
1) déficit sociales y de comunicación.
2) Intereses fijos y comportamientos repetitivos.
¿Cuáles son las explicaciones psicológicas más relevantes?
* Teoría de la mente y déficit metarrepresentacional. Es la compresión que el niño
adquiere de los estados mentales de sí mismo y de los demás. Deficitario en el
autismo relacionado con posibles y múltiples alteraciones neurológicas con
múltiples manifestaciones conductuales. Baron-Cohen dice que si a una persona le
faltara una teoría de la mente el mundo le parecería confuso e incluso que le
infundiera miedo. En el peor de los casos, podría llevarlo a apartarse del mundo
social e interactivo y de tratar por ello, a las personas como sin mentes, de modo
similar a como lo hacen con los objetos.
La explicación teórica de un déficit mentalista tiene enorme poder explicativo para
dar cuenta de las dificultades y alteraciones cualitativas que experimentan las
personas con autismo en los dominios relevantes que se manejan para el diagnóstico
(la triada de Wing). Sin embargo, tb está sujeta a críticas por el hecho de que el
déficit en teoría de la mente no esté presente de manera universal en todos los
cuadros de autismo por ej en el síndrome de Asperger se adquiere tardíamente: o
que no sea un déficit específico del autismo sino que tb se pueden encontrar en otros
trastornos.
Parece conveniente matizar el modelo de déficit en la teoría de la mente con un
nuevo enfoque de tipo evolutivo en el que teoría de la mente no es algo de todo o
nada, que se tenga o no, sino que puede haber distintos niveles de afectación.

93
* Teorías explicativas relacionadas con fallos en la intersubjetividad
La teoría de Hobson. Ha sugerido sobre la base de los experimentos acerca del
reconocimiento de emociones, que la ausencia de una teoría de la mete en el
autismo es el resultado de un déficit más básico: un déficit emocional primario en la
relación interpersonal. Esto haría que el niño no recibiera las experiencias sociales
necesarias en la infancia y la niñez para desarrollar las estructuras cognitivas de la
comprensión social. La empatía es un mecanismo psicológico a través del cual el
bebe se vincula con los padres. A través de ella, el bebe percibe actitudes en las
personas a las que más tarde atribuirá estados mentales. Desde esta concepción en el
autismo parece haber dificultades con el procesamiento de estímulos afectivos. Y
cuenta con un amplio conjunto de resultados empíricos a su favor.
Hobson sostiene que la ausencia de participación en la experiencia social
intersubjetiva que presentan los niños con autismo conduce a 2 consecuencias
importantes:
1. Un fallo relativo para reconocer a las personas con sus propios sentimientos,
deseos e intenciones y pensamientos.
2. Una dificultad severa en la capacidad para abstraer, sentir, y pensar
simbólicamente.
* Teoria de Trevarthen: plantea que los niños están preparados desde el nacimiento
para establecer comunicación con quienes los cuidan a través de los medios de
expresión emocional o motivacional y de sensibilidad interpersonal. Además, las
reacciones a las vocalizaciones de la madre y el aprendizaje en identificar su voz,
comienza antes del nacimiento. Por lo tanto, el desarrollo cognitivo y el
procesamiento de experiencias están regulados por las emociones que se ponen en
juego en la interacción con otras personas. Después de la infancia, desarrollan los
bebes representaciones, juegos convencionales.
De estas adquisiciones, la intersubjetividad secundaria que hace que el bebe sea más
competente para adquirir significados culturales en la lengua materna, esta alterada en el
autismo. Parece que este trastorno en el desarrollo se origina en un fallo en el sistema
cerebral que regula la motivación del niño para aprender sdos en la comunicación.
El conocimiento actual de las anormalidades cerebrales que acompañan el autismo o los
trastornos cuasiautistas son compatibles con las anteriores afirmaciones.
* La teoría de la coherencia central. Fritz plantea que esta teoría podría explicar las
dificultades encontradas en el autismo que no puede ser explicadas por la teoría de
la mente. Sus ideas se basan en la creencia de que las personas que se desarrollan
con normalidad se empujadas a integrar trozos de información dispares en patrones
coherentes, mediante inferencias sobre las causas y efectos de las conductas. Las
personas con autismo tienen dificultades para elaborar interpretaciones
comprensivas de situaciones mediante la lectura de las intenciones de los
participantes, a partir de los movimientos de los ojos y manos, y de las pistas
contextuales. Esto indica la existencia de un problema anterior a la meta
representación: el de la integración de aspectos de una situación en un conjunto
94
coherente. Su teoría no solo explicaría la inexistencia de conductas y capacidades
como la atención conjunta y la teoría de la mente, sino también, explicaría las
sensaciones fragmentadas, la monotonía y las conductas repetitivas.
Las personas con autismo presentan problemas para otorgar niveles altos de significados
una característica universal del procesamiento humano de la información que está intacta en
personas normales y en personas con retraso mental.
* La teoría de la función ejecutiva es el constructo cognitivo usado para describir
las conductas de pensamiento mediado por los lóbulos frontales. Ha sido definida
por Luria como la habilidad para mantener un conjunto apropiado de estrategias de
solución de problemas para alcanzar una meta futura. Las conductas de función
ejecutiva incluyen: el control de impulsos, inhibición de respuestas inadecuadas, la
planificación, la flexibilidad de pensamiento y acción.
Algunas características del autismo son similares a los de déficit de función ejecutiva que
se presentan tras una lesión frontal. Las personas con autismo llegan a mostrar ansiedad
ante cambios triviales en el entorno e insisten en seguir con sus rutinas, se muestran
perseverantes centrándose en un interés limitado o realizando repetitivamente una conducta
estereotipada. Las personas con autismo se centran en detalles, incapaces de ver la
“globalidad”. Además, tienen problemas para inhibir respuestas o aplicar el almacén de
conocimientos que poseen.
Se ha encontrado suficiente evidencia empírica para apoya la existencia de déficit de
función ejecutiva en las personas con autismo en un amplio rango de edades cronológicas y
mentales. Los lóbulos frontales, y en especial las regiones corticales prefrontales parecen
estar directamente implicadas en la regulación de la conducta social, las relaciones
emocionales y el discurso social. Por lo que la alteración en estos procesos pueden ser los
mecanismos subyacentes capaces de explicar tanto los síntomas cognitivos como sociales
del autismo.
Aunque Ozonoff ha señalado que una disfunción prefrontal puede ser una condiciones
necesaria mas no suficiente para el desarrollo del autismo ya que puede haber niños con
lesiones tempranas frontales que no son autistas. Y en segundo lugar, hay habilidades que
no están alteradas en los niños con autismo a pesar de que se puede predecir un déficit en el
uso de las representaciones mentales para guiar su conducta. En tercer lugar, la disfunción
cognitiva del lóbulo frontal no es específica del autismo, se encuentra tb en otros trastornos
por déficit de atención y los niños tratados con fenilcetonuria.
Muchos trabajos desarrollados en la actualidad sugieren que el control de la inhibición y la
memoria de trabajo son funciones relativamente preservadas en el autismo, mientras que la
flexibilidad mental parece estar comprometida.
MALEVAL: “CAPITULO 1, DE LA PSICOSIS PRECOCISIMA AL ESPECTRO
DE AUTISMO”

95
¿Por qué algunos psicoanalistas han llegado a concebir el autismo como “el grado cero de
la subjetividad”? ¿Por qué otros consideran que el autismo se sitúa, más acá de la
problemática psicótica y de toda problemática defensiva? ¿Por qué el síndrome de Asperger
y los autistas de alto nivel no llaman demasiado la atención de los psicoanalistas? Un breve
repaso histórico puede aportar respuestas a estas cuestiones, destacando a situar la clínica
del autismo en un continuo mucho más amplio que antes y por otra parte, a que las ciencias
cognitivas impusieran con fuerza la idea de que lo que se manifestaba como una psicosis es
un trastorno invasivo del desarrollo.
Durante el siglo XIX respecto a la clínica psiquiátrica, los trastornos mentales del niño
quedaron confundidos dentro de la noción de idiotismo, surgida de la nosología de
Esquirol. El idiotismo no es una locura, sino una enfermedad congénita o de adquisición
muy temprana en la infancia.
En 1924 Sante de Sanctis consideraba que una de las razones por las que los alienistas del
siglo XIX fueron incapaces de discernir las psicosis infantiles residía en el hecho de que
reducían “toda desviación psíquica de los niños al mínimo común denominador del retraso
o detención del desarrollo. Por esta razón se admitía que la idiocia era la alienación típica
de la edad infantil”.
Hubo un retraso importante en la autonomización de la clínica psiquiátrica del niño debido
a la ausencia de una psicología del niño. Esto conduce a, observador a practicar un
adultomorfismo que impide discriminar las patologías del niño, agrupadas en un término
como el de idiotismo, expresión de si incomprensibilidad radical.
Adviértase, sin embargo que en el siglo XIX se consigue distinguir entre formas específicas
de idiotismo. En Londres Down propone llamarla “idiocia mongólica”, mientras que los
anglosajones lo llaman hoy día síndrome de Down, que trata de niños que aun siendo
intelectualmente retrasados presentan facultades poco habituales capaces de alcanzar un
desarrollo notable.
La demencia precocísima de Sante de Sanctis solo se separa de la idiocia a ppios del siglo
XX, la cual era considerada una psicosis que presenta muchas analogías con la demencia
precoz de Kraepelin, se desarrolla tras un periodo de vida más o menos normal, pero a
veces se asocia a una debilidad mental innata; se caracteriza por alteraciones graves en la
actitud y en la conducta, por hipoafectividad, impotencia volitiva, alucinaciones, agitación,
impulsividad, fenómenos catatónicos, debilidad mental residual. Veinte años más tarde
Bleuler y Freud investigan sobre las esquizofrenias del niño. En 1924, Sante de Sanctos
denomina “esquizofrenia prepuberal” a su demencia precocísima.
Una vez planteado el concepto de esquizofrenia del niño, se hace posible a lo largo de la
década de 1930, concebir patologías infantiles que aunque emparentadas con la
esquizofrenia, se distinguen de ella. Fueron Kanner en 1943 en Baltimore y Hans Asperger
en 1944 en Viena quienes aislaron cuadros clínicos muy parecidos, empleando un mismo
término: autismo. Poniendo la psicopatía por delante del autismo, Asperger se esfuerza por
distinguir de la esquizofrenia su tipo clínico; mientras que Kanner se muestra más

96
dubitativo y dice que no tiene objeción en lo que se refiere a incluir el autismo en una
concepción general de la esquizofrenia.
El rasgo dominante del síndrome para Kanner era el deseo de soledad y para Asperger era
la restricción de las relaciones con el entorno. Ambos siguen la elección de Bleuler del
concepto de autismo auto significa “uno mismo”. Bleuler confirma en su obra sobre el
grupo de las esquizofrenias que el autismo es poco más o menos lo mismo que Freud llamo
el autoerotismo, el termino autismo es en positivo, lo mismo que Janet califica en negativo,
de pérdida del sentido de la realidad.
El síndrome del autismo infantil precoz
El autismo de Kanner es un síndrome compuesto de 2 síntomas: la soledad y la
inmutabilidad, que son los principales criterios diagnósticos del autismo infantil precoz. El
desorden fundamental es la inaptitud de los niños para establecer relaciones normales con
las personas y reaccionar normalmente a situaciones desde el comienzo de la vida; los
padres se refieren a ellos como autosuficientes ignorando cualquier cosa más allá de sí
mismos y excluyendo todo lo que le llega desde el exterior, actuando como si estuvieran
hipnotizados. El contacto directo, un movimiento o un ruido, son vividos como si
amenazaran quebrar su soledad, o como si no existieran, o bien si no tienen la duración
suficiente son experimentados dolorosamente. Hay una necesidad de ser dejado tranquilo y
cada cosa que cambia su entorno externo o interno, representa una intrusión espantosa.
Las relaciones que a veces puede establecer el niño son fragmentarias, o no los mira con
interés y no participa en ningún colectivo con los otros niños. No muestra reacción ante la
desaparición de los padres y parece ignorarlos
El comportamiento del niño es gobernado por una voluntad ansiosa y obsesiva de
inmutabilidad, que solo el niño puede romper; los cambios de rutina pueden sumirlo en la
desesperación. Todo debe permanecer en el mismo lugar, y las acciones deben desarrollarse
en el mismo orden en el que el niño las descubrió por primera vez.
El síndrome descrito por Asperger está muy próximo al de Kanner; se manifiesta
temprano y se caracteriza por un contacto perturbado pero posible en niños inteligentes que
no aceptan nada de los demás y que se consagran a actividades estereotipadas. El trastorno
fundamental reside en una limitación de las relaciones sociales que persiste durante roda la
existencia. Se centran en sus propias preocupaciones: están muy lejos de las cosas
ordinarias, no se dejan molestar, es como si estuviera solo en el mundo, sin embargo,
Asperger asombrado dice que se constata hasta qué punto ha captado e integrado lo que
ocurre a su alrededor. La soledad de estos niños es para los 2 clínicos el rasgo dominante
del cuadro clínico.
Tanto Kanner como Asperger, advierten la importancia que a menudo adquieren ciertos
objetos para estos niños. Por ejemplo no pueden vivir sin un pedazo de madera o muñeca
de trapo, y se defiende cuando alguien se los quiere quitar.

97
La diferencia entre ambos síndromes, según el discurso de la psiquiatría, estaría en los
trastornos del lenguaje, que son más acentuados en los niños de Kanner. Todos los de
Asperger hablan no para dirigirse al interlocutor, pero son capaces de expresar lo que han
vivido y observado en una lengua muy original. La diferencia tiende a atenuarse un poco
más con la evolución de la patología, ya que el propio Kanner advierte que los niños
descritos en su artículo tienden a abrirse al mundo y que su lenguaje se vuelve más
comunicativo. Asperger se muestras más positivo que Kanner en cuanto a la evolución,
dice que constató que, si los niños estaban intelectualmente intactos, siempre conseguían
tener una profesión de alto nivel. Preferían las ciencias abstractas.
Otros autores consideraron que el síndrome de Asperger se trataba de una patología
independiente del autismo, que se manifestaba tardíamente, afectaba a niños menos
encerrados en su soledad y demostraba tener mejor pronóstico.
La visión psicoanalítica del autismo
Margaret Mahler psicoanalista de Viena, estaba interesada en la esquizofrenia, a comienzos
de la década de 1950 se hace con el descubrimiento de Kanner para integrarlo en una teoría
general del desarrollo del niño. Distingue en el desarrollo del niño 3 momentos: la fase
autística normal o presimbiótica, la fase simbiótica y la fase de separación-individuación.
Este proceso se extiende a lo largo de los 3 primeros años de la vida y culmina con la
eclosión de un individuo que habla, dotado de un objeto permanente. La autora se sitúa en
la corriente genética annafreudiana, entiende el bebé a partir de la ficción de un narcisismo
primario, durante el cual el organismo estaría replegado sobre sí mismo, autosuficiente,
capaz de satisfacer sus necesidades de forma alucinatoria. El objeto materno se descubriría
alrededor de los 3 meses, al principio de la fase simbiótica, en la que el niño y su madre
formarían una unidad dual dentro de un recinto común. Un fallo en el proceso de
individuación se encontraría en el origen de la psicosis infantil. Su teoría le sugiere dos
formas principales, relacionadas con los dos niveles de desarrollo del self. Esto la lleva
entonces a completar el descubrimiento de la psicosis de Kanner, psicosis autística,
describiendo una psicosis que pone de manifiesto un nivel superior del desarrollo, la
psicosis simbiótica, concepto que introduce en 1952.
En la psicosis simbiótica el niño regresa a o permanece fijado en la relación madre-lactante
que le proporciona la ilusión de omnipotencia, de tal manera que sus defensas son
respuestas a la angustia de separación. El autismo pondría de manifiesto un modo de
funcionamiento anterior al de la fase simbiótica. Es entendido como una fijación o una
regresión a la primera fase de la vida extrauterina, la más primitiva, la fase autística normal.
El síntoma más evidente reside en el hecho de que la madre, como representante del mundo
exterior, no parece ser percibida en absoluto por el niño. El autismo es visto como una
tentativa de desdiferenciación y de perdida de la dimensión animada.
La lógica de su teoría la conduce acentuar el encierro del autista en su mundo; así postula
una denegación alucinatoria de la percepción, lo cual la lleva a proponer la siguiente
experiencia con el fin de establecer el diagnóstico: dejar caer un objeto metálico cerca del
niño para producir un ruido estridente; según ella, el niño autista se comporta en ese
98
momento como si no oyera nada. Además considera que la mayoría de los niños autistas
presentan una muy débil sensibilidad frente al dolor indicación que es cierta pero sobre la
que Kanner no llama la atención. En suma, la hipótesis del narcisismo primario incita a
acentuar el encierro del autista en un mundo cerrado y autosuficiente.
El autismo será considerado por los psicoanalistas como la patología más primitiva, que
pondría de manifiesto la regresión más profunda. Aun para quienes se distanciaran del
genetismo, persistirá la idea de que se trataría de la psicosis precocísima, a lo cual se asocia
la noción de una gravedad extrema.
En 1967 swe publica en EE.UU una obra que alcanza gran repercusin “la fortaleza vacía
subtitulada “el autismo infantil y el nacimiento de sí mismo”. Su autor es Bettelheim quien
promueve una terapia a través del medio que se basa en la puesta en acción de los
conceptos freudianos con la influencia de Kohut y la psicología del yo. En 1956 considera
que todo niño psicótico sufre de haber sido sometido a condiciones extremas de vida (las
mismas que él había experimentado en los campos de concentración). Lo característico de
la situación extrema era el hecho de que uno no podía sustraerse a ella, era su duración
incierta, pero potencialmente igual al de la vida, la cual estaba constantemente en peligro y
nada se podía hacer al respecto. Un niño confrontado tempranamente a tales condiciones se
convierte en autista si su reacción espontánea se transforma en enfermedad crónica, y si su
entorno no consigue atemperar sus temores. La angustia intensa del niño autista es
semejante a la engendrada por la muerte inminente.
El autista de Mahler, encerrado en su mundo autosuficiente, no es el de Bettelheim,
demasiado enfrentado a intensas angustias. La hipótesis de la confrontación a una situación
extrema es incompatible con la de la fijación al narcisismo primario. Bettelheim dice que
Mahler, no vio que el autismo es una reacción autónoma del niño y ello porque creía que el
niño pequeño solo es “medio individuo”. Ella consideraba que su forma de vivir, su
experiencia de la vida, está condicionada por la madre, en lugar de ver ahí una reacción
autónoma frente a la experiencia total de la vida, de la que la madre es solo una parte.
Mahler, le da importancia a la relación simbiótica del niño con su madre, considera útil
para el tratamiento la reconstitución de la simbiosis madre-niño tal como existía al
comienzo. Bettelheim afirma, por el contrario, que son las insuficiencias en la relación con
la madre y con el entorno las que se encuentran en el origen del autismo, de tal manera que
el tratamiento se basa en la voluntad de procurar permanentemente al niño un entorno
favorable.
La fortaleza vacía es un trabajo que afirma Bettelheim, se basa en la convicción de que el
niño autista y dice que el niño autista tiene relaciones tiene sin duda, relaciones con las
personas. No parece que Bettelheim tuviera conocimiento de los trabajos de Asperger, pero
no está lejos de compartir con él la tesis de que habría una “hipertrofia compensatoria”
inherente al modo de funcionamiento del sujeto autista.
Los diagnósticos y los resultados terapéuticos de Bettelheim fueron puestos en duda. Sus
tesis quedaron como marginales en el campo del psicoanálisis freudiano.

99
En Londres, los kleinianos también se apropiaron del enigma del autismo infantil; estos
sitúan de entrada al niño en una relación de objeto y no en un narcisismo primario; por otra
parte Meltzer no considera que el autista se enfrente a una situación de angustia extrema.
Sin embargo, la precocidad de la aparición del trastorno le sugiere la hipótesis de que se
trataría de una patología grave.
En el autista de Meltzer lo que predomina en su funcionamiento seria el demantelamiento.
Una operación pasiva, consistente en dejar errar los diferentes sentidos (internos y
externos) de tal modo que el sujeto se aferraría a los objetos más estimulantes a cada
instante. La suspensión de la atención conduciría a una disociación de los componentes
sensoriales del self, lo cual induce una caída en pedazos de la organización mental. El
autista desmantelado se encontraría en un estado primitivo sin actividad mental; en
consecuencia, parece indudable que ninguna angustia persecutoria, ninguna desesperación
resulta de esta forma de retirada del mundo, mientras que la suspensión de los intercambios
en la transferencia constituiría la clave de la compresión del fenómeno. La relación de
objeto del autista, bidimensional, se establecería en un mundo sin profundidad: seria la
relación de superficie a superficie, de pegamiento a un objeto no experimentado como
dotado de un interior, mientras que sus identificaciones adhesivas resultarían de la
bidimensionalidad: el self se identificaría con el objeto en superficie, así como el propio
objeto no poseería espacio interno, lo cual impediría la comunicación psíquica necesaria
para el desarrollo del pensamiento. Su ausencia de actividad mental equivaldría a un déficit
cerebral orgánico.
En suma, el autista de Meltzer no está angustiado, no se defiende, no tiene actividad
mental, funciona en la bidimensionalidad y se sitúa en el grado cero de la transferencia; el
ser arcaico por excelencia.
El caso Dick relatado por M.K debe ser considerado un autista y no un esquizofrénico. La
cura movilizo una angustia latente, se desarrollaron defensas fantasmáticas y relaciones de
objeto de tal manera que Dick manifestó un apego transferencial con MK desde 1929 a
1946. Para Meltzer como para otros kleinianos se trataría de una salida del autismo.
Tustin describe el autismo de un modo que de entrada parece emparentado con el de
Meltzer; considera que el niño autista está encerrado en una capsula protectora en cuyo
interior la atención se concentra en sensaciones autogeneradas. Este empleo idiosincrático y
perverso de sus sensaciones corporales produce una ilusión de protección. En este mundo
de autosensualidad, la vida psíquica del sujeto se detiene. Así, el autista de Tustin y el de
Meltzer, carece de mentalización. Sin embargo, se diferencia profundamente de él, porque
recurre a mecanismos de protección contra una prueba dolorosa. Tustin la designa como
depresión primitiva o traumatismo oral precoz y la pone en relación con un sentimiento
impensable de separación que suscita una angustia arcaica, no de castración, sino de
aniquilamiento. Esta experiencia traumática, que quedaría recubierta por la capsula
protectora del autismo, sería la del “agujero negro” generado por el sentimiento de que el
sujeto ha perdido una parte vital de su cuerpo. Habría tenido demasiado precozmente una
experiencia de separación del objeto de su satisfacción pulsional, de tal manera que habría

100
experimentado una sensación catastrófica de arrancamiento de sustancia corporal.
Sensación que se traduciría en el fantasma de un seno con el pezón arrancado, que abre en
la boca un agujero negro poblado de objetos persecutorios. Tustin dice: “si el niño toma cc
de la pérdida del pezón antes de ser capaz de una representación interior de los objetos
ausentes, tendrá la sensación de que ese puente se ha roto. Esto es lo que parece
introducirse en el niño autista que quiere evitar la repetición de esta experiencia dolorosa”.
De manera que Tustin ve a los autistas como “prematuros psicológicos”, porque han tenido
la experiencia de la separación corporal antes de estar preparados para soportarla. Y destaca
la riqueza del trabajo de protección desarrollado por los autistas, en particular sobre la
funcion del objeto autístico utilizado para obturar el agujero negro. A falta de dicho objeto,
el niño autista tendría la impresión de quedar expuesto, abierto de par en par.
Los 4 abordajes psicoanalíticos del autismo infantil poseen un punto en común: la intuición
de la patología arcaica. Para Mahler la regresión libidinal más profunda; para Meltzer el
funcionamiento más desfalleciente del self, para Bettelheim la angustia más extrema y para
Tustin el fantasma más catastrófico. Todos los planteamientos sugieren que el autismo es la
patología más grave y que su pronóstico es sombrío.
El giro de la década de 1970
En la década de 1970, en EE. UU se produce un giro en el abordaje del autismo. Parece
deberse al descubrimiento en estos sujetos de capacidades poco compatibles con la imagen
deficitaria de su patología sugerida por las descripciones de Kanner, así como por las
teorías psicoanalíticas. Esto debido a un apogeo de la audiencia de las tesis psicoanalíticas,
los impulsores del DSM III, la medicalización de la psiquiatría, promoviendo un
planteamiento ateórico en cuanto a la etiología, una de cuyas consecuencias principales
consiste en hacer tabla rasa de todas hipótesis psicodinámicas. Y también es la época en
que empiezan a afirmarse las ciencias cognitivas que se interesan en los métodos de
tratamiento de la información en el cerebro.
En 1964 Rimland describe curaciones espontaneas del autismo en niños de gran
inteligencia: uno se hizo matemático.
EN 1970 empiezan a multiplicarse en EE.UU publicaciones sobre autistas sabios. En 1976
en Suiza tiene lugar un coloquio internacional que desemboca dos años más tarde, en la
publicación por Michel Rutter y Eric Shopler de un importante volumen con la finalidad de
reevaluar los conceptos y el tratamiento del autismo. Se destaca que el autismo puede
presentarse en distintos niveles de gravedad. La soledad no se presenta con la radicalidad
sugerida por Kanner. Rutter considera que el síndrome de Asperger sea un “autismo infantil
moderado”.
En 1978, Schopler sucede a Kanner como directo del journal of autism and childrooh
schizophernia. Sus investigaciones lo llevan a interesarse en los tratamientos
comportamentales del autismo y a recusar el abordaje psicodinámico. Se indica que el
planteamiento de unir el autismo con la psicosis ya no es pertinente y que ahora las
investigaciones deben orientarse hacia los trastornos cognitivos. Se le reprocha a los

101
psicoanalistas que no precisen el diagnóstico del autismo (test), que detengan las
investigaciones empíricas y maltraten a los padres acusándolos de tratar mal a sus hijos.
Esta critica se origina en una lectura de Bettelheim quien consideraba que la “situación
extrema” en la que viven los niños autistas resulta de su aprehensión del mundo y no de un
entorno familiar maltratador.
En 1980, el DSM III toma este cambio de orientación e inserta el autismo en los “trastornos
globales del desarrollo”, de los cuales constituye un subtipo, considerado como su forma
más típica y severa. En 1987 la característica principal de lo que serán los “trastornos
invasivos del desarrollo” resulta ser que “el trastorno dominante” se sitúa en la dificultad de
adquisiciones cognitivas, lingüísticas, motrices y sociales. El concepto de “invasivo”
significa que la persona está afectada del modo más profundo.
Las consecuencias de estos cambios tiene que ver con el tratamiento: subrayan fuertemente
que el autismo tiene más que ver con la educación especializada que con la psiquiatría.
En este contexto de interés por las capacidades de los autistas y su porvenir, la imagen del
trastorno se hace menos negativa, lo cual hace posible una lectura distinta del
descubrimiento de Asperger.
En este periodo se impone poco a poco la noción de que el síndrome aislado por Kanner no
describe más que una de las formas clínicas de un trastorno complejo, con manifestaciones
diversas y mal delimitadas. El concepto de “espectro autista” nace de las investigaciones de
Folstein y Rutter con pares de gemelos y sus familias. Que es empleado para tratar de
incluir el conjunto de manifestaciones clínicas de un proceso autístico subyacentes, cuya
especificidad sigue siendo imposible de situar.
A finales de la década del ’70 todo está maduro para que se vincule el autismo de Asperger
con el de Kanner. Wing psiquiatra inglesa es quien traduce el texto de Asperger y afirma a
favor de la existencia de un continuum que se despliega sin forzamientos desde el autismo
de Kanner hasta el síndrome de Asperger proviene de un material clínico de acuerdo con el
cual un mismo individuo, autista en sus primeros años, hizo progresos que lo condujeron en
la adolescencia a desarrollar todas las características del síndrome de Asperger.
Teoría de la mente
Las numerosas investigaciones iniciadas por los cognitivistas acerca del modo de
tratamiento de la información de los autistas llevan a aislar en 1985 un trastorno
fundamental: la falla consistiría en una incapacidad para forjarse una teoría de la mente.
Baron-Cohen, Leslie y Frith parten de que todos disponemos de una capacidad para
interpretar lo que hacen los demás, y a veces de predecir lo que harán a continuación. Cada
cual es capaz de ponerse en el lugar del otro para comprender como actúa. Esta facultad de
empatía es lo que le faltaría a los niños autistas.
El fenómeno fue destacado a partir de lo que Frith llama “la experiencia Sally-Anne” dadas
a los autistas y niños mongólico de edad mental superior a 3 años. “Sally tiene una cesta y
Anne tiene una caja; Sally tiene una canica que pone en sus cesta y luego se va. Anne en su

102
ausencia, toma la canica y la pone en la caja. Sally vuelve para jugar con su canica, allí se
le pregunta ¿A dónde irá Sally a buscar su canica? Los niños no autistas responden
correctamente a su cesta, mientras que los autistas indicaron la caja no teniendo en cuenta
lo que Sally creía. Pero otros autores establecieron en 1977 que el éxito en las tareas
relacionadas con la teoría de la mente está correlacionado con el nivel del lenguaje y no con
el diagnostico de autismo. Dicha teoría de la mente se propagó rápidamente por la
expectativa de romper con las hipótesis psicoanalíticas.
Rutter plantea que la mutación reside en el cambio desde una concepción del autismo
entendido como la manifestación de una retracción de lo social y lo afectivo a otra en la
que se lo considera un trastorno del desarrollo que comporta déficit cognitivos severos,
debido probablemente a diversas formas de un disfuncionamiento cerebral. Este abandono
de la retracción tuvo consecuencia en la ampliación de la clínica del autismo como lo ponen
de manifiesto la inclusión del síndrome de Asperger y el uso de la noción de espectro
autista.
La nueva clínica espectral del autismo
Se presenta un nuevo género literario: los testimonios de “emergencia” del autismo. The
Siege (1967) y Fort he love of Anne (1973) llaman la atención de especialistas. Demuestran
que métodos educativos improvisados por las familias pueden conseguir mejorías
espectaculares de la patología autística y llevan el germen de una renovación radical en la
forma de abordarla.
10 años más tarde la biografía de Temple Grandin publicada en EE.UU en 1968 se centra
en el relato de una autoterapia llevada a cabo gracias a la construcción de una “máquina de
estrechar” alcanza una audiencia internacional justificada. Temple Grandin se refiere a la
nueva clínica del autismo “decir que un niño autista no reacciona en absoluto a las demás
personas es una idea falsa”. Lorna Wing afirma que un niño autista puede responder de un
modo socialmente correcto en unas situaciones y no en otras.
Grandin lleva a que los editores estén más atentos a la publicación de otros autistas como
Barron en New York (1992), Donna William en Londres mismo año. Estos textos
constituyen un apoyo a los planteamientos cognitivistas.
Una australiana inventa en la década de 1980 una técnica de comunicación facilitada que se
apoya en la computadora para ayudar a los niños deficientes menatles. Algunos autistas
como Sellin se apropian de ella. Los textos de Birger Selllin se publican en Colonia en
1993 “a la edad de 5 años ya sabía leer y calcular pero nadie se dio cuenta porque era
muy caótico por miedo a los seres humanos porque era incapaz de hablar no tenía
dificultad para leer por eso buscaba en los libros todo lo importante que podía encontrar”.
La fortaleza revela de pronto no estar vacía. El testimonio de Sellin incita a rechazar todas
las teorías anteriores del autismo: refuta los abordajes psicoanalíticos porque se trata de un
auténtico autista de Kanner pero revela que ni el retraimiento ni la ausencia de
mentalización caracterizan a su mundo interior. No es un militante del cognitivismo porque

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considera que no puede la angustia, reducirse a problemas de razonamiento. La angustia a
la que él se refiere incita a situar sus trastornos en el terreno de la psicopatología y no en el
de los trastornos cognitivos.
En todo el mundo muchos autistas en las mismas condiciones de escritura asistida,
demuestran ser capaces de producciones que confirma la riqueza de su mundo interior y de
sus esfuerzos para comunicarse.
Muchos especialistas cuestionan la comunicación asistida, pero todos los autistas de alto
nivel, la hayan practicado o no, coinciden en afirmar que el recurso del ordenador puede
serles de gran ayuda. Grandin ya advertía en 1986 “máquinas de escribir o de tratamientos
de textos deberían serles más accesibles desde la más temprana infancia”.
Stork paidopsiquiatra alemán, profesor y director de una policlínica de Munich para niños
y adolescentes, impresionado por el testimonio de Sellin empezó a experimentar en su
servicio con la comunicación asistida. Sellin, dice, es un autista súper dotado pero sus
observaciones parecen confirmar que los niños autistas disponen de: 1-capacidades
cognitivas y de simbolización y 2- de una gama de sentimientos del todo matizados que
hasta ahora no se sospechaban. Concluye, en lo que concierne a la influencia del facilitador,
que no debe ser idealizado como terapéutica. No constató una mejoría significativa en otros
sujetos pero por otra parte, le parece que procura un acceso precioso a la psicodinámica del
autismo precoz. Según él, revela “componente conflictivos arcaicos y primarios y refuerza
asi las ideas elaboradas por el PSA acerca de las psicosis”.
Golse y Levobici comentando dicho trabajo de Stork y de Sellin constatan con razón que si
se toma en serio todo eso, “nuestros modelos del autismo infantil precoz deben ser puestos
en cuestión”. Y añaden que “las posiciones cognitivistas deben ser revisadas igualmente,
porque el sufrimiento que emana del texto de Sellin impide reducir el autismo a un simple
déficit y aboga a favor de su función defensiva.
Muchos psicoanalistas contemporáneos, preocupados por vincular el autismo verdadero a
un determinado estadio de desarrollo, se ven obligados a considerar que los llamados
autistas de alto nivel, ya no son autistas tras una determinada evolución. De hecho trátese
de las capacidades cognitivas o del uso del lenguaje, no se puede reducir el autismo a una
detención en uno u otro momento del desarrollo, porque lo que le es característico reside en
la simultaneidad de modo de funcionamiento correspondiente a niveles de desarrollo
heterogéneos. El punto genético apunta a construir limites arbitrarios entre autismo
“verdadero” y “personalidades postautisticas”, que tienden a excluir el síndrome de
Asperger del autismo “verdadero” en contra de lo que sientes los propios sujetos autistas
que siguen considerándose y llamándose de este modo, por muy adaptados que estén ya que
todos constatan que algo perdura en la edad adulta de su funcionamiento infantil. Lo que
queda por establecer es en que consiste eso que perdura. A partir de finales de la década de
’90 pocas investigaciones psicoanalíticas se empeñaron en determinarlo.
Las elaboraciones de Rosine y Robert Lefort sobre el autismo se basan en la cura de Marie-
Francoise, niña autista a quien Lefort ve en 1950. Las bofetadas que Marie le asesta durante

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la primera sesión ponen de manifiesto que para esta niña “el mundo hay que destruirlo, o él
la destruye a ella”, lo cual conduce a entender la estructura del autismo como dominada por
una relación destructiva con el Otro. El Otro del autista seria otro real, sin agujero, sin un
objeto que se pueda extraer de él, lo cual hace cualquier relación trasnferencial imposible.
Además, no habría ni S1 ni objeto a. Por lo que en ausencia de este S1, el S2 no puede
representar al sujeto. En consecuencia, a falta de alineación ste y de objeto pulsional
separable, la cuestión del doble demuestra ser fundamental en la estructura autística. “la
división del sujeto se produce en lo real del doble, en lo real de lo mismo”
Las principales nociones que se desprenden de sus investigaciones son la pulsión de
destrucción, la primacía del doble, y la ausencia de alienación ste, lo cual impide toda
posibilidad de producir una mutación de lo real al ste. Ellos son los primeros que sostienen
la tesis en 1996 de la existencia de una estructura autística.
A partir de 1996 Rosine y Lefort tratan de tener en cuenta los nuevos datos surgidos de los
aportes de los autistas de alto nivel y constatan que hay “grados en el autismo” y apuntan a
encontrar un autismo adulto con la noción de personalidades autísticas, en las que no faltan
las suplencias, así como la conservación, incluso la exacerbación de la inteligencia. Para
captar lo importante extrapolan un modelo que resultó insuficiente, ya que el predominio
doble y de la pulsión de destrucción constituyen nociones demasiados amplias e
insuficientes para la estructura del autismo. Más decisiva resulta ser la referencia a la
carencia de la alienación ste. A partir de la hipótesis de una primacía de la pulsión de
destrucción tratan de precisar la especificidad de una estructura autística refiriéndose a
varios testimonios: Marie-Francoise, Grandin, William, Sellin. Edgar Allan Poe, y otros.
Su tesis conduce a repensar el planteamiento de la tripartición neurosis, psicosis y
perversión de los funcionamientos subjetivos, ya sea más bien a reducir la estructura
autística a lo que otros como Tustin llaman un núcleo autístico y que encuentran en
diferentes patologías.
La nueva clínica espectral del autismo tiene dificultades para encontrar un marco, de tal
manera que no ofrece la suficiente protección frente a extensiones excesivas como las de
los Lefort. Apoyándose en criterios comportamentales, tb Grandin se ve llevada a asociar
autismo con genio de modo que encuentran rasgos autísticos en Einstein, Ludwig
Wittgenstein y Van Gogh todos ellos niños bastantes solitarios.
Al extender de este modo el campo del autismo, Grandin, Ledgin y los Lefort, a partir de
presupuestos diferentes, llegan a concepciones que los alejan de los descubrimientos de
Kanner y Asperger. Dichos descubrimientos convergen en la caracterización de un
síndrome consistente en actitudes de aislamiento de los de as, dificultad para soportar los
cambios en el entorno, una atracción excepcional por los objetos, trastornos del lenguaje
persistentes y una aparición precoz de estos fenómenos (antes de los 24 o 36 meses).
De ahí que se haya propuesto otro planteamiento psicoanalítico de la estructura del autismo,
tratando de mantenerse más cerca de la nueva clínica espectral. Se esbozó en 1998 en un
artículo titulado “del autismo de Kanner al síndrome de Asperger”. Las tesis que allí se
proponían se esforzaba por captar la especificidad del autismo a partir de 2 características
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principales: un trastorno de la enunciación, derivado de una carencia de la identificación
primordial, por otra parte una defensa específica que se apoya en un objeto fuera del
cuerpo. La primera característica constituye una convergencia esencial con los Lefort, pero
el estudio de las defensas y de la transferencia autísticas se aborda de un modo diferente.
No se puede considerar que la primacía de la pulsión de destrucción constituya una
característica del funcionamiento autístico. Los Lefort no concebían otra salida que no sea
la paranoia o la muerte pero numerosas curas de niños autistas mostraron que la
transferencia puede establecerse de forma duradera sin caer en la destructividad, basta
pensar en Dick y Dibs así como las de Tustin.
A principios del siglo XXI, el abordaje psicoanalítico del autismo no parece haberse
desprendido de 2 impedimentos principales. El primero es el anclaje del propio término de
autismo en la esquizofrenia de Bleuler: para muchos el autismo infantil precoz sería una
forma grave de esquizofrenia; esto pudo llevar a los Lefort a considerar que la evolución
del autismo se producía en dirección a la psicosis. El segundo impedimento es la fuerte
resistencia a la noción de “espectro del autismo”, que resulta poco compatible con los
planteamientos genéticos, obligados a considerar a los autistas de alto nivel como si
hubieran salido del autismo.
El espectro del autismo es una noción vaga, de limites difusos, pero aun así, se impone a
partir de la clínica y no de una hipótesis etiológica; sugiere la existencia de un mismo modo
de funcionamiento subjetivo tras una gran variedad de cuadros clínicos: implica la tesis de
acuerdo con la cual la evolución del autismo se produce hacia el autismo y confirma la
intuición de Asperger en el que “lo esencial permanece invariable”.
La existencia de una estructura autística parece desprenderse de la constatación de un
espectro clínico. Asperger describe “la persistencia en el tiempo de la personalidad
autística tipo constituye un índice que demuestra que se trata de una entidad natural”. La
inteligencia y personalidad se desarrollan, y a lo largo de esta evolución algunos rasgos se
afirman o retroceden, de tal modo que los problemas que se presentan varían. Pero los
aspectos esenciales de tales problemas se mantienen inalterados. En la infancia temprana,
los autistas tienen dificultades para la adquisición de competencias simples en el dominio
de la vida práctica y adaptación social. Estas dificultades provienen de un mismo trastorno
que provoca, en la edad escolar, problemas de aprendizaje y de comportamiento; en la
adolescencia problemas relativos al trabajo y a las competencias; luego en la edad adulta,
conflictos sociales y conyugales. Así, a parte de su sintomatología propia lo que hace del
autismo una entidad particularmente reconocible es su constancia.
El abordaje psicoanalítico recusa la hipótesis del hombre normal: Freud prefería suponer
que la mayoría de los mecanismos patológicos eran inherentes a todo ser humano. El
hombre normal es una ficción estadística que construye un ser abstracto que supuestamente
se desarrolla en etapas predefinidas, ninguna de las cuales se puede saltar. Pero ante esto
Lacan plantea que en las entrevistas con sus pacientes ninguno es igual a otro, ni tienen o
presentan los mismos síntomas, o mismas fobias como tampoco las cuentan de igual
manera. ¿Qué es eso del hombre medio? Se pregunta.

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La especificidad del planteamiento psicoanalítico consiste en considerar que el sujeto tiene
un saber esencial sobre su forma de funcionamiento, o sea, en tomarse en serio lo que los
autistas dicen de sí mismos.

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