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Psicoanálisis 1: Apuntes de clases 2020

Conferencia 1

El psicoanálisis es una modalidad de tratamiento médico de pacientes neuróticos.


Se le expone al neurótico las dificultades del método (larga duración, grandes esfuerzos y
sacrificios, y lo incierto de los resultados)
La primera dificultad es que en el psicoanálisis es todo diverso. En el tratamiento analítico
se da un intercambio de palabras entre el analizado y el médico. El paciente habla, cuenta
sus vivencias pasadas y su presente, confiesa deseos y afectos. Mientras que el médico
escucha, dirige las ilaciones de pensamiento del paciente y empuja su atención en ciertas
direcciones y observa las reacciones. Las palabras son importantes para el psicoanálisis, ya
que despiertan sentimientos y son el medio universal en el que los hombres se influyen los
unos a los otros. Por eso, no hay que despreciar el empleo de la palabra en la psicoterapia.
La conversación en qué consiste el tratamiento psicoanalítico no soporta terceros oyentes;
no puede ser presentada en público.
Si no existe ninguna certificación objetiva del psicoanálisis ni posibilidad alguna de hacer
demostración pública del mismo, ¿Cómo se puede aprenderlo y convencerse de la verdad
de sus declaraciones? El psicoanálisis se aprende primero en uno mismo, por el estudio de
la personalidad propia. Existe una serie de fenómenos anímicos frecuentes que tras alguna
instrucción técnica pueden ser objeto de análisis de uno mismo. Más lejos se llega cuando
uno se hace analizar por algún experto, si se vivencian en el yo los efectos del análisis y
poder descubrir firmemente la técnica del procedimiento.
La segunda dificultad que tenemos, es que no hubo interés en el estudio de la vida
psíquica, se habitúa a mirarlo con desconfianza, a negarle el carácter de cientificidad. Ni la
filosofía, ni la psicología descriptiva, ni la psicología experimental son capaces de explicar la
relación que hay entre lo corporal y lo anímico o ponerles al alcance las claves para la
comprensión de una perturbación posible en las funciones anímicas. Quiere dar a la
psiquiatría esa base psicológica, que permite hacer inteligible el encuentro entre la
perturbación corporal con la anímica.
Otras dos aseveraciones ingratas del psicoanálisis son: la idea de que los procesos
anímicos son inconscientes y que los procesos conscientes son actos singulares y partes de
la vida anímica total; La aseveración de que las mociones pulsionales son sexuales y
desempeñan un papel importante en la causa de enfermedades mentales y nerviosas.
¿Cómo se explica esto? Se cree que la cultura fue creada bajo la satisfacción pulsional, y a
su vez es recreada por los individuos que ingresan en la comunidad, que repiten ese
sacrificio de satisfacción pulsional, a favor del todo. Entre estas fuerzas pulsionales están
las sexuales que desempeñan un papel importante; se desvían de sus metas sexuales y se
dirigen hacia otras, que se sitúan socialmente en un plano más elevado, no sexual.
La sociedad encuentra una amenaza para su cultura cuando se emancipan las pulsiones
sexuales y regresan a sus metas originarias. La sociedad, entonces, convierte lo ingrato en
lo incorrecto y pone entredicho las verdades del psicoanálisis con argumentos lógicos y
fácticos, pero lo hace a partir de fuentes afectivas y sostiene esas objeciones como
prejuicios, contra todo intento de réplica.

16: Conferencia Psicoanálisis y Psiquiatría


Freud explica que el psicoanálisis se aprende en mayor medida por su aplicación como
método terapéutico. Explica que actos sencillos que parecen intrascendentes o carentes de
sentido, en realidad esconden un significado profundo.
Caso: mujer de 53 años, vive en campo, en feliz matrimonio. Es llevada a la consulta por su
yerno, duda de la infidelidad de su marido. Hace un año le llegó una carta anónima donde
se le denunciaba que su marido mantenía relaciones amorosas con una muchacha joven,
desde entonces quedó destruida. Tiempo antes ella le había dicho a su mucama que lo peor
que le podía pasar era enterarse que su marido mantenía relaciones amorosas con una
chica más joven.
A este tipo de ideas, inaccesibles a argumentos lógicos y reales, se las llama ideas
delirantes. La señora padece de un delirio de celos.
El psiquiatra investigará la historia familiar y dirá que esta señora ha desarrollado ideas
delirantes porque estaba predispuesta a causa de una transmisión hereditaria. El psiquiatra
no conoce otro camino que lo haga avanzar más en el esclarecimiento de un caso así, tiene
que conformarse con el diagnóstico. (El psiquiatra puede medicar, el
psicólogo/psicoanalista no).
La psiquiatría no aplica los métodos técnicos del psicoanálisis, omite todo otro anudamiento
con el contenido de la idea delirante y, al remitirse a la herencia, proporciona una etiología
muy general y remota, en vez de poner de manifiesto primero la causación más particular y
próxima.
Ya que el trabajo psiquiátrico no es contradictorio con el psicoanálisis, se puede deducir que
son los psiquiatras los que se resisten al psicoanálisis, la psiquiatría.
Actitud del psicoanálisis: Fue la propia paciente quien provocó esa carta anónima que sirve
de apoyo para su idea delirante (fue ella quien le dijo a la muchacha que le molestaría saber
que su marido mantenía relaciones amorosas con alguien más joven). La idea delirante
siempre estuvo presente, pero en forma de temor (a que su marido la engañe).
Después de 2 sesiones se llega a la conclusión que había dentro de la señora un intenso
enamoramiento por un hombre joven (del yerno que fue quien la llevó a análisis). De este
enamoramiento ella no sabía nada porque estaba enmascarado en forma de ternura
inocente.
Un enamoramiento así no pudo devenir consciente, pero persiste y, en calidad de
inconsciente, ejerció una presión cuyo alivio fue ofrecido por el mecanismo del
desplazamiento. Así, no solo ella, sino también su marido, mantenían una relación amorosa
con una persona joven, liberando a su conciencia moral del peso de la infidelidad.
Freud hizo este análisis para comparar la psiquiatría con el psicoanálisis ¿Hay contradicción
entre ambos? La psiquiatría no aplica los métodos técnicos del psicoanálisis, omite todo
otro anudamiento con el contenido de la idea delirante, y al remitirse a la herencia,
proporciona una etiología muy general en vez de poner de manifiesto la causación más
particular y próxima. En la psiquiatría no hay nada que pueda rebelarse contra el
psicoanálisis. Entonces, son los psiquiatras quienes se resisten al psicoanálisis, no la
psiquiatría. La psiquiatría describe, hace diagnósticos, le da importancia a la herencia, pero
no explica, ni escucha al paciente. Al contrario, el psicoanálisis sí explica, y lo hace a partir
de buscar el origen del síntoma a través del uso de la palabra.

Los fundamentos históricos de la meta psicología freudiana

Assoun, en “Introducción a la epistemología freudiana” sostiene que el saber analítico se


concibe como una especie de intervalo imaginario que explora un espacio transitorio. Su
validez y su especificidad quedan tanto mejor aseguradas cuanto que se piensa como ese
intervalo.
¿Qué se entiende por esa representación del intervalo? En primer lugar que la tópica se
establecerá cuando se determine el nexo con el substrato anatómico, lo que incumbe a la
anatomía. En segundo, que la dinámica se dilucidará cuando se descubra la sustancia
química cuyo proceso determina la fuerza, lo que incumbe a la química. Y por último, que la
económica quedará asegurada cuando se realice el imperativo de medición, lo que incumbe
a la física.
El psicoanálisis se sitúa en el cruce de la tópica, de la dinámica y de la económica
inacabada. Vive de esa falta de conclusión, por eso su palabra clave es “provisional”,
cuando se considera la cuestión del dispositivo del saber.
Todo el saber analítico se reflejará forzosamente en las estructuras y los procedimientos
concebidos por la ciencia de su tiempo y codificados en los modelos epistemológicos de sus
maestros.
El psicoanálisis como forma de saber que interviene en el espacio de lo inacabado, se
realizará en su muerte, al alcanzar el límite de su perfección epistémico, absorbida por los
demás saberes. Si se imagina las correlaciones anatómicas fijadas, las sustancias químicas
descubiertas, las mediciones realizadas, tópica, dinámica y económica acabadas; al
cerrarse el campo, el psicoanálisis acabado como edificio metapsicológico se volvería un
punto imaginario en los confines de una anatomía, de una física y de una química
acabadas. Su muerte y su perfección se conjugan, pues, en su imaginario científico.
Mientras tanto, el psicoanálisis reivindica su autonomía en la carencia.

Seminario II de Lacan: “El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica”

El “yo” tiene un lugar en la teoría y técnica psicoanalítica, así como lo tiene en otras
disciplinas.
En francés existen dos vocablos que permiten diferenciar el “yo”: Je pronombre personal
singular, siempre cumple función de sujeto; y el MOI también pronombre de la primera
persona que hace las veces de complemento.
El jo Moi es con el que nos manejamos cotidianamente, es el yo imaginario, de la imagen,
de como te presentas ante los demás "soy yo". Y el Yo Je es simbólico, no está
permanentemente afuera como el Yo Moi, este irrumpe o sea sale y se vuelve a esconder,
como los actos fallidos, el chiste etc.
El ich freudiano (yo en alemán) se asume como yo (moi) es decir del lado del
funcionamiento imaginario, como complemento. Lacan propone que esto es parte de la
historia del concepto, y que es con Freud con quien se marca una división histórica, en la
que “moi” puede ser asumido conceptualmente como “el antes” en un tiempo preanalítico a
lo desarrollado por Freud. Las nuevas perspectivas abiertas por Freud abolían las
precedentes, revolucionan el estudio de la subjetividad y muestran que el sujeto no se
confunde con el individuo.
La noción del yo fue elaborada con el correr de los siglos tanto por los filosos como por la
conciencia común. Luego de la introducción de la teoría freudiana se dará una revolución,
en el sentido copernicano, en relación con la comprensión e intervención sobre el aparato
psíquico.
El descubrimiento freudiano tiene exactamente el mismo sentido que el descentramiento
que aporta el descubrimiento de Copérnico.
Vivencia de satisfacción

Es una vivencia mítica.


Freud va a decir que el ser humano cuando nace no puede satisfacer sus necesidades por
sí solo. Necesita de otro auxiliar. Con el paso del tiempo tendrá un incremento de
excitaciones y por el principio de constancia tenderá al llanto, a descargar todas esas
excitaciones por medio de la motilidad. El llanto del niño sirve para descargar esas
excitaciones que le han llegado a él por el principio de constancia.
En el acto de alimentar al niño aparecen dos huellas mnémicas que están asociadas. Una
huella tiene que ver con la excitación de la necesidad y la otra huella tiene que ver con la
persona que satisface esa necesidad. Esto es a lo que llama “vivencia mítica de
satisfacción”. La próxima vez que aparezca la necesidad, el sujeto va a intentar restablecer,
investir nuevamente esa satisfacción primera.
El deseo es la moción de intentar de nuevo esa satisfacción primera y poder percibirla
nuevamente se le llama cumplimento del deseo. El deseo es el motor del aparato.
¿De qué manera intenta revertir esa vivencia primera?
Freud va a hablar de lo que es el proceso primario, este pertenece al terreno de lo
inconsciente y tiende a investir esa satisfacción primera por la vía corta regrediente, es una
regresión inmediata que finaliza en la alucinación. Esta manera no es muy efectiva porque
la satisfacción no sobreviene. Por más que uno esté alucinando que está siendo
alimentado, no está sucediendo literalmente. Entonces el sujeto tiene que modificar esa
forma primitiva del aparato por una que sea acorde a sus necesidades.
La otra forma es el proceso secundario, este pertenece al campo del preconciente y se rige
por la identidad de pensamiento. La persona busca la satisfacción por medio del mundo
exterior, va a decidir qué hacer. Lo hace mediante rodeos. Se rige por el principio de
realidad, el sujeto tiene que amoldarse al mundo exterior que tiene determinadas reglas,
que van a impedir que se pueda cumplir el deseo de manera inmediata.

La primera tópica

En el nivel consciente se encuentran todos los pensamientos, emociones y acciones


directamente relacionadas con la realidad: es el sistema más accesible para nosotros,
mediante el cual nos relacionamos con los estímulos externos o internos a través de los
sentidos. Este sistema está relacionado con la memoria a corto plazo y representa nuestra
percepción en el momento presente, tanto de nosotros como del entorno.
Sin embargo, la percepción es subjetiva y diferente para cada persona, lo que explica que
no solo percibimos a través del sistema consciente, sino que el sistema preconsciente e
inconsciente también están involucrados en este proceso y es por eso que a veces la
realidad puede verse distorsionada.
El nivel preconsciente es el que se encuentra entre el inconsciente y el consciente.
Representa a todos los sentimientos, pensamientos, fantasías, etc. que no se encuentran
en la consciencia pero que fácilmente se pueden hacer presentes. Es el caso de recuerdos
que teníamos olvidados, pero de los que nos acordamos solo cuando alguien nos habla de
ello o a lo que nos referimos cuando utilizamos la expresión.
El sistema inconsciente es el nivel menos accesible de la consciencia. En él se encuentran
todos los sentimientos, vivencias, deseos, etc. que suponen un conflicto para nosotros y que
están reprimidos. Esto es así debido a que la intensidad y el contenido de los mismos está
asociado a emociones displacenteras y sufrimiento y por tanto los alejamos de la
consciencia como mecanismo de defensa. A pesar de que lo que se encuentra en el
inconsciente no es fácilmente accesible y está oculto para nuestra consciencia, nos influye
notablemente y se manifiesta en forma de síntomas, sueños o actos fallidos, entre otros.
Tanto el nivel consciente como el preconsciente respetan las leyes lógicas y cronológicas
de la temporalidad. Esto significa que están ajustadas a la realidad y al momento presente.
Sin embargo, el inconsciente es atemporal.
Otra característica común entre los primeros dos niveles de conciencia es el principio de
realidad, por lo que estos sistemas nos permiten tanto adaptarnos a las circunstancias como
postergar nuestro deseo si este no se puede satisfacer en el momento. Por el contrario, el
inconsciente no tiene esta capacidad, sino que busca satisfacer su placer y deseo sin
espera y control ya que en este caso predomina el principio de placer.
Otra diferencia entre los sistemas que describe Freud se refiere a la lógica de realidad.
Mientras que el nivel consciente y preconsciente están prescritos a los códigos de lenguaje
y los contenidos tienen significado literal y no oculto, el inconsciente no sigue ningún orden
lógico, es incoherente y caótico y por tanto tiene significados que van más allá de lo
evidente y literal.

Proceso primario y secundario

Freud va a decir que son formas del manejo de la energía psíquica.


Uno es primario porque aparece primero y tiene que ver con el sistema inconsciente. El
secundario tiene que ver con el preconciente y conciente.
El primario: la energía fluye libremente, es decir fluye de una representación a otra. Van a
estar las representaciones psíquicas con las energías añadidas a esa representación.
Lo que busca el proceso primario es la satisfacción inmediata, está rígido por el principio de
placer. A través de esto busca la identidad de percepción.
En el secundario no es libre, sino que está ligada a esas representaciones. Lo que busca es
una satisfacción mediata. Mediante esto busca la identidad de pensamiento.
Freud explica el advenimiento de estos dos procesos por medio de la primera vivencia de
satisfacción.
Va a decir que el aparato psíquico está regido por el principio de placer y el principio de
constancia.
Por el principio de placer significa que el aparato psíquico busca evitar el displacer y
acercarse al placer. En términos de energía es como el aparato psíquico siente el placer.
Cuando hay un incremento de tensiones en el aparato psíquico, este lo va a sentir como
displacer mientras que cuando hay una disminución, una descarga de esta energía psíquica
el aparato psíquico lo va a sentir placentero.
Va a tratar de evitar que se acumule energía en el aparato psíquico y va a buscar si es que
se acumula, descargarla. Va a mantenerlo en mínimo, esto tiene que ver con el principio de
constancia que busca que la energía del aparato psíquico esté a un mínimo para poder
funcionar.
En la primera vivencia satisfacción, el niño tiene por primera vez la sensación de hambre.
No sabe qué es lo que sucede y busca descargar esta insatisfacción grande que tiene y la
busca descargar de la única forma que puede que es motrizmente. Entonces llora, grita. La
mamá lo amamanta y de esa forma calma al niño y baja su tensión en el aparato psíquico
generando la primer vivencia de satisfacción. Esto deja una huella mnémica, una huella en
la memoria que va a ser todo lo que sucedió en esa vivencia de satisfacción.
El proceso primario está desde el nacimiento es innata. Este incremento de tensión en el
aparato psíquico va a ser manejado desde el proceso primario, lo que va a buscar es la
satisfacción inmediata, el camino más corto. Esto es revivir por vía alucinatoria la huella, la
memoria de esa primera vivencia de satisfacción. Esta búsqueda de la identidad de
percepción, esta búsqueda de la percepción alucinatoria en algún momento el niño se da
cuenta que no satisface su hambre real por lo tanto va a tener que manejar la energía de
una forma distinta. Va a tomar la información que está en esa memoria para modificar la
realidad y de la realidad le venga la acción específica que cambia su necesidad. Este es el
proceso secundario, que ya no busca la identidad perceptiva sino una identidad de
pensamiento. Ambos procesos se complementan.
El sistema secundario está ligado al sistema preconciente-consciente mientras que el
proceso primario al inconsciente.

En “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” (Freud, 1911/1985), el
dominio del principio del placer se ve limitado por la introducción del principio de realidad,
que aparece como su relevo bajo la influencia de las pulsiones de autoconservación del yo.
Otra limitación es la represión, pues contraría el desarrollo unitario del yo.
El dualismo pulsional proviene de “Introducción al narcisismo” (Freud, 1914/1985) cuando
Freud divide a las pulsiones en pulsiones de autoconservación (yoicas, no sexuales) y
pulsiones de objeto. A partir de 1920 ambas serán consideradas como libido, representante
de Eros (lo que cohesiona todo lo viviente), y la dualidad se dará por la introducción de la
pulsión de muerte.

Los dos principios del acaecer psíquico.

Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico", de 1911, es el texto donde
Freud introduce el principio del placer y el principio de realidad como los dos principios que
rigen el funcionamiento psíquico. Mientras que el primero tiene por fin procurar el placer y
evitar el displacer, sin trabas ni límites, el segundo modifica al anterior, imponiéndose las
restricciones necesarias para la adaptación a la realidad externa.
Freud retoma aquí la tesis que ya había planteado en otros textos anteriores, según la cual
el estado de reposo psíquico inicial habría sido perturbado por las exigencias de las
necesidades internas. En un primer momento, se habría producido un intento de
satisfacerlas por vía alucinatoria, es decir, mediante la representación en una alucinación
del objeto pensado o deseado, tal como sucede con las ideas oníricas. Esta sería la vía del
principio del placer, que es la tendencia a que obedecen los procesos primarios.
Pero el desengaño ante la ausencia de la satisfacción esperada habría llevado el aparato
psíquico a abandonar la tentativa de satisfacción por medio de alucinaciones, y a
representarse las circunstancias reales del mundo exterior e intentar modificarlas,
introduciendo así el principio de realidad, según el cual lo que se representa no es lo
agradable sino aquello acorde a la realidad, aunque sea desagradable.
La introducción del principio de realidad conlleva importantes consecuencias.
destaca las diferencias que se producen entre las pulsiones yoicas y las pulsiones sexuales
en relación al relevo del principio del placer por el de la realidad y sus consecuencias
psíquicas. Así, mientras que las pulsiones yoicas siguen el camino descrito, las pulsiones
sexuales se separan de manera significativa. Porque las pulsiones sexuales, al principio, se
comportan de forma autoerótica, de modo que se satisfacen en el propio cuerpo y no llegan
a experimentar la frustración que lleva a instituir el principio de realidad. Y cuando
posteriormente se inicia el proceso de la elección de objeto, éste queda interrumpido por el
período de latencia, de manera que la pulsión sexual queda retenida por largo tiempo bajo
el dominio del principio del placer, del que en muchos casos ya jamás se sustrae.
En consecuencia, se establece un vínculo estrecho entre pulsión sexual y fantasía, mientras
que las pulsiones yoicas se relacionan más con la conciencia. La satisfacción en objetos
sexuales imaginarios, más fácil y pronta, se mantiene a menudo en sustitución de la
satisfacción en objetos reales, más trabajosa y aplazada. A esto hay que sumar el hecho
que en el terreno de la fantasía la represión se mantiene omnipotente y consigue inhibir las
representaciones antes de que puedan ser advertidas por la conciencia y provocar
displacer. De todo ello se puede concluir que la pulsión sexual se rige por el principio del
placer, quedando así, efectivamente, la realidad desexualizada y dominando las pulsiones
yoicas.

Diferencia entre la concepción del aparato psíquico en Carta 52 y en la interpretación


de los sueños

En carta 52 aparece un aparato de arco-reflejo dónde lo podemos ver como un aparato de


descarga, que ingresan excitaciones y que salen, tienen una entrada y salida.
Es un aparato compuesto por neuronas (esa es la diferencia sustancial que hay respecto a
Interpretación de los sueños) porque en este momento, Freud, tenía una lectura desde la
neurología.
Freud explica que este aparato está compuesto por tres instancias en donde todo el
material que va ingresando se va transcribiendo en esas instancias y cada una de esas
instancias tiene reglas. Lo esencialmente nuevo en la teoría es que la memoria no preexiste
de manera simple sino múltiple. Hay una memoria que no es consciente.
Freud trabaja con el supuesto de que nuestro mecanismo psíquico se genera por
estratificación sucesiva, es decir que de tiempo en tiempo todo el material existente en ese
aparato va a experimentar un reordenamiento que se va a dar según nuevos nexos y esto lo
llama Retranscripción. Es decir que una vez que el material ingresó por medio de las
excitaciones y quedó transcrito en una instancia va a ir avanzando a otras instancias y va a
experimentar distintas retranscripciones según las leyes que tiene cada instancia. Esto lo
podemos pensar como huellas mnémicas.
Las transcripciones de los contenidos se van a dar por portadores neuronales.
Los elementos que podemos ver en este sistema son las neuronas, dónde se generan las
percepciones, y es una instancia que no tiene memoria. Lo único que hace es generar las
percepciones que podemos percibir.
Los signos de la percepción es la primera transcripción de las percepciones, insusceptibles
de conciencia y articulada según una asociación de simultaneidad.
En una segunda instancia, vamos a ver al inconsciente que también tiene un material que
no puede llegar a conciencia y que se va a ordenar según nexos causales.
En una tercera instancia, tenemos al preconciente en dónde hay una especie de
representación palabra dónde todo el material que llega a esta instancia puede acceder a la
conciencia pero que tiene que respetar ciertas reglas que no generan displacer para que el
material llegue a la conciencia.
Freud va a decir que las transcripciones se van a seguir unas a otras que van a representar
distintas épocas de la vida y también que cada reinscripción que se hace de un sistema a
otro va a depender de que inhiba la excitación que quedó en el sistema anterior, para poder
seguir avanzando en los diferentes sistemas.
Una vez que una transcripción pasa de un sistema a otro, además de sufrir diferentes
modificaciones por las leyes de cada sistema, también va a desviar la excitación que generó
el sistema anterior. Si esto no ocurre va a haber una defensa patológica. Si se deniega la
posibilidad de que ese material sea transcrito según ciertas leyes de este nuevo sistema
deviene la represión. Acá es cuando aparece por primera vez este concepto.

Respecto a la interpretación de los sueños, la gran diferencia es que en este texto parte
preguntándose porque nosotros soñamos en imágenes. Acá no habla de neuronas, sino de
una no atómica y también va a decir que este aparato es bidireccional. Tiene una vía
progrediente que va desde la percepción a la motilidad y por otro lado, una vía regrediente
que va desde la motilidad hacia la percepción.
Freud va a decir que el sueño es un acto psíquico de pleno derecho y que tiene al deseo
como fuerza impulsora. Cuando soñamos nos da la impresión que es una vivencia presente
que a su vez soñamos en imágenes. El escenario de los sueños es distinto al escenario de
la vigilia.
Este aparato está compuesto por sistemas que tienen ciertas características.
Primero, que posee una orientación espacial constante. Segundo, que se siguen unos a
otros.
Tercero, que la excitación que ingresa en este aparato va a recorrer de manera temporal
cada uno de los sistemas y que la primer dirección es que parte de estímulos y termina en
inervaciones, por lo tanto todo proceso sensorial empieza ingresando por el extremo
sensorial, el que recibe las percepciones y va a salir por el extremo motor que es el que
tiene la posibilidad de abrir las puertas a la motilidad. De hacer que todo lo que ingresa
salga por el mundo exterior.
Todas las percepciones que llegan al aparato psíquico dejan una huella mnémica, está
huella tiene una sola función que es la memoria. Es la que genera la memoria dentro de
nuestro aparato y se basa en alteraciones que se hacen para los distintos elementos de los
sistemas. Es decir que cuando ingresa una percepción, en los sistemas se produce una
alteración que deja una huella permanente y esa huella es la memoria.
Este aparato psíquico tiene un primer sistema que es la percepción, que nada guarda. Todo
lo que recibe a modo de estímulo carece de memoria y permite que avance como vía
progrediente dale aparato psíquico. Detrás de eso hay un segundo sistema que va a
trasponer esa excitación que viene a partir de esa percepción, se va a quedar fijada a modo
de huella permanente dentro del sistema. Por lo tanto las distintas percepciones van a estar
enlazadas entre sí por asociaciones y van a quedar fijadas dentro del aparato a partir de la
excitación que genere.
Principalmente este aparato tiene dos instancias o sistemas: una instancia criticadora y una
instancia criticada.
La criticadora es el preconciente. Este se relaciona con la conciencia, se ubica entre la
infancia criticada y la conciencia como una pantalla que permite definir qué es lo que sale
hacia el exterior. Por lo tanto se va a situar en el extremo motor del aparato. Va a definir si
puede salir a la conciencia o no aquella percepción que ingresó. También guía la vía de la
vigilia, la atención y la motilidad voluntaria.
Detrás de eso hay una instancia criticada, es la que se excluye de la conciencia que jamás
va a llegar a la conciencia y es la que permite que soñemos en imágenes y permite la fuerza
impulsora para la creación del sueño. Todo lo que atraviesa, lo inconsciente, algo de eso
puede llegar al preconciente pero solo si sufre ciertas alteraciones que respeten las leyes
que pone el preconciente para que el material salga a la luz, o sea que salga a la
conciencia.
¿Por qué soñamos en imágenes? Durante la vida de vigilia, nuestro aparato psíquico recibe
estímulos y por medio del polo motor volcarlos hacia el exterior. En la vida del sueño, el polo
de la motilidad está cerrado, por lo tanto nuestro aparato recorre por vía progrediente por
medio de la energía, de la fuerza impulsora que otorga el inconsciente recorre todos los
sistemas y llega al polo motor, el problema es que ese polo está cerrado. Por lo cual vuelve
de manera regrediente hacia el primer sistema, es decir hacia la percepción. Cuando
recorre esta vía va excitando los sistemas hasta llegar a la percepción y ahí es cuando se
sueña en imágenes. Por lo tanto las percepciones dan lugar como imágenes de las que una
vez partieron porque nosotros en nuestra percepción también recibimos representaciones
en imágenes.
A partir de encontrarle respuesta a porque se sueña en imágenes, va a decir que durante el
día hay censuras por lo tanto todo es manejado por el preconciente, lo que sale a la luz y lo
que no. De noche la censura baja porque el polo motor y el preconciente están durmiendo y
aparece esta regresión.
Esta regresión es una pero tiene tres aspectos: uno tópico, porque va atravesando los
distintos sistemas; también es temporal porque regresa a formaciones que son más
antiguas; y formal porque se figura de un modo primitivo es decir de las imágenes que
percibimos.
El sueño es una regresión a la condición más temprana del soñante, una reanimación de su
infancia, de las mociones pulsionales que lo gobernaron entonces y de los modos de
expresión de que disponía.

La interpretación de los sueños

El aparato psíquico no es anatómico. Está compuesto por sistemas que tienen una
determinada dirección, parte de estímulos y termina en inervación.
Hay un sistema “P” que es el sistema perceptivo, este se encarga de captar, de recibir los
estímulos, y el otro sistema denominado “M” es el sistema motor y se encarga de descargar
por medio de la motilidad esos estímulos que el sistema P capto. Todo lo que llega al
sistema P va a quedar registrado en el aparato como una huella mnémica que es una marca
permanente en el aparato.
El sistema más cercano al extremo motor se denomina “preconciente”. Tiene las llaves de la
motilidad voluntaria y permite que excitaciones accedan fácilmente a la conciencia, detrás
de este sistema se encuentra el ICC que no puede acceder a la conciencia sino es por
medio del preconciente.
El incremento de energía psíquica se percibe de manera displacentera y la disminución de
energía psíquica se percibe de manera placentera. El aparato psíquico tiende a mantener
los niveles de energía bajos, es decir, tiende al placer. El aparato psíquico se rige por el
principio de placer.
La fuerza impulsora del sueño proviene del ICC y lo entendemos porque el camino del
aparato psíquico es un camino progrediente en el estado de vigilia.
Cuando uno duerme hay una clausura del mundo exterior, no cuenta con las llaves de la
motilidad voluntaria. Entonces ese camino progrediente choca con que la motilidad está
cerrada y debe tomar otro camino, que es el regrediente. Por eso se dice que el sueño es
una regresión. Freud dice que es una regresión a la infancia, donde se reaniman todas las
experiencias infantiles.
Freud sostiene que los sueños penosos además de ser interpretables, son cumplimento de
deseo inconciente, contenido reprimido que mientras la persona duerme accederían a la
conciencia de un modo desfigurado. Freud sostiene que nadie puede considerar una
casualidad "el hecho de que en la interpretación de estos sueños lleguemos siempre a
temas de los que no hablamos o en los que no es desagradable pensar. Este sentimiento
de displacer que retorna en sueño, no excluye, sin embargo, la persistencia de un deseo.
Todo hombre abriga deseos que no quisiera comunicar a los demás ni confesarse así
mismo.
Este deseo, que tiene la fuerza propia de lo infantil, es el que mueve el aparato psíquico
hacia un cumplimiento alucinado en el sueño.
El contenido icc puja por aparecer en la vida consciente del sujeto, y en el sueño lo hace de
forma desfigurada como forma de burlar la censura de la represión. El sueño es la
realización disfrazada de un deseo reprimido.
Hay sueños que se presentaban de manera franca como cumplimiento de deseo, y otros en
que este era irreconocible y a menudo ocultado por todos los medios. A los sueños de
deseo no desfigurados se encuentran sobre todo en los niños; y breves sueños de deseo en
los adultos.
Génesis del sueño (los distintos deseos que pueden aparecer en el sueño): Uno puede
soñar con una moción de deseo que apareció en la vida de la vigilia y que por alguna razón
externa el sujeto no la pudo satisfacer y estos deseos pertenecen al sistema consciente.
Entonces este deseo consciente puede emerger luego a la noche; hay mociones de deseos
que han tenido que ser reprimidos, que pueden emerger a la noche y deben ser
desfigurados; las mociones de deseo actuales, deseos que aparecen mientras uno duerme
y que el sujeto empieza a soñar con satisfacer ese deseo que tiene en ese instante.
Génesis de los sueños de los adultos: tiene que haber dos tipos de mociones de deseos,
por lo general son sueños desfigurados. Tiene que haber un deseo inconsciente pero tiene
que valerse de los restos diurnos. Los restos diurnos son algo que sucedió, que prevaleció
durante la vigilia, es consciente. Sin embargo, en el sueño prevalece el deseo ICC y el rol
del resto diurno no es más que secundario.
Los sueños infantiles reflejan que un deseo no tramitado durante el día puede ser el
excitador del sueño. A medida que vamos dominando nuestra vida pulsional mediante la
actividad del pensamiento renunciamos cada vez más a la formación de deseos intensos
como los del niño.
En los sueños es donde hay más resistencias, son aquellos que están desfigurados. Todo
sueño es cumplimento de deseo. Los deseos reprimidos a veces afloran en los sueños. El
sueño es un disfraz, esconde un deseo icc prohibido y displacentero. Aquellos deseos
generan un conflicto y si la persona soñase esos deseos tal cual son, el sueño no podría
cumplir su función, que permanezca el guardián del dormir.
Hay una técnica en la asociación libre que consiste en decirle a la persona que repita el
relato del sueño. Rara vez esos relatos se dan de manera idéntica. Acá hay que prestarle
atención a las palabras que utiliza, dónde hace una modificación, ahí es donde está el
verdadero significado del sueño.
Freud dice que hay una diferencia entre contenido manifiesto y la elaboración secundaria (lo
que relata posteriormente sobre el sueño) es que hay una variación por los mecanismos
propios del sueño.
El contenido manifiesto es el contenido que el sueño cuenta, lo que uno literalmente ha
soñado. Mientras que el contenido latente es despejado por nuestro procedimiento, el
significado del sueño, los mensajes que se encuentran detrás del contenido manifiesto.
El sacro egoísmo del yo es la postura que toma el sujeto antes de dormir. Donde muestra
desinterés por el mundo exterior. Esta postura es la que permite que emerjan los deseos
inconscientes que en la vida de la vigilia tienen que estar reprimidos, escondidos. El yo está
presente en el sueño, se ve como desfiguración onírica y censura onírica. La desfiguración
es lo que lo hace incomprensible. La censura onírica es la resistencia que se utiliza en la
represión pero actuando en el sueño.
A veces la censura trabaja diferentes intensidades. Entonces hay algunos deseos
inconscientes que pueden eludir a la censura y empieza a cumplirse este deseo icc sin
desfiguración, esto le genera displacer al sujeto y esa angustia hace que se despierte.
La condensación: El trabajo del sueño se va a encargar de que los elementos latentes que
son similares se fusionen en una sola.
El desplazamiento: Hay elementos que no se sustituyen por componentes propios sino que
se sustituyen por elementos más alejados, el acento psíquico se pasa de lo más importante
a lo menos importante.
La trasposición: Los sueños siempre son en tiempo presente y en imágenes visuales. En la
transposición de palabras a imágenes hace que se pierda mucho contenido. Por eso el
contenido manifiesto tiene menos contenido que el latente.
El miramiento por la figuralidad consta de imágenes visuales dentro del sueño; es una
transposición de los pensamientos en imágenes que se producen durante la formación del
sueño.

Lacan: Metáfora y Metonimia

Lacan introduce las figuras de la metáfora y de la metonimia en su teorización como leyes


del lenguaje en su Seminario III a partir de los trabajos de Jakobson sobre las afasias.
La metáfora supone un significante que viene en lugar de otro.
Corresponde a la afasia motora, en la que se producen fallas en la contigüidad: los
pacientes son incapaces de articular una frase compuesta que, no obstante, pueden
nombrar correctamente.
La metáfora es la sustitución de una palabra por otra, la metonimia es la conexión de una
palabra con otra palabra. Ambas implican la imposibilidad de la existencia de un significante
aislado. Por otra parte, la metáfora y la metonimia son los mecanismos freudianos de
condensación y desplazamiento respectivamente.
En psicoanálisis, de acuerdo a la teoría lacaniana, la metonimia es uno de los dos procesos
psíquicos, siendo el otro la metáfora, usados por el inconsciente para manifestarse. El
siguiente ejemplo trata de ilustrar este punto: una persona que odia a su padre, al no poder
hacer consciente este sentimiento, desarrolla una aversión aparentemente inexplicable
hacia la marca de cigarrillos que este fumaba. En este caso, lo que el padre significa para el
sujeto (significado) se traslada del significante inicial (el padre) hacia otro que está
relacionado (los cigarrillos).
Las representaciones de los sueños deben disfrazarse para engañar la censura de la
consciencia, y estas modificaciones se producen, según Lacan, a través de la metáfora y la
metonimia (una palabra que remite a otra por algún tipo de conexión temporal, lingüístico,
sonoro, etc). El sueño está formado por el deseo inconsciente y el resto diurno, es decir
algunas cuestiones pendientes que quedaron en esos días.
Para avanzar sobre el sueño, Lacan explica que hay que tomar los equívocos que en el
sueño aparecen, junto con sus desplazamientos (cambio en el orden de las letras de una
palabra o frase que da lugar a otra palabra o frase distinta).
La condensación se relaciona con la metáfora porque en esta última se selecciona una
representación y se sustituye por otra semejante. El nuevo representante condensa una
información que el primero no tenía, suma información nueva. Y el desplazamiento se
relaciona con la metonimia porque para lacan la metonimia desplaza el todo por la parte. No
añade información nueva pero genera un contexto.

La represión

La represión es un concepto básico en la teoría psicoanalítica. Se trata de un profundo


olvido de representaciones, pensamientos, ideas y que se manifiestan sus productos a
través de lo que el llama “retorno de lo reprimido”: por medio de lapsus, olvido de nombres o
cosas, síntomas, etc. La represión es uno de los destinos de la pulsión. Su esencia consiste
en evitar el displacer.
Es una etapa previa al juicio adverso, cosa intermedia entre la huida y el juicio adverso.
Esto quiere decir que es imposible fugarse de ese estímulo displacentero que es la pulsión
porque ese placer proviene del propio cuerpo y del propio sujeto, no es un estímulo externo.
El juicio adverso implicaría que si hay represión es porque, no solo no puedo fugarme, sino
que además no puedo juzgar ni formar un juicio acerca de ese displacer que me permita
tomar una posición adversa ese displacer. No lo puedo pensar, juzgar y descartar.
Es un mecanismo por el cual el Yo intenta desalojar de la conciencia representaciones
intolerables ligadas a una pulsión.
Freud diferencia tres tiempos lógicos de la represión: Represión primordial, represión
propiamente dicha y retorno de lo reprimido.
El proceso que se lleva a cabo en la frontera entre lo consciente y lo inconsciente es un
proceso de sustracción de investidura, es decir, un proceso de sustracción de energía pero
que esa representación reprimida sigue teniendo acción en lo inconsciente, por lo tanto la
investidura inconsciente se conserva. En la represión propiamente dicha, una
representación quiere acceder al preconciente pero es reprimida, censurada, entonces se le
retira la investidura preconciente pero conserva la investidura inconsciente y por eso tiene
movilidad desde el inconsciente y no desde el preconciente.
Cuando ya es reprimida esta representación, ésta busca emerger de vuelta en la conciencia
y ahora ya no se puede defender de la energía preconciente porque ya no la tiene.
Entonces para que no vuelva a emerger en la conciencia, se le contrapone una cantidad de
energía, la contrainvestidura, para mantenerla en el inconsciente. Está contrainvestidura
implica un gasto constante de energía y es el mecanismo fundamental de la represión
primaria.
“La represión primordial o primaria” consiste en que la agencia representante psíquica de la
pulsión se le niega el acceso a la conciencia. Así, se establece una fijación, y a partir de ahí
la agencia representante en cuestión permanece inmutable y la pulsión sigue ligada a ella.
Se fragmenta el aparato psíquico.
La segunda etapa de la represión, la represión propiamente dicha, recae sobre los retoños
psíquicos de la agencia representante de pulsión o sobre pensamientos que entraron en un
vínculo asociativo con ella.
Lo reprimido primordial empuja siempre para acceder a la conciencia creando retoños. En la
represión secundaria, estos retoños van a funcionar como polo de atracción de todo lo que
entre en conexión asociativa con lo reprimido primordial. Esta representación que entra en
conexión con lo reprimido conexión, se la separa de su monto de afecto y deviene
inconciente. El monto de afecto queda libre y podrá ser sofocado y nada se sabe de ello,
salir como afecto coloreado o convertirse en angustia.
Con la represión secundaria los mecanismos son dos: el primer mecanismo se encarga de
sustraerle a la representación la investidura preconciente para que no se haga consciente y
en el segundo mecanismo, se la coloca en la representación sustitutiva. La representación
sustitutiva es el síntoma o las formaciones equivalentes.
Por último, el “retorno de lo reprimido” muestra que la represión no siempre es exitosa. Lo
reprimido logra acceder a la conciencia pero disfrazado. Son las secuelas que deja la
represión propiamente dicha (en forma de síntomas o formaciones). Lo intolerable, ahora
disfrazado, vía condensación y desplazamiento, encuentra la manera de sortear la barrera
de la represión accediendo a la conciencia en forma de acto fallido, chiste, síntoma, sueño,
lapsus.
El síntoma no es más que una satisfacción sustitutiva del deseo reprimido pero desfigurado
y desviado de su meta por la resistencia al Yo.
Freud toma como ejemplo las tres psiconeurosis:
Histeria de angustia: Elige el ejemplo del caso del “hombre de los lobos”, que es el caso de
una fobia a los animales. La moción pulsional sometida a la represión es actitud libidinal
hacia el padre. En una primera fase de la histeria de angustia, la angustia se presenta y no
se sabe ante qué (porque la representación fue reprimida). Se necesita un segundo tiempo
para empezar a poner dique a esta angustia. Así aparece el lobo como formación
sustitutiva. Ahora la angustia es ante el lobo, pero sigue habiendo angustia. Por eso se
necesita un tercer tiempo, donde se da el parapeto fóbico, la fobia al lobo, el síntoma. La
fobia actúa como contrainvestidura de la representación sustitutiva, que a su vez actuaba
como contrainvestidura contra la representación reprimida del padre.
Esta represión puede definirse como fracasada, ya que, su obra consistió solamente en
eliminar y sustituir la representación, pero el ahorro de displacer no se consiguió.
Histeria de conversión: El proceso es distinto. Consigue hacer desaparecer por completo el
monto de afecto. Como formación sustitutiva y como síntoma se encuentra una inervación
hiperintensa somática en los casos típicos, a veces sensorial, otras motriz, ya sea como
excitación o como inhibición. La represión se considera fracasada en la medida que solo ha
sido posible mediante extensas formaciones sustituciones. El proceso represivo se cancela
entonces con la formación de un síntoma y no necesita recomenzar en un segundo tiempo
como en la fobia.
Neurosis obsesiva: Descansa en la premisa de una regresión por la cual una aspiración
sádica reemplaza una tierna. El impulso hostil hacia una persona amada cae bajo represión.
El trabajo represivo primero alcanza un éxito pleno: el contenido de la representación es
rechazado y hace desaparecer el afecto. Como formación sustitutiva aparecen escrúpulos
de conciencia extremos, que no se llaman síntoma.
Esta represión inicialmente buena no resiste, ya que la ambivalencia en virtud de la cual se
había hecho posible la represión por formación reactiva es también el lugar en el que lo
reprimido consigue retornar.
La represtación rechazada es reemplazada por un sustituto y el afecto reprimido retorna en
angustia social, en angustia de la conciencia moral, en reproches sin medida.
Posteriormente aparecerán los rituales simbólicos al modo de síntomas, actos inútiles,
prohibiciones.
De forma implícita, se vieron los diferentes destinos en la represión del monto de afecto en
cada una de las psiconeurosis. En la histeria de angustia, el monto de afecto se traspone en
angustia; en la histeria de conversión se sofoca; en la neurosis obsesiva se colorea desde lo
más significativo a lo indiferente.

Conferencia 23: Los caminos de la formación del síntoma. (1916/7)

En la conferencia 23 Freud se ocupa de definir al síntoma como actos perjudiciales que


generan displacer. Los síntomas son inútiles porque conllevan un gasto de energía
importante. La represión es el resultado del choque pulsional y el yo.
En esta conferencia, Freud dice que los síntomas se crean desde vivencias infantiles, en las
que la libido (energía sexual de la pulsión) está fijada.
En la formación del síntoma, dice Freud, actúan los mismos mecanismos que ayudan a la
formación del sueño: la condensación y el desplazamiento. Al igual que el sueño, el síntoma
aparece como algo cumplido (los sueños, para Freud,son cumplimientos de deseo). Por eso
dice que muchas veces se hace difícil ver en el síntoma la satisfacción de la libido, porque
se produce una desfiguración, al igual que en el sueño.
La formación de los síntomas empieza por una frustración: la realidad le impide la
satisfacción de la libido y ésta toma un camino regresivo: vuelve a aquellos puntos en los
cuales sí logró satisfacerse y quedaron fijados.
Es por esto que Freud remarca la importancia de la infancia, ya que la libido encuentra las
fijaciones en las prácticas y vivencias de la sexualidad infantil que se fueron perdiendo.
Freud antes postulaba que el síntoma era un retorno de lo reprimido. Ahora dice que el
síntoma es un sustituto de lo que fue denegado (o sea, la satisfacción de la pulsión): el
síntoma viene a reemplazar a la satisfacción frustrada. La exigencia de la satisfacción de la
pulsión en algún momento “choca” con el principio de realidad. Y lo busca en la fantasía.
Ese principio de realidad significa que la búsqueda de la satisfacción depende de las
condiciones impuestas por el mundo exterior. El aparato psíquico debe representar el
estado real del mundo exterior, y lo que se representa no es más agradable, sino lo real, la
realidad misma, incluso aunque sea desagradable. En la fantasía, se conserva algo que fue
frustrado. En un momento, por el principio de realidad, el sujeto se ve frustrado en la
satisfacción de su libido. Parece que la pulsión elude el principio de realidad y encuentra su
satisfacción en el síntoma, pero sirviéndose de la fantasía.

Pulsiones y destinos de pulsión

Freud comienza el texto comparando la pulsión con el estímulo. Piensa el psiquismo en


términos energéticos regulado por el principio de placer-displacer. Esto significa que el
incremento de la tensión que hay, el psiquismo lo siente como displacer y va a buscar
descargarlo. Esta descarga la va a sentir como placer.
El estímulo es externo y así uno se puede sustraer de eso a través de la huida. Este
mecanismo de la huida no sirve para la pulsión porque es interna. La pulsión actúa siempre
como fuerza constante. Será mejor, dice Freud, que llamemos "necesidad" al estímulo
pulsional; lo que cancela esta necesidad es la "satisfacción".
La pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como
un representante psíquico de los estímulos provenientes del interior del cuerpo y alcanzan
el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a
consecuencia de su trabazón con lo corporal. Ejemplo, la acidez sentida en la mucosa
estomacal tiene un representante psíquico que es la representación del hambre. Esta
representación se llama Pulsión.
La pulsión es continua e inevitable. La exigencia de la pulsión es mucho mayor y al ser del
propio organismo no puede huir.
Distingue cuatro elementos de la pulsión: esfuerzo, meta, objeto,fuente.
El esfuerzo es el factor motor, aquello que nos mueve al movimiento. La meta es la
satisfacción que solo puede alcanzarse cancelando el estado de estimulación en la fuente
de la pulsión.
El objeto de la pulsión es aquello por lo cual puede alcanzar su meta. Es lo más variable en
la pulsión: no está enlazado originariamente con ella, sino que se le coordina sólo a
consecuencia de su aptitud para posibilitar la satisfacción. No necesariamente es un objeto
externo; también puede ser una parte del cuerpo propio. Puede ocurrir que el mismo objeto
sirva simultáneamente a la satisfacción de varias pulsiones.
Por fuente de la pulsión se entiende aquel proceso somático, interior a un órgano o una
parte del cuerpo, cuyo estímulo es representado en la vida anímica por la pulsión.
Freud propone distinguir entre pulsiones yoicas o de autoconservación y las pulsiones
sexuales.
Las pulsiones sexuales son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas. La meta a
qué aspira cada una de ellas es el logro del placer de órgano (el placer adscrito a un órgano
específico del cuerpo); sólo tras haber alcanzado una síntesis cumplida entran como función
de reproducción, como pulsiones sexuales. En su primera aparición se apuntalan en las
pulsiones de conservación, de las que sólo poco a poco se deshacen. También en el
hallazgo de objeto siguen los caminos que indican las pulsiones yoicas. Una parte de ella
continúan asociadas toda vida a estas últimas, a las cuales proveen de componentes
libidinosos que pasan inadvertidos durante la función normal y solo salen a la luz cuando
sobreviene la enfermedad.
Los destinos de la pulsión pueden ser bien entendidos como variados de la defensa contra
la pulsión:
-El trastorno hacia lo contrario: Se trata de dos procesos diversos, por un lado, la vuelta de
una pulsión de la actividad a la pasividad y el trastorno en cuanto al contenido. En el primer
caso, brindan a los pares opuestos sadismo-masoquismo y placer de ver-exhibición. El
trastorno sólo atañe a las metas de pulsión; la meta activa (martirizar, mirar) es
reemplazada por la pasiva (ser martirizado, ser mirado) El trastorno en cuanto al contenido
se descubre en este único caso: la mudanza de amor en odio.
-La vuelta hacia la persona propia: El masoquismo es un sadismo vuelto hacia el yo propio,
y la exhibición lleva incluido al mirarse al cuerpo propio. Lo esencial en este proceso es
entonces el cambio de vía del objeto, manteniéndose inalterada la meta. Al igual que el
exhibicionismo incluye el mirar a la persona propia.
Los tres pasos del sadismo-masoquismo:
. El sadismo consiste en una acción violenta, en una afirmación de poder dirigida a otra
persona como objeto.
. Este objeto es resignado y sustituido por la persona propia. Con la vuelta hacia la persona
propia se ha consumado también la mudanza de la meta pulsional activa en una pasiva.
. Se busca de nuevo como objeto una persona ajena, que, a consecuencia de la mudanza
sobrevenida en la meta, tiene que tomar sobre sí el papel de sujeto.
-La sublimación: es la capacidad que tiene el organismo de desviar de la meta sexual
inmediata a la pulsión y desviarla a metas superiores que no generen conflicto alguno. Lo
desvía hacia metas que estén culturalmente valoradas.
¿Cuáles son las tres polaridades de la vida anímica?
Sujeto-objeto: esta oposición se impone tempranamente en el individuo por la experiencia
de que puede acallar los estímulos exteriores mediante su acción muscular, pero está
indefenso frente a los estímulos pulsionales.
Placer-displacer: adhiere a una serie de sensaciones.
Activo-pasivo: se instala cuando el yo se comporta pasivamente hacia el mundo externo por
el hecho de recibir estímulos y se comporta de manera activa al reaccionar frente a ellos, se
podría decir que el yo es pasivo hacia los estímulos exteriores y activo por sus pulsiones
propias.
El representante de la pulsión es el término utilizado por Freud para designar los elementos
o procesos en los que la pulsión encuentra su expresión psíquica; unas veces el término es
sinónimo de representante-representativo.
El agente representante psíquico se descompone en dos. Representante psíquico es un
término utilizado por Freud para designar dentro de su teoría de la pulsión, la expresión
psíquica de las excitaciones endosomaticas.
Al referirse a la representación, Freud utiliza el término "monto de afecto". Este se
corresponde a la pulsión en la medida en que ésta se ha desasido de la representación y ha
encontrado una expresión proporcionada a su cantidad en procesos que devienen
registrables para la sensación como afectos.
El destino de la representación es ser reprimida. El factor cuantitativo de la agencia
representante de la pulsión Tiene tres destinos posibles, o bien la pulsión es sofocada por
completo (se convierte en energía somática) dónde nada se sabe de ella, o sale a la luz
como afecto coloreado cualitativamente (se desplaza desde el acontecimiento traumático a
una representación insignificante), o se muda en angustia.

Dualismos pulsionales: Introducción al narcisismo y más allá del principio de placer

En Freud tenemos tres dualismos pulsionales:


. Pulsión sexual y pulsión yoica.
. Libido de objeto y libido yoica.
. Pulsión de vida y pulsión de muerte.
En el primer dualismo, la pulsión sexual apunta a la ganancia de placer, mientras que la
pulsión yoica apunta a la autoconservación, a la supervivencia.
En "Introducción al narcisismo" vemos el segundo dualismo. Lo que muestra Freud es que
la libido no solo inviste objetos (libido de objeto) sino que también puede investir al yo (libido
yoica).
Finalmente en Más allá del principio de placer, Freud introduce el otro dualismo, el de
pulsión de vida y pulsión de muerte.
Las pulsiones de vida buscan la obtención del placer, y abarcan las pulsiones sexuales
(que permiten la supervivencia de la especie), y también las pulsiones de
autoconservación (que son aquellas que ya vimos en textos anteriores. Se apoyan en las
necesidades corporales, como el hambre, para la conservación de la vida. Buscan la
supervivencia del individuo).Antes, Freud separaba a las pulsiones sexuales y a las de
autoconservación, pero ahora incluye a las dos dentro de las pulsiones de vida.
Las pulsiones sexuales son las genuinas pulsiones de vida. Entran en oposición con la de
muerte, porque no busca alcanzar lo más rápido posible la meta final de la vida, sino que,
llegando a cierto lugar recorrido, se lanza hacia atrás para volver a retomarlo y así prolongar
la duración de su trayecto, conjugando lo orgánico en unidades cada vez mayores. Para dar
cuenta de esto, Freud trae a colación a las células germinales, que, repartiendo el juego al
que deben su génesis, sobreviven al individuo en el encuentro y unión con otras células.
Las pulsiones de muerte se dirigen primeramente hacia el interior y tienden a la
autodestrucción. Secundariamente se dirigirán hacia el exterior, manifestándose entonces
en forma de pulsión agresiva o destructiva, en el sadismo devenido autónomo, como
perversión.
Para cada una de estas dos clases de pulsiones se coordinará un proceso fisiológico
particular, por un lado, catabolismo, y por el otro, anabolismo. En cada fragmento de
sustancia viva estarían activadas las dos clases de pulsiones, es una mezcla desigual. En el
sadismo devenido autónomo, como perversión vemos una desmezcla.
Para Freud, nacemos con pulsiones de vida y de muerte. Las de vida nos llevan a
enamorarnos para reproducirnos y buscan la mezcla pulsional; las de muerte, se oponen ala
vida y buscan la desmezcla. Las pulsiones de vida y de muerte están mezcladas en el
interior del aparato psíquico, pero cuando se desmezcla (o sea, se separa cada una por su
lado), empieza a haber desestabilidad.

Más allá del principio de placer (1920)

Lo principal es pensar que, hasta ahora, Freud planteaba que el aparato psíquico se
apoyaba o regía por el principio de placer (que es un principio económico: tiende a disminuir
o “bajar” el displacer o suma de excitación y a ganar placer). Cuando hay displacer, significa
que hay un aumento de la suma de excitación,entonces el aparato psíquico tiende a
descargarla para disminuir esa suma. De esta manera, se mantiene constante la tensión en
el aparato.
La introducción del narcisismo es lo que va a perturbar la teoría de la pulsión que Freud
venía sosteniendo hasta ahora. Pone en entredicho o “en duda” el primer dualismo
pulsional (entre pulsiones del yo y pulsiones sexuales). Freud sostiene ese primer dualismo
hasta que encuentre otro. Y ese otro dualismo pulsional comienza a aparecer en “Más allá
del principio de placer”.
El punto es que es a partir de 1920, Freud va a plantear que el aparato psíquico no se rige o
no está apoyado en el principio de placer. Y esto no se desliga o separa de ninguna manera
de lo que Freud había planteado al introducir el concepto de “narcisismo” y la perturbación
que genera en el primer dualismo pulsional.
Antes del narcisismo, se trataba de una representación intolerable sexual y el yo. Esto era,
desde el principio, la noción de conflicto. Y en “Más allá del principio de placer” empieza a
aparecer esa otra manera de explicar el conflicto entre “energías del aparato psíquico” con
la llegada del segundo dualismo pulsional.

Lo inconciente (1915)

Todo lo ICC es lo reprimido. Hay resistencias. Aunque estas representaciones no se puedan


recordar, el ICC es intenso. El retoño de lo ICC es la acción. Todo acto psíquico puede
atravesar dos fases de estado: el estado inconsciente y el segundo es el aparato
preconciente-conciente.
Todo acto psíquico es en una primera instancia inconsciente y puede pasar al aparato
preconciente-conciente. Entre ambos aparatos se encuentra la censura que es la encargada
de desfigurar y de permitir el paso de lo inconsciente a lo preconciente. La censura es
aquello que modifica lo inconsciente para que pueda pasar a la conciencia y sea lo más
tolerable posible. A la censura la define como una especie de examen que se encarga de
decidir qué es lo que pasa a la conciencia.
Cómo todo acto psíquico surge en el inconsciente, cuando llega a esa censura, si puede
pasar esa selección entonces puede pasar al sistema preconciente-consciente y ese acto
psíquico es susceptible de conciencia.
Cuando no puede pasar esa barrera, entonces es reprimido y va a pertenecer al aparato
inconciente.
Freud, en este texto, va a analizar ese pasaje de lo inconsciente a lo consciente y que rol
tiene la represión en esto.
Fórmula tres teorías:
Una representación puede estar en ambas fases de estado, en ambos aparatos. Puede
haber una nueva transcripción o traducción en el aparato consciente y a su vez la
transcripción original puede estar en lo inconsciente.
Freud da por inválida esta teoría porque si simplemente se trata de una relación de
traducción entre un sistema y otro, el error en el análisis es comunicarle al paciente sus
deseos inconscientes y eso va a generar un malestar en el paciente. El analista tiene que
ser una guía para que el paciente deje libremente sus síntomas.
El segundo supuesto es el funcional, luego de haber abandonado la teoría de la traducción
es que para que exista un cambio de inconsciente a preconciente-consciente debe haber un
cambio de estado, una mudanza en las investiduras.
Lo inconciente, lo reprimido no es algo pasivo, es algo que tiende a penetrar a la conciencia,
que quiere darse a conocer. Hay fuerzas que actúan desde lo inconsciente que quieren
investir a la conciencia, a estas se las llama INVESTIDURA. Hay fuerzas que se oponen a
la investiduras, a estás fuerzas, llamadas CONTRAINVESTIDURA. Estas fuerzas vienen de
la represión primaria y la secundaria.
Con respecto a la represión primaria, Freud va a decir que opera allí un solo mecanismo
que es el de contrainvestidura. En la represión primaria, la fijación del representante
psíquico de la pulsión, solamente actúa como una fuerza de atracción. La contrainvestidura
no permite que pueda seguir con su trayecto la representación inconsciente.
Con la represión secundaria los mecanismos son dos: el primero tiene que ver qué cuando
la representación inconsciente llega a la censura y la penetra, el primer mecanismo se
encarga de sustraerle esa investidura preconciente y en el segundo mecanismo, se la
coloca en la representación sustitutiva.
La representación sustitutiva es el síntoma. Entonces, se le saca la investidura preconciente
a la representación inconsciente, ese es el primer mecanismo, en el segundo mecanismo la
colocó en la representación sustitutiva que es sinónimo de síntoma.
Ese síntoma, esa investidura colocada en el síntoma, actúa como contrainvestidura. El
síntoma ocupa el lugar que la representación inconsciente quería ocupar cuando fue en
busca de la conciencia. Mientras el síntoma esté ahí, la representación inconciente nunca
va a poder penetrar porque su lugar ya fue ocupado, entonces para que la representación
inconsciente pueda aparecer lo que hay que hacer esa desanudar todo ese síntoma que
está presente y que el paciente no sabe muy bien porque lo hace pero que está allí, es
efectivo. Entonces en la medida que no se pueda desanudar el síntoma, lo inconsciente
nunca podrá penetrar. La manera para que lo inconsciente se haga consciente es mediante
la terapia, la asociación libre.
El tercer supuesto es la representación cosa - palabra, Freud dice que la representación
consciente consiste en la asociación de la representación cosa y la representación palabra.
Mientras que la representación inconsciente tiene que ver sólo con la cosa. Entonces hacer
consciente lo inconsciente consiste en enlazar a la representación cosa icc con la palabra
que le corresponde. Es decir, poner en palabras lo que me pasa. En el síntoma solamente
está la representación cosa pero no se puede explicar con palabras.
Freud llega a estas conceptualizaciones por la observación de una psiconeurosis que es la
esquizofrenia. En esta enfermedad hay un desorden léxico, un desorden gramatical.
Empiezan a decir palabras que se las considera sin sentido. Freud analiza esas palabras y
deduce que están siendo víctimas del proceso primario, de las leyes del inconsciente, son
palabras desplazadas, condensadas. Freud dice que en la Esquizofrenia hay un predominio
de la representación palabra por sobre la representación cosa.
La representación que venía planteando se llama representación - objeto. La representación
cosa pertenece al inconsciente, es pura investidura libidinal de objetos que el sujeto ha
tenido que resignar, no es más que una pura huella mnémica carente de significado.
Para que haya un pasaje de inconsciente a consciente hay que significar, hay que poner en
palabras aquella representación - cosa que es pura huella mnémica, hay que significarla.
"Poner en palabras" es el pasaje de lo inconsciente a lo consciente.
Representación - objeto: por un lado una representación cosa que pertenece al
inconsciente, pura huella mnémica carente de significado; y después tenemos la
representación palabra más la representación cosa que pertenece a lo preconciente.

Justificación del concepto de lo inconsciente

Es insostenible pensar que todos los procesos anímicos llegan a la conciencia por todos
esas ocurrencias que tenemos que no sabemos explicar de dónde vienen. Varios de los
recuerdos que tenemos no están activados en la conciencia todo el tiempo, sino que una
buena parte están latentes y están inconscientes.
El conocimiento inconsciente por medio de lo consciente es comparable con el
conocimiento del mundo exterior por medio de nuestros órganos sensoriales.

La multivocidad del inc

Distingue entre el punto descriptivo (tiene que ver con describir si algo es consciente en ese
momento o no) y el punto de vista tópico o sistémico (lugares dentro del aparato psíquico) la
diferencia es que algunas representaciones que no son conscientes en su momento, son
susceptibles de ser conscientes. Desde ese punto de vista está en el preconciente-
conciente.
Lo que queda reprimido va a ser parte del inconciente (punto de vista tópico) este tiene una
relación distinta con las pulsiones y perturba al sistema preconciente-conciente.
El acto psíquico tiene dos fases:
Primero inconciente y va a ser examinado por una censura, si pasa esto va al preconciente-
conciente y sino queda reprimido. En ese transcurso Freud se pregunta si ese cambio es un
camino de estado de la representación o es una nueva transcripción dentro del
preconciente. Estos lugares psíquicos no tienen que ver con localidades anatómicas.

Sentimientos inconscientes

Es la conciencia la que maneja la motilidad pero la afectividad


La descarga de afecto parte del sistema Inc. pero tiene que esperar que aparezca la
representación sustitutiva dentro de la consciencia para que se pueda descargar.
Sea cual sea el afecto que se intentó desalojar, en la conciencia aparece en forma de
angustia.
Lo que hace la represión con respecto al afecto es que las separa. Por un lado la
representación y por otro lado el afecto.

Las propiedades particulares del sistema icc

En el núcleo de lo ICC hay agencias representantes de la pulsión que buscan descargar su


investidura, es decir, mociones de deseos.
Dentro del ICC los mecanismos tienen ciertas características: la ausencia de contradicción,
estas mociones pueden vivir sin influenciarse entre sí. La energía es libre, se dan los
condesamientos y desplazamientos. Maneja la descarga de afecto.

Comercio entre los sistemas

El ICC no está en reposo mientras el preconciente actúa, sino que el ICC es algo vivo,
susceptible de desarrollo y tiene una relación de influencia recíproca con el PCC. Muchos
de los retoños psíquicos del ICC, de estas representaciones que se desprenden asociativa
de lo ICC, tienen una alta organización psíquica parecida al PCC. Cuándo estos retoños del
ICC quieren alcanzar la conciencia, al estar vinculados con lo ICC, son censurados. Hay
una nueva censura entre preconciente y conciente, además de la otra que es entre
inconciente y preconciente. La nueva censura vendría a caer sobre los retoños de lo ICC.

Psicología de las masas y análisis del yo” [CAPÍTULOS VII, VIII Y XI]

La identificación

Freud comienza hablando de la identificación, y dice que es el vínculo o ligazón afectiva con
otra persona. Juega un papel muy importante en la prehistoria del complejo de Edipo (es
decir, antes de que ocurra el Edipo como tal, cuando el niño se identifica con el padre antes
de que sea un estorbo).Entonces, el varón muestra un interés hacia su padre y lo toma
como su ideal mientras toma como objeto de amor a la madre, transfiriendo su libido a ella
(por elección de objeto analítica o por apoyo). De esa manera, el niño crea dos lazos: La
madre como investidura sexual de objeto; El padre como identificación.
Es en la unión de esos dos lazos que se da el nacimiento del complejo de Edipo: el niño
nota que el padre es un estorbo junto a la madre, entonces su identificación pasa a ser más
hostil y también busca reemplazar al padre en ese rol. A partir de acá, la relación con el
padre se vuelve ambivalente: por un lado, el niño se identifica con él, pero por otro lado,
quiere sustituirlo y ocupar su lugar junto a la madre. Hay que aclarar que en la niña se dan
estos mismos mecanismos, con las correspondientes sustituciones (madre en la
identificación, y padre en la investidura de objeto, al contrario que en el niño). La
identificación tiene como objetivo configurar el yo propio con un parecido con otro, que es
tomado como “modelo”.
TRES TIPOS DE IDENTIFICACIÓN:
- La ligazón o unión afectiva a un objeto.
- Introyección del objeto en el yo (es decir, se hacen propios rasgos o conductas de la
personalidad de otra persona).
- Identificación de la masa: esta identificación fundamental se da cuando hay un rasgo en
común con la otra persona, que no es tomada como objeto sexual. Lo sexual no juega
ningún papel en este tipo de identificación, es puramente social. Puede ocurrir,por ejemplo,
con el líder de la masa.
Lo que la identificación aspira es configurar al yo propio a semejanza del otro.
Freud ya insinúa que la formación del yo tiene que ver con la identificación. Esto lo retoma
Lacan en el estadio del espejo al decir que el yo es producto de una identificación
imaginaria con la imagen especular.

Enamoramiento e hipnosis

En algunos casos enamorarse se entiende simplemente como revestir a un objeto de


interés sexual para lograr una satisfacción erótica, desapareciendo ese “amor” cuando se
lleva a cabo ese fin. Este es el amor sensual.
Hay distintos tipos de amor. En el desarrollo de la vida amorosa, el primer objeto de amor
son los padres: hacia ese objeto se dirigían las pulsiones sexuales. Luego, por represión,
estas pulsiones tendrán su meta inhibida, lo que produce un cambio en la relación con
nuestros padres: ahora sentimos ternura hacia ellos, dejando las aspiraciones sensuales
reprimidas (periodo de latencia).
Luego, más adelante en la pubertad, retornan las pulsiones de meta sexual. El adolescente
puede hacer una síntesis o “resumen” entre el amor no sensual y el sensual: su relación con
el objeto sexual une pulsiones no inhibidas y de meta inhibida (tiernas).
Con respecto al enamoramiento, Freud habla del fenómeno de la sobrestimación sexual: el
hecho de que el objeto amado se lo estime más que a nadie. En otras palabras, se idealiza
a la persona amada. Freud dice que el objeto es tratado como el yo propio, y por lo tanto en
el enamoramiento hay una parte de libido narcisista.
Y muchas veces la persona elegida como objeto de deseo sirve para sustituir un ideal del yo
propio, no alcanzado. Se ama entonces según las perfecciones que se han buscado para el
yo propio, que nunca las tuvo. Si la sobrestimación sexual y el enamoramiento aumenta, lo
que puede pasar es que el yo se vuelva más modesto, más “humilde”, mientras que el
objeto se hace más grandioso y valioso.
En la identificación, el yo se ha enriquecido con las propiedades del objeto; En el
enamoramiento, el yo se ha empobrecido, se ha entregado totalmente al objeto. Es
humillado.

Masa e hipnosis-identificación con la masa

Freud compara a la hipnosis con la masa. Dice que la hipnosis es una formación de masa
de dos. Además, ubica a la hipnosis como una etapa intermedia entre el enamoramiento y
la masa. Lo que la hipnosis tiene en común con la masa es la conducta del individuo hacia
el conductor de la masa(o “líder”), como si fuera el hipnotizador. Y la diferencia es
simplemente el número de personas (en la masa hay muchos más individuos).
Ya que una masa es una multitud de individuos que han puesto un objeto, en esa masa, los
sujetos han puesto al líder en el lugar del ideal del yo, y se identifican todos entre sí porque
tienen eso en común.

Tótem y tabú (1913)


La idea de este trabajo es que se podría pensar un parecido entre el desarrollo de las
sociedades primitivas y el desarrollo individual de la “mente” humana. El punto
fundamental de esta obra es que la ambivalencia (es decir, dos modos o maneras distintas
al mismo tiempo) que caracteriza la relación con el padre en el complejo de Edipo (rivalidad
e identificación del niño con él) sería igual al conflicto mítico que daría origen a la cultura: el
asesinato de un padre originario llevado a cabo por el clan de hermanos.
Un tótem es una figura simbólica que representa la unión de un grupo, no por lazos de
sangre, sino por pertenecer a la misma imagen totémica, que puede ser un animal, una
planta o una fuerza natural (rayo, fuego). Esta figura totémica representaba los lazos
familiares de un grupo. El tótem representa en primer lugar un antepasado común a un clan
(grupo), y en segundo lugar, su espíritu los protege y debe ser respetado. El Tabú es algo
presente en pueblos llamados "primitivos" y es lo prohibido por partida doble: se trata de
aquello que es lo más sagrado, tanto que no se puede ni debe tocar
Para Freud, los primeros grupos humanos se organizaban en un padre terrible que gozaba
de todas las hembras y controlaba a todos los hijos, incluso matándolos o expulsándolos si
alguno intentaba disputarle su poder.
Cansados de este abuso, sus hijos, hermanos, se alían junto con las madres para matar a
este padre terrible. Le atacan y lo matan, para luego devorarlo, o más bien lo devoran para
introyectar su poder y en proceso muere canibalizado. Tras matarlo y satisfacer su odio y
deseo de identificarse con ese padre (comiendo su cadáver para identificarse con él y que
cada uno tuviese un poco de la fuerza del padre) aparecieron los sentimientos tiernos en
forma de arrepentimiento y así nació una conciencia de culpa.
Surge de esta forma la prohibición del incesto y la prohibición del asesinato, de matar al
padre en particular y de matar en general. Los dos tabúes del totemismo, que se
establecieron con el asesinato del padreprimordial (simbólico) coinciden con los dos deseos
reprimidos del complejo de Edipo: Mantener una relación sexual (incesto) con el progenitor
del sexo opuesto [madre o padre]; Eliminar al padre del mismo sexo (parricidio).
Por lo cual al introyectar la Ley paterna de prohibición del incesto, no tocan a las mujeres
del clan porque ahora son una familia, deben aliarse con otros clanes para intercambiar
mujeres en matrimonio y forjar alianzas duraderas. Desarrollándose de esta manera la
cultura humana.

La dinámica de la transferencia

La transferencia es la actualización de deseos incc sobre la persona del médico, sobre la


persona del analista. Es decir, se van a repetir prototipos infantiles de vínculo, formas de
vincularse infantiles con la persona del analista. Se va a poner al analista en el mismo lugar
en el cual se ubicaba a los padres en la infancia, y el paciente va a actuar con el analista de
esa misma forma. Cuál tipo de vínculo que el paciente haya tenido con los padres durante la
primera infancia lo va a repetir ahora en el análisis con el analista. Si era un vínculo en el
cual prioriza el amor va a repetir eso, los mismo si primaba el odio. Pero el paciente va a
sentir que esto que se repite tiene que ver con la relación actual con el analista y no se va a
dar cuenta que está repitiendo modos de vincularse infantiles en realidad.
La contratransferencia va a ser lo que le pasa al analista ICC con la transferencia del
paciente, es decir, con aquello que el paciente dice y desde donde se ubica. Entonces el
analista va a reaccionar de una forma ICC. Siempre hay que intentar que estos datos no
interfieran en el análisis, para que los conflictos no analizados del terapeuta no interfieran
en el análisis de otras personas.
Freud define aquí la transferencia como la orientación hacia la persona del analista de
aquellas cargas de libido que el analizante mantiene, por haber quedado reprimidas sus
necesidades eróticas o por no poder satisfacerse totalmente en la realidad. Participan en
este proceso las representaciones libidinosas conscientes como las inconscientes. Esta
transferencia se produce de acuerdo a la modalidad de la vida erótica del paciente, es decir,
siguiendo el "cliché" que fue adquirido por el efecto de sus disposiciones innatas y de los
influjos recibidos en la infancia, que fijaron los fines y condiciones de su vida erótica, así
como las pulsiones a satisfacer. Cliché que se repite o reproduce regularmente a lo largo de
toda su vida.
Recorrido libidinal: Para que sobrevenga la cura psicoanalítica el recorrido de la libido tiene
que ser el siguiente: en primera instancia la libido está puesta en el sujeto, en el síntoma.
Una vez que la persona inicia el tratamiento transfiere esa libido a la persona analista. Una
vez que el trabajo terapéutico vaya progresando, esa libido tiene que volver al sujeto para
que pueda colocarla hacia otro objeto externo que no le provoque un conflicto psíquico.
Solo una parte de esas mociones determinantes de la vida amorosa ha recorrido un pleno
desarrollo psíquico; otra parte de esas mociones libidinosas ha sido demorada en el
desarrollo, está apartada de la personalidad consciente así como de la realidad objetiva.
Esa investidura se atenderá a modelos, se insertará al médico en una de las series
psíquicas que el paciente ha formado hasta el momento.
Freud destaca un punto que le resulta especialmente interesante, por enigmático. Se trata
del hecho que la transferencia se opone al análisis como la resistencia más fuerte contra el
tratamiento, mientras que fuera del análisis hay que reconocerla como fundamento del
efecto terapéutico y condición de su éxito. Es decir, nos encontramos en la transferencia
con la paradoja de que la palanca más poderosa de éxito es a la vez el arma más fuerte de
la resistencia.
Freud se propone entonces abordar la cuestión de por qué la transferencia se opone como
resistencia en el tratamiento psicoanalítico.
Para ello, nos recuerda que en el proceso de constitución de la neurosis del sujeto se
produce "introversión de la libido", es decir, una disminución de la libido capaz de
consciencia y orientada hacia la realidad, a la par que aumenta la parte de libido
inconsciente, apartada de la realidad y reducida, a la sumo, a alimentar las fantasías del
sujeto.
En la cura analítica se trata precisamente de hacer la libido asequible de nuevo a la
conciencia y ponerla al servicio de la realidad, y para ello habrá que luchar contra las
resistencias, que emanan de dos fuentes: Por un lado, las fuerzas que habían provocado la
regresión de la libido se alzarán contra la labor analítica para conservar la situación lograda,
justificada por una determinada relación del sujeto con el mundo exterior (en términos de
ausencia de satisfacción) sin la cual la regresión no hubiera tenido efecto. Y aquí es donde
surge la parte más intensa de la resistencia, que muchas veces hace persistir a la
enfermedad, aunque el alejamiento de la realidad haya perdido ya su razón de ser.
¿Por qué hay muchas resistencias? Porque el sujeto no va a estar predispuesto a comentar
mociones de deseos prohibidos, inconscientes, sobre la cual recaen todos esos deseos. Los
deseos incc son deseos sexuales, infantiles, infectuosos.
En la terapia, el sujeto transfiere libido al analista.
Se suele tomar como transferencia positiva aquella que tiene que ver con sentimientos de
amor para con el analista, mientras que se toma como transferencia negativa aquella que
tenga que ver con sentimientos de odio para con aquel.
Duelo y melancolía (1917)

Freud estudia la melancolía a través del duelo. Hace una comparación entre duelo y
melancolía y va decir que tienen un mismo ocasionamiento que va ser la pérdida de un ser
querido o de una abstracción que haga las veces de él, como por ejemplo, la patria, la
libertad, un ideal, etc. Va decir que frente a esta pérdida algunos desarrollan un duelo
mientras que otros desarrollan una melancolía.
El duelo conlleva una desviación de la conducta normal de la vida, pero esto es algo que a
nadie le llama la atención, que uno considera normal, y que a nadie se le ocurriría
considerar enfermo a alguien que está atravesando un duelo, etc., sino que uno confía que
después de cierto tiempo la persona se va recuperar y va volver a la normalidad.
Entonces Freud va hablar de las características que él reconoce en la melancolía.
Va decir que por un lado es una desazón profundamente dolida, hay una pérdida de interés
por el mundo exterior, hay una pérdida de la capacidad de amar, hay una inhibición de toda
productividad, y hay una rebaja en el sentimiento de sí que se exterioriza en autorreproches,
auto denigraciones y hasta llega, en casos extremos, a una delirante expectativa de castigo.
Va decir que estas características de la melancolía son exactamente las mismas que hay en
el duelo, excepto una que es la de la rebaja de sentimiento de si, que no está presente en el
duelo, llamado “normal”. Entonces Freud se pregunta: ¿cuál es la operación que realiza el
duelo? Va decir que el examen de realidad muestra que el objeto amado ya no existe y
entonces exige que se le quite la libido que estaba enlazada al objeto, pero frente a eso hay
una resistencia porque uno no resigna una posición libidinal tan fácilmente, entonces esto
se tiene que hacer muy lentamente, pieza por pieza va decir Freud. Mientras se quita la
libido pieza por pieza el objeto sigue existiendo dentro del psiquismo digamos, y se
sobreinvisten y se va muy profundo en los recuerdos y las expectativas libidinales que había
en relación a ese objeto, hasta que son clausuradas y se le quita la libido definitivamente.
Este proceso es muy lento, lleva un gran gasto de energía y de tiempo y es doloroso, pero
una vez que se realiza, el Yo ya está de nuevo desinhibido y libre para poner esta energía
en un nuevo objeto.
Tanto la melancolía como el duelo, se ocasionan a partir de la pérdida de un objeto, pero lo
que va decir Freud es que el objeto que se pierde en la melancolía es inconsciente, o sea,
la pérdida es inconsciente en la melancolía.
Con respecto a la rebaja del sentimiento de sí del melancólico, Freud va decir que lo que se
da es un empobrecimiento del Yo. El melancólico se va tratar a sí mismo como si fuera
indigno, estéril, moralmente despreciable. Se va a auto martirizar, se va denigrar, va esperar
repulsión y castigo, lo que Freud llamaría un delirio de insignificancia de carácter moral.
Entonces este empobrecimiento del Yo Freud lo contrasta con lo que sería en el duelo el
empobrecimiento del mundo exterior, que no es el Yo el que se vuelve como despreciable
sino que lo que se vuelve pobre y vacío es el mundo exterior. Freud va decir que es
infructuoso oponerse al enfermo, al melancólico cuando se autocrítica, decirle: “no, no es
así; darle razones, etc.”, dice que esto no sirve para nada.
Luego va decir que la melancolía permite echar una mirada a la constitución más íntima del
yo, ya que se puede ver en ella como una parte del yo se contrapone a la otra, la aprecia
críticamente, la toma como objeto y digamos, esto Freud después lo va a retomar en el Yo y
el Ello con la constitución del Súper Yo como instancia de la conciencia moral.
Por comparación con el duelo podemos inferir que en la melancolía también hay una
pérdida de objeto, pero dice Freud que si uno se guía digamos por las declaraciones del
melancólico, entonces da la impresión de que no hay una pérdida de objeto, sino que hay
una pérdida del Yo, es decir, con todos estos autorreproches, automartirios, etc. Pero dice
que si uno presta atención en estos autorreproches se da cuenta de que estos no se
adecuan a la persona del enfermo y que con levísimas modificaciones se ajustan más a una
persona que el enfermo ama, ha amado o amaría, es decir, refiriéndose al objeto perdido.
Es decir que mezclado con autorreproches genuinos, que se podría dirigir a él mismo, hay
unos reproches que en realidad estarían dirigidos al objeto de amor perdido, pero que de
este rebotan hacía, digamos, sobre la persona del enfermo.
Bien entonces lo que va decir que sucede en la melancolía es que hubo una elección de
objeto, es decir, una ligadura libidinal a un objeto, y que debido a una afrenta real con el
objeto o un desengaño de parte del objeto amado, se produjo un sacudimiento de ese
vínculo, y lo que hubiera sido normal en otro caso hubiera sido que la libido entonces se
quite de ese objeto, se ponga en otro, peor lo que sucede es que se cancela la relación
libidinal de ese objeto, pero en vez de ponerse en otro, esa libido es vuelta sobre el yo, y el
yo se identifica con el objeto, lo que Freud después dice en esta famosa frase: “la sombra
del objeto ha caído sobre el Yo”, que lo que quiere decir es que el Yo toma características
del objeto, se identifica con él, y digamos, Freud dice que lo que esto es, es una regresión a
la etapa oral, o digamos que podría ser una regresión a la etapa oral, en la cual la libido lo
que buscaba, era incorporar al objeto, es decir, apropiarse de él, incorporarlo, y que en ese
caso la investidura libidinal y la identificación eran lo mismo en la etapa oral canibalica.
Entonces mediante esta identificación con el objeto, lo que permite es continuar de alguna
manera el vínculo libidinal con este objeto, pero ahora dentro del Yo que se ha identificado
con él, entonces en ese punto lo que sucede es que el conflicto con el ser amado pasa a ser
ahora un conflicto entre la parte critica del Yo y la parte del Yo alterada por identificación.
Para que esto sea posible, dice Freud, tiene que haber al mismo tiempo una fijación al
objeto de amor, y también escasa resistencia de la investidura de objeto. ¿Cómo explica
esto? Mediante un supuesto que toma de Otto Rank y va decir que la elección de objeto que
se da en la melancolía esta hecho sobre una base narcisista, y que si esta encuentra
dificultades en el camino, entonces puede regresar al Yo de donde partió, y que mediante
esta identificación narcisista con el objeto, entonces digamos, perduran, reemplazan de
alguna manera el objeto, la investidura de objeto amoroso.
Freud remarca uno de los puntos que para mí son más importantes a la hora de atender
pacientes. Va decir que la perdida de objeto es una situación privilegiada para que salga a
la luz la ambivalencia con el objeto de amor, es decir, los sentimientos de amor y odio. Va
decir que siempre que haya una predisposición a la ambivalencia, como por ejemplo en la
neurosis obsesiva, se va exteriorizar en forma de autorreproches, es decir, que la persona
se va comportar como si fuera su culpa la pérdida de objeto, es decir, como si la hubiera
querido. Y va decir que esta ambivalencia, estos sentimientos de amor y odio, tiene cada
uno su lugar dentro de cuadro melancólico como lo viene trabajando, va decir que el amor
se refugia en la identificación con el objeto y que el odio se ensaña con este objeto sustituto,
es decir, con la parte del Yo alterada por identificación, se ensaña con ella denigrando,
insultándola y dirigiendo su agresión, que en realidad sería dirigida al objeto, pero en vez de
hacerlo directamente al objeto lo hace indirectamente con el Yo, es decir, auto
agrediéndose y así permite de alguna manera liberar algo de esa agresión reprimida. Dice
que de esta forma se explica el enigmático caso del suicidio, en el cual parece que toda la
agresión que iba dirigida al objeto es subrogada ante la identificación y dirigida al Yo.
Bien, luego para ir finalizando Freud explica que es lo que sucede a un nivel tópico. Va decir
que la representación cosa-inconsciente es abandonada por la libido de a poco, y que el
conflicto entre amor y odio libra batalla en el inconsciente. El amor busca mantener la
ligadura libidinal con el objeto, mientras que el odio busca desatar la libido al objeto. Algo
parecido va decir que sucede con el duelo, pero a un nivel consciente. Entonces va decir
Freud que el desenlace típico de la melancolía es que se retira la libido del objeto y vuelve
sobre el Yo. Y gracias a esto el amor se sustrae de cancelar su vínculo con el objeto
mediante la huida al interior del yo. Entonces luego de esta regresión el proceso puede
devenir consciente y en vez de ser un vínculo de amor y odio con el objeto lo que sucede
que pasa es que es un conflicto entre una parte del Yo y su instancia crítica.
Entonces cuáles son las tres premisas que plantea Freud con respecto a la melancolía en
este texto, va decir que son:
• La pérdida del objeto
• La ambivalencia
• La regresión de la libido al Yo.

Introducción al narcisismo (1914)

¿Por qué fue necesario para Freud empezar a hablar de narcisismo? Para poder desarrollar
la organización sexual del ser humano. Esta organización, dice Freud, tiene dos metas u
objetivos: La primera meta del desarrollo sexual es abandonar el autoerotismo (propio de la
infancia) y cambiar el objeto situado en el cuerpo propio por un objeto de amor; La segunda
meta es que tiene que unificar, formar un todo con las diferentes pulsiones parciales propias
de la infancia en las que el niño se satisface en distintas zonas del cuerpo. Tiene que
formarse “un único cuerpo”.
Para poder explicar el proceso que hay entre autoerotismo (la satisfacción del propio
cuerpo) y la elección del objeto de amor, para entender cómo el niño pasa de satisfacerse
por sí mismo a elegir un objeto de amor fue necesario introducir el concepto de
“narcisismo”. En un primer momento, el término “narcisismo” era usado para hablar de la
conducta por la cual una persona daba a su propio cuerpo un trato parecido al que daría al
cuerpo de un objeto sexual: lo acaricia y lo mima hasta que alcanza la satisfacción; es un
“amor a sí mismo”. Sólo se podría pensar como una perversión cuando ese “amor a uno
mismo” absorbe toda la vida sexual de la persona. Pero luego, surgió la teoría de que el
narcisismo corresponde a una fase del desarrollo de la libido (o sea, de la energía sexual);
una fase entre el autoerotismo (la satisfacción en el propio cuerpo en la infancia) y la
elección de objeto (la acción de elegir como objeto de amor a una persona).
Entonces, el narcisismo es una colocación de la libido en el yo (es decir, el yo se ofrece
como objeto de amor a esa libido o energía sexual). Es el egoísmo propio de la pulsión de
autoconservación (o sea, de las necesidades relacionadas con las funciones corporales
necesarias para que la persona conserve su propia vida).
El narcisismo primario, para Freud, es una conjetura, un supuesto. Dice que es la base
sobre la que se va a construir el narcisismo secundario. El narcisismo primario está
“oscurecido por múltiples influencias”, es decir, es difícil darle una forma concreta,
pensarlo de cierta manera. Acá el yo no está formado como tal; para el niño, es él y sólo él.
Podría pensarse como una concentración inicial de la libido en el propio niño. Más adelante,
esa libido (energía sexual) es cedida o transferida a los objetos.
El narcisismo secundario es el retorno de la libido al yo que fue investida o transferida a los
objetos. Este narcisismo secundario se establece al mismo tiempo que la formación del yo,
por identificación con el otro. El proceso de investidura o traspaso de la libido del yo a los
objetos y de los objetos al yo se puede pensar de esta manera: la colocación de libido en el
yo (es decir, el yo como objeto de amor de la libido) produce una acumulación de energía
psíquica que es necesario descargar. Entonces, una parte de esa libido del yo se desplaza
a los objetos (libido de objeto). La otra parte de esa libido (libido yoica o narcisista)
permanece en el yo y corresponde a un resto autoerótico (lo que se satisface en el propio
cuerpo, y es una libido fija, no desplazable).
La libido yoica (la que permanece en uno mismo) es necesario que se transforme en libido
de objeto (la energía que se desplaza a los objetos) porque para no caer enfermo uno
mismo hace falta amar, en el sentido de que se inviste o “impregna” de libido un objeto
exterior.
Freud va a diferenciar entre autoerotismo y narcisismo porque para que haya narcisismo
tiene que haber un yo formado. Para que el yo se forme debe suceder una nueva acción
psíquica. En el narcisismo primario, el yo es tomado como objeto, a diferencia del
autoerotismo, donde el yo no está constituido y donde dominan las pulsiones parciales
típicas de la infancia temprana, en las que no hay una unificación (cada una de ellas se
satisface por su cuenta, no hay “un todo”).
En el narcisismo primario, entonces, todavía la libido no va hacia los objetos sino que toma
al yo como objeto pulsional. En la infancia, la pulsión es parcial, e inviste a objetos
parciales. En cambio, en este narcisismo primario, el objeto es total, no hay posibilidad de
fuga, toda la pulsión recae sobre un único objeto: el yo, a diferencia del autoerotismo, como
ya se dijo.
Para que uno se constituya como individuo es necesario que haya la libidinización por parte
de un otro.

Formación del yo

Cuando el sujeto nace, necesita de la asistencia de otro. Los padres nos brindan su amor,
nos invisten con libido de ellos, nos colocan la libido a nosotros. Ese proceso es necesario
para construir el yo.
Entonces con esa libidinización aparece la vivencia de satisfacción, el aparato psíquico.
El narcisismo es ese puntapié inicial para que se desarrolle la persona y para que comience
a constituirse ese "yo".
Todo aquello que el primero primordial le da al niño, a éste último le permite reconocerse a
sí mismo; y acá es cuando se pone en juego el acto psíquico del que habla Freud: “una
nueva acción psíquica tiene que agregarse al autoerotismo para que el narcisismo se
constituya”, y esa nueva acción psíquica es la identificación.En esta identificación de uno
mismo, las pulsiones (que hasta ese momento eran parciales) se unifican en torno al yo;
aparece la representación mental “como un todo” del cuerpo, pero ésta representación no
es real sino virtual (hay una ilusión de identificación).Esto significa que la imagen del yo es
aportada por el otro, pero uno mismo la hace propia. Entonces, en esta unificación de las
pulsiones parciales y la formación del yo, uno mismo queda amorosamente ligado al otro
que nos dio la imagen de nosotros mismos. Así queda constituido el yo, y junto con el yo
aparece la distinción entre otros objetos y uno mismo (yo-no yo). Hay una separación entre
el yo y el otro. Hay que aclarar que el narcisismo que acompaña a la formación del yo va a
ser siempre el narcisismo secundario.
En el texto "Introducción al narcisismo" aparece el término "Ideal del yo" para designar una
formación intrapsíquica relativamente autónoma que sirve de referencia al yo para apreciar
sus realizaciones efectivas. Para que pueda instalarse en el aparato psíquico este ideal, es
una exigencia que se haya superado la fase inicial del narcisismo primario, en la que según
Freud, el niño todavía es "él mismo su propio ideal". Por este motivo el ideal del yo sólo
puede surgir una vez que se ha renunciado a la idea omnipotente y megalomanía infantil.
Es esta renuncia la que permitiría pensar en un otro como ideal.
Después del complejo de Edipo, después que termina, de que se sepulta ese complejo de
Edipo, se forma tanto en el niño como en La niña, un IDEAL DEL YO, se dice que en el
varoncito es un poco más severo que en el de la niña y es con lo que se mide el yo actual
para intentar alcanzar el yo ideal que se fue en algún momento.
El ideal del yo es un supuesto necesario, no hay una unidad comparable al yo desde el
nacimiento sino que se tiene que desarrollar.

Otros caminos para entender el narcisismo

Toma ejemplo en la parafrenia, tiene dos fenómenos: el delirio de grandeza y el


extrañamiento de su interés respecto del mundo exterior. Los parafrénicos retiran su libido
de lo exterior, pero sin sustituirlo en la fantasía. El delirio de grandeza no es una formación
originaria sino que es el reflejo de algo anterior, el narcisismo primario, siendo un narcisismo
secundario. En otras palabras, esta es la metáfora de la ameba y los seudópodos. La
ameba representa la originaria investidura libidinal del yo. Esta investidura libidinal es
cedida después a los objetos, pudiendo, a la vez ser retirada, como un seudópodo que se
expande y se contrae.
Las neurosis también tienen un extrañamiento hacia el mundo exterior.
Para entender el narcisismo, Freud describe varios caminos: la consolidación de la
enfermedad orgánica, la hipocondría y la vida amorosa de los sexos:
Consolidación de la enfermedad orgánica: Freud dice que, por ejemplo, una enfermedad
orgánica afecta a la distribución de la libido: mientras dure la enfermedad, ésta repliega
“junta” sus investiduras para volver a enviarlas a los objetos y personas después de curarse
(Esto se puede pensar en que la persona concentra toda su atención en sí misma mientras
está enferma, dejando de lado al resto).
La hipocondría: es la creencia que tiene la persona de que padece una enfermedad grave.
La hipocondría también retira la libido de los objetos del mundo externo para concentrarla
en uno mismo, como en la enfermedad orgánica. La diferencia es que estas sensaciones
penosas en el hipocondríaco no se pueden comprobar, no tienen fundamento.
La vida amorosa de los sexos: cuando la libido yoica pasa a los objetos, el niño los elige
tomándose de su vivencia de satisfacción (es decir, las primeras satisfacciones sexuales
autoerótica que tuvo el niño, apoyadas en funciones que sirven para la conservación de la
vida). El niño va a elegir los objetos u objetos de amor teniendo en cuenta esa satisfacción
que fue vivida. Las pulsiones sexuales se apoyan al principio en la satisfacción de las
pulsiones yoicas o de autoconservación (como es el caso del pecho materno y el chupeteo),
y sólo más tarde se independizan y se empiezan a distinguir por un lado pulsiones yoicas y
por otro lado, pulsiones sexuales.

Tipos de elección de objeto

Freud va a hablar de dos tipos de elección de objeto de amor, que es la etapa que sigue al
narcisismo, y la última etapa del desarrollo sexual (autoerotismo – narcisismo –elección de
objeto): una elección de objeto por apoyo y una elección de objeto narcisista:
La elección de objeto por apoyo se basa en el apoyo sobre los primeros objetos sexuales,
que pueden ser la madre o un sustituto. El objeto de amor se elige sobre el modelo de las
figuras parentales, ya que éstas aseguran al niño alimento, cuidados y protección. Tiene su
fundamento en el hecho de que, en un principio, las pulsiones sexuales se apoyan en las
pulsiones de autoconservación (el mejor ejemplo es cuando la madre le da la teta al chico, y
el niño se satisface tanto sexualmente (gracias al chupeteo como modelo de la sexualidad
infantil, tomando como objeto de amor a la teta de la madre) como nutricionalmente
(graciasa la leche materna). Por esto, dice Freud, que se ama a: La madre nutricia (que es
la madre que nutre); Y al padre protector.
En la elección de objeto narcisista, el objeto de amor es el yo propio. Dice Freud que esta
elección es típica de perversos y homosexuales (aunque no es tan simple). La elección de
objeto se hace según la relación que tenga la persona consigo misma. Es la idea de que un
sujeto pueda elegir un objeto de amor y de deseo según el modelo de su propia persona.La
persona elige su objeto según el modelo del niño o del adolescente que ha sido, y además
se identifica con la madre que lo cuidaba. Entonces, Freud va a distinguir distintos tipos de
amor narcisista. Según él, se ama a: Lo que uno mismo es (o sea, a sí mismo); Lo que uno
fue; Lo que uno querría ser; La persona que fue parte de uno mismo.
Elección de objeto en el hombre: es típico del hombre elegir el tipo de objeto por
apuntalamiento o apoyo. Hace la transferencia del narcisismo originario (es decir, el
narcisismo del principio, de los comienzos) sobre el objeto sexual (o sea, la madre). Esto da
origen al enamoramiento, es decir, se produce un empobrecimiento libidinal del yo (el yo
“queda con poca libido”) en beneficio del objeto.
Elección de objeto en la mujer: La mujer posee un tipo de elección de objeto narcisista, a
diferencia del hombre que elige su objeto por apoyo. Con el desarrollo de la pubertad en la
mujer, “crece” su narcisismo originario. Su necesidad no se satisface amando, sino siendo
amadas. Este tipo de mujeres deben ser las más deseadas por el hombre, ya que el
narcisismo de una persona produce gran atracción sobre aquellas otras personas que no
se enfocaron tanto en su narcisismo propio y andan en busca de un amor de objeto (como
es el caso del hombre).

Yo ideal - Ideal del yo

La característica fundamental del yo ideal, es que viene de una necesidad afectiva, o sea de
una necesidad narcisista. Por eso dice que se constituye el yo ideal, para recuperar el
narcisismo perdido de la infancia, donde el niño “era todo, el centro del universo, “Su
Majestad el bebé”.
Por otro lado, cuando el niño renuncia al narcisismo producto de la educación y otros
procesos de socialización, guarda un “lindo recuerdo” de esa época de omnipotencia o
poder infantil, donde su propio yo era fuente de elogios. Teniendo en cuenta a la pulsión,
cuando se obtiene satisfacción de algo, cuesta renunciar a eso. Entonces va a tener lugar la
formación del ideal del yo. Lo que se opone al yo ideal es el concepto del ideal del yo.
Mientras que el yo ideal es una imagen global, total, de perfección, el ideal del yo es una
condición que una persona debe cumplir, que debe satisfacer para ser considerada valiosa.
Puede pensarse como un modelo al que el sujeto intenta adecuarse o ajustarse (es lo que
se espera de la persona, el rol que tendría que jugar).Es un atributo externo a la persona
(porque en cierto modo es impuesto por la sociedad), a diferencia del yo ideal, que es la
persona en sí misma.
La conciencia moral se refiere al conjunto de prohibiciones, y en general de valoraciones
negativas, que los padres inculcan en el niño y que llevarán a éste a reprimir ciertos
contenidos psíquicos, provocando en el niño la vivencia de culpa.
El ideal del yo es la suma de todas las restricciones que el yo debe obedecer. Para finalizar,
Freud habla del desarrollo del yo en el ideal. Es una instancia de la personalidad que resulta
de la convergencia del narcisismo y de las identificaciones con los padres y con los ideales
colectivos. Para que pueda instalarse en el aparato psíquico este ideal, es una exigencia
que se haya superado la fase inicial del narcisismo primario en la que, según Freud, el niño
todavía es él mismo su propio ideal. Por este motivo el ideal del yo sólo puede surgir una
vez que se renunció a la idea omnipotente y megalomanía infantil. Es esta renuncia la que
permitiría pensar en un "otro" como ideal.
El yo es una suma de rasgos que se toma de otros, por identificación.
Dónde el ideal del yo no sé desarrolla correctamente aparece la perversión.

Tópica de lo imaginario (Lacan)

FREUD: Sobre el autoerotismo, se funda el yo ideal (narcisismo primario)


En el YO IDEAL, se ama el YO, es omnipotente, y en el curso de su desarrollo, cuando el
niño es adulto, va perdiendo este yo ideal. Y va a tratar de retornar al mismo. Por ejemplo,
como ocurre en la psicosis (narcisismo secundario), el sujeto pierde la relación con las
cosas y le aporta la libido al yo. El neurótico ha perdido su narcisismo infantil, pero lo quiere
recuperar por intermedio del Ideal del yo.
El neurótico es un sujeto dividido que ha perdido su yo ideal y tiene un ideal del yo (modelo
al que quiere alcanzar), es una instancia crítica, la conciencia moral es la que nos limita el
narcisismo.
Estos modelos que uno quiere ajustarse, vienen de figuras parentales (educadores,
sociedad). El neurótico no está bien con uno mismo, y hay algo que no tiene, el ideal, pero
lo busca.
El ideal del yo, es el sustituto del narcisismo infantil.
El ideal del yo, puede trastornarse.
(¿Uno puede alcanzar el ideal del yo? Sí. Ejemplo: la fascinación por un líder o en el
enamoramiento. Aquí hay un problema) (psicología de las masas)
IDEAL DEL YO: Es lo que me falta.
El que vive en una esquizofrenia es el que regresa del yo ideal, entonces se cree Dios.
Lo que sucede en el enamoramiento, uno coloca en el ideal a una persona, y el enamorado
se va a comer al yo. (Freud en el enamoramiento o fascinación amorosa)
Como instancia diferenciada, el ideal del yo constituye un modelo al que el sujeto intenta
adecuarse.

Lacan, escritos técnicos de Freud

IDEAL DEL YO: Lacan dice que la imagen me la va a dar, la voz del otro. La imagen en el
espejo viene de la voz del otro. Hay un registro que trasciende lo imaginario, y es el
simbólico. Es la palabra del otro.
Éste está en lo simbólico. ¿Qué es el vínculo de lo simbólico? Nos definimos por intermedio
de la ley de la palabra (simbólico), nos definimos los unos a los otros. Estamos en
determinada relación simbólica según nos ubiquemos. (Universidad, él es profesor, nosotros
los alumnos. Vínculo simbólico).
La palabra va a definir el grado de percepción. El ideal del yo es la que me va a construir la
imagen del espejo, va a estar comandada con la palabra. La imagen virtual del espejo,
viene de la palabra de los padres.
El ideal del yo para Lacan, es el otro en tanto hablante, trasciende el tú y el yo imaginario.
YO IDEAL: Es el estadio del espejo.

El estadio del espejo

Lacan habla del estadio del espejo como un medio para explicar el surgimiento del yo. "Un
momento psíquico de la construcción humana, situado entre los seis y los dieciocho meses
de vida".
El estadio del espejo, aporta un cuerpo unificado y a la vez, fragmentado.
El yo ideal de Freud, es el del estadio del espejo en Lacan. Es para Lacan, la imagen virtual,
está en lo imaginario. (El bebé se identifica mirándose en el espejo).
No es una fase, es sobre todo una metáfora para explicar el desarrollo. El niño conquista la
imagen de su propio cuerpo y la formación de su yo (je).
El estadio del espejo describe la formación del yo a través del proceso de identificarse con
la propia imagen especular (reflejo del propio cuerpo en el espejo) Ese momento de la
identificación en el que el niño asume la imagen como propia, es descrito por Lacan como
un momento de júbilo porque conduce a una sensación imaginaria de dominio.
En primer lugar, el niño percibe su imagen como si se tratara de algo real que intenta
atrapar, esto demuestra que hay una confusión primaria entre uno y otro.
El niño entra en un proceso identificatorio: descubre que el otro del espejo no es un ser real,
sino una imagen, ya no intentará atraparla.
Lacan observa que el gran júbilo que experimenta el niño al reconocerse es sin embargo,
solo efímero. Se reconoce y se desconoce casi al mismo tiempo, porque aquello que
reconoce no es él, sino que justamente solo una imagen de él. El infante ve su reflejo en el
espejo como un todo, en contraste con la falta de coordinación de cuerpo real: este
contraste es experimentado como una tensión agresiva entre la imagen especular y el
cuerpo real, ya que esa imagen completa amenaza al cuerpo con la fragmentación. La
angustia provocada por esta sensación de fragmentación y para resolver esta tensión
agresiva, el sujeto se identifica con la imagen, esta identificación primaria con lo semejante
es lo que da forma al yo.
Lacan resalta sobretodo que el reconocimiento de la propia imagen especular ocurre con
ayuda y en relación a otro semejante. El semejante al que hace referencia es la segunda
condición, aquel "otro" que es en principio la madre. Así el estadio del espejo revela la
configuración del yo del sujeto. Y para que haya ocurrido, ha hecho falta el estímulo externo
desde un semejante. Lacan deduce de allí que, en principio, todo yo es un otro. Se
reconoce a sí mismo en el otro. La maduración del niño a esa edad no le permite tener
conocimiento específico de su propio cuerpo. Lacan menciona que el cuerpo empieza a
partir de la relación y el deseo del otro. Su aporte es que el yo, no tiene fundamento sino en
el otro.
Este estadio, funda para el niño su primer modo de vínculo con lo social. Su deseo, es
mediado por el deseo del otro. Pero el estadio del espejo por sí solo no resulta suficiente
para la subjetivación. Lacan deduce luego que se necesita de un tercero, haciendo
referencia al efecto de la función paterna que separa al individuo del deseo de la madre.
Todos estos postulados llevaron a Lacan a diferenciar entre un yo (Je) y un yo (moi) El yo
Je está ligado a lo simbólico, al reconocerse a sí mismo. Mientras que el yo moi es un yo
imaginario.

Complejo de Edipo
Freud planteaba que todo niño tiene una aspiración a quedarse con la madre y deshacerse
de su rival, el padre. La primera relación de un niño siempre es con su madre, que se
encarga de cuidarlo y de esa manera la madre se convierte en el objeto que el niño aspira
poseer. Pero en esta relación que el niño tiene con su madre siempre aparece un tercero
que es el padre, este padre interviene para impedir la relación incestuosa entre el niño y su
madre, y esta intervención por parte del padre se da bajo el modo de una amenaza. La
amenaza que está en juego es justamente la amenaza de castración, así el niño entra en la
disyuntiva de tener que elegir entre quedarse con la madre y perder su miembro o
conservar su miembro y perder a la madre. Según el autor la salida ideal del complejo de
Edipo supone la elección por parte del niño de conservar su pene con la esperanza de en
un futuro encontrar un sustituto de la madre; esta salida del complejo de Edipo se da en los
niños varones por lo que es denominado angustia de castración.
Este complejo declina en el periodo de latencia. Es vivido entre los tres y cinco años, en la
fase fálica.
Ahora bien, el Complejo de Edipo en Freud se trata entonces de una relación
triangular donde se articulan madre, padre y niño. Pero Lacan agrega un cuarto elemento
que es el falo, elemento articulador entre los otros protagonistas.
Lacan deja de lado el Edipo como mito y pasa a ocuparse del mismo en otro nivel,
el estructural. Se trata de una estructura en tanto es una organización con funciones y
donde cada personaje se define en relación al otro y al lugar que ocupa. El Edipo es
entonces entendido como estructura y el falo es el significante que articula y circula. Este
falo que circula como falta en la estructura es el falo simbólico; mientras que aquel que
atiende a la subjetividad del niño del primer tiempo del Edipo es el falo imaginario. Por ello,
cabe recordar que un elemento no es imaginario o simbólico en sí mismo sino en relación a
su articulación con otros elementos.
En el Seminario 5, Lacan plantea el Complejo de Edipo en tres tiempos. Una de las
diferencias radicales en relación a Freud está precisamente en el primer tiempo, el que
corresponde al estadio del espejo, ya que para Freud este tiempo, está más en el terreno de
una sexualidad pre-edípica.
Primer tiempo: Corresponde a la fase del espejo, momento de la construcción de
un cuerpo en un espacio imaginario. El niño se encuentra en una relación completa con su
madre e intenta identificarse no con la persona, sino con lo que supone es el objeto de
deseo de la madre. Esta es una identificación imaginaria. El niño quiere ser el objeto de
deseo de la madre y entonces su deseo queda así alienado al deseo del Otro. Al objeto de
deseo de la madre, Lacan lo llama falo. El niño es el falo de la madre y la madre dicta la ley
que es la del deseo del hijo. En este tiempo desde el niño, no existe aún una ley simbólica,
sino la ley arbitraria de la madre; pero la madre sí está atravesada por la metáfora paterna,
ley simbólica del padre.
Segundo Tiempo: La función del padre es la privación, priva a la madre
de su ilusión fálica (la madre ya no tiene el falo a través del hijo) y priva al niño de la
identificación imaginaria al falo (el niño ya no es el falo de la madre). Con la acción de
privación se inicia la castración simbólica, y tanto el niño como su madre pierden su valor
fálico. El padre se manifiesta en el discurso de la madre y es soporte de la ley, fundando
una legalidad. Según Lacan, este es el fundamento y el punto nodal del Complejo de Edipo.
La madre no tiene ahora una ley arbitraria que le es propia, sino que queda remitida a la ley
de Otro, que posee el objeto de su deseo. Esto lleva al niño a rivalizar con él por el deseo
de la madre. La disputa es en relación a ser o no ser el falo de la madre. El padre se
constituye como agente real de la castración.
Tercer tiempo: La castración simbólica del segundo tiempo, culmina con el reconocimiento
de la falta en la madre. Ahora el padre es portador del falo, lo tiene pero no lo es y a su vez,
depende de una ley exterior. El falo se encuentra por fuera del padre, en la cultura. Lacan
considera, al igual que Freud, que la salida del Edipo se produce favorablemente si el niño
se identifica con el padre (de quien deriva el ideal del yo) y el niño pasa de ser (el falo de la
madre) a tener. Este paso del registro del ser al del tener es lo que da cuenta de la
instauración de la metáfora paterna. La instauración de la metáfora del Nombre del Padre
posibilita al niño el acceso al lenguaje, al orden simbólico.

El profe lee algo de Lacan: El falo es el significante del deseo. Porque algo falta en el
lenguaje. La sexualidad humana no es algo natural, predeterminado, no guarda relación con
el instinto sino con el deseo que es efecto del lenguaje. Requiere que se haya establecido
un corte con el organismo, por intermedio del lenguaje. Corresponde a la represión
originaria. Por ella hay lenguaje, deseo y aparato dividido. Por la fijación de pulsión al
representante. Entonces por el deseo un hombre y una mujer se distinguen por tener o no
tener el falo. Se dirimen en serlo o no serlo, es decir tienen un dilema en ser o no ser el
objeto materno, esto es lo que ocurre en el narcisismo
El niño tiene que dejar de ser el objeto materno por la intervención del padre en la
prohibición del incesto. La niña no tiene falo pero lo añora.
El deseo incestuoso se vuelve reprimido pero retorna en los sueños y en la elección del
objeto.

El Edipo como formación secundaria de la niña

Dice Freud que en la niña, el complejo de Edipo es una formación secundaria. Esto es
porque primero atraviesa el complejo de castración, se da cuenta de que ha sido castrada,
ha perdido el pene, y cae presa de la envidia del pene (querer un pene como el de los
demás). Entonces, se aleja de la madre, deja de tomarla como objeto de amor (rompe la
unión afectiva ligazón-madre porque ella no tiene el pene que la niña está buscando, no se
lo puede dar), y finalmente se produce un giro hacia el padre, que es tomado como objeto
de amor por la niña, por lo que recién acá termina siendo introducida en el complejo de
Edipo.
Mientras que en el varón es el camino inverso. Diríamos que primero pasa por el complejo
de Edipo, organiza su sexualidad en torno a un primer objeto de amor, que va a ser la
madre, y luego descubre la diferencia de los sexos (entre él y la niña) y relaciona la
amenaza de castración con su elección sexual (la madre). Entonces, como dice Freud, sale
del Edipo por la castración porque él relaciona la elección de objeto que ha realizado (o sea,
eligió a la madre) con la posibilidad de perder el pene a manos del padre. Así termina por
abandonar a la madre como objeto de amor.
Por estas cuestiones está bueno pensar las relaciones entre el complejo de Edipo(que es la
inclinación erótica del niño hacia la madre, acompañada de hostilidad y celos hacia el padre,
y es necesario superarlo para conseguir una sexualidad y personalidad normal) y el
complejo de castración (que es el temor del niño de perder el pene ante las amenazas del
padre porque ese niño “se toca” y por su vínculo afectivo con la madre).

Sepultamiento del complejo de Edipo


Freud dice que el Edipo desaparece, tanto en el varón como en la mujer.
En la primera infancia el fenómeno central es el complejo de Edipo, luego de la etapa anal
(1 a 3 años) llega una etapa dónde los genitales toman el papel más importante, hay un
peinado fálico el masculino, el pene. El falo es la premisa universal del pene, donde el niño
cree que todo tiene pene.
El niño se empieza a ocupar de los genitales y se da cuenta que los adultos no están de
acuerdo y aparecen las amenazas. Esta amenaza de castración hace que el niño ingrese en
el complejo de castración y desista. Va a tomar importancia al ver los genitales femeninos,
llega a la conclusión de que en algún momento los tuvo pero le fueron castrados, cobra
significación la amenaza de castración. El complejo de Edipo le da al niño 2 formas de
satisfacción, una activa identificándose con el padre para poseer a la madre, y una pasiva
identificándose con la madre para ser poseído por el padre. Cuando el niño ve que todas las
mujeres están castradas pone fin a la satisfacción del Edipo porque si ocupa el lugar del
padre para poseer a la madre, como castigo va a perder el pene, y si ocupa el lugar de la
madre para ser poseído por el padre como premisa tiene que perder el pene para ocupar
ese lugar. Esto supone un conflicto entre el narcisismo de su propio órgano contra la
investidura libidinal de los objetos parentales. En la mayoría de los casos se resignan los
objetos parentales, la saca la investidura y se sustituye por identificación con el padre.
Toma de él la prohibición del incesto y la libido de la investidura de objeto se desexualiza,
se sublima y se vuelve tierna. Se sepulta el complejo de Edipo y entra en periodo de
latencia.
En la niña, en un comienzo el clítoris funciona como un pene, pero en comparación con el
masculino va a notar que el suyo es más corto o va a sentir como una inferioridad, fue
castrada. La castración la ve como un hecho consumado. Cuando descubre que las
mujeres no poseen pene entra en una decepción fálica, es el momento que cambia de vía y
dirige su deseo hacia el padre. El descubrimiento de su castración es un momento
importante en su desarrollo. Durante un tiempo pensará que crecerá y será tan grande
como el de un niño (complejo de masculinidad) hasta "suponer" que una vez tuvo un
miembro igual de grande y después lo perdió por castración. Luego renuncia al pene, y
tiene lugar la ecuación simbólica “pene=hijo”(pene por hijo) y su complejo de Edipo termina
en el deseo de recibir un hijo del padre, pero se abandona poco a poco porque éste nunca
se cumple. Ambos deseos (poseer un pene y recibir un hijo) permanecen en el inconsciente,
preparando al ser femenino para su futura función sexual.

Conferencia 33: La Feminidad

En este texto, Freud explica principalmente el desarrollo normal del complejo de Edipo en la
mujer, mostrando también sus desarrollos patológicos, como la neurosis y la
homosexualidad.
A primera vista distinguimos lo masculino y lo femenino a partir de diferencias biológicas
propias de la sexualidad (o sea, a través de diferencias genitales). Pero la anatomía
también muestra, dice Freud, una bisexualidad, ya que cada sexo presenta los caracteres
atrofiados del sexo opuesto, como si la persona no fuera varón o mujer, sino ambas cosas,
sólo que más lo uno que lo otro. Sobre la bisexualidad infantil, está bueno aclarar que Freud
propuso que todo ser humano tendría disposiciones sexuales tanto masculinas como
femeninas.
Dice Freud que el objetivo del psicoanálisis no va a ser decir qué es la mujer, tarea casi
imposible, sino que buscará investigar cómo a partir de la bisexualidad infantil surge la
feminidad, el “ser mujer”. La evolución que transforma a la niña en mujer es más complicada
que en el varón. Hay que explicar ahora cómo ocurre este cambio hacia la feminidad.
Acá es cuando Freud establece un punto importantísimo: en la niña, el descubrimiento de
su castración es un punto fundamental en su evolución hacia la feminidad. A partir de
ese descubrimiento de que fue castrada, puede tomar tres caminos diferentes en su
desarrollo:
Uno de esos caminos lleva a la inhibición sexual (falta de deseo sexual) o neurosis. Dentro
de este camino la niña, que hasta entonces había vivido masculinamente por estar ligada a
la madre y al clítoris como equivalente del pene, deja que la envidia del pene perjudique el
goce de su sexualidad. Ofendida por carecer de pene, renuncia a cualquier tipo de
satisfacción sexual, renunciando también a la madre como objeto amor al descubrir que ella
tampoco tiene pene. La pasividad empieza a dominar y se facilita el cambio hacia el padre
como objeto de amor. Quizá busque que el padre le de lo que la madre le ha negado. Este
deseo será luego sustituido por el deseo de tener un hijo (por la equivalencia simbólica
pene=hijo).
Un segundo camino es el desarrollo de un complejo de masculinidad. La niña niega su
castración, y a pesar de que puede poner el foco en el padre, este último la decepciona (por
ejemplo, porque no puede darle el hijo que ella está buscando, si pensamos en la ecuación
pene=hijo), y lo que sucede es que vuelve a su anterior complejo de masculinidad
(cuando la niña se comportaba como si fuera un varón, y pensaba que ella tenía pene, que
en cualquier momento crecería, “que era chiquito todavía),lo que explicaría la futura
homosexualidad femenina.
Finalmente, el tercer camino del desarrollo en la niña es la feminidad normal, donde la mujer
tiene un elevado narcisismo: tiene más necesidad de ser amada que de amar. El gran
deseo de su físico es debido a una compensación por su falta de pene. La vergüenza,
considerada como una característica femenina por excelencia, Freud la piensa como
producida, en un principio (en la infancia), por un intento de ocultar el defecto de los
genitales (es decir, el pene que supuestamente le falta, que fue castrado, mutilado. De ahí
el defecto).

Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos (1925)

En este texto, Freud va a explicar una parte de la teoría que elaboró sobre el desarrollo
psicológico de la mujer, mostrando las diferencias con el desarrollo del varón. Al principio,
dice Freud, que la madre es para ambos niños (varón y mujer) el primer objeto de amor.
El niño, cuando puede ver el genital femenino (por accidente, por ejemplo) se muestra como
indeciso, poco interesado al principio. Sólo más tarde, cuando cayó en la cuenta de una
amenaza de castración, esa observación del genital femenino va a tener un significado
importante para el niño, porque va a creer realmente que la amenaza de castración se
cumple (a las niñas le cortaron el pene). De esta manera, ante la visión del genital
femenino, el niño puede tener dos reacciones que van a marcar su relación con la mujer:
Horror frente a la criatura (mujer) mutilada; Desprecio en forma de triunfo dirigido hacia la
mujer (supuesta superioridad del varón, “yo tengo y vos no”).
En cambio la niña, en el momento en que ve el genital masculino por primera vez (pene), se
forma su propia opinión: ha visto el pene, ella misma sabe que no tiene pene y quiere
tenerlo. De esta manera, cae presa de la envidia del pene.
Entonces, teniendo en cuenta el título del texto, Freud va a hablar de las“consecuencias
psíquicas” de la envidia del pene en la mujer, estableciendo una diferencia anatómica con el
varón. Estas consecuencias psíquicas van a marcar el desarrollo sexualde la mujer:
Un sentimiento de inferioridad ante el varón; Los celos, que están fuertemente reforzados
desde la envidia del pene;El aflojamiento de los vínculos tiernos con la madre (a quien eligió
al principio como primer objeto de amor); Por última, la consecuencia psíquica de la envidia
del pene más importante: la asunción o apropiación de la feminidad, que se produce por
una contracorriente opuesta a la masturbación típica de la infancia, y que en la pubertad va
a hacer posible la feminidad como tal.
Entonces, dice Freud, que el conocimiento de la diferencia anatómica (genitales) entre los
sexos (varón y mujer), esfuerza a la niña a apartarse de la masculinidad y de la
masturbación masculina (porque no puede competir en esto con el varón, ante la falta de
pene). Así, la niña va a buscar nuevas vías que lleven al despliegue de la feminidad. La
niña, asumiendo su feminidad, a través de la ecuación simbólica pene=hijo, va a cambiar el
objeto de amor desde la madre hacia el padre, y se hace posible la entrada al complejo de
Edipo, y la madre se convierte en una competidora de la niña por el amor del padre. Esa
ecuación pene=hijo se puede pensar como si hubiera un deseo maternal (un ejemplo son
las niñas que juegan con muñecas a ser mamás); el deseo de tener un hijo del padre para
compensar el pene que se perdió, como un resarcimiento o indemnización.

Organización genital infantil (1923)

Para Freud, ya en la infancia hay una elección de objeto, como la que se presenta en la
pubertad (la elección de objeto es el acto de elegir a una persona o un tipo de persona
como objeto de amor). Todas las aspiraciones sexuales (o sea, la libido) se dirigen hacia
una única persona.
Esa elección de objeto que Freud propone en la infancia se diferencia de la elección de
objeto de la pubertad porque todavía en la infancia no hay un primado de los genitales (o
sea, la organización de todas las pulsiones parciales infantiles como si fueran una sola
unidad [genitales] al servicio de la reproducción).
A pesar de no haber en la infancia un primado genital (la genitalidad organizada como tal),
si hay un gran interés del niño por la zona de los genitales. Entonces, la organización genital
infantil que va a proponer Freud, dice que en la infancia no hay un primado genital, sino que
hay un primado del falo. Ese primado del falo es la premisa de que, para el niño, “todo tiene
pene”. El varón cree que todo el mundo tiene un pene como el suyo, inclusive los objetos
inanimados. Gracias a un esfuerzo de investigación que el niño lleva a cabo, como si fuera
una curiosidad sexual, llega a descubrir que el pene no es algo común de todos los seres
parecidos a él. Por ejemplo, puede darse cuenta de la falta de pene viendo de casualidad
los genitales de una hermanita.
Poco a poco llegan a la conclusión de que el pene estuvo alguna vez presente, pero fue
removido. La falta de pene es entendida como resultado de una castración, por lo que ahora
el propio pene del niño corre peligro de ser castrado.
Hay una polaridad sexual que va cambiando a lo largo del desarrollo de la libido (energía
sexual):
Primero, en la fase sádico-anal (en la cual el niño siente placer, vinculado al área anal
porque disfruta “aguantandoy expulsando la caca”), hay una oposición entre activo y pasivo;
Luego, en la fase fálica (en la cual la satisfacción se obtienen sobre todo mediante la
actividad de orinar) la oposición es entre genital masculino y castrado; Por último, en la
pubertad se forma la polaridad entre masculino y femenino, donde lo masculino abarca la
actividad y la posesión del pene, y lo femenino comprende la pasividad.

Recordar, repetir y reelaborar

Freud hace referencia a tres momentos de evolución de la técnica psicoanalítica.


En la primera, con el método catártico que se usaba la hipnosis, se ponía al paciente en
estado hipnótico y se lo llevaba a recordar un acontecimiento del pasado que el paciente
nunca confundía con el momento actual. Y este recordar surgía sin ningún tipo de
problemas, se ponía de manifiesto en forma de palabras los sucesos del pasado. Ponía en
palabras también aquello que había olvidado en su vida normal de vigilia pero en el estado
hipnótico lo podía recordar sin problemas. Una vez puesto en palabras se producía la
abreacción y cesaban los síntomas de forma momentánea.
Luego hubo un segundo momento de la técnica psicoanalítica dónde se abandona la
hipnosis y Freud ya convencido de que existían estos sucesos y nexos olvidados, intenta
discernir a partir de lo que dice el paciente sobre estos sucesos y se los intenta comunicar
para que esto produzca un efecto terapéutico. Es decir, trata de esquivar la resistencia y sin
tener que trabajarla, le dice que es lo que el paciente no sabe. Esto fracasó y dio lugar al
tercer momento:
El analista ya no se enfoca en ningún momento en particular ni en ningún suceso en
particular sino que trabaja con lo que trae el paciente. Y sobre eso que trabaja intenta
discernir dónde están las resistencias y hacerlas conscientes. Una vez reconocidas estas
vivencias el recordar aparece sin ninguna dificultad.
A partir de este nuevo momento, el paciente ya no recuerda cómo el estado hipnoide sino
que aquello olvidado lo pone en acto, aquello olvidado y reprimido lo pone en forma de acto,
en acción sin saber que lo está repitiendo. Es decir, está repitiendo un suceso del pasado
sin saber que está vinculado con ese pasado y el paciente lo vive como algo actual.
Freud va a decir que la transferencia es una pieza de la repetición. Es decir, la repetición es
la transferencia de estos acontecimientos del pasado, no solo sobre el médico sino sobre
todos los ámbitos de la vida presente. Esto lo llama "compulsión a la repetición" y esta es la
forma que tiene el neurótico de recordar. Recuerda repitiendo en acciones aquello olvidado,
reprimido.
En cuanto a la resistencia, Freud va a decir que mientras más resistencia haya, más va a
aparecer la repetición en vez de recordar. Es decir, si la transferencia es suave y positiva, el
paciente se va a completar casi como si estuviera en un estado hipnoide y va a recordar con
bastante facilidad pero si, luego se avanza por un camino en el cual aparecen más
resistencias, entonces el recordar va a dejar su lugar para que aparezca el repetir y desde
ese momento la resistencia es la que va a manejar estas repeticiones y va a sacar del
pasado las armas con las que se va a defender de la cura. Este repetir patológico es la
causa de lo que Freud llama "el empeoramiento durante la cura". Él tranquilizaba a sus
pacientes diciendo que este empeoramiento era necesario y pasajero ya que es imposible
vencer a un enemigo que está ausente.
Mediante el manejo de la transferencia, el analista maneja esta repetición, es decir, va a dar
el lugar en el análisis para que el paciente ponga en acto todo este pulsional patológico. Y
gracias a esto todos los síntomas van a cobrar un nuevo significado transferencial. Van a
adquirir un significado especial entre el paciente y el analista, así se crea una "neurosis de
transferencia". Esta es la que sustituye la neurosis ordinaria.
Gracias a que el análisis es un espacio aislado del mundo real, entonces lo que va
apareciendo ahí queda aislado del exterior. Entonces este clima favorable permite que se
desarrolle la neurosis con mucho menor riesgo. Todos estos síntomas, que van apareciendo
y van adquiriendo un significado, crean una neurosis artificial y asequible al trabajo
terapéutico.
Freud va a decir que una vez resuelta esta neurosis de transferencia entonces también se
resuelve la neurosis ordinaria. Esta neurosis de transferencia funciona como un pasaje de la
enfermedad a la curación.
El vencimiento de la resistencia empieza en el momento en que el médico se da cuenta que
está ahí e intenta hacerla consciente al paciente. Pero es preciso darle tiempo al paciente
para que reelabore estas resistencias siguiendo la regla de la asociación libre. La lucha
contra la resistencia es un proceso arduo. Una vez vencidas las resistencias, el recordar
aparece mucho más fácilmente.

Compulsión de repetición y pulsiones de muerte

Teniendo en cuenta a la compulsión de repetición, que muestra que hay actitudes o


vivencias que se repiten más allá del placer (es decir que, aunque generan displacer, se
siguen repitiendo),y sabiendo que esta compulsión de repetición busca ligar la energía libre
que quedó de alguna manera sin lugar, repitiendo las vivencias desagradables, Freud va a
empezar a hablar de la existencia de pulsiones de muerte, como si fueran una fuerza que
van más allá del principio del placer.
La compulsión de repetición puede puede volverse contra la propia persona y hacer que se
autodestruya. Esa compulsión (efecto de la acción de la pulsión de muerte) va más allá del
principio del placer, porque aparece como el principal obstáculo en la búsqueda de la cura
durante el análisis, ya que constantemente se están repitiendo vivencias que no tienen nada
de placenteras. La pulsión de muerte sería la forma en que el inconsciente se manifiesta,
como algo constantemente atacante y destructivo ante lo cual el analista tiene que ser
responsable.
Freud entiende la pulsión de muerte como una necesidad que tiene lo viviente de retornar a
lo inanimado, en donde el aparato psíquico no estaba perturbado por estímulos constantes
ni había exigencias de las pulsiones por alcanzar la satisfacción. Hay que aclarar que no es
“muerte” en el sentido biológico como tal, sino que se refiere a la falta de estímulos que
perturben el aparato psíquico. Es volver al estado inorgánico, donde el aparato no estaba
perturbado por estímulos.

El yo y el ello (1923)

Lo que a Freud lo impulsa a formular la segunda tópica o teoría del aparato psíquico (ello,
yo y superyó) y a escribir “El yo y el ello”es el antecedente que él escribe en “Más allá del
principio de placer”, referido a los obstáculos que se presentan en la cura o clínica. El
planteó las neurosis de transferencia, que estaban totalmente relacionadas con el fenómeno
de la compulsión de repetición (es decir, durante el análisis, el paciente tendía a repetirle al
médico vivencias que no tenían ningún tipo de placer posible, en lugar de recordar esas
vivencias o “contarlas”).
La repetición de vivencias displacenteras parece ser que es propia del sujeto. Esto a Freud
lo lleva a pensar que “es mucho lo inconciente en el yo”. Hay algo de lo inconciente que
escapa a lo reprimido, porque es difícil explicar cómo es que el sujeto repite constantemente
hechos o vivencias displacenteras sin que puedan ser reprimidas. Y esto lleva a su principal
formulación en “El yo y el ello”, tal vez una de las más complejas para ser pensadas: “Todo
lo reprimido es inconciente, pero no todo lo inconciente es reprimido”. Si pensamos en la
compulsión de repetición en la transferencia o análisis, parece haber algo inconciente en el
yo que escapa a lo reprimido, porque no se explica la repetición de vivencias displacenteras
sin que sean reprimidas. Por eso dice que no todo lo inconciente es reprimido.
La referencia más importante a los obstáculos que se presentan en la clínica o transferencia
es la reacción terapéutica negativa.

Ello, yo y super yo

Esos tres sistemas son conceptos fundamentales en la formulación de la segunda tópica del
aparato psíquico por Freud, que sin embargo comparten funciones y no se encuentran
separados físicamente. A su vez, gran parte de los contenidos y mecanismos psíquicos que
operan en cada uno de estos sistemas son inconscientes:
El ello es la base primitiva, inconsciente, del aparato psíquico (con “primitivo” se refiere a
que estuvo antes que cualquier otra cosa, fue lo primero). El ello es la parte del aparato
psíquico que contiene todas las pulsiones y deseos, y está en conflicto con el Yo y el
Superyó. Dice Freud que el aparato psíquico de un recién nacido es “puro ello”.
El yo es la parte “consciente” del aparato psíquico, y actúa como guía ante la realidad.
Puede adaptarse a esa realidad o cambiarla. El yo tiene un aspecto externo (porque se
encarga de recibir las percepciones que vienen desde afuera) y un aspecto interno (porque
funciona como un mecanismo de represión. El yo usa todos los mecanismos de defensa
para defenderse de la exigencia de las pulsiones del ello).
El superyó (que no es la conciencia moral), para Freud, es el heredero del complejo de
Edipo. Esto se explica así: al principio, el bebé siente hacia sus padres una profunda
hostilidad que no puede expresar (en parte por amor, ya que elige como objeto de amor a la
madre, y se identifica con el padre; y en parte por temor a ser castrado [acordémonos de lo
que pasaba en el complejo de castración]). El bebé va a crecer, obviamente, pero siempre
va a tener la sensación de que lo están observando o vigilando. Cuando los impulsos o las
mociones pulsionales del complejo de Edipo se reprimen y desaparecen, ese lugar lo viene
a ocupar el superyó. La madre y el padre pasan a introyectar (o sea, a “plasmarse” como si
realmente estuvieran) en el aparato psíquico y se empiezan a interiorizar o “aprender” las
prohibiciones externas, se conservan las normas parentales de prohibición. El superyó será
el representante de las normas dominantes en la cultura. Si las demandas del Superyó se
oponen a las del Ello, es el Yo el encargado de lidiar entre ambos.
Freud postula que, como resultado del complejo de Edipo en su doble aspecto positivo y
negativo (es decir, el aspecto positivo se refiere a la elección de la madre como objeto de
amor, a la investidura libidinal de ella elegida como objeto; pero al mismo tiempo, está
presente el aspecto negativo, que se refiere a la hostilidad del niño hacia el padre por el
lugar que éste ocupa junto a la madre), en el yo va a quedar siempre un residuo o un resto
a causa de esas identificaciones con los padres. Y cuando el complejo de Edipo llega a su
fin, ese resto, ese “algo” que siempre queda, se va a oponer al yo como superyó.
Para poder hablar de la importancia del yo, y de su relación con el ello, Freud propone la
metáfora del jinete y el caballo: “con relación al ello, el yo se parece al jinete que debe
frenar la fuerza del caballo, con la diferencia de que el jinete lo intenta con sus propias
fuerzas, mientras que el yo lo hace con fuerzas prestadas”.
¿Qué quiere decir con esta metáfora? El ello es la pasión salvaje del hombre (o sea,
las pulsiones que luchan por la satisfacción), y el yo sería la razón, la “cordura” de alguna
manera. El yo es el jinete, y el ello el caballo. Entonces, el jinete tiene que controlar la
fuerza del caballo (o sea, que el yo tiene que tratar de dominar la exigencia de las pulsiones
y evitar caer por fuera de las normas o reglas sociales).

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