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Conferencia 1
El “yo” tiene un lugar en la teoría y técnica psicoanalítica, así como lo tiene en otras
disciplinas.
En francés existen dos vocablos que permiten diferenciar el “yo”: Je pronombre personal
singular, siempre cumple función de sujeto; y el MOI también pronombre de la primera
persona que hace las veces de complemento.
El jo Moi es con el que nos manejamos cotidianamente, es el yo imaginario, de la imagen,
de como te presentas ante los demás "soy yo". Y el Yo Je es simbólico, no está
permanentemente afuera como el Yo Moi, este irrumpe o sea sale y se vuelve a esconder,
como los actos fallidos, el chiste etc.
El ich freudiano (yo en alemán) se asume como yo (moi) es decir del lado del
funcionamiento imaginario, como complemento. Lacan propone que esto es parte de la
historia del concepto, y que es con Freud con quien se marca una división histórica, en la
que “moi” puede ser asumido conceptualmente como “el antes” en un tiempo preanalítico a
lo desarrollado por Freud. Las nuevas perspectivas abiertas por Freud abolían las
precedentes, revolucionan el estudio de la subjetividad y muestran que el sujeto no se
confunde con el individuo.
La noción del yo fue elaborada con el correr de los siglos tanto por los filosos como por la
conciencia común. Luego de la introducción de la teoría freudiana se dará una revolución,
en el sentido copernicano, en relación con la comprensión e intervención sobre el aparato
psíquico.
El descubrimiento freudiano tiene exactamente el mismo sentido que el descentramiento
que aporta el descubrimiento de Copérnico.
Vivencia de satisfacción
La primera tópica
En “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” (Freud, 1911/1985), el
dominio del principio del placer se ve limitado por la introducción del principio de realidad,
que aparece como su relevo bajo la influencia de las pulsiones de autoconservación del yo.
Otra limitación es la represión, pues contraría el desarrollo unitario del yo.
El dualismo pulsional proviene de “Introducción al narcisismo” (Freud, 1914/1985) cuando
Freud divide a las pulsiones en pulsiones de autoconservación (yoicas, no sexuales) y
pulsiones de objeto. A partir de 1920 ambas serán consideradas como libido, representante
de Eros (lo que cohesiona todo lo viviente), y la dualidad se dará por la introducción de la
pulsión de muerte.
Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico", de 1911, es el texto donde
Freud introduce el principio del placer y el principio de realidad como los dos principios que
rigen el funcionamiento psíquico. Mientras que el primero tiene por fin procurar el placer y
evitar el displacer, sin trabas ni límites, el segundo modifica al anterior, imponiéndose las
restricciones necesarias para la adaptación a la realidad externa.
Freud retoma aquí la tesis que ya había planteado en otros textos anteriores, según la cual
el estado de reposo psíquico inicial habría sido perturbado por las exigencias de las
necesidades internas. En un primer momento, se habría producido un intento de
satisfacerlas por vía alucinatoria, es decir, mediante la representación en una alucinación
del objeto pensado o deseado, tal como sucede con las ideas oníricas. Esta sería la vía del
principio del placer, que es la tendencia a que obedecen los procesos primarios.
Pero el desengaño ante la ausencia de la satisfacción esperada habría llevado el aparato
psíquico a abandonar la tentativa de satisfacción por medio de alucinaciones, y a
representarse las circunstancias reales del mundo exterior e intentar modificarlas,
introduciendo así el principio de realidad, según el cual lo que se representa no es lo
agradable sino aquello acorde a la realidad, aunque sea desagradable.
La introducción del principio de realidad conlleva importantes consecuencias.
destaca las diferencias que se producen entre las pulsiones yoicas y las pulsiones sexuales
en relación al relevo del principio del placer por el de la realidad y sus consecuencias
psíquicas. Así, mientras que las pulsiones yoicas siguen el camino descrito, las pulsiones
sexuales se separan de manera significativa. Porque las pulsiones sexuales, al principio, se
comportan de forma autoerótica, de modo que se satisfacen en el propio cuerpo y no llegan
a experimentar la frustración que lleva a instituir el principio de realidad. Y cuando
posteriormente se inicia el proceso de la elección de objeto, éste queda interrumpido por el
período de latencia, de manera que la pulsión sexual queda retenida por largo tiempo bajo
el dominio del principio del placer, del que en muchos casos ya jamás se sustrae.
En consecuencia, se establece un vínculo estrecho entre pulsión sexual y fantasía, mientras
que las pulsiones yoicas se relacionan más con la conciencia. La satisfacción en objetos
sexuales imaginarios, más fácil y pronta, se mantiene a menudo en sustitución de la
satisfacción en objetos reales, más trabajosa y aplazada. A esto hay que sumar el hecho
que en el terreno de la fantasía la represión se mantiene omnipotente y consigue inhibir las
representaciones antes de que puedan ser advertidas por la conciencia y provocar
displacer. De todo ello se puede concluir que la pulsión sexual se rige por el principio del
placer, quedando así, efectivamente, la realidad desexualizada y dominando las pulsiones
yoicas.
Respecto a la interpretación de los sueños, la gran diferencia es que en este texto parte
preguntándose porque nosotros soñamos en imágenes. Acá no habla de neuronas, sino de
una no atómica y también va a decir que este aparato es bidireccional. Tiene una vía
progrediente que va desde la percepción a la motilidad y por otro lado, una vía regrediente
que va desde la motilidad hacia la percepción.
Freud va a decir que el sueño es un acto psíquico de pleno derecho y que tiene al deseo
como fuerza impulsora. Cuando soñamos nos da la impresión que es una vivencia presente
que a su vez soñamos en imágenes. El escenario de los sueños es distinto al escenario de
la vigilia.
Este aparato está compuesto por sistemas que tienen ciertas características.
Primero, que posee una orientación espacial constante. Segundo, que se siguen unos a
otros.
Tercero, que la excitación que ingresa en este aparato va a recorrer de manera temporal
cada uno de los sistemas y que la primer dirección es que parte de estímulos y termina en
inervaciones, por lo tanto todo proceso sensorial empieza ingresando por el extremo
sensorial, el que recibe las percepciones y va a salir por el extremo motor que es el que
tiene la posibilidad de abrir las puertas a la motilidad. De hacer que todo lo que ingresa
salga por el mundo exterior.
Todas las percepciones que llegan al aparato psíquico dejan una huella mnémica, está
huella tiene una sola función que es la memoria. Es la que genera la memoria dentro de
nuestro aparato y se basa en alteraciones que se hacen para los distintos elementos de los
sistemas. Es decir que cuando ingresa una percepción, en los sistemas se produce una
alteración que deja una huella permanente y esa huella es la memoria.
Este aparato psíquico tiene un primer sistema que es la percepción, que nada guarda. Todo
lo que recibe a modo de estímulo carece de memoria y permite que avance como vía
progrediente dale aparato psíquico. Detrás de eso hay un segundo sistema que va a
trasponer esa excitación que viene a partir de esa percepción, se va a quedar fijada a modo
de huella permanente dentro del sistema. Por lo tanto las distintas percepciones van a estar
enlazadas entre sí por asociaciones y van a quedar fijadas dentro del aparato a partir de la
excitación que genere.
Principalmente este aparato tiene dos instancias o sistemas: una instancia criticadora y una
instancia criticada.
La criticadora es el preconciente. Este se relaciona con la conciencia, se ubica entre la
infancia criticada y la conciencia como una pantalla que permite definir qué es lo que sale
hacia el exterior. Por lo tanto se va a situar en el extremo motor del aparato. Va a definir si
puede salir a la conciencia o no aquella percepción que ingresó. También guía la vía de la
vigilia, la atención y la motilidad voluntaria.
Detrás de eso hay una instancia criticada, es la que se excluye de la conciencia que jamás
va a llegar a la conciencia y es la que permite que soñemos en imágenes y permite la fuerza
impulsora para la creación del sueño. Todo lo que atraviesa, lo inconsciente, algo de eso
puede llegar al preconciente pero solo si sufre ciertas alteraciones que respeten las leyes
que pone el preconciente para que el material salga a la luz, o sea que salga a la
conciencia.
¿Por qué soñamos en imágenes? Durante la vida de vigilia, nuestro aparato psíquico recibe
estímulos y por medio del polo motor volcarlos hacia el exterior. En la vida del sueño, el polo
de la motilidad está cerrado, por lo tanto nuestro aparato recorre por vía progrediente por
medio de la energía, de la fuerza impulsora que otorga el inconsciente recorre todos los
sistemas y llega al polo motor, el problema es que ese polo está cerrado. Por lo cual vuelve
de manera regrediente hacia el primer sistema, es decir hacia la percepción. Cuando
recorre esta vía va excitando los sistemas hasta llegar a la percepción y ahí es cuando se
sueña en imágenes. Por lo tanto las percepciones dan lugar como imágenes de las que una
vez partieron porque nosotros en nuestra percepción también recibimos representaciones
en imágenes.
A partir de encontrarle respuesta a porque se sueña en imágenes, va a decir que durante el
día hay censuras por lo tanto todo es manejado por el preconciente, lo que sale a la luz y lo
que no. De noche la censura baja porque el polo motor y el preconciente están durmiendo y
aparece esta regresión.
Esta regresión es una pero tiene tres aspectos: uno tópico, porque va atravesando los
distintos sistemas; también es temporal porque regresa a formaciones que son más
antiguas; y formal porque se figura de un modo primitivo es decir de las imágenes que
percibimos.
El sueño es una regresión a la condición más temprana del soñante, una reanimación de su
infancia, de las mociones pulsionales que lo gobernaron entonces y de los modos de
expresión de que disponía.
El aparato psíquico no es anatómico. Está compuesto por sistemas que tienen una
determinada dirección, parte de estímulos y termina en inervación.
Hay un sistema “P” que es el sistema perceptivo, este se encarga de captar, de recibir los
estímulos, y el otro sistema denominado “M” es el sistema motor y se encarga de descargar
por medio de la motilidad esos estímulos que el sistema P capto. Todo lo que llega al
sistema P va a quedar registrado en el aparato como una huella mnémica que es una marca
permanente en el aparato.
El sistema más cercano al extremo motor se denomina “preconciente”. Tiene las llaves de la
motilidad voluntaria y permite que excitaciones accedan fácilmente a la conciencia, detrás
de este sistema se encuentra el ICC que no puede acceder a la conciencia sino es por
medio del preconciente.
El incremento de energía psíquica se percibe de manera displacentera y la disminución de
energía psíquica se percibe de manera placentera. El aparato psíquico tiende a mantener
los niveles de energía bajos, es decir, tiende al placer. El aparato psíquico se rige por el
principio de placer.
La fuerza impulsora del sueño proviene del ICC y lo entendemos porque el camino del
aparato psíquico es un camino progrediente en el estado de vigilia.
Cuando uno duerme hay una clausura del mundo exterior, no cuenta con las llaves de la
motilidad voluntaria. Entonces ese camino progrediente choca con que la motilidad está
cerrada y debe tomar otro camino, que es el regrediente. Por eso se dice que el sueño es
una regresión. Freud dice que es una regresión a la infancia, donde se reaniman todas las
experiencias infantiles.
Freud sostiene que los sueños penosos además de ser interpretables, son cumplimento de
deseo inconciente, contenido reprimido que mientras la persona duerme accederían a la
conciencia de un modo desfigurado. Freud sostiene que nadie puede considerar una
casualidad "el hecho de que en la interpretación de estos sueños lleguemos siempre a
temas de los que no hablamos o en los que no es desagradable pensar. Este sentimiento
de displacer que retorna en sueño, no excluye, sin embargo, la persistencia de un deseo.
Todo hombre abriga deseos que no quisiera comunicar a los demás ni confesarse así
mismo.
Este deseo, que tiene la fuerza propia de lo infantil, es el que mueve el aparato psíquico
hacia un cumplimiento alucinado en el sueño.
El contenido icc puja por aparecer en la vida consciente del sujeto, y en el sueño lo hace de
forma desfigurada como forma de burlar la censura de la represión. El sueño es la
realización disfrazada de un deseo reprimido.
Hay sueños que se presentaban de manera franca como cumplimiento de deseo, y otros en
que este era irreconocible y a menudo ocultado por todos los medios. A los sueños de
deseo no desfigurados se encuentran sobre todo en los niños; y breves sueños de deseo en
los adultos.
Génesis del sueño (los distintos deseos que pueden aparecer en el sueño): Uno puede
soñar con una moción de deseo que apareció en la vida de la vigilia y que por alguna razón
externa el sujeto no la pudo satisfacer y estos deseos pertenecen al sistema consciente.
Entonces este deseo consciente puede emerger luego a la noche; hay mociones de deseos
que han tenido que ser reprimidos, que pueden emerger a la noche y deben ser
desfigurados; las mociones de deseo actuales, deseos que aparecen mientras uno duerme
y que el sujeto empieza a soñar con satisfacer ese deseo que tiene en ese instante.
Génesis de los sueños de los adultos: tiene que haber dos tipos de mociones de deseos,
por lo general son sueños desfigurados. Tiene que haber un deseo inconsciente pero tiene
que valerse de los restos diurnos. Los restos diurnos son algo que sucedió, que prevaleció
durante la vigilia, es consciente. Sin embargo, en el sueño prevalece el deseo ICC y el rol
del resto diurno no es más que secundario.
Los sueños infantiles reflejan que un deseo no tramitado durante el día puede ser el
excitador del sueño. A medida que vamos dominando nuestra vida pulsional mediante la
actividad del pensamiento renunciamos cada vez más a la formación de deseos intensos
como los del niño.
En los sueños es donde hay más resistencias, son aquellos que están desfigurados. Todo
sueño es cumplimento de deseo. Los deseos reprimidos a veces afloran en los sueños. El
sueño es un disfraz, esconde un deseo icc prohibido y displacentero. Aquellos deseos
generan un conflicto y si la persona soñase esos deseos tal cual son, el sueño no podría
cumplir su función, que permanezca el guardián del dormir.
Hay una técnica en la asociación libre que consiste en decirle a la persona que repita el
relato del sueño. Rara vez esos relatos se dan de manera idéntica. Acá hay que prestarle
atención a las palabras que utiliza, dónde hace una modificación, ahí es donde está el
verdadero significado del sueño.
Freud dice que hay una diferencia entre contenido manifiesto y la elaboración secundaria (lo
que relata posteriormente sobre el sueño) es que hay una variación por los mecanismos
propios del sueño.
El contenido manifiesto es el contenido que el sueño cuenta, lo que uno literalmente ha
soñado. Mientras que el contenido latente es despejado por nuestro procedimiento, el
significado del sueño, los mensajes que se encuentran detrás del contenido manifiesto.
El sacro egoísmo del yo es la postura que toma el sujeto antes de dormir. Donde muestra
desinterés por el mundo exterior. Esta postura es la que permite que emerjan los deseos
inconscientes que en la vida de la vigilia tienen que estar reprimidos, escondidos. El yo está
presente en el sueño, se ve como desfiguración onírica y censura onírica. La desfiguración
es lo que lo hace incomprensible. La censura onírica es la resistencia que se utiliza en la
represión pero actuando en el sueño.
A veces la censura trabaja diferentes intensidades. Entonces hay algunos deseos
inconscientes que pueden eludir a la censura y empieza a cumplirse este deseo icc sin
desfiguración, esto le genera displacer al sujeto y esa angustia hace que se despierte.
La condensación: El trabajo del sueño se va a encargar de que los elementos latentes que
son similares se fusionen en una sola.
El desplazamiento: Hay elementos que no se sustituyen por componentes propios sino que
se sustituyen por elementos más alejados, el acento psíquico se pasa de lo más importante
a lo menos importante.
La trasposición: Los sueños siempre son en tiempo presente y en imágenes visuales. En la
transposición de palabras a imágenes hace que se pierda mucho contenido. Por eso el
contenido manifiesto tiene menos contenido que el latente.
El miramiento por la figuralidad consta de imágenes visuales dentro del sueño; es una
transposición de los pensamientos en imágenes que se producen durante la formación del
sueño.
La represión
Lo principal es pensar que, hasta ahora, Freud planteaba que el aparato psíquico se
apoyaba o regía por el principio de placer (que es un principio económico: tiende a disminuir
o “bajar” el displacer o suma de excitación y a ganar placer). Cuando hay displacer, significa
que hay un aumento de la suma de excitación,entonces el aparato psíquico tiende a
descargarla para disminuir esa suma. De esta manera, se mantiene constante la tensión en
el aparato.
La introducción del narcisismo es lo que va a perturbar la teoría de la pulsión que Freud
venía sosteniendo hasta ahora. Pone en entredicho o “en duda” el primer dualismo
pulsional (entre pulsiones del yo y pulsiones sexuales). Freud sostiene ese primer dualismo
hasta que encuentre otro. Y ese otro dualismo pulsional comienza a aparecer en “Más allá
del principio de placer”.
El punto es que es a partir de 1920, Freud va a plantear que el aparato psíquico no se rige o
no está apoyado en el principio de placer. Y esto no se desliga o separa de ninguna manera
de lo que Freud había planteado al introducir el concepto de “narcisismo” y la perturbación
que genera en el primer dualismo pulsional.
Antes del narcisismo, se trataba de una representación intolerable sexual y el yo. Esto era,
desde el principio, la noción de conflicto. Y en “Más allá del principio de placer” empieza a
aparecer esa otra manera de explicar el conflicto entre “energías del aparato psíquico” con
la llegada del segundo dualismo pulsional.
Lo inconciente (1915)
Es insostenible pensar que todos los procesos anímicos llegan a la conciencia por todos
esas ocurrencias que tenemos que no sabemos explicar de dónde vienen. Varios de los
recuerdos que tenemos no están activados en la conciencia todo el tiempo, sino que una
buena parte están latentes y están inconscientes.
El conocimiento inconsciente por medio de lo consciente es comparable con el
conocimiento del mundo exterior por medio de nuestros órganos sensoriales.
Distingue entre el punto descriptivo (tiene que ver con describir si algo es consciente en ese
momento o no) y el punto de vista tópico o sistémico (lugares dentro del aparato psíquico) la
diferencia es que algunas representaciones que no son conscientes en su momento, son
susceptibles de ser conscientes. Desde ese punto de vista está en el preconciente-
conciente.
Lo que queda reprimido va a ser parte del inconciente (punto de vista tópico) este tiene una
relación distinta con las pulsiones y perturba al sistema preconciente-conciente.
El acto psíquico tiene dos fases:
Primero inconciente y va a ser examinado por una censura, si pasa esto va al preconciente-
conciente y sino queda reprimido. En ese transcurso Freud se pregunta si ese cambio es un
camino de estado de la representación o es una nueva transcripción dentro del
preconciente. Estos lugares psíquicos no tienen que ver con localidades anatómicas.
Sentimientos inconscientes
El ICC no está en reposo mientras el preconciente actúa, sino que el ICC es algo vivo,
susceptible de desarrollo y tiene una relación de influencia recíproca con el PCC. Muchos
de los retoños psíquicos del ICC, de estas representaciones que se desprenden asociativa
de lo ICC, tienen una alta organización psíquica parecida al PCC. Cuándo estos retoños del
ICC quieren alcanzar la conciencia, al estar vinculados con lo ICC, son censurados. Hay
una nueva censura entre preconciente y conciente, además de la otra que es entre
inconciente y preconciente. La nueva censura vendría a caer sobre los retoños de lo ICC.
Psicología de las masas y análisis del yo” [CAPÍTULOS VII, VIII Y XI]
La identificación
Freud comienza hablando de la identificación, y dice que es el vínculo o ligazón afectiva con
otra persona. Juega un papel muy importante en la prehistoria del complejo de Edipo (es
decir, antes de que ocurra el Edipo como tal, cuando el niño se identifica con el padre antes
de que sea un estorbo).Entonces, el varón muestra un interés hacia su padre y lo toma
como su ideal mientras toma como objeto de amor a la madre, transfiriendo su libido a ella
(por elección de objeto analítica o por apoyo). De esa manera, el niño crea dos lazos: La
madre como investidura sexual de objeto; El padre como identificación.
Es en la unión de esos dos lazos que se da el nacimiento del complejo de Edipo: el niño
nota que el padre es un estorbo junto a la madre, entonces su identificación pasa a ser más
hostil y también busca reemplazar al padre en ese rol. A partir de acá, la relación con el
padre se vuelve ambivalente: por un lado, el niño se identifica con él, pero por otro lado,
quiere sustituirlo y ocupar su lugar junto a la madre. Hay que aclarar que en la niña se dan
estos mismos mecanismos, con las correspondientes sustituciones (madre en la
identificación, y padre en la investidura de objeto, al contrario que en el niño). La
identificación tiene como objetivo configurar el yo propio con un parecido con otro, que es
tomado como “modelo”.
TRES TIPOS DE IDENTIFICACIÓN:
- La ligazón o unión afectiva a un objeto.
- Introyección del objeto en el yo (es decir, se hacen propios rasgos o conductas de la
personalidad de otra persona).
- Identificación de la masa: esta identificación fundamental se da cuando hay un rasgo en
común con la otra persona, que no es tomada como objeto sexual. Lo sexual no juega
ningún papel en este tipo de identificación, es puramente social. Puede ocurrir,por ejemplo,
con el líder de la masa.
Lo que la identificación aspira es configurar al yo propio a semejanza del otro.
Freud ya insinúa que la formación del yo tiene que ver con la identificación. Esto lo retoma
Lacan en el estadio del espejo al decir que el yo es producto de una identificación
imaginaria con la imagen especular.
Enamoramiento e hipnosis
Freud compara a la hipnosis con la masa. Dice que la hipnosis es una formación de masa
de dos. Además, ubica a la hipnosis como una etapa intermedia entre el enamoramiento y
la masa. Lo que la hipnosis tiene en común con la masa es la conducta del individuo hacia
el conductor de la masa(o “líder”), como si fuera el hipnotizador. Y la diferencia es
simplemente el número de personas (en la masa hay muchos más individuos).
Ya que una masa es una multitud de individuos que han puesto un objeto, en esa masa, los
sujetos han puesto al líder en el lugar del ideal del yo, y se identifican todos entre sí porque
tienen eso en común.
La dinámica de la transferencia
Freud estudia la melancolía a través del duelo. Hace una comparación entre duelo y
melancolía y va decir que tienen un mismo ocasionamiento que va ser la pérdida de un ser
querido o de una abstracción que haga las veces de él, como por ejemplo, la patria, la
libertad, un ideal, etc. Va decir que frente a esta pérdida algunos desarrollan un duelo
mientras que otros desarrollan una melancolía.
El duelo conlleva una desviación de la conducta normal de la vida, pero esto es algo que a
nadie le llama la atención, que uno considera normal, y que a nadie se le ocurriría
considerar enfermo a alguien que está atravesando un duelo, etc., sino que uno confía que
después de cierto tiempo la persona se va recuperar y va volver a la normalidad.
Entonces Freud va hablar de las características que él reconoce en la melancolía.
Va decir que por un lado es una desazón profundamente dolida, hay una pérdida de interés
por el mundo exterior, hay una pérdida de la capacidad de amar, hay una inhibición de toda
productividad, y hay una rebaja en el sentimiento de sí que se exterioriza en autorreproches,
auto denigraciones y hasta llega, en casos extremos, a una delirante expectativa de castigo.
Va decir que estas características de la melancolía son exactamente las mismas que hay en
el duelo, excepto una que es la de la rebaja de sentimiento de si, que no está presente en el
duelo, llamado “normal”. Entonces Freud se pregunta: ¿cuál es la operación que realiza el
duelo? Va decir que el examen de realidad muestra que el objeto amado ya no existe y
entonces exige que se le quite la libido que estaba enlazada al objeto, pero frente a eso hay
una resistencia porque uno no resigna una posición libidinal tan fácilmente, entonces esto
se tiene que hacer muy lentamente, pieza por pieza va decir Freud. Mientras se quita la
libido pieza por pieza el objeto sigue existiendo dentro del psiquismo digamos, y se
sobreinvisten y se va muy profundo en los recuerdos y las expectativas libidinales que había
en relación a ese objeto, hasta que son clausuradas y se le quita la libido definitivamente.
Este proceso es muy lento, lleva un gran gasto de energía y de tiempo y es doloroso, pero
una vez que se realiza, el Yo ya está de nuevo desinhibido y libre para poner esta energía
en un nuevo objeto.
Tanto la melancolía como el duelo, se ocasionan a partir de la pérdida de un objeto, pero lo
que va decir Freud es que el objeto que se pierde en la melancolía es inconsciente, o sea,
la pérdida es inconsciente en la melancolía.
Con respecto a la rebaja del sentimiento de sí del melancólico, Freud va decir que lo que se
da es un empobrecimiento del Yo. El melancólico se va tratar a sí mismo como si fuera
indigno, estéril, moralmente despreciable. Se va a auto martirizar, se va denigrar, va esperar
repulsión y castigo, lo que Freud llamaría un delirio de insignificancia de carácter moral.
Entonces este empobrecimiento del Yo Freud lo contrasta con lo que sería en el duelo el
empobrecimiento del mundo exterior, que no es el Yo el que se vuelve como despreciable
sino que lo que se vuelve pobre y vacío es el mundo exterior. Freud va decir que es
infructuoso oponerse al enfermo, al melancólico cuando se autocrítica, decirle: “no, no es
así; darle razones, etc.”, dice que esto no sirve para nada.
Luego va decir que la melancolía permite echar una mirada a la constitución más íntima del
yo, ya que se puede ver en ella como una parte del yo se contrapone a la otra, la aprecia
críticamente, la toma como objeto y digamos, esto Freud después lo va a retomar en el Yo y
el Ello con la constitución del Súper Yo como instancia de la conciencia moral.
Por comparación con el duelo podemos inferir que en la melancolía también hay una
pérdida de objeto, pero dice Freud que si uno se guía digamos por las declaraciones del
melancólico, entonces da la impresión de que no hay una pérdida de objeto, sino que hay
una pérdida del Yo, es decir, con todos estos autorreproches, automartirios, etc. Pero dice
que si uno presta atención en estos autorreproches se da cuenta de que estos no se
adecuan a la persona del enfermo y que con levísimas modificaciones se ajustan más a una
persona que el enfermo ama, ha amado o amaría, es decir, refiriéndose al objeto perdido.
Es decir que mezclado con autorreproches genuinos, que se podría dirigir a él mismo, hay
unos reproches que en realidad estarían dirigidos al objeto de amor perdido, pero que de
este rebotan hacía, digamos, sobre la persona del enfermo.
Bien entonces lo que va decir que sucede en la melancolía es que hubo una elección de
objeto, es decir, una ligadura libidinal a un objeto, y que debido a una afrenta real con el
objeto o un desengaño de parte del objeto amado, se produjo un sacudimiento de ese
vínculo, y lo que hubiera sido normal en otro caso hubiera sido que la libido entonces se
quite de ese objeto, se ponga en otro, peor lo que sucede es que se cancela la relación
libidinal de ese objeto, pero en vez de ponerse en otro, esa libido es vuelta sobre el yo, y el
yo se identifica con el objeto, lo que Freud después dice en esta famosa frase: “la sombra
del objeto ha caído sobre el Yo”, que lo que quiere decir es que el Yo toma características
del objeto, se identifica con él, y digamos, Freud dice que lo que esto es, es una regresión a
la etapa oral, o digamos que podría ser una regresión a la etapa oral, en la cual la libido lo
que buscaba, era incorporar al objeto, es decir, apropiarse de él, incorporarlo, y que en ese
caso la investidura libidinal y la identificación eran lo mismo en la etapa oral canibalica.
Entonces mediante esta identificación con el objeto, lo que permite es continuar de alguna
manera el vínculo libidinal con este objeto, pero ahora dentro del Yo que se ha identificado
con él, entonces en ese punto lo que sucede es que el conflicto con el ser amado pasa a ser
ahora un conflicto entre la parte critica del Yo y la parte del Yo alterada por identificación.
Para que esto sea posible, dice Freud, tiene que haber al mismo tiempo una fijación al
objeto de amor, y también escasa resistencia de la investidura de objeto. ¿Cómo explica
esto? Mediante un supuesto que toma de Otto Rank y va decir que la elección de objeto que
se da en la melancolía esta hecho sobre una base narcisista, y que si esta encuentra
dificultades en el camino, entonces puede regresar al Yo de donde partió, y que mediante
esta identificación narcisista con el objeto, entonces digamos, perduran, reemplazan de
alguna manera el objeto, la investidura de objeto amoroso.
Freud remarca uno de los puntos que para mí son más importantes a la hora de atender
pacientes. Va decir que la perdida de objeto es una situación privilegiada para que salga a
la luz la ambivalencia con el objeto de amor, es decir, los sentimientos de amor y odio. Va
decir que siempre que haya una predisposición a la ambivalencia, como por ejemplo en la
neurosis obsesiva, se va exteriorizar en forma de autorreproches, es decir, que la persona
se va comportar como si fuera su culpa la pérdida de objeto, es decir, como si la hubiera
querido. Y va decir que esta ambivalencia, estos sentimientos de amor y odio, tiene cada
uno su lugar dentro de cuadro melancólico como lo viene trabajando, va decir que el amor
se refugia en la identificación con el objeto y que el odio se ensaña con este objeto sustituto,
es decir, con la parte del Yo alterada por identificación, se ensaña con ella denigrando,
insultándola y dirigiendo su agresión, que en realidad sería dirigida al objeto, pero en vez de
hacerlo directamente al objeto lo hace indirectamente con el Yo, es decir, auto
agrediéndose y así permite de alguna manera liberar algo de esa agresión reprimida. Dice
que de esta forma se explica el enigmático caso del suicidio, en el cual parece que toda la
agresión que iba dirigida al objeto es subrogada ante la identificación y dirigida al Yo.
Bien, luego para ir finalizando Freud explica que es lo que sucede a un nivel tópico. Va decir
que la representación cosa-inconsciente es abandonada por la libido de a poco, y que el
conflicto entre amor y odio libra batalla en el inconsciente. El amor busca mantener la
ligadura libidinal con el objeto, mientras que el odio busca desatar la libido al objeto. Algo
parecido va decir que sucede con el duelo, pero a un nivel consciente. Entonces va decir
Freud que el desenlace típico de la melancolía es que se retira la libido del objeto y vuelve
sobre el Yo. Y gracias a esto el amor se sustrae de cancelar su vínculo con el objeto
mediante la huida al interior del yo. Entonces luego de esta regresión el proceso puede
devenir consciente y en vez de ser un vínculo de amor y odio con el objeto lo que sucede
que pasa es que es un conflicto entre una parte del Yo y su instancia crítica.
Entonces cuáles son las tres premisas que plantea Freud con respecto a la melancolía en
este texto, va decir que son:
• La pérdida del objeto
• La ambivalencia
• La regresión de la libido al Yo.
¿Por qué fue necesario para Freud empezar a hablar de narcisismo? Para poder desarrollar
la organización sexual del ser humano. Esta organización, dice Freud, tiene dos metas u
objetivos: La primera meta del desarrollo sexual es abandonar el autoerotismo (propio de la
infancia) y cambiar el objeto situado en el cuerpo propio por un objeto de amor; La segunda
meta es que tiene que unificar, formar un todo con las diferentes pulsiones parciales propias
de la infancia en las que el niño se satisface en distintas zonas del cuerpo. Tiene que
formarse “un único cuerpo”.
Para poder explicar el proceso que hay entre autoerotismo (la satisfacción del propio
cuerpo) y la elección del objeto de amor, para entender cómo el niño pasa de satisfacerse
por sí mismo a elegir un objeto de amor fue necesario introducir el concepto de
“narcisismo”. En un primer momento, el término “narcisismo” era usado para hablar de la
conducta por la cual una persona daba a su propio cuerpo un trato parecido al que daría al
cuerpo de un objeto sexual: lo acaricia y lo mima hasta que alcanza la satisfacción; es un
“amor a sí mismo”. Sólo se podría pensar como una perversión cuando ese “amor a uno
mismo” absorbe toda la vida sexual de la persona. Pero luego, surgió la teoría de que el
narcisismo corresponde a una fase del desarrollo de la libido (o sea, de la energía sexual);
una fase entre el autoerotismo (la satisfacción en el propio cuerpo en la infancia) y la
elección de objeto (la acción de elegir como objeto de amor a una persona).
Entonces, el narcisismo es una colocación de la libido en el yo (es decir, el yo se ofrece
como objeto de amor a esa libido o energía sexual). Es el egoísmo propio de la pulsión de
autoconservación (o sea, de las necesidades relacionadas con las funciones corporales
necesarias para que la persona conserve su propia vida).
El narcisismo primario, para Freud, es una conjetura, un supuesto. Dice que es la base
sobre la que se va a construir el narcisismo secundario. El narcisismo primario está
“oscurecido por múltiples influencias”, es decir, es difícil darle una forma concreta,
pensarlo de cierta manera. Acá el yo no está formado como tal; para el niño, es él y sólo él.
Podría pensarse como una concentración inicial de la libido en el propio niño. Más adelante,
esa libido (energía sexual) es cedida o transferida a los objetos.
El narcisismo secundario es el retorno de la libido al yo que fue investida o transferida a los
objetos. Este narcisismo secundario se establece al mismo tiempo que la formación del yo,
por identificación con el otro. El proceso de investidura o traspaso de la libido del yo a los
objetos y de los objetos al yo se puede pensar de esta manera: la colocación de libido en el
yo (es decir, el yo como objeto de amor de la libido) produce una acumulación de energía
psíquica que es necesario descargar. Entonces, una parte de esa libido del yo se desplaza
a los objetos (libido de objeto). La otra parte de esa libido (libido yoica o narcisista)
permanece en el yo y corresponde a un resto autoerótico (lo que se satisface en el propio
cuerpo, y es una libido fija, no desplazable).
La libido yoica (la que permanece en uno mismo) es necesario que se transforme en libido
de objeto (la energía que se desplaza a los objetos) porque para no caer enfermo uno
mismo hace falta amar, en el sentido de que se inviste o “impregna” de libido un objeto
exterior.
Freud va a diferenciar entre autoerotismo y narcisismo porque para que haya narcisismo
tiene que haber un yo formado. Para que el yo se forme debe suceder una nueva acción
psíquica. En el narcisismo primario, el yo es tomado como objeto, a diferencia del
autoerotismo, donde el yo no está constituido y donde dominan las pulsiones parciales
típicas de la infancia temprana, en las que no hay una unificación (cada una de ellas se
satisface por su cuenta, no hay “un todo”).
En el narcisismo primario, entonces, todavía la libido no va hacia los objetos sino que toma
al yo como objeto pulsional. En la infancia, la pulsión es parcial, e inviste a objetos
parciales. En cambio, en este narcisismo primario, el objeto es total, no hay posibilidad de
fuga, toda la pulsión recae sobre un único objeto: el yo, a diferencia del autoerotismo, como
ya se dijo.
Para que uno se constituya como individuo es necesario que haya la libidinización por parte
de un otro.
Formación del yo
Cuando el sujeto nace, necesita de la asistencia de otro. Los padres nos brindan su amor,
nos invisten con libido de ellos, nos colocan la libido a nosotros. Ese proceso es necesario
para construir el yo.
Entonces con esa libidinización aparece la vivencia de satisfacción, el aparato psíquico.
El narcisismo es ese puntapié inicial para que se desarrolle la persona y para que comience
a constituirse ese "yo".
Todo aquello que el primero primordial le da al niño, a éste último le permite reconocerse a
sí mismo; y acá es cuando se pone en juego el acto psíquico del que habla Freud: “una
nueva acción psíquica tiene que agregarse al autoerotismo para que el narcisismo se
constituya”, y esa nueva acción psíquica es la identificación.En esta identificación de uno
mismo, las pulsiones (que hasta ese momento eran parciales) se unifican en torno al yo;
aparece la representación mental “como un todo” del cuerpo, pero ésta representación no
es real sino virtual (hay una ilusión de identificación).Esto significa que la imagen del yo es
aportada por el otro, pero uno mismo la hace propia. Entonces, en esta unificación de las
pulsiones parciales y la formación del yo, uno mismo queda amorosamente ligado al otro
que nos dio la imagen de nosotros mismos. Así queda constituido el yo, y junto con el yo
aparece la distinción entre otros objetos y uno mismo (yo-no yo). Hay una separación entre
el yo y el otro. Hay que aclarar que el narcisismo que acompaña a la formación del yo va a
ser siempre el narcisismo secundario.
En el texto "Introducción al narcisismo" aparece el término "Ideal del yo" para designar una
formación intrapsíquica relativamente autónoma que sirve de referencia al yo para apreciar
sus realizaciones efectivas. Para que pueda instalarse en el aparato psíquico este ideal, es
una exigencia que se haya superado la fase inicial del narcisismo primario, en la que según
Freud, el niño todavía es "él mismo su propio ideal". Por este motivo el ideal del yo sólo
puede surgir una vez que se ha renunciado a la idea omnipotente y megalomanía infantil.
Es esta renuncia la que permitiría pensar en un otro como ideal.
Después del complejo de Edipo, después que termina, de que se sepulta ese complejo de
Edipo, se forma tanto en el niño como en La niña, un IDEAL DEL YO, se dice que en el
varoncito es un poco más severo que en el de la niña y es con lo que se mide el yo actual
para intentar alcanzar el yo ideal que se fue en algún momento.
El ideal del yo es un supuesto necesario, no hay una unidad comparable al yo desde el
nacimiento sino que se tiene que desarrollar.
Freud va a hablar de dos tipos de elección de objeto de amor, que es la etapa que sigue al
narcisismo, y la última etapa del desarrollo sexual (autoerotismo – narcisismo –elección de
objeto): una elección de objeto por apoyo y una elección de objeto narcisista:
La elección de objeto por apoyo se basa en el apoyo sobre los primeros objetos sexuales,
que pueden ser la madre o un sustituto. El objeto de amor se elige sobre el modelo de las
figuras parentales, ya que éstas aseguran al niño alimento, cuidados y protección. Tiene su
fundamento en el hecho de que, en un principio, las pulsiones sexuales se apoyan en las
pulsiones de autoconservación (el mejor ejemplo es cuando la madre le da la teta al chico, y
el niño se satisface tanto sexualmente (gracias al chupeteo como modelo de la sexualidad
infantil, tomando como objeto de amor a la teta de la madre) como nutricionalmente
(graciasa la leche materna). Por esto, dice Freud, que se ama a: La madre nutricia (que es
la madre que nutre); Y al padre protector.
En la elección de objeto narcisista, el objeto de amor es el yo propio. Dice Freud que esta
elección es típica de perversos y homosexuales (aunque no es tan simple). La elección de
objeto se hace según la relación que tenga la persona consigo misma. Es la idea de que un
sujeto pueda elegir un objeto de amor y de deseo según el modelo de su propia persona.La
persona elige su objeto según el modelo del niño o del adolescente que ha sido, y además
se identifica con la madre que lo cuidaba. Entonces, Freud va a distinguir distintos tipos de
amor narcisista. Según él, se ama a: Lo que uno mismo es (o sea, a sí mismo); Lo que uno
fue; Lo que uno querría ser; La persona que fue parte de uno mismo.
Elección de objeto en el hombre: es típico del hombre elegir el tipo de objeto por
apuntalamiento o apoyo. Hace la transferencia del narcisismo originario (es decir, el
narcisismo del principio, de los comienzos) sobre el objeto sexual (o sea, la madre). Esto da
origen al enamoramiento, es decir, se produce un empobrecimiento libidinal del yo (el yo
“queda con poca libido”) en beneficio del objeto.
Elección de objeto en la mujer: La mujer posee un tipo de elección de objeto narcisista, a
diferencia del hombre que elige su objeto por apoyo. Con el desarrollo de la pubertad en la
mujer, “crece” su narcisismo originario. Su necesidad no se satisface amando, sino siendo
amadas. Este tipo de mujeres deben ser las más deseadas por el hombre, ya que el
narcisismo de una persona produce gran atracción sobre aquellas otras personas que no
se enfocaron tanto en su narcisismo propio y andan en busca de un amor de objeto (como
es el caso del hombre).
La característica fundamental del yo ideal, es que viene de una necesidad afectiva, o sea de
una necesidad narcisista. Por eso dice que se constituye el yo ideal, para recuperar el
narcisismo perdido de la infancia, donde el niño “era todo, el centro del universo, “Su
Majestad el bebé”.
Por otro lado, cuando el niño renuncia al narcisismo producto de la educación y otros
procesos de socialización, guarda un “lindo recuerdo” de esa época de omnipotencia o
poder infantil, donde su propio yo era fuente de elogios. Teniendo en cuenta a la pulsión,
cuando se obtiene satisfacción de algo, cuesta renunciar a eso. Entonces va a tener lugar la
formación del ideal del yo. Lo que se opone al yo ideal es el concepto del ideal del yo.
Mientras que el yo ideal es una imagen global, total, de perfección, el ideal del yo es una
condición que una persona debe cumplir, que debe satisfacer para ser considerada valiosa.
Puede pensarse como un modelo al que el sujeto intenta adecuarse o ajustarse (es lo que
se espera de la persona, el rol que tendría que jugar).Es un atributo externo a la persona
(porque en cierto modo es impuesto por la sociedad), a diferencia del yo ideal, que es la
persona en sí misma.
La conciencia moral se refiere al conjunto de prohibiciones, y en general de valoraciones
negativas, que los padres inculcan en el niño y que llevarán a éste a reprimir ciertos
contenidos psíquicos, provocando en el niño la vivencia de culpa.
El ideal del yo es la suma de todas las restricciones que el yo debe obedecer. Para finalizar,
Freud habla del desarrollo del yo en el ideal. Es una instancia de la personalidad que resulta
de la convergencia del narcisismo y de las identificaciones con los padres y con los ideales
colectivos. Para que pueda instalarse en el aparato psíquico este ideal, es una exigencia
que se haya superado la fase inicial del narcisismo primario en la que, según Freud, el niño
todavía es él mismo su propio ideal. Por este motivo el ideal del yo sólo puede surgir una
vez que se renunció a la idea omnipotente y megalomanía infantil. Es esta renuncia la que
permitiría pensar en un "otro" como ideal.
El yo es una suma de rasgos que se toma de otros, por identificación.
Dónde el ideal del yo no sé desarrolla correctamente aparece la perversión.
IDEAL DEL YO: Lacan dice que la imagen me la va a dar, la voz del otro. La imagen en el
espejo viene de la voz del otro. Hay un registro que trasciende lo imaginario, y es el
simbólico. Es la palabra del otro.
Éste está en lo simbólico. ¿Qué es el vínculo de lo simbólico? Nos definimos por intermedio
de la ley de la palabra (simbólico), nos definimos los unos a los otros. Estamos en
determinada relación simbólica según nos ubiquemos. (Universidad, él es profesor, nosotros
los alumnos. Vínculo simbólico).
La palabra va a definir el grado de percepción. El ideal del yo es la que me va a construir la
imagen del espejo, va a estar comandada con la palabra. La imagen virtual del espejo,
viene de la palabra de los padres.
El ideal del yo para Lacan, es el otro en tanto hablante, trasciende el tú y el yo imaginario.
YO IDEAL: Es el estadio del espejo.
Lacan habla del estadio del espejo como un medio para explicar el surgimiento del yo. "Un
momento psíquico de la construcción humana, situado entre los seis y los dieciocho meses
de vida".
El estadio del espejo, aporta un cuerpo unificado y a la vez, fragmentado.
El yo ideal de Freud, es el del estadio del espejo en Lacan. Es para Lacan, la imagen virtual,
está en lo imaginario. (El bebé se identifica mirándose en el espejo).
No es una fase, es sobre todo una metáfora para explicar el desarrollo. El niño conquista la
imagen de su propio cuerpo y la formación de su yo (je).
El estadio del espejo describe la formación del yo a través del proceso de identificarse con
la propia imagen especular (reflejo del propio cuerpo en el espejo) Ese momento de la
identificación en el que el niño asume la imagen como propia, es descrito por Lacan como
un momento de júbilo porque conduce a una sensación imaginaria de dominio.
En primer lugar, el niño percibe su imagen como si se tratara de algo real que intenta
atrapar, esto demuestra que hay una confusión primaria entre uno y otro.
El niño entra en un proceso identificatorio: descubre que el otro del espejo no es un ser real,
sino una imagen, ya no intentará atraparla.
Lacan observa que el gran júbilo que experimenta el niño al reconocerse es sin embargo,
solo efímero. Se reconoce y se desconoce casi al mismo tiempo, porque aquello que
reconoce no es él, sino que justamente solo una imagen de él. El infante ve su reflejo en el
espejo como un todo, en contraste con la falta de coordinación de cuerpo real: este
contraste es experimentado como una tensión agresiva entre la imagen especular y el
cuerpo real, ya que esa imagen completa amenaza al cuerpo con la fragmentación. La
angustia provocada por esta sensación de fragmentación y para resolver esta tensión
agresiva, el sujeto se identifica con la imagen, esta identificación primaria con lo semejante
es lo que da forma al yo.
Lacan resalta sobretodo que el reconocimiento de la propia imagen especular ocurre con
ayuda y en relación a otro semejante. El semejante al que hace referencia es la segunda
condición, aquel "otro" que es en principio la madre. Así el estadio del espejo revela la
configuración del yo del sujeto. Y para que haya ocurrido, ha hecho falta el estímulo externo
desde un semejante. Lacan deduce de allí que, en principio, todo yo es un otro. Se
reconoce a sí mismo en el otro. La maduración del niño a esa edad no le permite tener
conocimiento específico de su propio cuerpo. Lacan menciona que el cuerpo empieza a
partir de la relación y el deseo del otro. Su aporte es que el yo, no tiene fundamento sino en
el otro.
Este estadio, funda para el niño su primer modo de vínculo con lo social. Su deseo, es
mediado por el deseo del otro. Pero el estadio del espejo por sí solo no resulta suficiente
para la subjetivación. Lacan deduce luego que se necesita de un tercero, haciendo
referencia al efecto de la función paterna que separa al individuo del deseo de la madre.
Todos estos postulados llevaron a Lacan a diferenciar entre un yo (Je) y un yo (moi) El yo
Je está ligado a lo simbólico, al reconocerse a sí mismo. Mientras que el yo moi es un yo
imaginario.
Complejo de Edipo
Freud planteaba que todo niño tiene una aspiración a quedarse con la madre y deshacerse
de su rival, el padre. La primera relación de un niño siempre es con su madre, que se
encarga de cuidarlo y de esa manera la madre se convierte en el objeto que el niño aspira
poseer. Pero en esta relación que el niño tiene con su madre siempre aparece un tercero
que es el padre, este padre interviene para impedir la relación incestuosa entre el niño y su
madre, y esta intervención por parte del padre se da bajo el modo de una amenaza. La
amenaza que está en juego es justamente la amenaza de castración, así el niño entra en la
disyuntiva de tener que elegir entre quedarse con la madre y perder su miembro o
conservar su miembro y perder a la madre. Según el autor la salida ideal del complejo de
Edipo supone la elección por parte del niño de conservar su pene con la esperanza de en
un futuro encontrar un sustituto de la madre; esta salida del complejo de Edipo se da en los
niños varones por lo que es denominado angustia de castración.
Este complejo declina en el periodo de latencia. Es vivido entre los tres y cinco años, en la
fase fálica.
Ahora bien, el Complejo de Edipo en Freud se trata entonces de una relación
triangular donde se articulan madre, padre y niño. Pero Lacan agrega un cuarto elemento
que es el falo, elemento articulador entre los otros protagonistas.
Lacan deja de lado el Edipo como mito y pasa a ocuparse del mismo en otro nivel,
el estructural. Se trata de una estructura en tanto es una organización con funciones y
donde cada personaje se define en relación al otro y al lugar que ocupa. El Edipo es
entonces entendido como estructura y el falo es el significante que articula y circula. Este
falo que circula como falta en la estructura es el falo simbólico; mientras que aquel que
atiende a la subjetividad del niño del primer tiempo del Edipo es el falo imaginario. Por ello,
cabe recordar que un elemento no es imaginario o simbólico en sí mismo sino en relación a
su articulación con otros elementos.
En el Seminario 5, Lacan plantea el Complejo de Edipo en tres tiempos. Una de las
diferencias radicales en relación a Freud está precisamente en el primer tiempo, el que
corresponde al estadio del espejo, ya que para Freud este tiempo, está más en el terreno de
una sexualidad pre-edípica.
Primer tiempo: Corresponde a la fase del espejo, momento de la construcción de
un cuerpo en un espacio imaginario. El niño se encuentra en una relación completa con su
madre e intenta identificarse no con la persona, sino con lo que supone es el objeto de
deseo de la madre. Esta es una identificación imaginaria. El niño quiere ser el objeto de
deseo de la madre y entonces su deseo queda así alienado al deseo del Otro. Al objeto de
deseo de la madre, Lacan lo llama falo. El niño es el falo de la madre y la madre dicta la ley
que es la del deseo del hijo. En este tiempo desde el niño, no existe aún una ley simbólica,
sino la ley arbitraria de la madre; pero la madre sí está atravesada por la metáfora paterna,
ley simbólica del padre.
Segundo Tiempo: La función del padre es la privación, priva a la madre
de su ilusión fálica (la madre ya no tiene el falo a través del hijo) y priva al niño de la
identificación imaginaria al falo (el niño ya no es el falo de la madre). Con la acción de
privación se inicia la castración simbólica, y tanto el niño como su madre pierden su valor
fálico. El padre se manifiesta en el discurso de la madre y es soporte de la ley, fundando
una legalidad. Según Lacan, este es el fundamento y el punto nodal del Complejo de Edipo.
La madre no tiene ahora una ley arbitraria que le es propia, sino que queda remitida a la ley
de Otro, que posee el objeto de su deseo. Esto lleva al niño a rivalizar con él por el deseo
de la madre. La disputa es en relación a ser o no ser el falo de la madre. El padre se
constituye como agente real de la castración.
Tercer tiempo: La castración simbólica del segundo tiempo, culmina con el reconocimiento
de la falta en la madre. Ahora el padre es portador del falo, lo tiene pero no lo es y a su vez,
depende de una ley exterior. El falo se encuentra por fuera del padre, en la cultura. Lacan
considera, al igual que Freud, que la salida del Edipo se produce favorablemente si el niño
se identifica con el padre (de quien deriva el ideal del yo) y el niño pasa de ser (el falo de la
madre) a tener. Este paso del registro del ser al del tener es lo que da cuenta de la
instauración de la metáfora paterna. La instauración de la metáfora del Nombre del Padre
posibilita al niño el acceso al lenguaje, al orden simbólico.
El profe lee algo de Lacan: El falo es el significante del deseo. Porque algo falta en el
lenguaje. La sexualidad humana no es algo natural, predeterminado, no guarda relación con
el instinto sino con el deseo que es efecto del lenguaje. Requiere que se haya establecido
un corte con el organismo, por intermedio del lenguaje. Corresponde a la represión
originaria. Por ella hay lenguaje, deseo y aparato dividido. Por la fijación de pulsión al
representante. Entonces por el deseo un hombre y una mujer se distinguen por tener o no
tener el falo. Se dirimen en serlo o no serlo, es decir tienen un dilema en ser o no ser el
objeto materno, esto es lo que ocurre en el narcisismo
El niño tiene que dejar de ser el objeto materno por la intervención del padre en la
prohibición del incesto. La niña no tiene falo pero lo añora.
El deseo incestuoso se vuelve reprimido pero retorna en los sueños y en la elección del
objeto.
Dice Freud que en la niña, el complejo de Edipo es una formación secundaria. Esto es
porque primero atraviesa el complejo de castración, se da cuenta de que ha sido castrada,
ha perdido el pene, y cae presa de la envidia del pene (querer un pene como el de los
demás). Entonces, se aleja de la madre, deja de tomarla como objeto de amor (rompe la
unión afectiva ligazón-madre porque ella no tiene el pene que la niña está buscando, no se
lo puede dar), y finalmente se produce un giro hacia el padre, que es tomado como objeto
de amor por la niña, por lo que recién acá termina siendo introducida en el complejo de
Edipo.
Mientras que en el varón es el camino inverso. Diríamos que primero pasa por el complejo
de Edipo, organiza su sexualidad en torno a un primer objeto de amor, que va a ser la
madre, y luego descubre la diferencia de los sexos (entre él y la niña) y relaciona la
amenaza de castración con su elección sexual (la madre). Entonces, como dice Freud, sale
del Edipo por la castración porque él relaciona la elección de objeto que ha realizado (o sea,
eligió a la madre) con la posibilidad de perder el pene a manos del padre. Así termina por
abandonar a la madre como objeto de amor.
Por estas cuestiones está bueno pensar las relaciones entre el complejo de Edipo(que es la
inclinación erótica del niño hacia la madre, acompañada de hostilidad y celos hacia el padre,
y es necesario superarlo para conseguir una sexualidad y personalidad normal) y el
complejo de castración (que es el temor del niño de perder el pene ante las amenazas del
padre porque ese niño “se toca” y por su vínculo afectivo con la madre).
En este texto, Freud explica principalmente el desarrollo normal del complejo de Edipo en la
mujer, mostrando también sus desarrollos patológicos, como la neurosis y la
homosexualidad.
A primera vista distinguimos lo masculino y lo femenino a partir de diferencias biológicas
propias de la sexualidad (o sea, a través de diferencias genitales). Pero la anatomía
también muestra, dice Freud, una bisexualidad, ya que cada sexo presenta los caracteres
atrofiados del sexo opuesto, como si la persona no fuera varón o mujer, sino ambas cosas,
sólo que más lo uno que lo otro. Sobre la bisexualidad infantil, está bueno aclarar que Freud
propuso que todo ser humano tendría disposiciones sexuales tanto masculinas como
femeninas.
Dice Freud que el objetivo del psicoanálisis no va a ser decir qué es la mujer, tarea casi
imposible, sino que buscará investigar cómo a partir de la bisexualidad infantil surge la
feminidad, el “ser mujer”. La evolución que transforma a la niña en mujer es más complicada
que en el varón. Hay que explicar ahora cómo ocurre este cambio hacia la feminidad.
Acá es cuando Freud establece un punto importantísimo: en la niña, el descubrimiento de
su castración es un punto fundamental en su evolución hacia la feminidad. A partir de
ese descubrimiento de que fue castrada, puede tomar tres caminos diferentes en su
desarrollo:
Uno de esos caminos lleva a la inhibición sexual (falta de deseo sexual) o neurosis. Dentro
de este camino la niña, que hasta entonces había vivido masculinamente por estar ligada a
la madre y al clítoris como equivalente del pene, deja que la envidia del pene perjudique el
goce de su sexualidad. Ofendida por carecer de pene, renuncia a cualquier tipo de
satisfacción sexual, renunciando también a la madre como objeto amor al descubrir que ella
tampoco tiene pene. La pasividad empieza a dominar y se facilita el cambio hacia el padre
como objeto de amor. Quizá busque que el padre le de lo que la madre le ha negado. Este
deseo será luego sustituido por el deseo de tener un hijo (por la equivalencia simbólica
pene=hijo).
Un segundo camino es el desarrollo de un complejo de masculinidad. La niña niega su
castración, y a pesar de que puede poner el foco en el padre, este último la decepciona (por
ejemplo, porque no puede darle el hijo que ella está buscando, si pensamos en la ecuación
pene=hijo), y lo que sucede es que vuelve a su anterior complejo de masculinidad
(cuando la niña se comportaba como si fuera un varón, y pensaba que ella tenía pene, que
en cualquier momento crecería, “que era chiquito todavía),lo que explicaría la futura
homosexualidad femenina.
Finalmente, el tercer camino del desarrollo en la niña es la feminidad normal, donde la mujer
tiene un elevado narcisismo: tiene más necesidad de ser amada que de amar. El gran
deseo de su físico es debido a una compensación por su falta de pene. La vergüenza,
considerada como una característica femenina por excelencia, Freud la piensa como
producida, en un principio (en la infancia), por un intento de ocultar el defecto de los
genitales (es decir, el pene que supuestamente le falta, que fue castrado, mutilado. De ahí
el defecto).
En este texto, Freud va a explicar una parte de la teoría que elaboró sobre el desarrollo
psicológico de la mujer, mostrando las diferencias con el desarrollo del varón. Al principio,
dice Freud, que la madre es para ambos niños (varón y mujer) el primer objeto de amor.
El niño, cuando puede ver el genital femenino (por accidente, por ejemplo) se muestra como
indeciso, poco interesado al principio. Sólo más tarde, cuando cayó en la cuenta de una
amenaza de castración, esa observación del genital femenino va a tener un significado
importante para el niño, porque va a creer realmente que la amenaza de castración se
cumple (a las niñas le cortaron el pene). De esta manera, ante la visión del genital
femenino, el niño puede tener dos reacciones que van a marcar su relación con la mujer:
Horror frente a la criatura (mujer) mutilada; Desprecio en forma de triunfo dirigido hacia la
mujer (supuesta superioridad del varón, “yo tengo y vos no”).
En cambio la niña, en el momento en que ve el genital masculino por primera vez (pene), se
forma su propia opinión: ha visto el pene, ella misma sabe que no tiene pene y quiere
tenerlo. De esta manera, cae presa de la envidia del pene.
Entonces, teniendo en cuenta el título del texto, Freud va a hablar de las“consecuencias
psíquicas” de la envidia del pene en la mujer, estableciendo una diferencia anatómica con el
varón. Estas consecuencias psíquicas van a marcar el desarrollo sexualde la mujer:
Un sentimiento de inferioridad ante el varón; Los celos, que están fuertemente reforzados
desde la envidia del pene;El aflojamiento de los vínculos tiernos con la madre (a quien eligió
al principio como primer objeto de amor); Por última, la consecuencia psíquica de la envidia
del pene más importante: la asunción o apropiación de la feminidad, que se produce por
una contracorriente opuesta a la masturbación típica de la infancia, y que en la pubertad va
a hacer posible la feminidad como tal.
Entonces, dice Freud, que el conocimiento de la diferencia anatómica (genitales) entre los
sexos (varón y mujer), esfuerza a la niña a apartarse de la masculinidad y de la
masturbación masculina (porque no puede competir en esto con el varón, ante la falta de
pene). Así, la niña va a buscar nuevas vías que lleven al despliegue de la feminidad. La
niña, asumiendo su feminidad, a través de la ecuación simbólica pene=hijo, va a cambiar el
objeto de amor desde la madre hacia el padre, y se hace posible la entrada al complejo de
Edipo, y la madre se convierte en una competidora de la niña por el amor del padre. Esa
ecuación pene=hijo se puede pensar como si hubiera un deseo maternal (un ejemplo son
las niñas que juegan con muñecas a ser mamás); el deseo de tener un hijo del padre para
compensar el pene que se perdió, como un resarcimiento o indemnización.
Para Freud, ya en la infancia hay una elección de objeto, como la que se presenta en la
pubertad (la elección de objeto es el acto de elegir a una persona o un tipo de persona
como objeto de amor). Todas las aspiraciones sexuales (o sea, la libido) se dirigen hacia
una única persona.
Esa elección de objeto que Freud propone en la infancia se diferencia de la elección de
objeto de la pubertad porque todavía en la infancia no hay un primado de los genitales (o
sea, la organización de todas las pulsiones parciales infantiles como si fueran una sola
unidad [genitales] al servicio de la reproducción).
A pesar de no haber en la infancia un primado genital (la genitalidad organizada como tal),
si hay un gran interés del niño por la zona de los genitales. Entonces, la organización genital
infantil que va a proponer Freud, dice que en la infancia no hay un primado genital, sino que
hay un primado del falo. Ese primado del falo es la premisa de que, para el niño, “todo tiene
pene”. El varón cree que todo el mundo tiene un pene como el suyo, inclusive los objetos
inanimados. Gracias a un esfuerzo de investigación que el niño lleva a cabo, como si fuera
una curiosidad sexual, llega a descubrir que el pene no es algo común de todos los seres
parecidos a él. Por ejemplo, puede darse cuenta de la falta de pene viendo de casualidad
los genitales de una hermanita.
Poco a poco llegan a la conclusión de que el pene estuvo alguna vez presente, pero fue
removido. La falta de pene es entendida como resultado de una castración, por lo que ahora
el propio pene del niño corre peligro de ser castrado.
Hay una polaridad sexual que va cambiando a lo largo del desarrollo de la libido (energía
sexual):
Primero, en la fase sádico-anal (en la cual el niño siente placer, vinculado al área anal
porque disfruta “aguantandoy expulsando la caca”), hay una oposición entre activo y pasivo;
Luego, en la fase fálica (en la cual la satisfacción se obtienen sobre todo mediante la
actividad de orinar) la oposición es entre genital masculino y castrado; Por último, en la
pubertad se forma la polaridad entre masculino y femenino, donde lo masculino abarca la
actividad y la posesión del pene, y lo femenino comprende la pasividad.
El yo y el ello (1923)
Lo que a Freud lo impulsa a formular la segunda tópica o teoría del aparato psíquico (ello,
yo y superyó) y a escribir “El yo y el ello”es el antecedente que él escribe en “Más allá del
principio de placer”, referido a los obstáculos que se presentan en la cura o clínica. El
planteó las neurosis de transferencia, que estaban totalmente relacionadas con el fenómeno
de la compulsión de repetición (es decir, durante el análisis, el paciente tendía a repetirle al
médico vivencias que no tenían ningún tipo de placer posible, en lugar de recordar esas
vivencias o “contarlas”).
La repetición de vivencias displacenteras parece ser que es propia del sujeto. Esto a Freud
lo lleva a pensar que “es mucho lo inconciente en el yo”. Hay algo de lo inconciente que
escapa a lo reprimido, porque es difícil explicar cómo es que el sujeto repite constantemente
hechos o vivencias displacenteras sin que puedan ser reprimidas. Y esto lleva a su principal
formulación en “El yo y el ello”, tal vez una de las más complejas para ser pensadas: “Todo
lo reprimido es inconciente, pero no todo lo inconciente es reprimido”. Si pensamos en la
compulsión de repetición en la transferencia o análisis, parece haber algo inconciente en el
yo que escapa a lo reprimido, porque no se explica la repetición de vivencias displacenteras
sin que sean reprimidas. Por eso dice que no todo lo inconciente es reprimido.
La referencia más importante a los obstáculos que se presentan en la clínica o transferencia
es la reacción terapéutica negativa.
Ello, yo y super yo
Esos tres sistemas son conceptos fundamentales en la formulación de la segunda tópica del
aparato psíquico por Freud, que sin embargo comparten funciones y no se encuentran
separados físicamente. A su vez, gran parte de los contenidos y mecanismos psíquicos que
operan en cada uno de estos sistemas son inconscientes:
El ello es la base primitiva, inconsciente, del aparato psíquico (con “primitivo” se refiere a
que estuvo antes que cualquier otra cosa, fue lo primero). El ello es la parte del aparato
psíquico que contiene todas las pulsiones y deseos, y está en conflicto con el Yo y el
Superyó. Dice Freud que el aparato psíquico de un recién nacido es “puro ello”.
El yo es la parte “consciente” del aparato psíquico, y actúa como guía ante la realidad.
Puede adaptarse a esa realidad o cambiarla. El yo tiene un aspecto externo (porque se
encarga de recibir las percepciones que vienen desde afuera) y un aspecto interno (porque
funciona como un mecanismo de represión. El yo usa todos los mecanismos de defensa
para defenderse de la exigencia de las pulsiones del ello).
El superyó (que no es la conciencia moral), para Freud, es el heredero del complejo de
Edipo. Esto se explica así: al principio, el bebé siente hacia sus padres una profunda
hostilidad que no puede expresar (en parte por amor, ya que elige como objeto de amor a la
madre, y se identifica con el padre; y en parte por temor a ser castrado [acordémonos de lo
que pasaba en el complejo de castración]). El bebé va a crecer, obviamente, pero siempre
va a tener la sensación de que lo están observando o vigilando. Cuando los impulsos o las
mociones pulsionales del complejo de Edipo se reprimen y desaparecen, ese lugar lo viene
a ocupar el superyó. La madre y el padre pasan a introyectar (o sea, a “plasmarse” como si
realmente estuvieran) en el aparato psíquico y se empiezan a interiorizar o “aprender” las
prohibiciones externas, se conservan las normas parentales de prohibición. El superyó será
el representante de las normas dominantes en la cultura. Si las demandas del Superyó se
oponen a las del Ello, es el Yo el encargado de lidiar entre ambos.
Freud postula que, como resultado del complejo de Edipo en su doble aspecto positivo y
negativo (es decir, el aspecto positivo se refiere a la elección de la madre como objeto de
amor, a la investidura libidinal de ella elegida como objeto; pero al mismo tiempo, está
presente el aspecto negativo, que se refiere a la hostilidad del niño hacia el padre por el
lugar que éste ocupa junto a la madre), en el yo va a quedar siempre un residuo o un resto
a causa de esas identificaciones con los padres. Y cuando el complejo de Edipo llega a su
fin, ese resto, ese “algo” que siempre queda, se va a oponer al yo como superyó.
Para poder hablar de la importancia del yo, y de su relación con el ello, Freud propone la
metáfora del jinete y el caballo: “con relación al ello, el yo se parece al jinete que debe
frenar la fuerza del caballo, con la diferencia de que el jinete lo intenta con sus propias
fuerzas, mientras que el yo lo hace con fuerzas prestadas”.
¿Qué quiere decir con esta metáfora? El ello es la pasión salvaje del hombre (o sea,
las pulsiones que luchan por la satisfacción), y el yo sería la razón, la “cordura” de alguna
manera. El yo es el jinete, y el ello el caballo. Entonces, el jinete tiene que controlar la
fuerza del caballo (o sea, que el yo tiene que tratar de dominar la exigencia de las pulsiones
y evitar caer por fuera de las normas o reglas sociales).