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SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
Terapeuta: Doris, ésa no es tu función. No es tu función asistir a tu madre porque de ese modo
le transmites el mensaje de que no puede superar las cosas por sí
misma, lo que no es cierto. Si tomas la mano de tu madre dejas vacío ese lugar entre tus
padres, porque tu madre toma tu mano en lugar de tomar la de tu padre. Podría hacerlo si
quisiera porque las manos de tu padre están disponibles.
Madre: Pero ella me la alcanzó...
Terapeuta: (ala hija) Desde el comienzo te pusiste cerca de tu madre obstaculizando la
capacidad de tu padre para acercarse a ella, y la de tu madre para aproximarse a tu padre. Hay
una silla vacía entre ellos. No te sientes en ella.
Doris: Bueno, yo me acercaba y a menudo mi madre me decía: «Muy bien, se
supone que tu padre debería hacerlo.» Pero yo me imagino que hay una necesidad,
mi madre la tiene y yo debo obrar, y ésa es una de las razones por las que creí que
debía volver a casa, para ver por mí misma cómo estaban las cosas.
Padre: Y eso es lo que sucede a menudo. Me doy cuenta de que permanezco
inmóvil cuando ella necesita ayuda.
Terapeuta: (al marido) ¿Puede usted sentarse en esa silla ahora?
Padre: Si nadie me lo hubiera dicho, no lo habría hecho. (Se sienta en la silla
junto a su esposa.) Lo que no sé es si serviré como muleta o ella será capaz de superarlo sola.
Terapeuta: (ala esposa que permanece sentada con los brazos cruzados y los
puños cerrados mientras su marido le ha acercado su brazo poniendo una mano,
con la palma hacia arriba, sobre el brazo de la silla de ella) Mire cómo tiene usted las manos, y
mire las manos de él. Le está alargando una a usted.
CUARTA PARTE