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El ruido comunicativo

Por: Alexander Díaz

A manera de conclusión, podemos entonces poner al ruido comunicativo como el otro extremo
del espectro que se ha planteado en la presente cartilla. Es cierto, cuando no existe un proceso
de comunicación adecuado, cuando se ha delineado mal la persuasión o el mensaje se ha
distorsionado, estamos hablando de un ruido comunicativo.

Es claro pensar en una comunicación clara cuando deseamos interactuar con los demás.
Pensando en ello, el nexo entre el emisor, el receptor y el mensaje debe estar funcionando en
óptimas condiciones. El problema es que si, en algún momento, uno de los elementos de este
pacto comunicativo presenta falla, podríamos hablar de un ruido comunicativo.

Pensemos en el caso del emisor y su posible falla. Cuando el que tiene la intención de emitir el
mensaje no es claro es quien posee un ruido. El emisor debe hacer conciencia, justo después de
emitir el mensaje, que este fue recibido de manera clara. En ocasiones, no existe ese momento
por falta de reciprocidad dinámica con el receptor y otras veces, el emisor piensa que el
receptor entiende perfectamente su visión de la historia, mensaje o idea que está transmitiendo
generando una mala-interpretación. Ocurre que el emisor puede tener error dentro del medio en
el que transmite el mensaje (pensando en un lugar donde existe gran interferencia de ruido y el
emisor intenta darle un mensaje al receptor). Asimismo, puede ocurrir que el emisor no hable el
mismo lenguaje que el receptor.
El ruido también puede estar en el mensaje transmitido. Un mensaje incompleto causa ruido
de inmediato. Por ejemplo: realizamos una llamada telefónica por un móvil y uno de los que
mantienen la conferencia telefónica entra en un sector donde la señal se hace defectuosa, el
mensaje llega entre cortado, errado o incompleto.

Pero uno de los puntos que pueden llevar a un ruido comunicacional, a partir del mensaje, se
encuentra en aquellos mensajes que pueden ser interpretados en varios sentidos; no importa
cuál es la intención original del autor, pero el mensaje es interpretado de forma ambigua,
generando ruido y confusión.

Ruido por el receptor. El receptor puede generar ruido cuando no entiende el mensaje
correctamente por múltiples factores: desconcentración, sobre-interpretación, desconocimiento
del pacto lingüístico general, entre otras.

Por ello, uno de los puntos importantes en el proceso oral debe ser la claridad en el mensaje y la
reciprocidad dinámica que puede lograrse de manera directa o indirecta. De manera directa es
cuando el emisor pregunta constantemente si lo dicho es comprendido de la manera o intención
deseada. De manera indirecta, cuando el emisor verifica, no con preguntas directas sino, con
otros elementos del lenguaje.

Es por ello, que el ruido comunicativo debe evitarse con la construcción de un ágora: si se
cumple un pacto tácito de interacción en el ágora, el ruido no será un problema.

El ruido puede evitarse cuando existe un contacto directo y claro entre las partes del pacto
comunicativo. En la oralidad, este es un debate muy inquietante porque en ocasiones, si no se
esclarece el contenido del mensaje, se puede contar una historia romántica o emotiva y puede
interpretarse como si fuera una historia jocosa o incluso de tristeza. Pero para ello, se hace
importante una herramienta, que se explicaré en puntos posteriores de éste curso, la geografía
vocal.

En el siguiente texto, encontramos definiciones concretas sobre el tema de este módulo.


El objetivo del presente documento fue justamente generar una reflexión, que enmarca el
fenómeno de la comunicación como guía fundamental de los procesos organizacionales, en
general y en procesos de conocimiento y aprendizaje en particular. La invitación final consiste
en que, cada uno, encuentre en los conceptos verdaderas cartas de navegación para el proceso
de mejoramiento personal y organizacional.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 2
Desde siempre se ha dicho que el hombre es un ser social por naturaleza y un “bípedo
implumen” pero con todo ello, somos seres que comunicamos: el lenguaje es menesteroso,
es decir necesario para que nuestra especie sobreviva. Desde las explicaciones teogónicas
hasta las mayéuticas; desde las líneas dialécticas del pensamiento clásico hasta Hesiodo;
desde las Crónicas de Troyes y su ciclo artúrico hasta Calderón de la Barca; desde los círculos
dantescos hasta la noche de epifanía del teatro inglés; desde las vanguardias hasta el Pop-
Art; desde Gutenberg hasta la holo-cubierta de Star Trek. Pensamos en lo que nos rodea y en
nosotros mismos en medio del esfuerzo de “poner límites a las influencias que no conocemos
del mundo” (Nietzsche, Aurora). Es por ello, que con un proceso de tal envergadura en nuestro
andamiaje. Al conocer el lenguaje nos conocemos a nosotros mismos. Contar una buena
historia puede llevarnos a persuadir: lograr cambiar la idea de un objetivo o una tarea a cumplir,
en el entorno familiar o en el organizacional. Tener pasión, motivación, generar confianza y
verificar constantemente que el mensaje o la historia son recibidas adecuadamente evita el
ruido comunicacional. Es en este proceso de palabra oral, palabra escrita, imagen audio visual
e hipertexto, donde se nos debe dirigir a la reflexión de entender el entorno, los límites y la
importancia de la oralidad en la construcción del pensamiento humano.

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