Está en la página 1de 88

KEEP ME FEAR YOONMIN

by yoongitobae

●•◦ ˚˚

Resultó ser que ese chico precioso de angelical rostro, suave piel y ojos felinos, era
un demonio.

+imágenes y gif de películas de terror.


+terminado.
+historia con final alternativo.
+no copias ni adaptaciones.
+NO se permiten más adaptaciones.

+te recomiendo que no copies/ no hagas un plagio. hago búsquedas para


encontrarlos y créeme que te encontraré si decides plagiar esto.
0

las adaptaciones y/o similares están prohibidas. ya no se aceptan más.

Me habían dicho que los humanos eran tontos, no creí que era verdad. Sabía que los
humanos sentían miedo a todo, incluso a cosas estúpidas como a las alturas. Pero
casi muero de risa cuando llegué aquí y me encontré con la sorpresa de que
realmente es verdad.
Necesitaba cobrar una alma. El hambre de carne humana y almas desamparadas me
tenían comiendo comida humana. Y era una mierda en comparación con lo que me
acostumbré años atrás.
No, no soy un vampiro.
Soy mucho peor.
Soy eso que crees que habita bajo tu cama, mira abajo, justo ahí es donde voy a
estar.
Pero no bajo tu cama.
Estaré abajo de la cama de Park Jimin.
Él será mío, en cuerpo y alma.
1

Te vi cruzando la calle. Esperabas pacientemente la luz verde. Tu rostro estaba


tranquilo, pero parecías perdido mirando el sucio suelo a tus pies.

¿Pasaba algo?

Un tonto te empujó y caíste, aún cuando los autos pasaban. Como un depredador
obedecí la orden de salvarte. Ese instinto que sólo respondo cuando el hambre voráz
me llama.

Y te salvé.

No fue porque quise hacerme un héroe.

No quiero verte muerto, no aún. Quiero verte sufrir, y que ese sufrimiento sea
causado por mí y sólo por mí.

No te confundas, niño. No me gustaría verte muerto antes de que te devore. Quiero


que me tengas tanto miedo, que cada vez que vayas a dormir prefieras tener
pesadillas a que yo visite tus sueños.

Ten miedo de mí, Jimin.


2

Hoy también te seguí.

Estabas comiendo solo y con la mirada perdida otra vez. A veces quisiera saber qué
te ocurre. No porque me importes, sólo por curiosidad. Lloraste. Tus lágrimas se
mezclaron con tu café pero ni te importó.

Terminaste tu comida. Mientras todos te miraban extraño por tener los ojos rojos,
dejaste la bandeja vacía en la mesa. Saliste de la cafetería pisando tus lágrimas.
Fuiste hacia los baños, supongo que para seguir llorando. Te seguí de cerca, incluso
cuando lavaste tu cara y te diste palabras de aliento.

Quise reír, creías que algo tan carnal iba a impedirme tenerte en cuerpo y alma.

Dejaste los baños para ir a tu salón. Pero te hiciste a un lado del pasillo. Te quedaste
ahí. Donde todos te veían.

De pronto quise sentarme a tu lado y hacerte compañía, aunque no me vieras. Me


senté a tu lado para mirarte. Pusiste los brazos sobre tus rodillas y recostaste tu
cabeza sobre ellos para intentar escapar del mundo. Cerraste los ojos y calmaste tu
respiración.

Entonces quise molestar.

Toqué tu mejilla suavemente. Te enderezaste rápidamente con ojos saltones y con el


pulso a mil. Yo podía sentirlo. Miraste a todos lados, incluso a quiénes pasaban con
sus libros y bolsos.

Volviste a tu posición de antes y finalmente te dormiste.

Conmigo mirándote.
3

Era muy tarde. Tipo tres de la madrugada. No sabía porqué estabas afuera de tu casa
tan tarde y sin protección alguna. Pero ibas muy rápido. No te dabas cuenta de las
cosas que pasaban a tu alrededor. Incluso podría haberme revelado y tú ni por
enterado.

En una calle casi te caes. Reí tanto que creí posible la resucitación. Porque yo estoy
muerto...

Caíste al suelo. Amortiguando la caída con tus codos, los que quedaron heridos al
impacto.

Ahora entiendo todo. Estabas ebrio.

Todo el alcohol salió con el vómito.

¿No valoras tu vida acaso? ¿Por qué bebes sin control?

Estaba tan molesto. Tan enojado que no tuvieras valor por tu ridícula vida. Así que
decidí molestarte. Toqué tu hombro mientras aún estabas vomitando. Saltaste fuerte,
parece que te asuste en serio.

—Jimin... —susurré en tu oído.

Otra vez tenías esa mirada perdida y asustada, buscando donde estaba yo.
Lástima cariño, ésta noche sólo yo me divierto con tu existencia y estupidez. Después
te levantaste con dificultad y aún con tambaleos llegaste a tu casa, al menos aún
vivo. Tiraste toda tu ropa al suelo y quedaste en bóxer andando por el lugar.

No pude evitar mirarte con depravación. Eres precioso, incluso ebrio. Es una
verdadera lástima que tenga que comerte. Te acostaste en la cama y como siempre
te miré dormir toda la noche.
4

¿Quién era ese chico? ¿Por qué lo mirabas así? ¿Por qué tenías esa sonrisa?

No me gusta compartir mi comida con otros. Peor aún sean humanos tontos que lo
único que quieren es entrar en tu bóxer. Estaba tan molesto. Decidí que era hora de
jugar, jugar en serio. Por eso te desperté de esa forma. Quería reír al verte tan
exaltado. Tu pecho subía y bajaba tan rápido, y tu carita de niño se veía tan
asustada.

─Yoongi, ¿eres tú? ─preguntaste a la oscuridad.

¿Qué? ¿Por qué sabes mi nombre?

Yo soy quién sabe todo de ti. No debe ser al revés. Me congelé no sabía qué hacer. Tú
sabías mi nombre. Eso era tan malo.

─Genial. Me estoy volviendo loco ─volviste hablar.

Parecías frustrado y apenado. Volví a tirar tus piernas. Y otra vez esa reacción
asustada. Te aferraste a las mantas de la cama. Tus ojos se llenaron de lágrimas.

─Lo siento por salir con ese chico ─limpiaste tus lágrimas─. Sé que estás molesto y
celoso ─reíste en medio de tu llanto.

¿Qué demonios pasaba aquí?


¿Yo celoso de ese simple mortal que tenía más frustración sexual que inteligencia? No
me gusta compartir mi comida, cariño. No estoy celoso de simples humanos.

─Buenas noches, mi amor ─hablaste por última vez a lo oscuro de tu habitación.


Pusiste tu cabeza contra la almohada y creo que lloraste un poco más hasta que
dormiste al fin.

Pero yo me quedé ahí.

Petrificado.

Congelado.

Con los ojos abiertos y mi tacto a mil.

¿Me llamaste mi... amor?


5

No quería aparecer por tu vida. No sabía por qué. Quería ir y asustarte como siempre.
Mirarte dormir y estar ahí, aunque no lo sepas. Estaba como un imbécil sentado en un
rincón de mi casa humana. No tenía muchas cosas, no pasaba aquí ya que estaba
más en tu casa. Asechándote como siempre.

Mi amor...

No podía dejar de pensar en eso. ¿Qué me pasaba? Eran tan sólo dos palabras, dos
palabras. ¿Por qué me sentía tan agobiado por esas palabras tan comunes, mundanas
y que no tienen un significado?

Me hacen sentir enfermo.

Con ganas de responder. Algo desde mi pecho que sube y quiere salir libre.

Me hace querer estar contigo.

Y ya no sé si es por comida.
6

Estabas con otro chico hoy.

Tú... lo besaste.

¿Por qué lo besaste? Digo, me llamaste amor. ¿Por qué lo besas a él? ¿No deberías
besar a quién llamas amor? ¿Acaso las relaciones humanas no son así? Me siento
extraño. Impotente. Es una rara sensación que sólo los humanos lo sienten. No sé
cuales son sus síntomas. De hecho me siento al igual cuando comía carne humana
descompuesta.

Enfermo.

¿Qué es esto que siento?

¿Me estoy enfermando?

¿Por qué no me besas a mí?

¿Esto es lo que llaman celos?


7

Hoy fui a verte. Estabas ahí, llorando en tu cama. Pude sentir un peso en mi pecho.
Como sí fuese parte de una tortura donde una piedra de mil kilos te aplasta hasta
hacerte de goma.

Pero eso no era real. Esto era la realidad.


Yo estaba experimentando y sufriendo raras sensaciones. Cuando te veía llorar,
cuando me llamaste amor y cuando... tú besaste a ese chico.

Aún siento el cólera subiendo por mi pecho directo a mis puños y a los deseos de
matar algo.

—¿Estás aquí, mi amor? —preguntaste sorbiendo la mucosidad que tus lágrimas


habían generado. —Te puedo sentir...

¿Qué?

—Terminé con él. Sé que estás celoso, lo sé —sorbió y suspiró a la vez—. No puedo,
te amo a ti.

¿Qué?

—Aún te sigo amando... —susurró. Se abrazó a sí mismo y eso me dolió. Quería ir a


abrazarlo—. Después de seis meses de tu muerte y aún no puedo vivir sin ti...

¿Qué mierda acaba de decir?


8

No sé qué mierda pasa, pero ya no me importa. Tampoco quiero saber del porqué
aún me llamas amor, me invade una enorme rabia cuando recuerdo el beso con ese
imbécil, o cuando lo mencionaste.

Tampoco quiero saber porque te extraño.

Pero te necesito.

¿Entiendes?

Por eso ya no puedo separarme de ti. Si esta es una enfermedad extraña, quiero
tenerla. A pesar de estar confundido una mierda, quiero estar enfermo.

Hoy estabas tan reluciente. Casi podía verte brillar. Tus ojos y tu sonrisa lo hacían.
Era precioso.

Tú eres precioso.

¿Qué es esto que siento? ¿Este rubor en mis mejillas? ¿Este calor que quema más
que las llamas del inframundo?

¿Es amor?
9

Como dije antes, voy a seguirte a todos lados.

Lo siento por hacerte caer hoy. Fue muy chistoso y quería tirarme a tu lado a reír. La
verdad fue que te hice caer porque el chico que besaste antes estaba viéndote y no
quería que lo hiciera. Te levantaste ruborizado por la vergüenza se caer y seguiste tu
camino. Y ahí iba yo, cuidándote. Pero ese imbécil volvió aparecer. Y te habló de mí,
tu lloraste en tus brazos, en su hombro. Quería estar vivo para consolarte. No
entiendo porqué hablaban de mí. No entiendo tantas cosas. Y a pesar de eso, no
quiero ser un demonio más. Quiero estar contigo. Quiero besarte. Poder abrazarte
para siempre.

Ahora logre hacer caer a ese tonto.

Ésta vez sí me tiré al suelo a reír. Tú reíste también.


10

Hoy visité tus sueños, y se sintió tan bien. Pude besarte y hacerte el amor. Me sentí
tan completo. Juro que jamás me sentiré completo en mi inmortalidad, siempre me
faltará una parte esencial y eres tú, Park Jimin.

Después de irme de tu sueño, quedaste llorando. Se me partió el alma, el corazón y


todo lo primordial para seguir con esta vida sin terminar.

A veces odio ser inmortal.

En fin, siento que te amo. Eres la mejor presa que he tenido y la primera con la que
siento algo extraño. Algo me sucede contigo. Mi corazón late como si estuviera
comiendo carne humana. Late como lo haría el corazón de un humano como tú.

Tú no eres un humano, eres mi ángel.


11

Hoy tuve eso que los mortales llaman sueños, estábamos tú y yo haciendo el amor.
Fue un sueño extraño, sobre todo porque nunca había tenido uno, nunca había
dormido. Supongo que al estar en contacto contigo me he vuelto más humano. Es
extraño. Fue diferente.

Yo te sostenía tiernamente de la cadera y nos movía a ambos en torno a mi pene


dentro de ti. Tus labios se entreabrían. A veces soltabas suspiros agotados que
explotaban en mi cuello. Tu boca cubría eso mismo, haciendo sonidos y dejando
marcas. Me sentí maravilloso. Y al despertar, sentí ésta estúpida sensación de que me
hacías falta y de necesitarte.

Eso es a lo que llaman hacer el amor. Yo quería hacerlo contigo.


12

Un par de días han pasado de que tuve ese sueño tan bizarro. Aún necesito tenerte
cerca. Tengo la necesidad de besarte y abrazarte.

Hoy estabas con ese chico de la otra vez, quería alejarte de ahí e iba hacerlo, pero
me detuve porque tú empezaste a hablar.

—Es que no puedo olvidarlo, han pasado tantos meses y simple, no puedo olvidarme
de él —sollozar—. Lo siento a cada segundo conmigo. Incluso puedo apostar a que él
te hizo caer la otra vez.

El compañero a su lado, el cual odio, le dio una cara de odio al aire pero seguramente
iba para mí.

—Lo amo, Jungkook. No puedo amar a nadie más, porque le prometí que sería el
único hombre en mi vida —suspiró y sonrió—. Y él también lo prometió, fue una
promesa tonta de jovenes borrachos, en broma pero con el tiempo se sintió muy real
para mí.

Podía sentir cada célula demoníaca estallar como si los recuerdos comenzaran a llegar
lentamente.

Y duele, arde como fuego infernal.

Jimin...

¿Qué pasó?
13

¿Sabes que lo que hiciste es algo muy estúpido?

Tienes suerte que yo estaba a tu lado y pude acudir al llamado de tu sesión. ¿Qué
hubiera pasado si otro espíritu te viene a molestar o peor, mira lo que es mío?
¿Sabes los riesgos de las Ouijas?

—Vamos mi amor, te estoy esperando — dijiste al aire—. ME PUEDO DESNUDAR.


—gritaste exasperado de no tener una respuesta de nada.

Qué tonto eres. Entonces, moví el ojo sobre la tabla para responderte.

"Hola Jiminnie"

—Oh, por diossss —saltaste lejos de mí y del tablero. Estabas en shock o algo, pero
me reí bastante.

"No deberías jugar a esto, Jiminnie"

—Lo sé, amor. No te enfades, necesitaba hablarte —susurró al concluir la oración.


"Lo prometido es deuda, bebé"

—Sólo lo dije para llamar tu atención, caliente de mierda —me gritó divertido.

"Escuché lo que dijiste ayer"

—Sabía que estabas ahí, te siento por todos lados. Como si pudiera verte, como si me
tomaras la mano —sus mejillas adoptaron un color carmesí—. Sabes que te amo,
¿cierto?

"Yo más aún, Jiminnie"


14

Hoy parecía ser un buen día, estaba soleado pero corría algo de viento. El clima era
muy agradable porque no se sentía ni frío ni calor.

Otra cosa que brillaba eras tú. Desde que hiciste esa estupidez tu carita relucía junto
con los rayos del sol. Y a mí me encantaba verte brillar. Mejoraste las calificaciones
de la universidad y te veías más animado en el trabajo. Sí eso te hacía feliz,
podríamos usar el tablero todos los días y a cada hora. Porque puede que yo esté
muerto, pero tu luz me da vida, la que necesito para seguir con esta tortura eterna.
15
16

Mis sueños cada vez son más reales, puedo sentir el frío si está lloviendo o lo fuerte
de un día caluroso. Otra realidad era tu cercanía en estos sueños. Parecía un deja vu
más que un sueño. Sé que hay sueños premonitorios pero no esto, que parece ser al
revés. Es estúpido pensar que mis sueños son reales. Porque no pueden. Tú estás
vivo y yo no.

Hoy quisiste jugar al tablero de nuevo. No me dieron muchas ganas de responder tu


llamado pero sólo por el miedo a que otro idiota llegara a molestarte, atendí.

No quiero jugar hoy, Jimin.

Tu carita perdió el brillo al leer las letras.

—¿Por qué? -—susurraste con tu típico tono de voz cuando estás triste—. ¿Puedo
ayudar?

No, bebé.

—Tenía que contarte algo hoy...

Ya lo sé.

—No te enfades —suspiraste y te abrazaste, dejando su cabeza caer y tus lágrimas


florecer en la tristeza.
No estoy enojado.

—Te amo —dijiste susurrando y el llanto siendo brevemente amortiguado.

No pude responder, no porque no te amara, si no porque te estabas escapando de


mis brazos. Pensar que nunca te tuve, y ya te habías ido. Ni siquiera pude entender
del todo bien la locura en mi cabeza y los sueños y ya te ibas.
17

¿Acaso crees no lo sabía?

Ayer te seguí durante el día, ya era costumbre y por eso fue brutalmente doloroso
cuando lo vi llegar y la forma en que tú lo veías. Tus ojos brillan cuando lo ves, él
sonríe tan bien que no estoy enojado. Siento que él va a amarte como yo, más que
yo.

Debería volver a mi vida lúgubre, así podrás olvidarme y hacer tu vida. La vida que te
cedí.

Lo peor, que sin ti vuelvo a sentir la muerte sobre mí. Vuelvo a desear carne humana.
Vuelvo a sentirme muerto.

Porque sin ti, soy otro muerto más.


18

Me sentía muerto. Estaba muerto antes pero contigo me había vuelto la vida. Ahora
sin ti, estaba putrefacto otra vez.

—Yoon —sollozaste y borraste las lágrimas que caían—. Te necesito... ven.

—¿Qué quieres? —respondí.

—¿Estás enfadado? —preguntaste.

—No quiero hablar, Jim, cierra la sesión —respondí tan cortante y lastimero como
podía en un tablero tan limitado.

—Te amo —lloraste fuerte, cubriendo sus ojos acuosos.

—Te dejaré de seguir. Ya no me sentirás. Mereces una vida, estoy aquí por ti. Así que
tienes que vivir lo que yo no pude.

—¿Qué? —tus ojos se agrandaron con sorpresa.

—Sí, Jimin. Ya recuerdo lo que nos pasó —dejé la respuesta ahí y me marché.

Tu llanto era caótico y descontrolado, te abrazaste a las piernas y le escondiste de


todos. Por primera le dijiste al chico que lo querías. Como un puñetazo, los recuerdos
me llegaron, entonces entendí los sueños. Entendí todo.
19

—¡Déjame dormir! —me gritó refunfuñando, casi tirando humo por su nariz.

Se veía tan divertido. Y me encantaba tanto verlo así, enojado. Era una rabieta de
niño.

El plan inicial era tomar un café y luego caminar por el parque hasta llegar a casa. Era
una rutina, una que no aburre. Era una tradición. Jimin entró a comprar, mientras lo
esperaba afuera y fumaba mientras tanto. Fui consciente de una encantadora sonrisa
a unos metros míos, él se acercó y me pidió el número. Jimin venía de vuelta con
ambos cafés y un rollo de canela. Obviamente él pensó de más, se llevó todo con él y
me dejó ahí.

—Lo siento —le sonreí apenado.

Corrí en busca de Jim, quien chistosamente daba pasos fuertes. Verlo así era muy
chistoso y me llenaba de ternura. Llegó a casa amurrado, dejó todo en el mesón de la
cocina y fue directo a la cama. Ha estado ahí desde entonces.

—Ni siquiera le respondí, Jiminnie —le susurré a la vez que acariciaba su cabello.
Ignorado.

—No te quiero ver ahora —me gritó desde la misma posición exacta, no se le movió ni
un cabello.

—Jimin —suspiré.

Al fin se movió, salió con furia de su escondite acogedor para mirarme a la cara.
Demonios, está llorando. Definitivamente es algo más que lo del chico.

—¿Qué mierda quieres? —me gritó.

Es un hombrecito gritón y llorón, pero es mío.

—Hablar —le susurré. Me acerqué de a poco devuelta a la cama, donde él respiraba


pesadamente y a punto de golpearme.

—¿Para qué? —susurró calmándose y bajando la guardia.

Ahora es cuando, señoritas.

—Porque te amo y quiero que entiendas que estoy tan loco por ti que sólo existes tú
—me sinceré.

Sorbió sus mocos y tragó esas lágrimas rebeldes que caían hasta su cuello y se
perdían ahí.

—Te odio —sollozó, riendo y olvidando ese clima cargando de tensión.

—Yo te amo y mucho —reconocí. Cada vez estaba más cerca de él.

—Tonto —se movió hasta mí y cubrió mi torso con su carita y se quedó ahí, oliendo y
respirando.

—Vamos a comer ese rollito de canela, bebé —besé su frente y tiré de su brazo para
cargarlo, hasta la cocina, donde lo dejé en la encimera y volví a besar.

—No pienses cosas así, nunca más, lo único que necesito para ser feliz es este rollito
de canela y a ti, solcito.
—¿Siempre? —preguntó.

—Para siempre, mi amor —respondí inmediatamente.

La cabeza se me partía en dos, y de pronto tenía tanta sed y hambre, pareciera que
en el momento que dejé a Jimin mis costumbres demoníacas volvieron. Estoy
luchando contra eso, quiero recordarlo hasta que pueda, pero no quiero soñar este
tipo de cosas. Me hacen sentir muy enfermo.
20

Aún siento las lágrimas correr en mi cara después de ese sueño. También se sintió
real, tan real. No parecía un sueño. Parecía un recuerdo muy especial del pasado. No
sé en que parte de mi pasado. Ahí sólo hay cosas horribles, sangre y yo comiendo
carne humana, como la tuya. Pero no hay cosas como esas. Amor, o nosotros
haciéndolo.

Tenemos que parar.

La hora de despedirse llegó. Hay que decir adiós.

Fui a verte, intenté llamar tu atención pero para colmo de mi paciencia estabas ebrio
hasta por los pies. Tú siempre demostraste ser maduro e inteligente. ¿Qué es esto?
Eres un tonto.

Entonces vamos hacerlo a la mala.


En un sueño.

Te traje al mundo onírico, o mejor dicho traje tu alma conmigo. En el sueño quería
estar en un lindo parque, pero no sé porque uno en especial se me apareció por la
mente justo ahí. Parecía ser el del sueño.

—¿Y-yoongi? —preguntaste una vez dentro del sueño y tu embriaguez estuvo afuera
del sueño—¿Qué haces?

—Te traje a un sueño, Jimin —te miré enojado, poniendo mi cabeza como cuando me
enojaba en mis sueños—. Bebiste mucho, idiota irresponsable.

—¿De qué hablas? —gritaste— ¡Tú ya no estás conmigo y ya no tengo nada porque
cuidarme!
Le di un leve golpe a tu cabeza.

—¡Idiota! —le grité de vuelta —¡Tienes a ese chico, que te quiere y puede cuidarte tal
y como yo lo hago!

Negaste. Tus ojos se volvieron acuosos y brillaban por la amenaza del agua saliendo.

—Éramos nosotros y ese rollito de canela —y el agua salió, rompiendo en un llanto


agitado—. ¡Si no éramos nosotros, nadie sería!

¿Que acaba de decir?

—¿¡No recuerdas esa pelea del chico de la cafetería!? —lloraste más.

—S-sí... lo recuerdo.

Eso creía. Los recuerdos aún parecían ajenos a mí.

—¡Tú eres el idiota! —respondiste enojadísimo.

—Jimin —murmuré suspirando pesadamente—. Todo eso ya pasó.

Me miraste con un extraño odio.

—¿Y si yo no quiero que te vayas?

Qué tonto eres, Jimin.

—Abre los ojos, Jim—grité desesperado.

No me di cuenta que había empezado a llorar también

—¡Tú estás vivo! ¡Mírame a mí!

Sollozaste tragando tus lágrimas.

—Tienes que seguir con esta vida —murmuré, cuidando mis palabras—. Yo no puedo
vivir sin ti y esto, —apunté a la situación en sí— no es tenerte. ¡Un puto sueño no es
tenerte!

—Eres un idiota, Yoongi —diste un suspiro afligido.


—Sólo quiero verte feliz. Esto te hace mal, tomar esa Ouija estuvo mal, no darle
oportunidad a otro está mal —seguí hablando pero más calmado—. Quizás él puede
ser mejor que yo. Si te saca de este hoyo, será mejor que yo.

Negaste.

—Ya está decidido —declaré tiránicamente.

—Te odio, Yoon—susurraste con los labios apretados.

—Eso no es cierto, Jiminie —sonreí, acercándome a tu cuerpo tembloroso—. Siempre,


Jim —te abracé, poniendo tu cabeza en mi torso como si te protegiera de algo, quizás
de mí.

—Siempre —lloraste a través del dolor y me abrazaste fuerte.

Te quedaste ahí, disfrutando del momento y de la cruel despedida. Tanto como tú,
quería llorar. Llorar hasta morir, hasta desaparecer, hasta formar un río e irme con él.

—Yoongi, ¿recuerdas ese día de la cafetería? —dijiste de pronto. Asentí, tocando tu


cabello a la vez—. Yo estaba mal por otra cosa.

—Lo noté, pero no quise preguntar —reconocí—. ¿Por qué?

—Este sueño lo tuve ese día —contaste.

Fruncí el ceño, busqué tu mirada y saliendo de la cómoda posición en la que nos


encontrábamos. A veces la vida, el universo te pone de formas increíbles y
extraordinarias. Después de todo lo que hemos pasado, nada me sorprende.

—¿En serio? —pregunté.

—Creí que era un sueño premonitor, que ibas a terminar conmigo —suspiré.

—Tontito —reímos.

—¿Cuánto duran los sueños?

—Ni idea —dije—. Me gustaría parar este momento, justo aquí —te miré y detuve el
masaje en su pelo— Siempre.

Te mordiste los labios como medida para evitar llorar de nuevo. Te abracé más
fuerte, lo que más pude casi al borde de asfixiarte.

—Te amo, Yoongi, siempre —lloraste en mi pecho, con furia y dolor.

Con miedo y amor. Con rencor y alivio. Con enojo y alegría.


Amándome y yo a ti siempre.

—Siempre, Jiminie —te dije también llorando, ambos llorábamos.

Entonces te dejé, porque no podía quedarme más o iba a cambiar de opinión. El dolor
me consumía a grandes pedazos, hasta la muerte.

Pero yo, ya estaba muerto.

Y sin ti, sin tu calor, tu brillo y tu amor, era muerte otra vez.
21

Miraba por la ventana el frío clima que la cuidad tenía encima. Todos llevaban
paraguas por si a las nubes se les ocurriera ponerse a llorar. Las cafeterías estaban
bien frecuentadas, todos pidiendo un poco de cafeína para calentar sus cuerpos.
Yo estaba a salvo del frío gracias a la calefacción de la universidad. De hecho tenía un
importante examen que dar y después podría irme en libertad. Pero a cambio de todo
eso, estaba espiando al chico del jardín. En los días así, que está por caerse el cielo y
la constante amenaza de lluvia, él siempre está ahí. Sentado en el césped, respirando
como si fuese la mejor y más costosa esencia. Un aire de tranquilidad se ve por su
moreno rostro, como si fuese el mejor momento de su vida.

Y algo me ocurría al verlo. Un cierto agrado por ver su escena.

El timbre sonó por toda la universidad, asustándome a mí y al chico del jardín.

Era hora de mi examen. Había muerto toda la semana estudiando y rezaba para
obtener una buena calificación.

Miré por última vez al chico y al jardín, pero hubo un lapso donde rezé por el examen
y el desapareció. Espero que no de el mismo examen, tenerlo ahí me distraería
mucho.

Estando ya en la sala dando el examen, estaba inmóvil. Estudié tanto para esto,
porque esta prueba vale la mitad de mi promedio para pasar de año. Y todo esa
semana, puta semana, fue en vano porque el chico, cuyo nombre es Park Jimin,
estaba en la misma sala respondiendo el mismo examen.

Me quedé mirándolo gran parte de la hora. Incluso me gané miradas enojadas del
profesor a cargo de supervisar.

Es que él era perfecto. Al menos yo lo veía así, con piel resplandeciente y ese tono en
su piel.

El profesor me mantuvo la mirada fija, por varios segundos, dándome cuenta muy
tarde que había sido pillado.

—Yoongi, dígame algo —se cruzó de brazos mientras esperaba seguramente a que los
demás alumnos se sumarán a la cruel broma—¿Le intenta copiar a Park o es que le
gusta?

Abrí mis ojos con asombro, sin ser capaz de mirar al dueño de mis miradas discretas
de cada día, que estaba atento a todo esto. Sus orejas se elevaron como las de un
perrito para escuchar mejor.

Maldito imbécil. Ahora quedé al descubierto frente a los ojos del chico. Ya me exhibió.

—N-no profesor, no es eso —murmuré nervioso—. Lo siento.

Entonces miré a Park Él me estaba mirando fijamente, sin vacilar ni un poquito,


entonces me sonrió.

¡Park me sonrió, hijos de la gran puta!

Mi ánimo subió tanto que terminé la prueba en dos minutos, sabiendo que conocía
cada respuesta exacta de cada pregunta correspondiente. Al terminar las tres planas
del exámen me levanté victorioso del asiento para correr hacia donde estaba este
estúpido chistosito. Estaba tan emocionado que al correr caí de frente y justo al lado
de Park.

Qué puta mala suerte tengo.

Soltó una risita tapándose su carita de niño tierno. Es un tonto, ¿acaso no sabe que
conseguiría la paz mundial con sólo sonreír?

—Hyung es un poco tonto —me sonrió de nuevo. No, detente que me matas—.
¿Podrías verme a la salida, Yoongi hyung?

Asentí y salí corriendo hecho viento para entregar el exámen.

Unos minutos después estaba esperando a Park donde siempre se recuesta, justo ese
árbol en él dormía todas las tardes.

De la nada el estaba caminando a paso lento hacía a mí. Una sonrisa se dibujó en su
bella carita, una que se iluminaba e incluso en un día lluvioso.

Joder, parezco enamorado.

—Yoongi —me gritó desde lejos aún.

El niño de tomaba su tiempo en serio. No sé si era gracioso verme ansioso o qué,


pero caminaba como entrada de estrella de Hollywood.
—Jimin —saludé cuando al fin llegó junto a mí—. ¿Qué tal tu exámen?

Se encogió de hombros.

—Estudié mucho pero estuvo bien —dijo con total seguridad—. ¿A ti?

Me miró fijamente. Podía sentir sus ojos clavándome en los míos.

—Espero que bien —sonreí—. ¿Querías hablar conmigo?

—Sí —soltó una pequeña risita y negó como si fuese lo más divertido.

Amo la forma en la que todo se ilumina cuando él sonríe.

—¿Te gusta el helado? —preguntó levantándose del césped. Lo imité y limpié mi


trasero por si había quedado teñido de verde por el pasto.

—Sí, me gusta —dije.

Agarró mi brazo y caminamos en silencio, unos pocos pasos porque frente al campus
había una concurrida plaza y siempre habían helados y muchas cosas para comer.

Jimin caminó directo a un carrito de un anciano muy tierno. Pude mirar la conocida
cadena al otro lado de la calle, con sabores conocidos y algunos gourmets también.
Sin embargo, él prefería un humilde carrito a mal traer.

Sonreí mirándolo.

Lo sabía.

—Queremos dos helados, por favor —habló el menor con una voz cálida.

Con conos en mano, caminamos pasitos hasta sentarnos en el pasto nuevamente y


empezar a comer con tranquilidad.

—¿Qué querías hablar? —insistí.

Encogió sus hombros y sin molestarse en responder luego, siguió comiendo su helado
sin apuros.

—Quería saber como fue tu exámen, supe que pronto vas hacer tu tesis —murmuró
sin mirarme.

—¿Sólo eso? —comí otro poco de helado mientras no me atreví a mirarlo.

—Sí —soltó una risita, sintiéndome un idiota pero al menos tuve la oportunidad de
salir con él—. A menos que tú quieras decir algo.

La tensión creció. Me miraba, fijamente, esperando algo de mí cuando sí apenas lo


miraba desde lejos esperando yo un golpe de suerte.

—Yoongi, m-me voy —hizo pestañar sus ojos y sonrió de lado—. Tengo que estudiar
para la próxima prueba.

—Sí, igual yo —murmuré.

Disfruté del helado por última vez y me levanté también.

—A la próxima pagas tú —rió.

Caminamos hacia el campus nuevamente y una vez dentro, fuimos a nuestras aulas.
Ese día no pude dejar de pensar en él y al otro no sabía nada en la prueba.
22

La música sonaba bien en mis oídos, era relajante y mucho más acompañado de la
tenue lluvia que caía sin ser invitada. Incluso yo andaba lo más desabrigado que pude
debido a que según el reporte del clima decía radiante sol. Pero el agua llegó por
sorpresa y arrasó con los desabrigados como yo.

La lluvia era terapéutica para mí. No podía entender como a algunos los bajaba de la
alegría y los ponía melancólicos. Para mí, era la medicina que la madre naturaleza me
brindó.

Saqué el celular arriesgándome a mojarlo un poco con tal de cambiar la canción que
estaba reproduciéndose. Toqué otra canción y guardé el celular de nuevo.

Sin darme cuenta llegué a la entrada de la universidad, así que seguí el camino por el
césped para evitar llenar mis zapatos de barro. Todos corrían por sus vidas por un
poco de lluvia. Idiotas. Mis pies iban a paso lento sobre el césped aún teniendo
cuidado de caer por lo resbaladizo del mismo.

El timbre sonó por todo el campus , incluso un poco más allá de la reja de entrada.
Aceleré el paso en lo que pude, pero hoy daban las notas del examen anterior en el
que me fue horrible por mirar a Jimin toda la hora. Aún muero de vergüenza como el
profesor me llamó la atención y me ridiculizó preguntándome si me gustaba.

Creo que nunca estuve tan rojo.

Empecé a correr por el barro, ya no importaba si moría en el intento. Moví mis pies
más rápido, corriendo por mi vida, casi era.

Pero como la mala suerte me persigue constantemente caí de espalda al barro sin
lograr llegar. Gruñí frustrado sintiendo como la lluvia caía sobre mí, siendo una burla.

—Mierda —me susurré a mí mismo.

Unas pisadas fuertes se oyeron y que cada vez se escuchaban más cerca de mi
cuerpo embrarrentado.

—¡Yoon! —gritó Park aún corriendo para llegar a mí—. ¿Qué pasó?

Por los mil demonios, tenía que ser él que me ayudara. Mi puta mala suerte me
persigue como los gatos al atún.
—Quise mirar el cielo, ¿no se nota? —murmuré sarcástico.

Obtuve una leve mirada de odio, completamente merecida. Estaba a punto de


levantarme pero gracias a mí, Jimin me dejó tirado y siguió caminando con cara de
culo.

—¡Jimin, ven aquí! —grité llamándole para salvar mi trasero.

—¡Jódete! —gritó.

—¡Te compro helado! —grité desesperado, ya que la lluvia seguía mojándome—


¡Jimin!

Escuché los pasos del chico volviendo.

—Estamos hablando de negocios, Yoongi hyung —me ofreció su mano y ayudó a


levantarme.

Él tenía una sonrisa gigante, como sí fuese feliz al verme o quizás sea al verme lleno
de barro.
Mis dientes hacían un gracioso sonido al estar tiritando. Mi ropa terminó llena de agua
además del lodo en ella. Incluso podía sentir mis huesos mojados.

—Gracias Park, eres muy amable —dije tirando una sonrisa malvada. Arreglé las
hebras de mis cabellos que también estaba sucio. Todo estaba sucio gracias a mi
torpe caída—. Vamos, vamos.

Asintió y caminó a mi lado. Se sentía un silencio extraño pero no así incómodo. A


pesar del frío él tenía sus mejillas rosaditas y una leve sonrisa plasmada tácitamente.

Al llegar a la entrada del edificio abrí la puerta para Park y luego pasé a su lado.

—¿Tienes clases, hyung? —preguntó él con otra de esas sonrisas bonitas.

—No, tengo la hora libre. Para este punto, el señor Do no me dejará pasar —respondí.

—Yo también, Yoongi hyung —y otra vez volvió a regalarme su sonrisa perfecta de
comercial de pasta dental—. ¿Vamos por un café?
Me quedé mirando su expresión facial, su sonrisa y la leve tensión que tenía su ceño.

—La verdad no puedo, iba a encontrarme con un amigo... —vaya que mentiroso soy,
que cruel.

—Oh, entiendo —pude sentir la desilusión como navaja filosa cortando sus
esperanzas—. Nos vemos, hyung.

Él ya estaba alejándose mientras agitaba su mano para despedirme.

—Park, no seas tonto—reí tomándolo de la mano y arrastrando su cuerpo a la


cafetería.

—Pero hyung, y-yo... —empezó a balbucear incoherencias nerviosas. Pensó que lo


rechacé.

—No voy a juntarme con nadie, tonto. Te molestaba un poco y ya —reí un poco
burlón pero no demasiado, él era muy sensible en temas de bromas.

El año pasado Namjoon le dijo que tenía un bulto en su parte baja. Como imbécil, le
creyó y corrió al baño tapándose la pelvis. Cuando llegó al baño se dio cuenta que no
era verdad pero que además Namjoon había pintado su pantalón con la palabra:
"caíste".

Diez minutos después Namjoon lloraba para que Park dejara de hacerle cosquillas. Sí,
su venganza fueron cosquillas.

—Eres malo —refunfuñó, mirándome herido.

—Eres muy sensible, Park.

Le dije a Jimin que yo pagaba ésta vez, ya que él pagó los helados de la semana
pasada. Como buen caballero respetable y bien educado cumplí con mi palabra. Aún
me tocaba cumplir la promesa de los helados que hicieron posible mi rescate. Éste
niño es un interesado, un helado no lo compra todo aunque puedo comprar a Park.

Él se fue a sentar a una de las mil mesas puestas en la enorme cafetería. A esta hora
éramos pocos los estudiantes libres, así que sólo habían unos ocho alumnos en el
lugar. Estaba perfecto para charlar y tener otra conversación real con el menor.

Quizás podía armarme de valor y pedirle una cita.


Una vez hube comprado las bebidas calientes me encaminé donde estaba él sentado
con la mirada perdida.

Dejé ambos vasos en la mesa, dejé el vaso del chico al frente de él y mi café a mi
lado.

—¿Pasa algo? —cuestioné preocupado. Quizás le había pasado algo o de la nada había
enfermado.

—Me gustas —susurró de un segundo a otro. Más tiempo pasó porque nadie dijo
nada.

Notando mi silencio medianamente incómodo, dijo:

—Yo, lo siento... creí que... —su voz se apagó con tristeza de por medio—. Qué
desastre.

Todavía no entendía la desilusión del chico. Ya no me miraba y parecía que evitaba


que nuestros ojos se encontraran. ¿Por qué sí ambos sentimos lo mismo? ¿O es que
no he respondido?

¿Qué podía responder a una situación tan jodida?

—Park, escucha —susurré asustado.

Sí hubiera sabido que él también sentía lo mismo...

—No, Yoongi —habló en seco.

Mordí mi labio a la vez que un trozo de mi corazón se quebraba. Su respuesta tan


cortante como filo de katana me cortó a mí también. Se levantó y abandonó la silla.
Me quedé ahí, pensando una y otra vez, mi cerebro trabajando el triple por tan solo
decir un simple y banal "yo también".

Todo fue tan rápido.

˚
Después de todas las clases salí inmediatamente. Me puse otra vez los audífonos en
los oídos y dejé el volumen al máximo. Aún llovía como si el cielo quisiese romperse a
pedazos.

¿Otra cosa rota?

Mi ánimo.

Pero como dije anteriormente un día lluvioso resultaba más terapia que una visita al
psicólogo. Estaba por atravesar el umbral de la entrada y salida cuando siento pasos
a toda velocidad y justamente en mi dirección.

—¡Yoon! —escuché detrás de mí una vez que me arranqué los audífonos.

Era Jimin y venía corriendo como un loco. No sé qué tipo de poder tiene pero podía
correr en el barro y no caía. Quizás el problema soy yo y es soy muy inútil.

Finalmente llegó a mí, exhalando rápidamente.

—¿Qué pasa, Jim? —murmuré tranquilo. No quería demostrar la angustia detrás esa
simple pregunta.

Él sonrió, no algo delicado o pequeño, sonrió gigante. Mostrándome su dentadura


perfecta.

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó gritando debido que la lluvia se hacía más
fuerte y no dejaba charlar en paz.

—¿El qué? —respondí confuso.

—Jin me lo contó todo, hyung —y volvió a sonreír aunque esta vez iba una risita
burlona acompañando el gesto.

—Ese maldito chismoso... —me quejé.

Espera.
¿Qué dijo?

Abrí los ojos y tan sólo pude mirar al suelo. Ver cómo caían las gotas de lluvia de
forma violenta.

—Jin hyung me contó que siempre me veías, que les hablabas de mí y un montón de
otras cosas sin importancia ahora —hablaba tan alegre que me daban unas putas
ganas de besarlo bajo la lluvia y hacer la mejor puta escena de película.

—Es verdad —asentí. Dejando la cobardía de lado subí mis ojos donde él. El dueño de
la mirada más perfecta de la existencia.

Mis manos en busca de su calor, tomaron a Jimin de la cintura y lo abracé, y juro que
nunca me sentí tan bien en ninguna parte de mi vida.

—Yoongi —susurró él en mi oído a la vez que sus brazos me apretaban en contra—.


Qué felicidad siento ahora.

Y nos quedamos ahí, sin nada más que abrazarnos durante muchos minutos. Bajo la
lluvia, solos y desconectados del mundo. Dije que haría la mejor escena de película y
lo hice. Aunque no pude tocar sus labios con los míos, estar así con él fue lo único
que necesité.

Y esa fue la mejor película que había visto.


23

Sentía como si hubiera caído un camión directo a mi cabeza, justo ahí donde
palpitaba como si tuviera vida, pero eso era la gran gripe que tuve después de mi
gran caída al barro.

Esperaba tener alguna reacción por esto, ya que ni siquiera me preocupé de


cambiarme ropa o secar la que tenía, pero no creí que iba a estar muriéndome de
dolor de cabeza.

¿Otro dolor de cabeza no tan molesto?

Jimin. Estaba enojadísimo, regañandome que porque no cambié mi ropa después de


la caída. Tiraba fuego por su nariz como si de un dragón se tratara. Iba del baño a mi
cama y todo lo hacía gritando. Buscando medicamentos y paños fríos para mi cabeza
palpitante.

—¡Eres un imbécil irresponsable, Yoongi! —gritó furioso.

—¿Terminaste? —cuestioné con miedo y divertido, era un pequeño dinosaurio—. Eres


un niño gruñón, Park. Te vas a arrugar.

Frunció sus cejas hacia mí. Sí, daba miedo.

—¡Entonces no te cuido más! —lanzó un grito que se oyó por todo mi departamento y
se fue pisando fuerte hacia la puerta.

—Mierda.

Como pude me levanté de mi cama y fui tras él. Aún no salía, estaba recogiendo sus
cosas. Así que aproveché eso y me puse entre la puerta y él.

—Déjame pasar, Yoongi —gruñó. Golpeó mi hombro y en menos de dos segundos me


tuvo fuera de su paso.

—No te vayas —susurré adolorido por su golpe. Creí que no recurriría a la violencia,
me equivoqué pero seguía siendo divertido verlo así.

Se quedó mirándome antes de irse, pues ya había abierto la puerta y estaba listo
para dejarme.
—Sólo quiero cuidarte, Yoon —habló más tranquilo después de escucharme.

—Me encanta que me cuides.

No gané la batalla pero sí la guerra. Me aproximé en menos de lo que él quiso


detenerme y lo abracé. Besé su frente en un beso tierno.

Sólo eso bastó para calmarlo.

—Me encanta que seas un niño gruñón, me dan unas enormes ganas de besarte ese
mal humor —hablé rozando sus labios con burla, pues no alcanzó nuestra cercanía
para ser un beso.

Antes ya habíamos compartido un beso, unos días atrás. Después de ese día bajo la
lluvia, hemos salido tres veces. La primera cita real fue a la biblioteca. Él tenía que
estudiar pero quería leerme lo que estudió y así saber si realmente estaba preparado.
Accedí, escuché toda su materia. Su forma de hablar, en cómo se movían sus labios y
en cómo sus ojos evitaban los míos. No lo pensé más y lo besé. Un toque casto, tan
sólo fueron unos segundos. Su rostro no enrojeció como creí lo haría, pero si mordió
su labio.

—Qué atrevido —me habló burlón.

Ni siquiera pude responder. Ahora él tuvo la iniciativa y juntó por segunda vez
nuestros labios. Sí, sus labios eran la puta gloria. Eran suaves, esponjosos y juro que
podía morderlos todo el día.

La segunda cita fue una idea de Jin. Nos invitó a su casa a celebrar que Namjoon
aprobó su tesis. Sólo era una excusa para beber alcohol y avanzar con Jimin al paso
importante. Lo mal planeado en todo esto, es que él no bebía. Estuvo sobrio toda la
noche. Éramos los dos más sobrios entre tantos inconscientes por el alcohol. Después
de abrigar a todos los ebrios que quedaron sobre el suelo, subimos a la cama de Jin y
Namjoon y nos acostamos.

No, no hubo sexo.

Se acurrucó en mi pecho y fingió dormir. Hasta que me despertó besando mi cuello.


El paro cardíaco que casi me da fue grande, desperté de golpe incluso asustando a
Jimin.

—Me asustaste, Jim —susurré pasando el susto y tomando conciencia del momento.
No era el paso, pero era algo que no esperé que sucediera esa noche. No dijo nada.
Se abalanzó un poco más, quedando arriba mío y siguió besando mi piel. Entonces lo
atraje a mí y nos besamos un buen rato. Para qué mencionar lo inevitable, ambos
estábamos duros y sintiendo por la infame tela entre nosotros.

La tercera si fue una cita real y decente. Fuimos a caminar por el parque, le compré
un batido y nos sentamos sobre una manta en el césped del parque.

—Te ves hermoso —murmuré acercándome sobre su cabeza y besando su cabello.

Me sonrió tan bello que tuve que afirmar mi corazón para que no saliera corriendo
lejos, me besó en respuesta. Después, nos tiramos al césped a mirar el cielo toda la
tarde.

Ahora antes de que se marchara enojado de mi departamento, sólo besé su frente.

—Perdón por no cuidarme. Lo haré la próxima vez —besé otra vez y lo miré—.
¿Puedes cuidar de mí?

—Eres un tonto —murmuró amurrado—. Está bien, te cuidaré.

Tomó mi mano y caminó junto conmigo siguiéndole a la cama. Me acosté de nuevo


mientras él fue por los paños húmedos para mí cabeza. Sentí que él cambiaba los
paños cada unos minutos, podía sentirlo cerca pero la verdad dormí toda la tarde y
tan sólo podía sentir su presencia.

Era de noche cuando abrí mis ojos. Lo primero que vi fue a Jimin semidesnudo a mi
lado. Podía ver la piel de su espalda, un poco de sus muslos y finalmente sus pies. Un
bóxer rojo era lo único que lo cubría de mis ojos. Reí despacio acercándome a su tibio
cuerpo. Tenía la boca levemente abierta y un hilo de saliva caía por las comisuras y
caía directo a la sábana de la cama.

Me levanté un poco y comencé a besar su espalda. Parte por parte hasta llegar a su
bóxer. No quería tocar ahí mientras él dormía.

—Mh —soltó un pequeño gemido ante las caricias de mi boca—. Hyung.

Abrí mis ojos sorprendido, fui atrapado en el acto. Encontré sus ojos y su boca y nos
comimos la boca con locura. Apretó mi brazo para mantenerme cerca pero se alejó y
me dejó paralizado:
—Te quiero, Yoon —musitó.

Mierda.
24

Me encontraba mirando a las canchas de fútbol de la universidad. Últimamente lo


hacía mucho porque no quería mirar en dirección a Jimin. No porque no quisiera,
porque sí que quería observarlo, pero me obligaba a ignorarlo. Esa noche mi mente
entró en crisis, sentí esa sensación llenado mi espacio, el aire, mis músculos: pánico.

Ese mismo día le dije que tenía que salir y literalmente lo eché. Se fue medio
confundido pero aún así me besó tiernamente antes de partir. Eso no me fue
indiferente. El corazón se me hizo añicos.

También lo quería, pero hay una diferencia entre besar y salir con alguien, y está el
querer.

Al fin oí la campana que retumbó por todo el recinto, tomé mi bolso y caminé a la
puerta con rapidez. Park suele salir tarde de clase, se queda charlando con sus
amigos y cosas por el estilo. Yo aprovechaba eso para huir como el idiota cobarde que
era.

Pero no contaba con que él me estaba esperando justo en la puerta.

Mierda...

—Yoongi —me habló enojado. Tenía los brazos cruzados en la cintura y me miraba
con impaciencia—. Deja de huir.

Cerré los ojos, esperando el sermón.

—No me digas nada. Porque sé que lo haces, evitas la cafetería y ya no ves a los
chicos —su mirada bajó y su labio hizo algo curioso—. Ya no tienes que huir, ya me
quedó claro.

Declaró con un tono cargado de sentimientos que sinceramente no quería saber qué
eran.

Me sentí mal. Sabía que estaba jodidamente mal.

Dos semanas después estaba saliendo de la universidad con la cabeza abajo. Ya no


me juntaba con mis amigos y menos con Jimin. Tanto tiempo escondido de él para
que no supiera de mis sentimientos y al final, todo terminó en unos pocos besos.

El suspiro fue inevitable al recordar nuestros momentos cortos pero intensos. Sus
labios perfectamente encajados con los míos eran la puta gloria.

Salí del campus, caminé rápido por si acaso a Jimin se le ocurriera salir al mismo
tiempo que a mí.

Llegué a casa a salvo del niño. Había tenido suerte de no encontrarlo por ningún lado.
Es un campus pequeño, me consideraba afortunado.

Últimamente no salía mucho, me quedaba en casa por muchas razones. Estos días los
profes cerraban semestres y los exámenes eran una tortura. Por esto mismo me dije
a mí mismo que debía salir a relajarme. Mañana ni pasado debía rendir algún examen
y eso me dejaba más tranquilo.

A la tarde, cuando el viento refrescó el asfalto caliente fue que decidí salir. Me puse
una chaqueta para el frío y por fin tomé aire fresco. Caminé sin rumbos alguno.

Sin darme cuenta terminé en el parque que íbamos siempre. Mis recuerdos fueron
lamentables. Fui a sentarme en el césped alejado del lugar donde estuvimos ese día,
pero fue inevitable. Miré al mismo exacto lugar en que nos besamos.

Era el mismo, mismo color verde en el césped, mismos árboles, pero distintas
personas besándose.

Sentí unas náuseas horribles y mi corazón se rompió por sobre las grietas viejas.

Ni siquiera me di cuenta cuando me levanté y caminé devuelta a casa, hecho un


huracán.

—Joder —me quejé llegando y lanzándome a la cama sin consecuencias.


Me tapé con las mantas y no supe más del mundo.

Al otro día me encontraba entrando al campus y estaba por pasar la puerta de


entrada y salida. Iba con la vista puesta en el suelo. Así que cuando chocar con
alguien fue inevitable. La persona cayó al suelo con su trasero amortiguando el
impacto.

Iba a darle mi mano y pedirle las disculpas correspondientes, entonces vi de quién se


trataba.

—Deberías tener más cuidado, Yoongi —murmuró levantándose por sus propios
medios. Se limpió la parte detrás de su pantalón exactamente donde se cayó.

—Perdón —hablé cortante. No tenía ni la más mínima intención de seguir la charla.

“¿Te metió la lengua hasta la garganta tal y como lo hice yo”? No, pura mierda.

Hice una corta reverencia para disculparme por segunda vez y después de eso
esperaba seguir mi camino.

—¿Aún huyes de mí? —preguntó cambiando por completo su voz. Este chico era el
Jimin pobrecito que fingía ser la cosa más tierna del mundo. Más mierda. —Quiero ser
tu amigo, Yoongi. Ya no me gustas.

Ya no me gustas.

Oh, no. Eso no va a pasar.

—Claro que sí —levanté mi cabeza, ya que aún no me atrevía a mirarlo. —¿Quieres


que sea amigo del imbécil que con el que traspasaste saliva también? —escapó antes
que pudiera amarrarlo a mi lengua.

Rayos.

Me quedó mirando sorprendido. Sin palabras.

—Oye —murmuró él, extrañado.

—Ya lo sé —musité alterado como nunca estuve.

No suelo ser celoso, nunca lo fui, pero ayer, me sentí realmente enfermo.
—Fue algo realmente desagradable de ver —seguí gruñendo y moviendo mis brazos
para darle más drama al asunto.

Ahora él tenía una expresión de risa y ternura. Sus mejillas estaban color carmesí
como cuando lo besaba yo y solían teñirse así.

—No, Yoonie —se acercó un poco y rodeó mi cuello con sus brazos—. Se llaman celos.

—¡Y qué tanto si estoy celoso! —finalmente dije dejando ir este dolor abrumador, mi
pecho sintió la tranquilizante liberación.

—Me encanta —admitió.

Giré mi rostro sin ánimo de verle el rostro lleno de esa sonrisa tan... triufante.

—¿Sabes hyung? —murmuró cada vez más cerca de mi rostro. Aunque yo no lo


mirara, él seguía viéndome con ternura. —Yo creo que tienes miedo y que sí me
quieres

Suspiré pesadamente.

Entonces giré mi vista hacía él y ahí estaba esa maldita sonrisa que me gritaba a todo
pulmón su victoria.

—También te quiero —susurré al fin.

Sonrió por última vez y después acortó el espacio juntando sus labios con los míos.
Fue un beso simple y corto. Carecía de sentido sexual. Esto era la sinceridad y la
reconciliación en un beso.

—¿Cuántas veces debo decirlo? —preguntó cansado pero riendo. Él amaba ser
ganador—. Sólo fue el beso que viste y ya.

Algo me hizo click.


—¿Cómo sabes qué sólo vi ese beso? —entrecerré mis ojos viéndolo enojado.

Jimin palideció, se mordió el labio y él sólo hace eso cuando sabe que está en
problemas.

—Escúpelo —gruñí.

Él tragó saliva y explotó.

—¡Jin hyung me dijo! ¡Yo no quería hacer eso! ¡Me dijo que funcionaría! ¡Te juro que
yo no quería besarme con ese chico! ¡Jin hyung me aseguró que morirías de celos!
¡Yo te extrañaba y te quería a mi lado! —gritó rápidamente todo, tanto así que perdió
respiración. Jadeo cansado—. Lo siento, hyung.

Tenía una carita de profundo arrepentimiento.

Creo que voy a matar a ese idiota.


25

Iban en M de la lista. Primero venían los que seguían con la letra A luego de la M.
Seguí esperando y escuchando como nombraban a todos los que habían aprobado la
tesis. Me llevó mucho tiempo prepararla. Hace aproximadamente 1 meses que la hice
y los resultados recién salían ahora. Un mes larguísimo sin saber nada.

Antes de entrar en la sala, Jimin estuvo calmándome un poco. Nos besamos un poco
y eso fue suficiente para calmar mis nervios por un rato. Pero ahora, esos nervios
volvían.

Ahora iban en la E. Aún faltaba.

Desde que le había dicho a Jimin que sí lo quería que todo a estado bien.
Últimamente se queda en mi departamento y duerme conmigo. Ahora el director
había entrado a la I. Al fin se acercaba la hora. Mi estómago estaba apretado y con el
vómito tocando mi garganta.

Pasaron a la letra U. Y no me nombraron.

No pasé la tesis.

Todos reían en la fila, la mayoría de ellos habían aprobado todo y pasarían días
gritando su gloria en mi cara. Estaba feliz por Jin, él también había dado la tesis y la
había pasado con gran éxito.

Pero mi ánimo era bajo. Jimin intentaba animarme con su dulcera, también con unos
cuantos besos pero nada funcionó. Aunque admito que sus labios casi me convencen.
Estábamos en la ceremonia de premiaciones, salió Jin a recibir su diploma y no pude
estar más feliz por mi chismoso amigo. Creo que noté a Namjoon saltando algunas
lágrimas.

Una vez terminada la ceremonia, me acerqué a mi amigo para darle un gran abrazo
por su logro y esfuerzo.

—Ven a celebrar con nosotros —me miró apenado pero quiso esconder esa mueca con
una de sus sonrisas. Esas que tanto ponían a Nam.

—Hyung, ah. Gracias, pero paso de eso —sinceré.


Jin hizo otras de sus muecas de desaprobación.

—Yo iré con Yoongi hyung —aclaró mi chico.

Los chicos se adelantaron y con Jimin nos quedamos mirando como se iban. Después
de un rato me tomó la mano y la cruzó con la suya. Así caminamos un rato, llegamos
al departamento y aunque fue un lindo paseo, mis pies ardían por descansar.

—Hyung... —me llamó desde la cocina.

—¿Mh?

Avanzó hacía mí y se recostó sobre el sofá igual que yo. Una de sus piernas se
mantuvo doblada cerca de mi muslo derecho haciéndome sentir electricidad sobre mi
cuerpo.

—¿Cómo puedo subirte el ánimo? —preguntó bajando el tono de su voz hasta


susurrar.

Pensé un poco mientras un suspiro se escapaba de mis labios.

—Si puedes hacer que llueva... —dije sin ánimos.

Entonces él también suspiró.

—Quiero ayudarte —susurró y se acercó más hasta juntar nuestros labios.

Iba haciéndome una idea sobre a qué se refería, perro me sentía mal usar nuestra
primera vez en la ocasión tan nefasta.

Me separé abruptamente.

—Basta —jadeé.

Él estaba rojo como tomate.

—No necesitas hacer esto —le dije mirándolo intensamente.

Pero entonces, entonces, hizo lo inesperado. Su mano se aferró a mi nuca y volvió a


hacer contacto entre nuestras bocas. Lamió mi labio sin morder y eso me encendió
tanto. Me estaba poniendo muy caliente. Jimin se cambió rápidamente de posición,
ahora estando arriba mío, sus manos se aferraron a mi espalda y su boca me comía
con desesperación.

Tenía que parar esto, luego o mejor ahora.

—Jim —me separé en busca de aire y una tranquilidad para la calentura.

—Yoongi —su mueca fue bastante interesante.

Fruncí mi ceño.

—Corazón, no es así como quiero recordar esto. En este momento soy un hombre
infeliz, no quiero recordar un día tan malo como el día donde hicimos... algo—. Me iré
a dormir... te espero en nuestra cama.

Me miró con amor y su diestra subió para acariciar mi mejilla tiernamente. Juntó
nuestros labios en un beso suave, lento y carente de sexo. Habíamos tenido muchos
besos que nos calentaban a un nivel inimaginable, pero este, era especial.

—Vamos a dormir, Yoon—me habló con una voz tan cálida, que estuve lleno y feliz
por dentro.

Me encanta.

Fuimos a la cama unidos con nuestras manos. Separados nos cambiamos de ropa,
ambos miramos a la pared, especialmente porque yo tenía un enorme problema. Él se
quedó con un bóxer blanco, yo usé un pantalón de dormir y una camiseta.

Después de acostarnos en nuestra cama, nos tapamos con las mantas y cerramos los
ojos.

Pero justo ahí sentí un silencio tan asqueroso e incómodo.

—Yoongi —musitó, haciendo cosquillas en mi cuello.

—Dime, bebé —le dije.

—Quiero dormir abrazados.

Pero mi erección... mierda.


—Está bien, Park —extendí mis brazos y él rápidamente se pegó a mi pecho.

Aspiró el olor de mi camiseta y subió su cabeza para mirarme con una sonrisita.

—Hueles tan bien, hyung.

Después de eso nos dormimos extasiados del dulce aroma del otro y si sintió mi pene
erecto no dijo nada.

—Al parecer no pasó la tesis. Sí, lo sé —Jimin estaba hablando con su madre por el
teléfono. Su madre estaba preocupada porque no aprobé la tesis. Estaba muy poco
harto con el temita—. Yo sé que la próxima aprobará.

Sus ojos intensos me hipnotizaron cruelmente. Sus labios rojos por un reciente beso
que habíamos compartido, me volvían a llamar para repetir la ocasión.

—Adiós mamá, te quiero —mi chico colgó la llamada y dejó el teléfono sobre la mesita
al lado de nuestra cama—. Te mandó saludos.

Su cuerpo se acomodó de nuevo entre mis brazos y mi pecho. Aún era temprano y
ninguno tenía intención de dejar la flojera.

—Park —susurré sobre su cabeza.

Me encontraba haciéndole cariño sobre esta misma. Suavemente movía sus cabellos y
él sólo sonreía y suspiraba.

—¿Dime? —susurró apenas y sin abrir sus ojos o despegarse de mí.

—Quiero adoptar un perrito.

Entonces se despejó de mi pecho y se puso a chillar.

—¿En serio? —gritó con la cara llena de una sonrisa hermosa y yo asentí.

Reí encantado de su gesto tan tierno.

—Vi a un cachorro abandonado en una calle anoche cuando volvíamos a casa —seguí
acariciándolo por todos lados.
—¿Cómo podemos ponerle? —preguntó con una sonrisa.

Pensé.

—¿Qué tal Park? —me burlé.

—¿Mi apellido? —negó—, No es tierno.

—¿Min? —pregunté de nuevo.

—Min —sonrió y volvió a dejar su cabeza en mi pecho.

Río jugando con el cachorro. Últimamente el cachorro había tomado más confianza y
estaba rompiendo todo. Casi cambio de opinión sobre el nombre para ponerle
Namjoon.

—Yoon —me llamó mi chico.

Dejé de pensar en el perrito y lo miré.

—Namjoon dice que lo tienes muy botado, quiere que salgan en la tarde —respondió
con unas pocas dudas lo que hablaba.

—Él también pasa mucho con Jin chismoso —volví a mirar a nuestro bebé. Sí, lo
consideraba nuestro bebé. Lo tomé el brazos y lo puse en mis piernas para hacerle
cariño en la pancita.

Él rió tiernamente.

—No le digas así, bebé.

Bufé restándole importancia.

En un rato mi amigo vino por mí. Lo que no sabía es que todo esto era un plan
malvado de Jimin.
26

Después de una tarde agotadora con Namjoon llegué a casa a literalmente caer en la
entrada.
Resulta que mi amigo quería que le ayudará a ir de compras. Había conseguido
trabajo y por fin tenía dinero.

¿En qué gastó tanto? Fácil. Cosas para Jin.

Pasamos toda una tarde en el centro comercial para consentir al chismoso. Él me


había estado hablando que Jin había gastando mucho dinero para hacerle una cena
muy deliciosa y mi amigo creyó que le gustaría mucha ropa a cambio. Estoy seguro a
Jin le gustarán. Amará saber que Namjoon tuvo el gesto de regalarle algo por esa
cena.

Después fuimos a comer algo. Entonces, mi gran amigo quiso hablar y dárselas de
chismoso.

—¿Qué tal están tú y Jimin? —me habló despacio como si Jimin estuviera cerca y
fuese un secreto.

Me encogí de hombros.

—Vamos bien. Pasamos buenos momentos juntos —sonreí levemente.

La verdad era muy distinta. Si bien se acercaba un poco, no podía comparar las
sensaciones de éxtasis que sentía a su lado. Las descargas eléctricas que me dan por
todo el cuerpo cuando me toca, cuando mi corazón se detiene al quedarse mirando mi
rostro mucho tiempo y un sinfín de cosas, que definitivamente no son sólo un buen
rato.

Siento que me estoy enamorando.

Al final de la comida volvimos a dar algunas vueltas al lugar pero Namjoon creyó que
era suficiente consentimiento para su chico. Me fue a dejar a casa. Me despedí con un
abrazo de hermanos, también le di unas palmadas en su espalda y le sonreí.

—Suerte, campeón —me murmuró riendo cuando nos separábamos. Había una
indirecta muy tácita ahí. La sonrisa que hizo al final me ayudó a saber que había algo
escondido.

Además, ¿suerte en qué?


Esperé a que su auto arrancara. Mientras lo hizo me quedé analizando lo último que
dijo. Agité mi mano en modo despedida cuando tocó la bocina avisando su huida.

Hice una mueca de molestia aún sin entender porqué estaba tan... raro.

Entré al departamento en silencio. Las luces estaban apagadas y eso quería decir que
Jimin estaba dormido. Era de esos que había que dormir las horas necesarias para un
buen día.
Muchas veces se dormía temprano y yo me quedaba sin una buena parte de sus
besos.

Dejé las llaves y el celular sobre la mesa de la cocina. No me di el tiempo de apreciar


bien el lugar hasta que Jimin apareció a pies descalzos caminando por el largo pasillo.
Se veía glorioso.
Traía sólo un bóxer blanco, que dejaba mucho a la imaginación. Cosa que no era nada
buena para mí y mi reciente erección. Yo era muy creativo a la hora de imaginar y es
ahí cuando vienen imágenes sucias de él y yo.

—Hyung —murmuró bajito aún desde esa oscuridad majestuosa—. Preparé algo.

Me cedió su mano, llamándome para cogerla. Entonces al hacerlo me llevó a nuestra


habitación a pasitos lentos, los mismos que usó para verse tan magnífico al llegar a la
sala.

Mis ojos se agrandaron al ver de lo que hablaba. La cama estaba decorada con rosas
rosadas dándole un toque suave a la cama. Habían dos bandejas sobre la cama y una
botella de vino sobre una de ellas. Dos copas y dos pocillos con postre.

Era todo un banquete.

—Sé que prefieres comer en la cama, así que, salió esto —decía con vergüenza.

Me giré a mirarlo encantado y no sólo con su belleza resplandeciente.

—Cámbiate —seguía murmurando con vergüenza.

Le asentí con una sonrisa pero sin decir nada. En verdad, sólo no dije por analizar
todo este lío.
¿A qué se debía su vergüenza injustificada? No sería la primera vez que yo lo veía con
bóxer.

O es que...

¿Será que preparó todo esto con otro propósito?

En silencio me cambié. Dejé toda la ropa ordenada en un armario y el bóxer se


deslizó por mi cuerpo hasta que mi culo blanco de bebé desapareció.

De repente un grito y otro ruido fuerte se escucharon como eco. Era algo parecido a
un platillo de metal caer contra el piso de la cocina.

—¡Yoon! —me llamó Jimin desde el mismo lugar. Parecía estar llorando.

Al llegar lo confirmé. Estaba llorando leve con su mano tocando la otra en un lugar
específico. Y el ruido de metal había sido una bandeja de comida caerse.

—¿Estás bien? —hablé cuando llegue a su lado.

Revisé su mano herida y afortunadamente no era nada grave para ir qué deberíamos
al hospital. Lo que me preocupaba era su repentino llanto.

Negó débilmente.

—Es que, hyung, yo —y ahí empezaron sus lágrimas de nuevo—, Me había esforzado
tanto en esto.

Tomé su mano herida y la acerqué para besarla. Humedecí la zona con mi lengua
pasándola lentamente mientras Jimin me escrutaba con sus ojos llorosos.

—Aún podemos comer los postres —susurré de vuelta.

Solté la mano herida y le tomé la otra para guiarlo a la cama de nuevo y comer.

Pero, pero, pero.

Me soltó abruptamente y empezó a chillar de nuevo.

—Estuve haciendo esto toda la tarde y lo arruiné —tapó su rostro y siguió soltando
lágrimas.
—Pero, bebé, no entiendo —le hablé calmándolo. Mis brazos lo cubrieron y también
pude quitar sus manos que me impedían ver su bonita cara.

—Lo jodí todo —lloró otro poco y me miró—, Era nuestra noche especial, esa era la
idea.

Reflexioné sobre sus palabras.

—¿Qué idea? —cuestioné.

Sus mejillas se tiñeron de rojo y sus ojos fueron secándose debido al calor repentino
en su cuerpo.

—Quería hacer el amor contigo —susurró demasiado despacio.

Entonces supe que no era mi idea solamente, Jimin cambió completamente su


expresión corporal. Ahora parecía un flamenco intentando enterrar su cabeza en el
cemento.

—Tan tontito —le murmuré sonriendo lleno de amor.

Bromeé riendo de su ternura.

Rápidamente subí el cuerpo de Jimin al mesón de la cocina y en otro movimiento mis


labios estaban sobre los suyos creando un beso lento y relajado.

—Estoy muy nervioso, Yoongi—empezó a hablar casi jadeando.

Mis manos ahuecaron su rostro para mirarlo y hacer que me mirara también. Tenía
los ojos pegados al suelo, seguramente por vergüenza.

—Mírame —le susurré casi rozando sus labios, haciendo algo parecido a lo que él.

Capturé su labio por un segundo beso lento. Él me aceptó sin problemas y siguió el
beso con la misma intensidad. Sólo movíamos los labios dando leves y sutiles toques.

Como si el otro fuera a romperse.

Rápidamente, lo alcé de las piernas, pareció entender y rodeó sus piernas en mi


cintura. Se abrazó más a mi cuerpo, para evitar caerse y quizás para no perder el
contacto caliente conmigo.

Lo dejé en la cama con suavidad y sus manos buscaron mi cuello para rodearlo al
igual como sus piernas en mi parte baja. Mi cuerpo se asomó por arriba del suyo,
haciendo otro intento de equilibrio por no aplastar nada esencial para su vida. Mi boca
se aproximó a su cuello para besarlo, con finos toques y dejando marcas levemente
notorias.

Jimin se sentó para apreciar mejor. Así estábamos más cerca. Él sentado y yo encima
de él.

Una vez que estuvo cómodo, miró mi torso y abdomen extasiado. Me recorrió
lentamente, pasando sus palmas por mi piel. Sentí que me quemaba. Me mataba
tocándome así. Lo estreché para otro beso. Éste era más sucio. Casi de inmediato mi
lengua entró a la suya a explorar terreno más que conocido, pero nunca está de más
conocer más.

Gimió en el medio del beso. Incluso llegó directo a mi eje.Me tenté a seguir
descubriendo su cuerpo. Volví a besar su cuello, dejando mis marcas ahí y descendí
hacia su pecho.

Él se acostó volviendo a la posición de antes. Entonces pude verlo bien, tan único y
hermoso. Imité lo que él había hecho. Mi boca se acercó para besar y dejar huella ahí.
Creé un camino justo al medio de su pecho y abdomen. Se retorció un poco, cerrando
sus ojos y abriendo su boca para hacerme saber que le agradaba. Saqué mi lengua
para lamer haciendo el mismo camino de ida y vuelta. Él seguía retorciéndose contra
la cama.

Quería todo, todo de él.

En realidad, mucho más que eso.

es 2 de octubre del 2019, quien sabe cuando escribí lo que ponía aquí antes. quiero
dejar constancia y nuevamente dar infinitas gracias. tengo 20 años ahora, casi 21,
escribí esto creo que a los 15. keep me fear es el camino de mi crecimiento y me
siento tan orgullosa de mí misma, aún más cuando ha sido editado y mejorado.
gracias x todo.
27

Jimin

Afirmó con fuerza mi cintura mientras su cuerpo se unía al mío. Algunos amigos como
Jin, me habían dicho que esto dolía como el infierno la primera vez. Y vaya que tenían
razón.

Sólo espero poder caminar mañana.

Me sorprendía que hyung tuviera esa fuerza. Siendo sincero, el parecía una chica la
mayoría de las veces. Así que es completamente extraño que tenga fuerza en esos
brazos de pollo.

Pero entonces, como si pudiera leer mi cerebro y saber que hablaba de sus brazos de
chica, empezó a mover sus caderas. Me fue inevitable no gemir de gusto. Aún ardía
por todos lados, y no sólo abajo donde nuestros cuerpos estaban unidos. Mi piel
ardía, mi cabeza ardía y mi corazón estaba a punto de derretirse. Me encontraba
arriba de él, ambos estábamos sentados sobre la cama.

Yo sólo podía cerrar los ojos y gemir cuando Yoongi llegaba a rozar la zona más
sensible de mi intimidad. Me susurraba cosas tiernas al oído con el aliento caliente y
oliendo a menta. Su voz era ligeramente ronca y debía reconocer que amaba ese
tono. Recuerdo escuchar de Jin que no era necesario preparar algo de comer. El dijo
conocer a Yoongi y que seguramente me tomaría en brazos y me llevaría a la cama.

Vaya que tenía razón.

—Yoon —gemí sobre su oído cuando nuevamente tocó en ese lugar tan sensible.

Yo estiré mi cabeza hacia atrás, así que él aprovechó para besar mi cuello y dejar
algunas marcas, mientras algunos recuerdos florecieron. Me enamoré desde el primer
día en que Jin nos presentó, porque lo hizo, pero Yoongi es muy despistado y
seguramente no recuerda nada.

Fue un día de actividades en la universidad por ser el primer día donde ingresaban
chicos nuevos como él y yo. Todos esos recuerdos quedaron atrás cuando él me tomó
de mentón para invitarme a otro beso. Sus labios se deslizaban como crema por los
mismos. Eran tan suaves que la mejor definición era esa, crema.

Por segunda vez estaba divagando de placer, muchas personas ven el sexo como algo
sucio. Otras lo ven como algo tan sencillo y mundano. Yo pienso que no es ninguna
de las anteriores. No es sencillo desnudarse, mostrando no sólo tus partes íntimas si
no que también tu corazón. Tu alma intentando conectarse con la de la otra persona.

El sexo es mucho más que algo sucio.

El sexo es unión de dos almas, dos corazones, dos cerebros intentando ser uno.

Entonces por segunda vez Yoongi me trago a la realidad.

—Oh —musité cuando me llevó a la punto más alto del clímax.

Sentía todo mi interior derretirse. Era un incendio que intentaba ser apagado con más
fuego.

—Mierda —gruñó en mi oído como lo había hecho en todo este grato momento.

Pegué otro gemido de sorpresa.

Yoongi me había mordido la clavícula. Ahora ardía un poco pero a la vez sentía la
excitación viajar rápidamente a mi centro. Dónde mi novio luchaba arduamente por
terminar todo ese ardor.

Caí.

Empujó sobre aquella zona sensible por última vez y después caí junto con él. Ambos
excitados a más no poder. Sentí que él me besó y me dormí en sus brazos, lleno de
amor y bien jodido.

Los golpes en la puerta me sobresaltaron. Desperté asustado y rápidamente me vestí


una camisa de Yoongi y un bóxer. Corrí a la puerta a pies descalzos. Al abrir me
encontré con un impaciente Jin rugiendo por qué no le abrí antes. Traía a Min
consigo, le pedí ayer que se lo llevara. No tenía intenciones de que escuchara sonidos
incómodos.

—Le rompió un zapato a Nam. Creo que nunca estuve a punto de mear de risa hasta
que eso pasó —dejó al perrito en el suelo y seguido me miró para estudiarme por
completo—. Tienes cara de sexo.
Rodé mis ojos con diversión. Más que venir a dejar a Min vino a chismosear sobre
nuestra noche con Yoonie.

—No te diré nada, chismoso. Yoongi tiene razón —lo apunté con mi dedo índice aún
riendo un poco—, chismoso.

—Está bien, Yoongi se lo dirá a Nam y él a mí —le tiró un beso a Min, quién ni
siquiera se interesó en tomarle atención, y Jin se fue agitando su mano para mí.

Cerré la puerta y volví en silencio a la habitación con Min siguiendo mis pasos. Con
cuidado me recosté a su lado y el cachorro me siguió hasta la cama, exactamente
donde él estaba y empezó a lamerle la cara.

—Ah, Min, no —murmuró mi chico con sus ojos cerrados.

El perrito aún le besaba la cara con alegría. Entonces con él me uní y repartí besitos
en su mentón.

—¿A mí también me dirás que no? —murmuré con una sonrisa viendo sus hermosas
facciones.

Yoongi hyung era muy hermoso, dejé ese pensamiento ahí guardado en mi corazón.

Llevaba un rato intentando que Yoongi abriera sus ojos pero el sueño lo vencía. Bajé
mis besos a su cuello quizás quería dejarla alguna bonita marca. Él había hecho
varios chupones en mi cuello, entonces quería hacer lo mismo. Mi boca succionó una
parte y sólo ahí mi novio abrió su boca y a la vez, al fin, los ojos.

—Creí que tendría que llegar a otras partes para que despertaras —le sonreí.

—Seguiré durmiendo entonces —sonrió con una oscura perversión detrás.

—Yoon, quiero desayunar contigo —susurré.

Él asintió no sin protestar con un gruñido leve y en unos diez minutos después había
hecho un desayuno que se veía delicioso.

—Debo amarte mucho para venir a preparar desayuno —reconoció con cierta
vergüenza y timidez mientras mantenía la cabeza pegada a su taza de café—. Estoy
jodidamente muerto de sueño.

Y sonreí. Porque lo tenía a él y él a mí. Teníamos a Min.


No pudo haber sido mejor.

Definitivamente no.
28

Después de aquel día con Jimin sólo hemos compartido unos besos fogosos y unos
cuantos sueños. No puedo negar que he querido llegar más allá de esos besos, pero
el pervertido dentro de mí se está conteniendo.

Abrí los ojos después de otra noche compartida de sueño a su lado. Me levanté en
silencio para no despertarlo. Me puse una camisa cualquiera y junto con Min salí a la
sala. Encendí la televisión para algo de entretención. Estaba tranquilamente
disfrutando de mi televisión basura cuando Jimin sale de la habitación con una de mis
camisas y absolutamente nada debajo. Venía de refregar sus ojos debido al sueño
pero a la vez se movía muy malditamente bien.

—Buenos días Min —se agachó para tomar al perro y sostenerlo en sus brazos para
un saludo matutino.

Yo sólo estaba respirando con fuerza, recordando como se llenaban los pulmones de
aire, porque estaba a punto de morir. Y es que al agacharse Jimin mostró todo su
hermoso trasero.

¿Y adivinen quién no pudo evitar mirar? Sí, yo.

Dejó a Min en el suelo y movió sus pies a la cocina. Preparó agua caliente para un
café y tostó el pan, un excelente desayuno para él.

—¿Y para mí no hay un beso? —murmuré levantándome del sofá y siguiendo sus
pasos a la cocina.

Pero no respondió.

—Oye Jim —lo llamé, esperando por sus ojos brillantes y una risotada pero nunca
llegó—. ¿Pasa algo?

Ni me miró.

—¿Estás enojado? —insistí.

Pero el seguía sin inmutarse por mi persona.

—Bebé —murmuré más suave.

Pero nada. Ni me miraba ni me hablaba. Y pareciera que tampoco me escuchaba.


—Ya bast, Jimin, es molesto —dije pensando que se trataba de una broma muy mala.

Me acerqué más a él. Lo iba a tomar del brazo y voltearlo, pero mi mano pasó por el
mismo como si de aire se tratara.

—Qué mierda...

Entonces Min ladró, llamando la atención de mi novio quien fue a mirar que le
pasaba. Min me ladraba a mí desde un rincón, pero no como si atacara, me movía la
colita y orejas.

Jimin palideció.

Nuevamente se agachó a la altura del perrito, dejándome ver más de su piel pero
ignoré eso por el rato.

—Min, yo también lo extraño. Tranquilo, bebé —besó su nariz y se abrazó a él


mientras las lágrimas caían por sus mejillas al suelo.

Un dolor paralizante me dejó en el piso, Jimin y Min ya no estaban ahí. La habitación


se quemó rápidamente con las llamas alcanzado mis pies y de ahí todo mi cuerpo.
Grité, tanto que mi garganta se rompió. El olor a quemado, a mierda, a muerte me
mareaba y entonces recordé donde estaba.

Todo desapareció y mi cuerpo anteriormente calcinado volvió a su forma. Respiré


profundamente y me quedé ahí, esperando que todo volviera a empezar para ver a
Jimin otra vez y quemarme otra vez.
29

Íbamos camino a un lugar que visité hace unos años y siempre quise traerlo conmigo
cuando volviera. Qué mejor ocasión que en el día que cumpliamos un año.

El tiempo había pasado rápido. Los mejores meses juntos se pasaron volando
mientras que los complicados pasaban lentos. Es normal en algunas parejas, pero
aquí estamos. Felices, juntos y camino al lugar más precioso que he visto con la
persona más hermosa.

—¿Falta mucho? —preguntó él con esa voz cálida, tan característica de él.

—Eres un bebé —rodé mis ojos mientras me burlaba divertido. Jim jugó con su labio
con ternura entonces aclaré mi garganta—. Unos minutos, quizás media hora.

Él sonrió y asintió animado.

Estaba enfocándome en el camino de nuevo después de sonreír también a Park.

Sólo fueron segundos donde mis ojos, mi respiración y mis latidos apuntaron a su
persona, incluida mi concentración. Pero lo juro, fueron segundos.

Minutos después el ensodecedor choqué de latas y el arrastrar de la esperanza,


retorciéndose me despertó de la inconsistencia, pero no de la pesadilla.

Mi corazón se agitó violentamente. Amenazando con salir de su sitio y ser capaz de


ocupar el cuerpo sin vida de Jimin.

Mi niño. Mi novio tenía sangre por toda su carita, su cráneo y algo en los brazos. Yo
también tenía, el dolor empezó a tomar mi cuerpo también pero nada era digno de
ser comparado con el dolor de mi corazón.

—Jim —corrí al otro lado, tiré de lo que quedaba de puerta y mi corazón se agitó un
poco más.

Mierda.

Podría jurar que las máquinas que estaban conectado a él tenían más vida. En verdad
él estaba muerto, sin la máquina de oxígeno, él lo estaría.
Han pasado tres semanas del accidente. Un chico venía ebrio, el mismo que nos
impactó de frente. He estado buscándolo por todos lados, ya que después al crío se le
ocurrió escapar. La policía dijo que huyó a pie, desapareciendo por completo.

Mientras él está viviendo su vida, mi chico necesita tres máquinas para seguir a mi
lado. Y es que el doctor me ha hablado sobre dejarlo morir, que tenerlo así es
egoísta, y lo sé. De verdad que lo sé, pero el cólera me sube desde los pies hasta la
cabeza de sólo pensar a mi Park en un ataúd.

Mientras más lo pienso, más llego a la conclusión que el imbécil ese debería darle su
vida a mi novio.

O quizás yo. También es mi culpa, ¿no?

Me descuidé sólo unos segundos para mirarlo y seguido de eso ni pude reaccionar a
nada. Sólo a llamar a emergencias y empezar a creer en todos los dioses que
existiesen para que Park estuviera bien.

—¿Yoongi? —llamó Jin quién estaba junto a Nam, ambos con ojeras.

Los dos se han quedado todos estos días aquí, haciéndome compañía. Es que no he
querido separarme de él, sé que despertará y quiero que sea lo primero que vea
cuando lo haga.

Sé que debo oler y verme horrible.

—Anda a casa, duerme, toma un baño y alimenta a Min. Nam fue ayer pero también
te necesita, ¿sabes? —sonó idéntico a mi madre. De hecho creo que usó las mismas
palabras.

Asentí.

Volteé donde Jimin estaba dormido. Me acerqué para besar su frente. Internamente le
dije que lo amaba.

—Avísame si despierta, por favor —fue lo último que le dije a Jin.

Mi amigo asintió con una leve sonrisa. La maldita pena estaba escrita por toda su
cara. Y es que todos sabían que no despertaría, yo también, pero no quería
reconocerlo.

¿Quién sí?
Cuando entré al departamento Min apenas me recibió. Se levantó de su siesta sólo
para enterarse quien había llegado. Quizás mi amigo tenía razón, Min también me
necesitaba. Y yo a él. Porque siendo sincero, si Jimin jamás despierta, sólo seremos
nosotros dos.

Me agaché para tomarlo entre mis brazos y apretarlo. Empecé a mojarlo con mis
lágrimas que salían como flores en primavera. El perro parecía entender, se quedó
ahí.

—Jim estará bien, lo estará —besé su cabecita peluda con mis ojos cerrados.

Perdóname Min, quizás no puedo cumplir aquello.

Volví a mi altura normal y caminé dirección a la cama. Olía a Jimin, justo lo que no
necesitaba para dormir bien.

Comencé a llorar de nuevo.

—¡Joder! —grité cuando el dolor y la rabia no pudieron contenerse más. Tiré mi


chaqueta a la mierda y un par de almohadas—. No... por favor.

Sollocé en la penumbra, sentado en la orilla con las manos en mi cabeza mirando a la


nada. Las lágrimas podrían ahogarme pero sin él, sin él soy un hombre infeliz.

Min llegó moviendo su cola sin parar y saltó a la cama, me lamió como si supiera que
yo lo necesitaba. Me abracé a él y seguí llorando el resto de la noche.

Desperté cuando el frío me caló los huesos, un frío anormal, un frío invernal. Min no
despertó y menos mal, su inocencia no podría con lo que veía mis ojos.

Una vez, después de haber hecho el amor, me quedé despierto sólo para mirarlo
dormir. Me prometí secretamente que si algo le pasara sería capaz de vender mi
miseria de alma al maldito diablo con tal de verlo a él y a Min felices.

Sonreí mirando a Min suspirar en sueños y le devolví la mirada al engendro en la


oscuridad de la habitación. Entonces asentí.
{ —Serás condenado a vagar a su lado, a verlo amar a otra persona, vivir su vida
con otra persona, mientras el viva y si no sigues las reglas Park Jimin morirá en
cuestión de segundos. ¿Podrás estar a su lado por la inmortalidad sabiendo que ya no
está a tu lado completamente?

—Me lo prometí. }
30

La brisa se colaba por mis cabellos revolviendo mis canas. Las mismas que Hyo
tocaba con sus suaves dedos, sonreía con esos dientes perfectos que tiene gracias a
los frenillos que usó en toda su adolescencia. Su sonrisa era bien parecida a la de
Yoongi, sin ser de sangre tenían una personalidad única y sonrisas similares.

Quizás por eso la amo tanto.

—¿Abuelo? —me habló desde atrás.

Lucía ese hermoso vestido blanco que yo mismo elegí para ella. Ni su madre ni su
maldito padre querían ese vestido por ser muy pecaminoso. Recuerdo decirle:

—Te vas a poner ese vestido, mi niña. Es tu boda y si tú quieres venir desnuda, lo
harás. Además a tu abuelo Yoongi le encantaría ese vestido.

Entonces Hyo besó mi cabello canoso y sonrió.

Estoy viejo y sé que no me queda mucho tiempo pero lo que queda, quiero ver una
última vez la cálida sonrisa de mi nieta.

Y eso hice. Su cálida sonrisa me despidió.

—¡Mamá! ¡Algo le pasa al abuelo!

Muchas personas llegaron después de eso. Llegó mi hija, madre de Hyo junto al
bastardo de marido que se consiguió. En realidad la ha cuidado bien pero, soy un
padre celoso y aún no supero que mis niñas hayan crecido tan rápido. Ahora que
estoy cruzado la fina línea de la muerte le doy cuenta del tiempo. Aunque no lamento
arruinarle el día más especial de su vida, quizás puede volver a pensar sí realmente
ese sinvergüenza vale la pena

Pero van a estar bien.

Entre la masa de gente a mi alrededor, sólo fui capaz de ver y fijar mi atención en
una persona y un pequeño peludo a su lado. Debería avergonzarme de mi mal
aspecto. Él está exactamente igual que cuando murió.

Hyo se veía destruida, los demás corrían llamando a emergencias.

Extrañaré a mis niñas como un loco, pero he vivido toda una vida separado de la
persona que amo, y creo que le debo la vida, literalmente.

—Hola precioso —le hablé mostrando mi sonrisa artificial una vez que me acerqué—,
¿Dónde has estado toda mi vida?

Él me devolvió el gesto.

—Esperando por ti, abuelo —se rió—. Estás realmente viejo, Park. Mira esas canas.

—La juventud no respeta —rodé con los ojos con drama y diversión.

Me ofreció su mano. Estaba fría pero para mí fue el único calor que esperé por años.

Y al fin, estaba sucediendo.

Me tomó suavemente de la cintura y me abrazó. Sus manos tocaron mi cabello blanco


que enseguida se volvió nuevamente negro, luego tocó mis brazos anteriormente
flácidos pero ahora volvían a tomar forma y yo entero volvía a tomar la misma forma
de cuando lo conocí. Era como él ahora, no más canas ni arrugas.

—¿Hyo estará bien? —preguntó él mirando a nuestra nieta.

Asentí.

—Es fuerte, como tú.

Nos miramos mutuamente, su mano abrigó la mía por segunda vez, pero en esta
oportunidad fue para alejarnos.

—¿Qué tal las cosas arriba? —la curiosidad me mató.

Otra sonrisa salió de su boca junto con sus últimas palabras antes de subir para
siempre a su lado:

—Contigo estarán mucho mejor, siempre, Park.


fin
muchas gracias y otras cosas: autore, si autorE.
HEEEEY. GRACIAS POR TUS VOTOS Y TUS COMENTARIOS, ESPERO QUE HAYAS
DISFRUTADO TU LECTURA. ¿QUIERES UN PAÑUELO?

nunca olviden que les amo un sol

13/02/17

¡GRACIAS POR LOS 100K! LAS AMO COMO NO TIENEN IDEA

03/10/2019

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GRACIAS POR TANTO, WAWIS!!!! UN MALDITO MILLÓN !!!!!! aaaaaaaaaaaa

20/10/2020

HOLAAAAAAAA, vengo a pedirles un favor. muchas gracias por sus comentarios, el


amor que le han dado a la historia, sus bonitas palabras. pero con el cariño que
hemos recibido también llegaron los buitres.

hay pocas cosas que realmente odio, y una de esas es el plagio. qué forma de
demostrar tu cariño a una historia que te cautivó es copiándola?? XDDDD.

POR FAVOR, si llegan a ver plagios de keep me fear, hagánmelo saber. lo agradezco
mucho mucho. uwu

14/12/2020

WAAAAAAA 2 MILLONES? ESTOY LEYENDO BIEN?

REALMENTE, REALMENTE NO TENGO PALABRAS PARA EXPRESAR LO AGRADECIDE


(SÍ, agradecidE) QUE ESTOY CON USTEDES.
MUCHAS GRACIAS POR LEER ESTA MÁGICA HISTORIA.
¡la sorpresa del millón!

cuando muchx gente expresó que le hubiera gustado un final feliz, no quise hacerlo.
la idea del porqué la historia es tan reconocida es por el final triste. pero
increíblemente keep me fear llegará al millón. es alucinante.

así que en el momento exacto que lleguemos al millón, subiré el final alternativo.

agradezco nuevamente de corazón todo el amor y el apoyo a la historia. no tengo


palabras, de verdad, muchas gracias.

también voy a agregar respondiendo las dudas que más se repiten a lo largo de toda
la historia y si quieren agregar una aquí, también.

espero que les guste el final alternativo .

bye.
el final de otra vida

Donde sea yo estaba antes, era frío y oscuro. Me dolía la cabeza, un poco el codo y
me sentía gracioso. Creo que bebí, al parecer bastante, creo que me caí también y de
ahí viene el agudo malestar en mi codo. Me pareció ver una sombra ahí, medio
burlándose de mi desgracias, me seguía a cada paso que iba. Cuando creí que era
suficiente, desapareció y apareció frente a mí como humo. Humo negro, olía a cenizas
y algo putrefacto. Mierda, esto era un mal viaje. Entonces me apretó los brazos y caí,
fuerte en un abismo hasta aterrizar en un sitio más tranquilo. Yoongi estaba ahí, el
humo negro salía de él...

¿Cómo?

—¿Y-yoongi? —pregunté sin estar del todo lúcido y confundido por su aspecto—. ¿Qué
haces? —le pregunté asustado, era el sueño más real de momento.

—Te traje a un sueño, Jimin —dijo Yoongi, o mejor dicho gruñó—. Bebiste mucho,
idiota irresponsable.

—¿De qué hablas? —grité furioso— ¡Tú ya no estás conmigo y ya no tengo nada
porque cuidarme! —reiteré alcoholizado.

Pero no era como si yo respondiera, era yo claramente pero actuaba de espectador.

Un golpe en la cabeza me despertó, fue como una cachetada.

¿Qué mierda era todo esto? ¿Yoongi luciendo como el maldito sicario del diablo con
humo saliendo de él? ¿Y esto, este sitio?

—¡Idiota! —volvió a gritar—¡Tienes a ese chico, que te quiere y puede cuidarte tal y
como yo lo hago!

Sentí miedo, me abracé a mis piernas y las lágrimas salieron de a poco, pero seguí
sin sentirme yo.

—Éramos nosotros y ese rollito de canela —dije llorando—. ¡Si no éramos nosotros,
nadie sería!

Me siento tan... nauseabundo.

—¿¡No recuerdas esa pelea del chico de la cafetería!? —le grité y tapé mi cara con mis
manos para cubrime y seguir llorando sin ser visto. Vulnerable temblaba todo mi
cuerpo.

—S-sí... lo recuerdo.

El silencio me dejó llorar, él se había quedo paralizado en su sitio. Era él, mi Yoonie
pero no se sentía como él. Se veía roto y sin embargo odiaba que estuviera tan lejos.

—¡Tú eres el idiota! —le grité sin soportar más verlo sin hacer nada, sólo quieto como
estatua y los ojos llenos de tristeza.

—Jimin —susurró y finalmente se acercó, quedando a mi altura en el suelo—. Todo


eso ya pasó.

Una rabia desconocida en mi pecho, creció.

—¿Y si yo no quiero que te vayas?

Él negó, cerrando sus ojos.

—Abre los ojos, Jim—gritó, moviéndome nuevamente.

Sus ojos botaban lágrimas sin parar.

—¡Tú estás vivo! ¡Mírame a mí! —dijo.

Rápidamente le di un vistazo, este hombre no era mi novio. La calidez de Yoonie es lo


que lo hacer ser él. Este espectro es patético, pero... ¿Qué nos pasó para que este
otro hombre quedara así?

—Tienes que seguir con esta vida —siguió explicando lentamente—. Yo no puedo vivir
sin ti y esto, —movió sus manos— no es tenerte. ¡Un puto sueño no es tenerte!

—Eres un idiota, Yoongi —dije sin mirarlo, con la pena volviendo a mis palabras.

—Sólo quiero verte feliz. Esto te hace mal, tomar esa Ouija estuvo mal, no darle
oportunidad a otro está mal. Quizás él puede ser mejor que yo. Si te saca de este
hoyo, será mejor que yo.

¿Quién? ¿Qué está diciendo?


Por favor, quiero despertar.

—Ya está decidido —mandó, tomando una postura firme y como si el humo fuera
parte de sus extremidades, se movió junto con él.

—Te odio, Yoon—susurré, tan roto como si fuera mi último aliento.

—Eso no es cierto, Jiminie —sonrió tembloroso—. Siempre, Jim.

Me abrazó, sus brazos llenando mi cuerpo y la pena desapareciendo como todo lo


demás.

—Siempre — respondí llorando sin control.

Quiero despertar ya.

Su cuerpo humoso olía a él, sin embargo. Era Yoongi, destruído y consumido. Aspiré,
amando a esta versión de él. Brotaba tanto afecto de mí, que amaba a este ser. No
quería dejarlo ir, quería curar sus tormentos y contemplar su sonrisa por horas, pero
una interrogante me cruzó.

—¿Cuánto duran los sueños? —pregunté.

—Ni idea. Me gustaría parar este momento, justo aquí —contestó—. Siempre.

El agujero en mi pecho se abrió tan fuerte que podía sentir como la vida como la
conocía me mataba. El dolor era...

—Te amo, Yoongi, siempre —logré decir mientras el desconsuelo me rompía en mil
pedazos, se sentían como esquirlas pinchando por doquier.

El humo me abrazó a cambio de Yoongi fue cuando noté su ausencia.

—¡Yoongi! —grité rompiéndome la garganta— ¡Yoongi! —repetí aguantando el dolor


en todo mi cuerpo. Me sentía completamente deshuesado.

Y caí.

Desperté por el repentino portazo, saliendo a rastras del sueño. Estaba temblando, mi
corazón latía a mil por hora y tenía los ojos llenos de lágrimas. Escuché los pasos
caminando a la habitación y venir a mí también, avergonzado por tan estúpida escena
de celos, me cubrí hasta la cabeza. También quería esconder mi rostro lloroso.
Mi mamá creía que ella era psíquica y tenía un tercer ojo, aunque solo decía eso
cuando bebía una botella de vino en fiestas. Pero esos tiempos tenían un recuerdo
muy marcado, ella diciendo que existían los sueños con premoniciones. Ella decía que
soñó conmigo incluso antes de yo nacer.

Patrañas.

Era un adulto que no creía en esas cosas, fantasmas, grupos de cinco personas que
dominaban el mundo, control mental, pro vidas y anti vacunas. Yo no creía en nada
de esas estupideces.

Pero sentía el dolor en el pecho, ardiendo y expandiéndose. Había logrado dormir sólo
diez minutos y eso tiempo tan corto había tenido el peor sueño de mi vida.

Finalmente él llegó a un lado de la cabeza después de abrirse paso por la habitación


que compartimos.

—Bebé —lo pude escuchar sonreír, creía que mi enfado era digno de un chiste.

—Déjame dormir—grité.

Sinceramente, sentía miedo por el sueño. Ese humo alrededor de un Yoongi


demoníaco era algo que difícilmente podría olvidar.

—Ni siquiera le respondí, Jiminnie —dijo con su mano tomando terreno y cuidando de
mi cabello.

—No te quiero ver ahora —dije sin siquiera moverme.

—Jimin —insistió.

No quiero. Tengo miedo de seguir en ese sueño, porque se sentía real, el dolor y la
agonía eran tan reales que se sentían ahí junto a mí. Yoongi va a pensar que estoy
mal por ese estúpido, aunque Yoongi cree que fue un respetuoso muchacho que no
creyó que él tenía pareja. Lo cierto es que ese imbécil mira a Yoongi todas las putas
veces que vamos ahí, y él sabe perfectamente qué somos. Eres tan estúpido, Yoongi.

—¿Qué? —me senté en la cama a enfrentarlo con miedo


No hay humo, es él, mi Yoongi. El sol es potente entrando por las ventanas y me
lastima pero me acostumbro. Cualquier cosa menos el escenario lúgubre del sueño.

—Hablar —musitó.

Se acercó cuidadosamente mientras vigilaba sus pasos.

—¿Para qué? —pregunté sintiéndome más tranquilo.

Estaba bien, no era un sueño.

—Porque te amo y quiero que entiendas que estoy tan loco por ti que sólo existes tú
—susurró lleno de amor.

Quería saltar encima y besarlo, tan solo pensar en perderlo me dejó sensible. Sequé
mis lágrimas y sonreí a medias.

—Te odio —reí y toda mi preocupación se fue.

—Yo te amo y mucho —agregó y se acercó.

—Tonto —le dije, llegando a él más rápido y dejando caer mis últimos miedos ahí.
Aspiré y se sintió como deja vu. Mismo olor, mismo maldito y bendito olor.

—Vamos a comer ese rollito de canela, bebé —me besó en la cabeza y fui cargando
contra mi voluntad debo agregar, o no, y me dejó en el mueble de la cocina.

—No pienses esas cosas. Nunca más, porque lo único que necesito para ser feliz es
este rollito de canela —expresó—. Y a ti.

Arreglado, él acababa de desvanecer todos mis miedos.

—¿Siempre? —pregunté cruzando mis brazos en su cuello.

—Para siempre, mi amor —dijo y me besó.

˚· .

· •.

*
· .*

El panorama soleado era perfecto, la burlona frisa nos bailaba el cabello blanco y nos
aferramos al abrigo. Este abrigo tiene tantos años que creo que podría romperse a
tiras pero sería chistoso y lo olvidaría. Este abrigo, tanto el mío como el de Yoongi,
tienen tanta historia que merecen descanso.

—¿Quieres la bufanda, viejito? —me preguntó Yoon a mi lado. Negué y miré su


bastón a maltratar y lo miré.

—¿No te da vergüenza? —le dije, de broma, obviamente.

—Malhumorado —respondió.

La hermosa joven nos miró encandilada, su mano llegó a la de Yoongi y lo ayudó a


moverse lentamente.

—¿A qué habitación van, mis señores? —dijo sonriente.

—Tenemos que preguntar en recepción, mi querida —le dije sonriendo amablemente


de vuelta.

Ella llevó a Yoongi a su lado y yo los seguía lentamente, mientras ese viejo se
quejaba de los años de casados. La pobre niña reía por respeto pero cuando pudo se
despidió y nos dejó en recepción.

—Gracias jovencita —le dije y empecé los trámites para la habitación.

Llegando a la habitación, nos ayudaron a llevar los bolsos y nosotros recorrimos el


lugar. Tenía una vista sorprendente y el sol nos acariciaba con su últimos rayos.

—Viejo, ven a sentarte —dijo sentándose él en la hamaca puesta a las faldas del
mar—. ¿Recuerdas cuándo te hablé de este sitio la primera vez?

Asentí acercándome a él y poner mi cabeza en su hombro. Respiré el mezclado de los


olores, amando cada parte y sintiendo mi pecho lleno de felicidad.

—Dijiste que era increíble y no mentías —le dije—. Recuerdo la horrible discusión de
ese día como si hubiera sigo ayer.

—No recuerdes eso —murmuró apenado.


Ese día casi nos destruyó. Algo tan incierto. Un sueño que podría tener muchos
significados y yo defendí mi teoría hasta el final incluso aunque él me creyó loco las
primeras veces.

—¿Me creíste al final? —pregunté inquieto, ni yo sabía realmente.

—Sí, corazón. Aún te creo —besó mi frente y nos quedamos mirando en silencio el
espectáculo.

Ese día él quería venir aquí, cumplimos un año de estar juntos y quería tener un
bonito recuerdo en un día tan especial pero recordé ese sueño, ese maldito sueño que
al pasar de los años aún recuerdo. Creí que era premonición y me negué a ir,
pidiéndole que creyera en mi corazonada. No lo entendió las primeras horas del día
pero tomé su mano y lo amenacé para que me mirara y juré que no era una tontería.
Yoongi lloró y me besó. Para nuestro primer año bebimos café en nuestro parque de
siempre y recordamos los para ese entonces viejos momentos. Ahora todo eso se ve
tan lejano.

—Tengo sueño, viejo —Yoon se limpió los ojos y se levantó con cuidado.

—Yoonie, dame un besito —le sonreí.

Se acercó lentamente y me besó. Uno pequeño.

—Te amo, viejito mío —me dijo, besándome otra vez y tomando mi mano para
llevarnos a la cama.

—Y yo a ti, viejito loco —me burlé.

Nos sonreímos y aprovechamos un tonada en el bar de la playa para bailar juntos,


como si los años no nos pasaron encima y tuviéramos veinte y algo de años. Con Min
jugando entre nuestras piernas y ladrando para ser incluido en el juego. Yoongi
hubiera caído de risa sobre el sofá y yo hubiera ido a besarlo y así empezar un vals de
besos y caricias interrumpidas por el perro lo más probable.

La pérdida de Min nos caló el alma, ambos pasamos días llorando y encerrados, sólo
tocando nuestros cabellos y buscando consuelo contrario. Mi hijo perruno duró tanto
como pudo que después de tanto romper zapatos, se merecía un descanso.

Creo que nosotros también nos merecemos un descanso y mi viejo amor a mi lado
estaría muy de acuerdo.
—¿Siempre, mi viejito? —pregunté sinceramente.

—Para toda la vida y después de la muerte, viejito mío —respondió susurrando.

Esa noche la fría penumbra bailó por la playa en busca de algo que llevar consigo. Se
enamoró de dos ancianos tomando de la mano al dormir, agradecidos de esta vida,
esa tan feliz que les tocó. Sería un miserable si no se fuera con ambos, ellos se
pertenecían en cuerpo y alma, tanto que podía admirar sus almas jugando por encima
de sus cabezas entre sueños.

Escuchó el suave último respiro de ambos, sus últimos pensamientos y no tuvo que
adivinar cuál fue.

También podría gustarte