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Chico heterosexual

Alessandra hazard

Anncouples
Annparkmin

Dedicado a todos mis amores


PRÓLOGO

Joven, rubio y apuesto, JiMin atrae atención no


deseada en la cárcel. Cuando su compañero de
celda le ofrece protección, JiMin acepta la oferta,
aun cuando él no confía en el hombre. Poco
sabe él sobre cuánto esto cambiará su vida.

Cuando es liberado de la prisión, JiMin se


encuentra a sí mismo necesitando y queriendo
cosas que no debería desear. JiMin es
heterosexual. Él lo es. Él tiene una novia. Lo qué
pasó en la prisión se quedó en la prisión, o eso
JiMin se dice a sí mismo.

Hasta que se encuentra con su ex compañero


de celda de nuevo. YoonGi. El hombre al que
odia y anhela.
CAPÍTULO UNO

La madre de JiMin solía decirle que un día su


rostro lo metería en problemas.

Parecía que hoy era el día.

Manteniendo sus ojos hacia abajo, JiMin siguió


al guardia a su celda, sintiéndose incómodo y
extraño en su mameluco nuevo.

Como un criminal.

JiMin casi se rió de sí mismo. Él era un criminal


ahora, después de haber sido condenado a un
año en prisión por conducir bajo influencia del
alcohol y herido a otra persona. Había sido un
accidente, pero a nadie le importó.
Bueno, a él sí, y a YoonJi –su novia también–, y
su madre había llorado cuando la sentencia fue
leída.

JiMin tragó, recordando la expresión impactada


de su mamá. Ella se veía tan pequeña y vieja de
repente, y fue su culpa. Ella siempre se
preocupó demasiado por él. Empujó el
pensamiento lejos, tratando de ignorar a los
otros prisioneros golpeando contra las barras y
mirando de reojo mientras él pasaba. Ellos
gritaban obscenidades que hicieron a su
estómago girar en nudos y a la bilis subir a su
garganta.

Esperaba que no fuera obvio lo asustado que


estaba.

Él no era exactamente delgado y bajo –era más


alto que el promedio, y tenía algunos músculos
decentes– pero no era ni modo tan grande como
algunos de esos chicos.

Ellos fueron construidos como tanques.


La verdad sea dicha, JiMin estaba
completamente aterrorizado, y una vez más,
quería patearse a sí mismo por emborracharse
y terminar en este lío.

Cuando saliera de aquí, él nunca, nunca, se


emborracharía otra vez, si es que salía de aquí.

Él estaría compartiendo su celda con alguien


que muy probablemente era más fuerte, más
duro y malo que él, con un criminal real.

El guardia lo empujó dentro de la celda. La


puerta se cerró y trabó detrás de él, con un alto
y de algún modo indiferente.

JiMin se humedeció los labios, mirando a su


compañero de celda.

El chico estaba tumbado en la litera inferior, sus


ojos cerrados, por lo que JiMin tuvo la
oportunidad de estudiarlo. Era alto y bien
construido. Pelo oscuro y demasiado lacio, nariz
pequeña, cejas gruesas, piel naturalmente
pálida. Sus facciones bien marcadas. Él estaría
probablemente alrededor de los treinta, tal vez
un poco menos.

— ¿Has terminado de mirar? — El tipo dijo, sin


abrir sus ojos.

JiMin se estremeció.

— Um, sí. Lo siento.

— La litera de arriba es mía.

JiMin quería preguntar por qué él estaba


acostado en su litera entonces, pero tuvo que
morderse la lengua.
Ser un culo-ingenioso no era probablemente
una buena idea.

— Soy JiMin.

El chico abrió los ojos. Eran marrón oscuro y


extrañamente intensos. Su mirada recorrió a
JiMin antes de lamerse los labios.

— Encantado de conocerte, JiMin. ¿Qué tan


bien chupas la polla? — JiMin se sonrojó,
dando un paso atrás.

— Soy heterosexual. — El hombre levantó las


cejas, mirando vagamente divertido.

— Todo el mundo es heterosexual aquí, ojos


azules.

— ¡Tengo una novia! — El tipo no parecía


impresionado.
— La mayoría de nosotros tenemos esposas
y novias de regreso a casa. — Él salió de la
litera.

Un depredador.

Parecía un depredador.

Con su corazón en la garganta, JiMin dio otro


paso atrás.

Pero en lugar de abusar de él, el hombre


extendió su mano para un apretón de manos.

— Soy YoonGi. — Desconcertado, JiMin


estrechó la mano con cautela. —
Probablemente ha sido un largo día para ti.
— Dijo YoonGi. — Ve a dormir. Nadie
deambula durante la noche.
— Sí, está bien. — Dijo, inmensamente aliviado.

El tipo había estado probablemente sólo


bromeando cuando dijo eso de chuparle la polla.

Por supuesto que estaba bromeando.

— Yo no voy a joderte esta noche. — Dijo


YoonGi. — Buenas noches. — JiMin parpadeó.

— ¿Pero qué? ¡No me estarás jodiendo,


amigo! — YoonGi sonrió.

Fue una sorprendentemente bonita sonrisa, sus


dientes blancos y parejos. Se acercó más a él
hasta que no estaban siquiera a una pulgada de
distancia. JiMin tragó, muy consciente de que el
hombre era más alto que él y mucho más amplio
de hombros.
— Vamos a cortar por lo sano. — Dijo YoonGi
suavemente, mirándolo a los ojos. — Voy a
joderte. Va a pasar y es mejor que tú te
acostumbres a la idea. Tienes suerte de que
estás conmigo. Yo no te voy a lastimar, no te
obligaré a tomarme, y te protegeré de los
demás si chupas mi polla bien. Créeme, otros
chicos no serían tan agradables como yo.

— Si no me vas a obligar, no pasará. — Dijo


JiMin, tratando de mantener su voz firme. — Lo
siento, pero realmente soy heterosexual.
Tengo una novia que amo. — Por alguna
razón, eso hizo que YoonGi riera.

— Tienes suerte de que aquí es aburrido


como el infierno y me gusta un buen desafío.
— Antes de que JiMin pudiera decir nada,
YoonGi se subió a la litera de arriba y al ratito
estaba dormido.

JiMin se quedó inmóvil, mirando a la nada por


un largo tiempo.
Apenas durmió esa noche.
CAPÍTULO DOS

La mañana siguiente llegó demasiado rápido


para su gusto.

Pero no fue tan malo como él había esperado –


y temido–.

El día transcurrió suficientemente normal. Sí, él


recibió más miradas lascivas y fue más
manoseado de lo que había sido nunca en su
vida, pero no fue tan malo.

Nadie trató de atacarlo.

Nadie intentó... cualquier otra cosa.

Cuando su día de trabajo había terminado, era


la hora de la ducha –algo que había estado
temiendo todo el día–.
Una vez en las duchas, JiMin no sabía para que
lado girar. Él no quería que otros reclusos
comieran con los ojos su polla, pero no quería
darle la espalda a nadie, tampoco. Así que se
lavó, torpemente cambiando y girando. Había
chicos manoseándose entre sí y algunos
haciendo más que eso, pero los guardias no
parecían interesados en detenerlos, mientras
pareciera mayormente consensual. E incluso si
no lo era, no parecían demasiado deseosos de
hacer nada. Había un tipo grande en la esquina
opuesta forzando su polla en la garganta de otro
tipo. JiMin intentó duro no mirar en esa
dirección. Su corazón latía tan rápido que pensó
que iba a vomitar.

Vio a muchos otros chicos mirándolo con


interés, pero nadie intentó nada. JiMin sospechó
que tenía algo que ver con YoonGi, quien se
quedó cerca de él, en silencio y con cara de
piedra.

Decidiendo que nadie iba a atacarlo, JiMin se


relajó un poco.
Fue un error.

A mitad de la ducha, lo sintió: una mano en su


culo.

JiMin se congeló y luego miró a YoonGi.

— Mantén tus manos para ti mismo. — Dijo


entre dientes.

Él sabía mejor que para hacer una escena. JiMin


podría no saber mucho acerca de la jerarquía en
la prisión, pero sabía lo suficiente. Él sabía que
YoonGi tendría que demostrar quien estaba a
cargo aquí si JiMin le hacía parecer débil.

YoonGi lo miró con calma, ojos oscuros


ilegibles.

— Tengo que demostrar a todos que eres


mío. — Dijo en voz baja. — Si no lo hago, otros
chicos tendrán ideas. Tu no quieres eso,
¿verdad?

JiMin le clavó la mirada, pero por mucho que lo


odiaba, el chico tenía razón. Si tuviera que elegir
entre ser considerado el juguete de su
compañero de celda y ser jodido a repetición, él
sabía lo que elegiría.

Así que no se alejó, dejando a YoonGi mantener


una mano de propietario en su trasero. Su rostro
estaría probablemente de color rojo brillante –
era un duro golpe a su masculinidad–. Se
preguntó si así era cómo las mujeres se sentían
cuando los hombres las trataban como objetos.

Cuando el tiempo de la ducha hubo finalmente


terminado, sacó la mano de YoonGi fuera, se
vistió y se dirigió de nuevo a la celda
rápidamente.

YoonGi no regresó de inmediato.


Cuando lo hizo, JiMin se tensó
involuntariamente, apretando el libro que estaba
tratando –y fallando de leer–.

— Relajate, labios sensuales. — YoonGi dijo


con un bufido.

— No me llames así.

— Te llamaré lo que yo quiera.

JiMin sintió una oleada de rabia impotente, pero


no dijo nada. La verdad sea dicha, YoonGi le
ponía nervioso. Él era diferente de otros
internos: tranquilo e intenso de un modo extraño.
Él no levantó su voz, no alardeó como otros
reclusos hicieron, pero por lo que JiMin había
visto ese día, YoonGi parecía muy respetado,
incluso temido.

— ¿Por qué estás tú aquí? — Preguntó JiMin,


incapaz de reprimir su curiosidad.
— Matar ocho personas en un centro
comercial. — Dijo YoonGi, mirándolo a los ojos.

JiMin parpadeó.

— Estás bromeando, ¿verdad?

YoonGi hizo un gesto de encogimiento que


podría interpretarse en ambos sentidos. JiMin
realmente esperaba que él estuviera
bromeando.

— ¿Cuántos años tienes? — YoonGi dijo de


repente, mirándolo.

— Veintitrés.

YoonGi lo observó durante unos momentos


antes de meterse en su litera.
Que tipo tan extraño.
CAPÍTULO TRES

Los días pasaron, y la vida de la prisión no era


nada como JiMin imaginó. Por un lado, era
mucho más aburrida de lo que había pensado
nunca. No podía hacer nada de lo que quisiera.
Todo lo que hacía era controlado y regulado, y
estaba comenzando lentamente a volverlo loco.
A veces estaba tan aburrido que sentía como si
tuviera que hacer algo drástico sólo para
escapar de la monotonía. Ahora podía entender
por qué había tanta violencia en la cárcel: la
gente tenía que entretenerse. Le alteraba y le
daba miedo el que estaba empezando a
identificarse con esos criminales.

Los otros reclusos mayormente lo dejaban solo,


pero JiMin no se hacía ilusiones sobre eso. Vio
las miradas que otros hombres le dieron.

Él era rubio, de ojos azules y demasiado


malditamente "bonito" para no llamar la
atención.
Tanto como él odiaba tener que depender de
YoonGi, el tipo era lo único que mantenía a otros
lejos. Para el final de la segunda semana, JiMin
estaba ya tan acostumbrado a la mano de
propiedad de YoonGi sobre él en las duchas que
simplemente la ignoraba.

Pero a pesar de que él sabía que todo el mundo


pensaba que era la puta de YoonGi, ser llamado
así en su cara era una cosa totalmente diferente.

— Yo no soy su puta. — Espetó cuando


Namjoon, el hombre con el que había formado
una amistad tentativa de algún tipo, lo llamó así
en tono de broma. — Él no me está jodiendo.

Namjoon le dio una mirada extraña y no dijo


nada.

JiMin no pensó nada de eso hasta que regresó


esa noche a su celda y encontró a YoonGi
esperando por él. Y él estaba enojado como el
infierno, sus oscuras cejas dibujadas en una
línea, con los labios apretados juntos.
YoonGi estaba sobre él antes de que pudiera
parpadear. Él empujó a JiMin contra la pared,
presionando su brazo contra su garganta.

— ¿Quieres que te mate? Me hiciste quedar


como un jodido mentiroso. ¿Es esa tu
gratitud?

JiMin se humedeció los labios.

— Lo lamento. No pensé que Namjoon le diría


a alguien.

YoonGi se burló.

— Tú eres un bebé tan ingenuo. Nunca


confíes en nadie.

— ¿Y debo confiar en ti?


YoonGi sonrió.

— Tú no deberías confiar en mí, tampoco. —


Su sonrisa desapareció tan rápido como
apareció. Su rostro era sombrío ahora. — Si las
personas te llaman mi puta, tú dices que eres
mi puta. ¿Lo tienes?

— Jódete.

JiMin intentó empujarlo fuera, pero sólo terminó


frotándose contra YoonGi.

— Lo haré

YoonGi murmuró en su oído, mordiéndolo.

JiMin se sonrojó.
— Vete a la mierda.

— Tú estarás rogándome pronto. — Dijo


YoonGi, presionando cada vez más contra él.

Su peso, su fuerza, su olor... Estaba abrumando


los sentidos de JiMin en un extraño e inquietante
modo.

— Nunca.

YoonGi se empujó alejándose. JiMin exhaló.

— Bien. Si tú no quieres mi protección, eres


libre de hacer lo que quieras. Voy a dejar que
la gente sepa que me importa un carajo si
alguien te toca.
JiMin tragó al recordar las miradas que otros
reclusos le dieron en las duchas. Siendo pasado
su culo de uno a otro no era su idea de diversión.

Podría odiar a YoonGi, pero al menos era poco


probable que el tipo lo forzara.

No porque él fuera tan buen tipo. YoonGi era un


idiota, pero era un idiota al que le gustaba jugar
juegos mentales y que estaba dispuesto a
esperar hasta que JiMin le rogara que lo follara.

Y ya que nunca iba a pasar, él estaba más


seguro con YoonGi.

Probablemente.

— Espera, no.

YoonGi no se regodeó, pero JiMin realmente no


lo había esperado.
YoonGi solo asintió y dijo: — Ahora ve a
dormir.

— Tú no eres mí jefe. — JiMin murmuró,


frunciendo el ceño.

Pero él hizo lo que le dijo.


CAPÍTULO CUATRO

La siguiente vez en las duchas, el dedo


enjabonado de YoonGi se deslizó entre sus
nalgas.

JiMin se congeló.

— Tu dijiste que no me forzarías. — Dijo entre


dientes.

— No lo estoy haciendo y no lo haré. — Dijo


YoonGi, empujando el dedo dentro de él
lentamente. — Tengo que tocarte para
asegurarnos de que los demás me ven
tocándote. Si no lo hago, ellos van a empezar
a pensar que tú me has envuelto alrededor de
tu dedo meñique.

JiMin resopló él ni siquiera podía imaginar eso,


pero se obligó a relajarse. YoonGi estaba en lo
cierto, maldita sea.
El dedo empujó más profundo. No hacía
realmente daño, pero se sentía extraño.

Muy extraño.

El dedo salió, luego de nuevo se movió dentro.


El rostro de JiMin se volvió caliente. Tenía el
dedo de otro hombre en su culo. No podía creer
que tenía el dedo de un hombre en su culo.

El dedo rozó algo dentro de él, y los ojos de


JiMin se ampliaron, su boca cayendo abierta
mientras un rayo de placer disparó a través de
él.

— Dile hola a tu próstata. — Dijo YoonGi


contra su oreja por detrás, cepillando ese lugar
de nuevo.

— P-para. — JiMin susurró, odiando lo insegura


que su voz sonaba.
En contra de su voluntad, su polla empezó a
endurecerse.

— Esto es lo único que voy a hacer. — Dijo


YoonGi. — Tú puedes masturbarte.

— Que te jodan. — JiMin dijo débilmente


mientras YoonGi movió el dedo dentro y fuera
lentamente. Se cuestionó cómo muchas
personas estarían viéndolos. Él no miró.

— Te gusta esto. — Dijo YoonGi en su oído.

— No lo hace.

— Lo hace. — Dijo YoonGi, frotándole la


próstata de nuevo.

JiMin no pudo contener un gemido.


— Soy heterosexual.

— Por supuesto que lo eres. — YoonGi


empezó a mover el dedo rápidamente. — Sólo
te gusta tener mi dedo en el culo.

JiMin se mordió el labio para evitarse a sí mismo


gemir.

— No.

— ¿No? Bien. — YoonGi le lamió la oreja y sacó


el dedo fuera. — Vas a estar rogándome por
esto pronto.

JiMin cerró los ojos. Se sentía extraño.

Vacío.
— Te odio. — Dijo, volviendo la cabeza para
mirar a YoonGi.

Trató duro de no mirar la erección de YoonGi.

— Por supuesto que sí, princesa.


CAPÍTULO CINCO

Al día siguiente, su novia fue a visitarlo.

JiMin la miró a través del cristal que los


separaba y trató de encontrar algo que decir.
YoonJi se veía adorable, como de costumbre, su
cara en forma de corazón muy bonita y
femenina. Ella también parecía muy fuera de
lugar.

— ¿Cómo... Cómo estás? — Dijo al teléfono.

JiMin sonrió con ironía.

— ¿Cómo crees?

— Tú... Te ves bien. — Dijo YoonJi después de


un momento.
Casi se echó a reír.

Si ella sólo supiera. Si ella sólo supiera lo mucho


que le hubiera gustado no verse bien. Si hubiera
sido feo, nadie le habría regalado una segunda
mirada. Si hubiera sido feo, YoonGi... -JiMin
empujó el pensamiento lejos-. No; no iba a
pensar en ello. No ahora, no con su novia aquí.

— Gracias. — Murmuró, con torpeza. —


¿Cómo va la escuela?

— Bien. — Respondió YoonJi.

Un incómodo silencio se extendió entre ellos.

JiMin la miró fijamente, evaluándola. La echaba


de menos echaba de menos su vieja vida antes
de todo esto. Él la amó.
Y sin embargo... Se sentía tan desconectado de
ella. Ella pertenecía a otro mundo. Un mundo en
el que él era sólo un chico promedio, que no
obtenía manoseos públicos y folladas con los
dedos de otro hombre.

Con su rostro caliente, JiMin desvió la mirada y


miró hacia abajo.

— Tú no tienes que visitarme, ya sabes. — Él


dijo sin mirarla. — Tú no tienes que esperar
por mí. Un año es mucho tiempo.

Silencio.

— ¿Tú quieres que te espere?

Suspirando, JiMin se pasó una mano por la cara.

— No tengo derecho de pedirte eso. Yo la


cagué, ahora estoy pagando por mi
estupidez. — Él le dio una sonrisa torcida. — Tú
no tienes que esperarme... solo si tu
realmente quieres hacerlo.

Sus ojos azules brillaban con lágrimas


contenidas. Despacio, ella asintió.

— Su tiempo se ha terminado. — Dijo el


guardia, caminando hacia él.

JiMin colgó y dejó que el guardia lo guiara


alejándose, con el corazón pesado.

Se dijo a sí mismo que era lo mejor. YoonJi no


lo habría querido de todos modos si se enteraba
lo que había estado sucediendo.

Era lo mejor.
Capítulo seis

Se convirtió en una rutina.

Cada vez que estaban en las duchas, YoonGi


deslizó un dedo en él, y para finales del mes,
JiMin estaba tan acostumbrado a ello que el
dedo de YoonGi no encontró ninguna
resistencia. En realidad... él había empezado a
sentir como si un dedo no fuera suficiente. Él
como que quería más. Y él realmente quería
venirse, pero se negó a masturbarse con el dedo
de YoonGi en él. Se negó a darle a YoonGi la
satisfacción.

JiMin lo odiaba. Lo odiaba y odiaba que


últimamente había llegado al punto de tenerla
medio-dura cuando ellos iban a las duchas.
Odiaba que a él se le pusiera dura como piedra
al momento en que el dedo de YoonGi tocaba el
agujero de su culo. Odiaba que él comenzaba a
retorcerse en el dedo de YoonGi.

Odiaba que él quería más.


JiMin estaba tan frustrado sexualmente
últimamente que se sentía como para golpear a
alguien. Preferiblemente a YoonGi.

Se rompió dos semanas más tarde.

Estaban en las duchas de nuevo. JiMin tenía la


frente apretada contra la pared, mientras que
YoonGi empujaba su dedo dentro y fuera de su
agujero. Era demasiado lento y JiMin no podía
soportarlo. Él empujó hacia atrás, gimiendo
cuando el dedo de YoonGi frotó con fuerza
contra su próstata. Personas los estaban
mirando, pero JiMin no pudo obligarse a que le
importe. Él estaba demasiado ido para que le
importara.

Él gimió cuando YoonGi empujó otro resbaladizo


dedo dentro y comenzó a follarlo con ellos. Se
sintió bien. Tan bien. JiMin cerró los ojos y,
envolviendo su mano alrededor de su polla,
comenzó masturbarse.
Trató de pensar en su novia, pero la gran mano
de YoonGi acariciando su estómago y culo lo
hizo imposible. Tenía los dedos de un hombre
en su culo y le encantaba. Pero en ese
momento, no le importaba cuan malo y sucio -y
gay- era.

JiMin gimió cuando los dedos de YoonGi


comenzaron a moverse más rápido. Él quería
venirse. Él estaba ardiendo con ello. Acarició su
polla, pequeños gemidos escapando de sus
labios mientras YoonGi torturaba su próstata. Él
no era gay. No lo era. Pero Dios, se sentía tan
bien.

YoonGi metió un tercer dedo en él, y la


quemadura hizo a JiMin gritar y correrse,
temblando con todo su cuerpo, sus rodillas
apenas sosteniéndolo.

Cuando JiMin abrió los ojos, la realización de lo


que acababa de suceder lo golpeó duro: Se vino
con los dedos de YoonGi dentro de él. Otro
hombre le había hecho acabar.
Y todo el mundo lo vio.

Aturdido, JiMin saltó alejándose de YoonGi. Se


enjabonó todo, tratando de ignorar los silbidos.

Se negó a mirar a YoonGi.


CAPÍTULO SIETE

Ellos no hablaron sobre ello.

JiMin ignoró a YoonGi, y YoonGi le dejó


ignorarlo.

La próxima vez que estuvieron en las duchas,


JiMin se tensó́ , esperando que YoonGi
empujara sus dedos dentro de nuevo, pero no lo
hizo.

Eso desequilibró a JiMin.

Se dijo a sí mismo que se alegraba -y lo hacía-.


Ser penetrado con dedos en público iba más allá
de lo mortificante.

Él se alegraba.
CAPÍTULO OCHO

Algunas semanas pasaron, y todo lo que YoonGi


hizo fue acariciarlo un poco. A veces, manoseó
el culo de JiMin y masajeó su agujero, pero
nunca empujó los dedos dentro de nuevo. La
peor parte fue, que JiMin todavía tenía una
erección, incluso cuando la mano de YoonGi
apenas tocaba su culo.

Eso lo confundió y le hizo enojarse -con sí


mismo-. Y le molestaba que YoonGi
constantemente caminara alrededor sin camisa.
Un fanfarrón.

— ¿No tienes una camisa? — JiMin rompió


una noche.

YoonGi solo lo miró por un largo rato, con los


ojos brillantes.

— Nunca te molestó antes.


JiMin frunció el ceño.

La mirada evaluadora que YoonGi le dio le hizo


sentirse incómodo.

— ¿Qué? — Dijo JiMin.

— ¿Quieres algo, JiMin?

JiMin.

Su propio nombre sonaba extraño. YoonGi


generalmente lo llamó algo ridículo, sabiendo lo
mucho que le molestaba.

— No sé lo que quieres decir. — JiMin giró


sobre su estómago, decidido a ignorarlo.
Pero YoonGi no le dejó ignorarlo.

Se tensó cuando sintió a YoonGi sentarse en su


litera junto a él.

Una gran mano tocándole el culo.

— ¿Quieres que te toque? — La voz de


YoonGi era tranquila.

JiMin se humedeció los labios.

— No.

Un dedo se deslizó bajo sus shorts y le acarició


entre sus mejillas suavemente.

— ¿Estás seguro de eso?


— Soy heterosexual.

— ¿Quieres que te toque? — Repitió YoonGi,


como si no hubiera dicho nada.

JiMin se mordió el labio y se quedó́ quieto.

Probablemente tomándolo como un sí, YoonGi


empujó sus pantalones hacia abajo.

Esto no está sucediendo, JiMin se dijo a sí


mismo. No podía estar pasando. Él no estaba
acostado en una litera de la cárcel mientras que
su compañero de celda manoseaba y extendía
sus nalgas.

Estaba realmente sucediendo.

JiMin mordió el interior de su mejilla cuando el


dedo de YoonGi rodeó su contraído ano. Luego
hubo algo húmedo presionando contra su
agujero. JiMin se puso rígido.

Una lengua.

YoonGi estaba lamiendo su agujero.

Sonrojándose, JiMin susurró: — ¿Qué estás


haciendo?, es asqueroso. Y gay.

JiMin trató de empujar la cabeza de YoonGi lejos


de su culo, pero YoonGi simplemente agarró sus
nalgas con fuerza y, extendiendo sus mejillas,
forzó su lengua dentro.

— ¿Estás loc-mmm... — Las protestas de JiMin


se convirtieron en un largo gemido mientras
YoonGi jodía su agujero con su lengua,
profundizando más y más, una y otra vez, hasta
que no fue lo suficientemente profundo.
JiMin gimió y comenzó a empujarse atrás a la
lengua, queriendo más, necesitando más, su
agujero palpitando hambrientamente alrededor
de la lengua. Él gimió, empujando su culo más
alto. Era sucio y obsceno, y tan malo en varios
niveles, pero le encantó.

Lejanamente, se preguntó qué diría YoonJi si


ella lo viera ahora, retorciéndose en la lengua de
un tipo como una como una puta. Se sonrojó
ante la idea, pero no podía dejar de hacerlo -así
como no podía parar los gemidos necesitados-.

— Por favor. — Él quería venirse. Quería algo


más profundo en él. La lengua se sentía
increíble, pero no era suficiente. — Más.

De repente, la lengua se había ido.

JiMin jadeaba pesadamente, frotando su polla


con fugas contra el colchón, su agujero
palpitante y vacío. Finalmente, dos dedos
lubricados empujaron en su agujero, y su culo
inmediatamente apretó alrededor de ellos.
— Tú jodidamente naciste para esto. — Dijo
YoonGi con voz ronca, bombeando los dedos
dentro y fuera de él. JiMin gimió mientras que
repetidamente rozaron suavemente contra su
próstata demasiado brevemente; él lo quería
más fuerte.

— Más fuerte. — Dijo, empujando atrás contra


los dedos de YoonGi.

YoonGi se rio entre dientes.

— Te daré mi polla en un momento.

Los ojos de JiMin se agrandaron.

— Yo no soy gay.
YoonGi sacó los dedos, y JiMin se quejó, su
agujero palpitando convulsivamente.

Tan vacío.

Él nunca pensó que era posible sentirse tan


vacío.

Se retorció, anhelando.

YoonGi rodeó con sus dedos sobre su agujero.


JiMin intentó empalarse a sí mismo en ellos,
pero YoonGi retiró los dedos, riendo
suavemente. Al momento siguiente, YoonGi
rodó encima de él y JiMin sintió algo resbaladizo
y romo tocar su agujero.

— Esta es mi polla. — Dijo YoonGi


roncamente. — Si tú lo deseas, vas a pedir por
ello. No voy a joderte si no quieres pedirlo.
— Tengo una novia. — Susurró JiMin.

Pero ¿lo hacía? ¿Tenía una novia?

YoonGi chupó su cuello, su aliento caliente


contra su piel.

— No me importa. Tú puedes tener una novia,


pero ahora mismo quieres mi polla dentro
tuyo.

La cabeza de la polla acarició su agujero, pero


no empujó dentro. JiMin reprimió un gemido. Él
lo quería. Él quería una polla dentro suyo. Él lo
deseaba tanto que estaba temblando por ello.
Quería que YoonGi lo jodiera. Él quería abrir sus
piernas como una puta y mendigar.

Dios, en realidad soy la perra de YoonGi. ¿Qué


me había hecho esta prisión?
— Te odio. — Dijo, con sentimiento.

— Seguro. — Dijo YoonGi, colocando besos por


todo su cuello y haciendo que su cuello
cosquilleara. — Ahora pídelo.

JiMin negó con la cabeza, pero su cuerpo tenía


mente propia y ya estaba empujando contra la
polla. Él abrió la boca cuando la cabeza violó su
esfínter. No dolió tanto como él esperaba, por lo
que empujó de nuevo, gimiendo cuando la polla
de YoonGi se deslizó todo el camino hasta el
fondo.

— Se suponía que lo pedirías. — YoonGi dijo


entre dientes.

JiMin sonrió.

— ¿Sí?
— Descarada pequeña mierda. — Dijo YoonGi
entre dientes antes de comenzar a moverse. Él
impuso un ritmo rápido, jodiendo en él sin
restricciones.

JiMin cerró los ojos. No podía creer lo bien que


se sentía. Él estaba gimiendo y jadeando
mientras empujaba contra la polla de su
compañero de celda, su propia polla goteando
por todo el colchón.

— Eso es todo. — Dijo YoonGi contra su oreja,


lamiendo y besándola. — Eres mío ahora. Mío.

JiMin gimió, empujando de nuevo en la polla de


YoonGi, deseándolo más profundo.

Sus gruñidos y gemidos hicieron eco en la celda


mientras se movían juntos, follando cada vez
más rápido.
JiMin sabía que cualquiera podría verlos,
cualquiera podría oírlos, pero el pensamiento lo
encendió aún más.

No le importaba, no ahora.

Empujando una mano debajo de él, YoonGi


envolvió la mano alrededor de su pene y
comenzó a masturbarlo. Era demasiado de una
sola vez y el orgasmo golpeó a JiMin duro. Él se
vino con un largo gemido ronco. Lo dejó sin
huesos, y él simplemente se quedó quieto
mientras YoonGi golpeó en él un par de veces
más antes de venirse con un gemido.

Descansaron así por un largo tiempo, todavía


respirando con dificultad. YoonGi era
demasiado pesado, pero JiMin no quería que se
moviera. Se sentía bien. Tan bien. Todavía
podía sentir a YoonGi dentro suyo, pero su
esperado enloquecerse no llegó.

Todavía no, al menos.


Por fin, YoonGi salió y se puso de costado,
tironeando a JiMin contra su pecho.
Probablemente parecía como que estaban
haciendo cucharita, pero por supuesto que no lo
estaban haciendo. Simplemente la litera era
demasiado estrecha. Pero... pero JiMin tuvo que
admitir que se sentía bien sentir a alguien tan
cerca después de meses de sentirse solo.

Tal vez estaba hambriento de contacto.

Tal vez así era como el síndrome de Estocolmo


se sentía.

Puede ser.

Por ahora, JiMin se negaba a preocuparse.

Él enterró su rostro en el brazo de YoonGi y


respiró.
— ¿Todavía heterosexual? — YoonGi
murmuró a su oído, tironeando de él más
apretado contra sí.

— Síp. — Dijo JiMin, cerrando los ojos. Pero no


lo empujó lejos.

Él absolutamente lo haría.

Luego.
CAPÍTULO NUEVE

Si te llaman mi perra, tú dices que eres mi perra.

Un susurro caliente contra su oreja, mientras el


firme, musculoso, cuerpo presionó contra él por
detrás.

Tú eres mi propiedad, Ojos Azules. Recuerda


eso. Mí cosa.

JiMin se despertó sobresaltado y se quedó́


mirando el techo confundido por un momento
antes de recordar en donde estaba. Su
dormitorio. Correcto. Él ya no estaba en la
prisión. Se había acabado. Era libre.

Era libre de él.

Un ronquido tranquilo justo a su lado hizo a JiMin


voltear la cabeza.
YoonJi dormía a su lado, su bonito rostro
pacífico y su piel, como de porcelana, brillante a
la luz de la luna que llegaba de la ventana.

Se había acabado.

Se había acabado.

JiMin lo repitió durante los siguientes minutos,


pero fue inútil: él todavía estaba tenso y en
alerta, en más de un sentido.

Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando


de coincidir con la respiración de su novia.

No funcionó.

Quizás YoonJi tenía razón y él realmente


necesitaba ver a un terapeuta después de todo.
— Fue una experiencia traumática para ti. —
Ella le había dicho solamente el otro día. — Un
psicólogo te ayudaría, amor.

Una experiencia traumática.

Los labios de JiMin retorcidos. Ella no sabía ni la


mitad, aunque a veces se preguntaba si ella
sospechaba algo. YoonJi nunca había
preguntado, pero no era estúpida. Teniendo en
cuenta sus... problemas, probablemente ella
sospechaba que algo le habían hecho a él en la
cárcel. Ella probablemente pensó que había
sido violado.

Una risa áspera escapó de la garganta de JiMin.


Si tan solo ella supiera. Incluso pensando en la
expresión de YoonJi si alguna vez se enteraba...
Hizo su cara arder de pudor y vergüenza. Nunca
se había considerado a sí mismo homofóbico y
había sido de la opinión de que no había nada
malo en ser gay; simplemente no tenía nada que
ver con él. Siempre supo que era heterosexual.
¿Qué pensaría su mamá si ella estuviera
todavía viva?

JiMin tragó duro. Había pasado casi un año


desde que había muerto -él todavía estaba en
prisión en ese entonces- y el dolor se había
embotado, pero en momentos como este, de
soledad, momentos solitarios, la extrañaba.

Suspirando, JiMin giró sobre su estómago y


hundió la cara en la almohada.Cerró los ojos e
intentó contar sus respiraciones, trató de
centrarse en cuantas respiraciones estaba
tomando, dentro y fuera. No funcionó. La
almohada era demasiado suave. El colchón era
demasiado suave. La habitación estaba
demasiado caliente.

Maldita sea.

Un año. Él había estado en la cárcel sólo por un


año, pero todo -su libertad, YoonJi, su relación-
todavía se sentía surrealista. A veces, sentía
como que su entorno desaparecería en
cualquier momento y sería reemplazado por una
pequeña, fría celda y un brazo pesado,
posesivo, colgando sobre su estómago.

JiMin maldijo entre dientes. No. No pensaría


sobre eso. No pensaría en él. Se había acabado.
Era normal de nuevo.

Lo era.
Capítulo diez

YoonJi era muy bonita, con curvas en todos los


sitios correctos, y esbelta en cualquier otra
parte. Ella haría salivar a cualquier hombre con
sangre roja.

Aun así, una vez más, JiMin se encontró a sí


mismo alejándose y mirando a su blanda polla
consternado. Se sentó y se pasó una mano por
la cara.

— Lo siento.

Detrás de él, YoonJi dejó escapar un suspiro.

— ¿Quieres hablar sobre ello?

— No. — Dijo, rodando fuera de la cama. Su


cara roja de vergüenza y dándole la espalda, se
puso sus shorts. No podía mirarla.
— Realmente creo que tú necesitas ver un
terapeuta. — Dijo ella con cuidado.

Odiaba ese tono. Ella lo trataba como si fuera


una persona muy enferma.

Tal vez lo era.

— Yo no necesito un terapeuta. — JiMin


espetó.

— Se razonable. — Dijo. — Han pasado cinco


meses, pero es evidente que tu aún tienes
problemas. Yo no estoy incluso hablando
sobre... esto. Tu continúas empujándome
lejos. ¡Tengo que preguntarte si me puedo
quedar a pasar la noche! Apenas duermes, y
cuando lo haces, te he visto gemir en
sueños, como si estuvieras en dolor. Tú no
me hablas. ¡La mitad del tiempo estás tan
distante que se siente como si no estuvieras
aquí!
JiMin espetó: — Si yo apesto tanto, ¿por qué
sigues aquí? — El silencio siguió a sus
palabras.

— ¿Quieres que te deje en paz? ¿Es eso lo


que quieres?

Suspirando, JiMin se dio la vuelta y caminó


hacia ella.

— Lo siento. — Dijo, envolviendo sus brazos


alrededor suyo. — Yo no lo decía en serio. Lo
siento. Sabes que te quiero.

Él apretó la cara contra su pelo que olía dulce y


cerró los ojos. Ella era tan suave en sus brazos.
Tan pequeña. Tan frágil.

Tan errada, una voz susurró en el fondo de su


mente.
JiMin se mordió el labio con fuerza y abrió los
ojos.

— Veré a un terapeuta.
CAPÍTULO ONCE

— Háblame de él. — La voz de la doctora


Richardson era muy agradable y amistosa.

JiMin se preguntó́ si era parte de su


entrenamiento.

Probablemente.

— ¿Quién? — Dijo, mirando a sus manos.

— YoonGi. El hombre con el que compartió


una celda. ¿Cómo era su relación?

JiMin se encogió de un hombro, todavía mirando


sus manos.

— Suficientemente normal, supongo.


La Dra. Richardson suspiró.

— JiMin, tienes que ser honesto conmigo. No


hay ningún punto en que vengas a verme si
no lo eres. Estoy aquí para ayudarte.
Cualquier cosa que me digas se queda en
este cuarto.

JiMin se la quedó mirando. Los ojos grises de la


mujer se encontraron con los suyos. Ella parecía
bastante sincera.

— ¿Realmente no le dirás nada a mi novia?

— No lo haré. En mi línea de trabajo, la


confianza es extremadamente importante.
Nunca traicionaría la confidencialidad
médico-paciente. Ahora, por favor cuéntame
sobre YoonGi.

JiMin volvió a mirarse las manos.


— ¿Qué quieres saber?

— ¿Has tenido relaciones sexuales con él?

JiMin se humedeció los labios.

— ¿Cómo lo has adivinado? — Murmuró.

— No hay necesidad de estar avergonzado.


— La voz de la doctora Richardson era
comprensiva. — Hubiera estado más
sorprendida si algo así no te hubiera
sucedido, teniendo en cuenta tu apariencia
física.

JiMin dejó escapar una breve carcajada.

— ¿Gracias?
— Realmente no hay nada de qué
avergonzarse. Los estudios demuestran que
por lo menos el veinte por ciento de los
reclusos son presionados para tener
relaciones sexuales. La cifra es
probablemente mucho más alta, la mayoría
de los reclusos simplemente no lo admiten,
temiendo que los arruinará si alguien se
entera.

JiMin continuó mirando sus manos.

La Dra. Richardson volvió a suspirar.

— Muy bien. Por favor describe a YoonGi


utilizando tres palabras.

— Idiota. — Dijo JiMin. — Seguro de sí mismo.


Grande. — Él frunció el ceño. — Aunque no es
en realidad tan grande. Yo no estoy seguro
de por qué dije eso. Claro, él es alto y está en
forma, pero no está construido como un
tanque.

Ella anotó algo en su cuaderno.

— ¿Dirías que lo odias?

JiMin se rió entre dientes.

— ¿Qué crees? Por supuesto que lo odiaba.


Él... él me convirtió en… en su cosa. Y todo
el mundo lo sabía. — Apretó los dedos en
puños.

Silencio. JiMin no se atrevía a mirar a la


terapeuta.

— JiMin. — Dijo al fin. — Voy a preguntarte


algo, y quiero que sepas que no estoy
tratando de ofenderte. Independientemente
de tu respuesta, no va a cambiar nada.
No le gustaba ya.

— Bien. Preguntame.

— ¿Encontraste las relaciones sexuales con


tu compañero de celda físicamente
agradables?

JiMin aspiró una bocanada de aire.

— Soy heterosexual.

— Eso no es lo que pregunté. — Dijo


suavemente. — Si el compañero de uno es
experimentado, el coito sexual puede ser
agradable, independientemente de la
sexualidad de uno.

— No... no era terrible, supongo.


— ¿Alguna vez has alcanzado el orgasmo
con él?

JiMin miró a un lado, y luego a la ventana, y


luego a la estantería.

— Sí. — Dijo, con incomodidad.

— ¿Así que fue una pareja sexual


considerada?

— No realmente.

Hubo silencio mientras ella procesaba sus


palabras.

— ¿Quieres decir que fue rudo contigo, pero


aun así tu experimentaste un orgasmo?
— ¿Importa? — Dijo JiMin, con la cara en
llamas.

La Dra. Richardson lo estudió por un momento.

— Muy bien, no vamos a hablar de ello en


esta ocasión si no quieres. Vamos a hablar
de tu novia.

— ¿YoonJi? ¿Qué hay con ella?

— ¿La amas?

— Por supuesto. — Dijo JiMin rápidamente. —


Hemos estado juntos por años.

La mirada de la Dra. Richardson le desconcertó


un poco.
— ¿Has tenido relaciones sexuales con tu
novia desde que fuiste liberado de la cárcel?

JiMin se removió.

— Sí, seguro.

— ¿Es tan satisfactorio como antes?

Él cruzó sus brazos sobre el pecho.

— ¿Qué clase de pregunta es esa?

— Sólo una pregunta simple. Por favor,


contéstala con sinceridad. No voy a juzgarte.

JiMin vaciló.
— Es lo suficientemente bueno. — Dijo
incómodo. — Pero... — La doctora esperó
pacientemente. — Pero se siente raro — JiMin
terminó, sin mirarla.

— ¿Raro?

— Me siento como... como que algo falta.

— ¿Podrías explicarme, por favor?

Su tono tranquilo y profesional le ayudó.

— Se siente mal para ser el... Quiero decir...


Es solo que ella espera que yo inicie el sexo,
haga todo el trabajo y le de placer, pero... —
Se calló, demasiado avergonzado para terminar.
— Pero te has acostumbrado a estar en el
extremo receptor. — La Dra. Richardson
terminó por él.

JiMin se encogió. Al menos ella no había dicho


que se había acostumbrado a tener una polla
dentro de él cuando acababa.

— Sí. — Dijo a regañadientes, mirando hacia


abajo.

Su tono fue cuidadoso mientras dijo: — Creo


que deberías hablar sobre el problema con tu
novia. Quizás ella estaría dispuesta a asumir
un rol más agresivo.

JiMin estaba bastante seguro de que hasta sus


orejas estaban rojas.

— ¿No se supone que deberías curarme en


lugar de darme consejos como ese?
— Las preferencias sexuales no pueden
curarse. Querer un papel más sumiso en el
sexo no es malo. Tus preferencias sexuales
simplemente parecen haber cambiado.

JiMin agarró fuertemente su muslo con los


dedos.

— Muy bien. Voy a hablar con YoonJi. — Se


puso de pie.

Ella sonrió.

— Te veo en una semana, JiMin.


CAPÍTULO DOCE

Una semana más tarde, JiMin se encontró de


nuevo en la misma silla, con la Dra. Richardson
sentada frente a él.

— ¿Has hablado con tu novia? — Preguntó.

— Sí.

— ¿Estaba dispuesta a tu sugerencia?

— Sí.

Silencio.

— JiMin, necesito que me digas más que eso.


Soy médico, no lo olvides. No tienes nada de
lo que avergonzarte.
JiMin respiró hondo. Ella tenía razón: ella era
una doctora. Ella probablemente ha escuchado
cosas más extrañas a diario.

— Lo intentamos. YoonJi estaba incluso


emocionada nosotros nunca habíamos
tratado algo así antes.

— ¿Fue satisfactorio?

JiMin vaciló.

— Un poquito mejor que antes.

Pero sólo porque se las había arreglado para


mantener su erección.

Mayormente había sido simplemente incómodo


y bochornoso como el infierno. Había cerrado
los ojos y yacido pasivamente, dejando que ella
hiciera lo que quisiera con él, dejándola usar su
cuerpo, pero todavía se sentía raro.

Ella era demasiado liviana. Demasiado


pequeña. Demasiado suave.

— Ya veo. — Dijo la Dra. Richardson. — ¿Lo


hicieron YoonJi y tú otra vez?

— No.

— ¿Por qué no?

— Se sentía raro. Fue... insatisfactorio.

Lo fue. A pesar de haber acabado, había sido el


orgasmo menos satisfactorio de su vida.
Vacío.

Después, JiMin se sintió incómodo y sucio, y él


no podía mirar a los ojos a YoonJi. Ella no dijo
nada, pero había habido desconfianza y
malestar en su rostro desde entonces.

— ¿Has considerado visitarlo en la prisión?

JiMin se aferró al apoyabrazos.

— ¿Para qué?

— Para conseguir un cierre, tal vez. ¿Cómo


se separaron?

A JiMin le tembló el labio.


— No bien. Él... Él me ignoró en el último par
de días antes de mi liberación.

Y eso le desequilibró. Mal. Más de lo que JiMin


dejó que se viera.

Se había dicho a sí mismo que se alegraba, pero


era extraño no tener las manos de YoonGi sobre
todo él. YoonGi no le había tocado por dos días,
pero cuando JiMin estaba a punto de salir,
YoonGi lo agarró y golpeó sus bocas juntas, el
beso castigador, enojado y cruel. JiMin solo
abrió los labios, se aferró y sostuvo. YoonGi fue
en realidad quien lo empujó lejos con un áspero:
"¡Lárgate a la mierda, Ojos Azules!"

El recuerdo lo puso más que un poco incómodo.


Hizo que su estómago le doliera.

— ¿Se sintió feliz cuando se separaron? —


Preguntó la doctora Richardson.
JiMin miró hacia abajo.

— Seguro.

— JiMin. — La Dra. Richardson lo reprendió.

— ¿Qué quieres que te diga? — Espetó,


mirando hacia arriba. — ¿Que yo quería
quedarme y pasar mi vida entera siendo
follado por el culo por mi compañero de
celda?

— Si es verdad, sí. — Dijo ella calmadamente,


para nada inmutada.

JiMin se rió, el sonido nítido y sin sentido del


humor. Se echó a reír y no podía parar de reír.

— No lo sé. — Dijo cuándo la risa murió en su


garganta. — La prisión jodía mi cabeza en
más de un sentido. No tienes idea de cómo
era. Él… él fue lo único que me mantuvo
cuerdo. La única cosa real. Pero lo odiaba.
Odiaba cómo me hizo su cosa. Yo no lo
quería. Yo era un chico normal. Yo era
normal. Yo no era el tipo de chico que no
podía conciliar el sueño sin ser usado por
otro tipo. — JiMin sintió que sus mejillas se
encendieron tan pronto como dijo eso.

Pero la Dra. Richardson ni siquiera pestañeó.

— Ya veo. — Dijo ella, escribiendo algo en su


cuaderno. — ¿Él... él usaba a otros presos?

JiMin apretó los labios.

— No.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro?

JiMin sonrió torcidamente.


Porque él pasó la mayor parte del tiempo dentro
mío.

— Tú no sabes cómo es la vida en prisión.


Todo el mundo sabe todo. Yo era al único
que él tocaba.

La Dra. Richardson ladeó la cabeza y lo estudió.

— Si alguna vez te encontraras con él de


nuevo, ¿qué harías?

JiMin se la quedó mirando.

— Yo... Yo no lo sé. Supongo que solo lo


ignoraría. Yo soy normal ahora. Estoy de
vuelta en mi vida normal. Yo sólo voy a
ignorar al idiota. No es que importe, dudo
que jamás lo vuelva a ver.
Él no podría haber estado más equivocado.
CAPÍTULO TRECE

JiMin se dirigió a casa más tarde de lo habitual


esa noche. Estaba oscureciendo ya, y apuró sus
pasos. El distrito no era la parte más segura de
la ciudad, incluso a plena luz del día, y después
de un año en prisión, él todavía se sentía un
poco incómodo en la oscuridad.

JiMin eligió ir por el parque -era el camino más


corto a casa- pero muy pronto, él lo lamentó. El
parque estaba oscuro y silencioso, con varios
postes de luz tenue iluminando al camino. No
había nadie alrededor.

Excepto que él se sentía observado.

Hizo que se le pusiera la piel de gallina.

JiMin comenzó a caminar más rápido.


Su corazón se aceleró cuando escuchó pasos
tras él. No podía caminar más rápido sin echarse
a correr, por lo que se mantuvo atento,
diciéndose a sí mismo que no fuera ridículo. Un
año en prisión no debería convertirlo en un
maricón, joder. Él podía cuidar de sí mismo.

— ¿Corriendo hacia casa con tu pequeña


novia?

JiMin se detuvo abruptamente. Su presión


arterial se elevó, su pulso se disparó y su
corazón empezó a palpitar. Se paró, inmóvil,
mientras los pasos se acercaban a él.

Luego, se volvió lentamente.

Él era tan alto como JiMin lo recordaba. Su pelo


oscuro estaba un poco más largo. Su rostro
seguía pareciendo el de un felino, su piel muy
pálida, su sonrisa... fue surrealista volver a verlo.
YoonGi se detuvo a unos cuantos pasos de
distancia. JiMin no podía leer bien su expresión
mientras los oscuros ojos de YoonGi vagaban
por todo su cuerpo.
JiMin cruzó los brazos sobre su pecho.

— ¿Cómo... cómo escapaste de la prisión?


¿Cómo me encontraste?

— No me escapé. — Dijo YoonGi, su expresión


imposible de leer. — ¿Y qué te hace pensar
que estaba buscándote?

JiMin se burló.

— Sí, y nuestra reunión es sólo una


coincidencia. Seguro.

YoonGi levantó la mano y tomó la barbilla de


JiMin, apretándola con fuerza. Un escalofrío
recorrió la columna vertebral de JiMin. YoonGi
levantó las cejas con una sonrisa burlona.
— Tu fuiste sólo uno de varios juguetes que
tuve durante los seis años que estuve en
prisión. Tú no eres nada especial, ojos
azules.

JiMin abrió la boca y la cerró antes de fruncir el


ceño.

— Bueno ¿Por qué crees que me importa?


No estamos más en prisión. Se acabó. Soy
heterosexual.

— Soy heterosexual, también. — Dijo YoonGi.

— Bien.

— Bien.

YoonGi entró en su espacio personal.


JiMin se humedeció los labios, su corazón
comenzando a palpitar.

— ¿YoonGi?

Los felinos ojos de YoonGi parecían


infinitamente oscuros mientras miraba fijamente
en él.

JiMin sintió el calor propagarse a través de su


cuerpo y una agitación extraña llenar su
estómago.

Los segundos pasaban en silencio mientras el


aire entre ellos se volvía pesado y espeso con la
tensión.

¿Tenía YoonGi que pararse tan cerca? Aléjate,


maldita sea, se dijo a sí mismo enojado.
Él ya no era una cosa de YoonGi. Él era normal.

Pero se sentía como si el último medio año no


hubiera pasado nunca. Su cuerpo se negó a
moverse. Él estaba temblando.

La mirada de YoonGi estaba fija en el pulso que


latía rápidamente en la base de la garganta de
JiMin.

De repente, hundió su cara hacia abajo y apretó


la nariz contra el cuello de JiMin.

Dios.

JiMin tomó una profunda respiración que hizo


poco por calmar el estremecimiento necesitado
que sacudía su cuerpo.

Ellos no podían. Él no lo haría. Se había


acabado. No debía dejar que suceda.
Pero YoonGi estaba acariciando su cuello, su
aliento caliente haciendo que su piel
hormigueara, y JiMin no podía alejarse, no tenía
la fuerza. Sus brazos treparon en torno a YoonGi
y se envolvieron alrededor de su cintura
flojamente.

Por un momento, YoonGi se quedó


completamente inmóvil antes de jalar de él
contra sí mismo en un arrebato, apretándolo con
tanta fuerza que JiMin apenas podía respirar.
JiMin cerró los ojos y casi gimió ante el
sentimiento del cuerpo caliente y firme de
YoonGi contra el suyo y el olor familiar en sus
ventanas nasales. YoonGi tenía su nariz detrás
de la oreja de JiMin, sus respiraciones cortas
entrecortadas, y dios. Dios. Se sentía como si
estuviera drogado de YoonGi, su cuerpo
hormigueando, su cabeza algo mareada, y JiMin
apretó sus brazos, incapaz de obtener
suficiente. Sus costillas dolían y apenas podía
respirar, pero no le importaba.
— Bebé. — YoonGi empezó a arrastrar besos
calientes subiendo por su cuello, a lo largo de la
línea de su mandíbula, hacia su boca.

Sus labios hormigueando con necesidad, JiMin


volvió la cabeza y encajó sus labios juntos.
YoonGi contuvo la respiración y, acunando el
rostro de JiMin con ambas manos, lamió el labio
inferior de JiMin antes de empujar su lengua
dentro y besarlo profundamente. JiMin hizo un
pequeño ruido -un gritito- lo suficientemente
necesitado para ser embarazoso si la vergüenza
no pareciera tan lejana, en algún lugar al otro
lado del zumbido de su sangre y la firmeza del
cuerpo de YoonGi contra el suyo.

Él lo necesitaba.

Necesitaba sentirlo.

Lo ansiaba.
Ahora.

Como en un sueño, se sintió caer de rodillas allí


mismo, en medio del vacío parque público, y
acarició la erección de YoonGi a través de sus
pantalones vaqueros con avidez.

Miró hacia arriba. La mano de YoonGi se


enterraba en su cabello y empujaba la cara de
JiMin contra el bulto bajo sus jeans.

— Adelante. — Dijo, su voz ronca y ojos


oscuros fijos en él.

JiMin tragó, agarró la cintura de los pantalones


de YoonGi y liberó al botón de su ojal. Sus dedos
temblaban.

Después de que JiMin tanteó torpemente


durante unos segundos la cremallera, YoonGi
gruñó y lo hizo por sí mismo, jalando sus cortos
y sus pantalones hasta la mitad de sus muslos.
JiMin se quedó mirando a los fuertes muslos de
YoonGi y su gorda, larga polla, la gran cabeza
roja apenas empezaba a asomarse del
prepucio, y sintió hacérsele agua la boca. Se
inclinó, acariciando en el pliegue de la ingle de
YoonGi y aspiró. El olor de YoonGi era tan
espeso aquí, tan bueno, y JiMin gimió un poco,
apretando y acariciando los muslos de YoonGi
con los dedos.

Él empujó los muslos de YoonGi más


separados, necesitado y hambriento mientras
perseguía aquellos aromas en los testículos de
YoonGi, lamiéndolos.

Cristo, echaba de menos esto.

— JiMin... Joder.

La mente de JiMin estaba tan brumosa con el


deseo que la voz de YoonGi le sonaba muy
lejana, no parecía real. Necesitó de los dedos de
YoonGi en su pelo, arrastrando su cabeza hacia
atrás, para traerlo de regreso. JiMin parpadeó y
se quejó con su garganta, necesitando.

YoonGi miró abajo hacia él. JiMin le devolvió


una mirada hambrienta antes de que YoonGi
jurara a través de un jadeo, se apoderara de su
pene y lo empujara en la boca de JiMin.

Dios. JiMin amó la forma en que llenó su boca,


amó la forma en que los dedos de YoonGi
acunaron su cráneo, firme y enérgicamente.
Cerró los ojos y lamió a través de esa cabeza
pulida, otra explosión de sabores y sensaciones
familiares. Había pasado tanto tiempo. Él sorbió
y chupó, saboreando el gusto del pre-semen de
YoonGi como si su mundo se redujera a la polla
en su boca. YoonGi gruñó, sus dedos
flexionándose en el cabello de JiMin. JiMin
chupó la polla más duro, tomándola más
profundamente, follando su boca más y más
atrás, su propia polla dura, dolorosa y punzante.

No era suficiente. Quería más. Quería algo


diferente.
JiMin deslizó sus manos hacia atrás, bajo la
firme curva del culo de YoonGi, sintiendo la
tensión en su cuerpo. JiMin jaló y YoonGi casi
pierde el equilibrio, la polla empujando
profundamente; JiMin no pudo respirar por un
momento, pero el sonido que hizo YoonGi,
dolorido y totalmente desesperado y solo lo
suficientemente alto, valió cada punzada en su
mandíbula, valió el suave mareo por respirar
sólo a través de su nariz, rápido y áspero.

Pero un momento después -demasiado pronto-,


YoonGi se recuperó, su peso empujando hacia
atrás, alejándolo.

— No.

JiMin abrió la boca más ancha y levantó la vista


para encontrarse con los ojos vidriosos de
YoonGi.

Jódeme. Jódeme.
YoonGi inhaló bruscamente.

— No puedo controlarme. — Dijo YoonGi entre


dientes. — Ahora no. Voy a hacerte daño,
maldita sea.

Entonces hazme daño.

Mirándolo a los ojos, JiMin tiró de las caderas de


YoonGi otra vez, haciendo que YoonGi empuje
entre sus labios, obligándolo a que lo hiciera de
nuevo, más fuerte, más duro, hasta que YoonGi
finalmente cedió y se dejó ir, hasta que sostuvo
la cabeza de JiMin en su sitio y jodió su boca,
duro y cruel. JiMin gimió alrededor de la polla,
disfrutando de la forma en que lo extendía, la
forma en que se sentía, cercano a las náuseas
y sin poder respirar, un estremecimiento
recorriéndolo a través de su cuerpo y haciendo
que su polla presionara dolorosamente la parte
delantera de sus pantalones.
Él necesitaba esto.

Ser usado como una cosa, como un agujero.

Como su cosa.

Ahora las embestidas de YoonGi eran mucho


más erráticas, pero eso sólo lo hizo mucho mejor
-el conocimiento de que él era vulnerable-,
completamente indefenso, y completamente a
merced de YoonGi mientras la polla de YoonGi
empujaba contra la parte posterior de su
garganta. YoonGi podía ahogarlo -él podía
hacerle cualquier cosa-. Él no lo haría, pero
podía, y eso hizo temblar a JiMin.

JiMin podía sentir que YoonGi estaba cerca,


podía sentirlo en el vacilante, frenético ritmo de
YoonGi. Él estaba listo para tomarlo cuando
YoonGi comenzó a follar su boca más duro, sus
embestidas volviéndose descontroladas, la
garganta de JiMin extendiéndose para
acomodar la pujante polla siendo empujada
dentro y fuera de él. YoonGi agarró el cabello de
JiMin más duro y embistió su polla en su
garganta, empujando en el canal apretado; el
gimió, sonando casi dolorido, y encabritó sus
caderas, viniéndose en la parte posterior de la
boca de JiMin. JiMin tragó su corrida con avidez,
hambriento, hambriento de ella.

Dios.

Con un suave suspiro, JiMin dejó que la


ablandada polla se deslizase fuera lentamente.

Una mano acarició su mejilla, y JiMin se frotó


contra ella como un gato, su piel tersa e
hipersensible.

— Buen chico. — YoonGi susurró con voz


ronca.

Los ojos de JiMin se abrieron de golpe cuando


la realidad se estrelló en él. Él simplemente
acababa de chupar a su ex compañero de celda
en el medio de un parque público, como algún -
alguna pequeña puta chupa pollas hambrienta-.

Si alguien lo había visto, si alguien sabía -si


YoonJi sabía-.

Una culpa enfermiza le retorció el estómago, y


JiMin se puso de pie, sonrojado y todavía
dolorosamente duro.

— Esto... Esto nunca sucedió. — Graznó. —


Esto fue un error. Déjame solo. Soy
heterosexual.

YoonGi se subió la cremallera y tiró de JiMin


hacia él.

— Puedes decirte a ti mismo lo que quieras.


— Dijo en voz baja, agarrando fuerte la barbilla
de JiMin. — Pero tú eres mío. Siempre serás
mío. Es por eso por lo que me chupaste la
polla. Debido a que le pertenece a tu boca. —
Su otra mano manoseaba el culo de JiMin,
confiado y posesivo. Su voz cayendo. —
Pertenece dentro de ti.

JiMin no pudo detener un gemido cuando


YoonGi deslizó un dedo por debajo de la cintura
de sus vaqueros para chocar entre sus nalgas.

— Vete a la mierda. — Dijo débilmente, pero su


cuerpo estaba empujando contra el dedo y sus
rodillas estaban débiles.

Él quería. Lo quería a él.

No. YoonJi.

Respirando con dificultad, JiMin se tambaleó


hacia atrás.

— Déjame en paz. Tengo una novia. Yo... Yo


la amo.
Los labios de YoonGi se torcieron.

— Sigue diciéndote eso a ti mismo cuando te


masturbes pensando en mí follándote.

Se dio la vuelta y se alejó.

JiMin se apoyó contra el árbol más cercano y


cerró los ojos, todavía temblando con
necesidad, odio y culpa.

No sabía a quién odiaba más de momento: a


YoonGi o a sí mismo.

JiMin se dijo que no lo haría. Él no iba a


masturbarse y pensar en YoonGi jodiéndolo.

Él no lo haría.
No era una cosa de YoonGi, ya no más.

Él era normal.

Un chico normal.
CAPÍTULO CATORCE

Pero más tarde esa noche, mientras yacía en su


cama, JiMin se encontró con sus dedos
deslizándose hacia abajo para acariciar su
entrada. La masajeó y empujó un dedo dentro,
la sensación yendo directo a su polla.

En breve, él estaba follándose con el dedo a sí


mismo, pequeños gemidos, medio quebrados,
dejando sus labios mientras imaginaba el
cuerpo pesado de YoonGi encima del suyo
mientras lo jodía con fuerza, más duro, tan
bueno.

Se vino vergonzosamente rápido sin siquiera


tocar su polla, apretándose alrededor de sus
dedos, y todavía necesitado a pesar de haberse
corrido.

Todavía hambriento.

— Te odio. — Susurró en la oscuridad.


Te necesito.
CAPÍTULO QUINCE

Alguien dijo una vez que la mayoría de la gente


prefiere negar una dura verdad que hacerle
frente.

JiMin no estaba en negación. Por lo menos él no


creía que estuviera en negación. Era lo bastante
honesto consigo mismo para admitir que él no
podía ser completamente heterosexual después
de un año de tomar por culo y.... no odiarlo.

Desde luego, no podía ser completamente


heterosexual después de lo ocurrido en el
parque ayer.

El problema era, que JiMin no se identificaba


como gay tampoco. Los hombres no eran nada
para él. JiMin incluso había comprobado a los
chicos en el trabajo, pero no sentía ni una pizca
de atracción por cualquiera de ellos, no importa
cuán apuestos fueran.
Infiernos, incluso compré algo de porno gay.

Y el porno gay era asqueroso. Y aburrido. Al


menos esa fue la conclusión a la que JiMin llegó
después mirarlo por una hora.

Fuera de su mente del aburrimiento, él se


recostó contra la almohada y vio la película
desinteresadamente. En la pantalla, dos
hombres estaban follando. No lo encendió en lo
más mínimo. No había nada excitante en ver
una polla moverse adentro y afuera del peludo
culo de alguien.

Definitivamente no gay, entonces. Aún


heterosexual.

Pero en vez de hacerlo sentir aliviado, el


pensamiento simplemente lo puso incómodo y
confuso.

Él no entendía.
Suspirando, JiMin apagó el televisor.

Cerrando los ojos, pensó en YoonJi. Sus


afelpados suaves labios. Su piel sedosa. Sus
pechos llenos. La forma en que se sentía debajo
de él. Su húmeda y apretada abertura.2

Su polla permanecía blanda.

Un sólido, pesado cuerpo presionándolo abajo,


manos fuertes empujando sus muslos abiertos,
labios firmes besándolo, dejándole moretones.

JiMin abrió los ojos, se quedó viendo el bulto en


sus pantalones cortos y maldijo entre dientes.

¿Pero qué carajos?


CAPÍTULO DIECISÉIS

— Muy bien, ¿qué está pasando?

La voz de su novia era muy plana. Controlada.


Su hermoso rostro era inescrutable mientras lo
miraba desde la puerta.

De mala gana, JiMin se hizo a un lado, dejando


que YoonJi entrara en su apartamento.

— No sé lo que quieres decir. — Dijo,


incómodo, incapaz de encontrarse con sus ojos.
Se le revolvió el estómago.

Nunca pensó que él sería ese tipo de chico.

YoonJi se rió. Era un sonido vacío y resonante.


— No soy estúpida. Tú me has estado
evitando la semana pasada. Desde que…
desde que follamos.

Él hizo una mueca. Ya se había olvidado


completamente de su intento fallido por arreglar
su vida sexual.

— No es eso.

— Entonces, ¿qué? — Le espetó.

Suspirando, JiMin se dio la vuelta, se acercó al


sofá y se dejó caer en él. Estirando su espalda,
cerró los ojos y se pasó una mano por la cara.

— ¡No te atrevas a ignorarme!

— No te estoy ignorando. — JiMin murmuró.


— Sólo trato de ser un hombre y decirte la
verdad.
Una pausa.

— ¿La verdad?

— Sí. Yo no te he dicho algo. — JiMin mordió


el interior de su mejilla con tanta fuerza que
probó la sangre. — Tu probablemente has
escuchado los rumores... Sobre las cosas
que suceden en la cárcel. — Ella respiró
hondo, pero él continuó antes de que pudiera
perder los estribos. — Cuando yo estuve en
prisión, tuve sexo con un hombre. Yo era
su... Su perra. Él me folló siempre que quiso.
Me ordenó hacer cosas. Él me usó. Él
básicamente era mí dueño. Y todo el mundo
lo sabía.

Los minutos se alargaron, el silencio


fuertemente pesado entre ellos de un modo que
nunca les ocurrió antes.
Por fin, YoonJi habló, pero su reacción fue
diferente de lo que él había esperado.

— Deberías habérmelo dicho. — Dijo con voz


ronca. — Yo sospechaba que algo así
sucedió. Tú deberías habérmelo dicho. No
fue tu culpa. No hay nada de lo que estar
avergonzado

— Me gustó.

Su cara estaba caliente. Él no la miró.

No pudo.

— ¿Qué? — Susurró.

Preparándose, JiMin finalmente la miró.


— Me gustó. — Repitió, sosteniendo su mirada.
Extraño, pero ahora que lo había admitido, era
más fácil. — Me avergonzó, me hizo enojar,
era humillante como el infierno, pero en el
fondo, me gustó. Me gustó ser algo suyo... —
YoonJi abrió la boca y la cerró. — Me gustaba
ser jodido. — Se oyó decir a sí mismo. Se
sentía como si alguien más hubiera tomado el
control de su boca.

O quizás era él.

Tal vez él quería impresionarla, darle asco, para


hacerla arremeter contra él.

Él se lo merecía.

Ella lo miró fijamente.

— ¿Por qué me...? ¿Por qué me dices esto?


¿Estás diciendo que ahora eres gay?
JiMin soltó una risita sin humor, se sentó, y se
pasó una mano por los ojos.

— No. No lo creo. Los chicos significan nada


para mí. Incluso he visto porno gay. Tal vez
sólo fue pornografía mala, pero no me excitó
en absoluto. Así que todavía soy hetero.

— ¿Pero?

Él apartó la mirada. Todavía había algunas


cosas que eran difíciles de admitir a la novia de
uno. Pero después de lo sucedido en el parque,
el problema era imposible de ignorar. Los labios
de JiMin se torcieron.

— Pero yo sé que voy a terminar debajo de


él, si llega a estar en cualquier lugar cerca
mío de nuevo.

Silencio.
El constante tic-tac del reloj en la pared, era el
único sonido en la habitación.

— ¿Estás...? ¿Estabas enamorado?

JiMin parpadeó. La pregunta honestamente lo


sobresaltó.

¿Amor? ¿YoonGi?

— Por supuesto que no. — Dijo con un bufido.


Entonces, por alguna razón, se acordó de algo
que YoonGi había dicho en el parque. "Bebé". El
estómago de JiMin se le revolvió. — Por
supuesto que no... — Repitió, con menos
convicción.

— ¿Todavía está en la cárcel? — Preguntó


YoonJi.
— No. — JiMin vaciló, eligiendo
cuidadosamente sus palabras. Su estómago se
retorció en un nudo apretado que trepó hasta su
garganta y se quedó allí. — Me encontré con él
hace unos días.

— ¿Y?

JiMin encontró sus ojos y se sonrojó.

Su respiración se enganchó.

— Oh, Dios mío.

— Lo siento. — Dijo, con la voz entrecortada.


— Nunca quise que ocurriera. Es sólo que...
Cuando lo vi, no pude detenerlo. Yo...

— Cállate. Sólo cállate. — YoonJi lo fulminó


con la mirada. — Esperé un año por ti.
— ¡Yo no pedí que lo hicieras!

— Esperé un año por ti. — Dijo de nuevo, su


voz temblando un poco. — Pero tú... Tú, si
esperas que te perdone, ¡piénsalo una jodida
vez de nuevo!

— No espero que me perdones. — Dijo JiMin


firmemente. — No tengo ningún derecho.

— Malditamente cierto, no tienes. — Sus


hombros se hundieron. Ella negó con la cabeza.
— Eso es... Eso es todo. Se acabó.
Terminamos. — Ella encaró hacia la puerta.

— Lo siento. — JiMin dijo bajito cuando ella


puso su mano en el picaporte.

— Deberías hacerlo. — Dijo y salió.


CAPÍTULO DIECISIETE

— YoonJi me dejó.

Su terapeuta se quedó mirándolo con agudeza


y midiéndolo. La Dra. Richardson dijo: — ¿Ella
lo hizo? ¿Por qué?

— Le conté sobre YoonGi. — JiMin bajó la


mirada a sus manos. — Sobre lo que pasó en
la cárcel.

— Ya veo. Tengo entendido que ella no lo


tomó bien.

JiMin negó con la cabeza, sus labios


torciéndose.

— Ella lo tomó bastante bien, en realidad.


Hasta que le dije que me encontré con él
hace unos días y... Y no pude resistirme.
Silencio.

— ¿Te sientes culpable? — Dijo la doctora


Richardson finalmente.

JiMin miró hacia arriba con el ceño fruncido.

— ¿Qué crees? Por supuesto que me siento


culpable.

Ella le sostuvo la mirada.

— ¿Te sientes culpable por dañarla? ¿O te


sientes culpable por todavía desearlo a él, a
pesar de sentir que no deberías?

JiMin se humedeció los labios con la lengua.


— Yo... Yo no lo sé. Probablemente por
ambas cosas.

Ella ladeó la cabeza, mirándolo pensativamente.

— ¿Por qué crees que no deberías desearlo?

— Porque... Porque es un hombre. — JiMin


negó con la cabeza. — No, no es eso. Él me
arruinó. Arruinó todo. Quiero decir, yo era
normal antes. Yo sabía lo que quería de la
vida. Tenía una novia que amaba, planeaba
casarme con ella en algún momento, tener
hijos... cosas normales, ya sabes. Pero él me
jodió y ahora quiero todas las cosas
erróneas. Cosas que no debería querer.

La mirada que la Dra. Richardson le dio sólo


podía ser descrita como paciente.

— JiMin. — Ella dijo suavemente. — No existe


la normalidad. No existe una definición de lo
normal. Lo normal es subjetivo. Tú no
puedes y no deberías obligarte a ti mismo a
querer algo normal y a dejar de querer lo que
realmente deseas. Es una forma segura de
hacer tu vida miserable.

JiMin negó con la cabeza.

— Tú no entiendes. No es que yo sea


homofóbico o algo así. No es lo que más me
molesta.

— ¿Entonces qué?

JiMin miró por la ventana. Estaba oscureciendo.


Se quedó mirando la luna y dijo: — Cuando lo
vi, fue como... Como si yo no pudiera pensar
en absoluto. Fue aterrador. Fue enfermizo.
Yo tan solo quería... Lo necesitaba. Quería
que él me usara y que... — Sólo quería
arrastrarme bajo su piel y que él me
consuma. — Yo no quiero esto. — Él susurró,
apretando los puños. — No lo hago.
CAPÍTULO DIECIOCHO

No había ninguna razón lógica para que él fuera


por el parque de nuevo. Sí, era el camino más
corto a casa, pero él rara vez lo usaba. Había
otros atajos.

Más seguros.

Aun así, la noche después de su visita a la


terapeuta, JiMin se encontró caminando a casa
atravesando el parque. Él no esperaba
encontrarse con YoonGi de nuevo. No lo hacía.
Simplemente... No había ninguna razón para
que él no usara este atajo. Si él se había
encontrado con YoonGi aquí una vez, no quería
decir que iba a encontrarse con él de nuevo. Tal
vez realmente había sido un encuentro casual y
YoonGi no había estado acechándolo.

Tal vez nunca vería a YoonGi de nuevo.


El parque estaba vacío y extrañamente
tranquilo. El sonido de sus pasos parecía
anormalmente alto. Horripilante. JiMin se metió
las manos en los bolsillos y apresuró el paso,
mirando a su alrededor.

— ¿Buscando a alguien? — Una mano pesada


cayó sobre su hombro y lo empujó contra el
árbol más cercano.

JiMin se quedó mirando a YoonGi. La luz de la


farola era pobre y él apenas podía distinguir la
expresión de YoonGi.

— No a ti.

La esquina de la boca de YoonGi se curvó hacia


arriba.

— Podrías haberme engañado.


Su agarre en su hombro era doloroso. JiMin
aspiró una bocanada de aire a través de sus
dientes apretados.

— ¿Estás tú acosándome?

Riéndose, YoonGi puso la otra mano sobre la


cabeza de JiMin y se inclinó.

— Noticia de última hora. — Él murmuró, su


cálido aliento casi rozando los labios de JiMin.
— El mundo no gira a tu alrededor, ojos
azules.

— ¿Ah, sí? — JiMin dijo, agarrando un puñado


del pelo de YoonGi. — ¿Así que es una
coincidencia, entonces? ¿Tú solo
acostumbras pasear por aquí?

— El sarcasmo no te queda bien. — Dijo


YoonGi, su mano pasando del hombro de JiMin
a su garganta y apretándola ligeramente. JiMin
se estremeció. YoonGi sonrió. — Si quieres
saberlo, yo de hecho trabajo cerca de aquí.

JiMin parpadeó. La idea de YoonGi haciendo


algo tan normal como trabajar era extraña.
Infiernos, el hecho de que YoonGi ya no era un
recluso era extraño. JiMin aún no podía lidiar en
su mente con ello. Y absolutamente no ayudaba
el que YoonGi estuviera tan cerca, era una
distracción.

Una distracción mayor de lo que debería haber


sido.

JiMin volvió la cabeza, de modo que el aliento


de YoonGi sólo cepillaba en su mejilla, y dijo
secamente:

— No explica por qué estás sobre mí. Lo que


ocurrió hace unos días fue un error. Yo no
soy... Yo no soy así.
YoonGi rozó con los dientes a lo largo de la
mandíbula de JiMin. JiMin cerró los ojos fuertes.

— Estoy seguro de que no lo eres. — YoonGi


murmuró, arrastrando sus labios entreabiertos
por su mejilla hasta la oreja.

JiMin apretó el cabello de YoonGi más fuerte en


su puño.

— Yo no lo soy.

— Tú no lo eres. — Dijo YoonGi en su oído


antes de morder el lóbulo de la oreja y
succionarlo en su boca. Un ruidito escapó de los
labios de JiMin. Él estaba temblando.

— No. — Logró decir, tratando de abrir los ojos,


tratando de obligarse a empujar a YoonGi lejos.
Su cuerpo no le obedeció.
La mano de YoonGi se deslizó por el brazo
desnudo de JiMin, provocándole piel de gallina
en todo su cuerpo. Su nariz presionó contra un
lado de la cara de JiMin. Acarició allí.

— Hueles agradable, ojos azules.

Tú también.

Casi lo dijo, porque el sutil aroma masculino de


YoonGi lo estaba volviendo loco. Él quería -él
necesitaba-.

JiMin volvió la cabeza, buscando ciegamente los


labios de YoonGi.

Él quería ser besado.

Quería la lengua de YoonGi en su boca.


En él.

Pero YoonGi se apartó y se enderezó.

Jadeando, JiMin abrió los ojos y parpadeó,


tratando distinguir esa cara sombreada bajo la
tenue luz de la farola.

YoonGi no le estaba mirando. Estaba mirando a


un lado, con la mandíbula apretada. La tensión
venía de él en oleadas casi visibles. Tensión y
enojo.

Al darse cuenta de que su mano todavía estaba


enredada en el pelo de YoonGi, JiMin la quitó.

YoonGi se estremeció y le devolvió la mirada,


con los ojos oscuros clavados en él y haciéndole
sentir caliente por todas partes.

Se miraron el uno al otro, su respiración áspera


y desigual.
YoonGi tomó la barbilla de JiMin con los dedos.
JiMin odiaba cómo el simple toque le hizo
temblar de nuevo.

La mandíbula de YoonGi apretada.

Sí, parece enojado. ¿Conmigo? ¿Con él mismo?

— Voy a follarte. — Dijo YoonGi en un tono de


conversación en contradicción con la expresión
tensa de su cara. — Voy a joderte y sacar esto
de mi sistema.

JiMin tragó. Esta era una idea terrible. Pero, por


otro lado, conseguir esto fuera de su sistema
sonaba como una muy buena idea.

JiMin se alejó un paso, miró a YoonGi, y luego


se encaminó hacia su departamento. Oyó pasos
detrás de él, sintió la mirada pesada de YoonGi
en su piel -la piel que de repente parecía tensa
e hipersensible-.

El camino a casa pareció tanto interminable


como muy corto. JiMin era dolorosamente
consciente del hombre caminando detrás de él
de todos los sonidos que hacía, de cada
respiración que tomaba. La piel de JiMin estaba
caliente, su boca estaba seca, y su polla
dolorida. Él nunca había querido a nadie hasta
el punto de ser incapaz de encadenar dos
pensamientos juntos -además de sólo llegar a
casa y meterse debajo de YoonGi-.

Finalmente, ellos estaban allí.

Los dedos de JiMin temblaron cuando sacó la


llave para abrir su puerta. Él podía sentir el
cuerpo de YoonGi detrás de él. JiMin no se dio
vuelta; él no confiaba en sí mismo. Abrió la
puerta, entró en la casa y se dirigió directamente
hacia la habitación. Encendiendo la lámpara
junto a su cama, JiMin, finalmente se dio la
vuelta.

— Quítate la ropa y acuéstate en la cama. —


Dijo YoonGi con voz ronca, desabrochándose la
camisa.

La boca de JiMin se hizo agua mientras miraba.


Quería presionar su cara en todo ese vello
oscuro y comenzar a besar su camino hacia
abajo.

— Quítate la ropa. — Repitió YoonGi, con los


ojos oscuramente brillantes.

Correcto.

JiMin descartó su camiseta y luego se


desabrochó la bragueta, sentándose en la cama
para tirar de sus zapatos uno a uno antes de
patear sus pantalones y calzoncillos fuera y
moverse de nuevo para extenderse en el centro
del colchón.

La cama crujió mientras JiMin movió su cuerpo,


abriendo sus piernas un poco. No podía negar
que le gustaba la forma en que hizo que YoonGi
lo mirara fijamente, su respiración irregular.

Lo puso mareado. Vulnerable y poderoso todo al


mismo tiempo.

YoonGi sacó un tubo de lubricante de su bolsillo


y lo arrojó sobre la cama.

JiMin se lamió los labios resecos.

— ¿Quieres que yo...?

— No. Yo lo haré. — La voz de YoonGi fue


entrecortada mientras sus ojos recorrían
completamente a JiMin. YoonGi se desvistió
rápidamente y pronto quedó desnudo y
magnífico delante de él, su tonificado poderoso
cuerpo, la definición de la masculinidad con su
polla gruesa destacándose dura. JiMin se lamió
los labios de nuevo, mirando fijamente a la polla
de YoonGi. La suya propia comenzó a palpitar.
YoonGi se acercó y tomó el lubricante. — Date
la vuelta. Coloca una almohada debajo de tus
caderas. — La voz de YoonGi fue tensa, pero
controlada.

JiMin estaba jadeando mientras obedecía.


Sabía que YoonGi le estaba mirando, mirando a
su culo. Ello le hizo sonrojarse -y lo excitó aún
más-.

YoonGi amaba su culo; JiMin lo sabía.

JiMin tomó una bocanada inestable mientras el


resbaladizo dedo de YoonGi tocaba entre sus
nalgas, frotando el lubricante alrededor de su
agujero antes de empujarlo dentro de repente.

Él gritó.
— ¿Estás loco?

— Puedes tomarlo. Los dos lo sabemos. He


esperado lo suficiente. — YoonGi se inclinó y
besó su culo, su boca caliente a solo pulgadas
de su dedo bombeando. JiMin sintió su agujero
volverse resbaladizo, relajándose y apretando
alrededor del dedo de YoonGi. Él gimió un
poquito cuando YoonGi empujó otro dedo en él
y encorvó sus caderas hacia atrás contra la
mano de YoonGi, jadeando.

— Vamos, suficiente. Necesito...

— ¿Qué necesitas?

— ¿Eh?

— Dime lo que necesitas.


JiMin tragó, apenas capaz de pensar, y le dijo,
con la voz ronca y entrecortada.

— Tu polla.

— ¿Qué pasa con mi polla?

— No seas un idiota.

— Dilo. — Los dedos de YoonGi empujaron


contra su próstata, enviando placer desde la
punta de los dedos de los pies de JiMin
directamente hasta su goteante polla. JiMin
abrió la boca y jadeó contra la manta,
desesperado por más.

— La quiero en mí. — JiMin abrió los ojos,


volviendo la cabeza para mirar en la oscuridad
casi salvaje de los ojos de YoonGi. — Jódeme.
— Susurró. — Quiero que me folles... Lo
extrañé. Extrañé esto.
YoonGi se quedó mirándolo como un hombre
muerto de hambre en un festín.

— Mírate, Ojos Azules. He visto perras en


celo con más dignidad.

Debería haberlo humillado. Ser llamado esa


palabra de nuevo.

Perra.

Pero justo ahora, se sentía exactamente como


una puta. Él quería ser follado. Necesitaba ser
follado. Quería tener a YoonGi dentro de él.

Lo necesitaba.

YoonGi sacó sus dedos y se movió para quedar


a horcajadas sobre las piernas de JiMin,
frotando el lubricante que quedaba en sus dedos
en su polla.
JiMin se mordió el labio mientras YoonGi agarró
su cadera con una mano y apretó la cabeza de
su pene contra el agujero de JiMin con la otra. Él
empujó dentro, su polla gruesa forzándolo a
aceptarlo, a tomarlo, hasta que tocó fondo, los
testículos contra las nalgas de JiMin.

YoonGi no era suave. Él no era suave en


absoluto, pero no necesitaba serlo. Dolió, pero a
JiMin no le importó. Las manos de YoonGi
moviéndose a lo largo de la espalda de JiMin
para empujarlo hacia abajo con fuerza contra el
colchón, y JiMin gimió. Fue precisamente en lo
que había soñado durante todas esas noches
siendo impotente, clavado al colchón bajo el
peso de YoonGi mientras YoonGi lo usaba para
su placer.

YoonGi se salió y luego envistió dentro de él con


un gruñido animal.

— Demo... — Una de las manos de YoonGi se


movió para agarrar la nuca de JiMin mientras
YoonGi empezaba a follarlo en serio.
Dios. Su polla se siente perfecta en mí. Tan
bueno.

JiMin dejó escapar un largo gemido cuando


YoonGi movió sus caderas y bombeó dentro
suyo más duro, golpeando ese lugar dentro de
él que hizo a JiMin estremecerse y gemir.

— Extrañabas esto. — Dijo YoonGi,


embistiendo profundamente en él; JiMin dio un
tartamudeado lloriqueo cuando los dedos de
YoonGi se apretaron alrededor de su cuello. —
Extrañabas esto, Chico Heterosexual.

JiMin no negó eso. Él no podía. Él ya estaba


cerca. Sus bolas se apretaron y él podía sentir
el calor del orgasmo construyéndose en su
interior mientras YoonGi se estrellaba contra él
una y otra vez, manteniéndolo en el borde. El
cuerpo de JiMin resonaba por la alegría de ser
inmovilizado debajo y estar vulnerable así, un
orgasmo terroríficamente fuerte empezando a
construirse más y más alto.
— Sí, eso es todo. — YoonGi gruñó en su oído.
— Tú vas a correrte, sólo por ser follado,
Ojos Azules. — YoonGi estrelló su polla contra
su próstata, una y otra vez. — Mi puta,
jodidamente mía. — Y luego, más suave: —
Mío.

El cuerpo de JiMin explotó; él sollozó y gritó, su


cuerpo corcovando bajo YoonGi mientras se
corrió en la almohada, apretando con tanta
fuerza en la polla de YoonGi que YoonGi gruñó
de dolor. YoonGi empezó a pasar sus manos
sobre el cuerpo tembloroso de JiMin,
prolongando su placer mientras las caderas
contra las suyas circulaban en un ritmo lento.

— Realmente eres una puta para esto. —


Murmuró, con un toque de diversión en su voz.

JiMin solo murmuró algo ininteligible, jadeando


por aire, su cuerpo aun temblando por las
réplicas.
YoonGi salió de él sólo el tiempo suficiente para
guiar su deshuesado cuerpo sobre su espalda,
antes de empujar en él hasta la empuñadura,
una vez más.

— Jódete. — JiMin logró decir tardíamente, aun


teniendo problemas para pensar con claridad. —
No lo soy.

— Si tú lo dices. — Los ojos de YoonGi


parecían salvajes. — Ahora cállate y separa
las piernas. No he terminado aún.

JiMin hizo como le dijo, observando el rostro de


YoonGi mientras YoonGi se movió encima de él,
dentro de él. Las mejillas de YoonGi sonrojadas,
trayendo calidez a su rostro cincelado, su
cabello oscuro colgando sobre la frente mientras
YoonGi apretaba la mandíbula. Los ojos de
YoonGi cerrados mientras sus embestidas
tomaban velocidad y fuerza, pasando de golpes
controlados a empujones salvajes. Su rostro
tensándose con el placer, y duros gemidos
escapando de su garganta.
JiMin observaba, paralizado, y no podía apartar
la mirada. Luego extendió la mano con los dedos
inestables para tocar el rostro de YoonGi.

Los ojos de YoonGi se abrieron con el toque y


miró hacia abajo a JiMin con una intensidad
aterradora antes de que él echara la cabeza
hacia atrás y se corriera con un gemido gutural,
enterrándose en el culo de JiMin.

JiMin suspiró de placer cuando YoonGi se


derrumbó encima de él. Él era pesado, pero a
JiMin no le importaba. No le importaba en
absoluto. Él había extrañado esto. El peso de su
cuerpo, el aroma, la presión, la sensación de
seguridad. El resto del mundo parecía muy
lejano.

YoonGi no parecía tener ninguna prisa para


alejarse, respirando entrecortadamente contra
su garganta. JiMin sintió los labios de YoonGi
moverse contra su clavícula, formando palabras
sin sonido. YoonGi besó la sensible piel allí
antes de chupar duro.
— Habrá un chupetón. — JiMin murmuró.

— Bien. — YoonGi le dio otro chupetón. Y luego


otro.

Él debía pararlo. JiMin sabía que debía pararlo.


Los chicos en el trabajo iban a darle miradas
extrañas mañana, todo el mundo sabía que él y
YoonJi habían roto.

Aun así, él no detuvo a YoonGi.

En cambio, JiMin se encontró enredando sus


brazos y piernas alrededor del hombre sobre él
y cerrando los ojos, sintiéndose ridículamente
caliente por dentro. A salvo.

JiMin se rió ante la idea.

Dios, él realmente estaba mal de la cabeza.


— ¿Algo gracioso? — YoonGi murmuró, aun
mordiendo su garganta.

— Me jodiste los sesos. — Dijo JiMin,


deslizando una mano hacia abajo por la ancha
espalda de YoonGi.

YoonGi dejó de besar su cuello. Él se apoyó en


un codo y lo miró hacia abajo. Había una extraña
expresión en sus ojos.

— Entonces estamos a mano.

JiMin tragó, su estómago tensándose.

— Así que... Me jodiste. ¿Ahora qué? ¿Lo


sacaste fuera de tu sistema?

Los labios de YoonGi fruncidos.


— Puede que tome unos cuantos intentos
más. — Dijo después de un momento.

JiMin se burló, pero en contra de su voluntad, se


encontró sonriendo.

YoonGi observó su cara durante tanto tiempo


que JiMin comenzó a sentirse incómodo.

— ¿Qué?

— Deja a tu novia. — Dijo YoonGi. — No voy a


compartirte. Incluso con una mujer.

JiMin abrió la boca para mandarlo a la mierda,


pero las palabras murieron en sus labios bajo la
intensidad de la mirada de YoonGi.
— Ella ya me dejó. — Dijo en cambio,
sintiéndose nervioso sin motivo.

— Bien. — YoonGi se inclinó para besarlo.

Algún tiempo después, cuando YoonGi


finalmente sacó la lengua de su boca, JiMin
suspiró y admitió:

— Tal vez no soy completamente


heterosexual, después de todo.

YoonGi se rio entre dientes.

— ¿Tal vez? Tú acabas de tener mi polla


dentro de ti. No se puede poner más gay que
eso, Chico Heterosexual.

JiMin le golpeó en la cabeza, pero se encontró


sonriendo mientras les dio la vuelta y enterró su
cara en el pecho de YoonGi.
Tal vez él realmente no era heterosexual. Pero
tal vez estaba bien.

YoonGi envolvió un pesado brazo a su alrededor


y tiró de él más apretado. JiMin cerró los ojos y
aspiró su aroma.

Más que bien.

FIN

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