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LA UNIDAD DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO

Coherencia. Antinomias. Lagunas en la Ley y en el Derecho. Procedimiento de


integración.

La diversidad de fuentes que integran el derecho no quita a éste de constituir una


estructura unitaria en la medida en que existen criterios que permiten identificar a ese
conjunto normativo como propios de un sistema normativo que, como hemos señalado
oportunamente, se nutre a través de las referidas fuentes. El derecho positivo, en virtud
de cumplir con la esencial función de generar seguridad jurídica, como medio de evitar
arbitrariedades y situaciones injustas, debe necesariamente constituirse como un
complejo coherente, de manera tal que no existan normas contradictorias o
incompatibles, de otra manera solo reinaría el caos y el desorden.
El principio de coherencia que debe caracterizar en particular al derecho positivo,
no siempre es de fácil apreciación y consecución, en particular cuando en países como
el nuestro con una forma de Estado federal, que admite la división de competencias
normativas entre por lo menos tres órdenes de decisión política: Nación, Provincias y
Municipios, en el que cada uno de ellos cuenta con una competencia normativa
establecida en el reparto constitucional, con aquellas competencias reservadas por las
provincias y de ejercicio exclusivo; otro orden de normas nacionales, en virtud de la
delegación que al respecto han efectuado las provincias al momento de sancionar la
Constitución y otro conjunto de competencias concurrentes entre Nación y Provincias
en donde de manera conjunta ambos órdenes participan. Por otra parte en función del
reconocimiento expreso de las autonomías municipales en el orden político e
institucional, operado en la reforma constitucional de 1994, y aún antes de ésta, los
municipios gozan de la potestad de sancionar normas jurídicas en el ámbito de su
jurisdicción territorial. A todo ello habría que sumar lo que la doctrina prácticamente de
manera unánime consideran un cuarto orden en el reparto federal, con la determinación
de la naturaleza jurídica de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que conforme el
artículo 129 de Constitución, que le confiere un “…régimen de gobierno autónomo con
facultades propias de legislación y jurisdicción…”1.

Por otra parte la división de poderes, propia de la forma republicana de gobierno,


concede a cada uno de los departamentos de gobierno: Legislativo, Ejecutivo y
Judicial, competencias en materia de legislación acotada y delimitada en las
atribuciones que las provincias les delegaron al momento de sancionar la Constitución,
lo que constituye un importante volumen de normas jurídicas positivas comprensivo de

1 Artículo 129 Constitución Nacional


leyes, declaraciones; decretos autónomos, reglamentarios y de necesidad y urgencia;
acordadas, sentencias, resoluciones, entre otras normas propias de los órganos de
gobierno, que como se puede llegar a apreciar conforman un muy importante número
normativo.
Este complejo orden normativo, como señalamos, con reparto de competencias
para el dictado de normas en la Nación, en las Provincias y en los Municipios; por parte
de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, conforman sin lugar a dudas un amplio
universo, que sin dejar de desconocer la diversidad, legitimidad y legalidad de su origen
debe asegurar la unidad y coherencia como sistema normativo integrado en la unidad.
Todo ello ha sido garantizado por el reparto constitucional de competencias.
Ello no implica de modo alguno que en el ejercicio práctico del dictado de normas
no existan antinomias que el propio ordenamiento se encarga de resolverlas. Se
entiende por Antinomia la situación que se produce cuando dos o más normas regulan
un mismo supuesto de hecho, determinando diversas consecuencias jurídicas
contradictorias entre sí, de allí la necesidad de contar con procedimientos de
integración para la resolución de dichas antinomias, a las que haremos referencia en
este texto.
El desarrollo del derecho entendido como un todo integrador de las diversas
fuentes que lo conforman, que en la actualidad reconoce a la ley como la principal de
ellas, en atención a su fijeza, generalidad y objetividad, no siempre resulta una
herramienta suficiente para resolver la infinidad de problemas que la vida del derecho
presenta en la vida práctica. Si bien diversos intentos como la escuela de la exégesis
han intentado resolver todas las situaciones posibles en los textos de los códigos, ha
sido un notable fracaso, en particular si tenemos en cuenta la naturaleza social de la
ciencia del derecho, que permanentemente debe acompañar las mutaciones sociales
sin perder de vista que su objeto, la justicia, se cristalice en sus preceptos. Por ello es
que aún cuando se haya aspirado a prever todas los supuestos de hecho o hipótesis
posibles, siempre quedan fuera de ellas casos que el legislador, sea quien sea el
órgano competente, no ha podido prever o imaginar que pudiera existir a los efectos
de determinar lo justo en el caso. Estas situaciones que no han sido previstas ni
resueltas por las normas vigentes, han recibido el nombre de lagunas de la ley.
Los vacíos normativos que han quedado por olvido o imprevisión deben ser
llenados de alguna manera a través de los procesos de integración con la finalidad de
suplir dichas lagunas, complementándolos a través de la elaboración soluciones que
no se encuentran formulados. Como señalan Mouchet y Zorroaquín Becu 2 “La
integración se distingue netamente de la interpretación. Esta última supone la
existencia de un precepto jurídico, aquella trata de elaborarlo; la función creadora es
más amplia y más libre en le integración, pues o tiene que sujetarse a las palabras de
la norma; y por último, la interpretación conduce a conclusiones más certeras y de
mayor autoridad, puesto que derivan naturalmente de un texto indiscutible, mientras
que las soluciones a que se llega en los casos de ausencia de una norma están sujetas
en mayor grado a error…”. La integración como medio de solución de los problemas
ocasionados por las lagunas, se encuentra ante el problema de elegir métodos a los
que debe recurrir quien tiene a su cargo la aplicación normativa, cuando no encuentra
entre en el plexo normativo disposición que prevea tal situación. Si bien queda admitida
la existencia de lagunas en la ley, no se admite la existencia de lagunas en el derecho
el aplicador último del derecho tiene la obligación de resolver el conflicto de acuerdo a
derecho, este principio se corresponde con la idea de plenitud del derecho.
Los ordenamientos jurídicos de los diversos países han regulado la forma en la
que ha de integrarse en estos casos el derecho, Vélez Sársfield en el código civil que
rigió en la República Argentina hasta 2016, disponía en su artículo 16 que “Si una
cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de la ley, se
entenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere dudosa, se
resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las
circunstancias del caso”; de la lectura puede colegirse que son dos los elementos a los
que recurrir para lograr la integración: la analogía y los principios generales del
derecho. La reforma en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación ha establecido
en sus primeros artículos que los jueces deben resolver los asuntos que les sean
sometidos a su jurisdicción mediante una decisión razonablemente razonada (artículo
3°); asimismo señala que la ley debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras,
sus finalidades, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre
derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo
el ordenamiento jurídico. La solución del nuevo Código no se aparta en términos
generales del de Vélez para resolver mediante la autointegración como procedimiento
para colmar o llenar las lagunas del derecho: a través de la analogía y los principios
generales del derecho.
La analogía parte del análisis de comparación entre dos situaciones jurídicas
semejantes una con una solución normativa y la otra no, con la finalidad de aplicar a la

2 Carlos
Mouchet y Ricardo Zorroaquín Becu. Introducción al Derecho. Pág. 247 y ss. Ed. Perrot.
Undécima Edición.
no legislada las soluciones que el ordenamiento ha previsto en la prescripta. Al decir
de Mouchet “El fundamento de la analogía reside en la idea de igualdad. Las mismas
situaciones jurídicas deber ser resueltas de idéntica manera, porque así lo exige la
razón y el derecho natural, que no hace otra cosa que adaptarse a las exigencias de
justicia”3 para su aplicación es indispensable confrontar las situaciones de manera tal
que sus caracteres esenciales sean similares, de esa manera podrá aplicarse la
solución normativa prevista en la situación legislada con criterio de justicia a la situación
que se encontraba con la laguna normativa.
Por otra parte la aplicación de los principios generales del derecho, constituyen
formulaciones que han dado lugar a principios rectores generales sobre los que se ha
construido el derecho positivo, son comprensivos de los preceptos del derecho natural
que guían, fundamentan y limitan las normas positivas sancionadas. Principios que se
sustentan fundamentalmente en el valor de la justicia, de manera tal que en su
aproximación a las situaciones de hecho concretas no pueden ser dejadas de lado por
la razón que encuentra en ellos soluciones justas, como la ha ido encontrando en la
formulación del orden normativo. Por ello mismo podemos afirmar que no son ajenas
al derecho, forman parte fundante de éste, el derecho natural cuando no ha sido
positivizado a través de las normas, las complementan necesariamente en tanto han
sido y son sus inspiradoras, son principios superiores que guían y regulan la vida en
relación.
Por otra parte los procesos de heterointegración hace referencia a lograr la
plenitud del ordenamiento recurriendo a fuentes externas al sistema, se aplican normas
que no pertenecen al sistema, pueden formar parte de otro ordenamiento jurídico
diverso de aquel en el que se verifica la existencia de las lagunas de la ley (hetero
integración propia) o puede recurrirse a normas del propio ordenamiento jurídico
nacional existentes en un campo o sector distinto a aquel en el que se ha producido
dicha laguna (heterointegración impropia).
Ambos procedimientos interno (autointegración) o externos (heterointegración)
constituyen remedios que permiten llegar a la plenitud del derecho.
Respecto de las antinomias señaladas anteriormente, los medios de solución
ante la existencia de normas contradictoria, generalmente utilizados son los siguientes:
en primer lugar recurrir, en el caso que las normas en cuestión provengan de distintos
órganos de gobierno, ya sea en el reparto federal (nación, provincia o municipio) o de
los poderes o departamentos de gobierno (legislativo, ejecutivo o judicial), en esos

3 Carlos
Mouchet y Ricardo Zorroaquín Becu. Introducción al Derecho. Pág. 273 y ss. Ed. Perrot.
Undécima Edición.
casos la solución del problema consistirá en recurrir al ordenamiento constitucional
para verificar cuál es el órgano habilitado por la Norma Suprema para el dictado de la
norma en cuestión, allí entrará en juego la Supremacía Constitucional como
ordenadora y norma fundante del ordenamiento jurídico positivo argentino, y en caso
que algún órgano se haya extralimitado en sus funciones emitiendo normas jurídicas
para las que no estaba habilitado dictar, se corregirá a través del mecanismo del
Control de Constitucionalidad.
Para el caso en que las normas contradictorias pertenezcan al mismo orden
normativo en lo relativo a la jurisdicción territorial o al despliegue competencial del
departamento de gobierno, las soluciones son: Criterio Jerárquico: la norma de grada
o jerarquía superior deroga la de grada inferior, siempre y cuando se respete las
competencias asignadas conforme lo hemos señalado en el párrafo anterior; por otra
parte puede recurrirse al Criterio Cronológico: si la norma es de idéntica jerarquía y
competencia, el principio regulador es que la ley o norma posterior deroga la norma o
ley anterior; finalmente el Criterio de la Especialidad: nos indica que ante normas de
idéntica jerarquía y órgano emisor, la norma o ley especial debe prevalecer sobre la de
carácter general, es decir que las normas que regulen particularmente una relación
jurídica o un conjunto de relaciones jurídicas, prevalecerá sobre aquella que con
carácter general haya dispuesto la producción de efectos jurídicos para una diversidad
mucho más amplia de relaciones, entre las que se encuentren aquel grupo. A título de
ejemplo: El contrato de trabajo está regulado por la Ley de Contrato de Trabajo 20.744,
que regula la relación laboral en cualquiera de sus modalidades; sin embargo un tipo
específico de trabajo puede estar regulado por otra les, por ejemplo la Ley que regula
el empleo doméstico bajo el nombre de Régimen Especial de Contrato para el Personal
de Casas Particulares, Ley 26.844. En caso de colisión de normas laborales para una
persona que realiza tareas laborales en casas particulares, frente a una situación
también regulada por la Ley de Contrato de Trabajo (general), se aplicará el Régimen
Especial regulado por la Ley 26.844 (especial)
Junto con el problema de la integración que hemos reseñado en los párrafos
precedentes encontramos el problema de la interpretación del derecho, nos enseñan
Mouchet y Zorroaquín Becu4 que la aplicación del derecho “comprende en realidad tres
etapas: …si la norma jurídica es clara y rige con precisión el caso planteado, la cuestión
se resuelve aplicándola. Si la norma es oscura se presta a confusiones, existe duda
acerca de su aplicación a un caso dado o hay discrepancia entre varias normas que

4 Carlos
Mouchet y Ricardo Zorroaquín Becu. Introducción al Derecho. Pág. 247 y ss. Ed. Perrot.
Undécima Edición.
podrían solucionar el problema, resulta indispensable interpretarla, es decir,
desentrañar su verdadero contenido y alcance, y si, por último, no se encuentra una
norma que resuelva directamente la cuestión, es necesario llenar esa laguna e integrar
el derecho…”5 sobre la integración del derecho ya nos hemos referido anteriormente,
en consecuencia abordaremos ahora el problema de la interpretación del derecho.
En primer lugar nos preguntamos quién o quiénes son intérpretes del derecho.
La respuesta es simple: todos interpretamos al derecho en la cotidianeidad de nuestras
vidas, cumpliendo y aplicándolo de manera espontánea, ajustamos nuestras conductas
al derecho cuando compramos cualquier artículo en los comercios, (contratos de
compraventa), cuando utilizamos el transporte público (contrato de transporte), en fin
una inmensidad de actos en los que el derecho se cumple, interpreta y aplica de
manera espontánea como señalaba el texto que hemos transcripto de Mouchet y
Zorroaquín Becu.
Cuando el sentido de la norma es oscuro, como ha sido señalado, se han
perfilado diversos métodos de interpretación que la doctrina ha desarrollado a lo
largo del tiempo y que siguiendo a Imerio Catenacci transcribimos a continuación: “El
primer método plausible es el gramatical. Consiste en atenerse al texto de la ley. Este
método se atiene el tenor literal del texto, al significado que le otorga el uso en el
lenguaje. Este método se contenta con el sentido del tenor literal del texto…” 6 con este
método, el más simple y antiguo el análisis de la sintaxis y su morfología, permiten
llegar a comprender el sentido de la norma jurídica, según la intención del legislados,
“la ubicación de las palabras, el significado técnico o común de éstas y la forma de
expresarse, permiten encontrar muchas veces la idea imperfectamente expuesta por
la norma…se atiende exclusivamente a la letra de la ley, se funda en la presunción de
que las palabras y frases empleadas reflejan con toda exactitud el pensamiento del
legislador..”7. Por su parte el método lógico intenta lograr una descomposición del
pensamiento o las relaciones lógicas, estudiar el lugar que ocupa la norma discutida,
el título dentro del texto en que ésta está ubicada para desentrañar en ese contexto su
contenido y alcance.
Con la aparición del proceso codificador iniciado con el Código Civil Francés,
nace la escuela de la exégesis y con ella el método exegético, que se caracteriza por
su apego al texto y a la voluntad presunta del legislador, intenta precisar cuál es la
voluntad del legislador, éste tuvo un importante predominio en los primeros tiempos

5 Carlos Mouchet y Ricardo Zorroaquín Becu. Introducción al Derecho. Pág. 248 . Ed. Perrot.
Undécima Edición.
6 Imerio Catenacci. Curso de Introducción a la Teoría del Derecho. Pág. 182. Ed. Virtudes. 2004.
7 Carlos Mouchet y Ricardo Zorroaquín Becu. Introducción al Derecho. Pág. 256 . Ed. Perrot.

Undécima Edición
que siguieron a la sanción de dichos códigos. Dentro de la misma escuela de la
exégesis se formula posteriormente el método dogmático, que busca desentrañar los
principios rectores de la legislación, “procurando elaborar construcciones jurídicas de
las cuales derivan a su vez principios orgánicos”8, mediante el desarrollo de
construcciones abstractas, busca en los textos la razón de la ley, “derivando de ella
supuestos de hecho no previstos por el legislador”9.
La escuela Histórica de la mano de Savigny, señala que en la interpretación de
la ley concurren los métodos mencionados y que la tarea desde el método histórico
que propone, tiene por objeto “el estado del derecho existente sobre la materia, en la
época en que la ley ha sido dada: determina el modo de acción de la ley y el cambio
por ella introducido, que es precisamente lo que el elemento histórico debe
esclarecer”10 procura realizar una reconstrucción del pensamiento que subyace en la
ley.
El método de la libre investigación científica elaborado por Francois Geny
propone que el intérprete debe acudir en primer término a la ley, si no existe a las
fuentes formales, si aun así no encuentra solución debe recurrir a la libre investigación
científica creando la norma de la misma forma en que lo hubiese hecho el legislador
original. “El método se denomina libre pues el juez a falta de disposición normativa
crea la norma, se denomina científica, pues el juez en su creación se ciñe a la voluntad
presunta del legislador”11

8 Carlos Mouchet y Ricardo Zorroaquín Becu. Introducción al Derecho. Pág. 257 . Ed. Perrot.
Undécima Edición
9 Imerio Catenacci. Op. Cit. Pag. 182
10 Mouchuet y otros. Op. Cit. Pag. 258
11 Imerio Catenacci. Idem

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