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HOMILÍA DOMINICAL “JESÚS: ARREPENTIMIENTO, CAMINO Y SALVACIÓN” [Lc. 3:1-6].

Iván
Montes, vdm. SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO. “Adveniat Regnum Tuum”. Reforma SV. T3E02.

HOY, ES SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO, Y PRIMERO DE DICIEMBRE DE 2021. [05/XII/2021].


LA LECTURA ES DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS CAP. 3 [1-6]

Era el año quince del gobierno del emperador Tiberio, y Poncio Pilato era gobernador de Judea. Herodes
gobernaba en Galilea, su hermano Filipo gobernaba en Iturea y Traconítide, y Lisanias gobernaba en
Abilene. 2 Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. Por aquel tiempo, Dios habló en el desierto a Juan, el
hijo de Zacarías, 3 y Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían
volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. 4 Esto sucedió como está escrito
en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor; ábranle un camino
recto. 5 Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los caminos torcidos serán
enderezados, y allanados los caminos disparejos. 6 Todo el mundo verá la salvación que Dios envía.
1
Esta es la Palabra del Señor… [Sal. 126; Mal. 3:1-4; Fil. 1:3-11; Lc. 3:1-6].

“JESÚS: ARREPENTIMIENTO, CAMINO Y SALVACIÓN”.


1. “Jesús: la escena donde aparece la Voz del Señor llamado al Arrepentimiento…” Este segundo
Domingo de Adviento, la Palabra nos acerca a la escena que propicia el acercamiento de la
venida del Señor. Lucas, nuestro Evangelista y su pericia de historiador embellece las
condiciones donde emerge la luz de D a una humanidad distante de su Gracia y entenebrecida
por el pecado que nubla su vista para reconocer su intención redentora, así como el
cumplimiento del tiempo donde su venida imparable pondría bajo sujeción a los poderes del
mundo. A este respecto, abre el capítulo refiriendo los personajes que representan esos
poderes e incluye: monarcas, gobernadores, emperadores, la religión, todos ellos en comunión
de los mismos intereses terrenales que después de muchos siglos siguen siendo aliados
incondicionales ligados al poder, riquezas materiales, intereses comúnmente tejidos para
gobernar y dirigir al mundo. Lo importante de esto es que, con la venida de Jesús, se inaugura
un Reino, ya anticipado por el cielo, anunciado por los profetas, declarado en las Escrituras; este
reino rivalizará incesantemente con los poderes del mundo en mención y aliados con el
adversario eterno del bien. Presenta a cuatro hombres que ocuparán un lugar en la crucifixión
de Jesús: Poncio Pilatos, Herodes, Anás, y Caifás. También presenta tres oficiales – Tiberio,
Felipe, y Lisanias – que sirven para marcar el principio del ministerio de Juan. Juan nacería unos
15 años antes de la muerte de César Augusto. El sucesor de Tiberio sostuvo el gobierno imperial
por unos 15 años. Para algunos, Juan el Bautista tendría unos 30 años cuando bautizó a Jesús.
Su ministerio conlleva autoridad ineludible; esta comisión de introducir al Mesías le fue
encomendada y recibió la misión de predicar su advenimiento. Su voz llegaría a oídos del mundo
a pesar de la rudeza del imperio que gobernaría por siglos; su reino sería notorio a pesar de la
negación de los poderes terrenales y la oposición férrea de sus adversarios. Hay algo curioso
que resalta en la determinación de D, porque su voluntad se cumple siempre a pesar de lo
adverso; su soberanía tan determinante rebasa las posibilidades humanas ya que para “Él nada
es imposible”; el texto señala el lugar y gente improbable, un desierto con personajes ajenos al
estatus esperado. Juan Bautista, para entonces personaje sin notoriedad entre el pueblo; el
desierto es un lugar sin esperanza que no evoca desarrollo, sin gente, sin importancia estrategia,
etc. pero desde ahí D se manifestó al pueblo antiguo y desobediente; desde nuestra sed, nuestra
necesidad, frustraciones, fracasos, desde ahí D está en busca del hombre siempre anhelando su
transformación, manifestando su amor y extendiendo su indiscutible salvación.
2. “Jesús y el Profeta que llama al arrepentimiento para recibir al Señor…” Adviento es un tiempo
para prepararse y encontrarse con el Señor, para que toda carne “vea la salvación de Dios”,
encontramos aquí la manera de prepararnos – y demanda hacer frutos dignos de
HOMILÍA DOMINICAL “JESÚS: ARREPENTIMIENTO, CAMINO Y SALVACIÓN” [Lc. 3:1-6]. Iván
Montes, vdm. SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO. “Adveniat Regnum Tuum”. Reforma SV. T3E02.

arrepentimiento – compartiendo con los necesitados – tratando a la gente honestamente –


utilizando el poder con justicia. El profeta declara “Una voz grita: Preparen en el desierto un
camino para el Señor; allanen la estepa, una senda para nuestro D. Que los valles se eleven,
que las montañas y colinas se abajen, que los caminos tortuosos se hagan rectos, así como los
llanos escabrosos. La gloria del Señor se hará manifiesta y todo mortal la verá porque la boca
del Señor ha hablado” [Is. 40:3-5]. El anuncio profético es una convocatoria donde pide a la
gente prepararse para la visita de Dios. El ministerio de Juan consiste en hacer un llamado al
arrepentimiento por lo torcido de nuestras vidas para que estos corazones anden en vida de
rectitud y justicia. Juan deja claro que nuestro arrepentimiento es lo que prepara el camino del
Señor – la materia necesaria para rellenar las crestas de valles y montañas. Pide además “…que
los caminos torcidos sean enderezados”. También, este llamado es para nosotros; a la iglesia 2
en general, debemos tener cuidado de ofrecer al Señor estos frutos importantes, no sea que
demos la impresión que la función más elevada de la comunidad de fe señale a mantener un
presupuesto, construir un edificio o desarrollar un programa; estas son metas dignas; sin
embargo, la meta del mensaje es preparar todos los corazones para que reciban al Señor, lo cual
representa el fin del creyente, encontrarse con su D y Señor; debemos recordar que la obra
demandada es preparar vidas y corazones para recibir al Señor. En el texto la voz usada es [GR.
METANOIAS] el cual significa CAMBIAR LA MANERA DE PENSAR – o darse la vuelta – proceder
en una nueva dirección, dejar las rutas inciertas y seguir la senda del Señor. D desea que
meditemos en la vida actual, como lo hizo el hijo pródigo, y considerar que la casa del Padre nos
aguarda, darnos cuenta que el resguardo porcino es un espacio indigno para el hombre. Ese
reino anunciado significa restaurar al hombre a la vida de realización, a una felicidad perdurable
y veraz. Juan anuncia: “El Reino de D está cerca” significa que el hombre que se adhiera a la
justicia de D y trasladado al reino de los cielos debe unirse a D y vivir bajo su dirección. Con ello,
D les reconcilia consigo mismo de tal manera que este reino significa “Una novedad de vida”
[Ro. 6:4]. El arrepentimiento y reino de D incluye poderes redentores en donde la Gracia de D
se derrama y, una vez, operada eficazmente demanda al hombre que se arrepienta. Acá se
comprende que este acto de arrepentirse tiene como fundamento su misericordia extendida
desde el cielo. El acto mismo de arrepentirse no es la base del perdón –como muchos predican-
sino, es su gracia poderosa; este arrepentimiento como una respuesta del hombre es necesario
para hacer efectiva la reconciliación del hombre con D, dice el Apóstol: “Pues D estaba
reconciliando al mundo por medio de Cristo, no teniendo en cuenta sus pecados y
haciéndonos a nosotros depositarios de la Palabra de la reconciliación” [II Co. 5:19]. Según la
enseñanza apostólica y el orden enseñado por Juan Calvino, la maravilla de la salvación ocurre
así: “Primero, ese perdón descansa en Cristo, y no significa que nos tratará con indulgencia
ante nuestros pecados, sino más bien traerá sanidad de nuestras transgresiones porque
venimos desde la muerte, estamos afectados y debe restaurarnos; segundo, sin el
remordimiento por nuestras transgresiones, ofensas y delitos pecaminosos ningún hombre
gustará la gracia de D; no olvidemos que su gracia llega cuando estamos en condición de
muerte y enemistado con su Creador, o sea está separado de D; tercero, D perdona nuestros
pecados mediante la obra sacrificial de Cristo y su sangre; en cuarto lugar, el Señor nos libra
de la condenación eterna y conforma nuestra imagen perturbada y deteriorada a su nueva
imagen conforme a la de Cristo para vivir en el ámbito de su justicia; además, D efectúa la
maravillosa adopción como hijos auténticos y procede a la regeneración lo cual hace efectiva
por su poderoso Espíritu; finalmente, D nos guía cual amado Padre quien desea lo mejor para
sus hijos a fin de reunirlos para siempre en su hogar y destino eterno”. Esta bella aclaración
nos invita a rendirnos en humildad, a buscar con ahínco, a enderezar nuestras vidas y preparar
HOMILÍA DOMINICAL “JESÚS: ARREPENTIMIENTO, CAMINO Y SALVACIÓN” [Lc. 3:1-6]. Iván
Montes, vdm. SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO. “Adveniat Regnum Tuum”. Reforma SV. T3E02.

nuestras mentes en sencillez, a ver con apremio la necesidad de cada hombre que se arrepienta
y venir al encuentro con su D.
3. “Jesús: Camino y Salvación…” La Ley y profetas tienen vigencia hasta Juan [Lc. 16:16] desde
entonces el Reino de D es predicado. Nadie debe cometer el error de poner el Evangelio por
debajo de la Ley, no es inferior a los preceptos legales devastadores para el hombre en cuanto
al cumplimiento, sino es una novedosa manera de instruir y ganar el corazón del hombre. El
Profeta señala a Juan el Bautista “He aquí les envío mi mensajero…” [Mlq. 3:1] anuncia que lo
nuevo va a sustituir lo viejo e inoperante; proclama la llegada de un heraldo que señala hacia el
Evangelio; D llega a restaurar su pueblo. Zacarías hace certera la conexión de Cristo, señalándole
como hombre verdadero [Jn. 1:14] el Evangelista Mateo apunta a la descendencia de Abraham
y David [Mt. 1:1]. Aquellos pastores [Lc.2:8] Magos [Mt. 2:1] y Simeón [Lc. 2:25] son 3
consecuentes en la aprobación de su divinidad. Se le presenta como el camino, verdad y vida, la
senda más clara y ciertísima para redimir a la humanidad. Su venida y mensaje es muy claro en
cuanto que no será un hecho aislado sino expreso y evidente para todos; SAN FRANCISCO DE
SALES enseñaba: “Toda carne verá la salvación del Señor, no será un hecho oscuro o invisible,
esta salvación será vista por todos”. Jesús decía: “Y será predicado este Evangelio del Reino
en todo el mundo para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” [Mt. 24:14]
significa que será notorio a la humanidad esta su luz, su gracia, la sazón, su proclamación, todos
los pueblos oirán esas preciosas noticias que son traídas para llenar la tierra con su misericordia;
el Profeta vaticina de Cristo y su Evangelio “Pues la tierra se llenará del conocimiento de la
gloria del Señor, así como las aguas cubren el mar” [Hb. 2:14] estos tiempos no son para
hundirnos en la desesperación, sino gozarnos en la esperanza de la época con la llegada de Jesús
a vuestras vidas. Conocemos de tantas crestas, valles, tantos montes y senderos tortuosos; esos
terrenos escabrosos son nuestros temores, miedos, los afanes de la vida, el pánico a la muerte,
el desánimo, etc. En Cristo tenemos la fuerza para transitar su senda y encontrar su maravillosa
salvación. Estimados hermanos: Es tiempo de llenarnos de la confianza en D, esperar su
salvación, dar la bienvenida en ese encuentro tan esperado de su llegada inminente. Lo que el
profeta pide al hombre es: un cambio de mentalidad y de comportamiento; sólo a partir de un
cambio así, es como todos podrán ver la salvación de Dios. Detenga el hombre su mano asesina,
deje la guerra y opte por la paz; cuide y proteja a su hermano, ¡No robe más! No engañe más,
deje la corrupción y su camino de iniquidad, actúe con justicia, cuide y proteja a su prójimo,
hagamos del amor nuestro primordial mandamiento. Así veremos la salvación de nuestro D y su
inminente manifestación.

Oremos: D de misericordia, que enviaste a tus mensajeros, los profetas, a predicar el


arrepentimiento y preparar el camino de nuestra salvación: Danos gracia para atender sus
advertencias y abandonar nuestros pecados, a fin que recibamos gozosamente la venida
de Jesucristo nuestro Redentor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo D,
ahora y por siempre. AMÉN.

“Y… QUE EL SEÑOR OMNIPOTENTE Y MISERICORDIOSO: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO NOS
BENDIGA Y NOS GUARDE. AMÉN.

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