El género se refiere a la manera en que la sociedad cree que tenemos que
vernos, pensar y actuar como niñas y mujeres, y niños y hombres. Cada cultura tiene sus creencias y reglas informales sobre cómo deben actuar las personas según su género. En la actualidad, las ciencias sociales hacen una distinción entre el concepto biológico de sexo femenino y masculino, y el concepto cultural de género, el cual da lugar a la discusión sobre la identidad de género. La búsqueda de la igualdad de género es un elemento central de una visión de la sostenibilidad en la cual cada miembro de la sociedad respeta a los demás y desempeña un papel que le permite aprovechar su potencial al máximo. La amplia meta de la igualdad de género es una meta social a la que la educación y las demás instituciones sociales deben contribuir. La discriminación de género está imbricada en el tejido de las sociedades. En muchas sociedades, las mujeres llevan la carga principal de la producción de alimentos y la crianza de los niños. Además, las mujeres a menudo son excluidas de las decisiones familiares o comunitarias que afectan a sus vidas y bienestar.
El género incluye roles y expectativas que tiene la sociedad sobre conductas,
pensamientos y características que acompañan al sexo asignado a una persona. Las ideas sobre cómo se espera que hombres y mujeres se comporten, se vistan y se comuniquen contribuyen a construir la concepción del género. Este también suele ser masculino o femenino, pero en lugar de referirse a partes del cuerpo, alude a cómo se espera que actuemos según el sexo. El sexo asignado y la identidad de género de algunas personas son prácticamente iguales o están alineados. La palabra género, se refiere a los atributos sociales y las oportunidades asociadas a ser hombre o mujer, y las relaciones entre mujeres y hombres, niñas y niños. Estos atributos, oportunidades y relaciones se establecen y se aprenden en la sociedad, son específicos al contexto o tiempo, y pueden cambiar, por ejemplo: el hecho de que las mujeres hagan más tareas del hogar que los hombres. El género determina lo que se espera, se permite y se valora en una mujer o un hombre en un contexto determinado. El “hombre” y la “mujer” son categorías sexuales, mientras que lo “masculino” y lo “femenino” son categorías de género. En otras ocasiones el término “género” se utiliza como si fuera solo una forma educada de decir “sexo” y esto puede influir también en las formas en que los prejuicios culturales sobre hombres y mujeres se han infiltrado en teorías científicas. Considerando entonces la importancia de esta variable, es necesario que los investigadores y revisores estén conscientes de que no se puede usar el “sexo” y el “género” indistintamente, ya que presentan diferencias importantes. En caso de ser importante el aspecto sociocultural para el estudio, se podría incluir en el registro de datos tanto el sexo al nacer como la identidad de género actual, ampliando el número de opciones de respuesta más allá de “masculino” y “femenino”, y reconociendo así la diversidad en la expresión de género. Otra cuestión a tener en cuenta es la perspectiva de “género” en la investigación biomédica, el cual va a permitir analizar como las representaciones sociales y biológicas influyen en el fenómeno estudiado de forma diferente para hombres y mujeres. En este sentido, el análisis desde una perspectiva de género pone en relieve los roles tradicionales que incluyen posiciones de poder-subordinación entre hombres y mujeres, y resaltan varios niveles de exposición a ambos, muchas veces relacionadas, por ejemplo, con la predisposición de enfermedades de diferente forma. Es importante que la consideración de estas diferencias comienza desde la formación profesional (donde empieza muchas veces la adquisición de herramientas para investigar), al respecto recalcar la importancia de que se consideren en los planes de estudio evidencia científica y actividades que consideren y distingan sexo de “género” y que las autoridades, docentes y estudiantes de las universidades, tienen claras las diferencias entre estos conceptos, así como las implicaciones que tienen en el campo de la medicina y salud.
En conclusión, podemos decir que el manejo de la igualdad de género es un
asunto del cual los expertos en género deben encargarse, las cuestiones de género son demasiado sensibles. Todos podemos hacer algo, así sea muy poquito, para promover la igualdad de género a través de la educación. Todos tenemos experiencias personales, positivas o negativas, respecto al impacto de género en nuestras vidas, de manera que podemos hablar con confianza basada en la experiencia al enfrentar la discriminación basada en género. Podemos convertir el ambiente escolar en algo acogedor y seguro para todas las niñas y los niños y promocionar los derechos de cada uno a la educación. Programar en favor de la igualdad de género no necesariamente requiere de mucha experiencia y recursos adicionales. Las medidas pequeñas como buscar la forma de animar a los estudiantes a interactuar, o analizar la manera en la cual los y las docentes se dirigen a los estudiantes masculinos y femeninos pueden ser pasos importantes hacia la igualdad de género.