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La propiedad colectiva venezolana es la perteneciente a grupos sociales o personas para su

aprovechamiento, uso o goce, pudiendo ser de origen social o de origen privado. La economía
venezolana se está conformada por tres sectores institucionales, los cuales son: Sector
público, economía social y el sector privado.

En la actualidad, Venezuela transita por un proceso profundo de transformación y cambio en


su estructura social, económica, política e institucional de grandes magnitudes, contando para
ello con un marco constitucional que garantiza el pleno respeto de los principios y derechos
fundamentales de los ciudadanos y ciudadanas.

Dentro de estos derechos fundamentales, se encuentra el derecho a la propiedad colectiva de


las tierras por parte de las comunidades indígenas, que es garantizado por el ordenamiento
jurídico venezolano en relación a la existencia de los pueblos indígenas y su vinculación con la
integridad de sus hábitat, planteándose así el reconocimiento de los pueblos y comunidades
indígenas como titulares de sus hábitat y como personas jurídicas de derecho público, a fin de
darles mayor protección y garantizar la continuidad de su existencia.

Los derechos territoriales reconocidos a los pueblos indígenas en la nueva Constitución


Bolivariana incluyen la tenencia y pro piedad de la tierra, tanto colectiva como individual; de
igual modo abarcan los recursos naturales en beneficio de las comunidades indias. Los
intereses de las empresas transnacionales y la globalización de la economía están destruyendo
los modelos de subsistencia de muchos pueblos indígenas y de tantas colectividades humanas

Por ello, los países ricos en recursos energéticos como es el caso de Venezuela, deben luchar
por garantizar definitivamente el derecho que tienen los pueblos indígenas a la propiedad
colectiva de sus tierras, y así garantizar el desarrollo de su existencia

El Gobierno debe garantizar el derecho de acceso a las tierras, así como el derecho de las
comunidades indígenas de participar en el uso, administración y conservación de los recursos
naturales existentes en sus hábitats.

Ante cualquier actividad industrial y/o de explotación de recursos naturales susceptibles de


degradar el ambiente, se requerirá la consulta y opinión favorable de los pueblos indígenas
que tradicionalmente habiten en esas tierras, sobre todo si afectan la subsistencia y el modo
de vida de estas comunidades

De este modo se considera la propiedad indígena más bien de naturaleza colectiva, contraria a
la propiedad privada individual en que se basan los ordenamientos jurídicos, pues en ella, a
diferencia de la anterior todos los individuos miembros de la comunidad son titulares del
derecho pero ninguno de ellos puede disponer de él.

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