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1. Introducción
Los pueblos indígenas del área costeña y andina se articulan en comunidades, denominadas
indígenas, hasta la reforma agraria de la década del 70, en que adquirieron el nuevo nombre de
comunidades campesinas, con el que permanecen hasta la actualidad. Los pueblos amazónicos,
fueron impelidos a organizarse de forma nuclear, en comunidades denominadas “nativas”, para
adecuarse a la legislación de entonces.
Las constituciones peruanas han considerado los derechos indígenas solamente como los
correspondientes a “comunidades”. Esta es una herencia de la época colonial, cuando los pueblos
originarios fueron divididos en porciones mínimas de derechos, llamadas durante mucho tiempo
“comunidad indígena”. La integridad de los pueblos (ayllus) se resquebrajó porque fueron divididos
en comunidades y esta situación se agravó durante la época republicana.
Las organizaciones indígenas sostienen que los derechos comunales no sólo deben cumplirse de
manera efectiva, sino que además los pueblos indígenas deben recuperar el rango jurídico que
les corresponde por ser pueblos y, en consecuencia, recuperar su condición de sujeto pleno de
derecho.
Los pueblos indígenas poseen derechos históricos preexistentes al Estado y comparten la misma
calidad jurídica que poseen los derechos humanos personales y que se desprenden de su propia
condición y se conservan en tanto existen como tales y en consecuencia, los derechos de los
pueblos indígenas son antiguos pero no envejecen y no pueden abolirse jurídicamente. Cualquier
legalidad contraria es en sí misma nula.
Diversos estudios señalan a las Comunidades, Campesinas y Nativas, como el sector de mayor
pobreza y exclusión en el país, lo cual ha implicado su poca participación en la sociedad y la
restricción en el ejercicio de sus derechos.
Para los pueblos indígenas, desde distintas cosmovisiones y perspectivas particulares, el territorio
es vital, no sólo para su supervivencia, sino por los lazos ancestrales que le dan fuerza y cohesión
social y cultural al grupo.
El territorio indígena es comprendido como la totalidad del hábitat de un pueblo, es decir desde el
punto de vista geográfico integra no sólo la superficie terrestre, las aguas y el subsuelo sino que
desde el punto de vista cultural abarca el espacio en el cual la cultura de un pueblo se asienta y
reproduce.
De acuerdo al Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales:
“(...) los gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores
espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con
ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los
aspectos colectivos de esa relación”.
“la utilización del término “tierras” en los artículos 15 y 16 deberá incluir el concepto de
territorios, lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones que los pueblos interesados
ocupan o utilizan de alguna otra manera”.
Frente a estos hechos no se ha encontrado norma alguna que establezca en forma expresa los
procedimientos de consulta a las comunidades, como lo establece el Convenio 169 – OIT, a fin de
determinar si los intereses de esos pueblos serían perjudicados y en que medida, antes de
autorizar cualquier programa de prospección o explotación de los recursos existentes en sus
territorios. Esta situación se agravó más cuando en la Constitución de 1993, se eliminó el carácter
de inalienabilidad de las tierras comunales, al precisar su uso y libre disposición, lo que fue
concordado posteriormente con la Ley 26505 (conocida como Ley de Tierras) y la ley Nº 26845
Ley de las Comunidades Campesinas de Costa.
Por ello resulta importante enmarcar el problema de la seguridad jurídica de los territorios de las
Comunidades Campesinas y Nativas en la normativa internacional representada específicamente
por la legislación sobre derechos humanos como Declaración Universal de los Derechos
Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos que consagran la igualdad de todas las personas
ante la Ley sin distinción alguna, que es criterio reiterado por la Convención Americana de
Derechos Humanos.
• Existen 1,267 Comunidades Nativas reconocidas de las cuales hay 1175 tituladas y 603
inscritas en los Registros Públicos. Del total solo 700 cuentan con información de catastro
georeferenciado.
• Los títulos de las Comunidades Nativas están compuestos por el título de propiedad
propiamente dicho y el contrato de cesión en uso por tiempo indefinido de las áreas
forestales. Esta diferenciación ha generado confusión y se debe establecer cuantos de
estos contratos se encuentran en los Registros Públicos.
• Las Comunidades Nativas, de acuerdo a su desarrollo, mantienen poca relación con el
Estado y pueden movilizarse de un lugar a otro en busca de alimentos, dejando atrás los
territorios titulados.
• Los planos levantados con fines de titulación de las Comunidades Nativas, especialmente
durante el período 1975-1990 se efectuaron haciendo uso de instrumentos de poca
precisión (teodolitos, brújulas, winchas etc.) o en algunos casos se elaboraron en gabinete
teniendo como referencia solamente a los ríos más importantes y al ser replanteados
difieren de la real ubicación geográfica del territorio comunal, en áreas y linderos que
repercute en la estabilidad jurídica de las tierras tituladas a favor de las Comunidades
nativas.
• La experiencia de las Comunidades Nativas que han asimilado colonos permite apreciar
que la diferencia de culturas genera conflictos sociales serios, por cuanto los colonos
provenientes de grupos sociales con otras costumbres e integrados a un mercado, buscan
producir para vender y obtener mayores ingresos y su número de familia crece a mayor
ritmo que los nativos que viven mayormente de la caza, recolección, pesca y agricultura
incipiente debido a la mala calidad de los suelos, motivo por el cual siempre están
trasladándose de un lugar a otro mientras que los colonos suelen cultivar la tierra de modo
intensivo o vender la madera con lo que depredan el bosque.
• Las Comunidades Nativas se encuentran ubicadas en las márgenes de los ríos y presentan
agrupaciones que al elaborar el catastro permite descubrir espacios vacíos que son materia
de solicitud de ampliaciones para consolidar su territorio, lo que involucraría establecer con
exactitud los territorios comunales y garantizar su integridad. Las solicitudes de ampliación
no han sido tramitadas, en su gran mayoría, por falta de un catastro.
• Existen Comunidades que en la realidad ya no lo son, cuyo territorio ha sido ganado por la
expansión urbana.