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Parcial Domiciliario

“Discriminación y prejuicios hacia personas de tercera edad: cómo influye la sociedad


en la forma de ver la vejez”

Materia: Psicología social


Cátedra: 035
Profesor titular: Prof. Martín Wainstein
Comisión: 50
Ayudante: Roxana Fernanda Rusak
Alumna: Belloni Rocío Denise
DNI: 43302508
E-mail: rbelloni14@gmail.com
2° cuatrimestre, 2020
El desarrollo del trabajo tomará una perspectiva sistémica y construccionista social, y se utilizará de
ejemplo, para englobar los conceptos a desarrollar, las situaciones de prejuicio típicas que enfrentan
las personas de tercera edad de manera sistemática en el contexto de la cultura occidental.
Para comenzar con la relación hay que partir por la definición de las representaciones sociales;
estas son, para Moscovici (1961/1972), conocimientos del sentido común cuya función es aportar
medios compartidos intersubjetivamente para comprender, clasificar y orientarse en la vida cotidiana.
Los autores Fabio Lorenzi-Cioldi y Alain Clémence (2001) las definen como conocimientos de
sentido común sobre temas generales que son el centro de la conversación cotidiana, las cuales nos
indican cómo y por qué le otorgamos determinados significados específicos a cierta información en
relación con otra información.
Las representaciones sociales nos sirven para comprender el mundo, y además permiten que dos
sujetos posean diferentes concepciones del mismo objeto, generando dos objetos diferentes según
la posición de cada uno; es por eso que las personas tenemos formas distintas de comprender el
mundo, ya que cada persona genera un determinado objeto de algo según la representación social
que asocie a este. Un ejemplo de las diferencias que producen las representaciones sociales con
respecto a la vejez se dá en el ámbito cultural. En las culturas orientales podemos ver como los
ancianos son personas respetadas y admiradas, mientras que en la cultura occidental los ancianos
son, cada vez en mayor medida, víctimas de la discriminación y el maltrato físico, psicológico,
emocional, sexual, financiero, por negligencia intencional o por omisión. (Declaración de Toronto,
2002, p.2). Hoy en día, y a pesar del aumento del envejecimiento activo, se comparten
representaciones sociales desfavorables sobre ese grupo y suele asociarse la vejez con estereotipos
negativos como lo son la pérdida de estatus, del rol social por uno más pasivo y dependiente, la
improductividad, la dependencia,enfermedad, pérdida de capacidades cognitivas, aislamiento
social.etc. Los estereotipos, esto que Dovidio, Hewstone, Glick y Esses (2010) definen como
conjuntos de creencias acerca de las características y atributos de un grupo y sus miembros, que
influyen en cómo el individuo piensa y actúa frente a un determinado grupo, son socialmente
percibidos, y se encargan de procesar información acerca de otros (Hilton y von Hippel, 1996). Las
creencias no son negativas en sí mismas, sino que se vuelven negativas al vincularse con un afecto
e intención particular.
Las personas mayores, al cargar con la representación social de ser un peso y una obligación para
su familia, acaban siendo influenciados a creer que su vida tiene menos valor, haciéndolos más
proclives a la depresión y el aislamiento social. Esta influencia social, a saber el proceso por el que
la presencia real o implícita de otra gente influye en las actitudes y la conducta (Hogg y Vaughan,
2010, p.236) impone la representación de que la vejez es mala, y esto tiene que ver con la norma
que prevalece en la sociedad consumista actual; la norma, es decir, la uniformidad en las actitudes
y las conductas entre las personas (Hogg y Vaughan, 2010, p.236) es la de ser joven, tanto en el
ámbito de la belleza, en el laboral, en el del deporte, entre otros. Esta norma es comunicada de
manera no verbal, esto es mediante la comunicación entre individuos que no implica el contenido del
lenguaje hablado (Baron y Byrne, 2005, p.41). Además, la comunicación debe ser entendida,
siguiendo la teoría de la comunicación humana de Watzlawick (1971) como un proceso de
interacción el cual repercute en la conducta de los individuos. No hace falta que se comunique
explícitamente que ser joven es ser mejor, más útil, más bello, más productivo, sin embargo se ve en
las publicidades, en los medios de comunicación, a la hora de buscar un trabajo, en la discriminación
sistemática que le niega servicios de salud a los mayores y que los vulnera económicamente, en el
abandono por las familias, etc. Podemos ver cómo se impone esta norma cuando las personas
optan por esconder sus arrugas, realizarse operaciones estéticas, entre otras cosas, para ocultar el
paso de los años. Esto indica que las normas no sólo repercuten en el exogrupo sino que también
son seguidas por los miembros del endogrupo.
Los mayores presentan cada vez más dificultades a la hora de comunicarse, de interactuar, y
relacionarse en la sociedad. Esto se ve impulsado por el aumento de prejuicios atados a la
concepción de vejez. Los prejuicios, como actitudes, son elementos cognitivos, afectivos y
comportamentales; Dovidio, et. al. (2010) los definen como actitudes positivas o negativas hacia un
grupo y sus miembros, que crean o mantienen relaciones jerárquicas y de estatus entre los grupos
sociales. Los miembros jóvenes de la sociedad para mantener su estatus favorable respecto de los
ancianos ejercerán poder sobre ellos, es decir, utilizarán su capacidad de influir en otros y de resistir
sus intentos por influir (Hogg y Vaughan, 2010, p.237) y, mediante lo que Baron y Byrne (2005)
definen como el proceso a través del cual buscamos conocer y comprender a otras personas, a
saber la percepción social, este endogrupo le otorgará cierto rol social a los miembros del exogrupo.
El grupo de las personas mayores, ante esta presión donde le imponen un rol según las normas
sociales, presentan aceptación, acatamiento y complacencia, es decir que poseen un mayor cambio
superficial, público y transitorio de sus conductas y de sus actitudes, expresadas en respuesta a
peticiones, coerción o presión del grupo de poder (Hogg y Vaughan, 2010, p.236). El nivel de
complacencia es influido por el grado de poder que perciben que tiene el grupo contrario. Mayor
influencia social tiene el grupo de poder, mayor complacencia tendrá el grupo minoritario.
Los prejuicios que rodean al grupo de las personas mayores y al envejecimiento también repercute
de forma importante en la salud física y mental de los miembros de este grupo de edad. Según el
Modelo del Contenido de los Estereotipos de Fiske, Cuddy, Glick y Xu (2002) los ancianos
pertenecen al grupo afectado por los prejuicios paternalistas generados por emociones de piedad, ya
que presentan un alto grado de calidez (Confianza, sinceridad, amistad y afecto), pero un bajo nivel
de complacencia (eficiencia, inteligencia y seguridad de sí mismo). Queda catalogado entonces
como un grupo de bajo estatus, considerado como poco afortunado debido a causas que están fuera
de su control, y en el cual, según Etchezahar y Ungaretti (2019), la compasión del sentimiento de
piedad por parte de quien percibe, en este caso los jóvenes, se posiciona en un papel dominante,
superior a la persona percibida, es decir los ancianos.
Por otro lado, es algo común que no haya suficiente información sobre la vejez ya que no se suele
escuchar a los ancianos hablar sobre este tema, sumado al hecho de que se asocia la vejez a la
muerte cercana (razón por la cual segregan y ocultan a los ancianos muy deteriorados en centros
de jubilados para “evitar el contagio de la vejez”). El miedo de nuestra propia muerte y la
incertidumbre sobre nuestra vida en el futuro se debe a la falta de información sobre estos; esta falta
de información es también fuente de prejuicios, ya que al no tener información sobre la vejez se
produce una emoción negativa que puede llegar a ligarse con una actitud, dando origen a los
prejuicios.
Muchas veces los prejuicios llegan al punto de la acción, convirtiendose en discriminación, en
aquellos comportamientos individuales que se encargan de crear, mantener y/o refuerzar las
ventajas de un grupo y sus miembros por sobre otros (Dovidio et al., 2010). La discriminación es el
medio por el cual el endogrupo (de la población joven, en este caso) segrega a los integrantes del
exogrupo (las personas mayores), y se puede dar tanto de manera directa, como violencia física,
arrebatos a la salida de bancos, malas praxis por parte de los médicos o abandono físico; y de
manera indirecta, ya sea como segregación, indiferencia, aislamiento, insultos, desamparo o
inserción en contra de su voluntad en geriátricos.
Ahora bien, ¿cómo surgen los prejuicios y los modos de discriminación en una persona?
Acá es donde aparece la familia como constructora de realidad. La familia, si bien no hay una
definición única ni verdadera, es entendida en nuestro contexto, sirviéndose de la teoría general de
los sistemas. La familia es comprendida como si fuera un sistema con elementos relacionados según
tipos de interacciones específicas (Wainstein y Wittner, 2016). Es en esta interacción, o sea en esta
comunicación, que la familia cumple con su función principal de socialización y crianza (Flaquer L.,
1998) además de las de regulación y organización de la conducta de los miembros menores, apoyo
emocional y nutrición de la vida social (Wainstein y Wittner, 2016).
Al comunicarles ciertos significados y representaciones a los niños, están definiendo su realidad, y
esta idiosincrasia influirá en su conducta. La familia es uno de los primeros contextos sociales del
desarrollo humano, donde ocurre la socialización primaria y donde el niño no tiene otro contexto con
el cual comparar su idiosincrasia; por lo tanto, si durante la crianza de un niño se le inculca que a los
mayores hay que evitarlos, juzgarlos, segregarlos, mostrarles indiferencia o incluso abandonarlos,
ese niño normalizará el prejuicio hacia los ancianos, repercutiendo en la forma en que los tratará.
La familia depende además, de su contexto, de su cultura, esto quiere decir que según donde se
encuentre esa familia, se sostendrán y comunicarán diferentes construcciones de significados y
diferentes representaciones sociales; vale decir entonces que se comunican diferentes realidades.
Luego, el niño comenzará la socialización secundaria y conformará lo que Sluzki (1996) denominó
redes sociales, a saber, aquellos vínculos institucionales y personales que colaboran en la
socialización secundaria. Mediante la función de regulación o control social de las redes sociales
(Sluzki C.,1996, p.50) que operan neutralizando las desviaciones de comportamiento que se apartan
de las expectativas colectivas, es que el niño podrá o no deshacerse de estos prejuicios.
A modo de conclusión podemos decir que un endogrupo, por medio de la comunicación (el
lenguaje,y sobre todo la comunicación no verbal) comparte representaciones sociales sobre
determinado grupo minoritario ajeno a él, sobre el cual se quiere imponer poder, para influir en la
concepción que tenemos de este y en las formas de interactuar con las personas pertenecientes a
ese exogrupo. Las representaciones sociales que tenemos de un grupo portan con ciertos
estereotipos que al ligarse a determinadas emociones y actitudes negativas llegan a formar
prejuicios. Los endogrupos, para mantener su posición favorable respecto al exogrupo, van más allá
del simple prejuicio, llevándolo a la acción mediante la discriminación. la forma en que estos
prejuicios sobre determinado grupo se reproducen e instalan en la sociedad es a través de la
institución de reproducción de la realidad, es decir, la familia; la familia se va a encargar de construir
la realidad para los miembros más jóvenes, transmitiendoles los valores, formas de interacción, las
representaciones sociales y los prejuicios que se encuentran en su contexto.

Referencias
-Baron, R. y Byrne, D. (2005). Percepción social: Comprender a los demás. En Psicología
Social (pp. 39-80). Madrid: Pearson Educación.
-Di Iorio, J. (2019). Aproximación al concepto de Representación social. Ficha de cátedra.
-Etchezahar, E. y Ungaretti, J. (2019). Psicología Social del Prejuicio. Ficha de Cátedra.
-Gracia Fuster, E. y Musitu Ochoa, G. (2000). Psicología social de la familia. Barcelona:
Paidós.(Fragmentos seleccionados)
-Grez Ampuero, V. J., (2012), Maltrato familiar y social: “Una mirada crítica desde los
derechos del adulto mayor” (tesis de grado). Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
-Hogg, M. y Vaughan, G. (2010). Influencia Social. En Psicología Social (pp.235-265).
Madrid:Panamericana.
-Lorenzi-Cioldi, F. y Clémence, A. (2001). Procesos Grupales y la Construcción de las
Representaciones Sociales. En M. Hogg y S. Tindale (Comps.) Blackwell Handbook of
Social Psychology: Group Processes. Malden: Blackwell Publishers. Traducción de la
Cátedra.
-Moreno Alonso, F. (2007). El estudio del prejuicio en la Psicología social: definición y causas.
En F. Morales, M. Moya, E. Gaviria, e I. Cuadrado (Comps.) Psicología Social (pp. 591-
618). Madrid: McGraw Hill.
-Sluzki, C. (1996). La red social: proposiciones generales. En C. Sluzki, La red social: frontera
de la práctica sistémica (pp. 37-70). México: Gedisa.
-Wainstein, M. y Wittner, V. (2016). ¿Qué es una familia? En M. Wainstein (Comp.) Escritos
de Psicología Social (pp.93-100). Buenos Aires: JCE Ediciones.
-Wainstein, M., (2016). Familia, terapia y posmodernidad. En M. Wainstein (Comp.) Escritos
de Psicología Social (pp. 83-92). Buenos Aires: JCE Ediciones.
-Watzlawick, P., Beavin, J. y Jackson, P. (1971). Teoría de la comunicación humana. Buenos
Aires: Tiempo Contemporáneo. Cap. 1 y 2.

Sitios Web
● https://psicomundo.com.ar/tiempo/seexpresan/discriminacion.htm
● https://envejeceractivos.com/discriminacion-de-las-personas-mayores/
● https://cenie.eu/es/blog/paseo-por-el-envejecimiento-cultura-y-tradiciones

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