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Marco teórico:
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fuerte producción identitaria. El rol que se lleva a cabo durante años se configura
como un sostén que determina la identidad del sujeto, la manera en que se define,
cómo se ve y concibe. Al encontrarse en el final de la etapa laboral ya frente al
proceso de jubilación, se produce un proceso de refiguración en el que se abre paso
preguntas acerca de qué serán y harán a partir de ahora. Conlleva a que el sujeto
se sienta conmovido acerca del autoconcepto que tiene de sí, de su imagen y
reconocimiento. En este proceso, se generan pérdidas muy fuertes e importantes
que tienen un impacto en la identidad, el sujeto pierde el rol social que lo definió
durante gran parte de su vida, de sus capacidades y se lleva a cabo la desinserción
del contexto laboral para dar lugar a la introducción de nuevos escenarios. Una vez
que se generen estos cambios, se empieza un proceso de configuración, para la
reconstrucción de la identidad. Por lo tanto, es de fundamental importancia que la
persona conciba la jubilación como un proceso que lo habilita a la producción de
nuevos proyectos, a redescubrirse y redefinirse con nuevos objetivos, expectativas y
metas, y no concebirse como un sujeto improductivo.
Por otro lado, otro de los conceptos teóricos que aparecen recurrentemente
en las entrevistas para pensar la vejez es el de configuraciones vinculares. Estas
“son los modo en que se relaciona un sujeto con una persona, objeto, institución o
ideal, como la incidencia de ese vínculo en las representaciones y significados (o
figuras) sobre el sujeto” (Iacub, 2012, p. 1). A su vez, los vínculos son maneras de
lograr un acercamiento y un contacto con objetos, instituciones, ideales y personas
para obtener representaciones, afectos, y apoyo. Resulta de fundamental
importancia definir a los vínculos como sostén identitario, en tanto ambos –vínculo e
identidad- se determinan y conforman mutuamente. Tienen la característica de ser
más íntimos -a diferencia de las relaciones-, y cuando se pierden, no se duelan las
relaciones sino los vínculos. Dentro de las configuraciones vinculares aquellas que
se consideran importantes en la vejez son la abuelidad, nuevas parejas, nuevas o
antiguas amistades, familia.
La abuelidad suele aparecer como uno de los logros de esta etapa vital, ya
que permite recuperar una posible vínculo afectivo intenso, renovar la relación con
los hijos y sentir que se compensa la vivencia de finitud y de pérdidas físicas con la
continuidad que brindan los más jóvenes. Aunque también es posible hallar celos y
envidia, tanto por parte de los padres como de los hijos.
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Por otro lado las amistades cobran fundamental importancia durante la vejez,
a partir de investigaciones y estudios, se arriba a que los y las viejas con buenas
amistades presentan mayor longevidad que aquellas que están aisladas. La
participación de las personas mayores en actividades sociales posibilitan la
producción de nuevos escenarios, en los cuales los pares pasan a tener un lugar
fundamental, de cercanía, contención y apoyo. Esto lleva a pensar y desarrollar
acerca del constructo apoyo social y teoría de la actividad en la vejez.
Se define el apoyo social como “la ayuda ya sea emocional, instrumental o de
otra índole que se deriva de un determinado entramado social” (Arias, 2008, p.1).
Una red de apoyo social se conforma por un grupo reducido de relaciones no
familiares y familiares que son capaces de brindar distintos tipos de apoyo, como el
emocional o el instrumental. En el caso de los adultos mayores, las redes son más
pequeñas pero los vínculos son más íntimos, esto se debe a que tienen una mayor
selectividad y se preocupan más por mantenerlos. Esto se puede explicar a partir de
la teoría de la selectividad socioemocional, la cual sostiene que los adultos mayores
asumen un rol proactivo en sus relaciones sociales, seleccionan intencionada y
estratégicamente los vínculos que les interesan seguir manteniendo y
profundizando, dado que consideran que el disponer de relaciones familiares y
sociales satisfactorias es un aspecto fundamental para mantener una buena calidad
de vida en la vejez.
Respecto a la Teoría de la Actividad, Iacub (2011) explica que la misma
busca explicar cómo los adultos mayores pueden adaptarse a los cambios que trae
la edad. Considera que las actividades que son relevantes para las personas
generan felicidad y parte de dos hipótesis: una de ellas plantea que las personas
viejas activas tienen más satisfacción y mejor adaptación que las inactivas; y la otra
es que son capaces de sustituir la pérdida de un rol por otro manteniendo su lugar
social. Hay tres tipos de actividades, la informal (con amigos y vecinos), la formal
(grupos voluntarios, centros socio recreativos) y la solitaria (se realizan en soledad).
Esta teoría es seleccionada por el valor de herramienta de transformación y
potenciadora, ya que permite ir más allá de los estereotipos y prejuicios que
identifican a los adultos mayores como sujetos inactivos, improductivos e incapaces
de realizar actividades permitiendo el empoderamiento en los mismos.
Desarrollo:
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Mientras se asocia la juventud a la productividad y a la realización de
diferentes proyectos, la vejez es una etapa de la vida que se asocia más al
estancamiento y la falta de motivación. Esto se debe al viejismo implícito presente
en todos los seres humanos, incluso en las personas mayores. Por ejemplo, M.M. ,
de 70 años, explica que no se siente una persona mayor ya que los ve como sujetos
que se quejan constantemente, hacen de todo un drama, “y charlan de una
manera...como si fueran al médico a buscar una enfermedad”.
Los aportes de la gerontología actual, permiten abordar la vejez desde una
perspectiva más abierta y moderna. Da lugar a la posibilidad de pensar a los adultos
mayores como personas capaces de desarrollar diferentes proyectos e ideas,
realizar actividades relevantes que son de su interés, y por consiguiente mejorar su
calidad de vida, ya que la participación en actividades impactan positivamente en la
salud física y mental.
Todos los entrevistados son jubilados, o se encuentran frente a este proceso,
lo que se puede destacar es que no se encuentran en un estancamiento. Se logra
pesquisar en sus relatos el planteamiento de diversas actividades y proyectos que
les permiten seguir desarrollando sus capacidades. Generan espacios placenteros y
gratificantes en los que se sienten útiles, y les permiten posicionarse como sujetos
activos más allá de su retiro laboral, y por lo tanto llevar a cabo la reconfiguración de
su identidad. El relato de C., mujer de 71 años ya jubilada, comenta: “Soy profesora
de apoyo, entonces tengo que estar pendiente de organizar las clases, porque tengo
alumnos de diferentes grados o años, primaria y secundaria y después a partir de
las 18.30 vengo para el centro de jubilados para participar de las actividades”.
Dichas líneas dejan de manifiesto que los adultos mayores, incluso después de la
jubilación, continúan trabajando y realizando actividades que los posiciona en roles
activos e importantes para ellos mismos y para la comunidad. Asimismo en R. de 63
años, quien se encuentra a poco más de un año y medio de jubilarse, observamos
un relato que acompaña la teoría antes mencionada de la siguiente manera: “Yo
cuando me jubile no pretendo tirarme en mi casa, tengo muchas cosas que quiero
hacer. Ya te dije que me gustaba la radio, me encantan los programas y ya me
llamó un amigo para hacer algo”. Por su parte, M. (70 años) cuenta que se jubiló
hace 7 años, tres años más tarde de lo que debía, pero sin embargo sigue
trabajando y va a continuar hasta que el físico le de. Además sostiene que nunca
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hay que dejar de tener proyectos y que quiere disfrutar del tiempo que le queda, al
respecto comenta: “un proyecto quizás es mudarme a Capital. Si viviera en Capital y
no trabajaría iría a todos los teatros que pudiera, me dedicaría a hacer cosas así, ir
al cine o hacer algún viaje. También me gustaría terminar el secundario…”. En otra
de las entrevistadas -M, de 79-, destaca en su relato que es socia de dos centros
de jubilados que le permiten viajar mucho, ir a fiestas, reuniones y pasarla muy bien.
La teoría de la actividad atraviesa transversalmente los diversos relatos de
los y las entrevistadas. Haciendo hincapié en el planteamiento de actividades
significativas y gratas para el adulto mayor, que posean un sentido donde se tenga
en cuenta el deseo, el gusto y la trayectoria del sujeto. En este sentido, el relato de
R. también acompaña la idea de que lo importante, además de la actividad en sí, es
que sea un momento placentero y gratificante en su rutina. Nos cuenta: “Amo ir a
pescar pero más que pescar es para ir a desenchufarse, eso tengo como hobbie. Se
desesperan mi hijo, mi sobrino y mi otro primo para que nos vayamos, pero el
cabecilla soy yo”. El interés pasa más por compartir un momento con sus seres
queridos y poder liberarse de los problemas de su cotidianidad que por la actividad
de la pesca misma.
Los relatos en relación al trabajo y la jubilación con sus respectivos ejemplos,
permiten destacar como se van produciendo procesos de refiguración y
configuración, en los que se van abandonando algunos contextos y posiciones con
todo lo que eso significa. Es interesante pensarlo desde Erickson: luego de la
jubilación no se produce un estancamiento, sino se plantean generatividad, energía
que los impulsa a habitar otros espacios nuevos, en los que se ponen en juego sus
deseos y permite pensarse llevando a cabo otros roles por fuera de lo
exclusivamente laboral.
Por otro lado, otro tema que se encuentra fuertemente impregnado en todas
las entrevistas son las configuraciones vinculares, específicamente, la abuelidad y
las amistades. En el caso de M.M. la Abuelidad fue un suceso importante en su
vida, de mucha felicidad. Comenta que nunca fue el tipo de abuela que “las cuida”
porque eso lo hace su consuegra: “yo soy la que las saca a pasear, les compro
cosas, las mimo”. Desde la clasificación de abuelidad de Neugarten y Weinstein, se
podría decir que es una abuela “lúdica o buscadora de diversión”, ya que la relación
es percibida como una fuente de placer y de satisfacción por ambas partes. La
misma definición coincidiría para el relato de Cecilia ya que expresa “Para mí fue
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algo fantástico, hermosísimo (…) Cuando sos mamá tenés que criar, cuidar,
proteger, retar, pero la abuela no reta” ambas en su discurso se alejan de la
representación de la abuela como figura de autoridad. Al respecto, M. (79) tambien
comenta que fue muy emocionante el nacimiento de su primera nieta. Para ella, sus
hermanos también son muy importantes, ya que mantiene una buena relación con
ellos y una buena comunicación: “nos hablamos siempre, nos visitamos, me voy de
veraneo”.
Respecto a la amistad, Marta M. se define como una persona solitaria e
independiente, que le gusta salir sola, ya que por su trabajo habla mucho con las
clientas de la peluquería, aunque destaca la amistad que mantiene con una señora
con quien se fue de viaje a Mar del Plata y Puerto Madryn. Sin embargo en el resto
de las entrevistas se encontró como denominador común la participación activa en
el centro de jubilados. C., también manifiesta conocer gente en el centro de
jubilados al cual asiste e informa que también comparte este espacio con amigas de
hace mucho tiempo: “Con Teresita hace 22 años que somos amigas. Con Silvia
fuimos compañeras de primaria y ahora viene siempre al Centro. Son amistades de
toda la vida. Y después algunos que quedaron en el camino, no por peleas ni nada,
solo cambios de domicilio, de compromisos, que te vas alejando. Otros sí de los que
decís mejor perderlos que encontrarlos, decisión propia”. Aquí en base a la teoría de
la selectividad socioemocional se deja en claro que se conservan las amistades que
son más importantes y que las que no perduraron en el tiempo fueron por elección
propia.
En lo que respecta al relato de B. se destaca importancia de las nuevas
amistades, sus amigas viejas, pares, con las que comparte todas las actividades de
su vida cotidiana, y sus proyectos. El centro de jubilados resulta ser un tipo de
actividad informal, que le permite alcanzar bienestar y satisfacción y mejorar su
calidad de vida a partir de los viajes, ya que el viajar aparece como su proyecto
central en el que esta puesto su deseo, por lo tanto permite reafirmar su rol social,
destacando su posición en la producción de espacios en los que aporta. En su
relato, las nuevas amistades se configuran como un tipo de vínculo de mayor
cercanía e intimidad, con las que comparte gran parte de sus actividades más
importantes, las cuales le otorgan mayor éxito y bienestar. Pueden pensarse como
un tipo de apoyo que brinda ayuda afectiva y cognitiva, en escenarios que le
permiten desplegar sus recursos a partir de la identificación de encontrarse en
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situaciones y condiciones similares con las viejas, que le permite llevar a cabo
actividades -viajes, jugar a las cartas, reuniones entre otras- que generan
satisfacción; y la familia como un tipo de ayuda instrumental ya que se encargan de
que al decir de B “no le falte nada”, ubicándose en satisfacer sus necesidades en la
vida diaria.
Conclusión:
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y salir de la opresión del modelo idealizado de la juventud al cual todos quieren
aferrarse.
Bibliografía: