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Trastornos de la Conducta
Alimentaria: construcción de la
Autopercepción
09/11/2020
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UBA - Facultad de Psicología
Introducción
El ideal de belleza construido y establecido en la sociedad occidental es prácticamente
inalcanzable, observamos estos estereotipos desde las primeras etapas de desarrollo. El no
poder cumplir con dichos estándares de belleza, nos puede afectar gravemente, o no, pero
siempre vamos a estar influidos por ellos de alguna forma. Como por ejemplo, a la hora de
rechazar a una persona, o de rechazarse a uno mismo...
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) los sufren en mayor medida las mujeres
(90%) en comparación con los hombres (10%), por eso a lo largo del desarrollo generalizare
con pronombres femeninos.
Medios de comunicación masiva, redes sociales, industria cinematográfica, etc.
El cuerpo en ningún otro momento histórico ha sido más expuesto ni más difundido de lo que
está siendo ahora (Gascó, 2018). En publicidades, revistas, en redes sociales, en material
audiovisual, etc. vemos cuerpos humanos constantemente, pero no vemos cuerpos reales en
estos medios, sino el estereotipo de cuerpo y de belleza establecido, lejos de ser reales.
En los trabajos recientes de Psicología Social sobre el estudio de los estereotipos, destacan
aspectos funcionales de ellos y los definen como esquemas cognitivos socialmente
percibidos, utilizados para simplificar un entorno social complejo y para procesar información
sobre otros (Etchezahar y Ungaretti, 2019). Constituyen la parte cognitiva del prejuicio, ya que
categorizamos a las personas en grupos y atribuimos a ellas ciertas características (Molero
Alonso, 2007).
Se podría decir que los estereotipos pasan a ser parte de una realidad que construimos en
sociedad, o en la experiencia, y que nos ayudan a reaccionar en nuestro entorno social. Lo
que puede dar un uso útil a la hora de percibir el peligro, pero, ¿qué sentido tiene establecer
estereotipos de belleza para la simplificación del entorno social? Y además, ¿por qué se
establecieron estándares irreales e inalcanzables? Por ejemplo, en el siglo XVI las mujeres
utilizaban corsé/corset para estilizar la cintura y ensanchar las caderas, lo que era visto como
atractivo y era, claramente perjudicial para la salud. Hoy día en el siglo XXI, para alcanzar los
niveles de belleza deseados muchas se someten a cirugías estéticas: para reducir la cintura
(mediante la extracción de costillas), liposucción, mamoplastia, gluteoplastia, entre otras.
La imagen parece ser lo fundamental, es lo que mostramos en redes sociales como Instagram
y Facebook, según nuestra imagen y atractivo, una persona puede darnos “like” (mayor
cantidad de likes = mayor estatus social). La imagen física es lo que vemos en la televisión, y
como mencioné previamente, no cualquier imagen… Además, es lo que va a percibir el otro a
la hora de formar una primera impresión de nosotros, y esto lamentablemente, puede hacer
que una persona nos discrimine y nos rechace. Etchezahar y Ungaretti (2019) parafrasean las
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y fundamental del sujeto es la familia (Wainstein y Wittner, 2016). Podríamos entonces pensar
que este ambiente primario es fundamental para la construcción de la identidad, autoestima, y
la autopercepción, por lo tanto, fundamental a la hora de comenzar o no un trastorno de la
conducta alimentaria. Ruíz Martínez et al. en 2013 desarrollaron un trabajo en el cual adjuntan
distintos estudios sobre el tema y uno de los puntos principales que extraje de dicho trabajo
es que: no es posible atribuirle a la familia una causalidad directa en la presencia de los TCA.
Aunque Steiger et al. (1996) diseñaron un modelo para evaluar la influencia y las tendencias
familiares en los TCA, y otras psicopatologías. Los resultados de estas evaluaciones
muestran que “ [...] cuando la disfunción familiar y la autoestima se combinan específicamente
con preocupaciones familiares hacia el peso y la apariencia, y con la insatisfacción corporal
de las hijas, entonces aumenta la posibilidad de que se presente un TCA.” (Ruíz Martínez et
al., 2013, p. 46).
Victoria Olavarrieta Garza (2020), vivió la anorexia desde muy chica, y en su conferencia TED
menciona que estudios científicos demuestran que ciertos tipos de individuos sometidos a
situaciones estresantes, pueden desarrollar trastornos de la conducta alimentaria por
cuestiones genéticas y biológicas.
Pro-ana y pro-mia
Existen en internet sitios web, foros o blogs “pro-ana” y “pro-mia”, a favor de la anorexia y la
bulimia, respectivamente. Son grupos en los que se da contención y apoyo emocional a
personas que ya transitan un trastorno alimentario, donde se dan tips como ingerir hielo, usar
laxantes, rociar la comida con detergente y comerla para pasar a odiarla, beber agua con sal
para provocar el vómito, etc. Presionan grupalmente a quien intente dejar el grupo y se
castigan las muestras de debilidad, también, existe una jerarquía donde las “Anas” están por
encima de las “Mías”, ya que han vencido la debilidad de consumir alimentos. Las y los
seguidores se sienten parte de un grupo, que se apoya, ya que todos tienen el mismo fin:
adelgazar. Además, para reconocerse en las calles utilizan pulseras en la muñeca izquierda
de color morado (para identificarse como Mía) o rojo (para identificarse como Ana). Se da una
pertenencia al grupo, acompañada de una relevancia psicológica.
Tajfel define la identidad social como “conocimiento individual de la propia pertenencia a
ciertos grupos sociales junto con cierta importancia emocional y valorativa atribuida a sí
mismo por su membresía grupal” (Tajfel, 1972, p. 292) (Hogg, 2016). La pertenencia a estos
grupos puede ser un reforzante de las conductas alimentarias y también un impedimento para
tratarlas.
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