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GARANTIA EN CONTRA DE LA AUTOINCRIMINACIÓN.

En el proceso penal las reglas de prueba son limites a la averiguación de la verdad y vienen a
cumplir una función de garantía: permiten elaborar un complejo sistema de límites a la
búsqueda de información indiscriminada por parte de quiénes promueven la investigación
estatal de un acontecimiento histórico susceptible de constituir delito.

Uno de los límites a la averiguación de la verdad lo configura LA GARANTIA EN CONTRA DE LA


AUTOINCRIMINACION, que es el derecho del imputado a no ser obligado a declarar contra sí
mismo, a declararse culpable o a ser testigo contra sí mismo, es decir, a poder tener la
posibilidad de decir que información introduce al proceso penal. La voluntariedad de la
declaración del imputado implica reconocer su absoluta libertad para decidir que información
desea introducir al proceso.

Toda garantía necesita estar acompañada de preceptos que establezcan consecuencias en caso
de que sean vulneradas, para dotar de eficacia a este principio. Entonces las reglas de prueba
son controles sobre la forma en que se obtienen datos o información en el proceso penal. Esos
controles necesariamente deben ser dinámicas y no basta con establecer normas en un CPP,
sino que además se debe pensar en la forma en que seas normas deben estar dotadas de
eficacia en la práctica.

Por ejemplo, para dotar de eficacia a este principio, nuestra legislación adjetiva bonaerense ha
vedado al personal policial la formulación de preguntas sobre los hechos a los imputados. En el
caso de las manifestaciones espontáneas que vierte un imputado ante la policía, múltiples
pronunciamientos establecieron su invalidez o la obligación para el personal policial de
acreditar por terceros, ajenos a la repartición policial, que dichas expresiones efectivamente
han sido vertidas libremente y no mediante una forma de coacción o engaño de un
funcionario.

¿Dónde se encuentra regulada?

- Art. 18 CN: “Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo”.

- Convención Americana Derechos Humanos, Art. 8.2.g durante el proceso toda persona tiene
derecho a “no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable”

- Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Art. 14, nro. 3.g, durante el proceso toda
persona acusada tendrá derecho a “no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse
culpable”.

En estas tres normas los verbos empleados son coincidentes y apuntan a las manifestaciones
verbales que un imputado puede verter en el marco de un proceso penal.

El nemo tenetur exige la referencia al proceso inquisitivo, en el que, como consecuencia de la


institución de la averiguación de la verdad histórica como meta absoluta del procedimiento, la
obtención de la confesión se convirtió en el fin principal de la actividad de investigación, al
punto de denominarla Regina probatorium (la reina de las pruebas). Esta situación cambia
radicalmente desde que el proceso penal adopta la forma acusatoria y se deposita en la
acusación la carga de probar la culpabilidad del acusado.

¿Qué pasa con otras intervenciones del imputado que podrían entrar en contradicción con
esta cláusula? ¿Se viola la cláusula contra la autoncriminación coaccionada cuando:

• Se obliga al imputado que realice un cuerpo de escritura para cotejar su letra con la del
documento defraudatorio en una pericia caligráfica

• Se obliga al imputado a tomar parte en una diligencia de reconocimiento de personas

• Se obliga al imputado a someterse a una extracción sanguínea para un cotejo de ADN

• Se obliga al imputado a tomar medicamentos para hacer vomitar la droga que transporta en
su cuerpo

• Se realiza una operación quirúrgica para obtener la bala que ingresó en su cuerpo y que
demuestra su intervención en el hecho

• Se obliga a una persona a que sople por una pipeta para ver si conduce alcoholizado y en
consecuencia comete una contravención?

Hay que distinguir cuando el imputado es OBJETO O SUJETO DE PRUEBA, para saber que
información puede obtenerse del imputado. Cuando un imputado es sujeto de prueba tiene la
potestad de decidir si colabora o no con la investigación que lo incrimina, es decir, que esa
persona esta amparada por la cláusula que veda una colaboración obligada en contra de la
persona sospechada. En cambio, cuando es objeto de prueba, es intrascendente su voluntad o
consentimiento a una injerencia estatal, y entonces, pesa sobre el imputado, una obligación de
tolerar, pasivamente esas medidas de investigación.

Alguien es sujeto de prueba cuando se requiere que realice una ACCION O CONDUCTA
POSITIVA DE SU PARTE, por ejemplo, declarar, escribir o hablar. Mientras que alguien es
OBJETO DE PRUEBA, cuando se encuentra en una situación en la cual se obtiene de un tercero
información de su cuerpo, de su anatomía, de sus rasgos, sin necesidad que esa persona
realice algún tipo de comportamiento.

Cuando el imputado es sujeto de prueba, el introduce la información que tiene interés


probatorio y en consecuencia tiene derecho a abstenerse de aportar esos dato, pero cuando el
imputado es objeto, son terceros quien introducen esa información que tiene interés
probatorio. Por ejemplo, si se quiere obtener la contraseña de un celular para desbloquearlo el
imputado seria SUJETO, pero si se requiere que ponga la huella en el celular sería
OBJETO(tiene una conducta positiva mínima).

La doctrina entiende que la cláusula contra la autoincriminación no solo implica el derecho a


no declarar contra sí mismo, sino también la imposibilidad de ser obligado a actuar en su
contra. Entonces tiene el derecho de decidir toda actividad autoincriminación, y sólo pesa
sobre él una OBLIGACION DE TOLERAR pasivamente las medidas de investigación.

 Distintas formas de intervención sobre el imputado.


1) CACHEOS Y REQUISAS.

¿Cómo diferenciar un cacheo de una requisa? Ambas son sobre una persona, aunque la
requisa puede darse sobre un vehículo. En los dos casos la idea es secuestrar algo, pero:

- El cacheo es menos invasivo, es externo, superficial y no requiere orden judicial. Es


preventivo y esta orientado a encontrar armas o elementos que pongan en riesgos a las
personas, por ejemplo, cuando, vamos a la cancha. Por más que el chaceo no requiera orden
judicial, no implica que eso habilite a violar derechos constitucionales como la igualdad ante la
ley.

-La requisa es contra una persona sospechada y hay un delito en vías de ejecución, entonces es
el mecanismo que permite avanzar para el secuestro de algo, es mas invasiva porque permite
revisar y tiene una afectación más profunda. Esta no es preventiva, sino que se requiere
además la orden de un juez de garantías, y solo se podría prescindir de la misma en casos de
fragancia o cuasi flagrancia.

Pero, todos hemos sido objeto de requisas ilegales, en las canchas cuando te revisan la cartera,
cuando en un procedimiento de control, te bajan del colectivo y te abren la mochila, y demás.
Si en el marco de esa requisa se hubiera encontrado algo no puede ser utilizado como prueba

2.-INTERVENCION CORPORAL: Hay que distinguir a las intervenciones corporales de las


requisas. Ambas categorías integran una serie de acciones sobre el cuerpo de los imputados
que pueden generar confusiones al momento de intentar identificarlas y diferenciarlas.

Una forma de distinción se formula en función de cuáles son los derechos afectados en estas
injerencias estatales, en la requisa se afectaría la libertad personal mientras que en las
intervenciones corporales se vulneraría la intimidad corporal y la integridad física.

La distinción no aparece del todo satisfactoria, porque puede haber casos en que se realicen
requisas (vaginales, anales, ginecológicas) que requieren el empleo de instrumental médico y
que, si bien no se traspasan revestimientos cutáneos o musculares, existe riesgo para la
integridad física: caso de presencia de estupefacientes alojados en el recto, que puede originar
como consecuencia del movimiento corporal que la droga ascienda y se aloje en el intestino.

Por ello, deberían distinguirse según cual es su objeto:

En ese sentido, la INTERVENCION CORPORAL tiene por objeto la exploración del cuerpo
humano total o parcialmente desnudo con la finalidad de analizar su estado. Se incluyen
inspecciones oculares de la superficie corporal destinadas al descubrimiento de especiales
características corporales (verrugas, tatuajes, lunares, manchas) o vestigios o huellas
(arañazos, salpicaduras de sangre, sangre las uñas, etc).

Se excluye los supuestos en que en forma ostensible quedan al descubierto las características
que se pretenden reconocer; ej: una cicatriz en la mano perfectamente visible que puede ser
visualizada en audiencia 308.

Por su parte, la REQUISA tiene por fin la búsqueda para su ulterior secuestro de objetos, los
que pueden encontrarse ocultos en o bajo la indumentaria del afectado, sobre su esfera de
adyacencia (bolsos, morrales, riñoneras, carteras), sobre su superficie corporal (cosas sujetas al
cuerpo mediante adhesivos) o sobre los orificios corporales naturales (boca, ano, vagina).

 INTERVENCION CORPORAL. REQUISITOS.

El primer problema al que nos aproximamos al estudiar la regulación legal de las


intervenciones corporales, es precisamente la ausencia de regulación específica en el
ordenamiento procesal de la Provincia de Buenos Aires. En el CPPN la omisión es idéntica.

A diferencia de lo que ocurre en otros ordenamientos constitucionales (como por ejemplo el


español), la legislación constitucional argentina no incluye norma alguna que reclame que
estas medidas sean adoptadas mediante resolución u orden escrita de autoridad judicial.

Por nuestra parte, estimamos adecuado como expresión de una “garantía de


jurisdiccionalidad” QUE DICHAS MEDIDAS SEAN ORDENADAS POR UN JUEZ.

¿Por qué consideramos que una Intervención Corporal debe ser requerida por la Fiscalía ante
un juez y resuelta, en el caso de la Provincia de Buenos Aires, por un juez de garantías?

Primero porque toda intervención estatal que limite derechos fundamentales debe ser
ordenada por un juez.

En segundo lugar, porque en una intervención corporal puede verse afectada la integridad
corporal o la dignidad de la persona (imaginen el caso de alguien que se niegue a llevar a cabo
una extracción sanguínea: el juez debería regular los recaudos para garantizar el derecho a la
salud y la dignidad humana de esa persona). En consecuencia la resolución judicial debería
contemplar qué hacer ante éstos supuestos (búsqueda de alternativas menos lesivas, como el
secuestro de cabellos, prendas de vestir o elementos de higiene personal donde pudiere haber
restos susceptibles de análisis de ADN)

En tercer lugar porque es de aplicación al caso el principio de proporcionalidad, que impone


ponderar la razonabilidad de la diligencia en base al objeto procesal, a la gravedad de los
hechos investigados y a la utilidad de la medida con relación a los fines propuestos.

 Extracciones sanguíneas.

JURISPRUDENCIA.

 El caso HGS.

Las reglas de actuación fueron desarrolladas por la CSJN en “H., G.S.”. Se trataba de una
investigación por la entrega a terceros de niños abandonados o sustraídos a sus padres, a
cambio de dinero. El matrimonio H. estaba imputado de haber recibido un niño en esas
condiciones y los exámenes de sangre estaban orientados a corroborar la paternidad que
alegaban. Los padres, por lo tanto, aparecían como imputados y el menor, como víctima del
delito investigado. Se ordenó la extracción de sangre de un menor y de quienes decían ser sus
padres legítimos, en razón de la sospecha de que el menor era en verdad hijo de
desaparecidos. Los padres se negaban a la extracción sanguínea. La Defensa, impugnó la orden
de extracción sanguínea compulsiva del Juez.
Dijo la Corte que no se advierte lesión alguna a la garantía constitucional que prescribe que
nadie está obligado a declarar contra sí mismo (Art.. 18 de la Constitución Nacional), ya que lo
prohibido por la Ley Fundamental es compeler física o moralmente a una persona con el fin de
obtener comunicaciones o expresiones que debieran provenir de su libre voluntad.

Luego, en el punto 10 de los considerandos, los jueces de la Corte afirmaron que tampoco se
observa la afectación de otros derechos fundamentales, como la vida, la salud, o la integridad
corporal, porque la extracción de unos pocos centímetros cúbicos de sangre, si se realiza por
medios ordinarios adoptados por la ciencia médica, ocasiona una perturbación ínfima en
comparación con los intereses superiores de resguardo de la libertad de los demás, la defensa
de la sociedad y la persecución del crimen.

La Corte introdujo un fundamento clave en el marco de los delitos vinculados a la apropiación


de menores: en estos casos se encuentra también en juego el derecho a la identidad del
menor, derecho que tiene jerarquía constitucional (arts. 33 y 75, incs. 22 y 23 de la Ley
Fundamental). Un año después, la Corte volvería a ratificar esta posición en el caso
“Guarino” , del 27 de diciembre de 2006,

 El caso Vázquez Ferra.

En este caso, la querellante denunció que su hija, Susana Pegoraro, embarazada de cinco
meses, desapareció en 1977, luego de haber estado detenida en el centro de detención
clandestino mencionado. Allí nació su nieta, que habría sido entregada a Policarpo Vázquez
-quien trabajaba en la Base Naval de Submarinos de Mar del Plata- e inscripta en el Registro
Civil como Evelin Karina Vázquez Ferrá.

Una diferencia importante con los casos anteriores es que Evelin Karina Vázquez Ferrá era
entonces mayor de edad. De tal manera, su negativa a constituirse en un objeto de prueba a
utilizarse en contra de quien sentía como sus padres, había partido de ella misma y no de
quienes invocaban su representación legal. Además, los imputados ya habían admitido en el
proceso no ser los verdaderos padres de la interesada.

La Corte estimó que no resultaba aplicable al caso la doctrina expuesta en “H.G.S.”. Los jueces
afirmaron que la negativa de la persona mayor de edad a prestarse a que su cuerpo, o
elementos de éste, sean utilizados para extraer indicios que posibiliten la condena de aquellos
a quienes la ley autoriza a proteger tiene amparo en reglas precisas de la ley procesal, citando

▪ el art. 163 del Código Procesal Penal que prohíbe admitir denuncias de descendientes contra
ascendientes, consanguíneos o afines y viceversa, ni de un cónyuge contra el otro, ni de
hermano contra hermano, salvo que el delito haya sido ejecutado contra el denunciante o
contra una persona cuyo parentesco con éste sea más próximo que el que lo liga con el
denunciado.

▪ el art. 278, inc. 2° del CPPN, que prohíbe que se cite como testigos a los ascendientes y
descendientes del acusado

▪ y el art. 279 del mismo ordenamiento, que los autoriza a declarar, pero sólo a favor del
procesado, salvo que se dé la situación excepcional del 163 CPPN.-
De tal modo, la Corte afirmó que si los procesados fueran los verdaderos padres de la
recurrente, la ley procesal la autorizaría a negarse a declarar contra ellos, y, a fortiori, a
prestar su colaboración para la obtención de pruebas destinadas a incriminarlos. Luego de
ello, la Corte analizó si igual derecho puede darse respecto de quienes son sólo formalmente
sus padres. Para resolver la cuestión, los jueces estimaron que debía acudirse a normas de la
ley de fondo, la cual exime de responsabilidad penal por el delito de encubrimiento no sólo
frente a personas ligadas por vínculos civiles formales sino también a "amigo íntimo" y a
"personas a las que se debiese especial gratitud" (art. 277, inc. 3°).

Luego, la Corte sostuvo que no se aprecia la necesidad del examen sanguíneo, “ya que el
delito se encuentra prácticamente fuera de duda a partir de la confesión lisa y llana de ambos
procesados, con lo que en rigor la prueba no estaría destinada a demostrar la comisión del
delito sino la existencia del verdadero lazo de parentesco con la querellante”.

Finalmente, los jueces de nuestro Tribunal Supremo afirmaron que si Evelin Vázquez Ferrá
-mayor de edad y capaz- no quiere conocer su verdadera identidad, no puede el Estado
obligarla a investigarla ni a promover las acciones judiciales destinadas a establecerla.

 Prieto.

En 2009, ya con otra integración de la Corte, el máximo Tribunal vuelve a expedirse sobre el
tema. Lo hace en los casos “GUALTIERI RUGNONE DE PRIETO, Emma Elidia y otros/ sustracción
de menores de 10 años de edad” (causa G. 1015, XXXVIII, sentencia del 11 de agosto de 2009)
[lo llamaremos PRIETO 1 o Caso Matías PRIETO] y “GUALTIERI RUGNONE DE PRIETO, Emma
Elidia y otros s/ sustracción de menores de 10 años de edad” (causa 291, XLIII, sentencia del
mismo día, que llamaremos PRIETO 2 o Guillermo PRIETO).

Los antecedentes del caso resultaban ser los siguientes: dos niños fueron inscriptos en el
registro público por el matrimonio Prieto-Gualtieri como si fueran sus hijos biológicos, con los
nombres de Guillermo Gabriel (1976) y Emiliano Matías (1978).

El objeto del proceso penal se orientaba a determinar si los jóvenes eran hijos de detenidos-
desaparecidos, entregados por oficiales de la Armada.

La jueza federal a cargo de la instrucción ordenó la extracción sanguínea compulsiva de los


nombrados. En forma subsidiaria, dispuso el allanamiento de sus domicilios y la incautación
de elementos de los cuáles se pudiera obtener material genético para realizar un estudio de
ADN (ropas, cepillos de dientes, peines, etc).

Siendo los jóvenes menores de edad, tanto la Cámara Federal como luego la Corte (en ambos
casos en 1996) convalidaron la decisión de la jueza de primera instancia.

Los jovenes y el matrimonio Prieto consiguieron dilatar la concreción de la diligencia y al


cumplir la mayoría de edad, volvieron a manifestar su discrepancia con lo resuelto,
interponiendo nuevo recurso extraordinario.
De modo tal que la Corte en el año 2009, insisto en que con una nueva integración de jueces
respecto a 2003 vuelve a analizar la cuestión de la razonabilidad de la extracción sanguínea y
de la posibilidad de obtener material genético por otros medios.

En primer lugar revisaremos el modo en que se analiza la razonabilidad de acudir a medios


alternativos a la extracción sanguínea (a la que los jóvenes Prieto se oponían).

Analizaremos en primer lugar el caso PRIETO 2 [Guillermo PRIETO]. En el caso concreto, se


ordenó desde hacía años la extracción de sangre de la presunta víctima, cuando era menor de
edad. La decisión no fue acatada por sus presuntos progenitores, el matrimonio Gualtieri –
Prieto. Entonces, la jueza ordenó el allanamiento para secuestrar objetos y recabar muestras
de ADN. La víctima del delito, Guillermo Gabriel PRIETO ya mayor de edad, se opuso al examen
de ADN. Alegó que aunque esas muestras estuvieran desprendidas de su cuerpo, contra su
voluntad, se lo obligaba a constituirse en prueba contra quién consideraba sus padres, siendo
de aplicación analógica el precedente VazquezFerrá.

La Corte, con el voto de la mayoría, rechazó el recurso y validó la medida ordenada. Párrafos
centrales de “PRIETO 2”

Trascribo un resumen de los [Guillermo PRIETO]

“7º) Que la obligación de investigar por parte del Estado, si bien es irrenunciable, de todos
modos debe compatibilizarse con el principio de protección de los derechos de "la víctima",
extremo que también aparece consagrado por el derecho internacional de los derechos
humanos.-

8º) Que por lo tanto, al ponderar los intereses que aparecen involucrados, es necesario tener
en cuenta determinadas circunstancias que, de manera conjunta, han de confluir en el análisis.
Por un lado, las circunstancias históricas en las que se produjeron los sucesos, y su vinculación
con la investigación de otros delitos y con las obligaciones del Estado en virtud de los
instrumentos internacionales que forman parte de nuestro bloque constitucional. Por otra
parte, no puede dejar de evaluarse cuáles serán los efectos directos e inmediatos que se
habrán de producir como consecuencia de la prueba cuya producción se cuestiona en aquellas
personas que, de una forma u otra, resultan involucradas en esta causa, y serán
necesariamente alcanzadas por los resultados que pudiera arrojar la misma.-

10) Que derivado de esa compleja situación, aparecen intereses en pugna. Por un lado, los de
Prieto, que aduce que la práctica de la medida viola diversos derechos, tales como ser oído por
un tribunal competente e imparcial, preservar, cuestionar o esclarecer su identidad, el de
integridad física, el de intimidad, el de propiedad, el de disponer del propio cuerpo y del
patrimonio genético; y por el otro, los de quienes serían su familia biológica, entre ellos su
abuela, que pretenden conocer la verdad de los hechos para determinar si, efectivamente,
quien se opone a la realización de la prueba de histocompatibilidad es su nieto, descendiente
de su hija desaparecida y, paralelamente, avanzar además, en la medida de lo posible, en la
investigación sobre la desaparición forzada de la misma.-

13) Que, en consecuencia, en el caso en examen aparecen entonces enfrentados principios y


derechos constitucionales de similar jerarquía, circunstancia que obliga a los jueces a
ponderar con extrema prudencia los valores e intereses que coexisten con el fin de arribar a
una solución que conjugue de manera armoniosa aspectos propios de la esfera de la
intimidad de las personas, protegidos por el artículo 19 de la Constitución Nacional, con otros
que la trascienden, y acaban por interesar a la sociedad toda.-

14) Que bajo tales condiciones se hace necesario encontrar un punto de equilibrio, esto es,
determinar de qué manera puede materializarse el derecho a la verdad sin lesionar los
derechos de persona alguna o bien, en su caso, a costa de una mínima lesión de las garantías
de quienes en la especie son víctimas involuntarias de los hechos.-

15) Que en ese sentido, no se observa que la medida en cuestión ocasione la afectación de
derechos fundamentales, tales como la vida, la salud, la integridad corporal o la intimidad,
ya que las muestras han sido tomadas sin invadir el cuerpo del recurrente, es más, sin siquiera
contar con su participación activa, y su utilización tiene por fin la tutela del interés público que
reclama la determinación de la verdad en el juicio, a través del procedimiento penal, que no es
sino el medio para alcanzar los valores más altos: la verdad y la justicia (Fallos: 318:2518,
consider.11).-

18) Que bajo tales parámetros, corresponde señalar que resulta adecuada a los fines indicados
en la resolución apelada, puesto que favorece de un modo decisivo la obtención del resultado
pretendido, por cuanto aparece como un medio dotado de absoluta idoneidad para arribar a la
verdad material, habida cuenta del elevadísimo grado de certeza que brinda. En efecto, dicha
práctica permitirá arribar a la verdad objetiva de los hechos investigados en esta causa, esto
es, determinar si efectivamente G. G. P. es hijo del matrimonio P.-G. o, en su caso, si tiene
vínculo biológico con el núcleo familiar Peralta-Zalazar.- Despejada esa desafortunada
incógnita, se terminará con las angustias de quienes aparecen como víctimas del hecho
investigado, consagrándose así el derecho a la verdad y cumpliéndose además la obligación del
Estado de proteger a las víctimas e investigar y perseguir delitos de extrema gravedad que,
como en el caso, han tenido una honda repercusión social en los últimos tiempos.

19) Que, por consiguiente, la diligencia cuya realización se cuestiona, no se revela como una
medida que afecte sustancialmente los derechos invocados por el apelante, toda vez que
existen indicios suficientes que avalan su producción, guarda inmediata vinculación con el
objeto procesal materia de la causa, resulta propia del proceso de investigación penal, aparece
como idónea para alcanzar la verdad material de los hechos investigados y porque, además, ni
siquiera involucra acción alguna del apelante, en tanto las muestras a utilizarse en el examen
de ADN han sido tomadas a partir de una recolección de rastros que si bien pertenecen a su
cuerpo, al momento de incautarse, se hallaban desprendidos de él.-

20) Que sobre la base de lo expuesto, la sentencia impugnada no se muestra como violatoria
de los derechos y garantías constitucionales, por cuanto su producción no ocasiona una
restricción de los derechos de quien aparecería como una de las víctimas delhecho y porque,
además, encuentra adecuado fundamento en la necesidad de salvaguardar el deber del
Estado de investigar y sancionar los hechos reputados como delitos, máxime cuando, como
en la especie, el objeto procesal de autos aparecería en principio vinculado con un delito de
lesa humanidad cual es la desaparición forzada de personas.”
En consecuencia, la Corte convalida el camino alternativo para la obtención de muestras de
ADN que venía produciéndose con éxito en múltiples procesos penales desde que la Corte
resolviera el caso de Evelyn Vázquez Ferrá.

OJO: la Corte no sienta un precedente claro en cuanto al segundo tópico: la posibilidad de


ordenar una extracción hemática compulsiva de una víctima del delito que siendo mayor de
edad se niega a ello.

En el párrafo siguiente de PRIETO 2parecería habilitar ésta alternativa legal:

“21) Que cabe afirmar que igual solución correspondería en el hipotético caso de que, frente
a una situación de hecho análoga, debiera procurarse la muestra en cuestión a través de una
extracción de sangre de la supuesta víctima del hecho. En efecto, aun cuando ello sí derivaría
en alguna restricción de sus derechos, lo cierto es que, de acuerdo con lo dicho más arriba,
dicha restricción sería ínfima, se verificaría dentro de un marco de razonabilidad y
proporción con relación al objeto procesal que es materia de la causa, y estaría
fundamentada en las legítimas facultades estatales de restringir el ejercicio de algunos
derechos, en un marco razonable, en aras de procurar la necesaria eficacia en la persecución
del crimen. Claro está que dicha práctica debería traducirse en una intrusión mínima en el
cuerpo de la víctima, llevarse a cabo con intervención de personal médico y en debidas
condiciones de asepsia e higiene, y su efectiva concreción quedaría subordinada a la
inexistencia de eventuales razones de salud que, debido a su gravedad, pudieran obstaculizar
momentáneamente su producción.”

La Corte está mandando un mensaje en éste párrafo. Un mensaje que excede el caso concreto.
Se trata de un obiter dicta. ¿Que són los obiter dicta? Es el plural latín de obiterdictum, que es
una consideraciones de derecho que no serían estrictamente necesarias para sentenciar la
causa, el caso concreto, pero que un juez o una Corte incluyen en los considerandos porque
quieren dar una decisión más completa y abarcativa. Esto se suele oponer y distinguir del
"holding", que es la pieza de doctrina más directamente conectada con la sentencia.

Veamos ahora cómo se resolvió ésta cuestión en PRIETO 1 [Emiliano Prieto], resuelto ese
mismo día.

El caso llega a la CSJN por la vía de la queja contra la denegatoria de un recurso extraordinario
presentado por Emiliano Matías Prieto cuestionando la medida judicial que ordenaba en el
año 2000 su comparecencia al Hospital Durand para someterse a una extracción de sangre.

El objeto de la medida era determinar si el joven resultaba hijo biológico de Blanca Estela
Angerosa, nacida durante el cautiverio de ésta en la ESMA en 1978. Emiliano Prieto alegaba
que la medida implicaba una violación a sus derechos a la intimidad, integridad física, psíquica
y moral y a su dignidad humana.

Fundamentos:

“De la condición de lesa humanidad del delito de desaparición forzada de personas deriva el
deber del Estado de investigar seriamente y sancionar a los responsables. Esta obligación de
perseguir, que reposa sobre diversas fuentes derivadas del derecho internacional general y del
derecho internacional de los derechos humanos, ha sido expuesta con toda claridad por V.E. y
esta Procuración en diversos precedentes.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, la medida de extracción de sangre del cuerpo de


Emiliano Matías Prieto no sólo es entonces necesaria para determinar su identidad biológica,
sino que resulta también una prueba imprescindible para establecer si nos encontramos
ante un hecho de desaparición forzada de personas.

En efecto, por la especial complejidad que revisten este tipo de hechos es posible afirmar que
el daño que producen excede el marco personal del individuo sobre quien recae (el
desaparecido) dado que alcanza, también, a sus familiares y allegados. Esta afirmación no
sólo encuentra fundamento en los casos que a continuación se describirán, sino también en la
propia interpretación del crimen de desaparición forzada de personas.

Esta interpretación da un fundamento más consistente al derecho que de por sí tiene el


familiar a conocer la verdad de lo sucedido con sus seres queridos, pues no se agota en el
derecho innegable de los familiares de las víctimas directas a conocer la verdad.

En ese aspecto, las atribuciones (también los deberes) del Estado para la resolución del
conflicto son mayores. El derecho a que cese un delito en ejecución reconoce menos límites
que otros derechos comparables, por ejemplo, al establecimiento de una sentencia declarativa
de la veracidad de los hechos, que puede verse subordinada a la salvaguarda de otros
intereses también legítimos (observación de garantías procesales, estándares de prueba
rigurosos, etc).

Por lo tanto, la extracción de sangre para comprobar el vínculo entre las víctimas directas y
los familiares no es sólo un medio para la persecución penal, sino también el ejercicio de la
potestad estatal de llevar a cabo actos que prima facie sean idóneos para hacer cesar la
ejecución de delitos.

Veamos alguno de los fundamentos centrales del fallo de la Corte.

4°) Que el presente caso presenta una tensión extrema de valores y principios, que puede
sintetizarse provisoriamente de la siguiente manera: (a) se ha cometido un crimen de lesa
humanidad y se sigue cometiendo hasta la fecha dada su naturaleza permanente; (b) el
Estado tiene el deber de sancionarlo, pero al mismo tiempo no es ajeno a su comisión y a la
demora de tres décadas en penarlo y en quebrar su continuidad; (c) el paso del tiempo ha
producido efectos en todas las víctimas y la persecución a ultranza del crimen puede acarrear
lesiones al derecho de la presunta víctima secuestrada de carácter irreparable, y (d) la no
investigación del crimen puede lesionar el derecho legítimo a la verdad de las otras víctimas,
que son los familiares del secuestrado y deudos de sus padres.

10) Que las señaladas particularidades del delito que da origen a la investigación y que sirven
de marco al conflicto que se plantea entre la exigencia de someterse a la toma de sangre para
el establecimiento de la identidad y la negativa del presunto secuestrado, obligan a establecer
con claridad cuáles son los derechos e intereses jurídicamente válidos como términos del
conflicto.
En una primera mirada colisionarían el interés punitivo del Estado, el derecho de la víctima
secuestrada a su integridad física, el de ésta a su privacidad y autonomía de voluntad y el de
los familiares biológicos a conocer la verdad. De un análisis más profundo resulta que cabe
excluir el interés punitivo del Estado y precisar el de la víctima secuestrada a su integridad
física que, en definitiva, quedaría también descartado. Resultaría que lo que se halla en juego
conflictivo en la causa y en el punto que incumbe decidir, es la autonomía de voluntad de la
víctima presuntamente secuestrada y el derecho a la verdad de los supuestos familiares
biológicos. El siguiente análisis tiene por objeto precisar las razones por las cuales cabe
descartar los otros intereses con pretensión conflictiva en el caso.

11) Que la pretensión punitiva del Estado —el llamado juspuniendi— no puede habilitar una
coacción que lesione a ninguna víctima en forma grave y contra su voluntad invocando un
nebuloso y abstracto interés social, o sea, adjudicándose la voluntad de todos los habitantes e
incurriendo con ello en la identificación de Estado y sociedad, porque además de caer en una
tesis autoritaria, en cualquier caso le está vedado incurrir en una doble victimización. Pero
mucho menos puede alegar esta pretensión cuando el crimen en que funda su titularidad para
castigar ha sido perpetrado por su propio aparato de poder y cuando durante treinta años ha
permitido o no ha podido impedir que el delito se siguiese cometiendo. Si bien le incumbe el
deber de hacer cesar un delito permanente o continuo y es justo que lo haga —más bien tarde
que nunca— no es admisible que lo lleve a cabo desentendiéndose de las consecuencias
dolorosas que eso pueda acarrerar a las víctimas de la propia acción y omisión de sus agentes.

14) Que no es jurídicamente relevante plantear un conflicto de derechos, invocando el de la


presunta víctima secuestrada a preservar su integridad física, porque es insignificante, tanto la
extracción como la cantidad de torrente sanguíneo a extraer.

15) Que la garantía protegida en el caso de quien, siendo adulto, se niega a una extracción de
sangre, es la autonomía en la esfera de la individualidad personal protegida por el artículo 19
de la Constitución Nacional.

No se trata sólo del respeto de las acciones realizadas en privado, sino del reconocimiento de
un ámbito en el que cada individuo es soberano para tomar decisiones libres sobre el estilo de
vida que desea. Esa frontera, construida sobre las bases históricas más memorables de
lalibertad humana, no puede ser atravesada por el Estado, juzgando cuáles son las intenciones
de quien se niega a averiguar su identidad en forma reiterada, siendo adulto y con total
discernimiento.

Que el derecho de la presunta víctima secuestrada es inherente a su condición de persona.


Este es un ser humano y todo ser humano es persona y, como tal, goza de autonomía moral,
decide en conciencia acerca de lo bueno y de lo malo, tiene capacidad axiológica y su decisión
debe ser respetada, por ser claramente legítima a la luz de los dispositivos de la Constitución
Nacional no modificados por la incorporación de los tratados en el inciso 22 del artículo 75 y
por el contenido de éstos mismos tratados, cuya síntesis máxima es el artículo primero de la
Declaración Universal de Derechos Humanos.

16) Que es claro que el incalificable crimen contra la humanidad que en uno de sus pasos se
investiga en esta causa es de naturaleza pluriofensiva y, por ende, reconoce una pluralidad de
sujetos pasivos, uno de los cuales es la víctima secuestrada, pero otros son los deudos de las
personas eliminadas y parientes biológicos de la víctima sobreviviente.

La magnitud de semejante carga hace de estas víctimas personas dignas de ser admiradas,
pues ninguna de ellas canalizó su dolor por la vía de la venganza, sino que siempre confiaron
en el Estado y en la jurisdicción y no dejaron de reclamar ante ella, aportando de este modo su
enorme cuota de respaldo al estado de derecho, que por cierto, no siempre ha sabido
responder adecuada y menos oportunamente.

17) Que conforme a lo expuesto el conflicto a resolver se suscita entre los derechos
igualmente legítimos de dos categorías de sujetos pasivos: los de la supuesta víctima
secuestrada y los de sus supuestos parientes biológicos.

Ambos derechos se hallan jurídicamente protegidos por las normas de más alta jerarquía a las
que debe remitir cualquier decisión jurisdiccional. Ambas posiciones son legítimas. Partiendo
de la ley constitucional, internacional e infraconstitucional puede construirse una decisión
jurisdiccional como lo hace el dictamen del señor Procurador General.

18) La identificación precisa de los derechos en conflicto efectuada en los considerandos


anteriores, conforma un campo de tensión que obliga a adoptar una decisión basada en la
razonable ponderación de principios jurídicos.

En el presente caso, delimitados los hechos y el derecho conforme surge de los considerandos
anteriores, no es posible deducir de ellos la solución de la controversia porque surge un campo
de tensión entre derechos de rango similar. El conflicto ocurre cuando la plena satisfacción de
un derecho conduce a la lesión de otro igualmente protegido. Como se ha señalado, es lo que
ocurre en el caso, puesto que si se hace lugar a la búsqueda de la verdad

20) Que, en principio, la coerción física sobre la víctima presuntamente secuestrada se


evitaría si se agotasen previamente las posibilidades de tomar las muestras de manera no
invasiva en el cuerpo de ésta, lo que aparece a todas luces como más respetuoso de su
dignidad y acorde con los principios constitucionales argentinos.

21) Que, en segundo lugar, la familia biológica acabaría con su angustia conociendo que el
resultado de la prueba fuese positivo en cuanto indicador del vínculo, o sea, que con la
comunicación de este resultado quedaría garantizado su derecho a la verdad y desde que
adquiriese ese conocimiento también para la familia biológica cesaría la comisión del delito.

22) Que la víctima secuestrada podría o no informarse de este resultado y, aunque de todas
maneras fuese enterada de su identidad, esto no aumentaría el daño psicológico que ya le
causa la propia sospecha o la certeza de que no guarda vínculo biológico con su familia de
crianza.

27) Que en la causa no se han agotado las posibilidades de obtener material genético por
medios menos lesivos que la intervención física sobre la víctima, por lo cual resultaría violado
el criterio de menor ofensividad antes señalado.
28) Que por las razones expuestas y sin perjuicio de que la jueza a cargo de la instrucción de la
causa pueda proceder con arreglo a las pautas señaladas en los considerandos 20, 21, 22, 23 y
24, corresponde revocar la sentencia apelada en cuanto ordena la extracción compulsiva de
sangre del recurrente.”

Recapitulando. La Corte, en el voto mayoritario, reconoció que se seguía cometiendo un


delito de lesa humanidad. Que el Estado tenía el deber de sancionarlo y que la no
investigación del crimen podía lesionar el derecho a la verdad de las otras víctimas (familia
biológica).

La mayoría de la Corte no convalidó la extracción sanguínea compulsiva porque no se habían


agotado en el caso concreto las posibilidades de obtener material genético por medios menos
lesivos que la intervención corporal de la víctima.

Los jueces Highton y Maqueda votaron en disidencia, avalando la medida de extracción


sanguínea.

En conclusión, los dos fallos PRIETO implican el inicio de una línea jurisprudencial diferente
de Vázquez Ferrá.

En todos los votos individuales hay un consenso de los jueces de la Corte en la obligación
estatal de hacer cumplir el derecho a la identidad.

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