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GARANTIAS

CONSTITUCIONALES
PRINCIPIO DE INOCENCIA (in dubio pro reo;
onus probandi; trato de inocente)

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:


1) ART. 18 CN: “… Ningún habitante de la Nación puede ser
penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del
proceso…”
2) ART. 11.1 DUDH: “…Toda persona acusada de delito tiene
derecho a que se presume su inocencia mientras no se pruebe
su culpabilidad…”
3) ART. XXVI DADyDH: “…Se presume que todo acusado es
inocente, hasta que se pruebe que es culpable…”
4) ART. 8.2 CADH: “…Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia…”
5) ART. 14.2 PIDCyP: “…Toda persona acusada de un delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe
su culpabilidad conforme a la ley…”

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

COSECHA COOP SEGUROS LTDA 14-02-1989 F312:149

CASA ELLEN 31-03-1999 F 322519

ARANA (19-10-95 F318:1877):


El presente caso se refiere una vez más al plazo razonable de duración del encarcelamiento
preventivo, aquí la CSJN repitió la doctrina que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
esbozara en el Informe al caso "Firmenich". Así, reiterando la doctrina, ya explicitada del no plazo,
afirmó que la duración máxima de la prisión preventiva no podía restringirse a un plazo fijo, sino
que debía analizarse caso por caso, para lo cual las circunstancias previstas por el artículo 380 del
anterior Código Procesal Penal de la Nación para denegar la excarcelación servían para determinar
cuándo el límite máximo de la prisión preventiva había sido alcanzado y cuándo no, computando
para esa valoración, de modo muy particular, la gravedad de la infracción.
La Corte resolvió que las exclusiones contenidas en la Ley 24.390 (reglamentó el art. 7°, inc. 5º, de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos), en el sentido de no aplicar sus beneficios a
imputados de delitos agravados en materia de estupefacientes, no resultaban violatorias del
principio de presunción de inocencia ni del de la igualdad. La Corte apoyo este criterio en que se
estaba ante delitos especialmente graves, para cuya represión la nación ha firmado compromisos
internacionales, los que en sus clausulas mencionan que la concesión de la libertad caucionada
debe atender tanto a la gravedad de las conductas como la eventual pertenencia de los imputados
a organizaciones delictivas.
Nuevamente con apoyo en consideraciones acerca de cómo debe entenderse la expresión “plazo
razonable” contenida en el Pacto de San José de Costa Rica, el Alto Tribunal indico que dicha
interpretación debía efectuarse mediante el análisis de todas las circunstancias que, por su
naturaleza, llevan a admitir o rechazar que existe una verdadera exigencia de interés público que
justifique la derogación de la regla del respeto a la libertad individual.

NAPOLI (22-12-1998 F321:3630):


La Corte resolvió que resultaban invalidad las disposiciones legales que declaran a ciertos delitos
inexcarcelables. En ese caso la Corte analizo la validez de la Ley 24.410 modificatoria del CPPN en
su art. 316, por la cual se declaró que los delitos de supresión del estado civil de las personas y
sustracción de menores (arts. 139, 139 bis y 146 CP), no serian nunca pasibles de los beneficios de
la exención de prisión y excarcelación. Una persona imputada del delito de supresión de identidad
de un menor al que se le negó la excarcelación con invocación de esa disposición, llevo su agravio
a la Corte Suprema. En su recurso planteo la inconstitucionalidad de la referida norma procesal,
por contraria a los principios de inocencia, igualdad y razonabilidad.
La Corte le dio la razón al apelante y declaro la inconstitucionalidad de la ley 24.410. Por lo pronto,
indico que se estaba ante una sentencia equiparable a definitiva, por afectar el derecho que
requiere tutela inmediata. También dijo que correspondía habilitar la instancia extraordinaria, al
existir una relación directa e inmediata entre los derechos invocados y los que fue materia de
decisión toda vez que se ha impugnado la validez constitucional de la norma aplicada para
denegar el beneficio excarcelatorio (considerando 4º).
En relación con el derecho federal en juego, la Corte afirmo que el mismo tenía su fuente en el art.
18 de la CN en cuanto dispone que ningún habitante será penado sin juicio previo, norma que
establece el principio de que toda persona debe ser considerada y tratada como inocente de los
delitos que se le imputan hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo
contrario mediante una sentencia firme. Dicho principio fue luego definido en el fallo como el de
presunción de inculpabilidad (consid. 5º).
En lo que es tal vez la parte trascendente del fallo, la Corte menciono que la potestad legislativa
para, con amplia latitud (…) establecer regímenes excarcelatorios diversos, solo encuentra
justificación en tanto este orientada a que la prisión preventiva (como medida de corrección
procesal) conserve su fundamento de evitar que se frustre la justicia, esto es, que el imputado
eluda su acción o entorpezca las investigaciones (consid. 7º). Sobre la base de este principio, el
Alto Tribunal analizo entonces los supuestos en que el legislador ha denegado tradicionalmente la
posibilidad de excarcelación, y que se basan o bien en la alta pena amenazada para el delito, o
bien en la imposibilidad de que la condena resulte de ejecución condicional. A continuación dijo
entonces que la restricción de la libertad se funda en ambos casos en la posibilidad de que el
imputado eluda la acción de la justicia en las primeras etapas de la investigación ( consid. 8º, in
fine). Este criterio, agregó, constituye una suerte de presunción de que así actuara el imputado
que se encuentre en tales condiciones, presunción creada por el legislador al fijar en abstracto el
máximo de la pena considerada para cada delito.
La Corte pasó entonces en concreto a analizar la norma cuestionada, la cual, dijo, creaba una
categoría de delitos inexcarcelables solo por la naturaleza del delito imputado, con independencia
de su mayor o menor penalidad. Así, concluyó que el legislador había recurrido a la prisión
preventiva con fine intimidatorios o disuasivos, lo cual significa el establecimiento por esa vía de
agravaciones propias de la ley sustantiva (consid 15º in fine). En igual sentido agregó que se había
desvirtuado la naturaleza cautelar de la prisión preventiva al convertirla en una verdadera pena
anticipada, pues la aspiración social de que todos los culpables reciban pena presupone,
precisamente, que se haya establecido previamente esa calidad (consid 16º).
Sobre estas bases, y con apoyo en la garantía de la igualdad, declaro inconstitucional la norma
aplicada para denegar el beneficio. Ello, puesto que priva (a la imputada) del régimen general de
la excarcelación por la sola naturaleza del delito y con prescindencia de si con ello se frustra la
acción de la justicia (consid. 17).
Para concluir la Corte indicó que con este criterio se apartaba de precedentes como los de CSJN-
FALLOS 254:288), en donde había señalado que ciertas normas provinciales que negaban el
beneficio de la excarcelación a los autores de hurto de ganado, no resultaban descalificables desde
la óptica constitucional.

VEGA GIMENEZ (27-12-2006 F329-6019):


HECHOS: El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca condenó a Claudio Esteban Vega
Giménez a la pena de un año y dos meses de prisión por el delito de tenencia de estupefacientes
en infracción al art. 14, primer párrafo de la ley 23.737. La defensa oficial del nombrado interpuso
recurso de casación por inobservancia de las normas sustantivas y procesales toda vez que, a su
juicio, dada la escasa cantidad detentada y demás circunstancias que confluían en el caso, debía
concluirse en que la tenencia era para consumo personal en el marco del art. 14, segundo párrafo
de la ley 23.737.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar a la queja, declaró procedente el recurso
extraordinario federal y revocó la sentencia apelada. "7°) Que el Tribunal estima que la exigencia
típica de que la tenencia para uso personal deba surgir "inequívocamente" de la "escasa cantidad y
demás circunstancias", no puede conducir a que si "el sentenciante abrigara dudas respecto del
destino de la droga" quede excluida la aplicación de aquel tipo penal y la imputación termine
siendo alcanzada por la figura de tenencia simple, tal como sostuvo el tribunal apelado". “9º)
[A]ante la proposición que afirma que no se pudo acreditar la finalidad de consumo personal,
puede postularse que también es formalmente cierto que no se pudo acreditar que esa finalidad
no existiera; y esta conclusión, favor rei, impide el juicio condenatorio que sólo admite la certeza".
11) [E]l tipo penal en cuestión –tenencia para uso personal– no sólo alcanza al ‘consumidor asiduo’
sino también al ocasional o esporádico y que, en consecuencia, de no acreditarse la dependencia
física o psíquica de estupefacientes –cuya omisión achacó a la defensa del imputado […] – ello
podría incidir, a todo evento, en la aplicación de lo dispuesto por los arts. 17 y 18 de la ley 23.737
pero no desplazar la figura del tenencia para consumo personal” (voto de los ministros Petracchi,
Highton de Nolasco, Maqueda y Zaffaroni).
IN DUBIO PRO REO
5º) Que en autos existe cuestión federal suficiente para ser considerada en esta vía extraordinaria
toda vez que lo resuelto pone en tela de juicio el alcance del tipo penal contenido en el art. 14,
segundo párrafo de la ley 23.737 (art. 14, inc. 3° de la ley 48, de aplicación al ámbito federal conf.
art. 6° de la ley 4055), comprometiendo el principio in dubio pro reo.
8°) Que semejante conclusión supone vaciar de contenido al principio in dubio pro reo en función
del cual cabe dilucidar si, con las pruebas adquiridas en el proceso, puede emitirse un juicio de
certeza sobre que la finalidad invocada de ninguna manera existió. Lo contrario deja un resquicio a
la duda, tratándose, cuanto mucho, de una hipótesis de probabilidad o verosimilitud, grados de
conocimiento que no logran destruir el estado de inocencia del acusado con base en aquél
principio (art. 3 del Código Procesal Penal de la Nación).
9°) Que la valoración de los hechos o circunstancias fácticas alcanzadas por el in dubio pro reo
incluye también los elementos subjetivos del tipo penal, cuya averiguación y reconstrucción
resulta imprescindible para aplicar la ley penal. La falta de certeza sobre estos últimos también
debe computarse a favor del imputado. De allí que, ante la proposición que afirma que no se pudo
acreditar la finalidad de consumo personal, puede postularse que también es formalmente cierto
que no se pudo acreditar que esa finalidad no existiera; y esta conclusión, favor rei, impide el juicio
condenatorio que sólo admite la certeza.

GARANTIA DE DEFENSA EN JUICIO Y


PROHIBICION DE REFORMATEO IN PEIUS

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:

 Carece de formulación autónoma pero constituye otra de las


derivaciones del principio de la “inviolabilidad de la defensa”
contenida en el ART.18 CN.
 ART. 8.1 CADH: “Toda persona tiene derecho a ser oída…”
 ART. 8.2 CADH: b) Comunicación previa y detallada al
inculpado de la acusación formulada; c) Concesión al
inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la
preparación de la defensa; d)…defenderse personalmente o
de ser asistido por un defensor de su elección y de
comunicarse libre y privadamente con su defensor…; e)…
asistido por un defensor proporcionado por el estado…; f)…
interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener
la comparecencia, de testigos o peritos, que puedan arrojar
luz sobre los hechos…
 ART. 10 DUDH: “Toda persona tiene derecho, en condiciones
de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por
un tribunal…”
 ART. 14.1 PIDCyP: Toda persona tendrá derecho a ser oída
públicamente y con las debidas garantías por un tribunal
 ART. 14.3 PIDCyp: b) “A disponer del tiempo y de los medios
adecuados para la preparación de su defensa y a comunicarse
con un defensor de su elección…d) A hallarse presente en el
proceso y a defenderse personalmente o ser asistida por un
defensor de su elección; a ser informada, si no tuviere
defensor, del derecho que le asiste a tenerlo… a que se le
nombre defensor de oficio, gratuitamente, si careciere de los
medios suficientes para pagarlo; e) a interrogar o hacer
interrogar a los testigos de cargo y a obtener la
comparecencia de los testigos de descargo…”

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

ROJAS MOLINA (1941; F 189:34):


El acusado había sido procesado por delito de homicidio. En su declaración indagatoria había
alegado haber actuado en defensa propia, designando para su defensa al defensor oficial.
Formulada acusación fiscal, la misma no fue contestada por el defensor, quien tampoco produjo
pruebas durante el plenario, ni alegó. Rojas Molina fue condenado a la pena de 17 años de prisión,
la cual no fue apelada por el defensor oficial.
La Corte revoco la condena. Luego de reseñar los hechos de la causa, el Alto Tribunal afirmó que:
…se han violado reglas esenciales del procedimiento; el acusado ha sido condenado sin ser oído,
puesto que el defensor que se le designó no ha dicho una sola palabra en defensa del acusado (…)
Toda la estructura del Código de Procedimiento demuestra la “necesidad de una defensa efectiva”
La Corte expreso: …”desde la primera intervención de todo acusado en un juicio el juez debe
hacerle saber el derecho que tiene de nombrar un defensor; si la defensa por el mismo acusado
obstara a la buena tramitación de la causa el juez debe nombrarle defensor letrado y si no lo hace
se le nombra de oficio (…); el tribunal de segunda instancia debe nombrar defensor al procesado
que no lo tuviere y el termino para expresar agravios solo corre desde la aceptación del defensor
(…) Esa interpretación concuerda con la garantía del art. 18 de la CN que, según ha dicho esta
Corte reiteradamente en materia criminal, consiste en la observancia de las formas sustanciales del
juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia…”

FERNANDEZ JORGE (10-03-1987 F310:492 // F308:1386):


Fernández había sido condenado a cinco años de prisión según el fallo de la Cámara. Esa
sentencia, sin embargo, no se le había notificado a él en forma fehaciente. Paralelamente, las
notificaciones a la defensa de Fernández durante el trámite de segunda instancia había sido
practicadas a un domicilio distinto del constituido. Eso motivo que las cedulas fueron simplemente
fijadas en la puerta de ese domicilio y sin testigos. En desconocimiento de la sentencia
condenatoria de Cámara, Fernández había solicitado la designación del defensor oficial para que lo
asistiera en los trámites de la alzada. También había tramitado en primera instancia su
excarcelación, la cual le fue denegada sin notificación alguna a su defensor.
Al parecer, ya que ello no surge claramente del fallo, Fernández apelo personalmente la
denegatoria de la excarcelación, resolución que la Cámara confirmo. El posterior recurso
extraordinario de aquel fue también denegado, sobre la base de que el mismo no era
autosuficiente ni mencionaba en forma adecuada la cuestión federal.
Fernández recurrió directamente ante la Corte.
El Alto Tribunal, con cita de los precedentes ARNAIZ: MOYANO; GONZALEZ; Y BOGADO DE
CORBALAN, entendió que toda tramitación precedente implicaba un inadmisible menoscabo a la
garantía de la defensa en juicio del acusado, consagrada en el art. 18 CN (consid. 6º). La Corte
señalo que de las diversas presentaciones del recurrente se desprendía el firme reclamo del
procesado para que se otorgue efectiva intervención a un defensor técnico; demanda que
permanentemente ha desoído la alzada, que solo proveyó a sus pedidos de manera formal. Dicha
circunstancia se tradujo en la constante indefensión del acusado.
Todo ello, señalo el Alto tribunal, hacia que no se le hubiese garantizado al procesado un
verdadero juicio contradictorio, pues:…la garantía de la defensa en juicio en materia penal no se
reduce al otorgamiento de facultades para el ejercicio del poder de defensa, sino que se extiende
(…) a la provisión por el Estado de los medios para que el juicio al que se refiere el art. 18 CN se
desarrolle en paridad de condiciones respecto de quien ejerce la función pública y quien debe
soportar la imputación, mediante efectiva intervención de la defensa (consid 7º)

LESCANO (L.441.XLL):

BENITEZ LIONEL (12-12-2006; F329:5556):


El imputado fue sometido a proceso por el delito de lesiones graves, con utilización de arma de
fuego y amenazas. Durante la instrucción declararon la victima del hecho, un testigo y otro
imputado, dando todos ellos versiones incriminatorias respecto del delito en cuestión. Estos
testimonios fueron tomados antes que Benítez, como imputado principal, tuviera intervención en
el proceso. Durante el juicio oral Benítez señalo que había sido la victima quien inicio una agresión
en su contra, apuntándole con el arma de fuego, y que tras un forcejeo se disparo el arma que
causo las lesiones en cuestión. El problema central fue que ni la víctima ni los testigos pudieron ser
hallados para declarar durante el juicio, al haber resultado, según describió el tribunal oral en su
sentencia, infructuosas las numerosas diligencias para lograr su comparecencia. Ante este
panorama el tribunal oral dispuso, contra las objeciones de la defensa, la incorporación por lectura
de las declaraciones prestadas durante la instrucción (el art. 391 inc. 3º del CPPN autoriza la
incorporación por lectura de testimonios prestados durante la instrucción, siempre que se hayan
observado las formalidades propias de esta…cuando el testigo hubiere fallecido, estuviera ausente
del país, se ignorare su residencia o se hallare inhabilitado por cualquier causa para declarar).
Benítez fue condenado por el delito de lesiones. El tribunal oral tuvo en cuenta que la ausencia de
los testigos durante el juicio le impedía, en cambio, considerar si el imputado había obrado con el
dolo necesario para imputarle una tentativa de homicidio.
La defensa de Benítez apelo ante la Cámara de Casación. Este tribunal considero valida la
incorporación por lectura de aquellos testimonios, agregando que en ningún momento el
recurrente había planteado la inconstitucionalidad de la norma que permite tal incorporación. El
defensor llevo entonces el caso a la Corte, donde invoco la violación al derecho de interrogar o
hacer interrogar a los testigos de cargo, el cual considero comprendido en el art. 18 de la CN. Cito
asimismo el art. 8.2.f de la CADH y el art. 14.3 del PIDCyP que contiene normas consagratorias de
ese derecho.
La Corte le dio la razón al recurrente. Como parte central de su razonamiento manifestó el tribunal
de juicio fundo la sentencia de condena en prueba de cargo decisiva que la defensa no tuvo
oportunidad de controlar (consid. 11º). En apoyo de esta afirmación la Corte invocó las mismas
normas de la CADH y del PIDCyP que el recurrente había señalado. Esta es una afirmación
relevante, pues importa darle jerarquía constitucional al derecho de todo imputado a confrontar
con los testigos de cargo.
El holding de este caso es además trascendente en razón de que, aun cuando exista una norma
como la del art. 391 del CPPN que autoriza incorporaciones de testimonios por lectura bajo ciertos
supuestos, si la base probatoria de una condena está dada por esos testimonios, entonces el
derecho constitucional a confrontar con los testigos de cargo tiene un rango superior y no puede
ser soslayado. En lenguaje de la Corte, tal circunstancia no basta para subsanar la lesión al derecho
de defensa producida durante el debate (consid 13).
Cita un fallo del Tribunal Europeo de DDHH (UNTERPERTINGER V. AUSTRIA) “Desde este punto
de vista lo decisivo no es la legitimidad del procedimiento de incorporación por lectura, el cual
bajo ciertas condiciones bien puede ser admisible, sino que lo que se debe garantizar es que al
utilizar tales declaraciones como prueba se respete el derecho de defensa del acusado”. Y un fallo
de la CorteIDH (CASTILLO PETRUZZI C. PERU) La Corte había considerado relevante “la
circunstancia de que la defensa no hubiera podido contrainterrogar a los testigos ni durante la
instrucción ni con posterioridad”.
NUÑEZ RICARDO (16-11-2004 F327:5095):
La Cámara Quinta en lo Criminal de la ciudad de Córdoba condenó a Ricardo Alberto Núñez a la
pena de seis años de prisión por el delito de lesiones graves, declaración de reincidencia y costas
“…unificándola con lo que le restaba por cumplir de la pena de diez años de prisión que le había
impuesto la Cámara Novena del Crimen de esa ciudad el 13 de diciembre de 1993 (…) y revocación
de la libertad condicional que le había sido otorgada con fecha 8 de noviembre de 1999”
(considerando 11).

Contra tal sentencia, el justiciable interpuso recurso de casación in forma pauperis en el que
destacó a lo menos 6 puntos diferentes que certificaban el erróneo camino lógico transitado por el
juzgador en punto a la redefinición de su propia responsabilidad penal.
En efecto, en dicho escrito cuestionó la inobservancia de las reglas de la sana crítica racional, la
calificación jurídica asociada al hecho imputado, la falta de motivación de la sentencia en orden a
la concreta mensuración de la pena, la errónea aplicación del art. 58 del Código Penal y los
equivocados parámetros utilizados para la unificación de la pena (considerando 12).

Corrida la vista de ley a los efectos de dotar de fundamentación técnica a las manifestaciones
articuladas por el encartado, la asesora letrada encargada de dicho cometido “…prácticamente
transcribió –en forma sintética- la presentación de Núñez antes referida (…). Aclaró que ‘En lo que
hace al sustento de los agravios expresados, aunque no compartiera el criterio del expresador…
solicito se haga lugar al recurso, por los motivos invocados y sin perjuicio de las razones que
suplirá el elevado criterio de V.E., cumpliendo con el deber que el cargo me impone, en resguardo
del derecho de defensa en juicio y del debido proceso amparado por el art. 18 de la Constitución
Nacional…” (Considerando 13).

El recurso fue declarado formalmente inadmisible por el Tribunal Superior de Justicia de la


Provincia de Córdoba sobre la base de la falta de fundamentación que gobernó la exégesis de toda
la pieza procesal. Ello, con excepción de un único agravio (aquél referido a los criterios utilizados a
los efectos de la unificación de la pena) que, en definitiva, fue rechazado en virtud “…de la
interpretación asignada por el tribunal apelado a ese precepto de derecho común…”
(Considerando 14).

Ocurrido ello, Núñez dedujo un recurso extraordinario federal in forma pauperis, tras lo cual
intervino la asesora letrada con el objeto de cimentar jurídicamente dicha manifestación de
voluntad impugnativa.

Sin embargo, la defensora del justiciable sólo se limitó a plantear en tal oportunidad “…la
arbitrariedad de la denegación de acceso a la instancia de casación por ‘excesivo rigor formal, en
desmedro de la verdad jurídica objetiva emergente de las circunstancias de la causa’, dejando a
salvo su parecer en contrario…” (Considerando 10, destacado agregado).
El día 14 de febrero de 2003 el Tribunal Superior de la Provincia de Córdoba declaró inadmisible el
remedio federal (considerando 3). Al momento de ser notificado de dicho rechazo –esto es, el día
17 de febrero de 2003- Núñez manifestó in pauperis: “Apelo la resolución. Solicito audiencia”, tras
lo cual el tribunal cimero provincial “…dio intervención al asesor letrado (…) quien se entrevistó
con aquél y se comprometió a compulsar los autos principales para actuar de acuerdo a derecho
(…) [pero] lo cierto es que no existen constancias de que esa compulsa se haya hecho efectiva ni
tampoco que esa defensa fundamentara un recurso de hecho por denegación del remedio federal
ante esta Corte Suprema” (considerando 6, destacado agregado).

Cabe agregar que el propio justiciable remitió a la Corte por vía epistolar una presentación en la
cual reiteró todos sus reparos a la sentencia condenatoria, tras lo cual intervino la Defensoría
Oficial ante esa instancia que, en su respectiva fundamentación técnica propició la declaración de
admisibilidad del recurso “…junto con la nulidad del auto que lo denegó, por haber carecido el
interesado de una defensa eficaz que fundara debidamente su reclamo” (considerando 1).

En lo sustancial y pasando aquí por alto ciertas distinciones que no vienen al caso, la mayoría de la
Corte, luego de recordar que:
a) “…en materia criminal, en la que se encuentran en juego los derechos esenciales de la libertad y
el honor, deben extremarse los recaudos que garanticen plenamente el derecho de defensa (…) de
modo tal que quien sufre el proceso penal ha de ser provisto de un adecuado asesoramiento legal,
al extremo de suplir su negligencia en la provisión de defensor asegurando, de ese modo, la
realidad de la defensa en juicio…”(considerando 7);
b) “…los reclamos de quienes se encuentran privados de su libertad, más allá de los reparos
formales que pudieran merecer, deben ser considerados como una manifestación de voluntad de
interponer los recursos de ley, y que es obligación de los tribunales suministrar la debida
asistencia letrada que permita ejercer la defensa sustancial que corresponda…” (considerando 8);
c) “…si bien no es obligación de la asistencia técnica del imputado fundar pretensiones de su
defendido que no aparezcan, a su entender, mínimamente viables, ello no la releva de realizar un
estudio serio de las cuestiones eventualmente aptas para ser canalizadas por las vías procesales
pertinentes, máxime porque se trata de una obligación que la sociedad puso a su cargo (…) ya que
no puede imputarse al procesado la inoperancia –a la que ha sido ajeno- de la institución prevista
para asegurar el ejercicio de su derecho constitucional, cuya titularidad ostenta exclusivamente y
cuya inobservancia puede acarrear responsabilidad al Estado Argentino” (considerando 9) resolvió
la presentación del justiciable como sigue.
Así pues y en primer término adujo que ninguno de los extremos mencionados anteriormente
había sido mínimamente satisfecho en la especie.
A renglón seguido destacó que su intervención en modo alguno podía circunscribirse a las
deficiencias advertidas en el procedimiento seguido en la sustanciación de la apelación
extraordinaria, pues “…la trasgresión a la defensa en juicio de Ricardo Alberto Núñez que se refleja
en esta instancia no es sino producto de la que se verificó en la etapa de casación local, también
caracterizada por una intervención meramente formal [de la asistencia técnica]…” (Considerando
15).
Cabe aclarar que la Corte no se ha privado de ejercer una fuerte crítica respecto de la actitud
desaprensiva de las dependencias del poder judicial local que actuaron durante el proceso en
punto a la situación de indefensión por la cual atravesó el justiciable.
En tal sentido, agregó el Máximo Tribunal que:
a) la insuficiencia de asistencia técnica registrada por Núñez debió haber sido corregida por las
instancias locales (considerando 16);
b) el rechazo, ora del recurso de casación, ora del extraordinario federal por pretendidas razones
formales trasuntó un excesivo rigor ritual que poco se compadece con la situación de indefensión
del procesado (considerandos 17 y 18) y con una interpretación regular del llamado derecho al
doble conforme (considerandos 21 y 22).
Tras ello y como modo de certificar la situación de minusvalía que aquejó a Núñez a lo largo de
todo el proceso, la Corte expresó que:

a) el justiciable estuvo originariamente detenido por más de diez días sin comparecer ante el fiscal
que solicitó su detención (considerando 18)
b) tampoco contó en ese ínterin con asistencia técnica letrada (ídem);
c) su defensa fue sustituida en varias oportunidades a lo largo de todo el proceso;
d) se produjo prueba irreproducible sin que la defensa fuera debidamente notificada;
e) se rechazó la pretensión del lego dirigida a cuestionar el auto de prisión preventiva sin
reencauzarla jurídicamente;
f) el defensor de confianza de Núñez que actuó en la etapa preliminar “no ofreció prueba y
renunció a su mandato 48 hs. hábiles antes de la audiencia de debate…” (Considerando 20 in fine).
Tras ello fue designada una asesora letrada que al parecer no ofreció prueba alguna.
Para concluir y luego de afirmar que: “La condena no hizo sino acumular nuevos agravios basados
en la insuficiencia de la prueba incriminatoria para fundar su responsabilidad por el hecho y, a
todo evento, la falta de fundamento en los criterios mensurativos de la pena individual y única
impuesta” (considerando 21 in fine), el Tribunal resolvió declarar la nulidad de “todo lo actuado a
partir del recurso de casación in forma pauperis (…), que deberá ser resuelto después de que
Ricardo Alberto Núñez haya recibido una efectiva y sustancial asistencia letrada de parte de su
defensor”.
Por otro lado y a la par de solicitar que se arbitren los medios necesarios para determinar cuáles
fueron las circunstancias en “…que permaneció Ricardo Alberto Núñez privado de su libertad por
espacio de más de diez días sin contar con asistencia técnica letrada y sin comparecer ante la
autoridad fiscal y/o judicial que había solicitado su detención…” (Considerando 22 in fine), la Corte
“recomendó” “…que situaciones como las aquí consideradas, que sólo concurren en detrimento
de una eficaz administración de justicia, sean evitadas” (considerando 22 in fine).
PLAZO RAZONABLE
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD Y PRECLUSION
NON BIS IN IDEM

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:

 ART. 18 Y 33 CN: Carece de formulación autónoma pero


constituye otra de las derivaciones de la garantía de defensa
en juicio y los derechos implícitos.
 ART. 8.4 CADH: “El inculpado absuelto por una sentencia
firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos
hechos”
 ART. 14.3 PIDCyP: c) “A ser juzgada sin dilaciones indebidas”
 ART. 14.7 PIDCyp: Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por
un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto por
una sentencia firme…”

DOCTRINA
MAIER: “…La regla genérica que gobierna el principio prescinde, en principio, de toda
valoración jurídica del hecho. Se trata de impedir que la imputación concreta, como
atribución de un comportamiento determinado históricamente, se repita, cualquiera
que sea el significado jurídico que se le ha otorgado, en una y otra ocasión, el nomen
iuris empleado para calificar la imputación o designar el hecho. Se mira al hecho como
acontecimiento real, que sucede en un lugar y en un momento o periodo determinado,
sin que la posibilidad de subsunción en distintos conceptos jurídicos afecte la regla,
permitiendo una nueva persecución penal bajo una valoración distinta de la anterior…”
(MAIER, JULIO B., Derecho Procesal Penal. I. Fundamentos, Editores del Puerto, Buenos
Aires, 2004, pag. 607)
D´ALBORA: “…si hubo desestimación por atipicidad, dicho pronunciamiento vale aun
para cualquiera y no solo para quien fuera imputado, pues el principio de cosa juzgada
significa que la pretencion punitiva estatal se agota con su uso, sin que deba evaluarse el
resultante obtenido, constituyendo uno de los principios esenciales en que se funda la
seguridad jurídica…” (D´ALBORA FRANCISCO, Codigo Porceasl Penal de la Nacion, 5º
edición, Ed. Abeledo Perrot, pag. 29/31)
ZAFFARONI: “…Por lo tanto cuando se adopta un temperamente liberatorio respecto de
parte de ese objeto integrante de una única conducta, dicho temperamento alcanza y
debe comprender a la totalidad del suceso, por cuanto no resulta posible dividir un
hecho único y absolver, y eventualmente condenar por el mismo, por cuanto hay una
imposibilidad lógica en tal proceder. Un mismo hecho no puede ser delito y no delito a la
vez…. // “…Dado que la participación tiene naturaleza accesoria, no es posible
jurídicamente que siga en tramite un proceso contra un participe por un hecho cuyo
autor fue absuelto…” (Zaffaroni Eugenio Raul – Alagia, Alejandro – Slokar, Alejandro,
Derecho Penal, Parte General, 2º edición, Buenos Aires, 2002, P. 791; Weber, Hellmuth
von, Lineamientos del derecho penal alemán, Ediar, Buenos Aires, 2008, p. 72).

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

MATTEI (1968; F272:188):


HECHOS: Mattei había sido procesado por el delito de contrabando y luego de un proceso que
duró más de cuatro años, absuelto en primera instancia. El fiscal apeló ese pronunciamiento y los
autos fueron elevados a la Cámara. El tribunal de segunda instancia, de oficio, decreto la nulidad
de todas las actuaciones cumplidas desde el cierre del sumario, sobre la base de que el juez de
instrucción no había agotado la investigación. La defensa de Mattei interpuso recurso
extraordinario contra esa resolución alegando violación de la garantía de la defensa en juicio.
La corte hizo lugar al recurso, mencionando el derecho de todo imputado a obtener un
pronunciamiento que ponga término del modo más rápido posible a su situación de
incertidumbre.
Además, de la garantía de defensa en juicio, señalo que: “…el derecho a un juicio razonablemente
rápido se frustraría si se aceptara que, cumplidas las etapas esenciales del juicio y cuando no falta
más que el veredicto definitivo, es posible anular lo actuado en razón de no haberse reunido
pruebas de cargo, cuya omisión solo cabria imputar a los encargados de producirlas, pero no por
cierto al acusado. Todo ello con perjuicio para éste en cuanto, sin falta de su parte, lo obliga a
volver a soportar todas las penosas contingencias propias de un juicio criminal” (…) y con
desmedro, a la vez, del fundamento garantizador – como tal de raigambre constitucional-, que ha
inspirado la consagración legislativa de ciertos pilares básicos del ordenamiento penal vinculados
con el tema en debate” cuales son el del <non bis in idem>…” (Consid 15).
En otros pasajes del fallo la Corte hablo del derecho que tiene toda persona a liberarse del “estado
de sospecha que importa la acusación de haber cometido un delito”.

ADMI. NACIO. ADUANAS (ED. 157-190 CON NOTA DE GOZAINI):


En este caso la Corte consideró que se afecta la garantía ante un sumario excesivamente
prolongado cuando, después de una investigación de doce años, la Cámara actuante revoca un
sobreseimiento. En ese caso, luego de una larguísima instrucción sumarial, el juez a su cargo había
decidido, con conformidad fiscal, cerrar la investigación y sobreseer a los imputados, señalando
que la prueba reunida carecía de entidad suficiente como para justificar la apertura del juicio.
El querellante apelo, sin mencionarse ninguna medida de prueba que pudiera hacer variar este
panorama. La Cámara de Apelaciones revoco, diciendo que un sobreseimiento dictado en orden a
calificaciones legales resultaba improcedente.
Los imputados apelaron a la Corte. Esta señalo que si bien de ordinario una decisión por la cual el
imputado continua sometido a un proceso no es sentencia definitiva a los fines del recurso
extraordinario, cabía hacer una excepción a ese principio en casos donde, como este, no hubo un
proceso legal, ya que después de doce años de trámite, la causa se encuentra aún en estado de
sumario. El Alto Tribunal, con invocación de la doctrina del caso MATTEI y del derecho a un
pronunciamiento penal rápido, hizo lugar al recurso, diciendo que: “no puede olvidarse que si los
tribunales pudieran dilatar sin termino la decisión referente al caso controvertido, los derechos
podrían quedar indefinidamente sin su debida aplicación, con grave e injustificado perjuicio de
quienes los invocan y vulneración de la garantía de la defensa en juicio (consid. 8º)

VALDEZ (21-04-1988 F311:552):


Valdez era un reincidente al cual, por aplicación del art. 14 del CP, se le había negado el derecho a
la libertad condicional.
Al solicitar el beneficio Valdez había planteado la inconstitucionalidad de esa norma del CP,
argumentando que ella importaba en realidad un agravamiento de la pena impuesta por el
segundo delito, agravamiento, originado en la existencia de un delito anterior ya juzgado. Vale
decir, un hecho ya objeto de juzgamiento y de condena era el que determinaba una mayor
gravedad en la nueva pena, con lo cual a su juicio violaba el principio del <non bis in idem>. Tanto
en primera como en segunda instancia se le denegó al solicitante si petición y el caso fue llevado a
la Corte.
Esta, en un fallo bastante breve, rechazo el recurso. Sr baso para ello en que el apelante no
demostraba adecuadamente que vinculación existía entre el principio de la autoridad de cosa
juzgada de la primer sentencia condenatoria, y el hecho de que la norma cuestionada (el art. 14
CP) tornara más riguroso el cumplimiento de la pena impuesta por la segunda condena. En tal
sentido, la Corte agregó: …el principio constitucional enunciado (…) prohíbe la nueva aplicación de
pena por el mismo hecho, pero no impide al legislador tomar en cuenta la anterior condena
(entendida esta como un dato objetivo y formal), a efectos de ajustar con mayor precisión el
tratamiento penitenciario que considere adecuado para aquellos supuestos en los que el individuo
incurriese en una nueva infracción criminal”.

PELUFFO (06-02-1996 F319:43):


En este caso la Corte volvió a afirmar el rango constitucional de la restricción al doble juzgamiento,
en función del instituto de la cosa juzgada.
Además agrego que efectivamente la garantía del non bis in idem implicaba un escollo para un
nuevo juzgamiento de los imputados por el mismo hecho por el que fueran absueltos en primera
instancia, pero que de allí no se seguía que la solución a ese escollo fuera simplemente ordenar el
archivo de las actuaciones.
Así, la Corte afirmo que: “la garantía constitucional examinada protege a los individuos contra la
doble persecución por un mismo hecho sin importar los diversos encuadramientos que se puedas
efectuar respecto de aquel (consid. 5º). Luego la Corte explico que en este caso era evidente que
eventual proceso por injurias que se pretendía preservar solo podría basarse en el mismo hecho
que dio lugar a la presentación. Sobre estas bases, la Corte concluyo que se había desconocido la
garantía constitucional invocada por el apelante al disponer el archivo de las actuaciones y no
proceder, en cambio, al sobreseimiento definitivo de la causa.

POLAK (15-10-1998 F321:2826):


Caso “Polak” del 15 de octubre de 1998[18]: La CSJN, con cita de su doctrina al respecto, señaló la
violación al derecho del imputado a un juicio rápido, y entendió que no era posible someter
nuevamente a juicio al mismo después de que en un primer enjuiciamiento había sido llevado a
cabo sin violación de las formas esenciales del proceso. Dejó sin efecto el pronunciamiento
recurrido en este precedente, fundando la ilegitimidad del mismo en la garantía del ne bis in idem,
así sostuvo que el caso había alcanzado un estadio en el cual el imputado habría adquirido el
derecho a ser declarado culpable o inocente y que retrogradar el proceso, en ese momento, a
etapas anteriores implicaba someterlo a un nuevo enjuiciamiento prohibido por el derecho
constitucional.
Es dable destacar, la conexión establecida implícitamente por la CSJN entre la garantía que nos
ocupa y la del ne bis in idem, como así también la interpretación que realiza en este precedente de
esta última, a la cual se le da un alcance mayor que el que se le da habitualmente, puesto que
asegura no sólo el derecho contra una persecución penal múltiple, sino también contra una
persecución penal excesivamente prolongada a través del artificio de no dictar la sentencia
definitiva cuando el proceso ya ha llegado a ese momento y retrogradarlo a etapas anteriores con
el pretexto de la anulación de los actos practicados.
CONSIDERANDOS IMPORTANTES:
15º) La Corte consideró que en razón de la garantía del debido proceso (…) consagrada
fundamentalmente a favor del acusado (…) no es válido recurrir al argumento de la incompetencia
para adoptar una decisión que importe someterlo nuevamente a juicio, temperamento que lesiona
el fundamento garantizador – como tal, de raigambre constitucional- que ha inspirado la
consagración legislativa de ciertos pilares básicos del ordenamiento penal, entre los cuales se
encuentran el principio del non bin in idem, admitido ya en el caso de “Fallos”.
19º) Luego de alguna citas de fallos de la Corte Suprema de EEUU, nuestra Corte concluyo que se
había lesionado el derecho del imputado de no ser juzgado dos veces por el mismo hecho, ya que
dicha garantía tiene vigencia para el imputado a partir de que este adquirió el derecho a que se lo
declarase culpable o inocente del hecho por el que se lo acuso, siempre, claro está, que como en el
“sub examine” se hayan observado las formas esenciales del juicio y la causa que determine uno
nuevo no le sea imputable”

TURANO (10-12-1998 F321:3396):


Anulación del requerimiento de elevación a juicio por divergencias entre los hechos consignados
en aquel y los discutidos en el debate, violentando el principio de PROGRESIVIDAD, PRECLUSIÒN
y NE BIS IN IDEM

"La nulidad decretada causó una retrogradación del juicio y su consecuente remisión a una etapa
anterior, lo cual, importa un nuevo riesgo procesal, en violación al principio de progresividad y de
preclusión.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sentenciado que “... El principio de progresividad


impide que el juicio criminal se retrotraiga a etapas superadas, pues los actos procesales se
precluyen cuando han sido cumplidos observando las formas legales. Ambos principios –
progresividad y preclusión– reconocen su fundamento en motivos de seguridad jurídica y en la
necesidad de lograr una administración de justicia rápida dentro de lo razonable, evitando así que
los procesos se prolonguen indefinidamente (“Turano, Eduardo A.”, fecha: 10/12/1998; publicado:
JA 1999-II-544; Fallos 321:3396, entre otros).".-

ALVARADO (07-05-1998 F 321:1173):


Un tribunal oral federal de enjuiciamiento de Comodoro Rivadavia había declarado la nulidad de
todo lo actuado en la causa, a partir de la denuncia formulada por un organismo de seguridad
social. La razón de la nulidad fue que el informe técnico administrativo preparado por el citado
organismo, por el que se imputaban retenciones y omisiones de depósitos de recursos de la
seguridad social, contenía irregularidades que impedían conocer exactamente el monto de lo
adeudado. Tras declarar esa nulidad, el tribunal de enjuiciamiento absolvió al imputado. El fiscal
interpuso recurso extraordinario. La Corte, por mayoría, hizo lugar al recurso dejando sin efecto la
sentencia objeto de apelación. Por aplicación de la doctrina de la arbitrariedad de sentencias
critico al tribunal de juicio por exigir del organismo denunciante una precisión incompatible con su
función de tal, lo cual condujo a confundir la invalidez con el valor probatorio de los actos
procesales iniciales. La disidencia de los doctores Bossert y Petracchi, en cambio, advirtió las
implicancias de hacer lugar a un recurso extraordinario que importaba el nuevo sometimiento a
proceso de quien ya lo había sido por un mismo hecho.

KIPPERBAND (16-03-1999 F322:360):


La mayoría de la Corte había rechazado el recurso extraordinario interpuesto ante un planteo de
prescripción, por falta de sentencia definitiva. La disidencia de Petracchi y Boggiano hizo notar que
debía considerarse definitiva la decisión que rechaza una prescripción cuando, según las
circunstancias del proceso, cabe presumir que hasta la sentencia final ha de transcurrir un lapso
tan prolongado que, por sí solo, irroga al imputado un perjuicio de imposible reparación ulterior.
La disidencia hizo notar que la duración indefinida del proceso, atribuible a la ineficacia de los
órganos judiciales, provocaba lesión a una garantía de rango constitucional.

SANDOVAL (31-08-100 S18 XLIV):


HECHOS: I. El 24 de noviembre de 2004 la Cámara Criminal Segunda de General Roca absolvió a
David Sandoval, a quien se le enrostrara la comisión del delito de homicidio reiterado, en perjuicio
de tres mujeres, ocurrido en Cipolletti, acudiendo dicha colegiatura a la duda beneficiante para
propiciar un temperamento lejano al delito en relación con aquél. El hilo argumental, por el cual se
recogía el pronunciamiento absolutorio en relación al nombrado, hacía gala del principio
constitucional de "in dubio pro reo"(1) en cuanto las pruebas reunidas resultaban insuficientes
para atribuirles al mismo la comisión material de dichos sucesos luctuosos ni para establecer la
identidad de los posibles autores. Vaya pues estas reflexiones preliminares para adunar, en cuanto
a los menesteres fácticos, que las cinco huellas dactilares que fueron halladas por los especialistas
de la Gendarmería Nacional incriminaban a David Sandoval; empero, para los peritos de la Policía
de Río Negro y su de homónima Federal que las analizaron, esas huellas no resultaban idóneas
para establecer la identidad del posible autor. II. Para aquello, el Tribunal hizo un particular
hincapié en cuanto que si bien el indicio oportunidad determinante de la presencia de Sandoval en
el lugar, poseía algún ribete de corroboración, el mismo no revestía una entidad tal que lograra
sortear el tamiz de la duda beneficiante desembocando en un procedimiento absolutorio por
aplicación de dicho instituto. Luego de los recursos intentados, se reeditó toda una nueva
secuencia judicial, (2) renovándose la altercación oral, aunque con otros integrantes, luego del
cual, de manera invertida, la nueva colegiatura propicio un temperamento admonitorio, esta vez
imponiendo la pena de prisión perpetua, accesorias legales y costas del proceso, por considerar a
Sandoval co-autor del delito de homicidio calificado por alevosía reiterado tres hechos (arts. 29,
45, 79 y 80 inc. 2° CP) 

RECURSO EXTRAORDINARIO - INTERPOSICION DEL RECURSO


Los defectos acerca del incumplimiento de determinados recaudos previstos en el reglamento
aprobado por la acordada 4/07 como así también en torno a la oportunidad del planteo federal
carecen de entidad a los fines de obstar a la procedencia formal del recurso intentado contra el
rechazo de la impugnación contra la resolución que -luego de un nuevo juicio- condenó con prisión
perpetua a quien había sido absuelto anteriormente, ya que cabe apartarse de dichas exigencias
formales cuando se adviertan violaciones a las formas sustanciales que rigen el procedimiento
penal (art. 11 del citado reglamento). - El Dr. Maqueda, en disidencia, consideró que el recurso
extraordinario cuya denegación originó la queja es inadmisible (art. 280 CPCCN)-

NON BIS IN IDEM - JUICIO CRIMINAL - ABSOLUCION DEL ACUSADO - CONDENA


La sentencia absolutoria dictada luego de un juicio válidamente cumplido precluye toda
posibilidad de reeditar el debate como consecuencia de una impugnación acusatoria; el juicio de
reenvío para el imputado absuelto constituye un nuevo juicio, básicamente idéntico al primero, en
el que su honor y su libertad vuelven a ponerse en riesgo y ello es suficiente para que la garantía
del non bis in idem impida al Estado provocarlo. -Del precedente Alvarado (Fallos: 321: 1173) al
que remitió la Corte Suprema-. - El Dr. Maqueda, en disidencia, consideró que el recurso
extraordinario cuya denegación originó la queja es inadmisible (art. 280 CPCCN)-

NON BIS IN IDEM - JUICIO CRIMINAL - ABSOLUCION DEL ACUSADO - CONDENA - DIVISION DE
LOS PODERES - IGUALDAD
Si la anulación del fallo absolutorio a raíz del recurso de casación de la querella obedeció
fundamentalmente a una actividad jurisdiccional que, distanciándose de los postulados propios de
un modelo acusatorio como el regido por la Constitución Nacional obligó a un tribunal a disponer
prueba de oficio que asumió una tendencia incriminante -al punto que modificó sustancialmente
el resultado del proceso, trocando absolución por condena-, con la necesaria confusión de roles
entre acusador y juez, ello afectó la garantía de defensa en juicio del imputado al someterlo a un
segundo riesgo de condena por los mismos hechos, en la medida en que el nuevo proceso resultó
de la vulneración de los principios de igualdad y de división de los poderes que caracterizan a la
etapa acusatoria del sistema mixto de enjuiciamiento criminal adoptado por la legislación
provincial, con mengua del estado de inocencia (Voto del Dr. E. Raúl Zaffaroni).

NON BIS IN IDEM - CONDENA - ABSOLUCION DEL ACUSADO - NULIDAD


La condena luego de la anulación de una sentencia absolutoria anterior no viola la garantía que
impide el non bis in idem cuando esa nulidad fue declarada por la existencia de vicios esenciales
de procedimiento (Disidencia de la Dra. Elena I. Highton de Nolasco). -Del precedente "Olmos"
(Fallos: 329: 1447) al que remitió la disidencia-.

NON BIS IN IDEM - INTRODUCCION DE LA CUESTION FEDERAL - CONDENA - ABSOLUCION DEL


ACUSADO
Si en su oportunidad la defensa no interpuso recurso de queja ante la Corte contra la resolución
del superior tribunal provincial que no había hecho lugar al recurso extraordinario interpuesto
contra la sentencia mediante la cual aquel tribunal resolviera anular parcialmente la sentencia y
reenviar la causa para que con distinta integración se dictase un nuevo pronunciamiento, dicha
omisión torna extemporánea la introducción del agravio atinente a la garantía que prohíbe el
doble juzgamiento ahora por la defensa (Disidencia de la Dra. Carmen M. Argibay).

EXCLUSION PROBATORIA

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:

 ART. 18 CN: “... el domicilio es inviolable, como también la


correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley
determinará en qué casos y con qué justificativos podrá
procederse a su allanamiento y ocupación…”
 ART. 11.2 CADH: “Nadie puede ser objeto de injerencias
arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia,
en su domicilio o en su correspondencia…”
 ART. 17.1 PIDCyP: “Nadie será objeto de injerencias
arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia…”
 ART. 12 DUDH: “…Nadie será objeto de injerencias arbitrarias
o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia…”

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

RAYFORD (1986 F308:733):


“Rayford” CSJN (1986). Allanamiento practicado sin orden judicial. Derechos de terceros. Valor
del consentimiento. “Teoría de los frutos del árbol venenoso”:
Hechos: Rayford, un americano con escaso dominio del idioma, había sido detenido por el delito
de tenencia de estupefacientes. La sustancia había sido secuestrada de su domicilio por personal
policial, luego de que aquel “no opusiera reparos”. Los agentes habían actuado sin orden judicial.
Luego de ello, camino a la comisaría, Rayford entregó a la policía una tarjeta personal de quien le
había suministrado la droga: un menor “B”. En base a ese dato, fue también detenido este último.
Otro menor de nombre “L.S.”, proveedor a su vez de “B”, fue igualmente detenido. Ambos
menores de edad confesaron su participación en los eventos que culminaron en el suministro de
Rayford de los estupefacientes. Rayford fue acusado por el delito de tenencia, y los menores por el
de suministro.
Al momento de alegar, la defensa de Rayford cuestionó la validez del allanamiento y secuestro de
los estupefacientes. Al parecer, la defensa de los menores “B” y “L.S.” no plantearon cuestión
constitucional alguna. Los tres procesados fueron absueltos en primera instancia, sobre la base de
que el allanamiento que diera origen al proceso había sido ilegítimo, y que no estaba por ende
acreditado el cuerpo del delito. Apelado el pronunciamiento por el Fiscal, la Cámara revocó,
sosteniendo la validez del allanamiento, por haber mediado consentimiento del interesado. Los
acusados fueron condenados a penas de prisión en suspenso.
Sólo la defensa del menor “B” interpuso recurso extraordinario. Basó su recurso en la ilegalidad
de los actos iniciales de la investigación –la entrada supuestamente ilegal en el domicilio de
Rayford- lo cual a su juicio debía determinar la nulidad de todo lo que fue su consecuencia.
La Corte comenzó por analizar la legitimación de “B” para impugnar los actos iniciales del
procedimiento y afirmó que no era posible sostener que la invalidez o validez de tales actos
afectara sólo el interés del coprocesado Rayford, puesto que fue a partir de la inspección
realizada en el domicilio de Rayford que se desenvolvieron los distintos pasos de la pesquisa que
llevaron a la incriminación de “B”. Dado que, agregó la Corte, los acontecimientos sucedidos en el
domicilio de Rayford resultan indisolublemente relacionados con la situación del menor “B”, la
garantía del debido proceso que lo ampara lo legitima para perseguir la nulidad de dichas
actuaciones.
Una vez admitida la legitimación de “B” para obtener la nulidad del secuestro inicial del
estupefaciente, y admitida la inexistencia del alegado consentimiento de Rayford (era extranjero,
con escaso dominio del idioma) la Corte analizó la validez del resto de la prueba que incriminaba a
“B”: los dichos de Rayford, la entrega de la tarjeta personal con el nombre de “B”, la confesión de
éste y los testimonios del otro menor, “L.S.” Para ello, la Corte comenzó señalando que  la regla es
la exclusión de cualquier medio probatorio obtenido de vías ilegítimas. Agregó que lo contrario
implicaría desconocer el derecho al debido proceso, al par que reiteró los fundamentos éticos
de “Montenegro”.
Luego dijo que no obstante su categórica formulación, esta regla admite también el concurso de
factores que pueden atenuar los efectos derivados de una aplicación automática e
irracional. Así, la Corte distinguió por un lado los elementos materiales indebidamente obtenidos,
los que, dada su “inmutabilidad”, por lo general perderán su valor de una vez y para
siempre. Otro tratamiento, en cambio, merecería la prueba que proviene directamente de las
personas a través de sus dichos, por hallarse ellas dotadas de voluntad autónoma. Para la
exclusión de este tipo de evidencia, se requerirá un vínculo más inmediato entre la ilegalidad y el
testimonio que el exigido para descalificar la prueba material. A los fines de analizar ese vínculo,
señaló que resultaba ventajoso analizar la cadena causal de los actos, con sujeción a las leyes de la
lógica. Dijo, por último, que debía tenerse en cuenta la posibilidad de adquisición de las
evidencias por otras fuentes distintas que las que se tengan por ilegítimas.
A la luz de todas esas consideraciones, la Corte analizó la validez del resto de la prueba. Respecto
de los dichos de Rayford incriminando a “B”, y de la entrega de la tarjeta con el nombre de éste, el
tribunal señaló que era posible aseverar que a la individualización de “B” se había llegado como
efecto exclusivo del procedimiento ilegítimo en el que se secuestró el estupefaciente. La corte
razonó entonces que de no haber sido por el medio ilegítimo, resultaba harto conjetural suponer
que Rayford hubiera incriminado a “B” espontáneamente. En base a ello concluyó que existe
un nexo directo entre el secuestro ilegítimo y la mención que Rayford trae de “B”, todo lo
cual autoriza a descartar que sus manifestaciones sean el fruto de una libre expresión de
voluntad. Una vez resuelta la exclusión de esas evidencias, la Corte señaló que igual suerte debía
correr la confesión de “B” y las manifestaciones de “L.S.”, atento a que no hubo varios cauces de
investigación sino uno solo, cuya vertiente original estuvo viciada y contaminó todo su curso.
Interpreta que la regla de la exclusión encuentra raigambre constitucional en el
derecho al debido proceso (art. 18 CN) y analiza en qué medida la ilegitimidad inicial del
procedimiento afecta la validez de los actos subsiguientes (hasta qué punto el vicio de origen
expande sus efectos nulificantes cuando existen hechos concatenados). Enuncia dos excepciones a
la aplicación de la regla de exclusión: 1º). El grado de libertad de quien declara, cuando la prueba
proviene directamente de sus dichos (Rayford involucra a B. dándole su tarjeta a la
policía). 2º). La posibilidad de adquisición de la evidencia por otras fuentes distintas de las que se
tengan por ilegítimas, siempre que consten en el sumario y no sean meramente hipotéticas o
conjeturales. A la luz de las circunstancias del caso, no puede considerarse que sean aplicables
alguna de estas dos excepciones, con lo cual se declara la nulidad de todo lo actuado.

ROMERO (311;2507):
El procesado había autorizado el ingreso sin orden a su domicilio, estando detenido. Sobre esa
base su defensor cuestiono la validez del procedimiento que culmino con el secuestro de material
incriminatorio.
El procurador general, en términos que la Corte compartió, señalo que en Fiorentino, el estado de
detención de éste al momento de permitir el ingreso no había sido el único factor determinante de
la decisión. El procurador además dijo que debía analizarse el cuadro factico en su conjunto, a fin
de analizar la real voluntariedad de un consentimiento.
Con apoyo en esa línea argumental, a su vez, la Corte dijo que: …no cabe construir una regla
abstracta a partir del citado precedente de fallos (Fiorentino) que conduzca inevitablemente a
tachar de nulidad el consentimiento dado para una inspección o requisa domiciliaria en todos los
casos en que quien lo haya prestado estuviese privado de su libertad (consid. 4º)
Por último, la Corte tuvo en cuenta que:…al declarar en sede judicial (el procesado) destaco
inequivocadamente el carácter voluntario y libre de todo vicio de aquel acto, consecuente con su
manifesta intención de cooperar con la autoridad judicial (consid. 5º)

FERNANDEZ PRIETO (12-11-1998 F321:2947):


Los hechos
"El 26 de mayo de 1992, a las 19, hs miembros de la seccional Sustracción de Automotores
recorrían la jurisdicción de General Pueyrredón, en Mar del Plata, cuando observaron que
circulaba un vehículo marca Renault 12 con tres sujetos en su interior en "actitud sospechosa",
razón por la que lo interceptaron e hicieron descender a los ocupantes y los requisaron en
presencia de testigos habiéndose hallado "ladrillos" característicos de picadura de marihuana en el
baúl".
La primera y Segunda instancia: condenó a cinco años de prisión e impuso una multa de 3000
pesos a Carlos Fernández Prieto como autor del delito de transporte de estupefacientes.
La defensora oficial Patricia Azzi adujo que la condena de su defendido viola el artículo 18 de la
Constitución Nacional, que sostiene que "nadie puede ser arrestado sin orden escrita de
autoridad competente" por queja llega a corte.
La mayoría de la Corte rechazo en pocas palabras la aplicación al caso de la doctrina DARAY, como
pretendía la defensa. Dijo así: Contrariamente a lo afirmado por el recurrente, la causa Fallos
317:1986 (Daray) no guarda analogía con la presente, pues en ella se imputaba la ilegitimidad de
una detención so pretexto de realizar una mayor verificación de la documentación del vehículo,
mientras que en la presente lo que se sostiene es la nulidad de la requisa de una automóvil, de lo
cual derivo la detención de los ocupantes (consid. 6º).
El mensaje de Fernández Prieto, en consecuencia, es que con la inexplicada invocación por parte
de los funcionarios policiales de que alguien se encuentra en “actitud sospechosa, un vehículo
puede ser requisado válidamente sin que ello ofenda al orden constitucional.

PERALTA CANO (P.1666.XLI 03-05-2007):


Un funcionario policial recibió una llamada anónima que informaba que en la intersección de dos calles
había dos jóvenes en actitud sospechosa. Con esa información se dirigió al lugar, interceptó a las
personas que allí se encontraba, las detuvo y las condujo al destacamento policial. Posteriormente se
las requisó y se encontró entre sus ropas un envoltorio con marihuana. En virtud de ello, el Juzgado
Federal de Primera Instancia Nro. 1 de Mendoza lo condenó a un mes de prisión en suspenso por el
delito de tenencia de estupefacientes para consumo personal. Además, sustituyó la pena por una
medida de seguridad. Contra esa resolución, la defensa interpuso un recurso de casación, el que fue
denegado. En virtud de ello, se presentó un recurso extraordinario federal, cuyo rechazó motivó la
interposición de un recurso de queja.
DECISORIO: La Corte Suprema de Justicia de la Nación -con voto de los ministros Lorenzetti, Highton De
Nolasco, Petracchi, Maqueda y Argibay- revocó la decisión impugnada. Para ello, se remitió al dictamen
del Procurador General de la Nación. En su dictamen, el Procurador entendió que “los actos
preventivos cumplidos por el policía [...], esto es la aprehensión del imputado, su traslado a la
dependencia policial, la requisa y secuestro de la droga supuestamente en su poder, carecen de los
estándares mínimos y la calidad procesal exigida por las leyes del caso”. A su vez, resaltó que el acta
policial no daba cuentas de las circunstancias objetivas que justificaban la detención del imputado y
que no se daban en el presente caso las excepciones previstas por los artículos 284, 230 bis y 231 del
CPPN”. En este sentido, el Procurador explicó que “[l]a mera existencia de una denuncia anónima y la
alegación del policía de que uno de los dos jóvenes detenidos llevaba en su mano un destornillador que
no fue secuestrado, no son razones suficientes, en este caso, para que nos encontremos dentro de los
conceptos de “causa probable”, “sospecha razonable” o “razones urgentes”, tal como los ha delineado
la jurisprudencia del Tribunal, y así se desencadene lícitamente el procedimiento policial. Al contrario
de lo resuelto por la mayoría del Tribunal en el precedente “Fernández Prieto” (Fallos: 321:2947), aquí
la “totalidad de las circunstancias” nos permiten concluir en que no se respetaron las garantías
constitucionales del imputado”.

AUTOINCRIMINACION

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:

 ART. 18 CN: “... Nadie puede ser obligado a declarar contra sí


mismo…”
 ART. 8.2 G CADH: “a no ser obligado a declarar contra sí
mismo ni a declararse culpable…”
 ART. 14.2 G PIDCyP: “a no ser obligado a declarar contra sí
mismo ni a confesarse culpable……”

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

MIRANDA VS. ARIZONA:


La policía detuvo y cuestionó a J.D.B., de trece años de edad y alumno de séptimo grado, luego de
verlo cerca del lugar donde habían ocurrido dos casos de robo con ingreso forzado a las viviendas.
Cinco días después, en la escuela de J.D.B., se encontró una cámara digital similar a la que había
sido robada y se vio a J.D.B. en posesión de ella. Entonces, el detective DiConstanzo se dirigió al
establecimiento educativo. Un oficial de policía uniformado y asignado a la escuela sacó a J.D.B. de
clase y lo llevó a una sala de reuniones donde, a puertas cerradas, la policía y las autoridades
escolares lo interrogaron durante al menos media hora. Antes de comenzar el interrogatorio, no le
leyeron a J.D.B. las advertencias Miranda, ni le dieron una oportunidad para llamar a su abuela –su
tutora legal–, ni le dijeron que tenía derecho a marcharse. Al principio, J.D.B. negó su participación
en los hechos que se le imputaban, pero posteriormente confesó cuando los policías lo
presionaron para que dijera la verdad y le advirtieron sobre la posibilidad de que fuera enviado a
un instituto de menores. Solo entonces, DiConstanzo le dijo que podía negarse a responder las
preguntas y que tenía derecho a marcharse cuando quisiera. Cuando le preguntaron si había
entendido lo que le decían, J.D.B. asintió y brindó más detalles, incluyendo el lugar donde se
encontraban los artículos robados. Además, hizo una declaración por escrito a pedido de
DiConstanzo. Al finalizar la jornada escolar, le permitieron irse para que se tomara el ómnibus para
volver a su casa.
La fiscalía promovió dos acciones contra J.D.B. ante un tribunal de menores acusándolo de
ingresar y registrar ilegalmente un domicilio. El defensor público que se le asignó solicitó la
exclusión de las declaraciones de J.D.B. y de las pruebas derivadas de las mismas, con base en que
J.D.B. había sido interrogado en un contexto de detención sin que se le hubieran leído las
advertencias Miranda y en que sus declaraciones habían sido involuntarias. El tribunal rechazó
esta solicitud. Entonces, J.D.B. presentó una transcripción de su admisión de las imputaciones que
se le hacían, pero insistió en su objeción al rechazo al pedido de exclusión antes formulado. El
tribunal lo declaró culpable, y el tribunal de apelaciones de Carolina del Norte y la Corte Suprema
estadual confirmaron esta decisión. Esta última consideró que la edad de J.D.B. no era relevante
para determinar si estaba o no bajo detención policial mientras era interrogado.
Entonces, J.D.B interpuso un writ of certiorari ante la Suprema Corte de los Estados Unidos.
SE DECIDIÓ: Resulta apropiado considerar la edad del menor al revisar lo ocurrido durante una
detención en términos de Miranda.
(a) Los interrogatorios realizados durante las detenciones policiales conllevan “implícitas presiones
apremiantes” (Miranda v. Arizona, 384 US 436 -1966- ) “que pueden ejercer coerción en un
elevado porcentaje de personas para confesar delitos que nunca han cometido” (Corley v. United
States, 2009). Estudios recientes sugieren que el riesgo es aún mayor cuando la persona que está
siendo interrogada durante su detención es un delincuente juvenil.
La determinación de si un sospechoso está “detenido” (“in custody”) a los fines de Miranda es
objetiva e incluye dos evaluaciones diferentes: “primero, cuáles eran las circunstancias en que se
realizó el interrogatorio; y segundo, si en dicho contexto, una persona razonable se hubiera
sentido en libertad para poner fin al interrogatorio y marcharse” (Thompson v. Keohane, 516 US
99 -1996- ). La policía y los tribunales deben “examinar todas las circunstancias en que se realizó el
interrogatorio” (Stansbury v. California, 511 US 318 -1994-), incluyendo aquellas que “podrían
haber afectado la forma en que una persona razonable” que se encontrara en el lugar del
sospechoso “percibiría su derecho a marcharse” (id., p.325). Sin embargo, este análisis no toma en
consideración el “estado de ánimo real” de un sospechoso específico (Yarborough v. Alvarado, 541
US 652 -2004-). Al circunscribir el análisis a la evaluación de circunstancias objetivas, se evita
imponer a la policía la tarea de anticipar la idiosincrasia de cada sospechoso y de adivinar en qué
forma dichos rasgos específicos afectan su estado mental (Berkemer v. McCarty, 468 US 420 -
1984-).
(b) En algunas circunstancias, la edad “podría afectar la forma en que una persona razonable” que
estuviera en el lugar del sospechoso “percibiría su derecho a irse” (Stansbury, cit., p. 325). Los
tribunales pueden considerar esta circunstancia sin perjudicar en modo alguno la objetividad del
análisis de la detención. La edad de un menor es “mucho más que un hecho cronológico” ( Eddings
v. Oklahoma, 455 US 104 -1982-): es una circunstancia que “conduce a conclusiones fundadas en
el sentido común en relación con la conducta y la percepción” (Alvarado, cit., p. 674) que se
aplican ampliamente a los menores como clase. Los niños “son, en general, menos maduros y
responsables que los adultos” (Eddings, cit., p. 115), “suelen carecer de la experiencia, perspectiva
y juicio para reconocer y evitar las elecciones que podrían perjudicarlos” (Bellotti v. Baird, 443 US
622 -1979-) y “son más vulnerables o susceptibles a presiones externas” que los adultos ( Roper v.
Simmons, 543 US 551 -2005-). En el contexto específico de los interrogatorios policiales, los hechos
que “dejarían frío e impasible a un hombre pueden impresionar y abrumar” a un adolescente
(Haley v. Ohio, 332 US 596 -1948-). Históricamente, el derecho ha reflejado la presunción de que
los menores se caracterizan por carecer de la capacidad para hacer juicios maduros y por contar
solamente con una capacidad limitada para comprender el mundo que los rodea. Las causales
legales de incapacidad aplicables a los menores como clase –por ejemplo, las limitaciones en su
capacidad para contraer matrimonio sin el consentimiento de sus padres– revelan la arraigada
creencia de que las características diferenciales de los menores son universales.
Ante una historia “repleta de leyes y de reconocimientos judiciales” de que los menores no deben
considerarse simplemente adultos en miniatura (Eddings, cit., pp. 115-116), no hay motivo alguno
para adoptar aquí un criterio diferente. En la medida en que el policía haya conocido la edad del
menor en el momento del interrogatorio o esta resultara objetivamente evidente para un policía
razonable, el incluir el factor edad en el análisis de los actos realizados durante una detención no
exige que los policías deban considerar circunstancias que no tienen posibilidad de conocer
(Berkemer, cit., p. 430) ni “prever las debilidades o características personales del sospechoso
específico que se está interrogando” (Alvarado, cit., p. 662). Precisamente porque la niñez
conduce a la adopción de conclusiones objetivas, la consideración de la edad en el análisis de los
actos realizados durante una detención no incluye la determinación del modo en que este factor
ha influido en el estado de ánimo de un menor determinado. De hecho, si el tribunal no pudiese
tomar en cuenta la juventud de J.D.B, se vería forzado a evaluar los hechos de la causa desde la
perspectiva de un adulto razonable pese a que algunas circunstancias objetivas del contexto en
que se realizó el interrogatorio en la escuela son características de los menores. Estas conclusiones
no quedan debilitadas por la observación que esta Corte hizo en Alvarado en el sentido de que la
consideración de la edad del menor en el análisis de los actos realizados durante una detención en
términos de Miranda “podría considerarse como la incorporación de un análisis subjetivo” (541
US, p. 668). Esta Corte necesita establecer si dicho criterio sería jurídicamente correcto o si
simplemente debería aplicarse en virtud de lo dispuesto por la Ley de Antiterrorismo y Pena de
Muerte Efectiva (Antiterrorism and Effective Death Penalty Act) de 1996. En la medida en que el
policía haya conocido la edad del menor o esta haya sido objetivamente evidente para un policía
razonable, la consideración de la edad en el análisis de los actos realizados durante una detención
se compadece con la naturaleza objetiva de un análisis en términos de Miranda. Esto no significa
que la edad de un menor vaya a resultar un factor determinante o importante en todos los casos,
pero es una realidad que los tribunales no pueden ignorar.
(c) Son poco convincentes los argumentos adicionales que el estado y sus amici formulan para
excluir a la edad de la investigación de lo ocurrido durante la detención.
(d) Se devuelven las actuaciones a fin de que los tribunales estaduales resuelvan si J.D.B estaba o
no en situación de detención cuando fue interrogado, tomando en cuenta todas las circunstancias
relevantes del interrogatorio, incluyendo la edad que tenía en ese momento.

MONTENEGRO (1981 F303: 1938)


se cuestionó la validez de una condena a la que se arribó como consecuencia de hechos que se
consideraron probados a través de una investigación basada en la confesión extrajudicial obtenida
del reo mediante los apremios ilegales a que fuera sometido. Se corroboró que el prevenido había
sufrido lesiones de haber sido apremiado.
La Corte sostuvo que si la aplicación de la tortura fue decisiva para la solución de la causa,
corresponde revocar la sentencia condenatoria. Agregaron que el acatamiento por parte de los
jueces sobre la prohibición de obligar a alguien a declarar contra sí mismo no puede reducirse a
disponer el procesamiento y castigo de los eventuales responsables de los apremios, porque
otorgar valor al resultado de su delito y apoyar sobre él una sentencia judicial, no sólo es
contradictorio con el reproche formulado, sino que compromete la buena administración de
justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho ilícito.

RUIZ (17-09-1987 F303:1847):


En 1983 Roque Arturo Ruiz fue detenido por la Policía de la Provincia de Buenos Aires cuando
asaltaba una farmacia junto con dos cómplices que se movilizaban en un taxi. Se produjo un
tiroteo que causó la muerte de uno de los cómplices mientras que el otro se dio a la fuga. La
policía secuestró el vehículo. En declaración indagatoria ante el personal policial, Ruiz mencionó
que en los días previos a su detención había conocido a sus cómplices, Miguel y Acevedo, y que
habían salido en el taxi que conducía Miguel. Fue entonces cuando asaltaron primero dos
panaderías de la zona, en una de las cuales Acevedo disparó a un comerciante. Luego, en la
farmacia Ruiz fue detenido y Acevedo murió en el tiroteo.
De las ropas del muerto, los policías hallaron un DNI perteneciente a Jorge Candido, a quien la
policía interrogó y declaró ser taxista y que tres pasajeros lo habían asaltado, llevándose el DNI,
una suma de dinero y el vehículo, que luego encontró abandonado. A partir de ahí los
investigadores vincularon ese caso con otros dos robos a taxistas: Alberto Procopio, a quien los
asaltantes le sustrajeron el vehículo y luego lo abandonaron, y Alberto Izquierdo, también
despojado de su rodado, que fue con el que se conducían Ruiz y sus cómplices. Los tres taxistas
declararon en forma coincidente haber sido asaltados por tres jóvenes, y en rueda de
reconocimiento reconocieron a Ruiz. Ruiz negó los hechos. El juez lo condenó a siete años de
prisión, más la unificación con otra pena. Ruiz apeló y como había denunciado que había sufrido
apremios ilegales durante su permanencia en la sede de la prevención, la Cámara de Apelaciones
solicitó informes. Se constató que el acusado presentaba signos de haber padecido pasaje de
corriente eléctrica en las zonas que el mismo indicara. Así el caso, se planteó el alcance de la
garantía constitucional que establece que nadie puede ser obligado a declaran contra sí mismo. La
Corte ratificó, en primer lugar, la doctrina de “Montenegro” y “Fiorentino”, en el sentido de que
otorgar valor al resultado de un delito y apoyar sobre él una sentencia judicial, no sólo es
contradictorio con el reproche formulado, sino que compromete la buena administración de
justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho ilícito. Pero, dejó en claro que Ruiz había
sido condenado sin tener en cuenta su declaración prestada en sede policial. Entonces, descartado
ello, la Corte se planteó si los restantes elementos de prueba justifican el reproche, porque debe
determinarse en qué medida la ilegitimidad inicial del procedimiento afecta la validez de los
subsiguientes, es decir, hasta qué punto el vicio de origen expande sus efectos nulificantes. Se
explicó que la regla es la exclusión de cualquier medio probatorio obtenido por vías ilegítimas,
pero teniendo en cuenta el concurso de factores que pueden atenuar los efectos derivados de una
aplicación automática e irracional de aquella. En el fallo emitieron los siguientes lineamientos:
debe analizarse la concatenación causal de los actos, de acuerdo con la sana crítica racional, que
atiende a las reglas de la lógicas y de la experiencia social; de manera que por esa vía puedan
determinarse con claridad los efectos a los que conduciría la eliminación de los eslabones viciados,
teniendo en cuenta la posibilidad de adquisición de las evidencias por otras fuentes distintas de las
que se tengan por ilegítimas. De tal modo, deberá descartarse por ineficaz la prueba habida en la
causa, siempre y cuando su obtención dependa directa y necesariamente de la violación de la
garantía constitucional de que se trate, o bien cuando sea una consecuencia inmediata de dicha
violación. Así, se distinguieron dos casos: por un lado el hecho que perjudicó al taxista Alberto
Procopio, y por otro, el que perjudicó a los taxistas Cándido e Izquierdo. El primero se descalificó
porque la Corte entendió que se llegó a la condena gracias a la confesión del imputado. Sostuvo
que si se suprimiese la intervención del imputado no había otras pruebas de apoyo, ya que los
policías iniciaron ese único camino de investigación, cuya senda original estuvo viciada y se
contaminó todo su curso: la declaración del damnificado, el reconocimiento en rueda, la
declaración de un comerciante y el reconocimiento del comerciante. La condena respecto del
segundo hecho, el que perjudicó Cándido y a Izquierdo, en cambio sí fue validada por la Corte,
porque podía sustentarse en otros medios de prueba que son independientes de las
manifestaciones irregulares, y que habían sido obtenidos de manera objetiva y directa.

FRANCOMANO (19-11-1987 F310:2384)


Declaración obtenida en sede policial bajo apremios ilegales - nulidad
La Corte reafirma una vez más la doctrina del fruto del árbol venenoso.
 “Debe excluirse del proceso cualquier medio de prueba obtenido por vías ilegítimas”.
 “Tal es el caso de autos donde la localización del domicilio de la imputada y el hallazgo del
material incriminatorio se originaron de las porciones de las declaraciones del coimputado
Francomano que se encuentran viciadas de nulidad.
Por ello, debe declararse la invalidez del procedimiento llevado a cabo en el domicilio de la
acusada.”
 En su voto, el Ministro Caballero agregó que “establecido en el "sub examine" que la localización
del domicilio e individualización de la procesada, así como el hallazgo del material
incriminatorio, fue fruto de la declaración extrajudicial de Francomano prestado en forma
compulsiva, hace aplicable al caso la doctrina desarrollada por esta Corte, según la cual se
desconoció la validez de cualquier medio probatorio obtenido a raíz de un procedimiento ilegitimo
con desconocimiento de las garantías constitucionales.”...
 El acta de secuestro subsiguiente que fue consecuencia directa e inmediata de la declaración
espuria antes citada, carece de virtualidad probatoria, sin perjuicio de señalar además que la
misma fue realizada en el domicilio de la procesada sin recabarse del juez competente la
respectiva orden de allanamiento que prevé el art. 188 del Cód. de Proced. En Materia Penal,
requisito ineludible, pues el objetivo de adquirir elementos de prueba no se encontraba cubierto
por la excepción del art. 189 del mismo texto legal.
 Por ello, aun soslayando la relación de causalidad necesaria que puede existir entre la
"manifestación espontánea" de Francomano brindada bajo tormento y la adquisición ulterior de
prueba en contra de un tercero, sería la propia actuación del secuestro con respecto a ella carente
de legitimidad, la que conduce a la absolución de la nombrada.
CABRAL (14-10-1992 F315:2505)
Cabral fue detenido por una comisión policial en la intersección de las calles Brasil y Santiago del
Estero. El procesado había descendido de un automóvil de alquiler y estaba de pie junto a dos
cajas de cartón con la inscripción TECO, con un dibujo que indicaría que contenían televisores o
monitores de computación. Ante su actitud inusual, la policía identificó, y preguntado acerca de su
permanencia en el lugar respondió con evasivas y contradicciones, sin poder acreditar el origen de
la mercadería que tenía en su poder. Durante el trayecto hacia la comisaría, Cabral habría
manifestado espontáneamente a los policías que esos equipos, junto con otros que poseía en un
domicilio, los había adquirido en un bar de la zona del bajo a una persona que los traía del puerto,
y que al momento de ser detenido iba a venderlos a otra que tenía contactos con una empresa de
computación a 100 dólares cada uno. Sobre la base de este dato, se requirió al juez interviniente la
orden de allanamiento, procediéndose al secuestro, en la vivienda antes mencionada, de un visor
de computación marca TECO N° 106261. La Corte sostuvo que no se advierte que la manifestación
de Cabral a la policía haya sido el fruto de un acto de coacción. No se desprende indicio alguno en
tal sentido de las actuaciones de prevención; en el informe pericial no advierte ninguna alteración
en su estado físico y psíquico, y tampoco ello fue manifestado por el procesado al prestar
declaración indagatoria, en la que confesó la tenencia de los monitores en cuestión, incluido el
que se secuestró en su casa. Finalmente, el recurrente no adujo que tal dato haya sido arrancado
mediante algún tipo de coacción por parte de los policías. Teniendo en cuenta que el allanamiento
se llevó a cabo por orden del juez competente, la Corte no advirtió en el caso una violación a la
doctrina del tribunal según la cual no es posible aprovechar las pruebas obtenidas con
desconocimiento de garantías constitucionales.

GARCIA D ´AURO (10-08-1995 F318:1476)


El imputado por el delito de robo en perjuicio de una persona que habitaba con él, había dado al
comienzo de la causa una versión de los hechos en la que se presento como víctima del robo en
cuestión. García d´Auro explico así bajo juramento ante los policías que lo interrogaron, que el
había sido obligado por delincuentes a permitirles el ingreso a la vivienda que compartía con un
tercero. A raíz de eso fue conducido a la seccional de policía para exhibírsele un álbum con
fotografías de posibles responsables del hecho.
Según el testimonio del policía que le exhibió el álbum, allí García d áuro tuvo una actitud
dubitativa y contradictoria con sus dichos anteriores, hasta que finalmente reconoció su
responsabilidad como “entregador”. Eso motivo su detención y fue remitido al juzgado a prestar
declaración. Frente al juez insistió en un principio en su inocencia, pero al carearse posteriormente
con otro procesado admitió finalmente su culpabilidad.
Luego de ser García d ´auro condenado en las instancias previas, la corte suprema conocer de un
recurso extraordinario basado en la violación a la garantía contra la autoincriminación, al no
habérselo relevado del juramento en oportunidad en que la policía comenzó a sospechar de aquel.
Entre las distintas razones que la corte dio para rechazar el recurso, señora que estaba probado
que en oportunidad de ser indagado ante el juez, ya relevado del juramento, el imputado había
insistido en considerarse víctima del delito. La corte señalo entonces que: “…esta actitud del
recurrente ratifica que sus manifestaciones espontaneas no obraron como coacción que le
impidiera ejercer sus derechos constitucionales en el proceso, lo que descarta, también desde ese
ángulo, la aplicación de la doctrina del fruto del árbol envenenado (consid 6 parte final)

AGÜERO CORVALAN (09-11-1989 F312:2146)


En este fallo la Corte hizo explicito su criterio de que exhortar a un imputado a decir la verdad no
es violatorio de garantías constitucionales.
Este caso tramito bajo la órbita de un Tribunal Militar. Durante la instrucción el juez militar, por
aplicación de la norma del Código de Justicia Militar que lo autorizaba a ello, exhorto a los
imputados a decir la verdad. Llegado el caso a la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, ésta
anulo las condenas dictadas y declaro la inconstitucionalidad señalando que la misma, además de
garantizar al procesado la posibilidad de negarse a declarar (…) excluye expresamente la
posibilidad de exigirle juramento o promesa de decir verdad, y simplemente hace referencia a una
eventual exhortación a producirse con ella (consid 8º).

ACOSTA (04-05-2000 F323:929)


La Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió hoy en el expediente A.93 XLV, “Acosta,
Jorge Eduardo y otros s/recurso de casación”, declarar procedente el recurso
extraordinario federal interpuesto por el Ministerio Público Fiscal y en consecuencia 
revocar la sentencia de cámara que había considerado inadecuada la prolongación de la
prisión preventiva de Jorge Rádice y Jorge Acosta y disponía la libertad de los enjuiciados
bajo caución personal suficiente para asegurar sus comparecencias en juicio.
Así lo decidieron los ministros Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos
Maqueda y Eugenio Raúl Zaffaroni, quienes consideraron que la ley 24.390 en su
redacción actual y a partir de las modificaciones de la ley 25.430 introduce excepciones
para oponerse al otorgamiento de la libertad –una vez cumplido el plazo estipulado en el
art. 1- que la vieja redacción contenía, restringiendo, para el caso, la aplicación del
precedente de la CIDH “Bayarri vs. Argentina” del 30/10/2008, que tomó el mencionado
plazo establecido en la ley 24.390, sin la modificación de la citada 25.430.
Por su parte, los ministros Carmen Argibay y Enrique Santiago Petracchi juzgaron que el
recurso extraordinario era inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación).
Indicó asimismo, que esta doctrina, ya en vigencia del texto reformado, fue aplicada por la
CSJN en el precedente “Guerrieri” (Fallos 330:5082) y que resulta extensiva a casos donde
se investiguen delitos graves y complejos –con multiplicidad de resultados graves y
concursos reales plurales- como los crímenes de lesa humanidad donde, además, la
Nación tiene el deber internacional de sancionarlos y de impedir su impunidad.
Finalmente, el fallo estableció pautas sobre cuestiones de hecho y de derecho para
evaluar en cada caso la duración de la prisión preventiva, entre las que se destacan la
complejidad, los obstáculos que puedan oponerse a la investigación, la edad, condiciones
físicas y mentales de los imputados, el grado de avance de la causa con relación al juicio, la
normativa internacional respecto de la duración de la prisión preventiva, la decisión de no
permitir la impunidad en este tipo de crímenes, el deber de afianzar la justicia que emana
de la Constitución Nacional y el principio republicano de la racionalidad de los actos de
gobierno.
Los nombrados se encuentran imputados de los delitos de robo, extorsión reiterada,
falsificación ideológica de instrumento público. Delitos que a su vez concurren con los de
asociación ilícita (Acosta como organizador y Rádice como miembro); así como también en
otros procesos por privación ilegal de la libertad, tormentos, homicidios y tormentos
seguidos de muerte en forma reiterada.
Asimismo, Acosta y Rádice están imputados de varios hechos de singular relevancia que se
habrían llevado a cabo en la Escuela de Mecánica de la Armada, con intervención del
grupo de Tareas 3.3 –que integran los nombrados- como parte del sistema ilegal de
represión implementado entre los años 1976-1983 por la Armada Argentina.

INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:

 ART. 18 CN: “... Nadie puede ser obligado a declarar contra sí


mismo…”
 ART. 8.2 G CADH: “a no ser obligado a declarar contra sí
mismo ni a declararse culpable…”
 ART. 14.2 G PIDCyP: “a no ser obligado a declarar contra sí
mismo ni a confesarse culpable……”
 ART. 9 DADDH: “Toda persona tiene el derecho a la
inviolabilidad de su domicilio”.
 ART. 10 DADDH: “Toda persona tiene el derecho a la
inviolabilidad y circulación de su correspondencia”.

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

CHARLES HNOS (1891 F46:36)


Agentes de Aduana habían llevado a cabo un procedimiento en el comercio de Charles Hermanos,
de resultas del cual, sin orden judicial alguna, fueron secuestradas facturas comerciales del al
firma, correspondencia y libros de contabilidad. Sobre la base de estos elementos los titulares
fueron procesados por el delito de contrabando.
Concluida la etapa sumarial la defensa opuso una excepción previa de la falta de acción,
demandado el desglose de los papeles y efectos secuestrados por entender que los mismos habían
sido incautados ilegalmente.
Llegado el caso a la Corte, se hizo lugar al desglose solicitado. El Alto Tribunal comenzó por señalas
que los funcionarios de Aduana habían actuado en forma ilegal, puesto que la Ordenanza en vigor
prohibía expresamente todo acto de pesquisa o secuestro de mercadería sin orden judicial.
Refiriéndose entonces al pedido de desglose de los documentos secuestrados, agregó: …”que
auténticos o falsos (los documentos), ellos no pueden servir de base al procedimiento ni de
fundamento al juicio. Si lo primero (auténticos) porque siendo el resultado de una sustracción y de
un procedimiento injustificable y condenado por la ley, aunque se haya llevado a cabo con el
propósito de descubrir un delito (…) la ley, en el interés de la moral, de la seguridad y secreto de las
relaciones sociales los declara inadmisibles; y si lo segundo (si son falsos), porque su naturaleza
misma se opone a darles valor y mérito alguno. Por esos fundamentos se revoca (…) el auto
apelado y se declara que debes desglosarse del proceso los documentos aludidos.

MONTICELLI (CNFCC, SALA 1 10/08/84 LL, 1984-D-373)


HECHOS: “Monticelli de Prozillo” (Sala I de la CCCF de Buenos Aires, 1984). El valor
del consentimiento: en dependencias policiales y aparentemente en forma espontánea,
Monticelli de Prozillo confesó que en su domicilio se encontraba un arma con la que se
había realizado en forma reciente un robo. Los oficiales de la policía se dirigieron
entonces al domicilio de aquélla, siendo atendidos por la madre, quien les franqueó el
ingreso “sin oponer reparos”. El arma fue encontrada en el placar y por la tenencia de
ese arma la acusada fue llevada a juicio. La defensa cuestionó la validez del
allanamiento, sosteniendo que había sido realizada sin orden judicial. El juez de
primera instancia desestimó el planteo y el caso fue elevado a la Cámara Federal.
La Cámara comenzó por señalar que se encontraban en juego garantías de rango
constitucional. El tribunal indicó que el hecho de que la madre de la procesada “no
hubiese opuesto reparos” al ingreso del personal policial, no podía tener un efecto
convalidante de un allanamiento que había sido ilegítimo por carecer de orden judicial
previa. Agregó que no podía otorgársele a aquel acto el valor de un consentimiento y
que de todas maneras la madre de la procesada no era la persona indicada para
prestarlo.
Asimismo, no había circunstancia alguna que impidiera a la autoridad
prevencional solicitar al juez competente la correspondiente orden de allanamiento.
Sentado que estaban ante un procedimiento de secuestro ilegítimo y sin
consentimiento válido, la Cámara analizó entonces la cuestión de la validez de la
prueba allí obtenida, esto es, el arma encontrada. Con cita del fallo “Charles
Hermanos”, de fallos de la Corte de EE.UU. y con apoyo en la garantía de juicio previo
fundado en la ley, la Cámara concluyó que la consecuencia de un procedimiento
ilegítimo no podía ser otra que la exclusión de la prueba así obtenida. En apoyo de ello
se ofrecieron principalmente argumentos de tipo ético (la autoridad deja de serlo si
adopta para la investigación de los delitos métodos que transforman a sus agentes en
delincuentes), al igual que consideraciones acerca de la función ejemplar que tienen
para la comunidad los actos estatales.
En cuanto al valor del consentimiento, esta Sala plantea que el allanamiento que
menciona el texto constitucional, significa entrar por la fuerza a una casa ajena o
contra la voluntad de su dueño. Por consiguiente, si existe voluntad de permitir el
ingreso, no hay allanamiento ni necesidad de orden que lo disponga. El consentimiento
del interesado y el allanamiento serían entonces las dos caras de la misma moneda: el
ingreso a una morada ajena, que puede realizarse por la voluntad del titular o contra
ella (allanamiento). Para excluir la hipótesis del allanamiento, el consentimiento válido
debe ser prestado de modo expreso (no hay confesiones criminales tácitas) por la
persona que tenga derecho a excluir a un tercero del domicilio y que, además, pueda
verse perjudicada por el registro que realice el órgano de prevención.

FIORENTINO (1984 F306:1752)


La policía había detenido, en 1981, a Diego Fiorentino al ingresar a su domicilio, y al ser
interrogado reconoció espontáneamente poseer estupefacientes en la vivienda que compartía con
sus padres, por lo que se autorizó el registro domiciliario. De allí se secuestraron cinco cigarrillos
de marihuana, cinco colillas de marihuana y varias semillas de marihuana.
Fiorentino fue condenado a un año de prisión en suspenso y multa de un millón de pesos.
La defensa cuestionó la validez de la diligencia policial, sosteniendo su ilegitimidad por resultar
violatoria de la garantía de la inviolabilidad del domicilio.
En el voto de la mayoría, la Corte explicó que no se había configurado ningunas de las excepciones
(extremos de necesidad) para que el allanamiento se realizase sin orden judicial, ni había mediado
consentimiento válido que permitiera el ingreso de los funcionarios policiales. Con relación a esto
último, destacó que el permiso que podría haber otorgado carecería de efectos por las
circunstancias en que se prestó, al haber sido aprehendido e interrogado sorpresivamente por una
comisión de cuatro hombres mientras ingresaba con su novia al hall del edificio donde habitaba,
quedando detenido. Con relación al comportamiento del imputado, explicaron que tampoco
alcanzaría una resistencia verbal que fuera oída por los testigos, y valoró como determinante la
edad de Fiorentino y la falta de antecedentes. En definitiva, sostuvieron que la ausencia de
oposición expresa no habilita el registro.
El voto individual del juez Petracchi es más rico. Propone que, si se va a admitir el consentimiento,
debe ser expreso y comprobadamente anterior a la entrada de la autoridad pública a la vivienda;
no debe mediar fuerza o intimidación; y a la persona que lo presta se le debe hacer saber que
tiene derecho a negar la autorización para el allanamiento.

TORRES (19-05-1992 F315:1043)


Hechos: allanamiento ordenado por una jueza de faltas de Rosario. En el allanamiento (el cual se
fundaba en la posible comisión de la ley 20.771 – régimen de estupefacientes anterior). Lo
trascedentes son dos cosas:
La jueza de faltas es incompetente (y lo era tmb) para conocer de delitos relacionados con el
tráfico y tenencia de estupefacientes. Segundo este modus operandi de los oficiales de la Policía
de Rosario, consistente en tramitar ante la jueza de faltas pedidos de órdenes de allanamiento
para investigar delitos ajenos a su competencia, había ocurrido ya dos veces en el pasado. Ello
había dado lugar a que el juzgado federal que termino conociendo en la causa decretara la nulidad
de los allanamientos dispuestos en esas oportunidades por la jueza de faltas.
Al expedir la orden la jueza dijo que lo hacía “en averiguación de la infracción que prevé el art. 89
inc. b de la ley provincial de faltas 3473 (esa norma sanciona con multa “al que, sin antes haber
verificado la legítima procedencia, adquiera o reciba a cualquier titulo cosas que, por su calidad o
por las condiciones del que la ofrece, o por su precio, se tenga motivo de sospechar que provienen
de delitos).
La medula del recurso del apelante fue sostener la inconstitucionalidad de la primera orden de
allanamiento, por haber sido expedida por una jueza de faltas, sin expresar en ella
fundamentación alguna.
El fallo de la Corte confirmó la condena pero lo que interesa es…”en el caso del allanamiento fue
dispuesto por el juez de faltas de la ciudad de Rosario fundado en la presunción de que en el
domicilio producían hechos violatorios de normas provinciales. El referido magistrado tenía
indudablemente facultades para disponer el allanamiento cuestionado. Si como resultado de tal
procedimiento fueron obtenidas probanzas referidas a la posible comisión de delitos cuyo
conocimiento excede la competencia de aquel magistrado, ello no autoriza a descalificar sin más
tales elementos probatorios (consid. 8º)

YEMAL (17-03-1998 F321:510)


La Dirección General Impositiva había solicitado una orden allanamiento, sin exponer motivos de
necesidad y urgencia. A continuación, el juez ordenó el registro bajo la fórmula “expídase orden de
allanamiento como se solicita precedentemente”. Por mayoría, la Corte consideró que exigir un
comentario sobre la motivación de la orden constituiría un excesivo rigor ritual manifiesto que
desnaturaliza el proceso al impedir el descubrimiento de la verdad real. En disidencia, sólo votó el
juez Petracchi: sostuvo que, como garantía de la inviolabilidad del domicilio, sólo puede ser
dictada válidamente cuando medien elementos idóneos para fundar una mínima sospecha
razonable de que en el lugar podrían encontrarse elementos que probasen la comisión de algún
ilícito penal. Como sustento de su afirmación, invocó un precedente de la Suprema Corte de
Estados Unidos, en el cual, tras hacerse un repaso de casos que ilustran sobre los límites más allá
de los cuales un magistrado no puede arriesgarse a expedir una orden de allanamiento, se
sostiene que la acción del magistrado no puede consistir en una mera ratificación de desnudas
conclusiones de otros. “…A fin de asegurar que no ocurren tales abdicaciones del deber del
magistrado, las cortes deben continuar revisando concienzudamente la suficiencia de las
declaraciones a partir de las cuales son expedidas las órdenes de allanamiento…” (Illinois v. Gates
et ux., del 8 de junio de 1983, 462 US 213). En “Fischetti”20 (2007) se cuestionaba que el juzgado
instructor había ordenado un allanamiento sin una evaluación sobre los antecedentes. La cuestión
se explicaba en que se había ordenado en una causa que era desprendimiento de otra “principal”
(o “madre”), pero que era conexa y que sólo habían sido desmembradas por razones prácticas. En
el voto mayoritario se explicó que la garantía de la inviolabilidad de domicilio exige que las
órdenes de allanamiento emanen sólo de los jueces y que las resoluciones que las dispongan
deban ser siempre fundadas, pero aclarando, respecto de esto último, que para determinar la
concurrencia de tal requisito los jueces deben examinar las constancias del proceso y valorar la
concatenación de los actos de acuerdo con la sana crítica racional y las reglas de la lógica. En
definitiva, sostuvo que anular la orden dejaría al descubierto un exceso ritual, porque el respaldo
estaba dado -o podía encontrase- en las constancias de la causa. En disidencia, el juez Petracchi
sostuvo que tampoco de la causa principal podría revertirse la carencia de fundamentos.

MINAGLIA (04-09-2007 F 330:3801)


Por pedido de la policía, un juez había dispuesto “líbrense las órdenes de allanamiento requeridas
(…) con el objeto de proceder al secuestro de sustancias…”. Un dato, no menor, es que la policía
tenía sospechas de que en los domicilios se comercializaban drogas y al prevenir a dos
compradores que habían egresado del domicilio, uno de ellos habría manifestado, en forma
espontánea, que en ese lugar vendían drogas. La Corte, en el voto de la mayoría, consideró que el
allanamiento dispuesto por el juez estuvo debidamente justificado y cumplía con el estándar de
exigencias constitucionales: la orden del juez, fundada en los casos y justificativos previstos por la
ley; aunque omitiendo la referencia a los fundamentos que motivaron su decisión. Y, entonces, se
preguntan: ¿la obligación de volcar los fundamentos del allanamiento, además de una obligación
procesal, es una exigencia constitucional contenida en la garantía de la inviolabilidad del
domicilio? O ¿el requisito de registrar esos fundamentos en un auto o acta puede tener una
incidencia concreta en la protección contra las injerencias arbitrarias del Estado en los domicilios
de los ciudadanos? La respuesta, según el voto mayoritario, es que en sentido constitucional no
hay una conexión entre el requisito procesal y la garantía de inviolabilidad del domicilio. Por lo
tanto, bastaría con que surjan motivos que dan sustento, aunque dejan en claro que hacer constar
los motivos facilitaría la tarea. Mantuvieron la doctrina de “Fischetti”. Una de las disidencias la
integraron los jueces Maqueda y Zaffaroni, quienes sostuvieron que la obligación de los de fundar
sus decisiones jueces tiende a documentar que el fallo de la causa es derivación razonada del
derecho vigente y no producto de la individual voluntad del juez. Además, reclamaron que no se
hubiera cuestionado las circunstancias que rodearon la declaración espontánea de uno de los
imputados, a fin de descartar que hubieran sido producto de coacción. La disidencia del juez
Petracchi también se centró en las supuestas manifestaciones espontáneas.

FISCAL C/ FERNANDEZ (11-12-1990 F 313:1305)


La Policía Federal, anoticiada por información confidencial, llevó a cabo un procedimiento en un
bar donde detuvo al ciudadano boliviano Víctor Hugo Fernández y el secuestró de 380 gramos de
cocaína. Por manifestaciones del detenido, del interior de un vehículo secuestraron más droga y
de un domicilio al que se trasladaron junto con el imputado, otra tanta cantidad de droga. Éste
último era una sede del Consulado de Bolivia, allí fueron atendidos por el cónsul, quien tenía una
relación de amistad con Fernández. El diplomático, ignorando la condición del funcionario policial
y a requerimiento de Fernández, les entregó una caja con que tenía estupefacientes. Fernández y
los policías se retiraron con todo el material secuestrado hacia la delegación policial. En primer
lugar, la Corte diferenció el caso de “Fiorentino”. Según entendió, el procedimiento fue resuelto
por la autoridad policial sin afectación de la garantía de la inviolabilidad del domicilio. El ingreso de
Fernández y del oficial encubría un procedimiento policial, pero se produjo (el ingreso) gracias a la
amistades de los imputados, por lo tanto, para la Corte no hubo engaño que viciara la voluntad del
imputado, y además destacó que no fue practicada pesquisa, registro, inspección o requisa, ni el
estupefaciente fue obtenido mediante ardid o aprovechamiento. En esas condiciones la Corte
concluyó que no hubo interferencia ilegítima del Estado en un ámbito en el que como el domicilio,
una persona puede tener la mayor expectativa de intimidad y privacidad. La Corte agregó que si
está probado que el imputado, y titular del derecho de exclusión, permitió el acceso a su casa, sin
indagar los motivos del acompañamiento, no puede ser posteriormente amparado por la cláusula
del art. 18 CN. Recordó que según criterio de la Corte, el empleo de un agente encubierto para la
averiguación de los delitos no es por sí mismo contrario a garantías constitucionales. Una
interpretación prudencial de las garantías procesales contenidas en la Constitución Nacional
permite aceptar, bajo ciertas restricciones, el empleo de agentes encubiertos de modo similar al
que se lo admite en otros países en los que las reglas del Estado de Derecho proscriben garantías
análogas a las que rigen en la República Argentina, entre los cuales citó a los Estados Unidos y a la
República Federal de Alemania. Que en estos casos hay que distinguir cuando los agentes
simplemente aprovechan las oportunidades, de aquellos en que son “producto de la actividad
creativa” en los que procede desechar pruebas obtenidas por la actividad “criminógena” de la
policía bajo lo que se conoce como defensa de entrapment (incitación al delito). En ese
entendimiento, descartó que la policía haya tenido una actitud creadora del crimen. En síntesis, al
imputado nada se le ocultó porque nada indagó, no se hizo un despliegue de medios engañosos
para ingresar a su morada, esta última no fue objeto de requisa y que, en definitiva, la presencia
de terceros en su hogar se debió a la forma en que discrecionalmente ejerció su derecho como
titular del domicilio. Por esa razón no estuvo comprometida la garantía de la inviolabilidad del
domicilio. Esas mismas circunstancias evidencian que el ingreso descalificado por el tribunal a quo
-realizado en un domicilio jurídicamente imposible de allanar, pero con el consentimiento del jefe
de la oficina consular- fue ejecutado con el máximo respeto de tan eminente garantía individual y
de las obligaciones internacionales, concertándolas con el interés social en la averiguación del
delito y el ejercicio adecuado de las potestades estatales respectivas, que, al fin y al cabo, es el
logro del delicado equilibrio entre tan preciados valores que esta Corte siempre ha procurado
resguardar.

SISTEMA ACUSATORIO

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:

 ART. 18 CN: “... Nadie puede ser obligado a declarar contra sí


mismo…”
 ART. 24 CN: “... el establecimiento del juicio por jurados…”
 ART. 33 CN: “... derechos implícitos…”
 ART. 53 CN: “...solo ella ejerce el derecho de acusar…”
 ART. 59 CN: “...Al Senado corresponde juzgar en juicio público
a los acusados por la Cámara de Diputados…”
 ART. 75 inc. 12 CN: “...dictar… el establecimiento del juicio
por jurados…”
 ART. 120 CN: “... el Ministerio Publico es un órgano
independiente con autonomía funcional y autarquía
financiera, que tiene por función promover la actuación de la
justicia…”

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

TARIFEÑO (28-12-1989 F 325:2019)


En la INSTRUCCIÓN el juez ordena el procesamiento de Tarifeño.
Al correrle vista al fiscal este solicita una serie de medidas probatorias, que fueron concedidas por
el juez, y luego formalizar la requisitoria de elevación a juicio.
En el PLENARIO luego de la producción de una serie de pruebas por parte del abogado defensor,
el ministerio fiscal, convencido de la inocencia de Tarifeño, al momento de emitir sus conclusiones,
NO lo acusa sino que por el contrario pide su absolución.
No obstante el órgano jurisdiccional sentencia a Tarifeño sosteniendo que la actividad del
Ministerio Fiscal quedó firme al formular la Requisitoria de elevación a Juicio.
El defensor recurre la sentencia y llega a la Suprema Corte en queja por vía del recurso
extraordinario federal.

La Corte declara la nulidad de la sentencia condenatoria. Con el fundamento de que la acción


penal necesita que la acusación que realiza el Fiscal en el acto de Requisitoria de Elevación a
Juicio sea mantenida en el momento de realizar las conclusiones, con lo que de no sostenerse en
esa instancia no se cumple con el objetivo de acusar al imputado solicitando determinada pena, lo
que llevaría a la declaración de deserción de instancia.
EN SÍNTESIS:
La falta de acusación del fiscal invalida un pronunciamiento jurisdiccional condenatorio por
afectación del derecho de defensa del imputado. Se pone de manifiesto la necesidad de rango
constitucional, que para hablar de juicio previo, debido proceso y de la plena garantía de la defensa
en juicio, es menester asegurar el contradictorio, máxime aún en la etapa culminante del proceso
(el plenario).
CONCLUSIÓN:
Si el fiscal NO acusa en el plenario ---------------------------------- NO se puede sentenciar

MARCILESE (15-08-2002 F325:2005)


Aún cuando el Ministerio público había solicitado la absolución, la Cámara primera en lo criminal de
la provincia de Salta condenó a Marcilese a la pena de prisión perpetua por considerarlo instigador
del delito de homicidio agravado por alevosía y promesa remuneratoria.
Contra la sentencia la defensa dedujo recurso de casación ante la Corte de Justicia de Salta, que
fue rechazado en cuanto al fondo del asunto.
Ello motiva que la defensa articulara el remedio federal de queja, bajo el argumento de
arbitrariedad de la sentencia, por considerar entre otras cosas que se ha efectuado una errónea
interpretación de la doctrina sentada a partir de la causa Tarifeño, afectando las garantías del
debido proceso y la defensa en juicio.
La Corte, variando la posición adoptada en Tarifeño considera como acusación únicamente al
escrito de requerimiento de elevación a juicio, no revistiendo los alegatos tal carácter, por no
modificar el objeto procesal. Por ello confirma la sentencia condenatoria, a pesar del pedido de
absolución del agente fiscal.

CONCLUSIÓN:
Varía la anterior doctrina sentada en Tarifeño Si el fiscal NO acusa en el plenario NO se puede
sentenciar

A partir de éste caso (Marcilese)


Si el fiscal NO acusa en el plenario se puede sentenciar porque el Tribunal condiciona su
actuación a la formulación del requerimiento fiscal de elevación a juicio.

MOSTACCIO (17-02-2004 F327:120)

Gabriel Mostaccio Scafati fue


condenado por el Cuarto
Juzgado Correccional de
Mendoza a la pena de seis
meses de prisión de efectivo
cumplimiento y cinco años de
Inhabilitación especial para
conducir vehículos
automotores, como autor
penalmente
Responsable del delito de
homicidio culposo no obstante
que el fiscal —en oportunidad
De alegar— se abstuvo y
estimó de aplicación el art. 4
del Código Procesal Penal
Local.
Recurrida la sentencia la
Suprema Corte de Justicia de
Mendoza rechazó el recurso
De casación en cuanto al fondo
del asunto lo que motivó la
articulación del recurso
Extraordinario con fundamento
en la doctrina de la Corte sobre
arbitrariedad de
Sentencia por violación de las
garantías de defensa en juicio y
debido proceso y
Desconocimiento del criterio
del Tribunal en los casos
"Tarifeño" "García" "Cattonar"
"Montero" y "Cáceres".
Gabriel Mostaccio Scafati fue
condenado por el Cuarto
Juzgado Correccional de
Mendoza a la pena de seis
meses de prisión de efectivo
cumplimiento y cinco años de
Inhabilitación especial para
conducir vehículos
automotores, como autor
penalmente
Responsable del delito de
homicidio culposo no obstante
que el fiscal —en oportunidad
De alegar— se abstuvo y
estimó de aplicación el art. 4
del Código Procesal Penal
Local.
Recurrida la sentencia la
Suprema Corte de Justicia de
Mendoza rechazó el recurso
De casación en cuanto al fondo
del asunto lo que motivó la
articulación del recurso
Extraordinario con fundamento
en la doctrina de la Corte sobre
arbitrariedad de
Sentencia por violación de las
garantías de defensa en juicio y
debido proceso y
Desconocimiento del criterio
del Tribunal en los casos
"Tarifeño" "García" "Cattonar"
"Montero" y "Cáceres".
Gabriel Mostaccio Scafati fue
condenado por el Cuarto
Juzgado Correccional de
Mendoza a la pena de seis
meses de prisión de efectivo
cumplimiento y cinco años de
Inhabilitación especial para
conducir vehículos
automotores, como autor
penalmente
Responsable del delito de
homicidio culposo no obstante
que el fiscal —en oportunidad
De alegar— se abstuvo y
estimó de aplicación el art. 4
del Código Procesal Penal
Local.
Recurrida la sentencia la
Suprema Corte de Justicia de
Mendoza rechazó el recurso
De casación en cuanto al fondo
del asunto lo que motivó la
articulación del recurso
Extraordinario con fundamento
en la doctrina de la Corte sobre
arbitrariedad de
Sentencia por violación de las
garantías de defensa en juicio y
debido proceso y
Desconocimiento del criterio
del Tribunal en los casos
"Tarifeño" "García" "Cattonar"
"Montero" y "Cáseres".
Gabriel Mostaccio Scafati fue
condenado por el Cuarto
Juzgado Correccional de
Mendoza a la pena de seis
meses de prisión de efectivo
cumplimiento y cinco años de
inhabilitación especial para
conducir vehículos
automotores, como autor
penalmente
responsable del delito de
homicidio culposo no obstante
que el fiscal —en oportunidad
de alegar— se abstuvo y estimó
de aplicación el art. 4 del
Código Procesal Penal
local
Gabriel Mostaccio Scafati fue
condenado por el Cuarto
Juzgado Correccional de
Mendoza a la pena de seis
meses de prisión de efectivo
cumplimiento y cinco años de
inhabilitación especial para
conducir vehículos
automotores, como autor
penalmente
responsable del delito de
homicidio culposo no obstante
que el fiscal —en oportunidad
de alegar— se abstuvo y estimó
de aplicación el art. 4 del
Código Procesal Penal
local
Se retoma a la doctrina “Tarifeño”, por lo que la Corte en la actualidad considera que el
requerimiento de elevación a juicio no es acusación suficiente. La acusación del fiscal en
el juicio es indispensable y habilitante de la condena.

DEL OLIO (11-07-2006 F 329:2596)


Del’Olio(11/07/06). CSJN: El Tribunal Oral en lo Criminal N° 12 de Capital Federal condenó a Juan
Carlos Del'Olio a la pena de dos años de prisión en suspenso y costas, como coautor penalmente
responsable del delito de defraudación por administración fraudulenta. El fiscal había solicitado la
libre absolución del justiciable. La defensa interpuso recurso de casación, que fuera desestimado,
porque la sentencia condenatoria violó la garantía de la defensa en juicio y el debido proceso,
pues se dictó sin mediar acusación fiscal válida. Como la querella no respondió la vista que prevé el
art. 346 del código adjetivo en el momento procesal oportuno, el juez de instrucción le dio por
decaído el derecho. Si bien esta circunstancia no le imposibilitó ejercer los derechos procesales
ulteriores, sí debió privarla de alegar al concluir el debate, pues se trató de un acto que se orientó
a integrar un reproche que, de su parte, no había tenido lugar en tiempo apropiado. Decisorio: “…
Tiene dicho esta Corte en el precedente ‘Santillán’… que la exigencia de la acusación, como forma
sustancial en todo proceso penal, salvaguarda la defensa en juicio del justiciable, sin que tal
requisito tenga otro alcance que el antes expuesto o contenga distingo alguno respecto del
carácter público o privado de quien la formula” “Que la decisión del juez de instrucción de dar por
decaído el derecho a responder la vista que prevé el art. 346 del Código Procesal aparejó la
pérdida de los derechos procesales vinculados al acto precluido. Si el particular ofendido no
concretó objetivamente y subjetivamente su pretensión, no podría integrar legítimamente una
incriminación que no formuló previamente” “Que este aspecto es decisivo para resolver el pleito
en sentido adverso a la eficacia del fallo de condena, o que permite descalificar a la sentencia
apelada como pronunciamiento jurisdiccional válido, pues al haberse dictado en las condiciones
señaladas resultó violatoria del derecho de defensa en juicio”.

SANTILLAN (13-08-1998 F321:2021)


Este fallo tuvo lugar con el nuevo CPPN, que incluye la figura del querellante conjunto. En el
debate, el Fiscal adquiere la certeza de que el imputado no es merecedor de la pena, por lo que
pide su absolución. Pero el querellante sigue con su postura acusatoria (persiste en la acusación). El
juez de la causa, siguiéndolo dicho por la Corte en el caso Tarifeño, establece que, al no haber
mantenido la acusación, el actor público (la fiscalía), se produce la deserción de la acción penal y
debe absolverse al imputado. El querellante recurre la sentencia ante la CNCP, la que confirma el
fallo de primera instancia, por lo que vuelve a recurrir la sentencia vía Recurso Extraordinario ante
la CSJN. Decisorio: La Corte aduce que este caso es distinto a Tarifeño por existir la figura del
querellante particular, lo que amerita que, si el Fiscal NO acusa, exista la posibilidad de que aquél
continúe el contradictorio, requisito necesario para que se llegue a una decisión jurisdiccional. “Ya
que todo aquel a quien la ley reconoce personería para actuar en juicio en defensa de sus
derechos está amparado por la garantía del debido proceso legal consagrada en el art. 18C.N., que
asegura el derecho a una sentencia fundada en juicio previo llevado en forma legal y la posibilidad
de ocurrir ante algún órgano jurisdiccional en procura de justicia….”En base a esto, el tribunal
revoca la sentencia de casación y sostiene que el querellante , en caso de que el Fiscal NO
mantenga la acusación en el momento de realizar las conclusiones, puede formular la suya en
forma autónoma. Síntesis
: El querellante particular se convierte en querellante subsidiario (actúa en desmedro de la
acción penal por parte del fiscal).Es un fenómeno por el cual se convierte la acción penal pública en
privada (privada o exclusiva). Conclusión: Si el fiscal NO acusa, el querellante conjunto “puede”
acusar.

QUIROGA (23-12-2004 F327:5863)


La Corte Suprema de Justicia declaró la inconstitucionalidad del art. 348 del Código Procesal Penal
de la Nación, fundamentando la medida en la necesidad de asegurar la independencia funcional
del Ministerio Público Fiscal. La medida la tomó al hacer lugar al recurso interpuesto por el
Ministerio Público Fiscal, que había solicitado la nulidad de la resolución del juez de instrucción
que, ante el pedido de sobreseimiento por parte del fiscal, resolvió remitir el sumario al Fiscal
General ante la Cámara de Apelaciones para que apartara al Agente Fiscal y desinsaculara un
nuevo representante del Ministerio Público. El Fiscal General argumentó que el mentado artículo
348 había sido derogado tácitamente en virtud de lo dispuesto por el artículo 120 de la
Constitución Nacional y los artículos 1 y 76 de la Ley Orgánica del Ministerio Público solicitando en
consecuencia la nulidad del auto por el que el juez elevó la causa en consulta y de todos los actos
posteriores practicados en su consecuencia. Arribada la queja a la Corte, el tribunal señaló que
"aun cuando se pueda sostener que los fiscales cumplen, materialmente, una función judicial, en
tanto, al igual que los jueces, aspiran a que el proceso finalice con una sentencia justa, lo hacen
desde posiciones procesales diversas, y el ejercicio efectivo de la misión que a cada uno de ellos le
compete se excluye recíprocamente: ni el fiscal puede juzgar ni el juez puede acusar" Por ello
reafirmaron que el 120 de la Constitución Nacional en cuanto se refiere al Ministerio Publico
"supone no sólo independencia del Poder Ejecutivo, sino también del Poder Judicial, como
correlato de una concepción dentro de la cual sólo dicha independencia permite estructurar un
procedimiento penal en el que las garantías de la defensa en juicio y la imparcialidad del tribunal
no estén en discusión" Añadieron al respecto que el deber del Ministerio Público de actuar "en
coordinación con las demás autoridades de la República" no puede ser convertido en
subordinación, a riesgo de neutralizar el sentido mismo de su existencia. En cuanto a la posición
sostenida por la cámara de casación, según la cual el Poder Judicial es el que debe "controlar" el
ejercicio que de la legalidad hace el Ministerio Público, es la que conduce, finalmente, a admitir
la consecuencia extrema de que en el debate la imputación provenga, en definitiva, del propio
tribunal que debe juzgar sobre su admisibilidad, advirtieron. De esta forma resolvieron que "la
necesidad de asegurar la independencia funcional del Ministerio Público Fiscal" consagrada en el
art. 120 de la Constitución Nacional impone declarar la inconstitucionalidad de art. 348, segundo
párrafo, primera alternativa, del Código Procesal Penal de la Nación. La medida contó con los
votos de Enrique Santiago Petracchi - Augusto Cesar Belluscio (en disidencia)- Carlos S. Fayt (según
su voto)- Antonio Boggiano (según su voto)- Juan Carlos Maqueda (según su voto)- E. Raúl
Zaffaroni (según su voto)- Elena I. Highton De Nolasco
INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO

LEGISLACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL:

 ART. 18 CN: “... Es inviolable la defensa en juicio y de los


derechos…”
 ART. 33 CN: “... derechos implícitos…”
 ART. 8.2 h CADH: “derecho a recurrir del fallo ante juez o
tribunal superior…”
 ART. 14.5 PIDCyP: “toda persona declarada culpable de un
delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la pena
que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal
superior…”
 ART. 8 DUDH: “toda persona tiene derecho a un recurso
efectivo ante los tribunales nacionales…”.

JURISPRUDENCIA DE LA CSJN:

GIROLDI (07-04-1995 F318:514)

Hechos: el Tribunal Oral en lo


Criminal N° 6 de la Capital
Federal condenó a Horacio
David Giroldi a la pena de un
Mes de prisión en suspenso,
como autor penalmente
responsable del delito de robo
simple en grado de tentativa.
Contra dicho pronunciamiento,
la defensora oficial interpuso
recurso de casación. Sostuvo, en
cuanto al fondo del
Litigio, que la sentencia del
tribunal oral violaba la garantía
de la defensa en juicio.
Consideró, además, a fin de
Fundar la admisibilidad del
mencionado recurso, que era
inconstitucional el límite
impuesto por el artículo 459, inc.
2°, del Código Procesal Penal de
la Nación, por contrariar lo
dispuesto en el artículo 8°, inc.
2°, ap. h) de la
Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que otorga a
toda persona inculpada de delito
el derecho "...de
Recurrir del fallo ante juez o
tribunal superior". (Menciona
“Jauregui” donde se estableció
que el requisito de la doble
Instancia judicial en materia
penal quedaba satisfecha con la
posibilidad de interponer el
recurso extraordinario
Previsto en el artículo 14 de la
ley 48)
Holding: A partir de la reforma
introducida por la ley 23.774,
que otorgó a la Corte Suprema la
facultad de rechazar,
Por la sola aplicación del art. 280
del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, recursos
extraordinarios por
Falta de agravio federal
suficiente o cuando las
cuestiones planteadas resultaren
insustanciales o carentes de
Trascendencia, en hipótesis
como la del art. 459, inc. 2°, del
Código Procesal Penal de la
Nación, el remedio federal
No constituye un remedio eficaz
para la salvaguarda de la garantía
de la doble instancia que debe
observarse dentro
Del marco del proceso penal
como "garantía mínima" para
"toda persona inculpada de
delito" (artículo 8°, párrafo
2°, apartado h, de la Convención
Americana sobre Derechos
Humanos). La forma más
adecuada para asegurar la
Garantía de la doble instancia en
materia penal prevista en la
Convención Americana sobre
Derechos Humanos
(Artículo 8°, inc. 2°, ap. h), es
declarar la invalidez
constitucional de la limitación
establecida en el artículo 459,
inc. 2°,
Del Código Procesal Penal de la
Nación, en cuanto veda la
admisibilidad del recurso de
casación contra las sentencias
De los tribunales en lo criminal
en razón del monto de la pena. A
la Corte, como órgano supremo
de uno de los
Poderes del Gobierno Federal, le
corresponde - en la medida de su
jurisdicción aplicar los tratados
internacionales a
Que el país está vinculado, ya
que lo contrario podría implicar
responsabilidad de la Nación
frente a la comunidad
Internacional. La tolerancia del
Estado a circunstancias o
condiciones que impidan a los
individuos acceder a los
Recursos internos adecuados
para proteger sus derechos,
constituye una violación del
artículo 1.1 de la Convención
(Opinión consultiva n° 11/90 del
10 de agosto de 1990
-"Excepciones al agotamiento de
los recursos internos"-
Párrafo 34). Garantizar entraña,
asimismo, "el deber de los
estados parte de organizar todo
el aparato
Gubernamental y, en general,
todas las estructuras a través de
las cuales se manifiesta el
ejercicio del poder público,
De manera tal que sean capaces
de asegurar jurídicamente el libre
y pleno ejercicio de los derechos
humanos"
Hechos: el Tribunal Oral en lo
Criminal N° 6 de la Capital
Federal condenó a Horacio
David Giroldi a la pena de un
Mes de prisión en suspenso,
como autor penalmente
responsable del delito de robo
simple en grado de tentativa.
Contra dicho pronunciamiento,
la defensora oficial interpuso
recurso de casación. Sostuvo, en
cuanto al fondo del
Litigio, que la sentencia del
tribunal oral violaba la garantía
de la defensa en juicio.
Consideró, además, a fin de
Fundar la admisibilidad del
mencionado recurso, que era
inconstitucional el límite
impuesto por el artículo 459, inc.
2°, del Código Procesal Penal de
la Nación, por contrariar lo
dispuesto en el artículo 8°, inc.
2°, ap. h) de la
Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que otorga a
toda persona inculpada de delito
el derecho "...de
Recurrir del fallo ante juez o
tribunal superior". (Menciona
“Jauregui” donde se estableció
que el requisito de la doble
Instancia judicial en materia
penal quedaba satisfecha con la
posibilidad de interponer el
recurso extraordinario
Previsto en el artículo 14 de la
ley 48)
Holding: A partir de la reforma
introducida por la ley 23.774,
que otorgó a la Corte Suprema la
facultad de rechazar,
Por la sola aplicación del art. 280
del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, recursos
extraordinarios por
Falta de agravio federal
suficiente o cuando las
cuestiones planteadas resultaren
insustanciales o carentes de
Trascendencia, en hipótesis
como la del art. 459, inc. 2°, del
Código Procesal Penal de la
Nación, el remedio federal
No constituye un remedio eficaz
para la salvaguarda de la garantía
de la doble instancia que debe
observarse dentro
Del marco del proceso penal
como "garantía mínima" para
"toda persona inculpada de
delito" (artículo 8°, párrafo
2°, apartado h, de la Convención
Americana sobre Derechos
Humanos). La forma más
adecuada para asegurar la
Garantía de la doble instancia en
materia penal prevista en la
Convención Americana sobre
Derechos Humanos
(Artículo 8°, inc. 2°, ap. h), es
declarar la invalidez
constitucional de la limitación
establecida en el artículo 459,
inc. 2°,
Del Código Procesal Penal de la
Nación, en cuanto veda la
admisibilidad del recurso de
casación contra las sentencias
De los tribunales en lo criminal
en razón del monto de la pena. A
la Corte, como órgano supremo
de uno de los
Poderes del Gobierno Federal, le
corresponde - en la medida de su
jurisdicción aplicar los tratados
internacionales a
Que el país está vinculado, ya
que lo contrario podría implicar
responsabilidad de la Nación
frente a la comunidad
Internacional. La tolerancia del
Estado a circunstancias o
condiciones que impidan a los
individuos acceder a los
Recursos internos adecuados
para proteger sus derechos,
constituye una violación del
artículo 1.1 de la Convención
(Opinión consultiva n° 11/90 del
10 de agosto de 1990
-"Excepciones al agotamiento de
los recursos internos"-
Párrafo 34). Garantizar entraña,
asimismo, "el deber de los
estados parte de organizar todo
el aparato
Gubernamental y, en general,
todas las estructuras a través de
las cuales se manifiesta el
ejercicio del poder público,
De manera tal que sean capaces
de asegurar jurídicamente el libre
y pleno ejercicio de los derechos
humanos"
La Corte resolvió que la disposición procesal que condiciona la posibilidad de apelar una condena
ante la Cámara de Casación a que la sentencia imponga pena superior a cierto tope, era
inconstitucional.
En el caso, se había debatido la validez del art. 459 inc 2º del CPPN, que habilita el recurso de
casación contra la sentencia condenatoria “a mas de tres años de prisión”. El imputado,
condenado a la pena de un mes de prisión en suspenso por el delito de tentativa de robo, busco la
revisión de su condena en la Cámara de Casación, sosteniendo la inconstitucionalidad del referido
459 del CPPN.
Dijo así su defensa que la limitación en cuestión contrariaba lo dispuesto en el art. 8.2h de la
CADH, la cual otorga a toda persona inculpada de delito el derecho “…de recurrir el fallo ante el
juez o tribunal superior”. El Alto Tribunal empezó a recordar la jerarquía constitucional del derecho
invocado por la defensa de acuerdo a lo prescripto por el art. 75 inc 22 parr. 2º de la CN que
incluyo a la CADH dentro de los acuerdos internacionales con tal entidad.
La Corte dijo “…el recurso extraordinario no constituye un remedio eficaz para la salvaguarda de la
garantía de la doble instancia que debe observarse dentro del marco del proceso penal como
“garantía mínima” para “toda persona inculpada de delito” (art. 8.2h de la CADH).
La declaración de inconstitucionalidad del art. 459 del CPPN concluyo el tribunal, aparecía
entonces como la forma de respetar los derechos y libertades establecidos por la CADH en
consonancia con las opiniones de la Corte Interamericana.

ARCE (14-10-1997 F320:2145)


En el fallo “Arce” las limitaciones para recurrir en casación que tiene el Fiscal, estableciendo una
serie de pautas con las que se podrían resolver los interrogantes planteados. Allí el Tribunal
consideró válidas las limitaciones legales del artículo 458 del CPPN respecto del Ministerio Público
Fiscal para recurrir en casación una sentencia condenatoria. En síntesis, en ese precedente, a
partir de una interpretación literal del artículo 8 de la CADH (que hace referencia a “Toda persona
inculpada de un delito…”), como así también del 14.5 del PDCyP (que establece que “Toda persona
declarada culpable de un delito… ”), La Corte estableció que la garantía constitucional del derecho
a recurrir comprende al ser humano, a la persona, razón por la cual inexorablemente se excluyen
los órganos estatales (como el Fiscal).

CASAL (20-09-2005 F328:3399)


En el caso un tribunal oral había impuesto una sentencia condenatoria por el delito de robo
calificado por el uso de armas. La cámara de casación entendió que el recurso solo exhibía la
discrepancia del apelante con la forma en que el tribunal de juicio había valorado la prueba
producida, materia que, agrego, resulta ajena a la instancia casatoria. Ante ello el imputado
presento un recurso ante la Corte Suprema.
La corte concluyo que debía darse prioridad al recaudo proveniente de la CADH, según la cual todo
inculpado de delito goza del derecho de recurrir el fallo ante un tribunal superior (art. 8.2h CADH).
Para hacer efectivo ese derecho en plenitud, añadió, resulta menester que el recurso de casación
no sea interpretado de manera restrictiva, ni se pretenda excluir de su órbita los supuestos en que
el análisis de la prueba haya sido efectuada de manera contraria a las reglas de la sana critica.
Para ello, la Corte hizo hincapié en el lenguaje del art. 456 inc 2º: “inobservancia de las normas
que este código establece bajo pena de inadmisibilidad, caducidad o nulidad”. Esa fórmula legal,
dijo, abarca la inobservancia de las normas que rigen respecto de las sentencias, añadiendo, que el
art. 404 CP establece que es nula la sentencia a la que faltare o fuere contradictoria en su
fundamento.
Como remate a este razonamiento la Corte dijo que: No existe razón legal ni obstáculo alguno en
el texto mismo de la ley procesal para excluir de la materia de casación el análisis de la aplicación
de las reglas de la sana critica en la valoración de las pruebas en el caso concreto, o sea, para que
el tribunal de casación revise la sentencia para establecer si se aplicaron estas reglas y si esta
aplicación fue correcta.
Con relación a las dificultades practicas para esta revisión amplia, sobre todo en función de que
existen pruebas, como la testimonial, que se producen de manera inmediata ante el tribunal de
juicio, la Corte señalo que: “…el tribunal de casación debe agotar el esfuerzo por revisar todo lo
que pueda revisar, o sea, agotar la revisión de lo revisable. Y lo no revisable, concluyo, es lo que
surja directa y únicamente de la inmediación.

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