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Reyes y dioses
Para comprender la naturaleza de la institución de la realeza en Egipto el texto habla sobre el festival de Sed. En
los cinco días que duraba se entretejían conexiones entre los dioses y el rey, la tierra y el rey, el pueblo y el rey
uniendo a la sociedad a las fuerzas de la naturaleza por la figura solitaria que ocupaba el trono de Horus. El
festival de Sed era una renovación del poder real. Contrario a lo que ocurría en la coronación, no se mencionaba
a Osiris. El rey no aparece como si acabara de ascender al trono, sino como un ocupante de varios años, por esto
no se trata de la sucesión (Horus siguiendo a Osiris), sino de la renovación de todas las necesarias relaciones
entre el cielo y tierra que el trono controla.
Describe construcciones, escenarios y distintas decoraciones sobre la ceremonia. Distintos dioses participaban
en esta y se hospedaban de acuerdo con su origen del Alto o Bajo Egipto. De todas partes del país llegaban
barcazas con las imágenes de los dioses, a cargo de altos dignatarios acompañados de sus séquitos. Los
principales dignatarios del reino tomaban parte en el festival. Se menciona por ejemplo antiguos grupos de la
administración, como el consejo de "Los Grandes del Alto y Bajo Egipto", que consistían de diez miembros de
cada una de las dos mitades del país, y eran los únicos que estaban presentes, en representación del pueblo, en la
auténtica coronación, durante el Misterio de Sucesión. Los príncipes reales y los parientes reales participaban en
gran número, y según los relieves también los súbditos contemplaban las procesiones.
El estado de ánimo con el que comenzaba el Festival del Año Nuevo coincidía con el de las celebraciones
populares, ya que los mesopotamios se acomodaban al estado predominante de la naturaleza cuando celebraban
el gran rito de pasaje que llevaría a la naturaleza y a la sociedad a un nuevo período de fertilidad. El dios que era
héroe estaba ausente; en las celebraciones populares lamentaban su muerte, en los ritos oficiales afirmaban que
se le tenía cautivo en la montaña del Infierno. Los campos desnudos y los rebaños encerrados en sus rediles
ponían de manifiesto la suerte del dios. Distintos himnos describen como el río ya no traía agua, el grano no
germinaba y el ganado sufría cuando el dios no estaba allí.
Es muy probable que el festival tomara un curso diferente en lugares distintos y en diferentes momentos. Sin
embargo, su tenor era siempre el mismo y sus rasgos principales formaban un todo consistente y no un
conglomerado sincrético. Por ejemplo, todas las fuentes coinciden en presentar al rey como medio por el que la
comunidad obtiene el favor de una armoniosa integración con la naturaleza.
La "muerte" del dios no es una muerte con el mismo significado que tiene para nosotros o para los antiguos
egipcios. Como el muerto humano parece de sed; y está en el polvo, falto de luz y expuesto a hostiles demonios.
Sin embargo, vive aunque se ve temporalmente postrado por los sufrimientos de la tierra de los muertos. El
ritual del festival de Año Nuevo efectuaba la resucitación del dios, llevándole asistencia. El pueblo descendía
hasta el dios "cautivo", no podían llegar hasta do de estaba (el "Infierno") pero estaban en un estado de
desesperación con llantos y lamentos. Cuando el pueblo había descendido, el ritual efectuaba un cambio de
ánimo, y se traía al dios triunfalmente al mundo de los vivos. La idea de que se vence a la muerte al principio
del Año Nuevo subsiste en las religiones que se originaron en el Próximo Oriente, porque convence por la
armonía que establece entre el mundo visible y el invisible. Por lo tanto, no se debe a sincretismo, sino a
conexiones sugeridas al hombre primitivo por las condiciones naturales en que vivió y que, conservaron su
validez para sus descendientes. Las estaciones de primavera y otoño traen la lluvia y la victoria sobre la muerte
y por eso se libera de la montaña al dios.
El seis llegaban a Babilonia muchas barcazas con estatuas distintos dioses; y Nabu llegaba ese mismo día desde
ciudad de Borsippa, "es decir, el que viene a intentar el bienestar de su padre, a quien tienen cautivo". No se
sabe nada en absoluto de cómo se representaba la liberación.
El matrimonio sagrado
La unión de un dios y una diosa no era un acto del culto ni un símbolo, sino un acontecimiento en la naturaleza
cuya inmediata consecuencia era la restauración de la fertilidad de los campos, rebaños y hombres, después del
estancamiento del invierno o del verano. Su forma más usual era sin la presencia del rey. Y no tenía lugar en Bit
Akitu sino cuando volvían de ahí. El matrimonio sagrado significaba el término del período durante el que la
vida de la naturaleza se había detenido. Entonces el dios y la diosa se unían; las fuerzas masculinas despiertas
fertilizaban a la Gran Madre de la que surgía toda vida.
Esto explica la creación del hombre como resultado del deseo de los dioses de que algún ser debiera servirles.
Por lo tanto, éste fue el destino de los hombres. La determinación de destino era el último acto de los dioses en
el festival de Año Nuevo. Al día siguiente, las deidades visitantes volvían a sus ciudades y se emprendía la tarea
del arado, la siembra y el comercio para la bm nueva cosecha.