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Unidad 1

HARTOG. Cap. 5: Viajes por Roma


En 280 a.C., en Tarento, chocaron por 1ª vez las falanges griegas y las legiones romanas. El rey Pirro dijo: “no sé qué
bárbaros son estos, pero la disposición de este Ejército no es en modo alguno bárbara.” Como no son griegos, los
romanos no pueden ser más que bárbaros, ¿pero qué bárbaros son entonces?
Con las victorias de Roma y sus legiones, la gran división entre griegos y bárbaros para designar a la humanidad
dejó de ser sostenible. ¿Dónde situar a los romanos? ¿hay que distinguir a los griegos, los bárbaros y a los romanos
en un tercer grupo? ¿o bien conservar el par antónimo, pero incorporar a los romanos al bando de los griegos? Esta
última solución fue tomada por ciertos intelectuales romanos y griegos. Los romanos no eran bárbaros, pero
tampoco una 3ª parte ya que sus primeros ancestros eran griegos. La afirmación del origen troyano de Roma rompió
con esta visión, ya que justamente lo situó como terceros desde el origen. Si bien no eran griegos, los troyanos
tampoco eran bárbaros.
Los viajes de Polibio
Ante la rápida conquista del Mediterráneo por parte de Roma, Polibio, un viajero griego en Roma, se preguntó qué
pasó, cómo y por qué. Polibio vivió 17 años en Roma y fue considerado un aliado por los romanos. Defendió la
concepción odiseana del género de vida del historiador, el historiador debe haberse secado el rocío marino y
frecuentado los campos de batalla. Ulises representa al mejor historiador porque es a los ojos de Polibio, el modelo
del hombre político. Historia y política deben marchar a la par.
La latinización de su lengua y la romanización de su pensamiento iban a la par. Nunca empleó el término bárbaro
para referirse a los romanos. Él sabe mejor que nadie que una representación del mundo fundada en el par griego-
bárbaro ya no es más que una palabra vacía.
En los períodos anteriores la historia del mundo estaba en cierto modo dispersa. Alrededor del 220 a.C., con la 2ª
guerra púnica, la historia se universaliza, los acontecimientos de Italia y África se entrelazan con los de Asia y Grecia.
Nuevo espacio, nueva temporalidad, nuevo régimen de historicidad, tales son las razones de ser de la empresa
polibiana.
¿Porque casi todo el mundo habitado pasó en menos de 53 años a estar baja la autoridad romana? Gracias a la
superioridad de su régimen político (politéia). La principal causa del éxito de una ciudad reside, según Polibio, en un
sistema de su constitución.
¿Cómo podía tenerse por bárbaros a los romanos, cuando prevalecían por aquello que los griegos siempre
pusieron en el fundamento mismo de la vida civilizada (la vida en la ciudad y lo que constituye algo así como su
armazón, la politéia)? Roma pertenece al mismo espacio político que Grecia.
Polibio no dudaba de que tenía la explicación del poderío romano. Parte de la idea qué reconocía en la politéia, el
alma de la ciudad. Esta constitución funda y expresa la comunidad (koinonia). Es, para Polibio, el espíritu de la ciudad
y la principal causa de su éxito o de lo contrario. A esto se adhiere el principio qué quiere que la mezcla prevalezca
sobre la forma simple. La mejor Constitución será aquella que sepa combinar las todas.
El lugar privilegiado y reconocido de la mixtura es Esparta. Licurgo sostenía que ninguna parte podía asumir excesiva
importancia y todas se contrabalanceaban entre sí. Así es la Constitución romana. Pero mientras que la de Esparta
había salido con todas sus armas de la cabeza de Licurgo, la de Roma se desarrolló progresivamente a través de las
luchas y las pruebas; una ignoró las vicisitudes de la historia, en tanto la otra es su producto.
¿Cómo apreciar el éxito de una ciudad? Según Polibio, cuando los espartanos se propusieron mandar pusieron en
peligro el equilibrio de su régimen, mientras que Roma se cumplió en la conquista. Allí se comprende la
superioridad, según Polibio, de la constitución romana. Roma es una polis plena y total, pero además una ciudad
mejor armada o más cabal que la ciudad griega de referencia, Esparta.
Polibio sostiene la veracidad de la geografía homérica. Se postula la idea de que la geografía es una ciencia griega:
Homero ya sabía. El saber griego sabe desde siempre expresar el mundo, deletrear sus lugares y singularidades:
basta con saber leer a Homero. Si los romanos conquistaron el mundo, los griegos lo conocieron, y lo conocieron
mucho antes de que los romanos pudieran soñar con conquistarlo.

El viaje de Dionisio de Halicarnaso


Dionisio planteaba que los romanos eran auténticos griegos. En el siglo 1 a.C. viajó desde Halicarnaso hasta Roma
para instalarse allí. Años más tarde presentó su obra como una retribución a Roma por toda la cultura ( paidéia) qué
está le brindó. La diferencia entre el griego y el bárbaro es cosa de cultura, y si Dionisio ve a Roma como un lugar en
que un griego puede aprender y cultivarse, los romanos no son bárbaros.
Para Dionisio los primeros verdaderos habitantes de Italia no eran autóctonos sino griegos. Para encontrar genuinos
autóctonos hay que recurrir a los etruscos según él. Permite deslizar entre los etruscos y los romanos una diferencia
de naturaleza. No conforme con movilizar la genealogía, la etimología y la invocación de testigos, el investigador
para convencerse y persuadir, recurre a todas las huellas, restos, objetos. Encuentra una patente confirmación del
carácter griego de los rituales romanos.
¿La misma afirmación (los aborígenes son de origen griego) tiene la misma significación cuando la propone Catón y
cuando Dionisio la retoma? En Catón, puede haber servido de instrumento de emancipación simbólica, al permitirle
escapar a la bipartición griegos-bárbaros o, mejor, subvertirla.
Los romanos son griegos significa más bien: nosotros, los griegos, somos un poco romanos; somos sus padres, en
realidad sus abuelos, y su imperio, es un poco el nuestro. En ese imperio grecorromano que, con Augusto, la
genealogía viene a legitimar su existencia y su evidencia, y también el lugar que las elites griegas deben ocupar en
él.
Dionisio es parte de la construcción de una nueva representación de las relaciones entre Grecia y Roma, al volverse
hacia Roma miró a partir de ella, adoptando la visión del vencedor, pero traduciéndola al griego. Lo que quiere decir
construir coordenadas griegas del saber para darle forma y delimitar los lugares de la superioridad del poder
romano.
Dionisio parece prorrogar el uso del par griego-bárbaro, conformándose con incluir a los futuros romanos en el
conjunto griego. Roma, aunque haya desaprendido algunas de sus primeras costumbres resistió bien. Muchas otras
desaprendieron en poco tiempo toda su grecidad, ya no hablan griego, no sigan los hábitos griegos, ni reconocen los
mismos dioses ni leyes De Grecia.
A través de estas observaciones sobre la aculturación, Dionisio nos informa que para él no sólo hay una cultura ( to
Hellenikon), sino también una naturaleza (physis) griegas, distinta de la naturaleza de los bárbaros. Los romanos
compartían una y otra.
Dionisio muestran que oscila entre dos modelos griegos para pensar la fundación de Roma: la apiokia y el
sinoecismo. En primer lugar, el modelo colonial sostiene que Roma es realmente una colonia (apoikia). Dionisio hace
uso y abuso de este modelo que se ajusta a su tesis: cuanto más sea el resultado de una apiokia, más posibilidades
tendrá Roma de ser griega.
Con la división de Rómulo y remo, la philotimía (comportamiento positivo) se transforma en stasis (discordia).
Luego de Polibio, ya no se podía hablar de Roma sin hacer hincapié en su constitución. La constitución de Rómulo es
la manera en que Dionisio satisface esa exigencia. No sin contradicciones: luego de plantear que la constitución
romana no había salido con todas sus armas de la cabeza de un legislador, sino que era más bien una creación
continua y el producto de numerosas experiencias, pone en escena de una vez el despliegue de esta constitución en
su totalidad, tiempo fuerte de la fundación y casi una nueva fundación.
Para Dionisio Roma es una ciudad consumada, más exitosa que las más reputadas de las ciudades griegas clásicas,
Esparta, Atenas o Tebas. Los romanos supieron perfeccionar el modelo. Así, del patronazgo (clientelismo), una
antigua práctica griega (pero en ese entonces más próximo a la esclavitud), supieron hacer una institución central:
entre el patrono (Patricio) y el cliente (plebeyo) se estableció obligaciones recíprocas que a la larga funcionaban
como relaciones de parentesco. El patronazgo hizo de Roma una ciudad capaz de controlar sus luchas internas, su
stasis, esa guerra por el poder que las ciudades griegas jamás hubiera reducir de manera duradera.
Roma, como ciudad, ya no es juzgada a partir de Grecia, al contrario, son las ciudades griegas juzgadas a partir de
Roma, como la consumación en la materia. El helenismo está en Roma, hay que viajar por ella para comprender qué
es lo que le faltó a la ciudad griega clásica. Si Dionisio, al demostrar que los romanos son griegos, se ve inducido a
helenizar a Roma, recíprocamente, cuando restituye la constitución de Rómulo, se entrega a una romanización de la
ciudad griega.
En un momento en el que el Estado romano se había agrandado al extremo de que su propia magnitud lo abrumaba,
la cuestión de su identidad preocupa a los amos del mundo. Por ejemplo, Virgilio proclama que los romanos no son
griegos ni etruscos, sino troyanos, y Dionisio replica que no son troyanos porque son griegos, hijos de griegos, y si
son troyanos, siguen siendo griegos, todo deriva de ahí.
Los viajes de Estrabón y Elio Arístides
Estrabón hace el inventario de un espacio. Nacido en Amasia del Ponto en el 65 a.C., vivió en Alejandría y Roma. En
principio historiador, geógrafo luego, compuso una geografía universal. Como Polibio, designa al Mediterráneo como
nuestro mar, indicio de que mira el mundo con los ojos de Roma. Defiende la veracidad de Homero. Tiene la teoría
del mythos como portador de la verdad, sino como ficción que aspira a seducir a los oyentes. Ya con Homero los
griegos conocían en el mundo y dominaban sus límites.
La geografía y ciencia política, debe servir para gobernar. Ulises es geógrafo y también filósofo. Estragón apunta a
legitimar la geografía como filosofía.
Polibio el historiador estaba a cargo de dar forma a una historia universal, de articular lo particular y lo general. Pero
al hacerlo desde Roma corría el riesgo de identificar esa ciudad y lo general. De la misma manera con su geografía
universal Estrabón tiene la intención de conjugar ambos conceptos, con el objetivo de tomar el punto de vista de los
gobernantes romanos como una medida de lo general.
La superioridad del continente sobre el resto del mundo resultará “científicamente” fundada y explicada. El Espacio
Europeo es visto como el territorio de una sola ciudad, autosuficiente. Entre Europa y el nombre de Roma se anudan
intercambios. Como si Europa fuera una polis que llevará su nombre. La centralidad de Roma se elabora según una
lógica de pensamiento griego. Esta manera de traducir en griego la visión romana de ese lugar central al mismo
tiempo una forma de traicionar la definición griega de lo que es una ciudad. Europa es una noción más griega que
romana, antónimo de Asia, el mundo está dividido en dos. Roma, en cambio, desde muy pronto no tuvo otro
horizonte que el mundo. Augusto proclama haber sometido el mundo al imperio de Roma. El poder romano
ignoraba las antiguas divisiones. En principio fronteriza, Asia fue digerida por el imperio. Sólo sus adversarios, los
partos y luego los sasánidas, pretenderán acantonar a los romanos en Europa.
Está la ciudad y está el mundo, la 1ª convertida en ama del 2º. Puesto que sugerir que el imperio es una ciudad
equivale a vaciar de todo contenido en la noción de polis, ¿será una manera de ocultarse la realidad del régimen
imperial?
Los romanos dominaron todo el espacio de la ecúmene: midiéndolo, vinculándolo mediante caminos y puentes:
procediendo a ponerlo en orden y regularlo, como si se tratara de un dominio único (oikos). De manera que en lo
sucesivo ya no se necesitan viajeros para narrar el exotismo del mundo ni geógrafos para trazar su mapa. Los amos
del mundo no necesitan viajeros y geógrafos, porque ellos mismos se convirtieron en geógrafos universales.
¿Dónde ubicar a los romanos? la antigua división entre griegos y bárbaros, caducada desde hace mucho tiempo,
debe ser sustituida por otra: lo que pasa entre romanos y no romanos. Pues los romanos no son una raza entre
otras, sino la que hace de contrapeso a todas las demás.
Su nombre, al desbordar los límites de una ciudad, designa una raza común: el génos de los ciudadanos romanos.
Aún quién no ha visto jamás a Roma puede decirse romano. Este modo de partición horizontal, selecciona una
pequeña élite de notables, pero no se detiene en las fronteras y los territorios de las ciudades, es el signo de otra
concepción de la ciudad y otra relación con los otros. En vez de reconocerlo o porque no sabían cómo explicarlo, los
intelectuales griegos (pero también romanos) decidieron representar a Roma como una polis más cabal qué las
mejores ciudades griegas. Todos participaron en esa invención de Roma.
Ya no hay griegos, ni bárbaros, terceras partes romanas, sino griegos y romanos, igualmente hombres y
ciudadanos, qué ofrecen a los hombres de hoy, ciudadanos todos del mismo imperio, modelos de conducta para
imitar y grandes recuerdos grecorromanos para compartir.

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